sábado, 1 de marzo de 2008

DENME CUATRO AÑOS



por Cesare Santoro

El primero de febrero de 1933, Adolfo Hitler, el nuevo Canciller de Alemania, en su primer llamamiento al pueblo alemán pidió que le fueran concedidos cuatro años para la realización de su obra de reconstrucción nacional. Dos días más tarde repitió el mismo pedido en el Palacio de Deportes de Berlín: “Durante 14 años los partidos de la decadencia gobernaron al pueblo alemán y lo humillaron. Durante 14 años lo desmoralizaron y lo disgregaron hasta destruirlo. No es, pues, presuntuoso presentarme hoy ante la Nación para solicitar: Pueblo alemán, concédenos cuatro años y te juro que nosotros, yo el primero, si fallamos, nos retiraremos de los puestos en la misma forma en que los hemos asumido. No me ha impulsado la ambición de beneficios materiales sino el amor a tí. Esta ha sido la decisión más grave de mi vida... No puedo renunciar a la fe en mi pueblo ni a la persuasión de que esta Nación se levantará otra vez. No puedo prescindir del amor hacia este pueblo y guardo la convicción inquebrantable de que llegará la hora en que los millones de seres que hoy nos maldicen, se unirán a nosotros y con nosotros saludarán a la nueva Nación Alemana creada por todos, y conquistada en una lucha ardua y amarga: el Nuevo Reich Alemán; un Reich en cuya grandeza son indivisibles el honor y el poder, la grandeza y la justicia”.

Hoy se puede afirmar que los acontecimientos de estos cuatro años representan reformas nacionales y sociales que en otras épocas hubieran exigido un tiempo mucho más largo. La promesa del Führer se ha cumplido, puesto que el partido Nacionalsocialista se encontraba, el día de su advenimiento al poder, con la madurez necesaria para cumplir con la misión que la voluntad del pueblo le había confiado.

Cuatro años son un episodio breve en la vida de una nación. Sin embargo, el Gobierno Nacionalsocialista, gracias a su intensa preparación durante los largos años de lucha pudo lograr en este plazo tan escaso una profunda reforma en la estructura política, en las organizaciones sociales y económicas, en las normas jurídicas y administrativas. Al mismo tiempo, el pueblo se liberó de las cadenas del Dictado de Versalles, y reconquistó la igualdad de derechos que le correspondían entre las grandes naciones, resultado que no consiguieron los gobiernos de la República de Weimar.

Un proceso de carácter claramente renovador, en cuyo curso ciertas tradiciones vetustas tuvieron que ceder lugar a nuevas manifestaciones sociales y en el que las posiciones personales sufrieron cambios profundos, quedó sujeto a la crítica y al descontento. Siempre hay personas que no se dejan convencer de que los grandes momentos requieren también grandes decisiones. Pero estas dificultades fueron vencidas con el tiempo como lo demostró la última elección del Reichtag, efectuada el 29 de marzo de 1936. El cómputo de votos arrojó 44.955.000 de los cuales fueron emitidos 44.412.000 en favor del Gobierno y apenas 543.000 en contra. Han terminado por reconocer la obra realizada por el gobierno Nacionalsocialista altas personalidades que se habían distanciado del movimiento, como el General Lundendorff, e incluso hasta enemigos declarados del Nacionalsocialismo como Severing, antiguo ministro del Gobierno marxista.

La reacción en el extranjero fue intensa por dos motivos: primero por el conocimiento insuficiente de la situación de Alemania en el momento del advenimiento al poder y de las actividades gubernamentales en los primeros cuatro años; segundo, como consecuencia de la campaña de odio que realizaron y realizan todavía contra el Tercer Reich elementos partidistas o enemigos personales de la ideología Nacionalsocialista.

Nada tan perjudicial para las relaciones entre los pueblos como el desconocimiento recíproco de los mismos; esta ignorancia es la que levanta los muros de desconfianza que se interponen entre unos y otros. Así por ejemplo, el acercamiento franco-alemán, seguirá siendo un deseo irrealizable hasta que los franceses no se convenzan de que los alemanes son seres humanos como ellos y de que anhelan como ellos también, la misma paz.

Más allá de las fronteras de Alemania se ha mejorado en estos últimos tiempos el criterio sobre el Tercer Reich. Muchos prejuicios han desaparecido y, como prueba de ello, miles de extranjeros han visitado a la Nueva Alemania. No obstante, subsisten algunos todavía, puesto que las calumnias se ofrecen a merced, en cuanto se presenta la más pequeña oportunidad. De aquí resulta una situación que llena de desconfianza y envenena la opinión pública del mundo entero produciendo una intranquilidad general que perjudica en el más alto grado las buenas relaciones internacionales y la paz de Europa.

El objeto de este libro es completar el conocimiento de la Alemania de Hitler y rectificar ciertas afirmaciones falsas. Se prescinde en absoluto de toda valoración subjetiva y por eso mismo, tienen la palabra solamente los hechos probados y las cifras verificadas. Así el lector estará en condiciones de deducir las consecuencias lógicas que de aquí se desprenden.

Aún alemanes, hasta elementos del partido, con frecuencia no saben cuán grandes son los progresos que ha logrado el Gobierno en los primeros cuatro años, pues en medio de la lucha y del trabajo la vista no abarca sino un horizonte limitado.

La presente obra trata de resumir los éxitos del primer plan cuadrienal fijado por el Führer y de explicar los fines alcanzados, destinados a garantizar la independencia de Alemania en lo que concierne a su economía y a su abastecimiento.

En la complicada situación internacional presente considero deber de todo periodista concienzudo contribuir con todas sus energías a la obra de comprensión recíproca de los pueblos, y tratar de disipar toda discrepancia, en favor del estímulo de la armonía entre sí, sobre fundamentos constituidos por verdaderas comunidades nacionales.

Creo por lo tanto ser del mismo parecer que mis colegas de prensa que, residiendo desde hace años en Alemania han tenido oportunidad, en los difíciles tiempos de posguerra, de conocer el relajamiento moral y material del pueblo alemán y de apreciar los esfuerzos titánicos que hizo por levantarse y resurgir en la plenitud de una vida nueva. Todos nosotros hemos compartido el dolor y las esperanzas de los alemanes y hemos convivido también su alegre optimismo y la feliz realización de sus anhelos.

Ya que vivimos entre hombres hay que ser uno de ellos; si se vive en tan gran pueblo que lucha por su existencia, no hay que esconderse negándose a reconocer el valor del esfuerzo puesto en la obra de reconstrucción general. Es necesario apreciar el significado de la lucha de Alemania por la igualdad de derechos que le corresponden entre las otras grandes naciones y su buena voluntad para vivir en paz con los demás y colaborar al bienestar general.

La grandiosidad de los sucesos, que tuve ocasión de presenciar, no ofuscan mi vista, ni afectan mi intento de buscar la verdad y de hacer constar imparcialmente los resultados alcanzados. Sin duda se han cometido desaciertos, especialmente de índole táctica. Estos errores ocasionaron en ciertos círculos extranjeros un sentimiento de animosidad y de oposición contra la Nueva Alemania. En un movimiento de tan gran magnitud y de tan profundo significado ético son inevitables las equivocaciones. “No creemos en un paraíso terrenal, pero sí en un Estado, en un Reich, que será la Patria del alemán trabajador” (Hitler).

Berlín, 1938

El Autor.

PRIMERA PARTE

“Lo que la Nación alemana anheló en vano durante siglos enteros al fin se ha hecho realidad: un pueblo unificado, de hermanos, libre de los prejuicios recíprocos y entorpecedores de los tiempos pasados”
Adolfo Hitler


I. Herencia y programa

El pueblo alemán estaba sumido en la más profunda desesperación cuando, el 30 de enero de 1933, el Presidente del Reich, Mariscal von Hindenburg, llamó al jefe del partido obrero alemán nacionalsocialista para confiarle la responsabilidad del poder.

Millones de obreros sin trabajo vagaban por las calles de las ciudades esperando la ayuda del Estado, que escasamente alcanzaba para satisfacer la más perentorias necesidades de la vida diaria de quien la recibía y de su familia. Apenas podía contarse un hogar que no tuviera al padre o al hijo y con frecuencia a ambos sin trabajo. Las estadísticas dan un cuadro bien claro de esta situación trágica: el número de los sin-trabajo se calcula en más de 6 millones o sea más de un cuarto de la cifra total de los 21 millones de trabajadores y empleados de que dispone la economía alemana. A esta cifra hay que sumar 3 millones de obreros que trabajaban con jornada reducida. Incluyendo a los familiares, el conjunto de los afectados directamente por la falta de trabajo y por la miseria consiguiente ascendía a 20 millones de personas, es decir, un tercio de la población total de Alemania. En vano se trataba de mantener un apoyo insuficiente y al mismo tiempo humillante para los parados con el presupuesto del Estado y de los Municipios y mediante la enorme suma de más de 3.000 millones de marcos al año. También la situación del artesanado era desesperada. El tesoro de mayor valor y más precioso de Alemania, su mano de obra, estaba improductivo.

En el campo, el labrador había perdido el amor a su terruño y sufría bajo la constante pesadilla amenazadora de la subasta forzosa. La mayor parte de la propiedad de los campesinos se encontraba hipotecada, con frecuencia no solo la finca sino también la casa, de modo que, estando a merced de los acreedores o del fisco, no podían disponer con libertad de su propia tierra. Miles de labradores fueron echados de sus heredades pasando así la propiedad a manos de quienes no sabían cultivarlas con igual esmero. La situación de los que se quedaban, como éstos lo sabían de antemano, no ofrecía ninguna perspectiva para la existencia. Algunas veces se hicieron reproches a los campesinos por el elevado precio de venta de sus productos, sin embargo estos precios fueron cotizados en la bolsa en beneficio de la especulación y en perjuicio de productores y consumidores. La alimentación del pueblo alemán en su mayor parte fue abastecida con productos extranjeros. Por consiguiente un gran sector de los obreros alemanes no tenían trabajo porque, habiendo disminuido la capacidad adquisitiva del labrador, éste no se encontraba en condiciones de consumir lo que aquellos producían.

Como es fácil suponer, la economía del país atravesó una época sumamente difícil; por un lado, como resultado de la crisis mundial, por otro, por la influencia de la política de deflación, tan predilecta del Gobierno Brüning. Como es lógico, esto disminuyó sensiblemente la economía de funcionarios, empleados y obreros, debilitando por lo tanto el mercado interior de la nación. La producción industrial de Alemania, desde su nivel más alto alcanzado en 1929 hasta la caída de Brüning en 1932, descendió en un 40 %; más fuerte aun fue el retroceso de la producción en bruto, cuyo valor mensual descendió paulatinamente de 7.000 millones en 1928 a 3.500 millones en 1932, o sea en un 50%. Los sueldos y jornales de los funcionarios, empleados y obreros bajaron de unos 43.000 millones en 1929 a 33.000 millones, es decir, en un 25 % [1].

El retroceso sufrido por la economía no encuentra nada semejante en la historia de las crisis mundiales y por eso no debe sorprender que la racha de quiebras no se detuviera aun cuando se tratase de casas sólidamente fundadas y bien acreditadas por su buena dirección. Un ejemplo entre muchos: la suspensión de pagos de la Borsig G.m.b.H. (Soc. Resp. Ltda), en Berlín-Tegel.

El Estado tuvo que hacer los mayores sacrificios para salvar de la quiebra a algunos de los Bancos e instituciones de crédito más importantes. Una vez que Alemania cumplió sus obligaciones internacionales con arreglo a sus posibilidades, la suma total de oro y divisas en existencia en el Reichsbank (Banco Nacional), a fines de enero de 1933, importaba apenas unos 439 millones de marcos. En concepto de existencias propias no pueden contarse ni el crédito de 70 millones de dólares concedido al Reichsbank, ni el de 45 millones de dólares al Golddiskontbank, o sea en total 483 millones de marcos, ya que ambos debían reembolsarse a corto plazo si Alemania no quería perder su libertad de acción. Las deudas exteriores contraídas por particulares ascendían a más de 25.000 millones y devengaban un interés diario de 2 millones sin contar la cuota de amortización. No existía un superávit de exportaciones que hubiere permitido la adquisición de las divisas extranjeras necesarias para hacer frente a los enormes pagos.

Muchos municipios se encontraban al borde de la ruina, el aparato administrativo consumía exorbitantes sumas. El número de funcionarios del Estado se componía de más de 95.000 empleados y de 72.000 dependientes y obreros y de más de 250.000 empleados y 44.600 dependientes y obreros en el servicio de correos. En estas cifras no está incluido el servicio ferroviario; este representaba una empresa independiente a la que el Reich estaba unido sólo por intereses financieros muy fuertes. Los Estados federales tenían en total unos 275.000 empleados, las corporaciones autónomas y los municipios otro medio millón. A pesar de la enorme carga que representaban para el presupuesto del Estado y de los municipios los empleados de la clase media, debían considerarse como proletarizados, y lo mismo ocurría con los comerciantes modestos.

¿Qué se puede decir de la estructura política y legisladora del Reich? Estaba formada por el presidente del Estado, del canciller, con 10 ministros por lo menos, del parlamento con unos 500 diputados y del consejo de Estado integrado por 68 miembros. Además existía una organización semejante en cada uno de los 18 Estados federales compuesta de un presidente del Consejo de ministros, de un gobierno y de un parlamento. ¡ Alemania estaba gobernada por un presidente del Reich, 59 ministros de los Estados ( a los que hay que añadir los 42 senadores de las ciudades libres ) y de unos 3.000 diputados ! ...

Los diputados representaban en el parlamento del Reich y en las cámaras de los diferentes Estados nada menos que 16 partidos políticos, de los nacionalsocialistas a los nacionalistas alemanes, del centro a los demócratas, de los demócratas socialistas a los comunistas, con todos los grados intermedios y subpartidos. La fuerza desigual de los partidos en las diferentes regiones del Reich dio origen a un desequilibrio del cual resultaron gobiernos federales de color político diverso. A veces eran completamente opuestos al gobierno central, a tal grado que a éste le faltaba la suficiente autoridad para hacerse respetar. Reinaba una desunión regional, dinástica, ideológica, religiosa y de partidos, así como una división de clases, profesiones y oficios cuyo resultado fue la impotencia de toda la nación.

Un mecanismo tan complicado tenía que abrir las puertas a la corrupción política y económica; esta cuestión ya la he tratado por extenso en el folleto mencionado anteriormente. La historia alemana de la postguerra muestra un cúmulo de escándalos y malversaciones en las cuales, por desgracia, tomaron parte muchos funcionarios públicos. Un enjambre de negociantes de mala fe supo introducirse solapadamente en los gobiernos y departamentos del Estado, para poner sus relaciones políticas al servicio de sus especulaciones personales. Esto ocurría en un momento en que la miseria económica había llegado al grado máximo a consecuencia de la falta de trabajo y de la deflación.

Bajo tales circunstancias no fue difícil a la propaganda destructora de Moscú encontrar terreno propicio en la gran masa del pueblo y provocar huelgas, paro de fábricas, tumultos callejeros y tiroteos diarios. La débil actitud del gobierno y el estado indefenso de los partidos burgueses permitió con facilidad al comunismo mantener al pueblo dependiente de su terror.

Así es absolutamente comprensible que unos 6 millones de electores comunistas pudieran enviar al parlamento, pocas semanas antes del advenimiento al poder de Hitler, más de 100 diputados, llegando a ser el tercer partido en importancia y ocupando con los socialistas el 40 % de los escaños del Reichstag. Y según esto ¿no es cierta del todo la afirmación de que el nacionalsocialismo ha llegado en el preciso momento de salvar a Alemania del bolchevismo?

Los centros culturales más importantes, teatros, salas de conciertos, casas editoras y periódicos estaban en manos judías; se encontraban así bajo el dominio de una raza cuyos fines son opuestos a la ideología nacionalsocialista. De los 29 teatros en Berlín, nada menos que 23, el 80 % tenían directores judíos y una gran parte de las obras representadas en los últimos años eran de autores judíos. También el cinematógrafo sufría los efectos de esta intromisión judía: de la producción cinematográfica de 1931 más del 70 % de los directores de escena y compositores eran de origen judío. Los numerosos órganos de la opinión pública que estaban apoyados económicamente por el capital judío, y por ende bajo su influencia directa, veían la luz pública bajo la dirección y redacción de periodistas judíos no correspondiendo con frecuencia a la mentalidad alemana. La prensa de Berlín y Frankfurt casi se encontraba monopolizada por los judíos.

Lo peor llegó a ocurrir en Alemania a principios de enero de 1933: el respeto a las tradiciones nacionales se había perdido, igualmente la fe en la fuerza propia y la confianza en el porvenir de la nación. Esta depresión moral podía notarse sobretodo en la juventud. Los hombres jóvenes que volvían de la guerra encontraban en su patria una serie de corrientes antinacionales, y la generación más reciente, que había crecido ya en un ambiente de ideas tan cambiadas, fue afectada por la propaganda marxista.

Quien haya vivido en Alemania en los años anteriores a la llegada de Adolfo Hitler al poder no puede eludir el reconocimiento de estos hechos. La falta de importantes elementos de educación, como, por ejemplo, el servicio militar, así como la carencia de trabajo motivaron un relajamiento peligroso de la moral y de la lealtad a la patria. Para un observador extranjero surgían dudas muy serias sobre el porvenir del pueblo alemán y se disminuía el respeto ante una nación que durante la guerra mostró su valor, disciplina y capacidad de resistencia, es decir, las fuerzas peculiares de la raza germánica.

Así entonces no debe causar sorpresa que la generación de estos últimos años haya crecido en una atmósfera que, por ejemplo, permitiera a un catedrático de Filosofía de la Academia Hannover ofender al Presidente del Reich, von Hindenburg, doctor h. c. de la misma Academia, y vanagloriarse de haber hecho uso de ardides ingeniosos para escaparse de ir al frente. Un profesor de la Universidad de Heidelberg se quejaba en un folleto de que “la Entente no haya obrado con más energía” . El mismo profesor, en una organización pacifista, se atrevió a hablar de aquellos que ¡”para no decirlo, han caído en el campo del deshonor”! Igualmente, en aquel entonces, un Consejero de Sanidad, colaborador cinematográfico, representante prominente de la ciencia sexual y paladín de un nuevo concepto del honor explicaba impunemente también que ¡”el honor comienza por encima del ombligo”!

Esta era en sus rasgos principales la verdadera fisionomía de la República de Weimar, disfrazada con la máscara de una gran potencia. Bajo el engaño de un bienestar floreciente se ocultaba la miseria interna de un pueblo de 67 millones de almas.

Las grandes potencias trataban a Alemania como nación de segundo orden; en Ginebra se le reservaba el papel de “la cenicienta”. Imposibilitada de hacer valer sus demandas de potencia militar tuvo que aparecer como mendigante, teniendo que resignarse por último a la negativa constante de sus deseos por las potencias que, mejor armadas, juzgaban a sus anchas, subjetiva, e incluso, arbitrariamente.

En esta oportunidad no quiero retroceder hasta la ocupación de la cuenca del Ruhr sino voy a limitarme al tiempo que precedió inmediatamente al de la llegada de Hitler al poder. Todavía no se ha olvidado en el extranjero el efecto que causaron los deseos expresados por el Presidente Hindenburg en la recepción de Año Nuevo, en enero de 1931, en los que manifestó su esperanza de que en el curso de aquel año se pudieran ahorrar al pueblo alemán nuevos, arduos y dolorosos desengaños. El General Groener, representante del Canciller Dr. Brüning, manifestó en su respuesta al Presidente que todavía no podía darse por segura la base de la igualdad des derechos entre los pueblos; el compromiso contraído para el desarme que tan solemnemente había garantizado las otras potencias aguardaba todavía su cumplimiento. De aquí que el Gobierno alemán se hubiera reservado la decisión enérgica de optar por la aplicación justa del principio “igual seguridad para todos” sin el cual no era factible una pacificación verdadera.

El ministro de la Guerra de una potencia extranjera se apresuró a decir en la cámara que las cláusulas militares de Versalles no debieran experimentar ninguna clase de modificaciones en el sentido de moderación y renovó la odiosa distinción entre vencedores y vencidos. ¡Y esto, cuatro años después de Locarno! ...

Cuando algunos meses más tarde se dio a conocer la propuesta alemana de la unión aduanera entre Alemania y Austria, basada en el principio de Briand sobre los convenios especiales entre los Estados, surgieron en el extranjero manifestaciones hostiles contra la ejecución de este plan objetándose que no sólo significaba un peligro para la paz sino que era contrario a los tratados existentes.

El 13 de julio del mismo año, y como resultado de la suspensión súbita de créditos y depósitos, uno de los bancos alemanes más importantes tuvo que cerrar sus puertas y otros estuvieron a punto de hacer lo mismo. En relación con esto fracasó un intento del embajador alemán en París de obtener un empréstito. Los viajes aéreos del Presidente del Reichsbank, Dr. Luther, a París, Londres y Basilea, así como la visita del Canciller Dr. Brünig y del Ministro de Relaciones, Dr. Curtius, a las capitales inglesa y francesa, tampoco dieron un resultado más favorable.

Como el ejemplo más característico de la actitud de ciertos Gobiernos extranjeros contra el Reich puede considerarse la resistencia que se opuso, en la Conferencia del Desarme del año 1932, al reconocimiento de la igualdad de derechos de Alemania para su seguridad nacional. Tal reconocimiento no se logró sino hasta finales del mismo año gracias a la presión de los delegados ingleses, pero bajo condiciones tal limitadas que perdió todo su valor práctico.

¡Confusión, miseria, desorden en el interior de Alemania, falta de prestigio en el exterior! Así, Hitler en nombre del Gobierno tenía pleno derecho a decir en su manifiesto del 1º de febrero de 1933: “ La herencia que recibimos es pavorosa! “ ...



Programa del Gobierno

¿ Con qué programa de gobierno se hizo cargo del poder el nacionalsocialismo?

A esta pregunta Hitler contestó en su discurso del Reichstag, el 30 de enero de 1937

“ Cuando el venerable Presidente del Reich me llamó, hace cuatro años, el 30 de enero, para encargarme de la formación y presidencia de un nuevo gobierno alemán, había detrás de nosotros una lucha ingente por el poder nacional, de la cual salimos victoriosos ciñéndonos estrictamente a los medios legales de entonces. Exponente de esta lucha fue el Partido nacionalsocialista. Mucho antes de que el nuevo Estado pudiera ser proclamado en realidad ya había experimentado una transformación ideológica y efectiva en su organización.

Todos los principios y fundamentos del nuevo Estado eran ya postulados, ideas y principios del Partido nacionalsocialista”.

Son ya conocidas estas bases que se proclamaron en 25 puntos en una de las primeras reuniones del Partido en Munich, el 25 de febrero de 1920 ( véanse las páginas 64 y 68 de mi folleto Spectator, antes citado ). Al hacerse cargo del poder, estos puntos del Partido debían integrar el programa del Gobierno; lo que hizo Hitler después de las elecciones del Reichstag, del 5 de marzo de 1933. En estas elecciones obtuvieron 20.500.000 votos los partidos representados en el Gobierno de la revolución nacional, es decir, los nacionalsocialistas, el partido negro-blanco-rojo ( nacionalistas alemanes, cascos de acero y liga campesina de Turingia) y el partido de los vinicultores de Württemberg ( en las elecciones anteriores alcanzaron unos 15 millones ). Así de los 647 votos del Parlamento conquistaron 341, es decir, la mayoría absoluta.

Con motivo de la apertura del Reichstag, el 21 de marzo de 1933, tuvo lugar un solemne acto oficial en la Iglesia de la Guarnición de Potsdam. Estuvieron presentes el Presidente del Reich, von Hindenburg, el Canciller del Reich, Adolfo Hitler, el Presidente del Reichstag, Hermann Göring, los diputados del Reichstag, así como las más altas personalidades del Estado, del Partido y de los organismos oficiales. En la Iglesia de la Guarnición yacen los despojos del rey-soldado Federico Guillermo I y de su hijo Federico el Grande. De la nave central penden las banderas victoriosas de Alemania junto con las conquistadas en las grandes batallas. Esta Iglesia es considerada como la fiel custodia tradicional del “ Espíritu de Potsdam “, es decir, del espíritu prusiano de dos siglos. Por esta razón fue símbolo de singular significación el que los miembros del Reichstag, elegidos bajo el régimen nacionalsocialista, se reunieron ahí donde el prusianismo puso las bases sobre las que debía levantarse el poderío de la Nación alemana. El gobierno de la revolución nacional quiso simbolizar con este acto su estrecha vinculación con ese pasado glorioso.

En su discurso de salutación, el Presidente del Reich señaló los múltiples y difíciles problemas que se presentaban al nuevo gobierno e insistió en que el recinto en que se habían reunido instaba a evocar el recuerdo de la vieja Prusia: “Por el temor de Dios, por el fiel cumplimiento del deber, por el ánimo nunca desfallecido y por un amor ofrendado a la patria, Prusia se ha hecho grande y ha unido sobre esta base a los pueblos alemanes.” A continuación Adolfo Hitler dio lectura a su discurso de apertura del Reichstag.

“Grandes inquietudes -dijo el Canciller- pesan desde hace años sobre nuestro pueblo. Después de un tiempo de orgulloso esplendor y de floreciente prosperidad en todos los aspectos de nuestra vida nacional han vuelto a nosotros de nuevo -como era frecuente en épocas pasadas- la necesidad y la pobreza. A pesar de su diligencia y de su voluntad de trabajo, a pesar de su energía, de sus ricos conocimientos y de su mejor intención hoy muchos millones de alemanes vanamente buscan el pan cotidiano. ¡La economía está arruinada, la hacienda pública quebrantada, millones de hombres sin trabajo! El mundo no conoce sino el aspecto exterior de nuestras ciudades sin darse cuenta de sus calamidades y de sus miserias! “

Adolfo Hitler dijo, además, que desde hace dos mil años el destino del pueblo alemán ha estado sujeto a grandes alternativas. Las causas han sido siempre las mismas: la desunión espiritual y la división de la voluntad. Aún después de la unión política de los estados, lograda por Bismark, se puso en evidencia la disolución ideológica del pueblo alemán, bajo la que todavía padecía el país hasta el momento en que Hitler pronunciaba estas palabras.

“La resolución de noviembre de 1918 -continuó diciendo el Canciller- dio fin a una lucha a la que el pueblo alemán fue arrastrado con la convicción más sagrada de que así protegía su libertad y con ella su derecho a la vida, pues ni el emperador, ni el gobierno, ni el pueblo han querido esta guerra. A esta catástrofe siguió la disgregación en todas las esferas de nuestra vida. Nuestro pueblo se hundía cada vez más, tanto política como cultural, moral y económicamente ...

De la absurda teoría de los vencedores y vencidos eternos surgió de la locura de las reparaciones y a continuación la catástrofe económica mundial.”

Adolfo Hitler recordó que las nuevas reflexiones de los hombres alemanes comienzan en una época triste; los alemanes con fe en su propio pueblo deben transformarlo en una nueva comunidad. El 30 de enero de 1933, el Presidente del Reich en una resolución magnánima confió a esta joven Alemania la dirección del Estado y, el 5 de marzo, el pueblo en su gran mayoría se declaró adicto al nuevo régimen. Adolfo Hitler expresó en nombre de su gobierno la inconmovible voluntad de “emprender la gran obra de reforma del pueblo alemán y del Reich y de llevarla a cabo decididamente” y se sentó las bases de esta obra como sigue:

“¡Queremos restablecer la unidad del espíritu y de la voluntad de la nación alemana!
Queremos conservar los fundamentos eternos de nuestra vida: nuestro pueblo y sus fuerzas y valores innatos.

Queremos someter de nuevo la organización y la dirección de nuestro Estado a aquellos principios que en todos los tiempos han sido la condición previa de la grandeza de los pueblos y estados.

Queremos cultivar con rendida veneración las grandes tradiciones de nuestro pueblo, de su historia y cultura, como las fuentes inagotables de una real fortaleza interior y de una renovación posible en tiempos difíciles.

Queremos unir la confianza en los sanos, naturales y justos principios de nuestra conducta en la vida con una estabilidad en el desarrollo político, tanto en el interior como en el exterior.

Queremos poner en lugar del eterno vaivén de los cambios políticos un gobierno firme para que preste así a nuestro pueblo una autoridad inconmovible.

Queremos tener en cuenta todas las experiencias tanto en la vida individual como de la colectiva, igualmente las obtenidas en nuestra vida económica que en el curso de miles de años se han probado ser útiles para el bienestar del hombre.

Queremos restablecer la primacía de la política que está llamada a organizar y dirigir la lucha de la vida de la Nación.

Queremos también abarcar todas las fuerzas vitales del pueblo como los factores portadores del porvenir alemán.

Queremos esforzarnos honradamente en utilizar la colaboración de aquellos que demuestran su buena voluntad e inutilizar a aquellos otros que traten de perjudicar al pueblo.

Queremos formar una verdadera comunidad en el seno del pueblo alemán, de sus profesiones, oficios y clases actuales. Esta comunidad debe ser capaz para restablecer el justo equilibrio de los intereses vitales que exige el porvenir de la nación entera.

Hay que formar de nuevo un pueblo alemán compuesto de campesinos, ciudadanos y obreros que con fidelidad custodie eternamente nuestra fe y cultura, nuestro honor y libertad.

Frente al mundo y pensando en las víctimas de la última guerra, queremos ser amigos sinceros de una paz que debe restañar al fin las heridas que a todos nos hacen sufrir.

El gobierno de la revolución nacional está decidido a cumplir la misión que le ha sido confiada por el pueblo alemán.”

Después de pronunciar estas palabras y con un gesto apasionado el Canciller instó a todos los presentes a ponerse en pié delante del Mariscal, que encarna las virtudes prusianas del cumplimiento del deber, de la rectitud y de la disciplina. Cuando Adolfo Hitler volvió a su puesto, el Mariscal emocionado le estrechó la mano.

Así quedo formado el Tercer Reich.

Estas son las líneas principales de la política proclamadas en Potsdam por el gobierno de la revolución nacional, líneas claras, precisas, que habían de ser directrices en la obra de la transformación y renovación del país.

Sin embargo, Hitler consideraba como necesario el pronunciarse más exactamente sobre los distintos problemas de la política interior y exterior. Esto lo hizo dos días más tarde, el 23 de marzo de 1933, ante el Reichstag y con motivo de presentar la ley sobre “allanamiento de las necesidades del pueblo y del Estado” ( ley de plenos poderes ).

El canciller del Reich trató estas cuestiones como sigue:

Supresión del Marxismo. La disgregación de la nación, provocada sistemáticamente por la falsa doctrina marxista, con sus contradicciones ideológicas incompatibles entre sí, significa el aniquilamiento de la base sobre la cual debe descansar la vida social ... Partiendo del liberalismo del siglo pasado que abrió las vías a la democracia social este proceso de la destrucción termina naturalmente en el caos comunista; en el comunismo toma forma la última consecuencia de la propaganda de la revolución permanente contra todas las bases de nuestra vida social hasta el presente. La movilización de los instintos primitivos, ligada a este proceso, lleva a la unión entre las concepciones de una idea política y los actos de verdaderos criminales que, de cumplirse, aniquila toda verdadera cultura y civilización ... Sólo los métodos del terror individual y en masa ha costado al movimiento nacionalsocialista en el transcurso de muy pocos años más de 300 muertos y decenas de miles de heridos.

El incendio del Reichstag, como fracasado intento de una acción de gran vuelo, es solamente un indicio de lo que Europa hubiera podido esperar de la victoria de esta doctrina infernal de destrucción ... Gracias al golpe fulminante asestado por el Gobierno se pudo impedir un desarrollo que hubiera sacudido a Europa entera con las más funestas consecuencias. Muchos de los que en la actualidad por odio contra la revolución nacional fraternizan dentro y fuera de Alemania con los intereses del comunismo hubieran sido también víctimas de aquella catástrofe.

La misión principal del gobierno nacional será eliminar y destruir por completo este peligro en nuestro país, no solo en intereses de Alemania sino también en el resto de Europa.

Una efectiva Comunidad del Pueblo. Solo el establecimiento de una efectiva comunidad del pueblo, que se eleve por encima de los intereses y antagonismos de las profesiones y clases, es capaz de substraer para siempre el foco de aberración en la cual se pierde el espíritu humano.

La conquista de tal unificación ideológica del pueblo alemán es tanto más importante cuanto que de ella puede resultar la posibilidad de mantener relaciones amistosas con las potencias extranjeras, sin tener en cuenta para ello las tendencias dominantes o los principios ideológicos, ya que la eliminación del comunismo en Alemania es sólo un asunto exclusivamente interno. El resto del mundo debe estar interesado en esta cuestión puesto que al producirse un caos comunista en el Reich, tan densamente poblado, conduciría a consecuencias políticas y económicas de dimensiones incalculables sobre todo en la Europa occidental.

Unidad en la Dirección de la Nación. La disgregación interna de nuestro pueblo condujo forzosamente a un debilitamiento cada vez más peligroso de las autoridades superiores del Estado... Todas las consideraciones que se puedan tener a los valores tradicionales de los Estados federados (Länder) no pueden anular el amargo conocimiento de que el exceso de la vida autónoma, tan desmenuzada, no solamente no era útil en la posición vital y mundial de nuestro pueblo, en el pasado, sino que a menudo era verdaderamente perjudicial ...

Con esta ley de plenos poderes, el gobierno central no intenta suprimir los Estados federados. Pero sí dictará aquellas medidas que garanticen de ahora en adelante y para siempre una homogeneidad en las intenciones políticas de Reich y de los Estados federados ...

Del vivo desarrollo de estos propósitos podrá resultar una profunda reforma del Reich. Su fin debe ser la elaboración de una constitución que una la voluntad del pueblo con la autoridad de un gobierno efectivo...

Eliminación de los Elementos de la Oposición. El gobierno de la revolución nacional considera para este fin como un deber fundamental, y correspondiendo al sentido del voto de confianza que el pueblo le ha otorgado, el mantener alejados de la influencia que pudieran ejercer sobre la transformación de la vida de la nación, a aquellos elementos que con plena conciencia e intención niegan esta vida. La igualdad teórica ante la ley no puede tolerar a los que menosprecian fundamentalmente esta ley y esta igualdad para entregarles a lo mejor, basándose en cualquier doctrina democrática, la libertad de la nación. Por el contrario esta igualdad ante la ley les será concedida a aquellos que por la salvación de nuestro pueblo y frente al peligro se coloquen detrás de los intereses nacionales y no nieguen su apoyo al Gobierno. La misión suprema de éste sobre todo será hacer responsables a los directores espirituales de esta tendencia de aniquilamiento, pero a la vez de salvar a las víctimas engañadas por ellos...

No es el momento de pensar en una Restauración monárquica. El gobierno nacional no toma sus medidas desde ningún otro punto de vista que el de salvar al pueblo alemán y sobre todo a la masa de millones de sus obreros de la espantosa miseria que padece. En virtud de este estado de cosas considera del todo improcedente en estos momentos la cuestión de una restauración monárquica. El intento de la solución de este problema por iniciativa propia en algunos Estados federados sería considerado por el Gobierno como un ataque contra la unidad nacional y orientará la conducta de éste conforme lo exijan las circunstancias.

La Cultura. A la vez que esta desintoxicación política de nuestra vida pública, el gobierno nacional se propone realizar a fondo un saneamiento moral de nuestro pueblo. Todas nuestras instituciones educativas -teatro, cine, literatura, prensa, radio- se considera como medio para lograr este fin y será objeto de especial cuidado. Todos ellos sirven para conservar los valores eternos que están en la entraña de nuestro pueblo; el arte será siempre la expresión y el reflejo de los anhelos o de las realidades de una época determinada. El mundo de la vida burguesa, cómoda y contemplativa, está en trance de rápida desaparición. El heroísmo se levanta apasionadamente como elemento formador y guía de los destinos de los pueblos. La misión del arte es expresar el espíritu de la época en que surge.

La sangre y la raza vuelven a ser el manantial de la intuición artística. Será por lo tanto un deber del Gobierno de la revolución nacional el cuidar que, precisamente en un tiempo de poder político limitado, el valor interno vital y la voluntad de vivir de la nación puedan encontrar por lo mismo una expresión cultural tanto más potente.

La Religión. El gobierno nacional ve en las dos confesiones cristianas los factores importantísimos para la conservación de nuestro pueblo. Respetará los pactos acordados entre aquellas y los Estados federados; los derechos de estas religiones no deben ser afectados. El Gobierno espera y confía en que el trabajo de elevación moral y nacional de nuestro pueblo que se ha planteado como misión suya encontrará el mismo respeto por parte de dichas confesiones. El Gobierno corresponderá con la misma justicia objetiva a las demandas de las demás confesiones. Pero no tolerará jamás que el pertenecer a una determinada confesión o raza pueda desligar de las obligaciones generales o incluso que sea una carta blanca para perpetrar impunemente delitos o tolerarlos.

El Gobierno nacional concederá y asegurará a las confesiones cristianas la influencia que les corresponde lo mismo en la escuela que en la educación, y podrá todo su cuidado en la convivencia sincera entre el Estado y la Iglesia.

El Derecho. Nuestra jurisprudencia debe servir en primer lugar para conservar la comunidad nacional. A la inamovilidad de los jueces por un lado debe corresponder por el otro la elasticidad de las sentencias a fin de asegurar la conservación de la sociedad. ¡No el individuo sino el pueblo debe ser el objeto de los cuidados legales! Las traiciones a la patria y al pueblo deben quedar extirpadas en lo sucesivo sin ninguna consideración.

El suelo sobre el que existe la justicia debe ser el mismo sobre el que la nación se asienta. La justicia deberá tener siempre en cuenta la gravedad de las decisiones de los que bajo la dura imposición de la realidad, han asumido la responsabilidad de dar forma a la vida de la nación.

La Economía. Grandes son los problemas del Gobierno nacional en el campo de la vida económica. Una ley natural determina aquí toda su conducta: el Pueblo no vive para la Economía, y la Economía no existe para el Capital, sino que el Capital sirve a la Economía y la Economía al Pueblo. En principio, el Gobierno no protegerá los intereses económicos del pueblo alemán por las vías indirectas de un sistema burocrático de la economía organizado por el Estado, sino por el fomento más intenso de la iniciativa privada bajo el reconocimiento de la propiedad particular. Sólo mediante el establecimiento de un justo equilibrio entre la capacidad de iniciativa, por un lado, y el trabajo productivo, por otro, se debe obtener un equilibrio justo y la administración debe limitarse a respetar los resultados de la inteligencia y del trabajo mediante la economía en los gastos públicos ...

La Hacienda Pública. La reforma de nuestro sistema contributivo, de la cual no se puede prescindir, debe llevar a una simplificación del reparto de contribuciones, de la recaudación y, en consecuencia, a una disminución de los gastos. El molino de los impuestos hay que colocarlo en medio de la corriente principal y no en las fuentes de origen. En el empeño de simplificar por entero nuestra administración habrá de conseguirse también una disminución de nuestras cargas públicas ...

El Gobierno evitará en principio los experimentos financieros de cambio.

Alimentación y Agricultura. Dos cuestiones económicas de primer orden se destacan sobre todas las demás. La salvación del labrador alemán debe efectuarse a todo trance. El aniquilamiento de la clase labradora en nuestro país llevaría a las consecuencias más difíciles que se puedan imaginar. El restablecimiento de la rentabilidad de la agricultura puede ser, desde luego, dura para el consumidor; pero la suerte que afectaría al pueblo entero si se hundiera el labrador alemán sería incomparablemente más dura. Sólo mediante la rentabilidad, que es necesario alcanzar a toda costa en nuestra agricultura, puede resolverse la cuestión de la protección contra la ejecución de las disposiciones judiciales o de la conmutación de las deudas. Si esto no se consigue, la ruina de nuestros labradores provocaría no sólo la de la economía alemana sino, sobre todo, la del pueblo alemán entero. Su sana conservación es requisito indispensable para el florecimiento y prosperidad de nuestra industria, para el comercio interior y para la exportación alemana... También pondremos el mayor cuidado en favorecer la colonización del suelo alemán.

Extinción del Paro Forzoso. Por lo demás, el Gobierno nacional se da cuenta perfecta de que el saneamiento definitivo de la calamitosa situación, tanto en la agricultura como en la industria y comercio, depende ante todo de la incorporación de los sin trabajo en el aparato de la producción y en esto ve el Gobierno el segundo de sus más grandes e importantes problemas en la esfera de la economía. Esta cuestión solamente puede ser resuelta mediante una pacificación política general, con el restablecimiento de la autoridad de un régimen que se basa en principios económicos sanos, por ser naturales, y con la adopción de aquellas medidas que sean necesarias, aunque en los primeros momentos no cuenten con la popularidad necesaria. La procuración de trabajo y el servicio del trabajo obligatorio son medidas aisladas dentro del marco de una acción de conjunto.

La posición del Gobierno nacional respecto a la clase media es la misma que mantiene respecto al labrador alemán. Su salvación sólo puede realizarse por medio de una acción económica general. El Gobierno está decidido a resolver estos problemas de una manera radical y definitiva.

El Gobierno reconoce su misión histórica de apoyar y fomentar la situación de los millones de obreros alemanes en la lucha por la existencia de sus derechos vitales. Como Canciller de Alemania y como nacionalsocialista, yo mismo me siento ligado a ellos como su antiguo camarada de la juventud ...

El Comercio Exterior. Nosotros sabemos que la situación geográfica de Alemania, pobre en materias primas, no consiente la autarquía de nuestra nación. Una vez más tenemos que repetir que nada está más lejos del Gobierno que el pensar en una hostilidad hacia la exportación. Estamos convencidos de que nos es necesaria la unión con el mundo y que el trabajo para la colaboración de las mercancías alemanas en los mercados mundiales alimenta muchos millones de compatriotas. Pero sabemos también de qué clase son las condiciones para un sano intercambio entre los pueblos de la tierra. Alemania se ha visto obligada durante muchos años a prestar servicios de todo género que no han tenido reciprocidad. De aquí resulta que el mantenerse hoy Alemania como miembro activo en el cambio de mercancías entre los pueblos, es, en último término, un problema más bien de política financiera que comercial. En tanto que no se nos haya concedido una reglamentación de nuestras posibilidades, nos veremos obligados, muy a pesar nuestro, a mantener en vigor el control de divisas extranjeras.

Como el Gobierno del Reich considera esencial la estabilidad del Marco, se ve obligado por consiguiente a poner un dique a la evasión de los capitales a través de las fronteras...

Las Comunicaciones. El fomento de las comunicaciones debe conducir a un equilibrio de los intereses de sus diversas ramas. En este sentido, a principios del mes próximo, se dará un nuevo paso mediante la reforma del impuesto sobre los vehículos de motor. La conservación del ferrocarril del Reich y su reincorporación al Estado es un problema que nos obliga no sólo económica sino también moralmente. El desarrollo de las comunicaciones aéreas, como un medio pacífico de unión entre los pueblos, será atendido con todo celo por el Gobierno nacional.

El Ejército. Un deseo del Gobierno del Reich es prescindir del aumento del ejército alemán y de su armamento siempre que las otras potencias estén, al fin, dispuestas a cumplir sus obligaciones respecto a un desarme radical. Alemania no aspira sino a la igualdad de derechos de vida y de libertad. Precisamente, a este espíritu de libertad el Gobierno nacional educará al pueblo alemán. el honor de la nación y del ejército, el ideal de la libertad, deben volver a ser sagrados para el pueblo alemán.

Alemania quiere la Paz. El Pueblo alemán quiere vivir en paz con el mundo. Esto obligará al Gobierno a emplear todos los medios a su alcance para eliminar definitivamente la separación de los pueblos de la tierra en dos categorías. Los conceptos de naciones vencedoras y vencidas no pueden servir de base para las relaciones cordiales entre los pueblos. El mantener eternamente abierta esta herida lleva a los unos a la desconfianza, a los otros al odio y, como consecuencia, a una inseguridad general.

El Gobierno está dispuesto a tender la mano a todos los pueblos que deseen un entendimiento sincero y, al fin, una vez por todas, el olvido fundamental del triste pasado. Las calamidades mundiales no pueden desaparecer si no se logra, por medios estables, infiltrar el sentimiento de confianza dentro de las naciones y entre estas mismas...

El Desarme. Por desgracia nos encontramos ante el hecho de que la conferencia de Ginebra, a pesar de sus largas negociaciones, no ha conducido a resultado práctico alguno. Las decisiones que habrían de tomarse respecto a las medidas de desarme efectivo se han retrasado continuamente por el planteamiento de cuestiones técnicas aisladas y por la intromisión de otros problemas que nada tienen que ver con él. Este procedimiento es inútil. La situación ilegal de un desarme unilateral y la inseguridad nacional que de ahí proviene para Alemania no puede durar más tiempo... El Gobierno nacional apoyará todo esfuerzo que tienda a la realización efectiva del desarme y a consolidar con ello la demanda de igualdad de derechos presentada por Alemania desde hace tiempo.

El Pacto de las Cuatro Potencias. Más extenso es todavía el plan del jefe del Gobierno italiano que, con una mirada amplia, trata de asegurar a la política total europea un desarrollo tranquilo y consecuente. Nosotros concedemos a este plan la más seria importancia y estamos dispuestos a trabajar sobre esta base y con plena sinceridad en el intento de reunir a las cuatro potencias, Alemania, Italia, Inglaterra e Francia, para una labor conjunta de política de paz, afrontando así con ánimo decidido los problemas de los cuales depende la suerte de Europa.

Las Relaciones con Italia. Con este motivo nos sentimos especialmente agradecidos a la comprensiva cordialidad con que la revolución nacional de Alemania ha sido saludada en Italia. Deseamos y esperamos que la igualdad de los ideales espirituales sea la base para un afianzamiento continuo de las relaciones amistosas entre ambos países.

Relaciones con el Vaticano. El Gobierno, que ve en el cristianismo los fundamentos inconmovibles de la vida ética de nuestro pueblo, concede asimismo la mayor importancia a la conservación y fomento de las relaciones amistosas con la Santa Sede.

Relaciones con Austria. En lo que concierne a nuestros hermanos austríacos no podemos decir que su destino nos interesa vivamente y que, por lo tanto, participamos en sus penas y preocupaciones de la forma más profunda y más íntima. El gobierno es en todos sus actos, consciente de la unidad de destino de todos los pueblos alemanes.

Relaciones con otros Países. La posición con respecto a cada una de las otras potencias se deduce de lo expuesto anteriormente. Incluso ahí donde las relaciones recíprocas estén todavía hoy sobrecargadas de dificultades queremos esforzarnos sinceramente en encontrar un equilibrio. Desde luego repetimos que el mantener la diferenciación entre vencedores y vencidos no puede ser nunca la base para una inteligencia.

Estamos convencidos de que un equilibrio de esa índole en nuestras relaciones con Francia es posible si los gobiernos acometen los problemas existentes basándose en miras amplias y generosas.

En cuanto a la Unión soviética el Gobierno está dispuesto a conservar las relaciones amistosas y de mutuo beneficio. Precisamente, el Gobierno de la revolución nacional se considera en condiciones de enfocar una política positiva con respecto a la Rusia soviética. La lucha contra el comunismo en Alemania es un asunto puramente interno y por lo cual jamás toleraremos intromisiones que pretendieran llegar del exterior.

Las relaciones políticas internacionales con otras naciones con las cuales nos unen considerables intereses comunes no sufrirán alteración.

En el futuro prestaremos la mayor atención a nuestras relaciones con el resto de los países y muy en particular a las naciones ultramarinas con las cuales Alemania está vinculada desde hace tiempo por lazos amistosos e intereses económicos de gran importancia.

Los Alemanes en el Extranjero. Los destinos de los alemanes fuera de las fronteras del Reich serán vistos con el gran interés con que la madre patria vela por el bienestar de sus hijos y nos animarán a estimular su actuación siempre que en el cuadro de nuestra ideología procedan en concordancia con los fines de nuestro Gobierno.

Conferencia Económica Mundial. Acogemos con satisfacción el proyecto de una conferencia económica mundial y estamos conformes con su realización inmediata. El Gobierno del Reich está dispuesto a colaborar, animado del propósito de obtener al fin resultados positivos.

Las Deudas Internacionales. En esto, la cuestión más importante es la de las deudas privadas en el extranjero a corto o a largo plazo. El cambio total de la situación en los valores de los productos exige la adaptación de las deudas privadas a estas circunstancias alteradas tanto en interés de los acreedores como en el de los deudores.

Para una Colaboración Internacional. Sólo por medio de una colaboración leal es posible la eliminación de las inquietudes mundiales. Diez años de paz sincera serán más provechosos al bienestar de las naciones que treinta de obstinación en los conceptos de naciones vencedoras y vencidas.

Como ya es sabido, el Parlamento aprobó por 441 votos contra 94 ( los de los demócratas sociales ) o sea con 4/5 de mayoría, la ley de plenos poderes solicitada por el Gobierno para reformar la Constitución. Los 2/3 de mayoría necesarios se habrían conseguido igualmente de haber estado presentes los comunistas. Esta ley puso en manos del Gobierno la facultad de redactar cuantas resoluciones creyera necesarias, incluso las que modifican la Constitución, siempre y cuando no afectara como tales al Parlamento y al Consejo de Estado. Las atribuciones del Presidente del Reich no fueron modificadas. Esta ley debía quedar derogada al ser substituido el Gobierno actual por otro o, en todo caso, no debía pasar su vigencia del 1º de abril de 1937.

De esta manera se le concedieron al Gobierno de Hitler los cuatro años que había pedido para la realización del primer plan cuadrienal de reconstrucción del país.

I. Orden, Unidad y Reconstrucción en el Interior
La situación política en el interior de Alemania, el 30 de enero de 1933, explica que, entre todos los problemas, esta misma exigiera del Gobierno una enérgica y rápida solución. Hitler confió este delicado encargo al Dr. Wilhelm Frick, uno de sus más fieles colaboradores. Este antiguo compañero de lucha del Führer tomó parte en el movimiento nacionalsocialista del 9 de noviembre de 1923 en Munich, y fue también condenado en el proceso que tuvo lugar a continuación. Funcionario de carrera, el Dr. Frick fue uno de los primeros representantes del partido en el Parlamento; durante largo tiempo fue el jefe de la fracción nacionalsocialista y fue el primer adicto de Hitler que ocupó un cargo de ministro. Su inteligente actuación como director de la política interna en Turingia es bien conocida; lo mismo que la resistencia que opuso a la presión y amenazas de Severing, ministro marxista del Reich.

El Dr. Frick, gracias a su experiencia, adquirida durante más de 20 años en la administración pública, se puede considerar como el verdadero consejero y colaborador del Führer en la obra legisladora de la reconstrucción del Estado alemán. El Presidente del Consejo de ministros prusianos, Hermann Göring, en cuyo vocabulario, según una frase de Hitler, falta la expresión “imposible”, transformó con energía en hechos las medidas del Führer durante los primeros tiempos del Gobierno, especialmente difíciles.

Cuatro grandes líneas de desarrollo caracterizan esta política: la destrucción del marxismo, la creación de una verdadera comunidad del pueblo, la unidad nacional y la cuestión racial, esto es, asegurar la salud hereditaria y la raza del pueblo alemán. Además de estos temas fundamentales aparecen otros, como por ejemplo, la reorganización de los funcionarios públicos, de la policía alemana, de los municipios, la implantación del servicio del trabajo obligatorio y la unificación tanto de la sanidad pública como la del deporte.

Abolición del Marxismo

Hitler señaló ante el Parlamento la abolición del marxismo y el aniquilamiento del comunismo como primera obligación de su gobierno -antes se habían dado ya algunos pasos preparatorios.

El 2 de febrero de 1933, tres días después de la toma del poder, el Gobierno, para mantener la seguridad pública y el orden, decretó la prohibición de demostraciones públicas del partido comunista. Después del incendio del Reichstag, el 27 de febrero del mismo año, se publicó la disposición del Presidente “para la protección del pueblo y del Estado” como defensa contra los actos de violencia de los comunistas, atentatorios a la seguridad de la Nación; el 1º de marzo de 1933 se completó esta ley con la prohibición de la propaganda comunista.

Este decreto reglamentaba las limitaciones de la libertad personal, del derecho a manifestaciones públicas, de la libertad de prensa, del derecho de reunión; de incautaciones así como la limitación de la propiedad privada. Los Estados federados y los municipios tuvieron que prestar obediencia a las disposiciones de gobierno central. En los casos en que en un Estado no se hubieran dictado las medidas necesarias para el restablecimiento del orden y seguridad públicos, el gobierno central debería temporalmente hacerse cargo de las atribuciones de las autoridades superiores de la región. La resistencia y excitación contra el cumplimiento de estas disposiciones serían castigadas con severas penas de prisión. Se establecieron las penas de muerte o de presidio para los atentados contra el Presidente y los miembros de los gobiernos central y regionales, así como contra los promotores de complots e instigaciones al secuestro y asesinato, las rebeliones y perturbaciones de la paz pública, Además se decretó la pena de muerte para los delitos de alta traición, envenenamiento, incendio, provocación de explosiones e inundaciones y atentados ferroviarios.

El Ministro Göring dirigió la acción anticomunista. Con motivo de la publicación del material incautado en los registros practicados en los domicilios comunistas expuso en un discurso radiado las medidas previstas por el decreto y designadas por la prensa como “estado civil anormal”:

“Las averiguaciones hasta ahora recogidas sobre el material comunista incautado han demostrado que los comunistas quieren continuar actuando y que todavía existen en el Reich algunos focos de sus prosélitos. En las fronteras se han tomado las medidas necesarias para impedir la comunicación de los comunistas con el extranjero. El 15 de febrero se supo que los comunistas estaban formando grupos terroristas, de 200 hombres cada uno, que, disfrazados con uniformes de las Secciones de asalto nacionalsocialistas y los de los Cascos de acero, y empleando camiones, se dedicarían al pillaje de tiendas, almacenes y centros políticos de los partidos nacionales. Por medio de órdenes fingidas de jefes de las Secciones de asalto y de los Cascos de acero se instaba al empleo de las armas, sin miramientos, y se azuzaba para provocar la revolución; al mismo tiempo se quería engañar a la policía, también por medio de órdenes fingidas, para que entregaran carros de asalto, etc. En calidad de rehenes debían aprehender a mujeres e hijos de destacadas personalidades, de agentes de policía, etc.

El 23 de febrero se dieron las instrucciones para armar a la clase obrera y para el empleo del terror en todas sus formas. En la instrucción “el arte de la revolución armada” se fija que los grupos terroristas habrían de actuar en 8.000 puntos diferentes del campo, incendiando las haciendas y casas de labor para atraer de esta manera a la policía en servicio en las ciudades. Al mismo tiempo, en otros 8.000 puntos deberíanse volar caminos y puentes y destruir instalaciones industriales de vital importancia. Como armas provisionales podrían utilizarse toda clase de medios, desde el cuchillo y la llave americana hasta el agua hirviendo y los ladrillos. Desde luego, en la ejecución de estos planes, debíase prescindir de sentimientos moderados. Se encontraron también instrucciones para envenenar los alimentos servidos en los locales que visitaban los afiliados a los partidos del Gobierno y para atentados a personalidades destacadas.

A requerimiento del Gobierno central, los gobiernos regionales prohibieron los impresos, letreros y reuniones comunistas, el mismo partido comunista fue incluido en esta prohibición. Prusia, la primera, ordenó la formación de una policía auxiliar compuesta de elementos de las formaciones nacionalsocialistas y de Cascos de acero. Los demás Estados federados siguieron su ejemplo. En todo el país efectuaron numerosas detenciones de jefes comunistas, que ascendieron a varios millares. Todos los diputados y funcionarios comunistas quedaron sometidos a prisión preventiva. Los locales del partido comunista fueron registrados, encontrándose numeroso material de propaganda.

Las Secciones de asalto ocuparon las centrales del partido comunista y la casa de Caros Liebknecht a la que se le dio el nombre de “Casa de Horst Wessel”. En este sitio se hallaron numerosas cuevas cuyas galerías se extendías en todas direcciones para facilitar la salida. Ahí se encontraron varios cientos de kilos de material impreso cuyo texto constituía un delito de alta traición. En caso de un registro, un refinado sistema de alarma servía para avisar inmediatamente a todas las personas que se encontraban en el edificio. Algunos días más tarde, la policía logró detener en Berlín a Thälmann, jefe de los comunistas alemanes. Las dietas de los diputados comunistas fueron embargadas. Muchos jefes comunistas, entre ellos Münzenberg que se puede considerar como el promotor de las instrucciones terroristas, huyeron al extranjero.

La representación popular de todos los Estados federados, salvo Prusia, fue disuelta para volver a ser formada de nuevo con arreglo al número de votos deducidos de las elecciones parlamentarias del 5 de marzo. Los escaños comunistas quedaron vacíos.

De esta manera, en pocas semanas el Gobierno liberó la vida política de la presión comunista y la calle del terror. ¡Por fin volvían nuevamente a reinar el orden y la tranquilidad en Alemania!

Sobre la Comunidad Etnopolítica del Pueblo

Las medidas del Gobierno contra las otras ramas del marxismo o sea contra la democracia social, fueron realizadas con menor energía. en la acción depuradora de los elementos marxistas sirvió como norma el considerar como tales, además de los comunistas, a los funcionarios del partido social-demócrata pero no a los miembros susceptibles de cambiar de ideología. La disolución del partido se hizo hasta el mes de julio de 1933, basándose en la actuación hostil de algunos jefes socialistas que habían huido de Alemania al extranjero, sobre todo a Checoslovaquia. La supresión del partido social-demócrata se puede considerar como una parte del programa general del Gobierno que perseguía la finalidad de ir eliminando los numerosos partidos para crear así la verdadera comunidad de la Nación alemana. Las organizaciones social-demócratas fueron prohibidas, a saber: prensa, propaganda: Bandera de la República (negro-rojo-oro) o Reichbanner y el Frente de Hierro (Eiserne Front). El pertenecer a este partido, en lo sucesivo, era inadmisible para los empleados. En vista de los numerosos casos de prevaricación descubiertos, al hacerse cargo el nuevo régimen de las asociaciones obreras, el fiscal supremo ordenó el embargo del capital del partido, de sus organismos anexos y de sus periódicos. Algunos jefes decidieron trasladar a Praga la dirección del partido, pero los miembros del comité que quedaron en Alemania y que, según sus datos, formaban la mayoría respondieron, dirigidos por Löwe, antiguo presidente del Parlamento, que la sede del partido sólo podía estar en Alemania. La prensa nacionalsocialista avisó que no había que dejarse engañar por el doble juego de la social-democracia. En junio se ordenó que en todas las representaciones populares los mandatos de los social-demócratas debían considerarse extinguidos.

Desde luego, la actuación de Adolfo Hitler contra la social-democracia fue facilitada considerablemente por la actitud de una pasividad sorprendente de sus jefes y por la prisa que tuvieron en pasar la frontera. La consecuencia fue que las masas trabajadoras que hasta entonces habían creído en sus jefes perdieron su confianza en ellos. La crónica diaria informaba de muchos social-demócratas que, renegando de su partido, se pasaban al de las camisas pardas. Una gran cantidad de marxistas cortó todo contacto con sus organizaciones y se negó al pago de sus cuotas. En las empresas industriales los comités marxistas cedieron sus puestos, por propio impulso, a los jefes de los grupos de trabajadores nacionalsocialistas [2].

Sin el apoyo de la clase trabajadora la socialdemocracia no poseía ya fuerza propia alguna. el destino la hizo desaparecer de la escena política de la nueva Alemania. ¡Que extraño es que esto ocurriera en el país donde ella había nacido y donde se había propagado por todo el mundo!

A la eliminación definitiva de la socialdemocracia siguió en julio de 1933, y siempre bajo el signo del programa de la comunidad del pueblo, la disolución por propia iniciativa de los demás partidos.

Los alemanes nacionalistas se pusieron desde el primer momento al lado del movimiento de Hitler y, lo mismo que los cascos de acero, se pasaron a sus filas. Pero, como más tarde se pudo ver, algunas organizaciones relacionadas con el frente alemán nacionalista habían admitido elementos comunistas, lo que condujo a la prohibición de tales organizaciones. En consecuencia, de completo acuerdo con el Canciller, los jefes nacionalistas alemanes decidieron la disolución de su partido. Los antiguos miembros del Frente alemán nacionalista fueron reconocidos por el Canciller como “combatientes de la Alemania nacional gozando de iguales derechos.”

El partido del Centro que hasta entonces había sido considerado como baluarte inexpugnable del clericalismo y que, en la sesión del Parlamento del 23 de marzo de 1933, había votado a favor de ley de plenos poderes siguió este ejemplo.

Otro tanto ocurrió con los partidos menores. Las asociaciones obreras marxistas se disolvieron; más tarde siguió la disolución de las asociaciones obreras restantes y la de las ligas patronales así como el ingreso de todos los trabajadores -manuales e intelectuales- en el Frente alemán del trabajo, acabado de fundar.

La ley del 14 de julio de 1933 prohibió so pena la formación de nuevos partidos. Por último, el 1º de diciembre de 1933, el Gobierno decretó la ley “para asegurar la unificación del Partido y del Estado” que en su párrafo primero proclama al Estado nacionalsocialista como el resultado de la revolución nacionalsocialista. Según esta ley, “el Partido obrero alemán nacionalsocialista es el símbolo de la idea del Estado alemán y está ligada indisolublemente a éste.”

La unidad de espíritu, de voluntad y de ideología del pueblo alemán quedó así restablecida de nuevo; dos años más tarde en la Asamblea del Partido, en septiembre de 1935, recibió su reglamento interno por medio de la “ley de la nacionalidad alemana” y de decretos ejecutivos. Esta ley establecía que el ciudadano alemán era el único que poseía todos los derechos políticos. Como ciudadano alemán se considera el nacional de sangre alemana o de raza afín que por su conducta demuestre que esté dispuesto y capacitado a servir fielmente al pueblo y a la nación. Ciudadano alemán es quien goza de la protección del Estado alemán y se obligue expresamente a servirlo.

El complemento más importante de esta ley es el reglamento del 14 de noviembre de 1935, según el cual un judío no puede ser ciudadano alemán; no se le concede tampoco la facultad del voto político ni podrá ocupar cargos públicos. El 5 del decreto define claramente la noción de judío: se considera como judío aquel cuyos padres, abuelos y bisabuelos son de raza judía por las ramas paterna y materna. Como judío se considera además, bajo ciertas circunstancias, el que desciende de dos abuelos judíos de sangre pura, no siéndolo los restantes ascendientes, y si pertenece a la religión judía o está casado con persona de la misma raza judía.

La unidad política alcanzada por la nación ha encontrado su más clara expresión en los plebiscitos verificados desde la toma del poder, sobre todo en las elecciones del 29 de marzo de 1936. El pueblo alemán, con su votación de un 99 %, demostró su adhesión a Hitler y a su política.

Unificación del Estado

De un modo tan enérgico se atacó en los primeros días de la toma del poder la reforma de los gobiernos regionales. Esta reforma comenzó con el envío de comisarios a los Estados federados en los que todavía no existía un gobierno de nacionalistas. Estos comisarios debían hacerse cargo del mando, incluyendo la policía, para mantener la seguridad y el orden públicos. Esto ocurrió sin incidente alguno; en todas las regiones se facilitó la formación de una policía auxiliar. Al cabo de algunas semanas, todos los gobiernos regionales que no habían capitulado fueron destituidos. Sólo quedaba por vencer la resistencia encontrada en la Alemania del Sur.

Después de las elecciones del 5 de marzo, el Ministro Göring declaró que la enorme superioridad del frente nacional no daba derecho a los gobiernos regionales de la Alemania del Sur a continuar gobernando en nombre del pueblo. Esto llevó a negociaciones entre algunos gobiernos regionales y los jefes nacionalsocialistas resultando de ellas nuevas adhesiones. La caída del Gobierno bávaro tuvo un aspecto especialmente dramático; este país estaba bajo el dominio del partido popular bávaro desde hacía 43 años. El Dr. Held era presidente del Consejo de ministros desde el año 1924. Este hábil e inteligente parlamentario había asegurado repetidas veces que no toleraría ninguna intromisión en la política de su país. Su fiel colaborador, el Dr. Schäffer, juró que se atrevería a detener inmediatamente a cualquier comisario del Reich que pisara suelo bávaro.

Corría el rumor de que ambos ministros en unión del Príncipe Ruperto de Baviera y del Barón von Guttenberg, presidente de la Liga real, planteaban la restauración de los Wittelsbach. Esta monarquía, con su independencia, hubiera significado un peligro para la unidad del Reich; era necesario obrar rápidamente. Fracasado un intento conciliatorio y transcurrido el plazo del ultimátum, fijado por unas horas, las formaciones nacionalsocialistas ocuparon Munich y en particular los edificios públicos; en la misma noche el Presidente v. Hindenburg nombró comisario del Reich para Baviera al teniente general v. Epp. Se formó un nuevo Gobierno bávaro compuesto de los diputados nacionalsocialistas Wagner, Frank y Siebert.

La bandera con la cruz gamada ondeaba desde aquel momento en todo el Reich, lo mismo en las grandes ciudades que en las más pequeñas aldeas.

El 23 de marzo acordó el Parlamento, como ya se ha dicho, la ley de plenos poderes; el problema de unificar el Reich pudo hacer en poco tiempo grandes progresos.

Ocho días más tarde apareció la ley para la “unificación de los Estados federales con el Reich” que aseguraba la homogeneidad de la voluntad política en el Reich, regiones y municipios, basándose en el resultado de las elecciones al Parlamento. Pasados otros ocho días, o sea el 7 de abril de 1933, siguió la llamada “ley de los gobernadores”, que dio el paso decisivo para la reorganización de las relaciones de derecho público entre el Reich y los Estados federados. El nombramiento de los gobernadores, recaído en hombres de toda confianza del Canciller, hizo más efectiva todavía la unidad de la dirección política en el Reich y los Estados.

Según esta ley, los gobernadores tienen la misión de cuidar del fiel cumplimiento de las directrices políticas establecidas por el Canciller. Estos tienen el derecho de nombrar o destituir al presidente y a los miembros del gobierno regional. Están autorizados a disolver los gobiernos regionales y convocar nuevas elecciones, hacer y decretar leyes, nombrar y destituir a los empleados del Estado. Se les concede el derecho de indulto. En Prusia, el Canciller ejerce al mismo tiempo las funciones de gobernador y los ministros prusianos pueden ser simultáneamente ministros del Reich.

“¿Que sería de Alemania- decía el Führer en el Congreso del Partido celebrado en Nuremberg en 1935- si ya las generaciones anteriores a la nuestra no hubieran hecho cesar el disparate, que clama al cielo, de los estados y estadillos alemanes que en modo alguno era beneficioso al pueblo alemán sino a sus enemigos ? Un pueblo que habla un idioma, posee una cultura, que ha visto formarse su destino en la historia común, no puede aspirar más que a tener también una unidad en su dirección. Con esto el pueblo consigue que las ventajas predominen sobre las desventajas que pudieran resultar.

A qué grotesco rebajamiento del carácter y de la fuerza de un pueblo puede llevar este estado de cosas, lo hemos vivido en los meses de enero, febrero, y marzo de 1933, durante los cuales egoístas mezquinos mezclaban con indiferencia glacial sus reprobables intereses de partido con las tradiciones regionales tratando de poner así en peligro la unidad del Reich. La ley de los gobernadores fue la primera respuesta de la Nación alemana a estos picapleitos que se oponían a la unidad y grandeza de Alemania.”

El 7 de abril de 1933 se dio la ley para la “reorganización de los funcionarios del Estado” que tenía por objeto la separación de todos los funcionarios insuficientemente preparados, inadecuados, comunistas o de raza judía. La ley era necesaria para asegurar la dirección del Estado porque así, una vez alejados estos elementos, el Gobierno podía apoyarse sobre un cuerpo de funcionarios de su confianza.

En el día del primer aniversario del advenimiento al poder, el 30 de enero de 1934, se dio el segundo gran paso hacia la unificación del Reich por medio de la “Ley sobre la reconstrucción del Reich”. Los parlamentos de los Estados federados desaparecieron, los derechos de su soberanía pasaron al Reich, los gobiernos regionales quedaron desde entonces sometidos al gobierno central, los gobernadores a la inspección del ministro de la gobernación del Reich. Esta ley se puede considerar con justicia como la realización de un viejo sueño de los alemanes, pues con ella desapareció el último resto de la soberanía de los Estados federados. Así entonces, no hay más que una autoridad: la del Reich. Ya no hay antagonismo alguno entre los gobiernos central y regionales: todo el poder reside en el Reich, que se basa sobre la idea del mando único y se encarna en la voluntad del Führer.

Con esta ley el gobierno de Adolfo Hitler ha concluido la revolución nacional y ha cumplido su demanda programática de la unidad del Estado. Todos aquellos que han vivido estos últimos años en Alemania y, por consiguiente, han tenido ocasión de ver las enormes dificultades que en tan complicada estructura política se presentaba a la dación de cualquier ley del Reich, podrán comprender perfectamente el gran progreso obtenido con esta medida.

Esta obra se fue completando poco a poco por la dación de nuevas leyes. La “Ley sobre el jefe supremo del Reich”, del 1º de agosto de 1934, con motivo del fallecimiento de Hindenburg aseguró legalmente para el porvenir la jefatura de Adolfo Hitler. Ambos cargos, el de presidente del Reich y el de Canciller, pasaron a ser uno: “Führer y Canciller del Reich”. La importancia y el carácter histórico que Hitler mismo concedió a esta ley se desprende de su decreto del 2 de agosto de 1934 al Ministro de la Gobernación. El Canciller exaltó la grandeza del difunto Mariscal quien dio una importancia especial al título de presidente del Reich. Este nombre es inseparable del de Hindenburg. El Canciller ordenaba, además, en este decreto que la misión que legalmente le había sido confiada por el Gabinete quedara sometida, mediante un plebiscito, a la libre decisión del pueblo. Como ya es sabido el cómputo de votos plebiscitarios arrojó 38.362.760 a favor de Hitler y 4.294.654 en su contra. En su manifiesto de gracias al Partido, Adolfo Hitler expresó su opinión de que, así como había sido posible al Partido ganar el 90 % pueblo alemán a favor del nacionalsocialismo, también le sería posible ganar el 10 % restante.

Efectivamente, esto es lo que ha ocurrido como lo demostró la elección ya antes citada, del 29 de marzo de 1936. El Führer obtuvo 44.412.000 de votos contra 543.000, o sea 99 % de una elección en la cual participó también el 99 % de la población con derecho a sufragio.

En el tercer aniversario del advenimiento al poder del nacionalsocialismo, el 30 de enero de 1935, apareció la “Segunda ley de los gobernadores” que ordenaba la incorporación de los gobernadores al organismo administrativo del Reich: el gobernador está subordinado al gobierno del Reich y a cada uno de sus ministros, pero es jefe supremo de todo el aparato administrativo público de un estado federal.

Al mismo tiempo, una ley “municipal alemana” aseguraba la estrecha colaboración de los municipios con el Partido y el Estado para alcanzar mediante su común el máximo rendimiento en los fines que el Estado se propusiera.

Por la legislación que acabamos de citar y por otras medidas no menos importantes se hizo realidad la idea nacionalsocialista resumida en una frase: “Un pueblo, un Estado, un Führer”. He aquí algunas de estas leyes: substitución de la denominación de ciudadano de Estado federal por la de ciudadano del Reich; eliminación de las representaciones federativas ante el Reich; traspaso de los órganos de la Justicia al Gobierno central; fusión del Ministerio prusiano de la Gobernación con el del Reich; creación de un Ministerio de Educación nacional; unificación de las fuerzas dispersas de las policías federales en una policía del Reich subordinada al jefe de las SS Heinrich Himmler, y, por último, la “Ley de funcionarios alemanes.”

Igualmente, por las leyes del 1º de diciembre de 1936, “sobre la organización y administración de la capital del Reich” y del 26 de enero de 1937 “sobre la ciudad de Hamburgo, incorporando los municipios vecinos”, se fijaron las reformas de los distritos correspondientes a Berlín y Hamburgo. Tales disposiciones, así como la simplificación de algunos limites entre los Estados federales del Norte de Alemania, significan los primeros pasos hacia la supresión de los Estados federales y la división del Reich en distritos de igual forma estatal y administrativa.

Sería injusto cerrar este capítulo dedicado a la reconstrucción interna de Alemania sin mencionar la disciplina con la cual se ha desarrollado la acción revolucionaria a pesar de la extensión y rapidez que ha tenido.

En el discurso ante el Reichstag del 30 de enero de 1937 el Führer resumió los acontecimientos de los últimos cuatro años y los éxitos alcanzados durante su gobierno, definía la revolución nacionalsocialista como una “revolución de las revoluciones” y declaraba estar orgulloso de haber hecho la mayor transformación del pueblo alemán con el mínimo de víctimas y pérdidas materiales.

“Sólo ahí, donde el placer sanguinario bolchevique, que, aun después del 30 de enero de 1933, creía imposible impedir por la fuerza bruta la victoria o la realización de la idea nacionalsocialista -dijo el Canciller- hemos respondido nosotros con la fuerza y, naturalmente de una manera fulminante. Otros elementos, cuya insumisión unida a la más grande incultura política era notoria, fueron puestos en prisión preventiva para volverlos a dejar en posesión de su libertad al cabo de poco tiempo. Y sólo muy pocos cuya actividad política era la capa con que cubrían su actitud criminal confirmada por numerosas condenas, fueron impedidos de continuar su obra de destructora, dándoseles ocasión -por la primera vez en su vida- de tener una ocupación provechosa.

De esta manera toda la revolución nacionalsocialista contó menos víctimas que las hechas contra nosotros sólo en el año 1932 por nuestros enemigos bolcheviques en Alemania, y esto sin hacer revolución.

Fue posible gracias al principio por el que nos hemos guiado hasta ahora y del que no nos olvidaremos en el futuro: el fin de una revolución o de una transformación cualquiera no debe ser de crear un caos sino el de substituir algo malo por otra cosa mejor...”

Quien tuvo ocasión de convivir los días de la toma del poder por los nacionalsocialistas puede asegurar con toda franqueza que, en contra de las afirmaciones del extranjero, esta revolución se hizo sin derramamiento de sangre y, además, sin ocasionar daño material alguno. Las noticias sensacionales sobre cadáveres en el Spree, pogromos de judíos, asesinatos, etc., pertenecen a la propaganda calumniadora o al reino de la fantasía. Desde luego ha habido choques inevitables entre pequeños grupos de enemigos políticos: ahí donde hubo atentados, el Gobierno hizo todo lo necesario para impedirlos lo más rápidamente posible. En una orden radiada, el Canciller impuso la más severa disciplina y prohibió acciones individuales. Como desde ahora la fuerza ejecutiva estaba por completo en las manos del gobierno nacionalsocialista, tales acciones aisladas se pueden considerar como actos de venganza nimia que sólo pueden prestarse para enturbiar la victoria alcanzada y perjudicar al nuevo régimen ante los ojos del mundo. Fueron castigados y expulsados de los partidos nacionalistas algunos miembros inculpados de haber cometido desmanes.

III. Igualdad de derechos Internacionales. Política de Libertad y de Paz
La revolución ideológica, la transformación de la vida interna la nación, han influido correlativamente sobre las relaciones con el extranjero y sobre la solución de los problemas internos que están en relación con las obligaciones internacionales de Alemania.

Para comprender la actitud del Reich frente al mundo -actitud que provocaba la crítica extranjera y las consiguientes reacciones diplomáticas, tan pronto como el Führer presentaba al mundo nuevas sorpresas y nuevos “faits accomplis”- hay que darse cuenta de los fines de la política de Hitler, de sus demandas internacionales, que son la razón de tales hechos, y de lo que en realidad se ha conseguido.

Los fines de la política Exterior Nacionalsocialista

El programa sobre la política exterior que Adolfo Hitler desarrolló ante el Reichtag en su discurso del 23 de marzo de 1933 y que ha confirmado en numerosas declaraciones, figuran los fines principales del Gobierno en su política internacional:

1. La eliminación de todo descrédito humillante de Alemania con respecto a las otras grandes potencias, o sea, la fijación en el campo internacional de una igualdad de derechos efectiva e incondicional y la supresión definitiva del concepto de naciones vencedoras y vencidas que, siendo el principio fundamental del Dictado de Versalles, ha dominado, por desgracia, en los tiempos de la postguerra, el enfoque espiritual de las otras naciones e impedido así el retorno a una paz verdadera. Esto quiere decir que había que suprimir todas las cláusulas del Tratado que fueron incompatibles con el honor de Alemania y con su prestigio como gran potencia: por de pronto las cláusulas del desarme unilateral de la zona desmilitarizada de Renania y de la confesión de la sola culpabilidad de Alemania en el origen de la guerra mundial.

2. El restablecimiento de las relaciones amistosas con todos los pueblos que estén dispuestos a olvidar a fondo el pasado, a reconocer las demandas vitales de las otras naciones, como lo hace el Reich por su parte, para servir de esta manera a la causa de la paz. Una sola excepción se hizo a este principio general: la Rusia bolchevique, cuyo poder está siempre dispuesto a apoyar las maquinaciones revolucionarias en todo el mundo. Rusia es, según la concepción nacionalsocialista, un Estado con el que no se puede tratar conforme a las reglas internacionales de uso, sino que con su régimen soviético es el punto de partida de un movimiento internacional cuyo principio encierra la destrucción y aniquilamiento de la cultura humana.

Según la manera de ver de Adolfo Hitler, los problemas que hoy provocan perturbaciones son las consecuencias de los errores del Dictado de Paz. El Dictado no resuelve para siempre clara y razonablemente las cuestiones más importantes y decisivas de índole económica y nacional de esa época. El primero de estos problemas se refiere a la nueva ordenación y división de los Estados europeos según el principio de las nacionalidades y de las aspiraciones nacionales surgidas en el curso del último siglo. Cuanto más claramente coincidan los límites de los Estados con los de los territorios habitados por los mismos pueblos, tanto más fácil será eliminar toda una serie de posibilidades de conflictos. Contrariamente a este principio -en parte por ignorancia y en parte por pasión u odio- se adoptaron soluciones que por falta de lógica y por ser arbitrarias encierran el germen de nuevos conflictos.

La Conferencia de Paz no pudo tampoco resolver los problemas económicos. Si se hubiera querido realizar una verdadera pacificación de Europa debiera haberse evitado el caer en el uso de conceptos tales como expiación, castigo, reparación etc., y reconocer como causa profunda que la falta de medios de existencia ha sido y será siempre el origen de conflictos entre los pueblos. En vez de predicar el aniquilamiento se debiera haber emprendido una nueva ordenación de las relaciones políticas y económicas internacionales que hubieran correspondido a las justas aspiraciones de los pueblos en cuanto a sus posibilidades de existencia.

La creencia de que el aniquilamiento económico de un pueblo de 67.000.000 podía constituir un servicio útil a otros pueblos es tan absurda que ya nadie se atreve hoy a exponerla categóricamente. Pero más absurdo era todavía el provocar este aniquilamiento por métodos que, siguiendo la ley natural de causa y efecto, hubieran acabado tarde o temprano por provocar la misma catástrofe entre los vencedores. Entre estos métodos sobresale el de las reparaciones. Si se exigía de Alemania pagos en efectivo se la obligaba en consecuencia a un desarrollo anormal de su exportación para procurarse las divisas necesarias. Fatalmente, esto tenía que perjudicar la situación económica de las otras naciones. Si se hubiera querido limitar, en otro caso, el pago de las reparaciones obligadas a entregas en especie, habría sido inevitable un perjuicio en la producción interior de los países acreedores, cuyas proporciones no habría sido menores.

El problema de regeneración de la conciencia general del derecho internacional ha sido también desconocido por el Dictado de Versalles, ya que, para justificar todas las medidas de éste, Alemania tuvo que ser señalada como la culpable de la guerra mundial. Este procedimiento, aplicado al porvenir como un precedente y también al pasado, explica las causas de los conflictos humanos y de guerras de la manera más simple que cabe imaginar: la culpa es siempre del vencido, ya que el vencedor siempre puede exigir esta declaración como preámbulo del tratado de paz.

El hecho tiene un significado tanto más tremendo cuanto que el estado de fuerza que existía al fin de esta guerra fue ayudado por tal criterio a transformarse en una norma de derecho permanente. Los conceptos de vencedor y vencido fueron los fundamentos de un orden social y de derecho internacional; la descalificación de un gran pueblo, rebajándolo a nación de segundo rango y segunda clase, sucedía en el momento en que iba a formarse una liga de naciones.

Esta manera de tratar a Alemania no podía conducir a una pacificación del mundo. El desarme del vencido, estimado como necesario, era todavía menos adecuado para disminuir los peligros y causas de conflicto y dio origen a eternas amenazas, exigencias y sanciones, que produjeron constantes desórdenes e inseguridad y conminaron con arruinar la economía mundial. Tratados de paz concluidos entre los pueblos tienen un sentido verdadero sólo cuando se asientan sobre el principio de una efectiva igualdad de derechos.

Según la manera de ver del nacionalsocialismo era gran injusticia tener a un gran pueblo de 67 millones en un estado permanente de impotencia militar. El Gobierno veía en esto un serio peligro para la paz, ya que tal situación sólo despierta la tendencia de los pueblos vecinos a actos de fuerza, que podían provocar así reacciones y complicaciones internacionales. “ Un pueblo indefenso- decía en un discurso el lugarteniente del Führer y Ministro Rudolf Hess- incita a “ paseos “ sin riesgo de ejércitos extranjeros. Un pueblo desarmado en medio de otros armados poderosamente, puede ser una tentación para hombres ambiciosos que quieren conquistar laureles baratos y para los gobiernos un motivo de desviar la atención de su pueblo al campo de la política exterior mediante la aventura de una guerra.

Alemania ha venido reclamando durante años el desarme general conforme a las declaraciones precisas del Führer: 1º porque esta es una demanda de la moral, del derecho y de la razón que incluso está así reconocida por el Tratado de Paz. El cumplimiento de esta demanda estaba indisolublemente unido al desarme de Alemania como iniciación para el desarme general; 2º porque la descalificación de un gran pueblo no puede mantenerse eternamente sino que alguna vez ha de tener su fin.

Alemania desarmó bajo un control internacional severísimo. Una enorme cantidad de material de guerra fue destruida. Cuarteles y fábricas demolidos, muelles de embarque desmontados, la Renania desmilitarizada, las fortificaciones alemanas arrasadas, muchas obras voladas, casi todos los buques de guerra entregados y miles de aeroplanos destruidos, esto fue el resultado de la obra de desarme. El ejército nacional desapareció, la instrucción de reservas fue prohibida. Incluso las armas más imprescindibles para la defensa se le negaron al pequeño ejército profesional de 100.000 hombres.

Por el contrario, pasada la guerra, los Estados vecinos a Alemania aumentaron en grandes proporciones su armamento; mientras que, por ejemplo, Alemania no podía disponer de un solo aeroplano, Francia tenía 3.046 en servicio, Bélgica 350, Polonia 700, Checoslovaquia 670. Además había cantidades incalculables de aeroplanos de reserva, miles de carros de asalto, miles de cañones de grueso calibre, así como todos los medios técnicos para la guerra con gases asfixiantes. Preguntaba una vez el Führer: “ ¿Acaso no tiene más derecho la Alemania indefensa y desarmada a exigir la seguridad que pretenden los Estados armados y coligados entre sí? “

Y sin embargo, Alemania estaba en todo momento dispuesta a disolver toda su organización militar, a destruir el pequeño resto de las armas que le quedaban, si las naciones limítrofes hubieran hecho lo mismo. Pero, si los otros Estados no estaban dispuestos al desarme al cual se habían comprometido por el Tratado de Paz, Alemania no tenía más remedio que insistir en la demanda de igualdad de derechos.

El deseo de Alemania no era otro que el de poder asegurar su independencia y proteger sus fronteras. Estaba por tanto dispuesta a renunciar a las armas ofensivas si el resto del mundo hubiera seguido su ejemplo, y quería declararse conforme con el plan McDonald sobre el desarme presentado a debate en Ginebra y entrar en cualquier pacto solemne de no-agresión, ya que no pensaba más que en su propia seguridad.

Con esto llego al segundo fin principal de la política exterior de la nueva Alemania, entablar relaciones amistosas con los demás países, o dicho en otras palabras, a su política de paz.

La publicación de este programa se encuentra en casi todos los discursos del Führer y de sus colaboradores; se puede decir que es el eje central de cuanto en ellos expresa. Además de lo ya dicho por Hitler en Potsdam al ser nombrado canciller, es de la mayor importancia lo que declaró en su discurso de paz del 17 de mayo de 1933 que, según las propias palabras de Hitler, no sólo iba dirigido al pueblo alemán sino al mundo entero.

Después de haber asegurado que “ninguna nueva guerra europea sería capaz de reemplazar el estado de descontento actual por algo mejor” el Führer añadió: “Como nacionalsocialista alemán consciente declaro en nombre del Gobierno y de la revolución nacional que precisamente en esta nueva Alemania nos inspiramos por la más profunda comprensión respecto a los sentimientos e ideas de los otros pueblos así como para las razones en que fundan sus aspiraciones vitales. La generación de esta nueva Alemania que hasta ahora no ha conocido más que la necesidad, la miseria y el dolor del propio pueblo, ha padecido ya demasiado bajo esta locura para que pueda pensar en ocasionarles a los demás iguales desgracias.

Estamos ligados por un infinito amor y fidelidad a nuestra nacionalidad y, fundándonos en esta forma de sentir y pensar, sabemos respetar los derechos nacionales de los otros pueblos y quisiéramos de todo corazón vivir con ellos en paz y amistad.

Por esta razón nosotros no conocemos el concepto de la germanización. La mentalidad del siglo pasado por la cual se creía que era posible convertir en alemanes a polacos y franceses nos es tan extraña que nos obliga a volvernos apasionadamente contra cualquier intento en sentido contrario.”

El Reichstag aprobó con entusiasmo estas declaraciones mostrando así ante la opinión mundial el deseo unánime de paz de todo el pueblo alemán.

En el Congreso del Partido en Nuremberg, en septiembre de 1933, el jefe de la sección de política extranjera del partido obrero alemán nacionalsocialista, Alfred Rosenberg, declaró con toda sinceridad que el verdadero nacionalsocialista es un defensor auténtico de la paz porque par él el tesoro más preciado es la sangre de su pueblo, que sólo debe ofrendarse en caso extremo.

Un mes más tarde, al separarse Alemania de la Sociedad de las Naciones y abandonar la Conferencia del Desarme, Hitler creyó que era su deber explicar ante la opinión pública el motivo de este paso tan significativo y tan grave. Esto lo hizo en su discurso radiado el 14 de octubre en el que, entre otras cosas, y en una forma clara y decisiva, habló sobre las relaciones con Francia tomando como base algunas de las manifestaciones del jefe del Gobierno francés.

“Estimo”- así decía el Führer- “como la señal de un noble pensamiento de justicia el que el presidente del Consejo de Ministros francés, Sr. Daladier, haya encontrado palabras de un espíritu conciliador tal, que millones de alemanes le guardan un profundo reconocimiento. La Alemania nacionalsocialista no tiene ningún otro deseo que el de derivar la carrera emprendida por los pueblos europeos hacia los campos en donde éstos, bajo la más noble emulación, han dado a la Humanidad entera aquellos magníficos bienes de la civilización, de la cultura y del arte que hoy enriquecen y embellecen al mundo.

Igualmente escuchamos con emoción y esperanza las manifestaciones de seguridad de que el gobierno francés, bajo la presidencia de su actual jefe, no intenta ni humillar ni ofender al pueblo alemán. Y nos conmueve la indicación hecha sobre esta, por desgracia, tan triste verdad, de que estos dos grandes pueblos han sacrificado a menudo en los campos de batalla la sangre de sus mejores hijos. Hablo en nombre de todo el pueblo alemán cuando aseguro que estamos llenos del sincero deseo de extinguir una enemistad cuyas víctimas causadas no guardan proporción alguna con cualquier ganancia posible.

El pueblo alemán está convencido de que su honor militar ha quedado limpio y sin mácula alguna en mil batallas y de la misma manera vemos nosotros en el soldado francés a nuestro antiguo y glorioso enemigo. A nosotros y al pueblo alemán entero nos haría felices la idea de ahorrar a nuestros hijos y nietos lo que, como hombres de honor, hemos tenido que ver y padecer nosotros mismos en largos años de sufrimientos y dolores. La historia de los últimos ciento cincuenta años con sus variadas alternativas debiera haber enseñado a ambos pueblos algo muy importante: que aun a costa de mucha sangre no pueden alcanzarse variaciones esenciales de alguna duración. Como nacionalsocialista, y conmigo todos mis partidarios, y basándome en nuestros principios nacionales, rechazo conquistar con la sangre y la vida de aquellos que nos son tan queridos, a ciudadanos de un pueblo extraño que nunca han de querernos. Sería un grandioso acontecimiento para la Humanidad entera si los dos pueblos, Francia y Alemania, quisieran expulsar para siempre la violencia en sus relaciones comunes. El pueblo alemán está dispuesto a ello.

Con la misma lealtad con que nosotros queremos hacer valer los derechos que se nos han concedido por los tratados, declaro también que de aquí en adelante no existe para Alemania ningún motivo de conflicto territorial entre ambos países. Una vez reincorporado el territorio del Saar al Reich, sólo un alucinado podría pensar en la posibilidad de una guerra entre ambos Estados para la cual, desde el punto de vista nuestro, no hay ningún motivo que la justifique ni moral ni razonablemente. Pues nadie podría exigir que para hacer una rectificación de fronteras de una extensión problemática y de un valor asimismo incierto hubiera que sacrificar millones de vidas humanas en sus mejores años.”

Para mostrar al extranjero la conformidad absoluta del pueblo alemán con el paso dado por su gobierno Adolfo Hitler rogó al presidente del Reich v. Hindenburg que convocara a nuevas elecciones parlamentarias junto con un plebiscito para el próximo 12 de noviembre. En su apelación el Gobierno preguntaba al pueblo si aprobaba su política. En este llamamiento se acentuaba entre otras cosas que el Gobierno deseaba llevar una política de paz, reconciliación e inteligencia con las demás naciones y rechazar el empleo de la fuerza como un medio inútil para suprimir las diferencias existentes dentro de los Estados europeos.

“El gobierno y el pueblo alemán se unen en el sincero deseo de querer resolver y comprobar desapasionadamente, por medio de negociaciones, todas las cuestiones pendientes con las restantes naciones, incluso con sus antiguos adversarios, inspirándose para ello en el sentido de vencer la psicosis de guerra y en el restablecimiento definitivo de unas relaciones sinceras y recíprocas. Tanto el pueblo como el gobierno alemán están decididos en todo momento a concertar pactos de no-agresión para asegurar a largo plazo la seguridad de Europa, servir a su bienestar económico y tomar parte en su reorganización cultural.”

Las elecciones arrojaron 40.632.628 votos positivos en un total de 43.491.575, es decir, más del 95 % a favor del Gobierno.

El 18 de octubre de 1933, Adolfo Hitler concedió una entrevista el corresponsal especial del Daily Mail, Ward Price. A la pregunta del periodista inglés aludiendo a un discurso del subsecretario del ministerio de la Guerra británico, Duff Cooper, el Führer respondió:

“La afirmación de que el pueblo alemán se prepara con entusiasmo para la guerra es para nosotros un desconocimiento incomprensible del sentido de la revolución alemana. Nosotros, jefes del movimiento nacionalsocialista, hemos sido casi sin excepción soldados de la guerra. ¡Yo quisiera ver al soldado del frente que se prepara “con entusiasmo” para una nueva guerra! Estamos apegados a nuestro pueblo con un afecto tan fanático como todo inglés honrado lo está al suyo. Nosotros educamos a la juventud alemana en la lucha contra los vicios interiores y en primer lugar contra el peligro comunista de cuya magnitud no se tenía ni se tiene todavía la menor idea en Inglaterra. Nuestros cantos revolucionarios nada contienen contra los otros pueblos sino que son expresión de la fraternidad de nuestro país contra la lucha de clases y egoísmos; cantos dedicados al trabajo, al pan y al honor nacional.”

En el llamamiento hecho a los excombatientes de todo el mundo, el 8 de julio de 1934, en Königsberg, el lugarteniente del Führer, Rudolf Hess, entre otras cosas, declaró:

“Nuestro pueblo tiene la suerte de ser guiado, hoy, sobre todo por antiguos combatientes que han traspasado las virtudes del frente al gobierno del Estado. Inspirados en esas virtudes reconstruyeron el Reich. Pues fue el espíritu del frente el que dio vida al nacionalsocialismo ...

Quien haya tomado parte en la pasada guerra mundial puede tener una idea de lo que hoy significaría una guerra con armas tan perfeccionadas. Diríjome a los camaradas del frente de uno y otro lado”.

Después que Rudolf Hess describió la vida del frente con palabras conmovedoras y cuadros impresionantes, exclamó:

“¡Sed sinceros! No se ha preguntado cada uno de nosotros más de una vez, cuando se encontraba en las trincheras: ¿Para qué todo esto? ¿Tiene razón de ser? ¿No es posible evitarlo para el futuro de la Humanidad? Pero nos mantuvimos en nuestros puestos, de uno y otro lado, nos mantuvimos como hombres del deber, de la disciplina, de la lealtad, como hombres que aborrecen la cobardía. Y, sin embargo, recojo de nuevo la pregunta de entonces y exclamo ante el mundo: como soldado a los soldados, como gobernante de un pueblo a los gobernantes de otros pueblos: ¿Tiene razón de ser? ¿No podemos todos juntos y con la mejor voluntad ahorrar esto a la Humanidad? ...

Los soldados del frente quieren la paz. Los pueblos quieren la paz. El Gobierno de Alemania quiere la paz ... Invoco a todos los soldados del frente de las demás naciones así como a todos los hombres de buena voluntad de sus gobiernos para que nos apoyen en nuestro propósito.”

El 26 de agosto de 1934, ocho días después de que el pueblo alemán había sancionado mediante un plebiscito el nombramiento de Hitler como sucesor del Presidente Hindenburg, tuvo lugar en el frente Ehrenbreitstein, en Coblenza, una manifestación de fidelidad del Reich hacia el Saar en presencia de 600.000 participantes de todos los puntos de Alemania, incluso del Saar. En un gran discurso, en el que expresó la íntima unión que existe entre el Reich y el territorio del Saar, Adolfo Hitler manifestó esta vez en su calidad de jefe supremo del Estado, lo siguiente:

“El asunto del Saar es el único problema territorial que nos separa todavía de Francia. Una vez resuelto, no existe ningún fundamento razonable para que dos grandes naciones se hostilicen en el futuro eternamente. Alemania confía en que entonces se aumentará la buena disposición de Francia para concertar una paz sincera con Alemania. Así, el 13 de enero de 1935, el pueblo del Saar tiene una misión grande y pacífica que cumplir”.

Como se recordará, el plebiscito dio de un total de 528.005 votantes, 477.119 votos a favor de Alemania o sea, el 90.5%.

El mismo día 26 de agosto de 1934, con motivo de inagurarse la exposición del Saar en Colonia, el ministro de la Propaganda del Reich, Dr. Goebbels, señaló en la parte política de su discurso, las intenciones pacíficas del Tercer Reich: “Alemania no pretende más que su derecho”,- dijo el ministro y agregó- “no quiero más que esto ... El pueblo alemán no alienta la más remota idea de revancha, no se preocupa más de que de su trabajo diario”. En Coblenza anunció el señor Bürckel, delegado del Saar: “El 13 de enero la población del Saar, con plena conciencia histórica, exclamará por encima de las fronteras: “¡Ya está el camino libre para podernos entender!”

El ministro de Relaciones Exteriores, von Neurath, no dejó tampoco por ese entonces de hablar de las intenciones pacíficas de Alemania. En su discurso del 17 de septiembre de 1934, en el Congreso internacional de carreteras, respondiendo a las afirmaciones de cierta prensa extranjera, dijo:

“El reproche que se nos hace de que con la proclamación de nuestras intenciones pacíficas sólo queremos tomar aliento y que, luego de adquirido el vigor necesario, intentamos acometer la realización de nuestros planes agresivos, es tan absurdo después de todo lo que hemos explicado y ofrecido en la cuestión del desarme y de lo que hemos dicho y hecho para la pacificación política de Europa, que sólo podemos ver en ello la intención de la calumnia más siniestra”.

El 28 de febrero de 1935, la Comisión de los Tres de la Sociedad de las Naciones transfirió a Alemania el gobierno del Saar. Tres días más tarde, Adolfo Hitler, en un discurso, declaró que la incorporación del Saar no sólo era un día venturoso para Alemania sino para Europa entera, puesto que con ella las relaciones entre Francia y Alemania podían llevar a una mejora definitiva. El mismo pensamiento lo expresó en su proclamación del 16 de marzo de 1935, con motivo del restablecimiento del servicio militar obligatorio y añadió:

“El gobierno alemán solemnemente ha asegurado a París que Alemania, después de resuelta la cuestión del Saar, no tiene ya ninguna clase de reivindicaciones territoriales que exigir a Francia. Con ello estima haber creado mediante un sacrificio político y material y en una forma histórica no común, la base para terminar una disputa secular entre dos grandes naciones.”

De la misma manera se expresó Adolfo Hitler, el 21 de mayo de 1935, en su discurso ante el Reichstag y en las declaraciones posteriores sobre la política alemana de la paz. En febrero de 1936, el Führer concedió una entrevista al conocido escritor francés, Bertrand de Jouvenel, algunos días antes de la ratificación del pacto de asistencia recíproca franco-soviético por la Cámara francesa. En la respuesta a algunas preguntas sobre su política respecto a Francia el Canciller declaró:

“He querido demostrarle a mi pueblo que el concepto de enemistad hereditaria entre Francia y Alemania es un disparate. El pueblo alemán comprendiéndolo me ha secundado en una acción mucho más difícil aun cuando yo, animado por este espíritu, emprendí una acción conciliadora entre Polonia y Alemania ...

Hablo en nombre de todo el pueblo alemán y declaro que bastaría que Francia quisiera dar por terminado para siempre este supuesto peligro alemán, porque el pueblo alemán tiene la más absoluta confianza en su Führer y este Führer desea la amistad con Francia.”

En su discurso recapitulador del 30 de enero de 1937, pronunciando ante el Reichstag, el Führer señaló que él ha manifestado reiteradamente el deseo de llegar a unas relaciones cordiales con todos los países vecinos y aseguró de nuevo solemnemente que entre Francia y Alemania no puede haber motivo alguno imaginable de litigio.

No hay que admirarse de que el Führer esté siempre dispuesto a una reconciliación definitiva con Francia. Pasar a la Historia como realizador de esta obra de paz tan difícil y de tan vital importancia, en la cual vanamente se empeñaron hombres de Estado alemanes, sería para él la mayor de las satisfacciones. Como la tranquilidad y el bienestar de Europa dependen del problema franco-alemán se puede comprender que son sinceras las manifestaciones de Adolfo Hitler en favor de la paz.

Los Postulados de la Política Internacional del Hitler

Las líneas directivas de la política internacional de Adolfo Hitler y los métodos empleados para alcanzar los fines que se ha propuesto se deducen de diferentes postulados que se complementan unos a otros.

Por de pronto se pide que las relaciones entre los Estados descansen sobre la base del honor nacional. Solamente de este modo serán tales relaciones claras y duraderas y podrán servir efectivamente a la causa de la paz.

Un tratado de paz no debe significar sólo un documento para la suspensión de las hostilidades, sino que ha de ser un acuerdo para regular las relaciones de los antiguos enemigos en interés de ambas partes y sin apasionamiento alguno, que podría servir para destruir la razón y el sentido de la justicia. De aquí que sea necesario el que este tratado no cree al vencido un estado de humillación y de inferioridad que a la larga sería insoportable y sólo puede constituir el germen de nuevas discordias y guerras.

Basta recordar para ello el punto de vista adoptado por Bismarck después de las guerras de 1866 y 1870/71, de que para concluir un tratado de paz hay que tener presente las necesidades vitales y el honor del vencido. En su discurso del 1º de septiembre de 1866, el Canciller de hierro dijo ante la Cámara de diputados:

“Un acuerdo de paz será difícil que llegue a realizarse en asuntos exteriores si se exige que le preceda la confesión por una de las partes: Reconozco que he obrado injustamente.”

En sus “Gedanken und Erinnerungen” (Ideas y memorias) Bismarck escribía:

“En nuestras relaciones últimas con Austria me importaba sobre todo resguardarme en lo posible de recuerdos mortificantes, si esto pudiera hacerse sin que perjudicara a la política alemana. La entrada victoriosa en la capital enemiga hubiera sido naturalmente un recuerdo satisfactorio para nuestros militares, pero no era necesario para nuestra política. En el sentimiento de dignidad propia de los austríacos habría quedado una llaga que, sin ninguna necesidad urgente para nosotros, hubiera aumentado las dificultades en nuestras relaciones futuras. En todo caso era de la mayor importancia el saber si el estado de ánimo que habían de conservar nuestros adversarios, sería irreconciliable e incurable la herida que nosotros les habíamos inferido en su propia dignidad.”

Así se explica que Austria, antes enemigo de Prusia, fuera luego incluso un aliado de ésta.

El 25 de octubre de 1871, con motivo de tratar sobre las relaciones francoalemanas después de la guerra, Bismarck declaró en el Parlamento:

“No estimamos como misión nuestra el perjudicar a nuestro vecino más de lo que sea absolutamente necesario para asegurar el cumplimiento de la paz; por el contrario, creemos que es nuestro deber, siempre que no perjudique nuestros intereses, el serle útil y darle ocasión de restablecerse de la desgracia que ha caído sobre su país.”

Cuando un diplomático alemán le planteó a Bismarck la exigencia de imponerle a Francia condiciones de paz extraordinariamente duras, el Canciller respondió que Francia debía continuar siendo una gran potencia para que el concierto europeo no se alterara. Además, ya es sabido que Bismarck era contrario a la anexión de Lorena y que tuvo que ceder al partido militar que insistía en pedir la posesión de Metz.

El canciller del Emperador Guillermo I se esforzó, como se ve, después de las guerras de 1866 y 1870/71, en mantener el respeto al enemigo vencido, impidiendo así crear en él un deseo de venganza y, al mismo tiempo, en evitar todo engreimiento del vencedor, faltas éstas que son igualmente perjudiciales para la paz.

Esta visión política faltó desgraciadamente en los hombres del Estado que después de la guerra mundial se reunieron en la Sala de los Espejos de Versalles y sólo se preocuparon de garantizar su seguridad futura mediante la absoluta humillación moral y material de Alemania.

Otro postulado fundamental de la política de Adolfo Hitler es que los tratados duraderos relativos a la limitación de los armamentos sólo pueden estar basados sobre el noble derecho a la propia defensa nacional. Alemania está dispuesta, desde luego, a realizar todas las limitaciones de los armamentos que hayan sido aceptadas por las demás potencias, pero se reserva el derecho a la propia defensa en la medida que sea necesaria. Este principio no es nuevo, sino que tiene en la historia dignos predecesores. El presidente de los Estados Unidos. Hoover, indicó -en su declaración del 22 de junio de 1932, sobre la conferencia del Desarme- que los armamentos de los Estados deben ser regulados por el derecho o la moral de la defensa. El 16 de marzo de 1935, el gobierno alemán se vio obligado por la ley sobre la reorganización del ejército a tomar por su cuenta las medidas necesarias, para terminar de una vez con aquel estado impotente e indefenso que para un gran pueblo y una gran nación es tan humillante como peligroso. El gobierno alemán partió de las mismas consideraciones que, en un discurso sobre el rearme inglés, expresó el presidente del Consejo Baldwin:

“Un país que no está dispuesto a tomar las medidas necesarias de precaución para su propia defensa, en este mundo jamás tendrá poder, ni moral ni materialmente.”

Con más amplitud se trata este principio de la necesidad de la propia defensa en el libro blanco inglés del 4 de marzo de 1935, en el que se justifica el rearme inglés. La Alemania de Hitler hace suyas las palabras del general francés Weygand: “Queremos ser fuertes, no para amenazar sino para defendernos”.

En la solemne proclamación del Gobierno dirigida al pueblo alemán con motivo del restablecimiento del servicio militar obligatorio, no se expresa, en efecto, ninguna otra idea cuando se dice:

“Lo que el gobierno alemán desea, como guardián del honor y de los intereses de la nación alemana, no es más que asegurar la cantidad de medios defensivos, necesaria no sólo para mantener la integridad de la nación alemana, sino también para conservar el respeto internacional y la estimación de Alemania como fiadora de la paz universal.”

Hitler cree que la medida de los armamentos está determinada por la de los peligros que amenazan a un país. Para juzgar de ello, sólo es competente la nación misma.

“Si la Gran Bretaña fija actualmente el límite de sus armamentos -decía el Führer- todo el mundo en Alemania comprenderá, ya que no se puede pensar de otra manera, que para tomar las medidas necesarias en la protección del imperio británico sea Londres exclusivamente el que decida. De la misma manera debe comprenderse por los demás que el determinar el armamento para la defensa de Alemania sólo sea de su exclusiva incumbencia y que nadie más que Berlín resuelva sobre esto.”

Un tercer postulado de la política exterior de Adolfo Hitler proclama que el mejor medio para la paz es una inteligencia directa entre los pueblos interesados.

El Führer ha expuesto varias veces este principio en sus discursos y declaraciones: por ejemplo, en una conversación que tuvo el 4 de abril de 1934 con el Sr. Lochner, representante de la Associated Press, a quien manifestó que nada sería para él más grato que poder hablar personalmente con los jefes responsables de las otras naciones.

Alemania ha realizado ya este deseo en sus relaciones con Polonia e Italia; en la misión conciliadora de von Papen en Austria, en el compromiso del Saar, en el convenio naval anglo-alemán. Todos estos tratados se concertaron fuera de la Sociedad de las Naciones. De ahí saca Hitler la conclusión de que los tratados bilaterales de seguridad, o sea, de no agresión y de neutralidad, son preferibles a los pactos colectivos.

A esta concepción ha llegado el nacionalsocialismo porque la Sociedad de las Naciones ha fracasado en el campo de la “inteligencia mediata” y en el de la “seguridad colectiva”. La opinión pública mundial está también convencida de que es necesaria una reforma de la institución ginebrina. Hitler no cree en la imparcialidad de esta institución. Respondiendo a una pregunta que le fue formulada por el periodista inglés Ward Price, en octubre de 1933, el Führer manifestó que no cree en un porvenir de la Sociedad de Naciones mientras esta se haga cada vez más la protectora de los intereses de determinados Estados contra aquellos de otros Estados.

El Ministro de RR. EE., Barón von Neurath, en un discurso pronunciado en el Congreso internacional de Carreteras, sostuvo que la Sociedad de Naciones necesita ser reformada a fondo para hacer de ella un instrumento útil para la paz. El ministro habló luego de los métodos de los sistemas colectivos que fueron introducidos por el Dictado de Versalles y añadió:

“Confieso abiertamente que no puedo ver ningún buen síntoma en el espíritu con que se hacen los negocios de la política europea cuando pienso en esta serie de pactos de la más diversa índole acordados en últimos años, precipitándose los unos sobre los otros, sistema este que no en vano se ha llamado pactomanía. La salud de Europa no puede estar a merced de las alianzas y agrupaciones de potencias hechas según la oportunidad del momento. Las tendencias políticas que corren en tal sentido no son más patentes del sistema político que pesa sobre Europa por los tratados de 1919.

A la larga sería peligroso e inútil no reconocer y confesar claramente estos errores. Mientras no se tenga el valor de mirar cara a cara los hechos y las necesidades irrefutables, tratando de buscar un equilibrio de los intereses contrapuestos a base de respeto mutuo e igualdad de derechos, mediante conversaciones categóricas de Gobierno a Gobierno, no es posible imaginar la mejoría de la situación política general.”

Como los intereses no son siempre de la misma clase, estima Adolfo Hitler que lo más justo es contentarse siempre con un mínimo en este acuerdo bilateral, evitándose así que la colaboración entre ambos países no fracase ante las exigencias irrealizables de los pactos colectivos. Un acuerdo que aspira a algo grande sólo puede conseguirse lentamente. El nacionalsocialismo reconoce el principio de la seguridad colectiva según los métodos ginebrinos, siempre que se consiga de la misma manera que en el Tratado de Locarno o bien como una combinación de pacto de asistencia y de revisión conciliadora, con una ayuda suficiente en caso de legítima defensa y con un control de paz hacia el aliado. El Canciller, en su discurso del 21 de mayo de 1935 sobre los 13 puntos para evitar la guerra, hizo las aclaraciones siguientes:

“El gobierno alemán está dispuesto en todo tiempo a participar en el sistema de trabajo colectivo para asegurar la paz europea, pero estima necesario transigir con la ley del continuo desarrollo eterno manteniendo abierta la posibilidad de las revisiones de los tratados. Ve en un desarrollo metódico de los tratados un elemento para asegurar la paz, y en el entorpecimiento de las modificaciones que requieran aquellos, un estancamiento susceptible de provocar explosiones ulteriores.”

La política alemana cree que el peso de los tratados colectivos no debe recaer sobre una ayuda militar aplicada inmediatamente en caso de guerra sino en las obligaciones de no agresión. Las potencias afectadas por un conflicto deben consultarse entre sí para suprimir las dificultades. Como medida preventiva contra la guerra, estas obligaciones se podrían transformar en garantías de paz evitando que aparezca el peligro de complicaciones, que tendría por consecuencia la aplicación del pacto de asistencia propuesto por las otras potencias (el llamado Pacto Oriental).

En cuanto a la otra cláusula de Ginebra, ya conocida, de la “indivisibilidad de la paz”, le parece peligroso al Führer hacer uso impropio de esta tesis como pretexto para construcciones que sirven “menos a la paz general que, quiérase o no, a la preparación colectiva para la guerra. La guerra mundial debería ser un aviso clamoroso”.

Con estas palabras alude Hitler a algunos pactos militares que, según su opinión, contradicen el espíritu de la Sociedad de las Naciones; porque esta reconoce un pacto de asistencia mutua para los distintos asociados bajo la sola condición de que esté sometido al control de paz que ejerce la Liga.

“No creo -continuó diciendo Hitler en su discurso arriba citado- que Europa sobreviviera por segunda vez a una catástrofe semejante sin padecer la más tremenda conmoción. Pero esta puede ocurrir tanto más fácilmente cuanto que la red de obligaciones internacionales, entre cruzadas unas con otras, debilitan cada vez más la posibilidad de localizar los conflictos y aumentan el peligro de arrastrar consigo a Estados y grupos dada vez más numerosos ...

Con esto creemos servir mejor a la causa de la paz, pues se puede aumentar el sentido de responsabilidad que cada Estado debe tener, si no sabe de antemano que está apoyado por pactos militares poderosos”.

Según la concepción nacionalsocialista, esta ideología de la “indivisibilidad de la paz” sólo sirve a las grandes potencias para intervenir en favor de sus intereses egoístas en todos los sucesos políticos del mundo y para llamar seguridad colectiva a esta política de intromisión.

Por tanto Alemania no ve ninguna garantía para la paz en estos pactos colectivos tan confusos y cree -como decía con acertadas palabras el Embajador Joachim von Ribbentrop- que las frases hechas “indivisibilidad de la paz” y “seguridad colectiva” significan en realidad “indivisibilidad de la guerra” e “inseguridad colectiva”.

Acontecimientos Principales y Resultados

Año 1933

En primer lugar hay que citar la conformidad de Alemania con el Pacto de las Cuatro Potencias, propuesto por el Sr. Mussolini, Jefe del gobierno italiano. El 21 de marzo de 1933, Hitler calificaba este pacto “como un ensayo grandioso y de visión amplia para asegurar a la política general europea un desarrollo pacífico y lógico”. El pacto se concertó en Roma, el 7 de junio en el Palacio Venecia. Según este convenio las cuatro grandes potencias europeas: Alemania, Inglaterra, Francia e Italia están de acuerdo en todas las cuestiones económicas que se refieren a ellas o en todas las que sean de interés para la reconstrucción económica de Europa. En el seno de la Sociedad de las Naciones, todas las potencias se obligan a practicar una política de colaboración efectiva para la conservación de la paz y para asegurar el buen éxito de la conferencia del desarme. Según el reglamento de la Sociedad de las Naciones, especialmente en sus artículos 10 (respecto a la integridad territorial e independencia política de los miembros de la Sociedad), 16 (sanciones) y 19 (revisión de los tratados), a reserva de los que decidieron los órganos competentes de la Sociedad de las Naciones, las cuatro potencias acordaron aprobar las propuestas que pudieran dar una eficacia verdadera a los citados artículos.

La participación en este tratado, válida para diez años, era de importancia para Alemania, pues, por primera vez después de la guerra mundial, pudo firmar un acuerdo internacional como gran potencia y con misma igualdad de derechos que las demás, sin verse obligada a hacer concesión o renuncia alguna. Este tratado revocaba, además, el artículo 19 del reglamento de la Sociedad de las Naciones; con ello facilitaba la revisión de las cláusulas del Tratado de Versalles que entretanto se había hecho necesaria.

Los diplomáticos alemanes se encontraron satisfechos, aunque declararon con razón que el nuevo documento era sólo un instrumento diplomático cuyo valor dependía de las negociaciones posteriores. Confiaban en que, después de los Tratados de Ginebra, Locarno y París, Francia podría encontrar de buen grado en el pacto de las Cuatro Potencias una garantía para su seguridad que hubiera permitido un desarme gradual. En Berlín estaban convencidos de haber dado una prueba de sincero amor a la paz, que vino muy a propósito, ya que, según la opinión del mundo, Hitler significaba la guerra. Por la firma de este pacto, Alemania demostró su buena voluntad para colaborar en la conservación de la paz europea y en la reconstrucción económica del viejo continente. Además, el pacto ofrecía al gobierno nacionalsocialista la posibilidad de entablar una política coincidente con la de Roma que en efecto ha llevado luego a la formación del eje Roma-Berlín y a la inteligencia entre ambas potencias autoritarias, que sólo fue interrumpida en los años 1934/1935 a consecuencia de los sucesos en Austria.

A la visita del Presidente del Consejo de ministro Göring, a Roma, siguió el viaje del vice-canciller von Papen a la ciudad del Tíber que también ofreció ocasión para conferenciar con el Vaticano. Después de las negociaciones se estableció el Concordato del 20 de julio. El Reich garantiza la libertad de culto y el ejercicio público de la religión católica; reconoce el derecho de la Iglesia católica para resolver por si misma sus asuntos y para dictar edictos y disposiciones para sus miembros dentro de los límites de la ley alemana.

Este éxito diplomático parece de considerable importancia porque el movimiento nacionalsocialista era combatido por muchos obispos alemanes que excomulgaban a los nacionalsocialistas de su diócesis, les prohibían la visita a la iglesia en grupos uniformados y les negaban la comunión. El Concordato dejaba abierto el camino para una colaboración entre el Estado y la Iglesia. A pesar de algunos graves incidentes ocurridos, constituye la base para el ejercicio del catolicismo en la nueva Alemania.

En julio del mismo año, el presidente de la Conferencia del desarme, Henderson, estuvo en Berlín y Munich. En septiembre el Dr. Göebbels tomó parte en la reunión de la Sociedad de las Naciones; allí, ante la prensa internacional, pronunció un discurso que mereció mucha atención y en el que exponía el punto de vista alemán y explicaba la lucha por la igualdad de derechos:

“No es en interés de pueblo alguno el que Alemania siga siendo tratada como nación de segunda clase y se le quite la posibilidad de su defensa, que le es necesaria para mantener su seguridad nacional. El querer deducir de aquí sus intenciones guerreras, teniendo a la vista el hecho de que en todas partes en lugar de desarme hay rearme, es tan miope como desalentador ...

Ojalá quieran unirse todos los hombres de buena voluntad en la noble intención de aliviar las penas de los pueblos y de servir al bienestar general. En cuanto a Alemania, está dispuesta de todo corazón a contribuir a la paz de Europa.”

Este discurso significaba el último aviso del Gobierno nacionalsocialista, antes de que Alemania abandonara la liga ginebrina, lo que ocurrió el 14 de octubre del mismo año. El Führer y el Gobierno expusieron los motivos de este paso en sus manifiestos al pueblo alemán. Hitler en su discurso, radiado en mismo día, los resumió así:

“Con el sincero deseo de llevar a cabo la obra pacífica de la reconstrucción interior del pueblo alemán y de su vida política y económica, los gobiernos alemanes, confiando en la concesión de una digna igualdad de derechos, se mostraron siempre dispuestos a entrar en la Sociedad de las Naciones y a tomar parte en la Conferencia del Desarme. Pero Alemania quedó bien pronto amargamente desilusionada ...

A pesar de su buena disposición de llevar hasta el extremo y en todo momento el desarme ya consumado, vio Alemania que otros gobiernos no pudieron decidirse a cumplir esta promesa firmada por ellos en el tratado de paz. Por la negativa consciente de conceder a Alemania una igualdad de derechos moral y materialmente efectiva, tanto el pueblo alemán como sus gobiernos repetidas veces fueron humillados hasta el extremo.

Una vez que ya se había concedido expresamente, el 11 de diciembre de 1932, la igualdad de derechos a Alemania, el Gobierno nacionalsocialista declaró su propósito de volver a tomar parte en la Conferencia del Desarme. Los representantes oficiales de los demás Estados, en discursos públicos y entrevistas con el ministro de Relaciones Exteriores y con los delegados alemanes, declararon que esta igualdad de derechos no era posible concedérsela en el presente a la Alemania actual.

Como el Gobierno alemán apercibe en esta conducta una discriminación tan injusta como degradante del pueblo alemán, en tales circunstancias y como nación de segunda clase y sin derechos, no tiene más remedio que dejar de tomar parte en aquellas negociaciones que sólo pueden conducir a nuevos dictados. El Gobierno alemán, afirmando su deseo inconmovible de mantener la paz, en vista de esta exigencias humillantes y deshonrosas se ve obligado con gran sentimiento a abandonar la Conferencia del Desarme. El Gobierno notifica también su separación de la Sociedad de las Naciones y además su inquebrantable voluntad de paz declarándose dispuesta a tomar parte fuera de la Sociedad de las Naciones en todas aquellas acciones internacionales que estén dedicadas a asegurar la paz europea”.

El Gobierno alemán dio a conocer cuatro días más tarde un memorándum en el que, entre otras cosas, se proponía la creación de un ejército de 300.000 hombres, siempre que las demás potencias estuvieran conformes en limitar sus armamentos a los que tenían en aquel momento.

El pueblo alemán aprobó la política del Gobierno nacionalsocialista, reforzó así ante el mundo entero su sentimiento de orgullo, de nuevo recobrado, y recuperó al mismo tiempo su plena libertad de acción.

Todavía estaba el mundo bajo la fuerte impresión de este enérgico paso y del último plebiscito alemán cuando un breve comunicado del 15 de noviembre sobre una conversación sostenida entre el Führer y Lipski, nuevo embajador polaco en Berlín, provocó una nueva sensación. Se hizo saber que las conversaciones sobre las relaciones germano-polacas habían dado por resultado la plena conformidad de ambos gobiernos. Todas las cuestiones referentes a ambos países debían ser tratadas por el camino de las negociaciones directas; para mantener la paz en Europa renunciaban ambos países al empleo de la fuerza.

Unos días más tarde el Führer tuvo una conversación amistosa con el embajador francés, François Poncet, en la que se trató del desarme y de la cuestión del Saar. El 11 de diciembre llegó a Berlín el Sr. Suvich, secretario del ministro de Relaciones italiano.

Como se ve, el primer año de Gobierno nacionalsocialista estaba bajo el signo de una intensa actividad de política internacional para restablecer el honor alemán y la igualdad de derechos.

Año 1934

A principios de año, el 26 de enero, se concluyó el pacto entre los gobiernos alemán y polaco que fijaba los tres puntos siguientes:

1. Ambos gobiernos declaran su intención de entenderse directamente en las cuestiones referentes a sus relaciones recíprocas, cualquiera que sea la naturaleza de aquellas.

2. En el caso en que surgieran cuestiones litigiosas entre ambos, y no se pudiera lograr su solución por negociaciones directas, buscarán en cada caso, y basándose en la conformidad recíproca, una solución por otros medios pacíficos, sin perjuicio de la posibilidad de emplear en caso necesario aquellos procedimientos ya previstos para tales casos en los tratados en vigor, acordados entre ambas partes. En ningún caso emplearán la fuerza para tratar de resolver tales disensiones.

3. La garantía de la paz, creada así por estas bases, facilitará a ambos gobiernos la gran tarea de encontrar soluciones para los problemas políticos, económicos y culturales que descansen sobre un equilibrio justo y razonable de los intereses respectivos.

A este acuerdo se acompañó un protocolo económico para suprimir la guerra aduanera y para crear la base de un comercio más intenso.

Cuatro días más tarde, el Canciller en su discurso ante el Reichtag declaró que en el momento de la toma del poder, las relaciones entre ambos países habían sido algo más que poco satisfactorias. Ha existido el peligro de que de las diferencias existentes, cuyas causas residían en la distribución territorial ordenada por el Dictado de Versalles, surgiera una hostilidad y amenazara convertirse al cabo del tiempo en una “hostilidad hereditaria”.

Este acuerdo fue hecho de modo tal que ambas naciones pudieran obtener mediante el las mayores ventajas. El Führer, refiriéndose a un ejemplo concreto, indicó que las diferencias en la vida de los pueblos no deben impedir aquellas formas de las relaciones recíprocas que sirvan a la causa de la paz, es decir, del bienestar. El Canciller, de un modo leal y sincero, trató de estudiar los problemas de ambos países directamente en vez de confiar a otros su solución.

El Gobierno alemán encontró la misma opinión en el jefe del Estado polaco, Mariscal Pilsudski. Esta coincidencia hizo que cuajara su espíritu en un tratado que había de ser beneficioso tanto al pueblo polaco como al alemán y, por lo tanto, constituye una contribución muy importante para el mantenimiento de la paz en general.

El ministro de Relaciones Exteriores polaco, Beck, expresó su parecer de que había comenzado una nueva y mejor época en las relaciones con Alemania. Con especial satisfacción reconoció en este acuerdo un trabajo constructivo que podía enfrentar el pesimismo que iba ganando cada vez más terreno en las relaciones internacionales.

Hitler mostró con este tratado, que fue una sorpresa para el mundo entero, la exactitud de su tesis de que los tratados directos, entre dos, son preferibles a los colectivos.

Otros acontecimientos importantes de este año: la unificación de las medidas preparatorias alcanzadas en Ginebra para el plebiscito del Saar, al cual se le fijó la fecha del 13 de enero de 1935; además, el encuentro de Mussolini con Hitler en Venecia.

Año 1935

Del cúmulo de acontecimientos de política internacional de este año, en cuyo comienzo tuvo lugar el plebiscito casi unánime del Saar, destacaremos sólo unos cuantos que son característicos para señalar el camino de la política alemana internacional.

El 15 de marzo, la Cámara francesa aprobó la ley del servicio militar por dos años. Adolfo Hitler recibió esta noticia en Berchtesgaden, partió hacia Berlín en aeroplano y convocó con urgencia al Consejo de ministros: en la tarde del 16 de marzo se dio la ley “sobre la reorganización del ejército”. Esta ley se compone de 3 sencillos artículos de gran importancia histórica:

Art. 1. Se establece el servicio militar obligatorio.

Art. 2. El ejército alemán, en pie de paz, incluyendo los grupos de policía incorporados, consta de 112 cuerpos y 36 divisiones.

Art. 3. Las leyes complementarias sobre la reglamentación del servicio obligatorio serán presentadas inmediatamente por el ministro de la Defensa al Gobierno.

Con esta medida se aseguraba Alemania la soberanía defensiva y rompía así la cadena más fuerte del Dictado de Versalles.

El Gobierno de Hitler razonaba, en una proclamación dirigida al pueblo alemán y a todo el mundo, el carácter e importancia de esta medida. En vano protestaron las otras grandes potencias europeas, en vano tomó la Sociedad de las Naciones una resolución en la cual se hizo constar la infracción de las obligaciones alemanas contra la comunidad de los Estados. El Gobierno alemán protestó en una nota contra la opinión de la Sociedad, opinión que calificaba como una renovada humillación negando, a los gobiernos que participaron, el derecho a juzgar sobre Alemania.

Entre tanto y también en el mes de marzo, llegaron a Berlín el ministro de Relaciones Exteriores inglés, Sir John Simon y el Lord del Sello privado Anthony Eden. El comunicado común de las conversaciones sostenidas manifiesta que “se había fijado una posición totalmente clara de las concepciones de ambos gobiernos” y señalaba además que “estos con su política intentan asegurar la paz de Europa fomentando la colaboración internacional”.

En las conversaciones sostenidas con los representantes ingleses, Hitler expuso la opinión alemana al plan referente al Pacto Oriental que, propuesto por el ministro de Relaciones Exteriores francés, Louis Barthou, era apoyado por John Simon. Se trataba de un pacto entre las cinco potencias orientales (Checoslovaquia, Polonia, Estados balcánicos, Rusia y Alemania) que preconizaba una garantía mutua para la intangibilidad de las fronteras; y de un pacto entre Francia, Alemania y la Unión soviética para ayudarse mutuamente en caso de agresión a una de ellas.

El Führer no se mostró dispuesto a entrar en un pacto que contenía obligaciones militares automáticas de ayuda mutua. No veía en este pacto un elemento para la conservación de la paz sino más bien una amenaza contra esta. Además, Adolfo Hitler se refirió por primera vez a la cuestión de la devolución de las colonias y a un convenio naval con la Gran Bretaña.

El 21 de mayo el Führer proclamó en su discurso ante el Reichstag una grandiosa proposición de paz que fue formulada en los trece puntos siguientes:

1.- Sin igualdad de derechos no es posible el regreso a Ginebra.

2.- La revisión de los tratados debe efectuarse solamente por medio de una inteligencia amistosa.

3.- No se firmarán tratados irrealizables.

4-Facilidades para el desarrollo regular de los tratados.

5- La colaboración europea no es posible mientras rija el sistema de decisiones impuestas.

6.-En principio, decisión firme para concluir pactos de no agresión.

7. Buena disposición para completar el Pacto de Locarno mediante convenio aéreo.

8.-Publicación de las medidas de reorganización del ejército alemán.

9.-Disposición para la limitación general de los armamentos.

10- Supresión de las armas ofensivas.

11.-Limitación de los calibres de la artillería.

12- Labor encaminada a evitar el envenenamiento de la opinión pública.

13- Definición del concepto de intromisión en los asuntos internos de los Estados.

Adolfo Hitler concluyó con estas palabras:

“Todos nosotros sabemos, cuantos millones de adversarios valientes y denodados nos hicieron frente en la guerra mundial. Seguramente que la Historia mostrará más a menudo que nosotros los alemanes hemos comprendido menos el arte de vivir que el de morir con honor ...

Yo no puedo concluir mejor mi discurso de hoy ante vosotros, compañeros de lucha y hombres de confianza de la nación, que expresando de nuevo nuestra fe en la paz ...

Quien en Europa levante la antorcha de la guerra no puede desear más que el caos. Pero nosotros, vivimos en la firme convicción de que en nuestro tiempo el Occidente en vez de hundirse, resurgirá de nuevo. Quiera Alemania aportar una contribución imperecedera a esta gran obra; esa es nuestra orgullosa esperanza y nuestra fe inconmovible!”

Cuatro días más tarde, el Gobierno alemán envió a las potencias de Locarno un memorándum sobre la incompatibilidad del pacto franco-ruso, del 9 de mayo de 1935, con el pacto renano. Hizo destacar la condición de que las conclusiones establecidas en el segundo de aquellos pactos no se podrían modificar o interpretar con eficacia legal por un pacto concertado con un tercer Estado. Acentuaba, además, refiriéndose especialmente al artículo 1º del pacto franco-ruso, que, en el caso en que el Consejo de la Sociedad de las Naciones no llegara a una propuesta u opinión unánime, debiera aplicarse la ayuda mutua en la misma forma.

A principios de junio comenzaron las negociaciones navales anglo-alemanas. El 18 del mismo mes quedaron estas terminadas con un cambio de notas en que se fijaban los acuerdos adoptados.

El convenio determina las fuerzas de la flota alemana en la proporción de 35:100 respecto a la flota total británica. Esta proporción no podrá ser alterada por las construcciones navales que emprendan otros países. En el caso de construcciones extraordinarias, Alemania queda autorizada para requerir a Inglaterra a fin de examinar la situación.

Alemania está dispuesta, además, a aplicar la proporción fijada especialmente para cada categoría de buques, ya que su gobierno (como también el inglés) es favorable a aquel sistema de las limitaciones navales que prevé un máximo de tonelaje y del calibre respectivamente para cada una de las categorías de buques; a Alemania se le concede teóricamente el derecho de poseer el mismo tonelaje de buques submarinos que el Commonwealth británico. Sin embargo, Alemania se compromete a no aumentar su tonelaje de submarinos por encima del 45% del tonelaje británico. Si se creara una situación que hiciese necesaria, según la opinión del Reich alemán, sobrepasar este límite, Alemania tendrá el derecho de hacer al Gobierno inglés la notificación correspondiente estando dispuesta acto seguido a una discusión amistosa sobre tal cuestión.

Este convenio fue firmado, en nombre del Reich, por el presidente de la delegación alemana y embajador plenipotenciario, Joachim v. Ribbentrop. El convenio limita, en efecto, las posibilidades de desarrollo de la marina de guerra alemana, pero ofrece sin embargo para la política de Hitler las ventajas siguientes:

1. Con ello se logró por primera vez el reconocimiento formal de la política de rearme alemana, suprimiendo así las reacciones del extranjero por este paso dado por el Reich;

2. Con el tratado se eliminó aquella desconfianza surgida en Inglaterra, aquel temor ante una nueva rivalidad militar de Alemania en el mar (que es una de las razones y no de las últimas de la entrada de la Gran Bretaña en la guerra mundial);

3. Una vez más se mostró al mundo que los tratados directos entre dos países son más fáciles de llevar a cabo que los colectivos;

4. Con ello se dio también un ejemplo de la posibilidad de realizar fuera de la Sociedad de las Naciones un tratado sobre la limitación de armamentos y obtener así una importante contribución para la paz.

Este tratado significa, desde luego, un sacrificio para Alemania. Pero el pueblo lo ha entendido en su justo valor y lo considera como una necesidad para las relaciones anglo-alemanas dentro del plan alemán de la política de paz. Hitler un su libro “Mein Kampf” (Mi lucha) ha explicado la necesidad de las relaciones cordiales con Inglaterra; constituye un rasgo fundamental de su política internacional.

Año 1936

El 27 de febrero, la Cámara francesa ratificó el pacto franco-ruso por 353 votos contra 164. El 7 de marzo las tropas alemanas entraron en la zona desmilitarizada del Rin. Las potencias signatarias del tratado de Locarno (16 de octubre de 1925) o sean, Francia, Bélgica, Italia y Gran Bretaña fueron notificadas de que Alemania había restablecido la total e ilimitada soberanía nacional en la zona desmilitarizada del Rin en interés de los derechos más primitivos de un pueblo de asegurar sus fronteras y de afianzar sus posibilidades de defensa”.

En el memorándum alemán se decía que el pacto de Locarno había perdido su objeto y cesado prácticamente de existir a consecuencia del pacto París-Moscú. Por esa circunstancia, Alemania se veía desligada de ese pacto, sobre todo porque, además, se había completado paralelamente con otro concluido entre Checoslovaquia y la Unión soviética. Pero para evitar una falsa interpretación de sus propósitos y acentuar el carácter puramente defensivo de estas medidas y para dar impulso una vez más a sus anhelos de una pacificación de Europa, el Gobierno alemán basado en estas miras, se mostraba dispuesto a concertar nuevos tratados según las proposiciones siguientes:

1. Formación de una zona desmilitarizada a ambos lados de la frontera franco-alemana.

2. Conclusión de un pacto de no agresión entre Alemania, Francia y Bélgica por un plazo de 25 años.

3. Firma de este pacto por Inglaterra e Italia como potencias fiadoras.

4. Participación de Holanda en este pacto.

5. Firma de un pacto aéreo ente las potencias occidentales.

6. Conclusión de un pacto de no agresión con los Estados limítrofes al Este de Alemania, Lituania inclusive, idéntico al hecho con Polonia.

7. Reingreso de Alemania en la Sociedad de las Naciones con la esperanza de que en el curso de un tiempo razonable se puedan resolver por medio de negociaciones amistosas las cuestiones de la igualdad de derechos coloniales y del Estatuto de dicha Sociedad desligándolo del tratado de Versalles.

De esta manera Hitler rompió la segunda de las fuertes ligaduras de Versalles y puso al mundo ante una nueva “sorpresa”. Hasta ahora, su plan de paz no ha encontrado en el extranjero, por desgracia, el reconocimiento que se merece. Lo mismo que un año antes, al restablecerse el servicio militar obligatorio, comenzó entonces una campaña diplomática contra Alemania. Al revés de lo ocurrido el año 1935, Italia tomó parte en ella sólo al principio; la neutralidad de Alemania en la guerra italo-abisinia mostró en esta ocasión su efecto.

Por la resolución del Consejo de la Sociedad de las Naciones, tomada en Londres el 19 de marzo, Alemania fue condenada por haber infringido el artículo 43 del Tratado de Versalles. Contra esta determinación protestó inmediatamente el Embajador von Ribbentrop. El 3 de abril, el Sr. Eden, ministro de Relaciones Extranjeras inglés, comunicó en la Cámara de los Comunes que “el Gobierno inglés, si bien hasta ahora no había tenido tiempo de hacer más que un estudio preliminar, consideraba como muy importantes las últimas proposiciones de Hitler”.

Por su parte, el pueblo alemán, mediante las elecciones del Reichtag del 29 de marzo, demostró estar conforme con la decisión tomada por el Führer.

La lucha diplomática de las potencias signatarias de Locarno llevó a conversaciones de los estados mayores militares de Francia, Inglaterra y Bélgica, cuyo contenido no se dio a conocer; fueron terminadas, el 23 de junio en Londres, por una conferencia de estas potencias (sin Italia). Se acordó convocar a una conferencia de las Cinco potencias, cuyos preparativos no se han terminado hasta hoy porque entretanto otros dos sucesos importantes de política internacional se han colocado en primer plano: el fin de la guerra italo-abisinia, victorioso para los italianos, y el comienzo de la guerra civil española.

La actitud neutral de Alemania con respecto a Italia durante su guerra con Abisinia y en la lucha contra las sanciones debía conducir a una aproximación entre Roma y Berlín. En la cuestión austríaca la política italiana se mostró transigente. Alemania logró concertar con Viena un acuerdo firmado el 11 de julio. Los gobiernos declararon estar dispuestos a renovar sus relaciones amistosas; de este modo creían servir a los intereses comunes de ambos Estados así como a la paz europea. Alemania reconoció la soberanía del Estado confederado de Austria. Esta a su vez tenía que orientar su política de acuerdo con la realidad de que Austria se reconoce como un estado alemán.

Por este convenio no se alteran los protocolos romanos de los años 1934 y 1936 ni tampoco la posición de Austria respecto a Italia y Hungría como participantes en estos protocolos. Ambos gobiernos consideran la organización política interna de sus respectivos países, incluso en nacionalsocialismo austríaco, como un asunto exclusivamente interno.

Con este tratado desapareció por fin una disensión que había tenido alejados a dos Estados alemanes. El carácter alemán de ambos participantes les indujo a los naturales sacrificios. El terminar con una situación que tanto política como espiritualmente había pesado sobre la población fronteriza de ambos países valía la pena de hacer tales sacrificios.

También se pudo ver al firmarse este convenio, lo mismo que en el tratado polaco-alemán y que en el acuerdo naval anglo-alemán, que el sistema directo del entendimiento bilateral produce resultados positivos.

Este convenio no significa ninguna “nueva constelación”; en él se prevé que los acuerdos romanos de Austria con Italia y Hungría no sufran alteración alguna ni tampoco tienen como consecuencia un giro de Viena de esta línea política. Para Alemania tampoco significa el convenio un desvío de su política de buscar las relaciones amistosas con sus vecinos, de eliminar los factores perturbadores y de contribuir a una paz colectiva, justamente entendida.

Como resultado de la actitud cordial de Roma, el joven ministro de Relaciones Extranjeras italiano, Conde de Ciano, hizo una visita a Berlín el 19 de octubre. Después de una recepción solemne cambió amplias impresiones con el ministro de Relaciones Exteriores von Neurath y con otras eminentes personalidades. En Berchtesgaden, el Führer le comunicó que Alemania reconoce, bajo todas sus formas, el Imperio italiano de Etiopía.

Ciano declaró que habían sido examinadas las negociaciones para la sustitución del Tratado de Locarno así como los diferentes aspectos del problema de la Sociedad de las Naciones; a partir de entonces todas las cuestiones habrían de ser tratadas mediante consultas de carácter amistoso entre ambas naciones. Alemania e Italia habían llegado además al convencimiento de que el gobierno nacional del general Franco está apoyado por la firme voluntad del pueblo español en la mayor parte del territorio de aquella nación. Italia y Alemania deseaban que España, en su plena integridad nacional y colonial, recuperara el puesto que le corresponde.

Además, se acordó intensificar aún más las relaciones culturales entre Alemania e Italia. En relación con el reconocimiento del Imperio italiano de Etiopía se ha establecido un arreglo de las relaciones económicas italo-alemanas en cuanto se refiere a Etiopía [3].

El Conde Ciano tomó parte en Berlín en una manifestación de las juventudes hitlerianas, en la que se anunció la fundación de un instituto en Berlín y otro en Roma de las organizaciones juveniles italo-alemanas.

Esta visita fue el punto de partida de una serie de viajes de personalidades de la Política, de la Economía, del Ejército, etc., de Berlín a Roma y viceversa.

En su discurso “realista” de Milán, del 1º de noviembre, Mussolini dijo que “la vertical Berlín-Roma no es una secante sino más que eso un eje, en el cual pueden apoyarse todos los Estados europeos que estén inspirados por la voluntad de colaboración y de paz”.

Así tuvo lugar la realización de un deseo expresado por Hitler en su libro “Mein Kampf”: el logro de una “Entente Cordiale” con Italia.

El mes de noviembre tajo tres acontecimientos importantes para la política alemana de libertad y de paz.

El primero fue el restablecimiento de la soberanía del Reich sobre los ríos alemanes.

El 15 de noviembre, el gobierno alemán transmitió una nota a los gobiernos que por el tratado de Versalles estaban representados en la Comisión fluvial internacional del Rin, Danubio, Elba y Oder. En esta nota se decía que las prescripciones del tratado contradicen a los principios de la igualdad de derechos en la navegación fluvial y significan un sistema unilateral desventajoso para Alemania. Como los esfuerzos alemanes para suprimir este insoportable estado de cosas habían sido siempre infructuosos, el Gobierno alemán ya no podía aceptar por más tiempo la situación creada y por tanto no reconocía más dichas prescripciones concernientes a los ríos en territorio alemán y a la administración del canal de Kiel. Al mismo tiempo, el Gobierno alemán denunció los acuerdos tomados el 4 de mayo referentes a la navegación por el Rin.

Con esto cesó la colaboración de Alemania en el seno de la Comisión fluvial creada por Versalles. La navegación por los ríos alemanes está abierta a todos los Estados que vivan en paz con Alemania y no hay diferencia alguna en la manera de tratar los barcos alemanes y extranjeros. Condición previa para ello es, desde luego, la garantía de reciprocidad.

Hitler eliminó así una de las últimas ligaduras del Dictado de Versalles.

El segundo acontecimiento de este mes fue la visita oficial del secretario de Relaciones Exteriores austríaco Dr. Guido Schmidt que sostuvo largas conversaciones con el ministro de Relaciones Exteriores alemán, von Neurath, y que seguidamente fue recibido por el Führer. Objeto de estas conversaciones fueron los problemas de naturaleza política, económica y cultural. Las relaciones comerciales autro-alemanas habrían de ser inmediatamente intensificadas. Se vio que, manteniendo en vigor las bases del convenio del 11 de julio, podría resultar una colaboración provechosa en muchas cuestiones.

El tercer acontecimiento lo constituye el pacto contra la Internacional comunista que fue firmado el 25 de noviembre en Berlín entre el Embajador del Japón y el Embajador von Ribbentrop. Alemania y el Japón reconocen que el fin de la Internacional comunista es la descomposición y opresión de los Estados existentes; están convencidas de que una intromisión del Komintern en los asuntos internos de las naciones amenaza tanto a la paz y bienestar social interiores como a la paz mundial. Ambas naciones acuerdan informarse recíprocamente sobre la actividad de la Internacional comunista, consultarse sobre las medidas de defensa necesarias y ejecutar estas en estrecha colaboración. Los demás Estados, cuya paz interna aparezca amenazada por la labor destructora de la Internacional comunista, son invitados a participar en este acuerdo. El pacto será válido durante 5 años. Un protocolo adicional establece la formación de una Comisión permanente de ambos países. Las autoridades competentes deben adoptar las más severas medidas contra los colaboradores directos o indirectos de la Internacional comunista en el interior o en el extranjero.

Los motivos para este acuerdo se encuentran en la resolución del séptimo Congreso del Komintern de formar un “Frente único para la lucha contra el fascismo y el imperialismo” que se dirigía principalmente contra el Japón, Alemania y Polonia. Con esto, la actividad del Komintern demostró su carácter internacional; las medidas para oponérsele tenía que ser por tanto de colaboración internacional.

Las ideas expuestas por Hitler y otros oradores, dos meses antes, en el Congreso del Partido en Nuremberg, encontraron por primera vez inmediata aplicación en este acuerdo.

Entre otros acontecimientos importantes de este año, hay que citar el “convenio comercial y de pagos” firmado con Lituania, el 5 de agosto. El objeto del mismo es disminuir la tirantez entre ambos países y fomentar sus relaciones políticas. Esta política pacifista de Alemania con respecto a los Estados vecinos se afianzó con las ofertas de garantía de neutralidad a Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Suiza.

Año 1937

El año comienza con un viaje a Italia del presidente del Consejo de Ministros Mariscal Göring, acompañado de su esposa. El colaborador de Hitler fue recibido en audiencia por el Rey y sostuvo varias conversaciones con el Duce y con el Conde Ciano. En estas se trató de los problemas internacionales presentes, especialmente de la guerra civil española. En una recepción concedida a la prensa, en Capri, el Mariscal Göring acentuó que el eje Berlín-Roma es una articulación sólida en la obra de reconstrucción de la paz; mediante la firme voluntad de desembrollar la situación internacional Alemania quiere contribuir a consolidar la paz de Europa de nuevo amenazada.

El resultado práctico de estas conversaciones se expresó en la coincidencia de las respuestas con las cuales Italia y Alemania contestaron el 25 de enero el memorándum de la Gran Bretaña referente a la prohibición de los voluntarios para España.

Anteriormente, ambos gobiernos ya habían propuesto prohibir la intromisión indirecta (ayuda económica, propaganda, envío de voluntarios). Esta propuesta no fue tomada en consideración. Alemania e Italia estaban ahora dispuestas a dar una nueva ley por la cual debería prohibírsele la entrada en España a todas las personas que se propusieran marchar a dicho país para tomar parte en la guerra civil. Las notas se referían a las propuestas de ambos gobiernos de retirar de España a todos los combatientes no españoles, incluso agitadores y propagandistas.

Esta respuesta se comunicó a raíz de las inculpaciones de la prensa extranjera contra Alemania por la supuesta presencia de tropas alemanas en el Marruecos español y contribuyó a calmar el estado de ánimo en el mundo. Es preciso hacer constar que, gracias a una conversación sostenida entre el Führer y el Embajador francés, François Poncet, en la recepción de año nuevo del Cuerpo diplomático, así como a la actitud objetiva de los gobiernos francés e inglés, se debe el que el incidente del supuesto desembarco no haya tenido graves consecuencias internacionales. Desde entonces, Roma y Berlín, de completo acuerdo, siguen la misma política en la cuestión española.

El 30 de enero de 1937, los cuatro primeros años de gobierno nacionalsocialista se terminaron con un discurso por la paz, pronunciado por Hitler ante el Reichtag. El Führer dio cuenta general de los resultados obtenidos en todos los ramos de la vida nacional. Hitler puso en evidencia que la revolución nacionalsocialista ha realizado el mayor milagro imaginable en el gobierno de un país y que el orden en el interior, así como la reorganización del Ejército alemán, le han dado la posibilidad de liberarse de aquellas ataduras que Alemania tuvo que soportar como la mayor ignominia que se le ha hecho hasta ahora a un pueblo.

A continuación, el Führer anunció su propósito de dar por terminado el proceso de la igualdad de derechos de Alemania, pero esto no podría tener lugar hasta que no se hubieran cumplido otras dos condiciones previas:

1. Subordinar a la soberanía del Reich los ferrocarriles alemanes y el Banco Nacional (Reichsbank).

Una vez cumplida, en efecto, esta resolución desaparecen las últimas ligaduras internacionales de la legislación monetaria alemana. Así terminó un período de amargos recuerdos para el Banco Nacional: toda forma de dependencia del extranjero significa una humillación para el Banco emisor de un pueblo con conciencia nacional. Los ferrocarriles alemanes, una vez liquidadas las participaciones privadas, pasaron a ser del Estado.

2. La segunda condición es la de retirar solemnemente la firma alemana de la declaración obtenida, por exacción, de un gobierno débil, contra ciencia y consciencia, de la culpabilidad de Alemania en la guerra.

Si bien esta declaración no significaba más que un gesto, su efecto moral era grande, ya que el texto del artículo 231 del Tratado de Versalles (Reconocimiento de la responsabilidad única e indemnización de daños) pesaba constantemente sobre el sentimiento nacional del pueblo alemán.

Historiadores y escritores alemanes, basándose principalmente en las publicaciones del archivo secreto ruso editadas después de la guerra, se han esforzado en demostrar el error histórico de aquel artículo tan ofensivo para Alemania.

En el extranjero también se han hecho investigaciones de esta índole con resultados favorables para Alemania. A pesar de esto, dicho error ha enturbiado el criterio de muchos hombres de Estado y ha hecho fracasar todo intento de Alemania de obtener una revisión del artículo 231.

Hitler manifestó en su discurso que Alemania, como Estado que ha recuperado la igualdad de derechos, tiene conciencia de su misión europea y colaborará desde ahora en la solución de los problemas internacionales.

Con estas palabras del Führer se terminó un período que comenzó el 28 de junio de 1914. Para Alemania, para toda la Europa, este tiempo abarcó guerras y revoluciones, miserias y sufrimientos que apenas tienen su equivalente en los anales de la Historia. Ahora una nueva era comienza; todos esperamos confiados en que será mejor a pesar de las dificultades internacionales presentes.

El Führer ha mantenido su promesa de devolver a Alemania la igualdad de derechos, la libertad y el honor nacionales.

Es interesante recordar que en este discurso, que acabamos de citar, Hitler decía que el gobierno alemán había asegurado a Bélgica y a Holanda el estar dispuesto a “reconocer y garantizar en todo momento estos Estados como territorios neutrales e intangibles”. Esta buena disposición de ánimo de Alemania halló un eco entusiasta en la Cámara holandesa; el Gobierno declaró que Holanda apreciaba estos buenos propósitos en todo su valor.

El 12 de febrero tuvo lugar una conversación entre el Embajador alemán, von Ribbentrop, y el representante del ministro de Relaciones británico, Lord Halifax, en la cual se trataron diferentes cuestiones que afectaban a los intereses de ambos países, Esta conversación preparaba la visita que más tarde hizo Lord Halifax a Alemania.

El ministro de Relaciones Exteriores, von Neurath, que llegó a Viena el 22 de febrero para pasar allí dos días, celebró varias entrevistas con el Canciller de la Confederación, von Schuschnigg, y con el secretario de Relaciones Dr. Schmidt. En un comunicado oficial se anunciaba la satisfacción con que se había comprobado que el acuerdo del 11 de julio de 1936 había servido para el restablecimiento de las relaciones amistosas con plena confianza de ambos Estados y como base adecuada para garantizar en lo sucesivo una colaboración provechosa. En estas conversaciones se expresó la esperanza de que la aproximación conseguida por el acuerdo económico del 27 de enero había de favorecer un movimiento más intenso de mercancías y viajeros, que a su vez tenía que influir sobre el desarrollo general de las relaciones entre ambos países. En cuanto a la política cultural se discutieron extensamente las cuestiones más urgentes del intercambio intelectual. En consecuencia, se nombró la Comisión para el fomento de las relaciones culturales entre Austria y Alemania que ya se había acordado cuando el secretario de Estado, Dr. Schmidt, hizo su visita a Berlín. Esta Comisión debía principiar sus funciones el 25 de febrero.

Poco después, el Presidente de la Confederación suiza, dio a conocer al Consejo que uno de los miembros de este, Schulthess, con motivo de un viaje privado a Alemania, efectuado con su anuencia, había sido recibido en audiencia por el Führer. El Canciller renovó sus deseos de paz y declaró que la existencia de Suiza es una necesidad europea; además hizo observar que en su discurso del 30 de enero, al hacer referencia a la declaración de neutralidad de Bélgica y Holanda, no se había citado especialmente a Suiza porque no afectaba en modo alguno a la neutralidad ya reconocida por Alemania y las otras potencias. La inviolabilidad y neutralidad de Suiza será en todo tiempo respetada por Alemania, ocurra lo que ocurra. El Canciller concedió al Sr. Schulthess plena autorización para comunicar esta declaración expresa y terminante al Gobierno de la Confederación a fin de que aquel lo transmitiera al pueblo suizo. El Consejo federal, con satisfacción, tomó nota de esta declaración.

La primavera del año 1937 se caracterizó por diferentes acontecimientos que llevan el sello de una inteligencia internacional.

En primer lugar, el Dr. Rust, ministro de Educación Nacional, se trasladó a Grecia para inaugurar las excavaciones de Olimpia, emprendidas gracias al donativo anunciado por el Führer con ocasión de los Juegos Olímpicos de Berlín. Más tarde, el Presidente del Banco Nacional, Dr. Schacht, correspondió en Bruselas a la visita que antes le hiciera en Berlín el Gobernador del banco Nacional de Bélgica; en esta ocasión fue recibido en audiencia por el Rey Leopoldo. El Dr. Schacht declaró a los periodistas que, según su opinión, la reorganización de las relaciones económicas internacionales sólo sería posible si estuviera precedida de una depuración de la situación política. Como nadie quiere la guerra será bien posible conseguir esta inteligencia. El rearme alemán no es impedimento alguno, antes por el contrario, facilita este entendimiento ya que Alemania no ha sido respetada mientras no hubo recuperado su fuerza. El Subsecretario de Estado y jefe de las Juventudes italianas, Rici, acompañado de algunos oficiales de Balilla, hizo una visita a Alemania para saludar a los jefes de las juventudes alemanas y conocer su organización. El Presidente del Consejo de Ministros, Mariscal Göring, fue recibido en Roma por el Duce.

Según una nota oficial, en las conversaciones sostenidas en Roma entre el Ministro de Relaciones, von Neurath, Mussolini y Ciano, se expresó de nuevo la voluntad de ambos gobiernos de continuar una política coincidente sobre la base del protocolo italiano-alemán de octubre de 1936 y hacer en lo sucesivo todos los esfuerzos necesarios que contribuyan a favorecer una amplia colaboración con las otras potencias. Más tarde el Barón von Neurath estuvo en Belgrado, Sofía y Budapest, para consolidar e intensificar las buenas relaciones del Reich con esos países. También es interesante anotar la declaración que más tarde hizo el Ministro de Relaciones belga, de que su país se da cuenta exacta del significado de la buena voluntad mostrada por el Canciller alemán de reconocer y garantizar la neutralidad de Bélgica. En ello se ven posibilidades a las cuales el Gobierno belga no quiere renunciar en modo alguno.

El 24 de mayo, cuatro buques de guerra italianos, que estaban anclados en Palma de Mallorca, fueron atacados por aeroplanos del Gobierno de Valencia, ataque que causó desperfectos. Dos días más tarde cayó una bomba sobre el comedor de oficiales del crucero italiano “Quarto” matando a 6 oficiales e hiriendo a varios más.

El 29 de mayo, el buque de guerra alemán “Deutschland”, que estaba anclado en la rada de Ibiza, fue bombardeado por dos aeroplanos del Gobierno de Valencia. En una nota del Gobierno alemán, radiada por las emisoras del país, se hacía constar que el barco, que pertenecía a las fuerzas navales destinadas al control marítimo internacional, estaba anclado y por tanto la tripulación se encontraba en la cámara de proa desprovista de toda protección. Una bomba estalló en el comedor de tropa, 20 muertos y 73 heridos resultaron de este atentado criminal. Una segunda bomba dio en una cubierta lateral produciendo ligeros desperfectos. El barco no había disparado antes ni un solo tiro contra los aeroplanos. La declaración del Gobierno alemán añadía que el de Valencia había sido ya avisado por dos veces por la Comisión de no intervención y por el Gobierno alemán de abstenerse de efectuar agresión alguna contra los buques al servicio del control internacional.

Como represalia contra la agresión al acorazado “Deutschland”, fue bombardeado por la escuadra alemana el puerto fortificado de Almería. Una vez que fueron destruidas las instalaciones del puerto, y se redujo al silencio a las baterías enemigas, se dio por terminada la represalia. Para reforzar la escuadra alemana en aguas españolas se enviaron algunos buques de guerra más.

El embajador von Ribbentrop entregó a la Comisión de no intervención, en Londres, una nota en la que la agresión era citada y calificada como uno de aquellos incidentes semejantes en que fueron amenazados, por buques de guerra rojos, el acorazado “Graf Spee”, a comienzos de abril, y el crucero “Leipzig”, el 11 de mayo. El Gobierno alemán, en vista de esto, había decidido no participar más en el sistema de control y en las deliberaciones del Comité de no intervención en tanto que no se obtuviera una garantía contra la repetición de tales incidentes. Mientras subsistiesen estas circunstancias, los buques de guerra alemanes tenían la orden de defenderse con las armas contra cualquier aeroplano o buque de guerra español que se aproximase. Así protegió Adolfo Hitler la dignidad de Alemania y el prestigio de las fuerzas de guerra internacionales en las aguas españolas.

El tratado naval cuantitativo anglo-alemán de 1935, no preveía acuerdos de naturaleza cualitativa hasta que no se llegara a una inteligencia entre Inglaterra, Francia, los Estados Unidos y la Unión soviética. Como en efecto se había ya realizado, volvió a firmarse un nuevo tratado naval anglo-alemán que queda en vigor hasta el 31 de diciembre de 1942. Una cláusula de seguridad determina que, en caso de surgir circunstancias especiales, el tratado podrá ser revisado. Además, para el tercer trimestre del año 1940, se han previsto nuevas entrevistas referentes a la prolongación o modificación del tratado; este determina el tiempo de vida activa y por consiguiente cuando pueden ser sustituidos los cruceros, buques portaaviones, buques rápidos, submarinos y otras unidades pequeñas, Desde un punto de vista cualitativo (tonelaje y calibre) se fijan los valores máximos siguientes: para acorazados: 35.000 T y piezas de 40,6 cm.; para buques portaaviones: 23.000 T y piezas de 15,5 cm.; para buques rápidos, es decir, cruceros grandes: 10.000 T y piezas de 20 cm.; para cruceros pequeños: 8000 T y piezas de 15,5 cm.; y para una subsección, destructores, etc.: 3.000 T y piezas de 15,5 cm.; para submarinos 2.000 T y piezas de 13 cm. Para los cruceros grandes se fija un plazo de suspensión en las construcciones que termina el 1º de enero de 1947. Sin embargo, si la Unión soviética realizara su intención de construir en ese tiempo cruceros de gran tonelaje, este plazo de suspensión podrá ser acortado. En el acuerdo se expresa claramente que Alemania en este caso no tendrá responsabilidad alguna. El tratado estipula, además, que ambas partes se notificarán mutuamente por adelantado las nuevas construcciones que se propongan emprender. Asimismo, se previene el intercambio de noticias sobre la puesta en servicio de buques de guerra. Un acuerdo adicional al tratado naval anglo-alemán de 1935 y designado como “aclaración” contiene prescripciones sobre la aplicación de la proporcionabilidad del 35:100 de la flota alemana respecto a la británica en las distintas clases de barcos, sobre la posibilidad de la transferencia del tonelaje de una clase a otra y sobre los acuerdos especiales respecto a la edad de los buques de guerra alemanes construidos conforme al Tratado de Versalles. Un cambio de notas, considerado como la tercera parte del tratado, se refiere a la ya citada posibilidad de la reducción del plazo por el que se suspende la construcción de cruceros grandes.

A principios de septiembre se hizo saber que en la segunda quincena del mes, el Jefe del Gobierno italiano, Mussolini, visitaría Alemania por invitación del Führer. El encuentro de los dos Jefes de Estado habría de servir para proclamar de nuevo el estrecho compañerismo y armonía de los movimientos revolucionarios que en ambos países habían llevado a una total transformación de la vida del pueblo y del Estado.

El Sr. Mussolini, Jefe del Gobierno italiano, realizó su visita a Alemania acompañado de un gran séquito en el cual se hallaban el Ministro de Relaciones Exteriores, Conde Ciano, el Secretario del Partido, Ministro Starace y el Ministro de Instrucción Pública, Alfieri. Mussolini fue saludado en la frontera austro-alemana por el Lugarteniente del Führer, Rudolf Hess y acompañado por éste a Munich. Después de ser recibido en esta ciudad por el Führer, el Duce depositó una corona en el Ehrentempel (Templo de Honor) situado en la Plaza Real, visitando en seguida los edificios de la administración del Partido y la Casa del Führer, donde se efectuó la recepción de los Jefes del Partido (ver Fig. 51-62).

Después del desfile de las milicias del Partido y de una visita a la Casa del Arte alemán, tuvo lugar en este edificio una recepción, en la cual Mussolini nombró a Adolfo Hitler Jefe de Honor de la Milicia Fascista, confiriéndole con esto la más alta dignidad que el Partido Fascista puede otorgar.

El nombramiento de Hitler como Jefe de Honor de la Milicia Fascista llevaba esta leyenda: “Adolfo Hitler, Führer del pueblo alemán, devolvió a Alemania la fe en su nueva grandeza. El Restaurador del orden nacional, social y político, con mano firme, lleva a la Nación alemana a su elevado destino. Convencido de la Civilización europea y defensor de la misma contra todo intento de subversión, mostró a Italia, en horas de lucha, su amistad leal y su solidaridad.”

Adolfo Hitler entregó a Mussolini la Gran Cruz de la Orden del Mérito del Águila Alemana, especialmente confeccionada para él y ejemplar único, y la Insignia de Oro del Partido, que hasta ese momento sólo había sido llevada por el Führer.

Mussolini en compañía del Führer partió de Munich hacia el norte de Alemania para presenciar las maniobras militares que allí se ejecutaron; después se trasladaron a Essen para visitar los talleres Krupp de donde continuaron su viaje a Berlín.

En esta estación, al llegar a la capital del Reich, primeramente, se hizo la presentación de los miembros de Gobierno al Jefe del Gobierno italiano y, acto continuo, en medio del entusiasmo y de la cordial acogida de la multitud, se trasladó, atravesando las calles engalanadas de Berlín, al Palacio presidencial del Reich que fue destinado para su residencia. Tanto este día como el 25 de septiembre para Munich fueron declarados días festivos.

Por la noche tuvo lugar en la Cancillería una recepción del Gobierno. En su brindis, que aquí resumimos, Adolfo Hitler saludó en Mussolini al genial creador de la Italia fascista y al Fundador de un nuevo Imperio.

El vivo entusiasmo del pueblo alemán, con motivo de su visita, es una prueba de que ésta significa más que un simple y convencional encuentro diplomático. En un mundo en el cual reina una gran tirantez, Italia y Alemania se han encontrado mutuamente, coincidiendo en una sincera amistad y en una estrecha colaboración política. Esta colaboración es impulsada por una voluntad indestructible de vida y de conservación mediante el propio esfuerzo de ambos pueblos y por ideales políticos afines que forman la base de la fuerza interior para la consolidación de ambos Estados. Entre los intereses vitales y efectivos de Italia y Alemania no hay elementos que los separen sino al contrario que los completan y los unen. Las conversaciones de los últimos días confirmaron de nuevo esta tesis. La obra política, acordada en común para asegurar la paz, no se puede conceptuar como la formación de un bloque dirigido contra otros Estados europeos. Por el contrario, con esta obra se favorece de la mejor manera el propósito de llegar a una inteligencia de carácter internacional y general. Bajo este espíritu ambas naciones están dispuestas a revisar las cuestiones políticas y evitar así cualquier posible intento de separarlas o de enfrentarlas.

En su respuesta Mussolini señaló a Adolfo Hitler como el regenerador de la Nación alemana. Las revoluciones fascistas y nacionalsocialistas son revoluciones creadoras, que han hecho surgir grandes obras de la cultura y del progreso. La solidaridad italo-alemana no es el resultado de ningún cálculo político, ni sutileza diplomática alguna, sino la expresión y el resultado de una afinidad natural de intereses comunes. Ambas naciones se encuentran dispuestos a colaborar con todos los pueblos que para ello tengan buena voluntad. Piden, sencillamente, respeto y comprensión para sus necesidades y para la intangibilidad de la Cultura europea. Mussolini llevará consigo hacia Italia el recuerdo de las tropas poderosas, de las manifestaciones del pueblo, de la obra reconstructiva espiritual y técnica y la certeza de una firme amistad.

El segundo día de su estancia en Berlín, Mussolini visitó la Armería, Potsdam, la Casa del Fascio en Berlín y por invitación del Presidente del Consejo, Mariscal Göring, la residencia de éste, Karinhall en Schorfheide. Por la noche hubo una gran manifestación en el Campo nacional de deportes (Campo de Mayo, estadio y campos adyacentes) en el que se congregó un millón de almas, más dos millones de personas reunidas en calles y avenidas que conducen al campo; en total, aproximadamente 3 millones. Primeramente habló Adolfo Hitler y dijo que esta manifestación no era un mitin corriente sino que expresaba una profesión de fe en ideales e intereses comunes, hecha por dos hombres, oída por un millón y esperada y asentida por ciento quince millones de almas. De este modo, esta noche representa una manifestación de dos pueblos cuyo sentido profundamente sincero es el deseo de garantizar a ambos países aquella paz que no es recompensa de una resignada cobardía sino el resultado de un afianzamiento consciente y responsable de las substancias y valores étnicos, espirituales, físicos y culturales, paz con la cual se tocan los intereses de toda Europa. Ningún pueblo anhela más la paz que el alemán, pues éste ha conocido nefastas consecuencias de una débil y ciega confianza. Los ideales del liberalismo y de la democracia no han podido salvar a la nación alemana de los atropellos más graves. En estos tiempos de prueba, Italia, y especialmente la Italia fascista, no ha tomado parte en las humillaciones impuestas a Alemania. Por eso nos embarga la más sincera satisfacción al haber sonado la hora en que Alemania pudiera recordarlo y, en efecto, lo recuerda. De la comunidad de las revoluciones fascistas y nacionalsocialistas ha surgido ahora una comunidad, no sólo en sus ideales sino también en la acción. Si Italia, gracias a la genial actividad de un hombre ha llegado a ser un Imperio, Alemania por la actitud de su pueblo y por su fuerza militar ha llegado a ser de nuevo una potencia mundial. La fuerza de ambas naciones constituye hoy la más sólida garantía para la conservación de una Europa que no desea sucumbir por la acción de elementos destructores. Cualquier intento de separar y disolver esta comunidad de pueblos fracasará, lo mismo ante la actitud resuelta de los 115 millones de seres que representa esta manifestación de su comunidad, que ante la voluntad de los dos jefes de Estado.

A continuación habló el Duce y, entre otras cosas, dijo que su visita significaba un jalón importante en la vida de ambos pueblos, y que no se podía medir de la misma manera que otras visitas diplomáticas o políticas. El haber venido hoy a Alemania no quiere decir que mañana se encuentre dispuesto a otras visitas. No vino solamente en su calidad de Jefe de una revolución nacional para dar prueba de la íntima unión de aquella con la revolución nacionalsocialista. En su viaje no hay intenciones ocultas de ninguna clase, nada que pueda disociar más a una Europa ya suficientemente disociada. La consolidación del eje Roma-Berlín no va dirigida contra ningún otro Estado. Los nacionalsocialistas y los fascistas quieren la paz, pero una paz efectiva y provechosa. Por tanto el resultado de esta visita a Berlín significa: Paz. El fascismo y el nacionalsocialismo han dado a Italia y a Alemania una nueva fisonomía y ésta es precisamente la que Mussolini quería conocer en Alemania. Ahora se ha convencido de que la nueva Alemania constituye un elemento fundamental de la vida europea.

El nacionalsocialismo y el fascismo tienen muchos elementos ideológicos que les son comunes, y en todas partes el mismo enemigo: la Tercera Internacional. Ambos pueblos creen en la voluntad como la fuerza motriz de su vida y rechazan la doctrina del materialismo histórico. Ambas ideologías glorifican el trabajo en sus múltiples formas de manifestarse, como el signo de la nobleza humana; ambas se apoyan igualmente en una juventud educada con disciplina, perseverancia, amor a la patria y desprecio a la vida cómoda. Ambas persiguen el mismo fin de autarquía económica, pues sin ésta independencia se compromete también la independencia política. Italia, por las criminales sanciones económicas, ha podido sentir este peligro. Estas sanciones se ejecutaron con todo rigor pero no consiguieron su objeto y dieron ocasión a Italia de mostrar al mundo su capacidad de resistencia. Alemania no se adhirió a estas sanciones, Italia nunca lo olvidará.

Ese ha sido el momento en que por primera vez ha aparecido la necesidad de una íntima colaboración entre ambos países. El llamado eje Roma-Berlín constituyóse ya en el otoño de 1935 y desde entonces ha servido para una aproximación cada vez mayor de ambos pueblos y para robustecer políticamente la paz. La ética del Fascismo exige hablar con claridad y franqueza y marchar con un amigo hasta el fin. Ni en Alemania ni en Italia existe una tiranía. Ningún gobierno del mundo posee la adhesión del pueblo en las proporciones que los de Alemania e Italia; de ahí resulta que estos dos países tienen las mayores y más legítimas democracias del mundo. En ciertos países y bajo la capa de los inalienables derechos del hombre, domina la política de las potencias del oro, del capital, de las sociedades secretas o la de los grupos políticos en lucha continua unos contra otros. Otros postulado común entre Alemania e Italia es la lucha contra el bolchevismo, esa forma moderna de tenebroso dominio bizantino de la fuerza bruta, de esa inaudita explotación de la fácil credulidad de las masas humildes, de ese régimen de hambre, de sangre y de esclavitud.

Esta forma de la degeneración humana, después de la guerra, ha sido combatida por el fascismo con la palabra y con las armas, pues allí donde no basta la palabra y lo exigen circunstancias amenazadoras, es necesario acudir a las armas. Así lo ha hecho Italia en España, donde millares de voluntarios italianos fascistas han caído para la salvación de la cultura europea; de una cultura que todavía puede vivir un renacimiento si se aparta de los falsos y engañosos ídolos de Ginebra y Moscú. Ni Alemania ni Italia hacen propaganda fuera de sus fronteras para ganarse prosélitos porque en verdad poseen fuerza suficiente y la Europa de mañana por imperativo lógico de los hechos llegará a ser fascista. Alemania se ha despertado ya; qué Europa despierte y cuándo no se sabe, puesto que fuerzas ocultas pero bien conocidas están trabajando para convertir una guerra civil en una conflagración mundial. Es importante pues, que Alemania e Italia estén unidas bajo una misma e inconmovible resolución.

El 29 de septiembre, ante el Duce y el Führer, tuvo lugar en Berlín una gran parada militar. El mismo día, después de una permanencia de tres días en la Capital, salió Mussolini de Berlín con el Lugarteniente del Führer quien le acompañó hasta la frontera.

Al partir, el Duce invitó al Führer para que visitase Italia. La visita se llevó a cabo en mayo de 1938, como veremos más adelante.

El 6 de noviembre fue firmado en Roma un protocolo por los gobiernos alemán, italiano y japonés, considerando que la Internacional comunista amenaza constantemente tanto en Occidente como en Oriente al mundo civilizado y en vista de que perturba el orden y la paz. Los gobiernos están convencidos de que sólo se puede aminorar y eliminar este peligro mediante una colaboración estrecha de todos los Estados interesados en el mantenimiento de la paz y del orden. Como Italia, ya desde el comienzo del régimen fascista y con indomable decisión, ha luchado contra este peligro y desarraigado del país la Internacional comunista, resolvió ponerse al lado de Alemania y del Japón y alentados por el mismo espíritu de defensa contra el comunismo habían tomado ya posición contra el enemigo común. Los tres gobiernos, en conformidad con el artículo II del acuerdo del 25 de noviembre de 1936, entre Alemania y Japón, declaran que Italia se adhiere a este acuerdo.

El presidente del Consejo privado inglés, Lord Halifax, llegó a Berlín el 17 de noviembre. El primer día de su visita Lord Halifax tuvo una larga conversación con el Ministro de RR.EE. del Reich, Freiherr von Neurath. Más tarde, Lord Halifax fue recibido por el Führer en su casa de campo de Obersalzberg; durante cinco horas trataron problemas referentes a la política internacional de Alemania e Inglaterra. Lord Halifax regresó el mismo día a Berlín. Antes de partir para Londres el Sr. Halifax declaró que, sin bien no podía comunicar nada sobre la conversación sostenida con el Führer, manifestaba, sin embargo, que la misma tuvo un carácter no oficial y que confiaba en haber abierto algo más la puerta para llegar a una inteligencia y aclarar la atmósfera política entre Alemania e Inglaterra. Hizo constar, además, la cordialidad y simpatía con que fue recibido en Alemania, especialmente por el Führer, congratulándose de haber tenido ocasión de entablar relaciones con los hombres de Estado alemanes.

El 21 de noviembre, el presidente del Consejo de ministros húngaro, von Dáranyi, y el ministro de RR.EE. von Kánya, hicieron una visita al Gobierno alemán en Berlín. Con motivo de una recepción en la residencia presidencial, el ministro de RR.EE. Freiherr von Neurath saludó a los huéspedes húngaros y recordó las múltiples relaciones que desde el más remoto pasado han mantenido ambos países y las más duras pruebas por las que han pasado, seguidas de una penosa reconstrucción nacional. El Tercer Reich sigue con cálida simpatía el potente auge de la nación húngara. Lo mismo que hasta ahora, los colonos alemanes, que durante hace muchas generaciones residen en Hungría, y que son fieles ciudadanos de esta nación, en el porvenir seguirán contribuyendo a conservar la amistad entre las dos naciones. La inquebrantable confianza que une a éstas ofrece una garantía para el porvenir político. En su respuesta, el ministro del Consejo, Sr. Dáranyi, expresó su admiración por el ritmo acelerado con que el pueblo alemán se ha librado de sus ligaduras e hizo constar con satisfacción que Hungría está unida a Alemania por una amistad basada en los intereses comunes, de antiguo existentes. Esta amistad, que siempre ha estado al servicio de la paz y que por la guerra mundial se ha consolidado todavía más, continuará en lo sucesivo dedicada a fines pacíficos.

A propuesta del Duce, el gran Consejo fascista decidió por voto unánime, el 11 de diciembre, abandonar inmediatamente la Sociedad de las Naciones. Respecto a la decisión italiana Alemania comunicó oficialmente su comprensión absoluta y manifestó su más calurosa simpatía a Italia por este paso dado. La Sociedad de las Naciones recibió con ello la merecida contestación a su obra política, pues nunca se ha mostrado capacitada para contribuir con una aportación útil a la solución de los actuales problemas de la política mundial, no actuando sobre la política general sino con una influencia perjudicial y aun a veces peligrosa. Al amparo de pretendidos ideales, la Sociedad de las Naciones ha llegado a constituirse en una agrupación de defensa de algunos usufructuarios del Tratado de Versalles. La total incapacidad de la Sociedad de las Naciones es hoy un hecho real que no necesita ninguna prueba ni admite discusión alguna. Las esperanzas puestas por los Estados pequeños en la Sociedad de las Naciones se han esfumado ante la evidencia de que la política de Ginebra de la seguridad colectiva ha llevado en realidad a una inseguridad igualmente colectiva. Solo Moscú manifiesta su adhesión ilimitada a los ideales de Ginebra. Las grandes potencias que continúan en Ginebra no poseen ya el derecho de considerar a la Sociedad de las Naciones como la representante autorizada de los Estados y como órgano supremo de la colaboración internacional. El Gobierno alemán está convencido de que el sistema político de Ginebra no sólo es desacertado sino pernicioso y por tanto el reingreso de Alemania en dicha sociedad no será nunca tomado en consideración.

Con esta declaración solemne que hizo desaparecer las esperanzas de muchos partidarios de la Liga ginebrina finalizó un año muy movido en las cuestiones diplomáticas.

Año 1938 (Hasta la visita del Führer a Italia)

En el curso de este año continuaron las visitas de los hombres de Estado extranjeros a Alemania. El Ministro de RR.EE. de Polonia, Coronel Beck, de paso por Ginebra, permaneció algunos días en Berlín; en esta ocasión fue recibido por el Führer sosteniendo, además, varias conversaciones con el Barón von Neurath y otras destacadas personalidades alemanas.

Siguió la visita del Presidente del Consejo y Ministro de RR.EE. de Yugoslavia, Sr. Stojadinowitsch, quien conferenció sobre asuntos de política con el presidente del Consejo, Mariscal Göring, y con el mismo Canciller. Como se informó oficialmente, las conversaciones se desarrollaron en una atmósfera de sincera amistad y absoluto entendimiento en cuanto a sus respectivos puntos de vista políticos, confirmándose de nuevo que existen las bases para una amistad duradera y para una colaboración en todos los terrenos que contribuyen a mantener la paz de Europa. En ambas naciones existe la voluntad firme de estimular en todas las formas las relaciones germano-yugoeslavas. La prensa, de común acuerdo, servirá en lo sucesivo para fortalecer los lazos cordiales que recíprocamente unen a los dos países. Con el fin de centralizar oficialmente todas las cuestiones concernientes al comercio de la madera, entre Alemania y Yugoslavia, se constituyó una comisión agrícola-forestal integrada por peritos de ambas partes y encargada de fomentar las operaciones de este ramo.

Adolfo Hitler prescindió esta vez del mensaje anual que lee en el aniversario de su advenimiento al poder para comunicar más tarde al Reichstag decisiones y sucesos importantes que aun no se habían realizado. A principios de febrero el Ministro de RR.EE., Barón von Neurath, a instancia propia, fue relevado de su cargo. Sin embargo, al mismo tiempo fue nombrado ministro del Reich y jefe del Consejo de Estado que se formó simultáneamente. En una carta autógrafa el Führer dice a Neurath que no puede aceptar su demanda de retirarse a la vida privada porque su consejo y opinión le han hecho imprescindible en la gobernación del Estado. Su nombramiento como presidente del Consejo de Estado fue hecho para mantenerlo, también en el futuro, como consejero, en uno de los puestos más elevados del Reich.

Como sucesor del Barón von Neurath fue nombrado ministro de RR.EE. Joachim von Ribbentrop quien hasta entonces había ejercido las funciones de embajador en Inglaterra.

Los asuntos ordinarios del nuevo Consejo de Estado, concernientes a la política exterior, están bajo la dirección del Ministro y Jefe de la Cancillería, Lammers. Como miembros del mismo Consejo fueron nombrados: el Ministro de RR.EE. von Ribbentrop, el Ministro de Aeronáutica, Mariscal Göring, el Lugarteniente del Führer, Ministro Hess, el Ministro de Propaganda, Dr. Goebbels, el Ministro y jefe de la Cancillería, Dr. Lammers, el general en jefe del Ejército, capitán general von Brauchitsch, el comandante general de la Marina de guerra, Almirante Mariscal Dr. h. c. Raeder y el jefe de la comandancia general de las fuerzas armadas, general de artillería Keitel.

Adolfo Hitler llamó a los embajadores von Hassel, en Roma, von Dirksen, en Tokio, y von Papen, en Viena, debiendo, sin embargo, permanecer en disponibilidad.

El mismo día, el ministro de la Guerra y general en jefe de las fuerzas armadas, Mariscal von Blomberg, presentó su dimisión basada en motivos de salud. En un autógrafo que le dirigió el Führer, este recordaba que el General von Blomberg fue el primer oficial del nuevo Reich que prestó juramento el 30 de enero de 1933 al gobierno nacionalsocialista y que desde entonces ha dirigido la reorganización de las fuerzas armadas de un modo incomparable. El canciller expresó su más profundo y conmovido agradecimiento al General von Blomberg.

Simultáneamente, el Führer dio un decreto en virtud del cual se hacia cargo, a partir de esa fecha, y directamente y personalmente, del mando supremo de todas las fuerzas armadas. Los tres comandantes en jefe de las diversas fuerzas armadas quedan subordinados directamente al Führer. Las actividades de la antigua Dirección general de las fuerzas armadas en el ministerio de Guerra, en calidad de “Comandancia general” y Cuartel general del Führer, entran en funciones bajo el mando directo del Führer y Canciller. A la cabeza de la Plana Mayor de la Comandancia suprema del Ejército fue nombrado el general de Artillería Keitel como “jefe de la Comandancia suprema de las fuerzas armadas”; su rango corresponde al de ministro del Reich. La Comandancia suprema del ejército se hizo cargo igualmente de los asuntos del ministerio de la Guerra y su jefe ejerce, por delegación del Führer, las funciones que correspondían hasta ahora al ministro de la guerra. A la Comandancia general le corresponde durante el tiempo de paz, según instrucciones de Adolfo Hitler, la preparación unitaria de la defensa del Reich.


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Notas:

[1] El Gobierno von Papen, sucesor del de Brüning, se empeñó mediante la emisión de bonos de crédito sobre impuestos, de septiembre de 1932, en elevar a más de 2.000 millones la liquidez de la economía alemana a fin de aumentar la ocupación. En la práctica, sin embargo, sólo fue distribuida una parte muy pequeña de estos bonos destinados al aumento inmediato del trabajo.

[2] El "Sozialdemokraten", periódico de Estocolmo, informó el 29 de marzo de 1933: "Las asociaciones obreras alemanas se adaptan a la nueva situación política. No solamente están dispuestas a tolerar al nuevo gobierno sino que muestran también su voluntad de colaborar con él. Lamentamos profundamente tener que observar este empeño, este celo de las agrupaciones obreras alemanas frente a sus enemigos políticos".

[3] En efecto, en enero de 1937, se anunció la fundación de la "Società Anonima Mineraria Africa Orientale Italiana" en Milano, con un capital de 50 millones de liras, ampliable a 200 millones, con el fin de explotar las riquezas minerales de Etiopía. La técnica y el capital alemanes están así dispuestos a colaborar del modo más amplio y tienen un derecho preferente al 25% de los beneficios obtenidos. La Sociedad, bajo la dirección del conocido geólogo alemán, Prof. Leo v. zur Mühlen, se propone hacer investigaciones sobre los yacimientos de carbón, hierro, cobre y plomo, principalmente en las regiones de Wollega, Harrar oriental y occidental.


Cesare Santoro: ¡Dénme Cuatro Años!

El Comandante general del Ejército, General von Fritsch, también presentó su dimisión por motivos de salud. El Führer, en una carta autógrafa, le expresó su más profundo reconocimiento por sus servicios sobresalientes en la reorganización del Ejército. En su lugar fue nombrado el general de Artillería von Brauchitsch, que hasta entonces había venido desempeñando el cargo de comandante del 4º Grupo del Ejército; al mismo tiempo que fue promovido al grado de capitán general fue nombrado comandante general en jefe de las fuerzas armadas. El comandante supremo de la Aviación, General Göring, fue nombrado mariscal general.

Estas disposiciones de naturaleza militar y política, a las que sucedió una reorganización del ministerio de la Economía, y de la cual hablaré en el correspondiente capítulo, fueron en el extranjero objeto de los más diversos comentarios. En realidad, como resultado de estas disposiciones deben verse dos hechos claros: mayor participación del Partido en la dirección del Estado y mayor concentración de la política militar y económica en las manos del Führer. También en otros países puede observarse análoga tendencia de centralización.

Reservándome para más adelante la descripción del proceso de reincorporación de Austria al Reich, el cual resumo en un capítulo especial, creo oportuno describir aquí otro acontecimiento importante: el viaje de Adolfo Hitler a Italia, aceptando la invitación del Rey de Italia y Emperador de Etiopía y correspondiendo la visita de Mussolini al Reich.

El Führer, acompañado de los ministros del Reich von Ribbentrop, Hess, del jefe de la Comandancia general de las fuerzas armadas, Keitel, del jefe de la Policía alemana y de las secciones de defensa, Himmler, de los secretarios de Estado, von Weizsäcker y Bohle, etc., pasó la frontera germano-italiana del brenner donde fue saludado por el Duque de Pistoia y por el Ministro Starace, Secretario del Partido. En el curso de su viaje a Roma en todas partes se tributaron al Führer calurosas ovaciones y se le hicieron entusiastas recibimientos. La llegada a Roma tuvo lugar por la noche en la estación de Ostia, construida ex-profeso; el Führer fue recibido ahí por Víctor Manuel III y por Benito Mussolini, acompañados de brillante séquito. El pueblo de Roma, correspondiendo a la proclama del gobernador de la ciudad, esta suntuosamente engalanada, ofreció al ilustre huésped un magnífico recibimiento. Adolfo Hitler acompañado por el Rey y Emperador, en un desfile grandioso atravesó la nueva Avenida Adolfo Hitler dirigiéndose al Quirinal donde estableció su residencia como huésped del Rey y Emperador. En la Puerta Paulina, el Gobernador de Roma, príncipe Colonna, presentó al Führer el saludo de bienvenida en nombre de la ciudad.

El 4 de mayo, por la mañana, Mussolini visitó al Führer en el Quirinal. A continuación tuvo lugar la solemne colocación de coronas en el Panteón, la cripta sepulcral de los reyes de Italia, en la tumba del soldado desconocido al pie del Monumento Nacional y, por último, en la Capilla conmemorativa de los fascistas caídos por la causa. En seguida el Führer correspondió a la visita de Mussolini, presentándose la primera ocasión para sostener una conversación de carácter político. Por la tarde, el Führer y el Duce visitaron, en Centocello, el campamento de 14.000 tiendas de los 50.000 miembros de las organizaciones de la Juventud fascista, de todo el Imperio, y presenciaron las impresionantes evoluciones militares de la juventud. Más tarde, el Führer recibió en la Basílica de Maxentius a los alemanes residentes en Italia dirigiéndoles una alocución. El día se terminó con un banquete de gala que el Rey y Emperador dio en honor de su huésped y en el cual se cambiaron cordiales brindis. Por la noche el Führer partió para Nápoles.

El 5 de mayo, por la mañana, Víctor Manuel y su huésped se embarcaron a bordo del “Cavour” en donde fueron recibidos por Mussolini en su calidad de Ministro de la Marina, y para presenciar las maniobras navales seguidas de un gran desfile de la flota. En esta revista naval tomaron parte unas 200 unidades de la Armada italiana. Por la noche tuvo lugar una gran manifestación del Partido fascista en la que participaron unas 600.000 personas que con entusiasmo ovacionaron al Führer. A continuación, una función de gala en la Opera de Nápoles y más tarde un banquete ofrecido por el Príncipe heredero. Luego, el Führer emprendió su regreso a Roma.

El 6 de mayo, por la mañana, tuvo lugar una parada militar en la Via dei Trionfi, en la cual tomaron parte unos 50.000 hombres de todas las armas, desfilando con el nuevo “paso romano” ante el Rey y Emperador, el Führer y Mussolini. Además, en la parada tomaron parte unos 600 automóviles, 400 tanques, 400 cañones, 200 morteros, 320 motocicletas y la Juventud y las Milicias fascistas. La tarde fue dedicada a la visita de la visita de la Exposición de Augusto y de otras curiosidades. En seguida tuvo lugar, en el Capitolio, el saludo oficial al Führer por el Gobernador de Roma, príncipe Colonna. Por la noche se celebró una fiesta popular, organizada por el “Dopolavoro” en la Plaza de Siena, del Parque de la Villa Borghese; participaron unas 100.000 personas. El programa comprendía bailes populares de más de 10.000 parejas, canciones regionales y ejercicios hípicos de los carabineros.

Las maniobras militares previstas para el 7 de mayo fueron suspendidas a causa del mal tiempo. En su lugar el Führer se dedicó a visitar monumentos artísticos y otras cosas dignas de verse (Exposición Augusto, Museo del Capitolio, Castillo de Sant’Angelo, Panteón, Museo de las Termas y Galería Borghese). Por la noche el Duce dio en honor del Führer una recepción en el Palacio de Venecia, durante la cual se pronunciaron los discursos siguientes:

Discurso del Duce:

“Führer: con la más cordial alegría os expreso mi saludo de bienvenida, el del Gobierno y el del pueblo italiano en esta ciudad de Roma que hoy os recibe bajo el brillo de la doble gloria de sus tradiciones y de su fuerza. Vuestro recibimiento en Roma completa y confirma la armonía entre nuestros dos países. Esta armonía, que nosotros hemos pretendido con voluntad firme y que hemos construido con tenacidad, tiene sus raíces en vuestra revolución y en la nuestra; su fuerza emana de la comunidad ideológica que une a nuestros pueblos; su misión histórica está en los intereses permanentes de nuestras dos naciones: Cien años de historia -desde que Alemania e Italia se alzaron para conquistar con la revolución y con las armas su derecho a la unidad nacional- demuestran el paralelismo de esta posición fundamental y la solidaridad de estos intereses. Con la misma fe y con la misma voluntad han luchado Alemania e Italia para fundar su unidad; ambas han trabajado para asegurarla y consolidarla, ambas también se han liberado, en el último tiempo, de la corrupción de ideologías destructoras para crear el nuevo régimen del pueblo que es el signo característico de este siglo. Por este camino señalado por la Historia marchan nuestros pueblos unidos, con propósitos leales y con plenitud de confianza de que han resistido ya a la prueba en los acontecimientos de estos años de paz y de armonía entre ambas naciones. En la amistad, la Italia fascista no conoce más que una sola ley ética: aquella que en el Campo de Mayo expuse ante el pueblo alemán. La colaboración entre la Alemania nacionalsocialista y la Italia fascista ha obedecido a esta ley, la obedece en el presente y la obedecerá en el porvenir. Las bases y las finalidades de esta colaboración, que han sido consagradas por el eje Roma-Berlín, las hemos reforzado constante y abiertamente. Alemania e Italia han dejado tras sí las utopías a las cuales Europa en su ceguera ha confiado su suerte para buscar entre sí y con los demás un régimen de vida internacional y común que esté en condiciones de proporcionar, de la misma manera y para todos, los medios eficaces de seguridad, de justicia y de paz. Esto sólo se puede conseguir si se reconocen lealmente los elementales derechos de cada pueblo a la vida, al trabajo y a la defensa y si el equilibrio político descansa sobre la realidad de las fuerzas históricas que lo fundamentan y determinan. Estamos convencidos de que los pueblos de Europa encontrarán por estas vías aquella tranquilidad y aquella paz que son imprescindibles para guardar las bases esenciales de la cultura europea.

Führer: Ante mis ojos está todavía presente el magnífico cuadro de trabajo, paz y fuerza que vuestro país me ofreció el año pasado, reconstruido por V.E. sobre bases de virtud, disciplina, energía y tenacidad que hacen la grandeza de los pueblos. No he olvidado ni olvidaré el recibimiento que se me hizo por V.E., por las autoridades y por el pueblo. Expreso mis más ardientes deseos y los del Imperio fascista por que se cumpla la magna obra de reconstrucción nacional emprendida por V.E.

Führer: Alzo mi copa por vuestra salud y brindo por la prosperidad de la nación alemana y por la inalterable amistad ante nuestros pueblos.”



Contestación del Führer:

“Duce: Profundamente conmovido os agradezco las palabras de salutación que salidas del corazón me ha dirigido V.E. en nombre del gobierno y del pueblo italiano. Me siento feliz de estar aquí, en Roma, que a los testimonios de su incomparable y glorioso pasado une las señales de la potencia de la joven Italia fascista. Desde el momento en que pisé suelo italiano, he encontrado por todas partes una atmósfera de amistad y de simpatía que me conmueve profundamente. El último otoño, con la misma emoción íntima ha saludado el pueblo alemán, en la persona de V.E., al creador de la Italia fascista, al fundador de un nuevo Imperio y al mismo tiempo al gran amigo de Alemania. El movimiento nacionalsocialista y la revolución fascista han creado nuevos Estados que hoy se alzan en medio de un mundo de desorden y de descomposición como figuras de orden y de sano progreso.

Alemania e Italia se han unido estrechamente entre sí por los mismos intereses y por su comunidad ideológica. Con esto se ha formado en Europa un bloque de 120.000.000 de almas que están decididas a defender sus derechos vitales y a defenderse contra todas aquellas fuerzas que trataran de oponerse a su evolución natural. De esta lucha contra un mundo de incomprensión y de desdén que Italia y Alemania juntas tuvieron que emprender ha crecido una cordial amistad entre ambos pueblos. Esta amistad ha mostrado su solidez durante los acontecimientos de los últimos años, e igualmente ante el mundo, que a los justos intereses vitales de las grandes naciones hay que tomarlos en cuenta de una o de otra manera. De ahí que sea muy natural que nuestros pueblos aumenten su amistad, cada vez más satisfactoria en estos últimos años, y la profundicen también para el porvenir mediante una colaboración constante.

Duce: En el otoño pasado, en el Campo de Mayo en Berlín, proclamasteis como ley ética, sagrada para vos y para la Italia fascista, la sentencia siguiente: Hablar clara y francamente y cuando se tiene un amigo marchar con él hasta el final. Yo también, en nombre de la Alemania nacionalsocialista reconozco esta ley. Hoy quiero responder a V.E. lo siguiente: Desde que romanos y germanos, según lo que sabemos, se han encontrado por primera vez, han pasado ya dos mil años. Encontrándome sobre este venerable suelo de la historia de la Humanidad, siento la tragedia del destino que en el pasado descuidó que se trazara una clara divisoria entre estas dos razas tan inteligentes y tan valiosas. La causa fue una serie de indecibles desgracias a través de muchas generaciones. Hoy al cabo de casi dos mil años resurge de las remotas tradiciones el Estado romano hacia nueva vida gracias a la histórica labor de V.E., Benito Mussolini. Y al norte de vosotros ha surgido de numerosos pueblos un nuevo imperio germánico. Aleccionados por la experiencia de dos mil años, nosotros dos, ahora que hemos llegado a ser vecinos inmediatos, queremos reconocer aquellas fronteras naturales que la Providencia y la historia de nuestros pueblos han trazado claramente. Esta patente delimitación de los territorios vitales de ambas naciones no sólo servirá a Alemania e Italia para facilitar una feliz colaboración sobre bases de paz, seguridad y duración, sino que servirá también como puente de ayuda y de protección recíprocas.

Mi voluntad inquebrantable y mi legado al pueblo alemán es que, por esta razón, la frontera alpina trazada por la naturaleza entre nosotros se considere para siempre como intangible. Yo sé que de ahí ha de resultar un porvenir grande y próspero para Roma y para Germania.

Duce: De la misma manera que V.E. y vuestro pueblo habéis conservado la amistad para Alemania en días decisivos, también yo y mi pueblo mostraremos a Italia la misma amistad en las horas graves.

La grandiosa impresión que he recibido ya de la fuerza juvenil, de la voluntad de trabajo y del orgulloso espíritu de la nueva Italia quedarán grabados en mí como recuerdos imperecederos. Inolvidable será también la visión de vuestros soldados y camisas negras cubiertos de reciente gloria, de vuestra experimentada flota y del empuje de vuestra imponente aviación militar. Todo ello me da la convicción de que vuestra admirable obra de reconstrucción, que acompaño con los más íntimos deseos, seguirá logrando grandes éxitos. Alzo mi copa y brindo por vuestra salud, por la felicidad y grandeza del pueblo italiano y por vuestra inmutable amistad.”

El 8 de mayo, en Santamarinella, ciudad del litoral, y ante el Rey y Emperador, el Führer y el Duce, el Ejército ejecutó un ejercicio militar empleándose toda clase de armas y de municiones en pie de guerra. A continuación, la aviación militar demostró, en Firbara, su poder en las técnicas del vuelo y de la guerra por medio de ataque a distintos objetivos. Por la noche, en el Fórum Mussolini, la Juventud de Lictorios ejercitó diversos deportes y actos gimnásticos. En seguida se representó una ópera en un teatro al aire libre, y por último, grandes fuegos artificiales a orillas del Tiber.

El 9 de mayo, a las 9 de la mañana, el Führer acompañado por el Rey y el Duce partió de Roma para Florencia a donde llegó a las dos de la tarde. Acompañado por Mussolini visitó las cosas dignas de verse en la ciudad. A media noche emprendió el regreso a Alemania.

En las primeras horas del 10 de mayo, el Führer pasó el Brenner (frontera germano-italiana); hasta ahí le acompañaron el Duque de Pistoia y el Ministro Starace. Al abandonar el suelo italiano se cambiaron cordiales telegramas de despedida entre Hitler, el Rey Emperador, el Duce y el Príncipe heredero. El mismo día, al atardecer, entró el Führer en Berlín en donde el pueblo le recibió con muestras del mayor júbilo. En el saludo de bienvenida, el Mariscal Göring hizo constar que el pueblo alemán recibió como propios los honores tributados al Führer en Italia. No es casualidad, que estos dos poderosos hombres de Estado que ha producido el siglo presente, se hayan encontrado para corresponderse con un sentimiento de amistad que les es común. Como esta amistad debe ser la de dos pueblos que representan y tan eterna como la paz que el Führer ha anunciado entre ambos.

Frente a una serie de artículos erróneos, maliciosos algunos, sobre el significado de las nuevas entrevistas germano-italianas, la parte de mayor peso de la Prensa extranjera, como, naturalmente, la de ambos países, hizo constar de un modo objetivo la estabilidad y la razón del eje Berlín-Roma que en esta ocasión se ha mostrado ante el mundo entero más real que nunca. Los días que el Führer pasó en Italia han dado la más profunda impresión sobre la resucitada grandeza del pueblo italiano. Ninguno de los que participaron en estas vivencias, como el autor de esta obra, puede dudar de que esta Italia con su fuerza actual y con los grandiosos elementos tradicionales de su vida cultural y civilizadora es una potencia con cuya acción activa tiene que contar el mundo y que para Alemania es una compañera digna de aprecio.

Por otra parte, la solemne seguridad dada por Adolfo Hitler sobre la intangibilidad de la frontera del Brenner ha eliminado aquel recelo que aún pudiera existir entre ambos pueblos, de modo que se puede confiar en la persistencia de la amistad creada por estos dos hombres.



IV. La reincorporación de Austria

El 12 de febrero de 1938, el canciller de la Confederación austríaca, von Schuschnigg, acompañado del secretario de RR.EE., Dr. Schmidt, y el Embajador alemán en Austria, von Papen, y en presencia del ministro de RR.EE. von Ribbentrop, visitó al Führer en su residencia de Obersalzberg, por invitación de este último. Todas las cuestiones referentes a las relaciones entre Austria y Alemania fueron ahí objeto de una amplia discusión. La finalidad de estas conversaciones era la de allanar las dificultades surgidas en la ejecución del convenio del 11 de julio de 1936, resultando de ellas la completa coincidencia en mantener firmes los principios fundamentales del acuerdo considerándolos como punto de partida de un desarrollo pacífico de las relaciones entre ambos Estados. En tal virtud, después de las conversaciones del 12 de febrero, tanto en Alemania como en Austria se decidió la adopción de medidas inmediatas encaminadas a estrechar y afianzar las relaciones amistosas de ambos países, como corresponde a la historia y a los intereses comunes del pueblo alemán entero.

El comisario de la Confederación austríaca para el servicio regional, Coronel Adam, quien dio a conocer el comunicado oficial por la radio de Viena, declaró a continuación, autorizado para ello por el canciller de la Confederación, que las bases del acuerdo del 11 de julio de 1936, lo mismo que la Constitución de mayo de 1934, no sufrían variación alguna; de igual modo, la posición del Frente Patriótico no sería afectada. Según la Constitución y la Ley sobre el Frente Patriótico no podían crearse nuevos partidos ni disgregarse el Frente Patriótico en grupos políticos diferentes, pero que en cambio sería posible que se agregaran a la obra de reconstrucción patriótica aquellos grupos que hasta ahora habían mantenido una actitud negativa o expectante.

La modificación ministerial del gabinete austríaco, hecha en virtud de este acuerdo, fue comunicada a Alemania el 16 de febrero. Como representante de la oposición nacional entró a formar parte del Gobierno el Consejero de Estado Dr. Seyss-Inquart, presidente de la Liga austro-alemana, confiándosele la administración interna de la Nación a la cual se le incorporó de nuevo la dirección de Seguridad, que hasta entonces había sido dirigida por el canciller de la Confederación con apoyo del Secretario de Estado Dr. Michael Skubl. El Dr. von Schuschnigg transfirió su cargo de ministro de RR.EE. al Dr. Guido Schmidt, que hasta entonces había desempeñado las funciones de secretario de Estado. Cesó también en el cargo que hasta aquí había ejercido el ministro de Comercio y Comunicaciones, Prof. Dr. Guillermo Taucher; igualmente el ministro de Justicia, Dr. Adolfo Pilz. Ministro de Comercio fue nombrado el presidente de la Unión industrial, Ing. Julio Raab, antiguo jefe de la guardia federal de la Baja Austria; el industrial de Salzburgo y coronel retirado, Luis von Stepski-Doliva como subsecretario en calidad de agregado para asuntos industriales. Ministro de Justicia fue nombrado el profesor de Derecho constitucional y administrativo en la Universidad e Viena, Dr. Luis von Adamovich. El ministro de la Gobernación, hasta esa fecha, Dr. h. c. Edmundo von Glaise-Horstenau, el secretario federal Guido Zernatto (secretario general del Frente Patriótico), y Hans Rott (de la Asociación de Obreros y Empleados) formaban parte del nuevo gabinete como ministros sin cartera. Adolfo Watzek, que hasta 1934 había sido miembro del partido social-demócrata, fue nombrado secretario para el Servicio de protección de obreros y empleados.

Inmediatamente después de la reforma del gabinete tuvo lugar un consejo de ministros en el que, a propuesta del Canciller de la Confederación, fue sometido al Presidente de la misma un decreto proponiendo la amnistía para los delitos políticos, comprendidos todos los cometidos antes del 15 de febrero de 1938, siempre que el delincuente se encontrara en Austria; se refería tanto a la suspensión del proceso de aquellos delitos cometidos antes de esta fecha, como al sobreseimiento de las causas pendientes y al indulto de las penas todavía sin cumplir. El indulto de penas estaba ligado a la condición de la buena conducta hasta el 31 de diciembre de 1941. Los ministros competentes habían de tomar con la mayor brevedad las medidas necesarias para dejar en suspenso las penas administrativas por causas políticas y las medidas reglamentarias referentes a pensiones, rentas, auxilios y cuestiones escolares. La readmisión en el servicio activo no fue tratada por este decreto. El gobierno austríaco comunicó que estas medidas fueron tomadas con un espíritu de reconciliación para dejar libre el camino a todos los ciudadanos que, habiendo estado hasta aquel momento apartados, quisieran colaborar en la reconstrucción de la patria y asegurar con ello la paz interior y exterior del país.

Para la ejecución de las medidas convenidas, que fueron mencionadas en la declaración oficial sobre la reunión en Berchtesgaden, algunos acuerdos más estaban a punto de realizarse. Entre otros se pueden citar la reforma de la ley de prensa, por la cual debían ser claramente delimitados los distintos puntos del Convenio de Prensa de julio de 1936, y las disposiciones para la liquidación definitiva de las oficinas ilegales del partido nacionalsocialista en Austria y las referentes a la cuestión de los legionarios austríacos refugiados en Alemania, inclusive el trato al que serían sometidos en el caso de su eventual regreso a Austria.

Al tomar posesión de su cargo, el Ministro Dr. Seyss-Inquart agradeció al Secretario Dr. Skubl la buena voluntad para ayudarle en su labor haciendo constar que, como anteriormente, continuaría con el cargo de jefe experto del departamento de Seguridad. La posibilidad de volver a la unificación orgánica de la administración interior (esto es, a la reunión del servicio de Seguridad con los otros negociados de la administración interior), en relación con los resultados obtenidos en la conversación de los jefes de ambos Estados alemanes, sea una prueba satisfactoria de que el camino para la pacificación interior había comenzado con buen éxito. El ministro esperaba que los empleados cumplirían su deber conforme a las tradiciones del pueblo alemán y de la patria austríaca. La actitud política era cuestión que correspondía determinar a los órganos competentes con arreglo a la constitución. El Dr. Seyss-Inquart no concedía a nadie en Austria el derecho de velar por los intereses nacionales con mayor exactitud y celo que él mismo.

Sobre la conversación de Berchtesgarden ambos signatarios no descuidaron de exponer su parecer, pero mientras que la declaración de Hitler ante el Reichstag, el 20 de febrero, mostraba claramente la firme voluntad de cumplir las obligaciones contraídas, el discurso de Schuschnigg pronunciado cuatro días más tarde ante el Parlamento austríaco, reunido en sesión extraordinaria, dejó la impresión, en todos los que tuvieron ocasión de oírle, de que la interpretación era distinta a lo acordado.

Para convencerse es suficiente comparar ambos discursos.

El Führer dijo:

“Las dificultades, que se habían producido al implantarse el acuerdo del 11 de julio, obligaron a intentar la eliminación de todas las equivocaciones y obstáculos que se oponían a una conciliación definitiva. Pues, era evidente que una situación, que había llegado a ser insoportable, un día podía convertirse, quisiéramos o no, en la causa de una gravísima catástrofe. Ya no está más en el poder de los hombres el oponer resistencia a una fatalidad que se ha puesto en marcha por desidia o torpeza. Me complazco en hacer constar que esta realidad corresponde al criterio del canciller austríaco, a quien invité a visitarme. Idea y propósito tenían por finalidad laxar la tirantez de nuestras relaciones de tal modo que, dentro del marco de las leyes vigentes, se le concedieran los mismos derechos de que gozan los demás ciudadanos también a aquella parte del pueblo austro-alemán con ideología nacionalsocialista. En relación con ello habría de producirse una gran acción pacificadora mediante una amnistía general y una mejor inteligencia entre ambos Estados, gracias a una unión amistosa y más estrecha en todos los campos de la colaboración política, personal y económica. Todo esto es un complemento del acuerdo del 11 de julio. Ante el pueblo alemán quiero expresar al canciller austríaco, desde aquí, mi sincero agradecimiento por la calurosa y cordial solicitud con que ha aceptado mi invitación, esforzándose por encontrar junto conmigo una solución que redunde tanto en interés de ambos países como en el del pueblo alemán entero, de ese pueblo del cual todos somos hijos. Yo creo que con ello hemos aportado una importante contribución también a la paz europea.”

El canciller austríaco, en su discurso del 24 de febrero, en tono muy distinto dijo:

“La paz alemana, como yo quiero designar el convenio firmado, de nuevo abre expresamente el camino a todos los que se han reconocido como partidarios de la idea nacionalsocialista para una colaboración con los demás, siempre que su credo político esté en consonancia clara, sincera e inequívoca con los principios de la Constitución, que según la voluntad de Engelbert Dollfuss, ha creado la Austria independiente y autónoma, alemana y cristiana, socialmente organizada y autoritariamente dirigida, además, en consonancia con las leyes fundamentales del Frente Patriótico junto al cual en Austria no hay ni puede haber ningún partido u organización política, dentro de las que cuidaremos, bajo la inconmovible solidez de sus principios fundamentales, de que todo el mundo goce de iguales derechos. Esto será la misión del Frente en las próximas semanas. La observancia de las leyes austríacas y con ella la de la ley sobre el Frente Patriótico y el reconocimiento de la Constitución austríaca es -en el acuerdo de febrero de 1937 sobre política interna de Austria lo mismo que en el presente concluido entre ambos países- la condición previa expresamente establecida e inequívocamente formulada de la colaboración.

Del lado del Reich alemán, se repitió la promesa de tomar las disposiciones más decisivas para no inmiscuirse en los asuntos de la política interior de Austria de modo tal que el gobierno de Alemania está dispuesto a tomar aquellas medidas que impidan la intromisión de los centros políticos alemanes en las cuestiones internas de Austria; se convino y fijó que la organización en Austria, hasta ahora ilegal, no podría contar en modo alguno con la protección de los centros extra-oficiales o con la tolerancia por parte del Gobierno de la Confederación sino que, por el contrario, cualquier actuación ilegal caería bajo las penas previstas por las leyes vigentes; este es un hecho claramente determinado que por una razón especial parece ser digno de tenerse en cuenta.

He hablado de una paz sincera. No la habría sido si en Austria hubieran tenido razón aquellos que hasta hace poco tiempo aun hablaron de la nulidad de la Constitución austríaca y de los perjuros del Gobierno austríaco, de violencia y terror y de la reaparición del partido. Ha sido una paz sincera porque los principios, que nosotros hemos representado siempre en relación con la Constitución del Estado y del Frente Patriótico, han quedado invariables incluso respecto a los fundamentos de nuestra organización estatal. Sabemos exactamente que pudimos ir y fuimos hasta aquel límite detrás del cual existe clara y terminantemente un ‘hasta aquí y no más allá.’ No hemos temido alcanzar este límite porque nosotros, confiados en la palabra y en la personalidad del Führer y Canciller que rige con éxito los destinos del gran Reich alemán, nos hemos decidido a emprender junto con él un camino que, consecuentemente seguido, puede resultar, según nuestra firme convicción, de gran beneficio para el país austríaco y para el pueblo alemán entero, sirviendo también a los intereses de la paz europea.

Atribuyo gran valor a la declaración de que me encuentro dispuesto, plenamente consciente de la responsabilidad y atendiendo con el mayor cuidado los intereses vitales y la existencia pacífica de nuestra patria, a cumplir la palabra dada por parte de Austria, sin segunda intención y con absoluta claridad. Yo y todos nosotros seremos felices si este período penoso y lleno de sacrificios que terminó con un día duro el 12 de febrero de 1938 ha de llevar por fin a una verdadera paz alemana, una paz que, conservándola y profundizándola, compensará los sacrificios hechos.

Y ahora volvamos hacia la parte puramente austríaca de la cuestión.

Los fundamentos de la estructura de nuestro Estado son tan claros y se han discutido tan frecuentemente, la invariabilidad de aquella orientación, que bajo el signo de Dollfuss se nos señaló de modo tan evidente, se ha recalcado ya tantas veces, que tampoco es necesario ni repetirla ni subrayarla más en este momento. Yo exhorto a todos los austríacos conscientes de los problemas actuales a comenzar desde el día de hoy una nueva vida política común y efectiva en la cual, conservándose fieles a nuestros principios, se le garantice a cada uno la mayor libertad posible, siempre que se mueva dentro de los límites trazados por el Frente Patriótico, y dentro de los cuales nadie debe temer coacción alguna sobre su opinión personal, mientras que no vaya contra las bases y leyes fundamentales del Estado.

Pido, especialmente a los antiguos y fieles paladines del pensamiento austríaco, cuya misión es en estos momentos más necesaria que nunca, el agruparse alrededor de la bandera de la patria y mantenerla enhiesta, con celo incansable, siguiéndola imperturbables, unidos y conscientes. A su obra corresponde en primera línea el llevar adelante la actividad ineludible del Frente Patriótico en el país, ahora necesaria más que nunca para arraigar en el corazón y en el pensamiento del último austríaco la noción de los valores que están en juego. Es hora ya de arrojar al cuarto de los trastos viejos los tópicos de una época pasada. Clerical y anticlerical son conceptos cuyas luengas barbas blancas no debieran conmover más a los hombres conscientes de su tiempo y mucho menos a los jóvenes; liberal, como su concepto antagónico, revolucionario, son ya imágenes que sólo deben ser usadas cuando el que las emplea explica lo que con ellas quiere decir. Pero quien habla de socialismo o de nacionalismo y quien ante el altar de su pensamiento esté acostumbrado a reverenciar al socialismo nacional tenga presente que la consigna en Austria no es nacionalismo o socialismo, sino “patriotismo”. Y todo lo que sea sano entre los diversos pensamientos y programas encontrará sitio en el primer movimiento nacional y social de la patria, en el Frente Patriótico”.

Como se ve, mientras que en Berlín se esperaba haber alcanzado la igualdad de derechos para el Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista austríaco, en Viena se creía haber terminado con la oposición nacional mediante su admisión en el Frente Patriótico cuya bandera era la de una susodicha “Austria independiente”. Por eso el discurso de Schuschnigg se recibió en Alemania muy fríamente y no sin decepción. No obstante, se creyó ver una cierta garantía en el hecho de que el correligionario Dr. Seyss-Inquart tenía a su cargo la política interior de Austria.

Pero esta tergiversación por parte de Schuschnigg, si es que no se quiere hablar de deslealtad, no hizo esperar por mucho tiempo su efecto fulminante.

Con motivo de una asamblea de los funcionarios pertenecientes al Frente Patriótico en Innsbruck, el Canciller austríaco proclamó el 9 de marzo la celebración de un plebiscito que habría de tener lugar el domingo siguiente y cuyo lema era: “Por una Austria libre y alemana, independiente y social, cristiana y unida. Por la paz, el trabajo y la igualdad de derechos de todos los que sean fieles al Pueblo y a la Patria.”

Schuschnigg, contra todo principio político, tomó esta decisión sin dar conocimiento de ella al Gobierno y ni siquiera al ministro de la Gobernación bajo la autoridad del cual se efectúan las elecciones en todas las naciones del mundo. Según rumores, al tomar tan grave decisión, los consejeros de Schuschnigg eran el ministro de Educación Pública, Perntner, el ex-ministro de Comercio, Stockinger, el alcalde-presidente de Viena, Schmitz, y el Gobernador Civil de la Baja Austria, Reither.

Esta inaudita resolución no pudo menos que provocar en Berlín viva reacción, tanto en los círculos políticos como en la prensa, ya que la consigna fijada para el plebiscito era contraria al acuerdo de Berchtesgaden y a su espíritu de reconciliación y fue considerada en Berlín como poco caballerosa. Pero la indignación creció cuando se supo que el reglamento del plebiscito fue dado a conocer no por el ministro responsable sino por Zernatto, delegado de Schuschnigg en el Frente Patriótico, como sigue:

“Para cada distrito electoral se constituirían comisiones plebiscitarias según las indicaciones del gobernador respectivo o del alcalde de Viena. Estas comisiones serían compuestas de un presidente y de dos o cuatro adjuntos. En cada caso figuraría un representante de los patronos y otro de los obreros, y de ampliarse el número de adjuntos, uno de estos debería ser una mujer. Todos los miembros de la Comisión plebiscitaria debían pertenecer al Frente Patriótico, a ser posible funcionarios. De acuerdo con las instrucciones del gobernador sería regulado el empleo de secretarios. Asimismo, el gobernador fijaría el comienzo y el fin del plebiscito. Como documento para la votación servirían las tarjetas de asociados al Frente Patriótico, Unión de Labradores, Unión obrera, Confederación de Trabajadores austríacos o simplemente tarjeta de identificación, cédula personal o de inscripción en la policía; en todo caso documentos que sirvieran para la identificación personal. En el documento presentado un sello visible justificaría la votación. Todo el que fuera conocido personalmente de la mesa electoral podía también ser admitido a la votación sin documento alguno. Las personas que entraran en el local debían presentar sus documentos al presidente de la mesa. Todos los ciudadanos austríacos nacidos hasta el año 1914 tenían derecho a voto, esto una vez demostrado, se sellaría el documento presentado por el votante quien personalmente depositarían su sobre. Cumplido el acto, debía abandonar el local. Allí donde lo ordenara el gobernador, se pondría una lista de aquellas personas que hubieran emitido su voto. La papeleta oficial de votación sería de dimensiones corrientes, 5 X 8 cm., impresa por un lado con la palabra “Si”. Aquellos que votaran en contra tenían que escribir a mano una papeleta del mismo tamaño con la palabra “No”.

Como se ve, no había ni lista de electores no control alguno. Por el contrario, todo elector, que estuviera en poder de varios documentos de legitimación tenía la posibilidad de ir de una mesa a otra y votar repetidas veces. Como en las mesas electorales no había más que papeletas con “Si”, todo votante contrario tenía que llevar una papeleta de las dimensiones estipuladas con el “No”, siendo así reconocido inmediatamente. Como, además existía la posibilidad de entregar la papeleta abierta, el plebiscito perdió su carácter secreto, ya que por otra parte todos los miembros de la mesa tenían que pertenecer al Frente Patriótico. Por último, en todas las oficinas y servicios públicos la votación debía comenzar un día antes y se efectuaría allí mismo con una “libertad” que es bien fácil imaginarse.

En estas circunstancias, no es para sorprenderse de que la Prensa del Reich considerara este plebiscito como una “farsa” y en contradicción con los más elementales principios de la democracia; esto fue expresado en artículos de protesta también por muchos periódicos austríacos y extranjeros.

El delegado de la sección política del Frente Patriótico, Dr. Jury, aconsejó a los nacionalsocialistas abstenerse de votar. El 10 y el 11 de marzo se produjeron desórdenes y choques de carácter político, tanto en Viena como en provincias. En Graz fueron movilizadas las tropas del Ejército de la Confederación para contener a la población nacionalsocialista. En diferentes puntos se armó a la Liga de defensa republicana socialista-comunista que antes había sido disuelta. La situación era amenazadora y peligrosa; parecía inminente una guerra civil a estilo de la española.

El presidente de la Confederación, Miklas, no pudo substraerse a las consecuencias de estos sucesos, de modo que el Dr. Schuschnigg se decidió, después de informar al jefe del Estado, el 11 de marzo a las 6 y cuarto de la tarde, de comunicar oficialmente por la radio austríaca a aplazar el plebiscito que se había fijado para el día siguiente. Una hora más tarde el Canciller austríaco presentó su dimisión, diciendo por la radio lo siguiente:

“El día de hoy nos ha puesto ante una grave y decisiva situación. He sido encargado de informar al pueblo austríaco sobre los sucesos de estos momentos. El gobierno alemán ha presentado al Sr. Presidente de la Confederación austríaca un ultimátum perentorio, según el cual el Sr. Presidente debe nombrar como canciller a un candidato que se le propone y formar un gobierno conforme a las indicaciones del Gobierno alemán; en caso contrario, el ejército alemán está preparado para entrar en territorio austríaco. Yo afirmo ante el mundo que son puras invenciones las noticias que se han propagado por Austria de que hubo revueltas obreras, en las cuales la sangre corrió a raudales, sin que el Gobierno se adueñara de la situación imponiendo orden con sus propios medios.

El Sr. Presidente de la Confederación me encarga decir que nosotros cedemos a la fuerza. Como no queremos a ningún precio que corra la sangre alemana, ni aún en esta hora tan grave, hemos dado orden al Ejército austríaco de que, en caso de que la invasión se lleve a cabo se retire sin resistencia alguna y espere las decisiones que luego se tomen. El Sr. Presidente de la Confederación ha confiado el mando del Ejército al general de Infantería e Inspector general de tropas, Sr. Schilhawsky, por mediación del cual las tropas recibirán nuevas instrucciones. Así me despido yo, en estos momentos, del pueblo austríaco, con estas palabras alemanas que expresan mi más ardiente deseo: “¡Dios proteja a Austria!”.

La Agencia Alemana de Noticias comunicó por la radio la siguiente rectificación de las razones dadas por el Canciller de la Confederación, Dr. Schuschnigg, para la dimisión:

“Schuschnigg afirma que el Gobierno alemán ha exigido de Austria la formación de un nuevo gobierno en un plazo perentorio. Esta afirmación de Schuschnigg es falsa. No ha sido el Gobierno alemán el que ha presentado este ultimátum sino que han sido los centros austríacos y los ministros de su Gobierno los que en vista de la situación, cada vez más aguda en Austria, le han expuesto al Sr. Presidente las demandas que constan en dicho ultimátum. Schuschnigg afirma, además, que el Gobierno alemán ha exigido en forma perentoria del Sr. Presidente la formación del gabinete según las indicaciones del primero. Tampoco esto corresponde a la verdad, ya que son los círculos gubernamentales de Austria, los que, con pleno conocimiento de la situación en su país, han presentado tales demandas al Sr. Presidente. Por último, el Canciller de Austria afirma que es pura invención el que hayan estallado desórdenes en Austria y que el Gobierno no sea dueño de la situación. en todas las noticias sobre Austria, que se tienen en todo el mundo, se dice que ya han ocurrido innumerables choques y varios desórdenes. Así, por ejemplo, masas comunistas armadas se estaban preparando para una marcha hacia Viena cuando Schuschnigg leía estas falsas afirmaciones.”

El mismo día, una hora después de haber hablado Schuschnigg, el ministro de la confederación, Dr. Seyss-Inquart, leyó por la radio la proclamación siguiente:

“¡Hombres y mujeres de Austria! ¡Compatriotas alemanes! en presencia de los sucesos de hoy y considerando, sobre todo, los que han de venir, hago constar que yo, como ministro de la Gobernación y Seguridad, hoy me encuentro en mi puesto lo mismo que antes y me siento responsable del mantenimiento del orden y tranquilidad en este país. conjuro a todos a secundarme en esta misión. Es necesario dar prueba de una disciplina especial en las horas y días que se avecinan. Si hoy tuviesen lugar manifestaciones no han de tomar en ningún momento el carácter de demostraciones extremas. Por tanto exhorto a las formaciones de orden y seguridad de los nacionalsocialistas para que cuiden en todos los sitios del orden y de la calma y asimismo para que influyan el este mismo sentido sobre sus correligionarios. Cuento con que todos vosotros apoyaréis por entero las órdenes del Gobierno y que os pondréis a sus órdenes. Especialmente, os recuerdo que en ninguna forma se debe intentar la menor resistencia contra la entrada eventual del Ejército alemán, no siquiera por parte del Gobierno, antes por el contrario, el deber más importante en estos momentos es la conservación del orden y la tranquilidad en el país. Mantenéos firmes, uníos y ayudad a la conservación de un porvenir más feliz.”

Al mismo tiempo, Seyss-Inquart dirigió al Führer y Canciller alemán el telegrama siguiente: “El Gobierno provisional de Austria que, después de la dimisión del gobierno Schuschnigg, considera como su misión la de restablecer el orden en el país, dirige al gobierno alemán el apremiante ruego de apoyarle en su labor y de ayudarle a impedir el derramamiento de sangre. Para este fin ruega al Gobierno alemán el envío inmediato de tropas.”

En la noche del 11 al 12 de marzo de 1938, desde el balcón de la cancillería, fue dado a conocer por el Presidente de la Confederación el nombramiento del nuevo gobierno nacionalsocialista, compuesto como sigue: Canciller y Ministro de la Defensa nacional, Dr. Artur Seyss-Inquart; Vice-canciller, Dr. Edmund Glaise-Horstenau; Ministro de Relaciones Exteriores: Consejero ministerial Dr. Wilhelm Wolf; Ministro de Justicia, Dr. Franz Hueber; Ministro de Educación, Prof. Dr. Oswald Menghin; Ministro de Previsión social, Dr. Hugo Jury; Ministro de Hacienda, Dr. Rudolf Neumayer; Ministro de Agricultura, Ing. Anton Reithaller; Ministro de Comercio, Dr. Hans Fischböck. Además, el Presidente de la Policía de Viena, Dr. Michael Skubl fue nombrado subsecretario de Estado y agregado al Canciller como su delegado en las cuestiones de Seguridad.

El 12 de marzo, a las 12 en punto, el Dr. Goebbels dio lectura desde el Ministerio de Propaganda de Berlín, en presencia de los corresponsales de la Prensa extranjera, a la siguiente proclamación del Führer y Canciller de Alemania:

“¡Alemanes!
Con profundo dolor hemos sido testigos, desde hace muchos años, de la suerte de nuestros compatriotas de Austria. Una unión histórica perenne, que por primera vez fue interrumpida el año 1866 y que experimentó una nueva confirmación por la guerra mundial, ha juntado a Austria, desde tiempos inmemoriales en la comunidad de destino del pueblo alemán. Las penas que ese país ha sufrido, primero venidas de fuera y luego surgidas en su interior, las hemos sentido como propias, de la misma manera que nosotros sabemos también que millones de austro-alemanes han sentido con la misma aflicción las desgracias de Alemania.

Cuando en Alemania, gracias a la victoria de la idea nacionalsocialista, la nación encontró de nuevo el camino para llegar a ser un gran pueblo orgulloso y consciente de sí mismo, comenzó en Austria un nuevo período de sufrimientos y de las más amargas tribulaciones. Un régimen, al cual le faltaba toda forma legal, intentó mantener, mediante los medios más brutales del terror y de las penas corporales y económicas, una existencia rehusada por abrumadora mayoría del pueblo austríaco. Y así, nosotros, todo un gran pueblo, tuvimos que ver que más de seis millones de seres de nuestra misma raza fueran oprimidos por una minoría muy inferior en número que supo sencillamente apoderarse de los medios necesarios de fuerza para ello. A la privación y amordazamiento políticos correspondía una ruina económica del país que estaba en tremenda contraposición con la prosperidad de la nueva vida en Alemania. ¿Quien podría tomarlo a mal que estos infelices compatriotas habrían de dirigir su mirada ansiosa hacia Alemania, hacia aquella Alemania a la cual sus antepasados habían estado unidos durante siglos, con la cual lucharon juntos en la más tremenda de las guerras de todos los tiempos, cuya cultura era también su cultura, a la cual ellos mismos habían contribuido con producciones propias del más alto valor? Ahogar estos sentimientos no quería decir otra cosa que condenar a cientos de miles de seres humanos al sacrificio espiritual más hondo. Si bien, hace unos años estos sufrimientos se podían llevar con paciencia, con el crecimiento del prestigio de Alemania se hizo también más vehemente el deseo de eliminar este yugo.

¡Alemanes! En los últimos años traté de poner sobre aviso a los exgobernantes de Austria que era malo el camino elegido por ellos. La creencia de poder despojar al hombre para siempre del amor a su pueblo de origen por la opresión y el terror sólo pudo caber en la mente de un enajenado. La historia europea enseña que en tales casos sólo se cría un fanatismo mayor. Este fanatismo impulsa a los opresores a emplear métodos cada vez más duros que, a su vez, no hacen más que aumentar el odio y la repugnancia de los oprimidos. He seguido intentando convencer a los gobernantes austríacos responsables de que para una gran nación a la larga es imposible, por indigno, ver constantemente que seres de su mismo pueblo, por su fe en el, por su origen o por su adhesión a una idea, sean oprimidos, perseguidos y encarcelados. Más de 40.000 fugitivos ha tenido que acoger Alemania, otros 10.000 han pasado a las prisiones, cárceles y campos de concentración de ese pequeño país de Austria; cientos de miles han quedado arruinados y reducidos a la miseria. Ninguna nación del mundo podría tolerar a la larga este estado de cosas en sus fronteras, o no merecería sino ser despreciada.

En 1936 me esforcé en hallar un camino cualquiera, gracias al cual se pudiera aliviar el trágico destino de este pueblo alemán hermano, para llegar así acaso a una reconciliación efectiva. El convenio del 11 de julio se firmó solamente para infringirlo inmediatamente después. Como antes, reinaba la carencia de derechos de la inmensa mayoría de los austríacos sin que se modificara tampoco su indigna situación de parias del Estado. Quien abiertamente se declaraba adicto al pueblo alemán era perseguido, fuese obrero nacionalsocialista o jefe benemérito de la guerra mundial. Por segunda vez intenté llegar a un entendimiento. Me esforcé en hacer comprensible al representante de este régimen que, sin estar investido de poder legítimo, se presentaba frente a mí - el Führer elegido por el pueblo alemán - que a la larga ese estado de cosas sería imposible, puesto que la indignación creciente del pueblo austríaco no podría subyugarse eternamente con una fuerza cada vez mayor y que, a partir de cierto momento, también llegaría a ser insoportable para el Reich contemplar en silencio esa tiranía. Si hoy la solución de problemas coloniales depende del derecho de disponer de sus destinos de los pueblos inferiores afectados, es intolerable que 6.5 millones de ciudadanos pertenecientes a un pueblo de antigua y gran cultura estén prácticamente desprovistos de este derecho por la clase de régimen al cual están sometidos. De allí que yo haya querido lograr por un nuevo convenio el que en este país se concedieran a todos los alemanes los mismos derechos y se les impusieran obligaciones iguales. Este convenio debía ser el complemento del tratado del 11 de julio de 1936.

Algunas semanas más tarde, por desgracia, pudimos comprobar que los hombres del Gobierno austríaco, que acaba de caducar, no estaban dispuestos a cumplir este tratado conforme a su espíritu sino que, con objeto de procurarse una coartada para sus continuas violaciones a la igualdad de derechos de los alemanes austríacos, se urdió una demanda de plebiscito destinado a privar definitivamente de sus derechos a la mayoría de los ciudadanos de este país. La modalidad de este expediente debía ser única: Un país que desde hace muchos años no ha tenido más elecciones, que carece de todos los comprobantes para la inclusión de todas las personas con derecho a voto convoca a unas elecciones que deben verificarse dentro de tres días y medio, apenas. No existen ni listas ni tarjetas electorales. No es posible probar si las personas tienen o no derecho a voto, ni existe obligación del secreto electoral, ni garantía para la ejecución imparcial de la elección, ni seguridad en el escrutinio de los votos, etc.

¡Si estos son los métodos para dar a un régimen el carácter de legalidad, entonces nosotros los nacionalsocialistas en el Reich durante 15 años solamente hemos sido unos locos! Hemos pasado por cientos de luchas electorales y sólo a costa de grandes esfuerzos nos hemos conquistado la aprobación del pueblo alemán. Cuando al fin fui llamado al gobierno por el inolvidable Presidente del Reich, yo era el jefe del partido más fuerte de Alemania. Desde entonces me he esforzado siempre en que la legalidad de mi existencia y de mi actuación sea confirmada por medio del pueblo alemán, que siempre me la ha ratificado. Pero si los métodos que el Sr. Schuschnigg quería emplear son los justos, entonces también el plebiscito del territorio del Saar fue sólo una traba puesta a un pueblo al que se quería impedir su retorno a la madre patria. ¡Pero, nosotros somos de otra opinión! Pienso que debemos estar todos muy orgullosos de que precisamente con motivo de este plebiscito en el Saar hayamos recibido de una manera innegable la confianza del pueblo alemán.

Contra este intento de un fraude electoral, si precedente, por fin, en Austria misma se ha levantado el pueblo alemán. Si esta vez el gobierno intenta anular a viva fuerza el movimiento de protesta, el resultado sólo podrá ser una guerra civil. El Reich alemán, de hoy en adelante, no está dispuesto a tolerar que alemanes sean perseguidos en territorio austríaco a causa de sus sentimientos de adhesión hacia la nación alemana o por su profesión de fe a determinadas concepciones ideológicas. ¡Sólo quiere tranquilidad y orden! Por tanto, me he decidido a poner la ayuda del Reich a la disposición de millones de alemanes en Austria. ¡Desde hoy por la mañana marchan por todas las fronteras austro-alemanas los soldados del Ejército alemán! Los grupos de tanques, las divisiones de infantería y las secciones de la SS, tierra, y la aviación militar alemana, en el cielo azul, serán los fiadores -expresamente llamados por el nuevo gobierno nacionalsocialista en Viena- de que por fin se le ofrezca al pueblo austríaco dentro del más breve plazo, la posibilidad de organizar su futuro y con ello su propio destino por medio de un verdadero plebiscito.

¡Detrás de estas tropas están también la voluntad y la firme decisión de la Nación alemana entera! Yo mismo, como Führer y Canciller del pueblo alemán, me sentiré feliz de poder pisar, como alemán y ciudadano libre aquella tierra que también es mi patria. El mundo debe convencerse de que el pueblo alemán en Austria está viviendo en estos días horas de la más feliz alegría y de la más profunda emoción. En los hermanos, que han acudido en su ayuda, el pueblo austríaco ve a los salvadores del intenso peligro.

¡Viva el Reich nacionalsocialista! ¡Viva la Austria alemana nacionalsocialista!”


Llegada de Hitler a Viena
En la tarde del histórico 12 de marzo, el Führer emprendió un viaje en automóvil a Austria, delegando en el General Göring sus funciones durante su ausencia de Berlín. A las 3.50 de la tarde, el Führer atravesó la frontera austríaca en Braunau del Inn, su pueblo natal, entrando en Linz a las 8 de la noche. El Canciller de Austria, Dr. Seyss-Inquart, le dio la bienvenida con la alocución siguiente:

“¡Mi Führer! ¡En este momento tan transcendental para el pueblo alemán y de tanta importancia para el desenvolvimiento de la historia de Europa, yo personalmente y conmigo la patria entera, por primera vez en Austria, os saludo mi Führer y Canciller del Reich! Ha llegado el momento en el cual, a pesar del dictado de paz, de la opresión, de la envidia e incomprensión de todo el mundo, se han vuelto a unir definitivamente alemanes con alemanes. Hoy, todos los alemanes están unánimemente decididos a mantenerse al precio de cualquier lucha y sufrimiento como un solo pueblo unido. El camino ha sido difícil, duro y lleno de sacrificios; ha pasado a través del descalabro más trágico del pueblo alemán, pero, precisamente, de ahí surgió la idea, grande y magnífica, de la indivisibilidad de nuestra comunidad de destino, la conciencia de un pueblo pletórico de vida, la idea del nacionalsocialismo.

Mi Führer, habréis sabido, como hijo de este país fronterizo, de la miseria y desgracia del pueblo. El conocimiento de esto os hizo nacer de la genial idea de arriesgarlo todo para ayudar al pueblo alemán a salir de su más grave descalabro y lo habéis conseguido. Sois el Führer de la Nación alemana en la lucha por el honor, la libertad y la justicia. Ahora, nosotros, los austríacos como alemanes hemos reconocido para siempre con libertad, franqueza e independencia este gobierno y al mismo tiempo, declaramos solemnemente que queda sin efecto al artículo 88 del Dictado de Paz. El poderoso ejército del Reich avanza en nuestro país, agasajado con las manifestaciones de entusiasmo que le tributan los austríacos. Los soldados alemanes saludan a las provincias austríacas no en son de sus agresores sino como confirmación clara y definitiva de que el pueblo alemán entero se halla dispuesto a asegurar la existencia del Reich alemán ante el mundo y a protegerle para siempre sus intereses. El Reich, alemán en su pueblo, tiene como meta el orden, la paz y la libertad de los pueblos; ¡nosotros nos encontramos en el umbral de su palingenesia y Adolfo Hitler es su Führer! Nosotros austríacos os lo agradecemos. Yo, en mi calidad de hombre modesto sólo puedo decir sencillamente que de lo íntimo del corazón os lo agradecen millones de austríacos. Hemos luchado siempre a vuestro lado como nos lo permitía nuestro radio de acción en este país fronterizo, perseverantes hasta los extremos de la tolerancia. Creo que hasta el último momento hemos servido la buena causa. Ahora os saludamos con el regocijo de todos los corazones alemanes. ¡Salve, mi Führer!”

Adolfo Hitler contestó así:

“¡Alemanes! ¡Compatriotas! ¡Sr. Canciller! Agradezco vuestras frases de bienvenida, pero en particular agradezco a todos vosotros que os habéis congregado aquí y dais testimonio de que no es voluntad y deseo de unos pocos fundar este gran Reich del pueblo alemán, sino deseo y voluntad del pueblo alemán entero. Quieran ver aquí, esta noche, algunos de nuestros conocidos investigadores internacionales de la verdad ver la realidad de las cosas para reconocerla después ante el público y comunicarla a los demás.

Cuando un día salí de esta ciudad, llevaba dentro de mí exactamente la misma fe firme que hoy me anima. Consideren Uds. la inmensa emoción que me embarga al ver realizado, después de tantos años, este anhelo. Cuando la Providencia me llamó un día fuera de esta ciudad para dirigir los destinos del Reich incluso debió confiarme una misión y esta no pudo ser otra que la de devolver mi querida patria al Reich alemán. He creído en esta misión, por ella he vivido y luchado y, me parece, que ahora la he realizado y vosotros sois testigos. ¡Si, todos vosotros sois testigos y fiadores de ella!

No sé qué día seréis llamados, pero espero que no esté muy lejano. Tendréis vosotros que responder con vuestra propia fe y creo que entonces podré aludir con orgullo a mi patria ante el resto del pueblo alemán. Ese resultado demostrará a todo el mundo que cualquier intento ulterior de desunir a este pueblo será inútil. Así como vosotros os comprometeréis a contribuir a ese futuro alemán, así también toda Alemania está dispuesta a contribuir al mismo fin y ya lo está haciendo en el día de hoy. Ved en los soldados alemanes, que en esta hora avanzan de todas las provincias del Reich, combatientes dispuestos al sacrificio y deseosos de él en aras de la Unidad del pueblo alemán entero, de nuestra libertad, de el poderío de nuestro Reich, de su grandeza y esplendor, ahora y siempre. ¡Salve Alemania!”

Al día siguiente, 13 de marzo, los Gobiernos inglés y francés, aludiendo a ciertas noticias transmitidas de Viena por sus embajadores, protestaron contra la coacción ejercida por el Reich alemán en los asuntos interiores de Austria. El Gobierno alemán rechazó esta protesta como inadmisible procediendo al mismo tiempo a una rectificación de las informaciones de ambos gobiernos, calificadas como falsas.

La “Correspondencia diplomático-política alemana”, órgano oficial de la Wilhelm Strasse, escribió:

“Las protestas presentadas por Inglaterra y por Francia contra la obra de unidad alemana, y, por lo tanto contra el principio de libertad, no puede ser recibida en Alemania sino con incomprensión absoluta. Semejantes protestas habrían estado en su lugar antes, cuando fue dictado un Tratado de Versalles en contradicción con los Puntos de Wilson, solemnemente aceptados. Pues, disgregaban arbitrariamente y despiadadamente al pueblo alemán o le sometían a la responsabilidad de terceros contra la voluntad expresa de los afectados. Para quien hoy conviva la alegría de liberación del Pueblo alemán en Austria, desde el lago de Constanza hasta el lago de Neusiedler, tales protestas sólo pueden servir como documento de aquel espíritu que dividió el mundo desigualmente, impidiendo por lo tanto la concordia entre las naciones. Si es exacto que la tensión del estado de cosas en la Austria alemana -que no ha podido ser evitada a pesar de los repetidos intentos del Reich- fue un factor perturbador de la paz, como lo afirma constantemente la Prensa extranjera, en ese caso esa prensa lógicamente debiera sostener la opinión de que gracias al arreglo entre Alemania y Austria se ha eliminado un factor de intranquilidad en Europa, contribuyendo a la causa de la paz!”

Ya el 11 de marzo, el Führer por mediación de su embajador extraordinario, el Príncipe de Hessen, había hecho entregar un escrito al Presidente del Consejo de Ministros de Italia, Benito Mussolini, en el cual en primer término le daba un resumen de los últimos acontecimientos en Austria, concebido de igual modo que en la proclamación, y luego exponía los motivos de su actuación.

El Gran Consejo del Fascismo, bajo la Presidencia de Mussolini, se reunió en asamblea el 12 de marzo, después de la cual fue publicada la comunicación siguiente:

“El Gran Consejo, después de recibir el informe del ministro RR.EE. sobre los acontecimientos austríacos y después de enterarse de los informes detallados de los representantes en el extranjero, en virtud de los cuales se ha podido dar cuenta, día por día, del desarrollo de la situación en sus más mínimos detalles, hace constar que el Gobierno de la Confederación austríaca sólo después de consumado el hecho ha comunicado al Gobierno italiano sobre los resultados de la entrevista de Berchtesgaden y de sus iniciativas ulteriores. No obstante, el Gobierno italiano estaba decidido por su parte y por razones evidentes, a no inmiscuirse en modo alguno en la política interior de Austria y en el desarrollo de un movimiento de carácter nacional cuyo resultado lógico era fácil de prever.

El Gran Consejo destaca en forma especial que el plebiscito, que tan repentinamente fuera convocado por el Canciller Schuschnigg, no sólo no había sido sugerido por el Gobierno italiano sino que a causa de su contenido y de su forma fue expresamente desaprobado tan pronto como se recibieron noticias de su intento.

Estima que lo ocurrido en Austria fue resultado de un estado efectivo, ya existente anteriormente, y la expresión del sentimiento y de la voluntad del pueblo que han sido confirmados de una manera inequívoca mediante las imponentes manifestaciones, que han motivado los acontecimientos.

El Gran Consejo se entera con el más profundo interés de una carta que, con fecha 11 de marzo, Hitler dirigió al Duce y que trata de los acaecimientos en Austria en conexión con las relaciones italo-alemanes.

Por último, el Gran Consejo se da por enterado de la negativa que el Gobierno fascista ha dado a la invitación francesa a una acción común, por entender que dicha acción habría carecido de base y de objeto y solamente habría conducido a un empeoramiento de la situación internacional. Aprueba la línea de conducta propuesta por el Gobierno fascista relativa a los sucesos austríacos e inspirada por una apreciación realista de la situación en armonía con los intereses nacionales italianos.”

El Führer y Canciller del Reich Adolfo Hitler, en virtud de la publicación de esta resolución, envió al Presidente del Consejo de Ministros de Italia, Mussolini, el telegrama siguiente: “Mussolini, esto no os lo olvidaré jamás. Adolf Hitler.” El Presidente de Ministros italiano contestó como sigue: “Mi actitud está fijada por la amistad de nuestros países unidos por el eje. Mussolini.”

El 13 de marzo, el Gobierno austríaco publicó la ley constitucional de la Confederación sobre la reincorporación de Austria al Reich alemán y anunció con este motivo un plebiscito:

“En virtud del artículo III, inciso 2 de la ley constitucional de la Confederación sobre medidas extraordinarias dentro de la Constitución RGBI. Nº.255/1934, el Gobierno de la Confederación ha decretado : Artículo 1º. Austria es un país del Reich alemán. Artículo 2. El domingo, 10 de abril de 1938, tendrá lugar un plebiscito libre y secreto de todos los hombres y mujeres alemanes de Austria, mayores de 20 años, sobre la reincorporación al Reich alemán. Artículo 3º. En el plebiscito decide la mayoría de los votos emitidos. Artículo 4º. Las instrucciones necesarias para la ejecución y complemento de esta ley constitucional de la Confederación serán dadas por decreto. Artículo 5º. (1) Esta ley entra en vigor en el día de su publicación. (2) El Gobierno de la Confederación está encargado de la ejecución de esta ley.”

El Gobierno del Reich proclamó, por su parte, la siguiente ley sobre la reincorporación de Austria al Reich alemán:

“Artículo 1º. La ley constitucional decretada por el Gobierno de la Confederación austríaca sobre la reincorporación de Austria al Reich alemán, de fecha 13 de marzo de 1938, es ley del Reich alemán. Artículo 2º. El derecho actualmente en vigor en Austria continúa en vigor hasta nueva orden. La vigencia de la legislación del Reich en Austria se decretará por el Führer y Canciller del Reich o por el ministro autorizado por él. Artículo 3º. El ministro de Gobernación está facultado, de acuerdo con los ministros respectivos del Reich, para decretar las disposiciones legales y administrativas necesarias para la ejecución y complemento de esta ley. Artículo 4º. La ley entra en vigor el día de su publicación.”

Adolfo Hitler, en su viaje a través de Austria y procedente de Linz, entró en Viena en la tarde del 14 de marzo, acompañado por el canciller austríaco; dirigió al pueblo vienés la alocución siguiente:

“¡Compatriotas alemanes! Lo que vosotros sentís en este momento lo he convivido yo hasta lo más íntimo de mi ser en estos últimos cinco días. Se ha concedido a nuestro pueblo alemán el comienzo de una nueva era histórica. Lo que vosotros presenciáis en este instante lo presencia también el pueblo alemán entero. No sólo los dos millones de almas de esta ciudad sino los 75 millones de nuestro pueblo en un Reich uno. Todos vosotros os encontráis profundamente conmovidos con la iniciación de esta nueva época histórica y todos juntos os consagrareis al voto siguiente: ¡Suceda lo que suceda, nadie podrá quebrantar ni desunir al Reich alemán tal como ahora existe! Ni la necesidad, ni la amenaza, ni la fuerza podrán romper este juramento. ¡Esto lo dicen hoy, plenos de fe, todos los alemanes, desde Königsberg hasta Colonia y desde Hamburgo hasta Viena!”

El jefe del distrito Bürckel (Palatinado del Saar) fue comisionado por el Führer y Canciller del Reich para reorganizar el Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista en Austria y preparar el plebiscito fijado para el 10 de abril.

Durante la permanencia del Führer en Viena le visitó el Cardenal-Arzobispo de esa diócesis, Dr. Innitzer, expresándole su alegría por la unión de Austria al Reich. Al mismo tiempo declaró que los católicos austríacos colaborarían con todas sus energías en la obra alemana de reconstrucción.

Los directores espirituales de la Iglesia evangélica de Austria acordaron que la Iglesia austríaca es un órgano de la alemana y que las medidas necesarias deben ser dictadas inmediatamente por el Consejo supremo evangélico de Viena y de la Iglesia evangélica alemana de Berlín.

Desde el primer momento en el que el Führer y Canciller pisó tierra austríaca, le fueron tributadas entusiastas ovaciones por parte de la población que, particularmente en su ciudad natal, Braunau, así como en Linz y en Viena, se convirtieron en manifestaciones verdaderamente extraordinarias. El coche, que conducía a Hitler, con gran pena pudo abrirse paso a través de la muchedumbre que le aclamaba. El entusiasmo alcanzó su punto culminante, el 14 de marzo, festejando la liberación en la Plaza de los Héroes, de Viena, en donde se había congregado una multitud de varios centenares de miles de almas.

Primero el Gobernador Dr. Seyss-Inquart, como último jefe superior del Estado confederado de Austria, anunció la ejecución del acuerdo legal por el cual, según la voluntad del pueblo alemán y de su Führer, “Austria es un país del Reich alemán”. Proclamó al pueblo alemán y al mundo entero que Adolfo Hitler, como Führer y Canciller, había entrado en aquel momento en el palacio de la antigua capital del imperio, custodia de la corona del Reich. “La Marca Austral ha vuelto al hogar patrio”.

A continuación tomó la palabra Adolfo Hitler diciendo que dentro de la comunidad alemana se había realizado una transformación cuyo significado no podrían apreciar totalmente sino las generaciones futuras. Los gobernantes anteriores hablaron a menudo de la misión especial de este país. Un jefe de los legitimistas declaró en una memoria que era misión de la susodicha independencia del país, fundada en los dictados de la paz y dependiente de la merced del extranjero, impedir la formación de una nación alemana verdaderamente grande y con ello cerrar el paso al porvenir del pueblo alemán.

Adolfo Hitler continuó diciendo: “Ahora yo proclamo una nueva misión para el país, que corresponde al mandamiento que en otros tiempos congregó aquí a los colonos alemanes de todas las regiones del antiguo Reich. La más antigua Marca Austral del pueblo alemán debe ser de ahora en adelante el más nuevo propugnáculo de la Nación alemana y con ello del Reich alemán” (Intensos y prolongados aplausos). Puedo asegurar a sus 68 millones de compatriotas que esta tierra es alemana, que ha comprendido su misión y que la cumplirá. Jamás, ni nadie la superará en fidelidad a la gran comunidad alemana. Después que el Führer expresó su agradecimiento a los miembros del gobierno nacionalsocialista, y en especial al Gobernador Seyss-Inquart, y, además, a los innúmeros funcionarios del Partido y a los incontables idealistas anónimos, que han trabajado para la realización de esta obra, terminó su alocución con las palabras siguientes: “En este momento puedo dar cuenta al pueblo alemán de la consumación del acto más trascendental de mi vida. Como Führer y Canciller de la Nación alemana y del Reich proclamo ante la Historia la reincorporación de mi patria al Reich alemán”. Terminadas estas palabras resonaron durante largos minutos estrepitosas manifestaciones de alegría y entusiasmo en la amplia Plaza de los Héroes.

A continuación de la fiesta de la liberación tuvo lugar una parada militar de las tropas austríacas, que ya llevaban la cruz svástica sobre el pecho, junto con las tropas alemanas que habían llegado a Viena [4].

El Dr. Seyss-Inquart fue nombrado por el Führer gobernador de Austria. Las tropas austríacas, conforme a la orden de incorporación al Ejército alemán, prestaron juramento de fidelidad al Führer y Jefe supremo del Ejército.

El Gobierno alemán puso en conocimiento de los gobiernos extranjeros la reincorporación de Austria al Reich alemán, y les comunicó que los representantes diplomáticos de Austria en el extranjero habían recibido instrucciones de ponerse a las órdenes de las representaciones diplomáticas alemanas. El último Ministro de RR.EE. austríaco, Dr. Wolf, transfirió al Ministro de RR.EE. alemán, von Ribbentrop, las funciones del ministerio de RR.EE. austríaco.

En virtud de las disposiciones ejecutivas referentes a la reincorporación de Austria al Reich alemán, se dispuso que el Marco alemán sirviera junto con el Chelín austríaco como medio de pago legal en Austria, fijándose la equivalencia de un Marco alemán a un Chelín y medio austríacos.

Mussolini, en un discurso pronunciado en la Cámara italiana el 16 de marzo, al tratar de los acontecimientos de Austria, hizo constar que ésta había dejado de existir como Estado. A continuación, estableció un paralelo entre la reincorporación de Austria al Reich alemán y el movimiento de unificación italiano, de los años 1859 y 1871. También entonces, las tropas piamontesas fueron recibidas no como ejército enemigo sino como ejército nacional. Luego hizo un resumen sobre el desarrollo de la política austro-italiana, comenzada con el tercer gobierno Schober en 1929. Cuando, Dollfuss, en febrero de 1934, se vio obligado a reprimir una insurrección marxista, mandé cuatro divisiones al Brenner; fue este un acto de la más elemental previsión. Ni fue pedido, ni fue agradecido por ningún austríaco. Del año 1934 al 1936, la política italiana se rigió por los protocolos romanos. Al formarse el eje Roma-Berlín, en octubre de 1936, Mussolini hizo hacer notar a Austria que no podía vivir siempre bajo una actitud anti-alemana. El 7 de marzo de 1938, un delegado de Schuschnigg visitó a Mussolini para enterarse de la opinión de éste respecto a la idea de un plebiscito. “Le respondí -dijo Mussolini en el Parlamento- esto es un error, esta bomba le estallará a Schuschnigg en la mano.” Que Italia no haya intervenido ahora es debido a que en ese asunto nosotros no hemos contraído ninguna obligación ni directa ni indirecta. El interés de Italia por la independencia de Austria ha partido de la presuposición de que los austríacos, por lo menos en su mayoría, desean esta independencia.

No se puede hablar de un “peligro alemán” en el Brenner, puesto que, hace siglos, los alemanes se han detenido allí. En la era de las masas humanas, ninguna importancia tiene la geografía política, con sus efímeros Estados enclavados entre varias potencias, sino la geografía nacional. Italia no ha sido perturbada por los acontecimientos ocurridos al otro lado del Brenner, ya que se trata de una frontera intangible entre dos pueblos amigos. Italia tiene plena confianza en la promesa de Adolfo Hitler: “Mussolini, esto no os lo olvidaré jamás”. Los enemigos mundiales del Fascismo, en los últimos días, estuvieron acechando el momento en que ambos regímenes totalitarios iban a enfrentarse. En su cálculo demócratas, masones y la Tercera Internacional fueron completamente defraudados. Por el contrario, ha llegado la hora en que el eje Berlín-Roma ha podido ponerse a prueba. Todo el mundo sabe hoy que el eje no es solamente un sistema diplomático sino que se trata de un instrumento firmemente forjado y de eficacia también en momentos extraordinarios.

Los miembros del Reichstag alemán se reunieron en Berlín el 18 de marzo para recibir el informe del Führer y Canciller sobre los acontecimientos de Austria. En su alocución Adolfo Hitler declaró que ya en el siglo pasado había surgido el principio de las nacionalidades, nuevo ideal que domina más intensamente al hombre y que sustituye a la antigua concepción del Estado limitado por la casta, condicionado por la religión o fijado por la dinastía. Ya hasta fines del siglo pasado una serie de pueblos logró llevar a cabo su unidad nacional. El único pueblo en Europa al que se la ha negado esta evolución ha sido el alemán. En lugar de los derechos de soberanía nacional de los pueblos, indicada por Wilson, se ha ejercido la más brutal opresión sobre millones de alemanes. Aunque es imposible lograr para todos una reglamentación satisfactoria de la situación territorial y demográfica de Europa, preciso es hacer constar que existen Estados construidos de tal manera que llevan en sí el carácter de una injustificación nacional, consciente y deseada, cuya conservación es posible sólo mediante el empleo de la fuerza bruta.

Ejemplo de semejante violación del derecho de soberanía de 6,5 millones almas ha sido la formación del Estado mutilado de Austria. Con todo, se dispuso, hace algunos años, la celebración de un plebiscito sobre el Anschluss; dio un 95% de votos a su favor prohibiéndose inmediatamente esta demostración pacífica. Lo trágico era que Austria representaba un organismo completamente carente de viabilidad, en proporción desde luego a su espantosa situación económica. Por consiguiente, no debe extrañar que comenzara a propagarse entre los hombres conscientes de la idea nacional un sentimiento de exasperación y de resolución fanática por terminar un día con estos ultrajes. Cuando mayores hubiesen sido los intentos de estos seres oprimidos en transformar su suerte, tanto más habría crecido el terror provocado por esa actitud. Era natural que, al ver en continuo progreso la resurrección del Reich alemán, los compatriotas tiranizados al otro lado de la frontera dirigieran su mirada hacia la gran madre patria. De la misma manera la indignación creció también dentro del Reich a medida que fueron conocidas las continuas persecuciones de que eran objeto los alemanes que vivían en Austria.

Por esta razón, Hitler había decidido llevar a efecto la conocida entrevista de Berchtesgarden. En ella expuso al Sr. Schuschnigg, de una manera precisa y formal, que un régimen carente de toda legalidad estaría en conflicto cada vez más grave con la voluntad diametralmente opuesta del pueblo, coartada de un lado por una repudiación cada vez más intensa y por otro por una tiranía cada vez más feroz. Por último llegaría un momento en que fuera imposible a una gran potencia tolerar estos hechos por más tiempo.

Adolfo Hitler continuó:

“Categóricamente dije al Sr. Schuschnigg, de forma que no dejara lugar a dudas, que no existe un sólo austríaco, con decoro nacional y pundonor, que no anhele, en lo más íntimo de su corazón, la unión con el pueblo alemán. Le rogué ahorrar a la Austria alemana, al Reich y a él mismo una situación que, tarde o temprano, habría de llevar a la más serias complicaciones. En este sentido le propuse vías que podrían conducir a una laxación paulatina de la tirantez interna y como consecuencia a una reconciliación no sólo entre los habitantes mismos de Austria sino también entre ambos Estados alemanes. Advertí al Sr. Schuschnigg que éste era el último intento por mi parte y que estaba decidido, en caso de que fracasara, a salvaguardar los derechos del pueblo alemán en mi patria austríaca con aquellos medios que en todos los tiempos han quedado sobre esta tierra como último recurso cuando la inteligencia humana se cierra a los mandamientos de la justicia.”

Ya en su primer discurso de contestación, Schuschnigg rechazó la mano que se le tendía. Así entonces, era evidente que estaba decidido a romper el acuerdo de Berchtesgaden.

El Führer se refirió luego al plebiscito proyectado por el Dr. von Schuschnigg y lo calificó de impostura electoral sin precedentes y de atentado contra el acuerdo del 12 de febrero de 1938 que se iba a perpetrar contra la mayoría del pueblo austríaco. Esta deslealtad y estas medidas sólo pudieron haber tenido como consecuencia una resolución y un espantoso derramamiento de sangre.

Adolfo Hitler continuó:

“En vista de esto, me decidí a poner fin a nuevos actos de violencia contra mi patria. Dispuse inmediatamente las medidas que me parecieron adecuadas para ahorrar a Austria la desgracia de España. El ultimátum, sobre el cual comenzó a quejarse súbitamente el mundo entero, no era sino la firme aseveración de que Alemania no consentiría por más tiempo una opresión de los compatriotas austríacos y al mismo tiempo una advertencia para evitar que se tomase un camino que ineludiblemente habría llevado a un derramamiento de sangre. Prueba de que mi actitud fue justa es que, al no tener ya más remedio que llevar a cabo las medidas de intervención que habían llegado a ser ineludibles, en un lapso de tres días la patria entera acudió hacia mí, sin un solo tiro y por ende sin una sola víctima. Si yo no hubiera secundado los deseos del pueblo austríaco y de su gobierno nacionalsocialista, con toda seguridad más tarde las circunstancias habrían exigido nuestra intervención. Quise ahorrar a este hermoso país desgracias y sufrimientos infinitos.”

El Sr. Schuschnigg y sus partidarios pueden dar gracias a Dios por esta decisión que salvó la vida a él y a otros 10.000. Hitler puede declarar con satisfacción y orgullo que ha devuelto al Reich un país intacto con moradores radiantes de felicidad.

Adolfo Hitler habló después de la reacción del extranjero con motivo de los acaecimientos austríacos. Mientras las democracias se hallaban desconcertadas frente a estos sucesos para los cuales no tuvieron comprensión alguna, varios Estados permanecieron indiferentes o expresaron su más cálida aprobación. Adolfo Hitler mencionó especialmente la actitud de Polonia y la declaración de Yugoslavia. La actitud de Italia debe ser mencionada con más prolijidad. Adolfo Hitler se refirió a su carta dirigida al Duce, el 11 de marzo, explicando los motivos de su actuación y expresándole en su nombre y en el del pueblo alemán los más calurosos agradecimientos subrayando que Alemania sabe lo que significa la actitud tomada por Mussolini. Si aún fuese menester una consolidación de las relaciones entre Italia y Alemania, esta se realizó ahora. De una comunidad de ideología y de intereses nació una amistad inquebrantable. Tanto el territorio como las fronteras de esta nación amiga son intangibles para Alemania. El eje que une ambos países ha rendido un eminente servicio a la paz del mundo.

Adolfo Hitler declaró al final que el 10 de abril no sólo una parte del pueblo será llamada a dar su asentimiento para la fundación definitiva de un Reich alemán, grande y verdadero, sino que este día, y por primera vez en la Historia, toda la nación alemana- la que actualmente se halla dentro del gran Reich- será convocada para prestar solemne declaración. Además, Adolfo Hitler comunicó la disolución del Reichstag y la convocación de elecciones para el nuevo Reichstag el día 10 de abril de 1938.

Así como Hitler en el año de 1933 había pedido al pueblo alemán cuatro años para la resolución de los grandes problemas, así también solicitaba, por segunda vez, cuatro años para poder realizar también la fusión interior ya consumada exteriormente. Vencido este plazo, el nuevo Reich alemán se habrá convertido en una unidad indisoluble.-

El Gobernador de Austria dio a conocer los requisitos relativos al plebiscito del 10 de abril de 1938: tienen derecho a votar todos los hombres y mujeres nacidos hasta el día 10 de abril de 1918 con derechos de ciudadanía austríaca o que, en virtud de la ley de desnacionalización de 1933, perdieron estos derechos y no estén excluidos del derecho al voto. Los judíos quedan excluidos del derecho de votación. Las listas electorales estarán expuestas al público del 27 al 31 de marzo.

El decreto sobre el plebiscito y sobre la disolución del Reichstag y convocatoria de nuevas elecciones decía: “Con objeto de dar al pueblo alemán entero ocasión para manifestar su fidelidad a la Gran Alemania creada por la reincorporación de Austria al Reich alemán, se dispone que, a la par del plebiscito popular en el Estado de Austria, también se celebre uno en el resto del territorio del Reich sobre la reincorporación de Austria al Reich alemán, efectuada el 13 de marzo de 1938. Al mismo tiempo queda disuelto el Reichstag a partir del 9 de abril de 1938 con objeto de que los compatriotas austríacos puedan estar representados en el Parlamento de la Gran Alemania. El plebiscito y las elecciones para el Parlamento del Gran Reich alemán tendrán lugar el domingo, 10 de abril de 1938”. Una ley ulterior acordó que en lugar de la lista de candidatos por distritos se hiciera una que abarcara a todo el Reich.

Se dispuso, además, que las papeletas de elección fueran blancas en el territorio anterior del Reich, verdes en Austria. Las papeletas llevarían impresa las palabras “Si” y “No”, debajo de cada una de las cuales se encontraría un círculo en el que el votante trazaría una cruz de acuerdo con su opinión afirmantiva o negativa. En el plebiscito y en las elecciones en el Reichstag pudieron tomar parte todos los alemanes del Reich y todos los austríacos con derecho a voto. La papeleta contenía, igual para todos, el siguiente texto: ¿Estás de acuerdo con la reincorporación de Austria al Reich alemán consumada el 13 de marzo de 1938 y votas por la lista de nuestro Führer Adolfo Hitler?

En las elecciones del Reichstag del Gran Reich alemán corresponde un diputado a cada 60.000 votos. Un excedente que pase de 30.000 votos será considerado como equivalente a la cifra global de 60.000.

El arzobispo de Viena, Cardenal Innitzer, comunicó al delegado del Führer para el plebiscito en Austria, jefe de distrito Bürckel, una declaración del episcopado austríaco, fechada el 18 de marzo, en la que se decía que los obispos austríacos reconocen con satisfacción la excelente labor que ha hecho y está haciendo el movimiento nacionalsocialista en la reconstrucción nacional y económica así como en la política social de Alemania, especialmente en las clases más pobres del pueblo. Los obispos están convencidos de que la acción del movimiento nacionalsocialista alejará el peligro del bolchevismo ateo y destructor, y por tanto bendicen este movimiento y se proponen exhortar a sus fieles para que cooperen en el mismo sentido; el día del plebiscito los obispos estiman como un deber nacional evidente el reconocerse como alemanes del Reich alemán y esperan por tanto que todos los cristianos verdaderos sepan lo que deben a su pueblo. Este manifiesto fue firmado por el arzobispo de Viena, Cardenal Innitzer, el Príncipe-arzobispo de Salzburgo, Waitz, los Príncipes-obispos Hefter y Pawlikowsky y los Obispos Gföllner y Memelauer.

Unos días más tarde el Cardenal Innizer dirigió una carta al jefe de distrito Bürckel en la que hacía relación a la noticia publicada por la prensa extranjera de que el manifiesto del episcopado austríaco estuviera en relación con la visita del Nuncio apostólico al Ministro de RR.EE., von Ribbentrop, y que sólo se debía considerar como un gesto aparente. El cardenal manifestó en dicha carta la declaración del episcopado en el solemne momento histórico de la reincorporación de Austria a Alemania fue completamente espontánea y que estima como indigno de su cargo el tomar actitudes aparentes en este memorable acontecimiento. Por el contrario, la declaración hay que valorarla como el reconocimiento sincero que ha brotado de quienes tienen la misma sangre alemana. El cardenal espera que con esta declaración comience un nuevo período en la vida religioso-cultural del pueblo entero y qué de ahora en adelante se establezca una época de pacificación y de reconciliación entre la Iglesia, el Estado y el Partido.

El delegado del Plan Cuadrienal, Mariscal Göring, se dirigió a Austria el 25 de marzo; visitó primeramente Wels y Linz continuando su viaje hacia Viena por el Danubio. A bordo, entre él y personalidades de los círculos económicos austríacos y alemanes se enfocaron aquellas medidas necesarias a consecuencia de la reincorporación de la economía austríaca a la de Alemania. Además, fueron examinados todos los problemas relativos a la introducción en Austria del Plan Cuadrienal.

El 26 de marzo, el mariscal Göring, en un mitin, efectuado en el vestíbulo de la estación del Noroeste, expuso el programa de reconstrucción para Austria. Entre otras cosas dijo que el Führer había nacido por designio de la Providencia en Austria, pues, como austríaco, su misión había sido la de fusionar Austria al Reich alemán. Ahora Austria es libre y pertenece de nuevo al Reich. Göring describió luego los acontecimientos desde el acuerdo del 11 de junio de 1936 y denominó el plebiscito intentado por Schuschnigg como un enorme fraude electoral que aún sería examinado por parte de los tribunales. Ante el mundo entero habría que demostrar que el resultado del supuesto plebiscito democrático había sido ya determinado con anticipación. Se han encontrado pruebas documentales por las que se deduce que el resultado del plebiscito debía señalar un 97% en favor de Schuschnigg. Llamadas por el nuevo gobierno austríaco entraban en Austria después las primeras tropas liberadoras alemanas. Los soldados no llegaron como enemigos ni conquistadores, sino como hermanos rodeados por el júbilo de un pueblo liberado.

Göring dio luego una ojeada a los resultados que el nacionalsocialismo ha obtenido en Alemania tanto en su política interior como en la exterior. Declaró con insistencia que nadie en Austria debía pensar que los hombres del Reich llegaron para quitar el trabajo y poner la mesa a los austríacos. Por el contrario, el cuidará estrictamente de que aquí sólo sean austríacos los que encuentren trabajo y que ellos mismos serán los encargados de la regeneración de su patria. El Reich sólo dará las directrices e instrucciones, pues también en Austria deben entrar en vigor todas aquellas medidas y leyes que han restablecido a Alemania. El lema debe ser: eliminación del paro forzoso en un 100%, y hechos y no palabras.

A continuación Göring dio a conocer los puntos del programa para la reconstrucción económica de Austria.

A la ciudad de Viena es conveniente hacer una seria advertencia, pues con sus 300.000 judíos no puede nombrarse con justo derecho una ciudad alemana; Göring autorizó al gobernador a tomar aquellas medidas que sean adecuadas para poner en manos arias la vida económica y mercantil.

En seguida Göring argumentó contra la afirmación lanzada de que la religión será exterminada y la fe religiosa eliminada. En Alemania no ha sido incendiada ninguna iglesia, ni ningún sacerdote atormentado o retirado por prohibición del ejercicio de sus funciones sacerdotales. Basta sólo con establecer una clara delimitación. La Iglesia tiene sus funciones determinadas, importantes y necesarias que cumplir y el Estado y el movimiento nacionalsocialista tienen otras igualmente importantes y decisivas. En Alemania no se ha prohibido la iglesia católica, sino que se ha suprimido simplemente el partido del Centro y el clero político. Nunca se ha ido contra la Iglesia y mucho menos aún contra la fe religiosa, aún cuando quizá no pueda considerarse a los nacionalsocialistas como directamente ligados a una confesión religiosa. El nacionalsocialista no ha destruido ni la fe ni la religión, sino, al contrario, ha devuelto precisamente la fe al pueblo y desea que éste sea creyente y religioso. Por consiguiente, el movimiento nacionalsocialista dará a la Iglesia aquella protección que le sea necesaria, pero la Iglesia no deberá inmiscuirse en cosas que no son de su incumbencia.

Otra calumnia afirmaba que después del 10 de abril comenzarían las represalias. A muchos correligionarios no les habría faltado derecho y muchos de la otra parte verdaderamente habrían merecido la muerte. En Alemania, sin embargo, no decide sino un solo hombre la vida o la muerte: este hombre es el Führer. Quiérase entender claramente esta advertencia. No se practicará venganza alguna sino se empleará el perdón y la comprensión contra todos aquellos que fueron desviados del buen camino. En cuanto a los Habsburgos y al legitimismo, han pasado ya, una vez por todas, a la Historia; aquellos que aún contaban con los Habsburgos deben comprender ahora que sus antiguas esperanzas han quedado aniquiladas por completo. Si hoy aún conspiran en este sentido, esto significaría un delito de alta traición y de lesa patria que sería sometido al peso de la ley, lo mismo tratándose de un modesto obrero que de un antiguo archiduque.

Durante la grandiosa campaña de propaganda electoral para las elecciones del Reichstag de la Gran Alemania, el Führer habló en las últimas semanas del mes de marzo en Königsberg, Danzig, Leipzig, Berlín, Hamburgo, Colonia, Francfort del Meno, Stuttgart, Munich, Graz, Klagenfurt, Innsbruck, Salzburg y Linz. Asimismo muchos ministros y jefes políticos hablaron en numerosísimas ciudades del Reich. Como final de esta acción y a manera de introducción de la histórica campaña electoral, el Ministro Dr. Goebbels proclamó el 9 de abril como el “Día del Gran Reich alemán”. La proclamación tuvo lugar a las 12 del día desde el balcón del Ayuntamiento de Viena. Al mismo tiempo tuvieron lugar en todos los talleres y fábricas de Alemania reuniones de obreros y empleados.

En la noche anterior al plebiscito, el Führer, desde el vestíbulo de la estación del Noroeste en Viena, dirigió el último discurso a la población del Reich y de Austria. Se refirió en primer lugar a todos aquellos que a pesar de los grandes sucesos ocurridos aún creían tener que permanecer apartados. En seguida hizo un resumen retrospectivo del desenvolvimiento de su carrera política haciendo constar que, por no haber participado en el proceso de todos los problemas que se presentaron en una época anterior a aquella en la cual entró él en la escena política, se consideraba por lo tanto sin culpa en sus respectivas soluciones. A continuación de la guerra mundial el pueblo se dividió en dos grupos: burguesía y proletariado. El primero confió en la ayuda de otro mundo burgués fuera de las fronteras alemanas y el segundo cifró todas sus esperanzas en la ayuda de Moscú. Pero ninguno de estos grupos tuvo suficiente fuerza propia para salvar a la nación. 36 partidos, y más aún, expusieron sus programas. Si estos estuvieron en pugna durante décadas significa, con toda seguridad, que ninguno de ellos podía ser acertado. Por el contrario, el programa que Hitler presentó se ganó la voluntad de toda la nación en un espacio de tiempo relativamente corto. Persuadido de que todo pueblo debe buscar dentro de sí la propia ayuda y que solo mediante la unión de ambas corrientes idealistas, el ideal nacional y el ideal social, puede llegarse a la salvación. La comunidad del pueblo alemán no le ha caído a Hitler del cielo, sino por el contrario ha tenido que luchar duramente por ella y ha debido batallar durante años por el espíritu de los alemanes, sin poseer más armas que las de su palabra y su convicción. Si no se quiere ser injusto, hay que reconocer los éxitos de este soldado de la guerra mundial, a la sazón desconocido.

A continuación el Führer dio cuenta de los acontecimientos memorables durante los cinco años de su gobierno: en el primer año se sacudieron las cadenas internacionales, cuando Alemania se retiró en 1933 de la Sociedad de las Naciones y la Conferencia del Desarme. Un año más tarde, el Ejército nacional adquirió proporciones imponentes. Luego tuvo lugar la liberación de la región del Rin. Un año más tarde fue conquistada la igualdad incondicional de derechos y nuevamente un año más tarde se encuentra en Viena y habla a la Nación. A esta nueva ascensión en el poder político e internacional se ha asociado también un incremento económico. En el cuadro de su disertación el Führer recordó la paz social interior, las grandes labores del Frente Alemán del Trabajo y la obra “Fuerza por la Alegría”.

Todo esto es testimonio fehaciente de la verdadera comunidad del pueblo. Cuanto esfuerzo se ha hecho ha tenido por fin que el pueblo alemán no capitulara ante el Extranjero. Si éste cree aún poder poner en aprieto a Alemania, Hitler movilizará la actividad creadora alemana, la potencia de los ingenieros y químicos y entonces Alemania será también independiente económicamente. Sin duda, Alemania, en el corto espacio de cinco años, se ha convertido de un Estado menospreciado en una verdadera potencia mundial que descansa sobre la comunidad del pueblo y está simbolizada por una idea y un movimiento ideológico. Este movimiento y esta Alemania de hoy son obra de sus manos.

Si a alguien se le ocurriera preguntar con qué derecho se encuentra el en Viena, le podría contestar lo siguiente: 1º Este país es un país alemán y sus habitantes son alemanes; 2º Austria, a la larga, no hubiera podido vivir sin el Reich. Esto está corroborado por demostraciones incontrovertibles, de carácter económico y de política demográfica; 3º el pueblo de la Austria alemana no quería separarse del Reich; ni la brutalidad ni el terrorismo de una pequeña minoría han conseguido subyugar la voz de la sangre; 4º si estas razones no bastaran, podría todavía aducir: “¡Esta es mi patria!” El, Hitler, salió de Linz hacia Viena, siendo aún niño, hasta que de ahí, impulsado por el destino, partió al gran Reich y fue feliz de poder luchar y de sacrificarse, en la guerra, por esta Alemania. Cuando todo el mundo dudaba de Alemania, él luchó y combatió por su pueblo conquistando su confianza; 5º finalmente se encuentra en Viena porque cree valer más que el Sr. Schuschnigg.

El Führer concluyó su gran discurso diciendo que el Creador bendijo manifiestamente su obra y que él, como instrumento en las manos de la Providencia, ha podido devolver su patria al gran Reich. Exhortó, una vez más, a todos los alemanes a suscribir con su adhesión el acta pacífica de la unión.

El 10 de abril tuvieron lugar el plebiscito y las elecciones para el Reichstag de la Gran Alemania. Los resultados fueron los siguientes:

Plebiscito en Austria

Votos de austríacos residentes en el país mismo (sin contar los votos de los alemanes del Reich con derecho a voto, domiciliados en Austria) sumados a los de austríacos con derecho a voto y residentes en el Altreich (territorio de Alemania anterior a la reincorporación) Número de votantes legales: 4.474.138 votos emitidos: 4.460.778 (99,7%); votos válidos: 4.455.015; votos “Si”: 4.443.208 (99,73% de los votos válidos); votos “No”: 11.807; nulos: 5.763.

Plebiscito en Alemania (Altreich)

Votantes legales: 45.073.303; votos emitidos: 44.872.702 (99,55%); votos válidos: 44.803.096; votos “Si”: 44.362.667 (99,02% de los votos válidos); votos “No”: 440.429; nulos: 69.606. En esta cifra están incluidos los votos de los alemanes del Reich con derecho a voto, y domiciliados en Austria.



Las Elecciones para el Reichstag de la Gran Alemania [5]

El resultado del plebiscito en Austria fue comunicado, por la radio, al Führer y Canciller del Reich, a media noche, desde la Sala de conciertos de Viena, por el delegado para el plebiscito en Austria, jefe de distrito Bürckel.

En su respuesta declaró que esta confirmación histórica de la reincorporación de Austria al Reich es al mismo tiempo la suprema justificación de todo cuanto él ha hecho hasta el presente. En ningún momento de su vida se ha sentido Hitler más orgulloso.

El nuevo Reichstag, conforme a los votos emitidos, comprende 813 diputados. Con los diputados austríacos aumentó la cifra que antes era de 741.

La grandiosa propaganda electoral que en las últimas semanas tuvo lugar bajo la dirección del ministro Dr. Goebbels ciertamente había hecho prever que el plebiscito sería favorable. Sin embargo éste superó a los cálculos más optimistas mostrando, con toda claridad, que no existe oposición alguna en la nueva Alemania y, a la vez, el cariño del pueblo alemán hacia su Führer. Jamás había mostrado la Nación alemana tan importante uniformidad de votos; incluso se puede decir que jamás pueblo alguno dio pruebas tan visibles, ante el mundo, de mayor solidaridad con su gobierno.

Es necesario tener en cuenta, desde luego, que la propaganda tuvo un carácter unilateral, ya que estaban excluidas todas las manifestaciones contrarias; pero, como personalmente pudieron hacer constar los corresponsales de la Prensa extranjera, el plebiscito fue efectivamente secreto, de modo que cualquier enemigo tenía la posibilidad de poner una cruz en el círculo negativo que correspondía a la palabra impresa “No”. En realidad, unos 450.000 electores (ni siquiera el 1% del censo total) aprovecharon esta ocasión.

Además, el texto de las papeletas contenía, al mismo tiempo que la aprobación de la anexión, la lista para las elecciones del Reichstag. Como apenas se podía pensar que hubiera alguien en el Altreich que se pronunciara contra la reincorporación, la respuesta afirmativa a la segunda pregunta era, por así decirlo, una consecuencia lógica. En Austria la situación era muy diferente, puesto que habría sido posible que una parte de la población votara contra la reincorporación; como esto no ocurrió, se deduce que todos los antiguos partidos de Austria han reconocido la nueva situación creada por Hitler.

En todo caso, el telón cayó definitivamente el 10 de abril, en este que Mussolini, con una de sus expresiones tan gráficas, ha llamado el “quinto acto del drama austríaco”. El hecho consumado permite probar con justicia y claridad el desarrollo histórico que en el curso de pocos días y ante una impotente y asombrada Europa ha hecho de la república de Austria independiente, cristiana, corporativa y autoritariamente dirigida, un país del Reich alemán al estilo de Baviera, Sajonia, etc...

Recordaremos lo dicho por el Führer en su primer discurso pronunciado en Linz ante sus conciudadanos reincorporados al Reich. “Cuando la providencia me llamó un día fuera de esta ciudad para dirigir los destinos del Reich, incluso debió confiarme una misión y esta no pudo ser otra que la de devolver mi querida Patria al Reich alemán. He creído en esta misión, por ella he vivido y luchado y me parece que ahora la he realizado”. Estas palabras corroboran en forma muy clara que la cuestión austríaca fue siempre uno de los pilares de la política de Adolfo Hitler y confirman a la vez el propósito que figura en las primeras páginas de su libro “Mein Kampf”: la reincorporación de su tierra natal al seno del Reich.

Todo lo que ha seguido después ha sido de parte del Führer la consecuencia lógica de este propósito. La propaganda nacionalsocialista en el territorio austríaco, la formación y organización del partido, el socorro a millares de fugitivos que fueron acogidos por el Reich, el intento de convencer al excanciller Schuschnigg de la igualdad de los derechos de todos los austríacos, sin tener en cuenta su posición política, y, por último, la acción diplomática; el conseguir la aprobación tácita de ciertos países entre los más interesados en la paz y bienestar de la Europa central.

El plan de realizar la reincorporación por un desarrollo progresivo, sin el peligro de provocar una guerra civil en Austria y sin complicaciones internacionales, ha sido favorecido por el descabellado intento de Schuschnigg que, en el breve plazo de tres días, sin preparación de listas electorales, sin control público y bajo circunstancias muy dudosas, anunció un plebiscito que tenía que provocar, ineludiblemente, luchas violentas entre la mayoría nacionalsocialista y la minoría gubernamental.

En su discurso de despedida, por la radio, Schuschnigg aseguraba ser dueño de la situación. Esto era una quimera, ya que el movimiento hitlerista no sólo tenía muchos partidarios en la Policía sino también en el Ejército. Pero aún aceptando su autoridad ¿bajo qué circunstancias y con qué resultados para la paz interna se hubiera desarrollado el plebiscito? Todos los que conocían, y yo creo ser uno de ellos, el estado de tensión entre los partidos en Austria reconocían que estaba fuera de duda la amenaza de una guerra civil.

Hitler que, en sus declaraciones del 20 de febrero, en el Reichstag, había expresado claramente su propósito, resuelto atravesó el Rubicón. El Partido nacionalsocialista de Austria se puso en movimiento. El presidente de la Confederación, Miklas, primero tuvo que suspender la celebración de las elecciones e inmediatamente después disolver el gabinete Schuschnigg y reemplazarlo por el Gobierno Seyss-Inquart, constituido en parte por nacionalsocialistas. Este Gobierno pidió la intervención armada del Reich y creó así la base legal de la entrada de las divisiones alemanas en suelo austríaco. El resto ya se conoce. Todo se realizó con un ritmo maravilloso y con una exactitud matemática.

El entusiasmo delirante con que por el pueblo austríaco fueron recibidas las tropas alemanas, y especialmente el mismo Führer, es la prueba más fidedigna de que estaba muerta la república independiente de Dollfuss y Schuschnigg.

Por creerlo oportuno aquí referiré una anécdota que se contaba en Alemania, en los días de la primavera de 1938. Una mozuela austríaca, paisana del Führer, se puso en camino hacia Baviera con el propósito de ver a Adolfo Hitler. En Obersalzberg se dirigió a su casa y ya en ella llamó a la puerta. Abrió la hermana de Hitler, quien sospechando una visita inoportuna, al escuchar el deseo de la muchacha, respondióla que el Führer dormía. En el propio instante apareció Hitler en el vestíbulo y oyendo las palabras de su hermana dijo a la joven austríaca: “El Führer no duerme”, diciendo esto tomó en sus manos el álbum de la muchacha y escribió en una de sus páginas las mismas palabras. “El Führer no duerme”.

¿Se puede decir lo mismo de los hombres de Estado y corresponsales extranjeros que hoy lamentan el hecho consumado?

No les ha quedado otra cosa que reconocer el hecho consumado de la nueva unión de los dos países alemanes y con ello la nueva geografía política de la Europa central así como la nueva situación internacional que de ahí surgió. Seguramente con la intervención de Hitler se ha evitado una amenazadora causa de guerra. Una vez confirmado esto, debieran tenerse presentes los métodos que exige la nueva situación desechando todas las recetas, ya dejadas atrás por los acontecimientos, como las de Versalles y Ginebra, y esforzarse en practicar una política conciliadora entre las diferentes naciones, que tenga en cuenta las necesidades recíprocas.

Italia, dando el ejemplo, se ha adelantado.

Una vez por todas, el problema austríaco ha encontrado su solución natural. Solo intereses particulares y egoístas habían impedido desde el siglo pasado la unificación verdadera de los pueblos alemanes; estos obstáculos han quedado vencidos. El 10 de abril Alemania y Austria se unieron nuevamente fundándose en los derechos elementales de cada pueblo: propia determinación.

Cuando, después de la Guerra mundial, se disgregó la vieja monarquía de los Habsburgo, fue para todos algo sobrentendido que cada grupo étnico se adhiriera a sus respectivos Estados de origen. Así, cada uno encontró muy natural que el italiano se reintegrara a Italia, el polaco a Polonia, el rumano a Rumania y que los croatas y eslovenos se reunieran a los servios, así como los eslovacos a los checos. Solamente el núcleo alemán de la antigua monarquía austro-germana que ya se había declarado en su constitución de 1918 como una parte integrante del Reich, debía permanecer separada de éste, después de haber estado unida 1.000 años. Siempre insistió el pueblo alemán en Austria que no estaba de acuerdo en permanecer separado del Reich. Por mayoría abrumadora fue proclamado la reincorporación al Reich por una serie de Estados de la Confederación; no obstante fueron despreciados y las demás votaciones prohibidas por orden de los vencedores. Al movimiento nacionalsocialista le quedó reservado hacer saltar las últimas cadenas de humillación y rebajamiento con que se había tenido el indecoro de cargar sólo al pueblo alemán.

Del fundamento de comunidad de sangre, lengua e historia surgió el Reich de la Gran Alemania. A la larga, habría sido imposible detener esta evolución y oponiéndose ella se habría cometido un gran error. Se evitaron graves conflictos, sacrificios y guerras inútiles. La situación era semejante a la del irrendentismo italiano y a la de otros muchos movimientos de independencia. Como hoy problemas análogos en Europa esperan su solución, las grandes potencias debieran tomar en cuenta las enseñanzas del pasado y, con una política de amplia visión, aspirar a tiempo de eliminar conflictos.

¡Que gran ventaja se aportaría a la paz!



V. Política demográfica y racial

Por dos razones paso a tratar deliberada e inmediatamente los problemas de las políticas demográfico y racial, después de haber expuesto los de políticas interior y exterior: 1º porque la solución de estos problemas constituye un pilar fundamental de la ideología nacionalsocialista; 2º porque estas cuestiones han provocado la más apasionadas discusiones en el mundo entero.

Esto no puede sorprender a nadie, pues la nueva Alemania marcha aquí por vías que no tienen precedentes en la historia. Sus fines están en la más viva contradicción respecto a los postulados de otros países. Por esta causa el extranjero ha seguido el desarrollo de la política alemana con desconfianza y hasta con hostilidad, como ocurre siempre con todos los movimientos nuevos que revolucionan el orden de la sociedad pero cuya verdadera naturaleza no se conoce y mucho menos los motivos que los justifican.

La reacción fue tanto más intensa cuanto que la política racial de Adolfo Hitler afecta a los judíos que viven en Alemania, unidos racialmente con numerosas y potentes esferas del extranjero, en las cuales naturalmente debía provocar un sentimiento de compasión y solidaridad. Una parte de los judíos abandonó Alemania y se sintió así naturalmente impulsada a la propaganda contra el gobierno alemán. De este modo, la opinión pública extranjera recibió una información no siempre justa sobre el carácter de esta política nacionalsocialista y sobre la situación de la población judía que continuaba viviendo en Alemania.

Procuraré describir con la mayor objetividad las investigaciones que yo he hecho sobre estos dos puntos, limitándome de forma absoluta, y conforme a las normas que me he impuesto en este libro, a los hechos comprobados. Me abstengo de toda impresión personal en esta espinosa cuestión, tanto desde el punto de vista social como desde el humano.

La tesis nacionalsocialista sobre la Higiene racial

Según la ideología nacionalsocialista se entiende por “raza” un grupo de seres humanos cuyas propiedades comunes, físicas y psíquicas, de consanguinidad no se encuentran en la misma relación en otros grupos de seres humanos y por las cuales se diferencian. Cuanto más coincidan entre sí las propiedades de diferentes razas tanto más afines serán estas. Así, las razas indígenas de Europa, nórdica, fálica, occidental, dinárica, del Este y báltica, muestran todas propiedades físicas e intelectuales semejantes.

Si raza es un concepto biológico, pueblo es un concepto histórico-cultural.

Bajo la denominación de “pueblo” comprenden los nacionalsocialistas un grupo de seres humanos que están unidos entre sí por consanguinidad, por los lazos de idéntico destino, convivencia en el mismo suelo, igual idioma e igual cultura y que tienen conciencia de estos vínculos que los unen en una comunidad de destino y de sangre. Nadie puede ser considerado como perteneciente a un pueblo si procede de una raza que no tiene parentesco con aquellas que lo forman.

La unidad de raza y de pueblo no ha existido desde los más remotos tiempos. El pueblo alemán tampoco forma una raza propiamente alemana; por el contrario, en él están representadas todas las razas europeas, sin embargo prevalece como elemento fundamental común la raza nórdica. Esta determina el carácter del pueblo alemán y le ha dado su sello racial propio.

El concepto “nórdico” no debe entenderse en sentido local o geográfico sino que se refiere a la patria nórdica de esta raza. Otras razas típicamente nórdicas se encuentran entre los escandinavos, holandeses, ingleses y norteamericanos, que se pueden denominar “germanos”. Todos ellos pertenecen a la familia de pueblos de los indo-germanos, llamados también “arios” entre los cuales se cuentan en Europa los pueblos romanos, griegos, eslavos y celtas.

Según la doctrina de los biólogos nacionalsocialistas, todas las propiedades humanas son hereditarias: en los hijos se encuentran reproducidas las propiedades de los progenitores. En un cruce entre individuos de la misma raza sólo se heredan las propiedades típicas de esta raza. Las generaciones resultantes están equilibradas física y psíquicamente: en esta armonía de su ser reside el origen de su fuerza y de su obra. Como en los individuos de razas afines coinciden propiedades que se completan unas a otras, también los seres que nacen de este cruce son capaces de desplegar todas sus facultades. Un cruce entre individuos de razas no afines conduce, por el contrario, a un resultado completamente distinto; se encuentran reunidas propiedades que no son compatibles entre sí; en el individuo resultante de este cruce aparecen perturbaciones internas que le privan de toda su capacidad de acción y que, debido a ese trastorno interno, le hacen ser poco deseable dentro de la comunidad humana no obstante alguna posible aptitud positiva que pudiera tener.

La conservación de la pureza de la sangre alemana es, por lo tanto, según la concepción nacionalsocialista, en la nueva Alemania, la condición previa fundamental para la fuerza moral y la capacidad del pueblo alemán.

Hitler ha expresado este deber en la frase siguiente: “El pecado contra la sangre y la raza es el pecado hereditario de este mundo y el aniquilamiento de la humanidad. En su obra “Mein Kampf” escribe:

“El cruce de razas y el descenso racial que de aquí resulta es la única causa de la extinción de las antiguas civilizaciones, pues los pueblos no perecen en las guerras sino por la pérdida de aquella fuerza de resistencia que es propia de una raza de sangre pura. Toda raza que no es buena en este mundo es liviana como la paja. Todos los acontecimientos históricos son sólo manifestaciones del impulso de conservación propia de las razas, en buen o mal sentido.”

Hitler cree necesario tomar medidas por parte del Estado para evitar el descenso de la natalidad, puesto que la población no aumentaba sino disminuía en Alemania.

En el extranjero existen sobre estos temas concepciones parcialmente erróneas. En realidad la población alemana ha crecido de 42 millones de habitantes en el año 1870, a 67 millones en la actualidad; pero, ya desde hace tiempo, la cifra de nacimientos fue disminuyendo ininterrumpidamente de modo tal que el exceso de nacimientos sólo se debía al descenso de la mortalidad, o sea, por la prolongación de la vida. Como la cifra de la mortalidad no es susceptible de disminuir de una manera continua llegaría un día en que esta natalidad decreciente no bastaría para mantener el crecimiento progresivo de la población e incluso ni para conservar la cifra de la población actual.

En el año 1900, el número de nacimientos en Alemania se elevó a 2 millones; en el año 1933, y por primera vez, estos no pasaron de 1 millón. Calculado por cada mil habitantes, esto significa un descenso de la cifra de nacimientos de algo más de 30 o poco menos de 150/00. En Francia, el llamado país clásico del retroceso de la natalidad, hubo en la misma época un 17,30/00 de nacimientos.

La comparación entre las cifras de natalidad y mortalidad de los años respectivos -obtenida, teniendo en cuenta la escala de edad que acusaría primeramente un aumento de la mortalidad en Alemania- muestra que a partir del año 1926 no hay superávit de nacimientos. En 1933 faltaba ya un tercio en la cifra de nacimientos necesario para conservar estrictamente la población alemana.

La persistencia de esta natalidad insuficiente hizo inevitable un fuerte retroceso de la cifra de la población. Según cálculos prudentes del Servicio de Estadística del Reich resulta que el número de los habitantes de Alemania en el año 2.000 sólo alcanzaría la cifra de 47 millones si no se tomaban medidas en sentido contrario.

Era necesario tomarlas y muy enérgicas para hacer imposible el cruce de razas, es decir, para eliminar uno de los procesos de carácter biológico que conducen a la destrucción de la fuerza racial y al aniquilamiento de las bases del Estado y de la civilización.

Como los judíos son la única raza no aria que vive en Alemania, la cuestión de la raza coincide con la cuestión judía. El gobierno nacionalsocialista tomó algunas medidas en forma de programa de política racial que separa a los judíos de los arios, para evitar así las posibilidades de contacto entre ambas razas.

La solución definitiva de la cuestión racial, y por lo tanto de la judía, se estableció en la Ley de Nuremberg del 15 de septiembre de 1935 “para la protección de la sangre alemana y del honor alemán” y en sus reglamentos ejecutivos.

Esta ley fue precedida por una orden circular del ministro de Educación Pública que exigía la creación de escuelas exclusivamente judías. La ley prohibe los matrimonios entre judíos y alemanes de sangre alemana o de raza afín. (no se consideran razas afines, la judía y la negra.) No son válidos los matrimonios que, para eludir esta ley, sean contraídos en el extranjero. Las relaciones extraconyugales con judíos están prohibidas a los arios y el culpable varón queda expuesto a la pena de prisión, de igual manera que en el matrimonio. De esta prohibición resulta la disposición que no permite acomodar mujeres alemanas o de raza afín, menores de 45 años, en los servicios domésticos de casas judías. Para el matrimonio entre mestizos judíos y alemanes se requiere una licencia especial: los cuarterones judíos podrán casarse solamente con alemanas.

Los hijos de los matrimonios entre mestizos judíos y alemanes son cuarterones judíos. Los hijos de estos son alemanes con un octavo de sangre judía; de acuerdo con la ley sobre nacionalidad se consideran ya como de sangre alemana. Al advenimiento al poder de los nacionalsocialistas había en Alemania 500.000 judíos, 200.000 mestizos y 100.000 cuarterones. Estos números muestran cuan intensa había sido la mezcla con sangre judía en estos últimos tiempos.

El ministro Dr. Frick, a cuya iniciativa se debe esta ley, explicó, en un discurso pronunciado ante la Comisión asesora de peritos, que la juventud culta se dará cuenta del valor de esta ley fundamental alemana para mantener la pureza de la raza y aspirar, por acertada elección de consorte, a un desarrollo más perfecto de la propia familia y raza. Según el Dr. Frick los matrimonios con razas heterogéneas son la causa de una degeneración moral y psíquica y del distanciamiento del propio pueblo. Es necesario cuidar de la familia y de la raza si se quiere que la prosperidad de la familia se estime más que la riqueza y la comodidad. Los alemanes deben tener el valor de organizar a su pueblo según los valores hereditarios para poner a disposición del Estado hombres idóneos.

Tomando esto en consideración se han dictado medidas radicales necesarias para la separación total de ambas razas.



La Higiene bajo el Régimen Nacionalsocialista

La política racial del Gobierno no se limita a impedir la mezcla de razas no afines, cuida también del desarrollo sano de su juventud y de que las generaciones venideras sean numerosas, tratando de evadir la destrucción de la fuerza nacional por taras hereditarias y por el retroceso de la natalidad.

Según la opinión del Dr. Frick no se puede hablar de una nueva época y de una política reconstructiva, racial y demográfica, hasta que el Estado se preocupe de los cuidados de previsión de aquellos aun no nacidos; por este motivo, fue promulgada, el 18 de octubre de 1935, la ley llamada “higiene del matrimonio”. Prohibe el matrimonio a quienes, siendo enfermos, llevan en sí el germen del dolor y de la miseria en perjuicio de uno de los consortes y de su descendencia. En lo sucesivo no podrá contraerse matrimonio sin la presentación de un certificado prenupcial, extendido por la oficina de Higiene competente.

Para reducir los gastos ocasionados por el cuidado de enfermos con taras hereditarias incurables, por lo tanto antisociales, e impedir la propagación de las personas afectadas por graves enfermedades hereditarias, se dio, el 14 de julio de 1935, la “ley sobre la profilaxis de las enfermedades hereditarias” que establece la posibilidad de esterilización por propia voluntad o a propuesta de un médico oficial, cuando se trata de personas con taras hereditarias.

Esta ley encontró fuerte oposición en el mundo entero. Se temía un abuso de las prescripciones legales, porque no se conocía el procedimiento, por el cual toda decisión sobre la esterilización depende del fallo unánime de peritos médicos y jurídicos. Se dudaba del derecho que tiene el Estado de intervenir profundamente en la vida del individuo. Los nacionalsocialistas respondieron que la esterilización de la persona atacada gravemente por una enfermedad hereditaria impide hacer revivir su triste suerte en la de sus hijos. Se ha visto que la gran mayoría de las personas esterilizadas han aprobado voluntariamente la ley y sus prescripciones.

En el Congreso internacional de Demografía, celebrado en agosto de 1935, el Dr. Frick declaró que “la ley no pretende preservar de graves penas y sufrimientos solamente a la generación actual sino también a las venideras y excede largamente el límite moral de la finalidad del amor cristiano al prójimo sólo para la generación actual ...

Se nos ha hecho el reproche de que nosotros practicamos en culto especial de raza y que por nuestras medidas eugenésicas lesionamos el mandamiento cristiano del amor al prójimo. Si no ha sido osadía intervenir en el estado primitivo del orden de las cosas, de modo que por los progresos de la Ciencia se haya logrado prolongar la vida a muchos enfermos, lo cual habría sido imposible en las circunstancias primitivas, tampoco es injusto impedir que de esta obra de caridad hecha al enfermo resulte un castigo para los sanos.”

La iglesia católica censuró este “atentado” contra las leyes de la naturaleza.

Los nacionalsocialistas objetaron que la iglesia misma, desde hace siglos, infringe esta ley obligando a sus sacerdotes al celibato. Bien puede ser que se haya inspirado para ello en las más elevadas razones, no obstante, tal precepto significa en realidad una esterilización en gran escala ...

La idea de la esterilización, que desde hace varios decenios se conoce con el nombre de “Eugenesia”, se ha difundido por el inglés Galton, a mediados del siglo pasado. Los Estados Unidos han sido los primeros en llevarla a la práctica; Dinamarca y en cantón suizo de Vaud los han seguido. Inglaterra, Suecia, Noruega, Holanda y Hungría tomaron ya en consideración la adopción de medidas similares. Según noticias, la Rusa Soviética ha llamado a varios genéticos americanos; el Congreso internacional de Genética de 1937, que se había fijado en Oslo, fue trasladado a Moscú. (En Alemania se vio en esto una maniobra soviética que trataba de utilizar la Genética como arma de combate contra las ideas raciales del nacionalsocialismo. ¡Esta idea tenía que ser sometida al fuego nutrido de los sabios bolcheviques!) El Congreso de Moscú no tuvo lugar, porque entretanto fueron encarcelados algunos de los sabios bolcheviques.

De interés, para juzgar esta política racial de Alemania, ha sido el Congreso de la Unión internacional de Organizaciones eugenésicas, que tuvo lugar el 21 de julio de 1934 en Zurich, y en el cual, después de cuatro días de discusión sobre la ley alemana, se aceptó la siguiente moción:

“Los congresistas, representantes de los más diversos países, hacen constar que, a pesar de la disimilitud de sus puntos de vista, políticos e ideológicos, coinciden, basados en la profunda convicción de que la investigación y práctica de la higiene racial son de gran importancia vital e inevitables para todos los pueblos civilizados. El Congreso recomienda a los gobiernos de todo el mundo estudiar las cuestiones de la biología de la herencia, de la política demográfica y de la higiene racial, de la misma manera objetiva empleada en algunos países de Europa y de América, aplicando sus resultados al bienestar de los respectivos pueblos.”

Las estadísticas alemanas calculan el número de personas que, según la ley, deben ser sometidas a la esterilización en unas 400.000; según las distintas enfermedades hereditarias se clasifican, como sigue: débiles mentales de nacimiento, 200.000; esquizofrénicos, 80.000; maniaco-depresivos, 20.000; epilépticos, 60.000; baile de San Vito, 600; ceguera congénita, 4.000; sordera hereditaria, 16.000; defectos físicos graves, 20.000; alcoholismo hereditario, 10.000.

Además de estas medidas preventivas, puramente eugenésicas, el 24 de noviembre de 1935, se publicó la ley complementaria “contra los peligrosos profesionales del crimen y aquellos que faltan a la moral y sobre la castración de los corruptores de costumbres”.

Se invocaba con razón que para “gastos de enfermos asociales, incurables y anormales” el Estado destinaba 1.000 millones de marcos al año, invertidos en la asistencia prodigada a idiotas y anormales hereditarios, mientras que existían millones de familias alemanas que no sabían de donde sacar el pan para hijos sanos [6].

Mientras jóvenes sanos no encontraban puesto como aprendices, las administraciones municipales comunicaban llenas de orgullo que todos los retrasados mentales habían sido colocados en esos puestos.

Merece la atención darse cuenta de que el pueblo alemán ha crecido desde 1870 hasta el momento actual en un 50% y que el número de los enfermos hereditarios ha aumentado, en el mismo período, en un 450%.

Las medidas negativas del Estado se complementaron por otras positivas.

A estas medidas positivas pertenecen la institución del préstamo para el fomento del matrimonio reglamentado en la ley “para la disminución del paro forzoso”. Este préstamo se concede sólo a ciudadanos de sangre alemana y hereditariamente sanos, si la futura esposa se encontraba trabajando y, con motivo de su casamiento, deja libre el puesto que ocupaba. El préstamo (600 a 1.000 marcos) es gratuito y amortizable mensualmente al 1%. Con el nacimiento de cada hijo se reduce el préstamo en un 25%. Además, para la amortización se puede conceder una prórroga de un año, a partir del nacimiento de cada hijo, nacido vivo.

Como resultado de estas medidas ya se nota en Alemania un aumento de la natalidad. Hasta junio de 1938 se han hecho 950.000 préstamos para el fomento del matrimonio por valor de 600 millones de marcos. Hasta el 1º de junio de 1938 han nacido de estos matrimonios 825.000 niños vivos. Para los años de 1933 a 35, se ha hecho una estadística de la fecundidad de estos matrimonios, observándose que en los matrimonios verificados sin recurrir al préstamo, en estos tres años, de cada 1.000 han nacido 402 niños vivos, mientras que de cada 1.000 matrimonios que lo han percibido la cifra de nacimientos se eleva a 590. La relación de fecundidad entre los matrimonios sin préstamo y con él era, el 31 de diciembre de 1935, de 100 a 147.

Además de una importante reducción de impuestos para los matrimonios y familias de muchos hijos, se ha comenzado a organizar una vasta reforma de la compensación de las cargas familiares. De especial importancia es el subsidio a las familias numerosas; se concede por una sola vez o con carácter permanente. Desde octubre de 1935 hasta junio de 1938 se han distribuido 211 millones de marcos a 650.000 familias menesterosas, de muchos hijos, en calidad de subsidio único, habiendo correspondido, por término medio, unos 320 marcos a cada familia. Así resulta que han sido ayudados 3 ½ millones de niños, con un promedio de 60 marcos por cada uno.

Hasta septiembre de 1937 se han concedido ayudas mensuales de 10 marcos a 300.000 niños; a partir de abril de 1938 este número se ha aumentado a unos 2 ½ millones de niños.

Estos subsidios no significan un auxilio de beneficencia sino que son el resultado de una medida necesaria de compensación de carácter económico, demográfico y social. Por otra parte, estos subsidios infantiles se amplían concediendo becas de estudios a niños sobresalientes de familias numerosas para que puedan cursar sus estudios en escuelas secundarias, escuelas profesionales y superiores. Estas becas cubren totalmente los gastos originados por los estudios.

La “ley del patrimonio rural”, asegurando las viejas costumbres nacionales tiende a la conservación de la clase labradora como fuente racial del pueblo. En otros países, como se sabe, la partición de la propiedad es una de las causas de la disminución de los matrimonios.

La legislación sobre asentamientos y viviendas para obreros estimula la creación de familias a las cuales la ley asegura la posesión de una vivienda en lugar saludable, de tal manera que puedan desarrollarse cómoda y sanamente.

Todas estas disposiciones se complementan por una reorganización y simplificación de los servicios de la Higiene alemana, así como por la ampliación de la misión del médico. En cada distrito urbano y rural se ha establecido una Oficina de Higiene (actualmente hay 743), con instalaciones técnicas y el personal correspondiente, cuyas funciones se agrupan en tres secciones principales: enseñanza de higiene popular; profilaxis y asistencia a los ciudadanos enfermos, predispuestos y sanos (excluido el tratamiento); higiene biológica y consultorio matrimonial. Además, las oficinas de Higiene sirven a las siguientes generaciones venideras por medio del consultorio para la higiene de la raza y de la herencia. En estos consultorios, y dentro del plan del registro hereditario del pueblo alemán entero, se ha organizado un fichero de herencia que podrá facilitar a todo alemán juzgar de su valor hereditario deduciéndolo de los datos que en él encuentre de sus ascendientes. El fichero debe, por tanto, dar al Servicio de Higiene Pública la posibilidad de juzgar si una persona cualquiera es sospechosa de llevar en sí una predisposición de enfermedad hereditaria o no sin tener que acudir a investigar los datos personales de la persona en cuestión. Las experiencias obtenidas hasta ahora han demostrado plenamente que las consultas pre-matrimoniales han producido resultados positivos gracias sólo a este fichero hereditario.

Además de la asistencia a los enfermos, el nacionalsocialismo instituye la higiene racial para el pueblo entero y desea que el médico se alegre más de ver acudir hacia él un niño sano y contento que del caso más interesante de enfermedad, es decir, que vuelva a ser el buen médico alemán de familia, fiel amigo y consejero en los días en que se encuentre disfrutando de salud.

Por el Reglamento de los médicos alemanes, del 13 de diciembre de 1935, y por sus disposiciones ejecutivas, se procedió a una reorganización de las antiguas bases de la profesión médica. Todos y cada uno de los colegas de profesión están al servicio de la Higiene Pública, sin que por ello se perjudique el carácter del ejercicio libre de la profesión. El médico está al servicio de la higiene tanto del individuo como de la sociedad entera y cumple una misión pública legalmente reglamentada. El médico es así un delegado del Estado y funcionario de la Higiene Pública.

Las funciones del Colegio Médico del Reich, recientemente fundado, son las siguientes: velar porque la profesión ocupe un lugar elevado tanto moral como científicamente; y por el honor y cumplimiento de los deberes profesionales; fomentar la enseñanza médica y el perfeccionamiento profesional; cuidar de las relaciones provechosas, prósperas y cordiales de los médicos entre sí, de la distribución conveniente de los médicos en el país y de crear las instituciones benéficas para los médicos. El Presidente del Colegio médico es el Jefe de los Médicos del Reich, que es nombrado y destituido por el Führer y Canciller del Reich. Existe, además, una Junta consultiva que asesora al Jefe de los Médicos.

Actualmente, el control higiénico del alemán comienza ya desde sus primeros años; la Juventud Hitleriana (HJ) ha creado la célula de higiene; el ingreso en la HJ va precedido de un reconocimiento médico; sus miembros están bajo la inspección médica que se continúa en el Servicio obligatorio de Trabajo y en el militar. Tanto en estas organizaciones como también en las milicias (SA y SS) del Partido y en la Liga nacional de Cultura física se cuida el desarrollo de las aptitudes físicas para compensar el esfuerzo intelectual que es a menudo el único que se exige en la escuela y más tarde en la profesión.

En los talleres la inspección médica de los obreros es objeto de una atención especial. Encargada de este servicio está la Oficina de Higiene Pública en el Frente alemán del Trabajo, unida por una unión personal con la Oficina principal de Higiene Pública Nacionalsocialista. Los médicos reconocieron el año pasado 3.000 fabricas, pudiendo suprimir en más de 2.000 de éstas algunas deficiencias esenciales. Más de 2 millones de obreros fueron reconocidos médicamente.

Es mejor prevenir que curar, por eso antes que el obrero enferme es más lógico que abandone su trabajo a tiempo con objeto de tomar las medidas necesarias para evitarle la enfermedad. Esta función incumbe en parte al Seguro social y en parte también a las organizaciones del Partido y del Frente alemán del Trabajo. Es decir: los viajes de descanso a cargo de Auxilio Social Nacionalsocialista, los viajes de vacaciones de la Organización “Fuerza por Alegría” (KdF), el fomento de los deportes en las fábricas por la Oficina de deportes del Frente alemán del Trabajo (DAF), etc. Basta citar una cifra para darse cuenta. El año pasado hubo 660.000 reconocimientos médicos que precedieron a los viajes o de descanso organizados por el Auxilio Social Nacionalsocialista, a fin de establecer las normas higiénicas convenientes.

Mientras en otros países la mujer tiene que hacer trabajos duros, aun los más pesados, en Alemania ha sido alejada en gran parte de aquellos que le son impropias. El Estado nacionalsocialista rehusa el empleo de mujeres en las fábricas en provecho del capitalismo (baratura de la mano de obra). Siempre habrá, desde luego, trabajos que sólo puedan ser atendidos por mujeres, pero éstas no deben sufrir daño alguno en su salud, ya que su misión propia es y será siempre dar hijos al pueblo, educarlos y cuidar de los quehaceres domésticos en el seno de la familia.

La juventud en las fábricas es objeto de especial atención; lo esencial no es su rendimiento momentáneo sino el fortalecimiento espiritual y físico durante el aprendizaje para que, como adultos, puedan rendir un trabajo consciente y productivo. El nacionalsocialismo quiere que el alemán, a pesar de las exigencias de la vida, se desarrolle robusto y alegre.

El 30 de enero de 1937, el Führer en su discurso ante el Reichstag declaró: “A la par del Plan Cuadrienal se continuarán realizando de preferencia aquellos postulados que contribuyan a la salud del pueblo y al mejoramiento de las condiciones de vida para hacerla más agradable”. Actualmente, el obrero alemán dispone, para ejecutar sus faenas, de talleres que han superado a los anteriores, puesto que en su instalación no sólo se ha cuidado del sentido práctico sino también del gusto estético; él sabe que en su fuerza reside una parte de la riqueza de Alemania y que tanto el Estado como el Partido se empeñan en conservarla. En tiempos pasados, gozaba de vacaciones solamente aquel que disponía de un ingreso suficiente para ello. Hoy, barcos con obreros alemanes cruzan los mares del mundo y ellos son llevados por los trenes a las playas o a las montañas. La juventud, que antes se degeneraba en los desiertos de piedra de las grandes ciudades, hoy, en excursiones, disfruta de la naturaleza. La madre sabe hoy, también, que puede dar la vida a hijos sanos.

El camino hacia el porvenir del pueblo alemán -así lo proclaman los nacionalsocialistas- pasa por entre un enjambre de niños sanos y alegres.

Las estadísticas muestran con gran elocuencia los resultados favorables de la política demográfica descrita. El número de matrimonios aumentó de 516.793 en el año de 1932 a 740.165 en el año 1934; descendió luego en el año 1935 a 650.851, en 1936 a 611.114 y en el año 1937 a 618.971, pero permanece sin embargo por encima de la cifra de 1929, que fue el año más bonancible después de la guerra. Los nacimientos, que constituyen el factor más importante, aumentaron de 971.174 en el año de 1933 a 1.198.350 en 1934; 1.261.273 en 1935; 1.279.025 en 1936 y 1.275.212 en 1937; hay que advertir que el año 1936 fue bisiesto o sea un día más que el de 1937; estos guarismos demuestran un progreso continuo. El excedente de nacimientos fue en 1933, de 233.297; en 1934, de 473.592; en 1935, de 469.361; en 1936, de 482.054 y en 1937, de 482.020.



Las Medidas de la Política Racial Nacionalsocialista

“Alemania para los alemanes y gobernada por los alemanes”: Este es el lema de la política interior del Tercer Reich. Excluyendo de la vida pública a todos los elementos extraños, Alemania quiere ser la dueña de su propia casa y vivir en ella de acuerdo con su gusto y mentalidad.

En consecuencia, según las ideas de Adolfo Hitler, el Gobierno debe cuidar de que sólo los de sangre alemana sean quienes influyan en la política del pueblo alemán.

Conforme a este principio, las leyes de higiene racial contra los judíos residentes en Alemania tuvieron que ser completadas por medidas similares en el campo político. Estas disposiciones de naturaleza revolucionaria, como toda la nueva legislación de Hitler, provocaron, por su carácter decisivo e inexorable, una viva reacción en el extranjero cuyas consecuencias no facilitan la política de la nueva Alemania.

Nos hemos referido ya a la influencia judía en la cultura alemana al describir la situación general del Reich tal como se presentaba en el momento de la toma del poder por los nacionalsocialistas; tan fuerte era esta influencia también en la política como en la economía, en el mundo de las finanzas, en los cargos públicos y en las profesiones liberales. Esta influencia no guardaba proporción alguna con el porcentaje de los judíos en Alemania (aproximadamente el 1%). El número de diputados y funcionarios de los partidos socialdemócratas y comunista dan una idea de esta situación. La presencia de ministros semitas en el gobierno central y en los gobiernos de los Estados federados y sobre todo en los servicios administrativos se notaba claramente en la política. La administración de los grandes centros financieros se hallaban total o parcialmente en manos judías. En los consejos de administración de los Bancos se repetían con frecuencia los nombres de algunos banqueros israelitas. De los 16 miembros de la junta directiva de la Bolsa de Productos de Berlín, 12 eran de raza semítica. Al judaísmo pertenecían el 42% de los médicos privados, el 52% de los médicos de la Beneficencia Pública, el 48% de los abogados y el 50% de los notarios. De 1.000 judíos que trabajaban en Prusia, 315 ocupaban puestos directivos en el Comercio frente al 37% no judíos, o sea, en una proporción diez veces mayor.

Estos pocos números dan una idea de la infiltración judía en todas las ramas de la vida alemana.

Es necesario advertir que la reacción alemana ha sido provocada por la aparición de los llamados judíos orientales, que en los años de 1919 a 1925 inmigraron en gran número de Polonia, Checoslovaquia y otros Estados orientales.

Según el punto 6 del programa del Partido nacionalsocialista, del 25 de febrero de 1920, “todo cargo público, cualquiera que sea su clase, regional o municipal, debe ser ocupado sólo por ciudadanos alemanes”.

Ciudadano alemán no puede ser, según el punto 4 del programa, más que el connacional y connacional a su vez “sólo puede serlo el de sangre alemana, sin tomar en cuenta su religión. Por lo tanto, ningún judío puede ser connacional”

Sobre estos principios está basado todo el derecho político racial del nacionalsocialismo. La primera disposición está contenida en el 3 de la ley del 7 de abril de 1933 “sobre la reorganización de los funcionarios públicos”, según la cual los funcionarios de origen no ario deben ser jubilados. Este es el célebre párrafo de los arios o de la abuela, como lo denomina la voz del pueblo, porque la comprobación del origen ario se remota hasta los abuelos. Sin embargo existen excepciones para aquellos que ya estaban empleados el 1º de agosto de 1914 y que fueron soldados del frente durante la guerra mundial, o cuyos padres o hijos murieron en dicha guerra. De esta misma excepción también gozan las viudas de los soldados muertos en la guerra. La ley del 30 de junio de 1933 va más allá de esta ley provisional y prohibe el matrimonio entre una mujer no aria y un funcionario, so pena de suspensión de su empleo.

Leyes y órdenes regularon el número de abogados, médicos, etc. (números clausus), y ampliaron las cláusulas sobre la calidad de ario y sobre el matrimonio de funcionarios, también a los individuos del Ejercito, redactores, escritores, artistas, músicos, que deben pertenecer a la Cámara de Cultura [7].

La ley de la “anulación de la naturalización y pérdida de la nacionalidad alemana”, del 14 de julio de 1933, retira la nacionalidad alemana a aquellos emigrados al extranjero que actúen contra el Tercer Reich. Por otra ley se modifican las prescripciones para obtener la nacionalidad alemana.

La ley de Nuremberg, del 15 de septiembre de 1935, sobre la nacionalidad concede a los judíos la nacionalidad alemana, pero les niega derechos de ciudadanía, lo que significa que no pueden tomar parte en la formación política de la nación. Se les permite solamente el uso de banderas judías y quedan excluidos del Servicio obligatorio Militar y del Trabajo, del Partido y organizaciones anexas, como el Frente alemán del Trabajo, etc.

En cuanto a la participación de los judíos en la Economía se reduce a alejarlos de toda influencia sobre la política económica. Se les ha dejado libertad para continuar ejerciendo sus actividades comerciales de modo que muchas casas judías prosiguen su negocio.

Nada impide al público comprar en los establecimientos judíos; en el Kurfürstendamm en Berlín, de cada 4 negocios uno es judío. Ningún hotelero judío es molestado; solamente en alguno que otro sitio, particularmente en provincias, se coloca un letrero en la puerta de los establecimientos públicos o a la entrada de los pueblos con la inscripción “Aquí son indeseables los judíos”. En el Comercio, la marcha de los negocios judíos no ha sufrido interrupción. En un discurso sobre la moral en los negocios y el honor comercial en la nueva Alemania el primer Ministro nacionalsocialista de Economía, Dr. Schmidt, declaró que “no es posible realizar una separación entre casas arias y no arias al entablar relaciones comerciales”.

Además de las escuelas judías de distintos tipos, se ha dejado en libertad al judío para ejercer cualquier actividad cultural, dentro de su esfera. Por iniciativa del Presidente de la Cámara de Cultura, Hans Hinkel, se fundó hace cuatro años la “Unión Cultural Judaica”, organización en que artistas y público son judíos. Ya al comenzar el invierno de 1933 a 1934, esta organización trabajó con artistas judíos de renombre en el antiguo Berliner Theater representando óperas, operetas y comedias. Apenas transcurrieron algunos meses, este movimiento cultural judío se había extendido a otras grandes ciudades de Prusia. Un año más tarde, existían ya más de veinte grupos artísticos en distintos puntos del territorio alemán. En el invierno de 1934/35, pudieron contarse, sólo en Berlín, 500.000 espectadores judíos en los teatros, conciertos y conferencias. Más tarde, todas las organizaciones culturales judaicas y también la “Unión Cultural Judaica” fueron fusionadas en una “Federación Nacional” en cuya dirección tomaron parte personalidades destacadas del movimiento sionista. A esta federación pertenecen decenas de miles de judíos y muchos artistas encuentran ocupación. Teatros ambulantes y orquestas judías van de ciudad en ciudad; los judíos tienen la posibilidad de cultivar su arte en veladas artísticas, etc.

La libertad en el ejercicio de su religión permanece intangible. La inculpación de perseguir la religión de los judíos, hecha a Alemania por el Congreso mundial sionista de Praga, es injusta. Probablemente esta inculpación se basa en la “ley contra el maltrato a los animales” que comprende la prohibición de degollar a las reses, que como es sabido pertenece al rito judaico. La comunidad religiosa judaica, el ejercicio de la religión y la libertad de la fe judaica no han sido afectadas. El Tercer Reich garantiza la protección del Estado a los judíos, lo mismo que a cualquier otra comunidad religiosa.

A las críticas apasionadas del extranjero sobre la conducta del Gobierno del Reich en la cuestión de la raza judía el nacionalsocialismo responde:

1º Si el Estado nacionalsocialista ha tomado medidas que conceden menos derechos en el Reich a los de sangre extraña que a los de sangre alemana, esto “no significa menosprecio” de una raza extraña. En este tratamiento diferencial lo decisivo no es el distinto valor de las razas extrañas sino su ¡incongruencia racial! La nueva Alemania quiere purificar exclusivamente el cuerpo del pueblo alemán en su interior, liberarse de la influencia de la raza extraña en el poder político y colocar la vida entera de la Nación bajo un gobierno alemán.

2º Como es sabido, la ley sobre las limitaciones de la inmigración en los Estados Unidos de Norte América determina las condiciones para la entrada de los ciudadanos de ciertos países europeos, desde el punto de vista racial. La “Inmigración Restriction League”, con pleno conocimiento de la cuestión racial, ha exigido que se prohiba la inmigración de ciertas razas. El Gobierno australiano contiene en su legislación medidas severas contra la inmigración de ciertas razas.

3º En otros países a menudo se ha aspirado por otros medios y también se ha logrado el mismo resultado que en Alemania y, sin requerir al legislador, se han alejado, en la práctica, de la vida pública a judíos o individuos de otros pueblos o razas. Alemania ha preferido el camino más legal de la ley.

Los afectados por la ley alemana son objeto, desde luego, de la compasión del pueblo alemán, pero tales víctimas, según el principio fundamental del nacionalsocialismo, son necesarias para la higiene, fuerza y porvenir del pueblo. El interés de la colectividad está por encima del interés particular.





VI. El Estado y el Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista (NSDAP)

Hitler no ha dado todavía a la Nación alemana una Constitución definitiva, acaso sucederá después de completarse la reforma del Reich. En Alemania existe por de pronto una realidad constitucional política basada en las leyes sobre la política exterior y otras disposiciones oficiales. Descansa sobre los principios fundamentales nacionalsocialistas que gobiernan la vida entera de la Nación.

Según estos principios constitucionales, el Partido es el único guía político y reformador ideológico del pueblo entero y del Reich unificado. Como comunidad del Estado y del pueblo, en el nuevo Reich es un centro generador de fuerzas ideológicas; una fuente de energía intelectual y espiritual y, al mismo tiempo, un instrumento de poder efectivo en manos del Führer. Es el exponente de la idea nacionalsocialista de pueblo y Estado y de la fuerza que anima a éstos. El Partido da a la Nación Führer y Jefe Supremo del Ejército. El Führer dirige Partido, Estado y Ejercito, que significan una unidad indisoluble, sin ser idénticos entre sí. Estos tres elementos tienen como base al pueblo alemán y como vértice al Führer. De aquí resulta que el principio de un dirigente único es el centro de toda la vida política alemana.

Hitler, en una revista de la SA de Berlín, el 8 de abril de 1933, proclamó solemnemente la primacía del Partido y la unión indisoluble del Partido con el Reich. Ambos principios, más tarde, fueron reconocidos jurídicamente en la ley “para asegurar la unidad del Partido y del Estado”, del 1º de diciembre del mismo año, en la que se dice:

“Tras la victoria de la revolución nacionalsocialista, el Partido obrero alemán nacionalsocialista es el exponente de la idea nacional alemana y está unido indisolublemente al Estado. El Partido es una corporación de derecho público. Sus estatutos los redacta el Führer. Para garantizar la más estrecha colaboración de las oficinas del Partido y de las secciones de Asalto con las autoridades públicas, tanto el lugarteniente del Führer como el Jefe del Estado Mayor de la SA son miembros del Gobierno nacional”.

Por medio del reconocimiento de la primacía del Partido, Hitler quiso apartar de sí toda posible apariencia de dictadura. “Hemos comenzado la construcción consciente de un sistema -proclama el Führer es su discurso a los SA de Berlín- en el cual no existe un dictador, sino ¡decenas de miles de dictadores! Cuando los enemigos dicen: ¡Esto es muy fácil para Vd., usted es un dictador!, les respondemos: ¡No, señores, Vds. se engañan! ¡No es uno solo el que dicta, sino decenas de miles, cada uno es su puesto!...”

Adolfo Hitler no pretendió establecer una diferencia de rango entre Partido y Estado; por el contrario, pensó en una colaboración provechosa y en un intercambio activo entre ambos, como lo demuestra la ley que acabamos de mencionar. En la práctica, se mostraron y se muestran aún hoy algunos conflictos de competencia y diferencias de opinión entre las autoridades políticas y administrativas, que a veces dificultan el pronto despacho de los negocios del Estado y entorpecen la tramitación unificada que exige la marcha de los asuntos públicos.

El Partido ha mostrado ser digno del derecho de soberanía y en los primeros años del gobierno de Hitler se ha fundido con el Estado formando una unidad. Este proceso de unificación no se ha terminado aún, se nota también en su manifestaciones externas, así, por ejemplo, la orden del 12 de marzo de 1933 dispone que junto a la antigua bandera, de negro, blanco y rojo, y hasta la reglamentación definitiva de los colores nacionales, debe izarse la bandera con la cruz gamada. La ley del 15 de septiembre de 1935 sobre la bandera nacional dispone que la bandera con la cruz gamada es la única nacional. Por último, otra orden dispone que el Reich debe tener como símbolo la insignia del Partido.

Al lado del Partido, como encarnación de la idea nacionalsocialista, columna inconmovible del Estado, se encuentra el Ejército, como defensor de la nación. Sobre ambas instituciones descansa el Estado nacionalsocialista.

Según el concepto nacionalsocialista, el pueblo es la base del Partido, del Ejército y de la Nación; estos pueden cumplir su misión y los fines que les impone el nacionalsocialismo solamente si el pueblo apoya a su Gobierno con entera confianza. Por esta razón, el nacionalsocialismo considera democrático a su régimen. “Se habla de democracias y dictaduras -decía el Führer en uno de sus últimos discursos ante el Reichstag- y todavía no se ha comprendido que en este país se ha llevado a cabo una revolución cuyo resultado se puede calificar, si acaso la palabra democracia tiene algún sentido, como democrático en el sentido más puro de la expresión. Con infalible seguridad marchamos hacia un nuevo orden que -lo mismo que en el resto de la vida nacional- afianza en el campo del gobierno político un proceso de selección natural y razonable, por el cual las cabezas más idóneas de nuestro pueblo, sin tener en cuenta el nacimiento, procedencia, nombre o riqueza, son llamadas a los puestos directivos para los cuales están destinadas. La célebre frase de Napoleón de que ¡cada soldado debe llevar en la mochila el bastón de mariscal encontrará en nuestro país su complemento político! ...”

Los nacionalsocialistas diferencian claramente democracia de parlamentarismo. Ambas denominaciones se confunden muy a menudo entre sí, debido al falso supuesto de que el parlamentarismo es la única forma posible de la democracia. El nacionalsocialismo, con la supresión de los partidos, llevó a la democracia a su origen primitivo, a la comunidad del pueblo de tipo pericléico y le ha dado, por así decir, carácter “plebiscitario”.

Hitler, que sale del pueblo mismo, se apoya directamente sobre el pueblo, y su gobierno es acaso entre todos los gobiernos el que más se esfuerza en estar en contacto estrecho y permanente con las masas de obreros y campesinos. Por un movimiento popular, cuyas proporciones no ha alcanzado jamás ningún otro partido, y, colocado a la cabeza del Estado, Hitler ha consultado varias veces al pueblo, invitándolo a darle mediante el voto su asentimiento para poner en práctica las grandes decisiones tomadas por él.

La Reorganización del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista

En adelante, en Alemania sólo hay un exponente de la soberanía: el pueblo alemán entero, cuya voluntad se expresa a través del Partido que es su organización política.

Después del advenimiento al poder cesó la lucha política, pero, como era natural, surgieron nuevos problemas para el Partido que, de acuerdo con las palabras del Führer, pueden resumirse como sigue:

1º Reorganización interna, con el fin de constituir una célula de la doctrina nacionalsocialista con sólida vitalidad para vivir por sí misma;

2º Educación del pueblo entero, conforme a la idea nacionalsocialista;
3º Reserva de generaciones, educadas para continuar el gobierno del Estado como adeptos de los mismos ideales.

La realización de estos postulados exigía una reorganización del Partido. Según el principio de Hitler, la educación de los futuros dirigentes debe realizarse de forma que “los mejores nacionalsocialistas sean correligionarios y aquellos, que dentro de estos se destaquen, sean los que asuman la dirección del Estado”.

En la educación política se han logrado grandes progresos. Por la labor de la organización política del Reich, y bajo la dirección del Dr. Ley, existen en todas las regiones escuelas de distrito. Miles de cursos ayudan a completar la formación cultural e ideológica de los futuros jefes nacionalsocialistas.

Gracias a la fundación de escuelas superiores de política se ha preparado, conforme a la concepción nacionalsocialista, un plantel de futuros dirigentes políticos. En estas escuelas (Grössinsee, Vogelsang y Sonthofen) jóvenes nacionalsocialistas, seleccionados y procedentes de todos los distritos, reciben durante un período de dos a tres años una educación sólida y severa.

Al hacerse cargo del poder, el Partido se vio obligado a ceder al Estado una gran parte de sus mejores hombres. Si bien permanecieron en parte en las oficinas del Partido no pudieron sin embargo dedicarle sus energías y en consecuencia, el lugarteniente del Führer se vio precisado a reorganizar el Partido y a traer a él nuevos elementos.

Las experiencias del pasado, no siempre felices, fueron las que prescribieron las mejoras y reformas; se procedió a una acción depuradora y se estableció una nueva clasificación de las actividades principales del Partido. El sistema de bloques y células llegaba hasta las esferas inferiores. Todas las oficinas del Partido experimentaron una ampliación en su esfera de acción, se eliminaron las rivalidades que existían entre las organizaciones y grupos del Partido, de modo que éste se puede considerar hoy como una poderosa unidad.

Según el principio autoritario, el Partido forma una pirámide cuyo vértice es el Führer el cual designa a los jefes de los distintos servicios del Estado y del Partido. Como el Partido debe señalar las normas políticas de la administración pública, su esfera de acción se extiende a toda la vida pública: existe un departamento de política exterior, uno de propaganda (bajo la dirección del Ministro de la Propaganda del Reich), uno de política agraria, uno de justicia, uno de política colonial, uno de higiene, uno de política racial, uno de técnica, uno de previsión social, etc. ... Además, las organizaciones siguientes: Agrupación femenina nacionalsocialista con la anexa “Obra femenina alemana”, la Liga estudiantil nacionalsocialista, la Liga del profesorado nacionalsocialista y las secciones para el servicio interno de la organización, instrucción, administración y asuntos del personal del Partido; el Frente alemán del Trabajo - DAF- es una organización adherida al Partido.

Las oficinas del Partido y las asociaciones anexas se apoyan en distritos y regiones y, aún en caso necesario, en los grupos locales del Partido, puntos de apoyo, de igual modo que el Gobierno del Reich en los Gobiernos de los Estados federales. La agrupación femenina, el Frente alemán del Trabajo y la institución de previsión social están organizadas por células y manzanas de casa. El Tribunal del Partido, debido a su misión especial, ocupa una posición independiente.

Según las últimas disposiciones puede ser miembro del NSDAP toda persona intachable que pertenezca al pueblo alemán, de sangre alemana, que no esté afiliada a las logias masónicas o a las organizaciones que han sucedido a éstas y haya cumplido los 18 años de edad. La dirección del Partido ha dispuesto suspender a intervalos la admisión de nuevos miembros o limitar ésta a un determinado círculo de personas.

El nacionalsocialista no ingresa en una organización cualquiera, sino que se hace “Soldado del movimiento de la independencia alemana”. Con ello asume la obligación de postergar su propia individualidad y de ofrendar su vida y hacienda al servicio de la comunidad. Sólo quien puede esto, puede ser nacionalsocialista.

Disposición para la lucha, resolución para el sacrificio y firmeza de carácter son las condiciones que se presuponen en la formación del verdadero y buen nacionalsocialista. Sólo decide la labor realizada en la lucha por Alemania. Lo sano elimina automáticamente lo malo, cuando la voluntad de sanar se demuestra por medio de una conducta y de acciones concordes. Por consiguiente, para la admisión en el Partido deciden definitivamente no el antiguo criterio burgués sino el espíritu del soldado que tiene como medida la actitud en un peligro nacional.

El nacionalsocialismo debe permanecer formado por lo más selecto de la nación. Con tal motivo debe ser estricta la admisión de sus miembros así como la denegación o expulsión de todo individuo de condiciones deficientes, egoístas y de tipo ora cursi ora caciquil. Para evitar que se cuelen elementos inadecuados se admitirán nuevos miembros solamente en el lugar de domicilio del solicitante. [8]

Al entregar el carnet de miembro y en presencia del jefe del grupo local y de todos los miembros congregados se hace el voto solemne. En breve alocución el jefe explica los deberes del correligionario y el significado del juramento que se presta, leyendo él mismo, en voz alta, el juramento. Los nuevos miembros, colocados frente a la bandera y con el brazo derecho extendido, haciendo el saludo alemán repiten, frase por frase, el juramento que dice:

“Yo juro fidelidad a mi Führer, Adolfo Hitler, prometiéndole guardar a los jefes, que me designe, en todo momento, respeto y obediencia.”

La condición de miembro termina con la muerte, por baja voluntaria o por expulsión, pena máxima del Partido. Se impone mediante resolución legal tomada por un Tribunal del Partido.

Los mandamientos del nacionalsocialista son los siguientes:

Dar siempre la razón al Führer.

No infrinjas jamás la disciplina.

No malgastes nunca tu tiempo en conversaciones inútiles o en críticas vanas, sino trabaja y crea.

Sé orgulloso pero no presumido.

El programa debe ser tu dogma; el programa exige de ti que te consagres con fervor al movimiento nacionalsocialista.

Tu eres representante del Partido, por tanto cuida de tu conducta y de tus modales.

Sean tus mandamientos supremos: fidelidad y altruismo.

Cultiva con lealtad la camaradería, así serás un verdadero socialista.

Trata a tus compatriotas como tu quieres que te traten.

Sé tenaz y discreto en la lucha.

No olvides, que lo cortés no quita lo valiente.

Justo es cuanto beneficia al movimiento nacionalsocialista, por tanto a Alemania, es decir, al pueblo alemán.

Según la ideología nacionalsocialista quien obra con arreglo a estos mandamientos sirve al Führer como verdadero combatiente.

Las secciones de Asalto (SA)

La toma del poder por el Partido obrero alemán nacionalsocialista modificó la misión de las secciones de asalto. En los primeros tiempos de la lucha surgieron del seno del Partido para hacer frente a todos los ataques de los adversarios. Bajo la dirección del Jefe de su Estado mayor, Hermann Göring, la primera sección de asalto mantuvo la lucha en primera línea en los años 1922 y 1923 hasta que, en consecuencia de los sucesos del 9 de noviembre de 1923, en la Feldherrnhalle de Munich, fue prohibida y disuelta como parte integrante del Partido.

Al fundarse de nuevo el Partido, en febrero de 1925, después de poner en libertad a Hitler, preso en el fuerte de Landsberg, se formó otra vez la SA. Las experiencias del desastre sufrido exigían fijar objetivos claros para la lucha de la SA y crear una organización que correspondiera a todas las necesidades de la batalla futura. Hitler le encomendó la misión de educar a los combatientes fanáticos de la idea nacionalsocialista para que con el poder de la frente pudieran defender la ideología y con el del puño sostener y afianzar la existencia del movimiento.

Los 400 muertos y los 40.000 heridos en numerosas contiendas callejeras y en los locales políticos, en una dura lucha de 12 años, reforzaron la fidelidad, la disciplina y el espíritu de camaradería de la SA. Incluso la voz del pueblo comparaba la SA con los granaderos de Federico el Grande o con la guardia de Napoleón.

La toma del poder político no significaba para la SA el descanso después de la batalla; se le presentó la tarea de asegurar la posición del Führer mediante la represión absoluta de los enemigos. Como policía auxiliar, la SA se incorporó a los nuevos deberes del Estado y a su obediencia se debe que la revolución nacionalsocialista, de acuerdo con las órdenes del Führer, se realizara casi incruentamente.

Conforme a las instrucciones del Führer, proclamadas bajo el lema de la libertad, en el Congreso del Partido (1935), la SA es un órgano formado por “soldados políticos voluntarios”, fiador del movimiento nacionalsocialista y de la revolución del pueblo alemán. En la SA el joven alemán consolida tanto su ideología como su carácter y se educa para ser el exponente del tesoro ideológico nacionalsocialista. A la dirección de la SA incumbe, además, el cultivo de las virtudes del soldado para fortalecer su espíritu de defensa patria y promover mediante un plan metódico de deportes el adiestramiento físico.

Igualmente, es de gran importancia la labor de educación e instrucción de la SA en los jóvenes que han cumplido ya servicio militar, los cuales deben mantenerse, tanto espiritual como intelectual y físicamente, dispuestos a servir en todo momento al movimiento, al pueblo y al Estado. Su hogar deben encontrarlo en la SA. Todas las diferencias económicas, culturales, profesionales o sociales son superadas en la SA por el espíritu de camaradería y disciplina. La SA constituye un factor decisivo en el camino hacia la comunidad del pueblo.

Un cuerpo de jefes modelo, sometido a una educación e instrucción continuamente perfeccionadas, asegura la eficiencia de la SA. Está llamada a proponer a las organizaciones políticas los elementos directivos más aptos que proceden de sus filas.

La SA se extiende sobre todo el territorio del Reich y se divide en 21 grupos. Cada grupo comprende: 1º. unidades activas formadas por individuos de 18 a 35 años; 2º. unidades de reserva de los 35 años en adelante.

Un grupo SA comprende de 2 a 7 brigadas. Una brigada está formada de varios estandartes activos y de reserva. Los estandartes llevan números de regimientos activos y de reserva de todos los tipos del Ejército alemán anteriores a la guerra mundial. Las unidades de marina de la SA se distinguen también por los números de los regimientos de marinería o de los submarinos y torpederos que se hicieron famosos por sus hazañas en la guerra mundial. De esta manera y por la SA se mantiene viva la tradición del Ejército y de la Marina de guerra alemana anterior a la guerra mundial y actual.

Los estandartes comprenden de 3 a 5 banderas, cada una con 3 a 5 compañías; esta a su vez se divide, generalmente, en 3 secciones que, por último, se subdividen en 3 a 5 escuadras.

Con el fin de responder a las diferentes necesidades, para las que está organizada, (manifestaciones, desfiles, auxilio en caso de catástrofes y accidentes, etc.) la SA tiene especiales unidades técnicas: de comunicaciones, ingenieros, ciclistas y sanitarias y también un cuerpo de caballería.

En abril de 1937 quedó disuelta la Liga alemana del deporte aéreo, junto con sus asociaciones afiliadas, y se creó en su lugar, como corporación de derecho público, el Cuerpo de aviadores nacionalsocialistas (NSFK). Su jefe depende directamente del Ministerio del Aire. Los miembros son voluntarios y no pueden pertenecer simultáneamente a las otras formaciones del Partido (SA, SS y NSKK).

Las Secciones de Seguridad (SS)

El 30 de enero de 1933, día del advenimiento al poder, unos 100.000 hombres formaban parte de una formación especial del movimiento y constituían la guardia personal del Führer. Con este efectivo, la SS, entonces formación independiente de la Jefatura suprema de la SA, tomó su auge, así que actualmente, según su estructura total es apta para cumplir la misión que le encomendó expresamente Adolfo Hitler, “garantizar la seguridad interna de Alemania”.

Una etapa del mayor significado en esa vía representa la orden por la cual el Führer, en julio de 1934, elevó a la SS a la categoría de formación autónoma del Partido. La SS divide sus 200.000 hombres en secciones principales, secciones y estandartes; a esto hay que agregar las tropas auxiliares y los servicios de guardia.

Para la organización y régimen de la SS se han establecido normas muy severas, apropiadas para constituir un cuerpo selecto tanto moral como físicamente. En esta sección se prefieren a los hombres que más se aproximan al ideal del hombre germano. Características exteriores, como la estatura y el aspecto racial correspondiente, desempeñan un papel importante. La conciencia del valor de la sangre y del suelo patrio sirve de pauta para seleccionar a los SS; pues, como dice su jefe Heinrich Himmler, la idea de la sangre pura, representada ya desde el comienzo en la SS, quedaría reducido a la nada si no estuviera unida indisolublemente a la convicción del valor sagrado del suelo patrio. Esta selección no se limita a los hombres, puesto que de cada miembro de la SS se exige que se case sólo con una mujer de sus mismas condiciones raciales. Para la promesa matrimonial y para efectuar las nupcias, la ley preceptúa el correspondiente permiso.

La segunda virtud de la SS debe estar encarnada en su espíritu de lucha. La dirección templa mediante la más severa escuela el valor y el espíritu de lucha de cada uno y pone a prueba por diferentes exámenes anuales de aptitud a todos y especialmente a los jefes. En las líneas de la SS no encuentra cabida la dejadez y se impide que desaparezca su sencillez característica y se perjudique el espíritu de lucha.

La tercera calidad que se exige del SS es que mantenga indivisible la fusión de los conceptos fidelidad y honor. Sobre el puñal de servicio de la SS están grabadas estas palabras de Hitler: “Mi honor se llama lealtad”. A los SS se les inculca que se pueden perdonar muchas cosas en este mundo pero jamás la deslealtad, pues la lealtad emana del corazón. La inteligencia puede incurrir en errores que pueden ser nocivos pero no incorregibles; el corazón, en cambio, latirá siempre con el mismo pulso.

“Lealtad” significa para el nacionalsocialista: lealtad al Führer, al pueblo alemán, a la sangre, a la familia, al camarada, y a las leyes inmutables de la moral, de la decencia y de la caballerosidad.

De la SS se exige, por último, obediencia absoluta y espontánea en mayor grado. Todas las inclinaciones y opiniones personales deben ser sacrificadas en aras del deber.

Por una ley se impone al SS la obligación de defender su honor y de igual manera la de respetar el honor de los demás. A pesar del rigor de los principios se exige la bondad y la nobleza hacia los camaradas, compatriotas y semejantes en general.

En un folleto titulado “Cincuenta preguntas y respuestas para el SS”, la primera pregunta dice así: “¿Qué reza tu juramento?” He aquí la contestación: “Te juramos, Adolfo Hitler, a ti, Führer y Canciller del Reich, valor y lealtad. Te prometemos obediencia hasta la muerte a ti y a los jefes que tu nos designes. ¡Válganos Dios!”

Segunda pregunta: “¿Luego, crees tu en un Dios?” Respuesta: “Si, creo en Dios Todopoderoso.”

Estas dos respuestas marcan claramente el criterio de la SS con respecto a la religión. No obstante, esto no impide que, además de los judíos y masones, se considere al clero político como el más peligroso enemigo del Estado.

La SS debe garantizar la seguridad interior de Alemania; con ese fin se ha establecido en su dirección general un servicio de Seguridad organizándose la policía secreta del Estado (Gestapo). El Jefe de la SS, Himmler, primeramente fue nombrado Jefe de la Gestapo y, por último, Jefe de toda la policía alemana.

El Cuerpo Motorizado Nacionalsocialista (NSKK)

Además de la SA y SS, como organización autónoma del Partido NSDAP (Obrero Alemán Nacionalsocialista) existe el cuerpo motorizado nacionalsocialista. Después del advenimiento al poder esta formación ha alcanzado mayor desarrollo que todas las demás que integran el Partido; su gran progreso está directamente enlazado con la motorización general de Alemania, sobre la cual hablaremos al tratar de las comunicaciones.

Al principio, la NSKK se componía de un pequeño grupo de elementos nacionalistas con motocicletas y automóviles de su propiedad. Su dirección fue confiada por Adolfo Hitler a Hühnlein, ex-mayor de Estado Mayor. Hühnlein es uno de los más antiguos compañeros de lucha del Führer, tomó parte en la revolución de Munich, por cuyo motivo sufrió medio año de prisión. Gracias a su espíritu de lucha, la NSKK conquistó gran fama en la historia del movimiento hitleriano; en sus filas se cuentan numerosas víctimas inmoladas por la causa. Esta sección habría perdido mucho de su importancia si Adolfo Hitler no hubiera reorganizado la motorización alemana. Hühnlein, jefe del Cuerpo, apoyado en la energía, en la voluntad de trabajo y en la experiencia de sus subordinados, consiguió transformar esta sección en un valioso instrumento de la economía y de la defensa nacional.

El NSKK se componía al principio de unos 30.000 miembros; actualmente la forman 4 grupos superiores motorizados, 3 grupos motorizados y 21 brigadas que comprenden unos 500.000 conductores. Una organización tan enorme no podía menos que constituir por sí sola un organismo autónomo del Partido, junto a la SS y SA.

Una de las misiones principales el NSKK es la de instruir a las nuevas generaciones del Partido, de las juventudes hitlerianas y del Servicio de Trabajo obligatorio, para alistarlas en la conducción de automóviles, de forma que lleguen a tener conciencia de su responsabilidad y sólidos conocimientos técnicos. En las escuelas deportivas, diseminadas por toda la nación, el NSKK ha creado un cuerpo de instructores que en cursos de 6 semanas enseñan metódicamente los conocimientos técnicos y deportivos así como los del ideario del Partido.

Muy importante es el deporte practicado a campo raso por el NSKK; estos ejercicios exigen resistencia, energía, decisión, instinto de orientación, agilidad física y camaradería y han producido ya una serie de espléndidos resultados, entre los cuales podemos citar el día de las carreras automovilísticas alemanas; la carrera de 2.000 kilómetros alrededor de Alemania; las carreras internacionales de motocicletas, de los seis días, al pié de los Alpes bávaros; las pruebas de la Prusia oriental y de las montañas de mediana altura de Alemania y, por último, la serie de triunfos conquistados en las carreras internacionales de automóviles. Los éxitos obtenidos sirvieron de inmejorable propaganda para la exportación de automóviles alemanes. Los jefes del NSKK transmiten a los técnicos sus observaciones y experiencias acumuladas en las numerosas competencias deportivas impulsando de este modo a la industria alemana.

El NSKK, en colaboración con el Club Automovilista Alemán, procura introducir, en el país motorizado, una rigurosa disciplina del tráfico; cosa que no se puede realizar mejor mediante la subordinación voluntaria de todos sus miembros

Los Congresos del Partido

El Partido nacionalsocialista presenta sus manifestaciones dentro de un magnífico marco que ofrece a participantes y espectadores una verdadera vivencia. El desfile y distribución de las masas, la disposición de las banderas, la marcha, han sido y siempre son objeto de la más escrupulosa preparación. Particularmente los Congresos del Partido han aumentado cada vez más sus proporciones gigantes dejando a los millones de nacionalsocialistas de todas las formaciones, y a los huéspedes alemanes y extranjeros, un recuerdo imperecedero de ese importante congreso anual que también en su forma exterior reviste gran magnificencia.

Como lugar fijo para celebrar los Congresos del Partido, Adolfo Hitler ha designado la bella y antigua ciudad de Nuremberg. En la amplia llanura que se extiende delante de la ciudad se han construido edificios especiales para este fin. El enorme anfiteatro de la Pradera Zeppelin ofrece espacio a 100.000 espectadores para presenciar la parada y las maniobras de 150.000 miembros del Partido. La Pradera Zeppelín está rodeada por tres lados de torres y tribunas destinadas al público; en el cuarto lado se alza la tribuna para los huéspedes de honor con una plataforma, construida en la parte delantera, desde la cual habla el Führer.

No lejos de este lugar se extiende la grandiosa Plaza de Luitpold con el monumento erigido en memoria a los muertos de la guerra mundial; en ella pueden desfilar 100.000 hombres.

La gran sala para las reuniones oficiales ha resultado insuficiente, por este motivo se levantará una nueva -Sala de los Congresos- de proporciones gigantescas. Debe dar cabida a 60.000 personas, además una hermosa sala de conciertos, así como otras para sesiones especiales. A este conjunto de edificios del Partido en Nuremberg pertenecen además la Casa de la Cultura, el Stadium alemán -el mayor campo de deportes del mundo- destinado a los campeonatos del Partido, el enorme Campo de Mayo -cinco veces más grande que la Pradera Zeppelín- capaz para 2 millones de personas, y, por último, la Avenida de los Desfiles, de 100 metros de ancho.

Estos pocos datos pueden dar una idea del grandioso carácter que se trata de imprimir a las reuniones anuales de medio millón de nacionalsocialistas: jefes políticos, SA, SS, NSKK, Servicio de Trabajo del Reich, Juventud hitleriana y Frente Alemán del Trabajo.

En el Congreso del Partido comprende las manifestaciones en masa, al aire libre, en los campos citados, y las sesiones en la Sala de Congresos. Las primeras ofrecen oportunidad a las delegaciones, que acuden a Nuremberg procedentes de todos los distritos alemanes, con sus respectivas banderas, de ver al Führer, de oír sus discursos programáticos y de comunicar a sus conciudadanos, al retornar al hogar, sus impresiones de los acontecimientos vividos en el Congreso. En las sesiones celebradas en la Sala de los Congresos deliberan los jefes y los ministros sobre las grandes cuestiones políticas, económicas, sociales y culturales del Partido. Se da cuenta de los resultados de la labor del año anterior y se bosqueja el plan de la obra futura. Por último, en una proclamación, el Führer resume los resultados logrados y establece las nuevas tareas del Partido y del Estado.

La organización de los desfiles y de las solemnidades anexas corresponde en sus dimensiones imponentes al grandioso marco dentro del cual se realiza estas asambleas. En los años anteriores ha impresionado particularmente la parada del Servicio del Trabajo Obligatorio. Tomaron parte 45.000 hombres, que, después de desfilar ante el Führer, tomaron posición en la Pradera de Zeppelín. La mayor parte de las secciones de el Servicio del Trabajo Obligatorio llevaban uniforme, otras iban con el torso desnudo hasta el cinturón como cuando trabajan en los días calurosos del verano. Las manos puestas sobre el mango de la pala, colocada entre sus pies; comenzó el grandioso espectáculo con redoble de tambores, toques de clarines, ondear de banderas y con el potente canto de los hombres del Servicio del Trabajo:

Nuestras palas son armas de paz,

Nuestras tiendas fortalezas alzándose en los campos.

Ayer separados por rancias prosapias y diversas faenas

El uno del otro no quería saber,

Más hoy, con afán común, cavamos las mismas arenas.



Como falanges de paz

Y fieles al mando del Führer,

Prestos pico, pala y azada,

Orgullosos, la frente alzada,

Hacia el futuro marchamos.



Nuestras palas son armas del honor,

Nuestros campamentos islas surgiendo del fango.

Para agrandar la tierra que los padres nos legaron,

Para precaver a la patria del hambre, del dolor,

Para eso, tornamos páramo en predio fecundo.



Como falanges del honor,

Y fieles al mando del Führer,

Prestos pico, pala y azada,

Orgullosos, la frente alzada,

Hacia el futuro marchamos.



Nuestras palas son armas de fe,

Nuestros campamentos baluartes en el campo.

Provocadores, obstinados y sordos

Que osaran arrebatarnos la fe en Alemania

Terminarían por la tierra profundamente cubiertos.



Como falanges de fe,

Y fieles al mando del Führer,

Prestos pico, pala y azada,

Orgullosos, la frente alzada,

Hacia el futuro marchamos.



Este es el juramento de fidelidad de los jóvenes equipos del Servicio de Trabajo del Reich. En potentes coros afianzan su amor a la patria y su firme decisión de trabajar al servicio de la nación y de seguir al Führer en su obra de paz.

Después de depositar coronas para los héroes de la guerra, los caídos por la causa, las víctimas del trabajo y los camaradas muertos en los campamentos, se termina la hora solemne con la canción del trabajo:

¡Señor, bendice nuestra labor y nuestro comienzo!

¡Señor, bendice al Führer y a este tiempo!

Ayúdanos a tornar páramo estéril en fructífera tierra,

A servir a la patria con las fuerzas que brotan de la frente y del puño.

¡Señor, mantén viva cada instante la llama de nuestro vigor!



¡Señor, bendice nuestra faena y nuestra lucha!

Señor, bendice la azada que brilla

Para que de nuestras manos el trabajo se logre,

Que cada golpe de pala que demos

¡Sea una plegaria por nuestra patria!



Por su grandiosa sencillez, esta solemne ceremonia deja una impresión profunda en todos los presentes.


La "pared de luces"
Otro acto imponente es el voto de los funcionarios políticos al credo nacionalsocialista. Los rayos luminosos que irradian de ciento cincuenta potentes reflectores se elevan a kilómetros de altura como un círculo alrededor de los congresistas, formando en el éter un fantástico domo de luz. No basta la palabra para describir la impresión experimentada ante este espectáculo. Conjunto armonioso formado por 25.000 banderas airosas y columnas de Camisas Pardas, de cientos de miles de correligionarios rodeados por las líneas sobrias y graves de las tribunas de mármol.

A continuación del grandioso desfile de todas las formaciones ante el Führer, el Congreso del Partido generalmente se termina con imponentes ejercicios militares que no sólo muestran la excelente instrucción de las tropas y su moderno armamento, sino también la íntima fusión de los dos pilares: Partido y Ejército en el Estado nacionalsocialista.

El Cuerpo diplomático y el de Prensa, nacional y extranjera, son huéspedes del Führer durante el Congreso. Unánimemente reconocen todos la grandeza, la organización perfecta y el alto valor político que caracterizan a estas fiestas anuales del pueblo nacionalsocialista.

La Organización en el Extranjero del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista (AO)

Además de los 38 distritos en que se divide el Partido dentro del Reich, hay otro que comprende a los ciudadanos alemanes que viven en el extranjero -unos 3 millones- así como a los 70.000 que pertenecen a la marinería.

Lo mismo que el nacionalsocialismo ha creado en el interior la unidad o verdadera comunidad del pueblo, suprimiendo partidos y eliminando la lucha de clanes, así en esta nueva idea quiere unir a aquellos ciudadanos alemanes que fuera de las fronteras viven en todos los países del mundo.

El 1.º de mayo de 1931, y con sede en Hamburgo, se fundó, por unos cuantos alemanes que antes residieron en el Extranjero, la central de la “Organización en el Extranjero del Partido nacionalsocialista del Reich” (AO). Ya en el año de 1931 y gracias a una labor minuciosa, se crearon numerosos grupos locales y en 1932 los primeros grupos regionales.

Después del advenimiento al poder del Partido nacionalsocialista le fue confiada a Ernst Wilhelm Bohle la jefatura de la Organización y, en octubre de 1933, fue agregado, con categoría de “Jefe regional”, a la Plana mayor del lugarteniente del Führer. Más tarde esta dependencia fue llamada “Organización en el Extranjero del NSDAP”.

Bajo la dirección de Bohle la organización experimentó un incremento considerable. Actualmente se cuentan en la AO no menos de 600 grupos locales en el extranjero. Están comprendidos -sin incluir un gran número de grupos independientes -en 44 grupos de distrito y regionales y unos 1.100 en la navegación.

Los mandamientos de la AO, que de ahora en adelante son obligatorios para todos los ciudadanos alemanes residentes en el Extranjero, son los siguientes:

1.º Cumple las leyes del país del cual eres huésped.
2.º La política del país donde resides déjala a sus propios habitantes. No debe importarte la política interior de una país extranjero. No te inmiscuyas en ella ni siquiera en la conversación.

3.º Declárate siempre y en todas partes como miembro del Partido.
4.º Habla y obra siempre de modo que honres al movimiento nacionalsocialista y por lo tanto a la nueva Alemania. Se recto, honrado, valiente y leal.

5.º Considera en todo alemán que veas fuera de Alemania a un compatriota, a un semejante de tu misma sangre, de tu misma raza y de tu mismo ser. Dale la mano sin tener en cuenta la clase a que pertenece. Todos somos “trabajadores” en nuestro pueblo.

6.º Ayuda de corazón y espontáneamente a tu compatriota si cae en la necesidad sin su culpa.
7.º No seas únicamente miembro del Partido sino combatiente de primera línea. Instrúyete exactamente sobre esencia, contenido y fines de nuestro movimiento.

8.º Trabaja diariamente por hacer que todo alemán digno ingrese en nuestro movimiento. convéncele de la superioridad y rectitud de nuestro movimiento, de la necesidad de nuestra victoria, gracias a la cual Alemania sigue viviendo. ¡Lucha con las armas del espíritu!

9.º Lee el órgano de nuestro Partido, nuestros impresos y libros.
10.º Relaciónate con los miembros del Partido del lugar donde resides. Si en este hubiera un grupo local, se su activo y disciplinado colaborador. No provoques disputa alguna; empéñate con todas tus fuerzas en allanar las discrepancias que pudieran surgir.

Estos diez mandamientos revelan de nuevo el sentido que el Tercer Reich ha dado a la vida de los alemanes residentes en el Extranjero y el gran valor que atribuye a la actividad de estos. No se trata solamente de protegerlos, sino de las obligaciones, de las obras que de ellos se esperan y de su actitud. La obra de los alemanes en el Extranjero, bajo la idea y organización nacionalsocialista, significa entregarse por completo a la causa.

Por los resultados obtenidos se ve que los grupos de la AO han cumplido totalmente su misión. El Servicio de Auxilio de Invierno en el invierno de 1934 a 1935, arrojó la suma de 1,1 millones, en el de 1935 a 1936, la de 1,8 millones y en el de 1936 a 1937, la de 2,7 millones de Marcos. La dirección de la AO vigila la distribución de estos fondos y cuida especialmente del socorro a las zonas necesitadas en Alemania y en el extranjero. el donador que reside en la India contribuye a que su compatriota sin trabajo en la Alta Silesia o en Luxemburgo tenga calor en su cuarto. 880 madres alemanas, residentes en el extranjero, pudieron venir a pasar un mes de descanso en la patria en el curso del último año y 10.000 niños pasaron sus vacaciones en Alemania.

La AO se preocupó especialmente de la situación social del marino alemán. Ha contribuido largamente a que se realice la reglamentación de las tarifas, la introducción de los primeros sobresueldos a las familias numerosas y de los aguinaldos de Navidad. También, por iniciativa de la AO, fueron creadas la “Fundación para las víctimas del trabajo en el mar” y las colonias de viviendas propias para familias de marinos. Un llamamiento del Jefe, Bohle, para auxiliar a los alemanes de España, respondió en pocos meses con la suma de 3,04 millones de Marcos.

Ideas y progresos del Tercer Reich son tratadas en conferencias que se dan en los grupos de alemanes en el extranjero. En las festividades nacionales, como por ejemplo en la Fiesta de la Cosecha, eminentes personalidades del Reich, que visitan países extranjeros, hablan en calidad de huéspedes en círculos connacionales. Grupos regionales considerables publican también periódicos o revistas propias.

Existe ya el proyecto de publicar un gran periódico de la AO. Provisionalmente la AO del Frente Alemán del Trabajo edita la revista mensual “Der Deutsche im Ausland” (El alemán en el Extranjero); la Oficina de Navegación publica la revista “Seefahrt ist not” (La navegación es necesaria).

La radio y el cine sirven a la AO de lazos de unión con la patria, Un aparato especial de onda corta permite, aún al alemán que reside en el último confín del globo, la recepción de las emisiones alemanas. Además, la AO les envía discos de gramófono y fragmentos de actualidades cinematográficas que se proyectan en los círculos alemanes.

La AO fomenta las relaciones entre los países extranjeros y Alemania, particularmente las culturales y económicas. Por ejemplo, en colaboración con el Ministerio de Relaciones Exteriores, organizó el año último el viaje a Alemania de grupos de estudiantes iberoamericanos y otros actos culturales con motivo de la Semana del Libro. La realización de estas iniciativas despertó gran interés en el extranjero.

En todo final de verano y bajo los auspicios del Sr. Bohle se celebra en Stuttgart, “La Ciudad de los alemanes en el Extranjero”, un congreso al que son invitados connacionales residentes en todos los países y que constituye una grandiosa manifestación de la comunidad del pueblo alemán.

En el cuarto aniversario de la toma del poder, Adolfo Hitler, creó el puesto de jefe de la organización extranjero, en el ministerio de RR.EE., confiándolo al Sr. Bohle que sigue siendo al mismo tiempo jefe de la AO del Partido. De esta manera, el Führer quiso consolidar más aún la unidad del Partido y del Estado y al mismo tiempo manifestar así su reconocimiento por los servicios de uno de sus más activos e inteligentes colaboradores.

Para rectificar algunas de las falsas interpretaciones sobre los fines de la AO, su Jefe Bohle, con motivo de una “Fiesta de la Cosecha” de la colonia alemana en Londres, manifestó allí, en octubre de 1937, que el objeto de la AO en Berlín es el de reunir a los nacionalsocialistas en el Extranjero en grupos locales y regionales para mantener el amor a la Patria y el sentimiento de solidaridad entre ellos. Los grupos locales del extranjero no son por tanto otra cosa más que reuniones de alemanes, cuya misión no es, como se dice, la de propagar las ideas nacionalsocialistas a los ciudadanos de otras naciones, sino que se limita exclusivamente a hacer que la vida de los alemanes en el extranjero sea tan nacionalsocialista como la de los residentes en el Reich. Por tanto es absurdo afirmar que los afiliados en el extranjero son portadores de las ideas nacionalsocialistas como “agitadores nazis” o “agentes Gestapo”; al contrario, les es prohibido muy severamente inmiscuirse en la política de los países de los cuales son huéspedes.

Las actividades de Bohle, como Jefe de la AO en el Ministerio de RR.EE., abarcan todos los asuntos referentes a los alemanes en el extranjero. Bohle manifiesta con toda claridad que el ni se ocupa de ciudadanos extranjeros -sean de origen alemán o no-. Tampoco, ni se exige ni se espera que los jefes de la organización del Partido en el extranjero que no pertenecen al cuerpo diplomático ni al consular, obtengan de los gobiernos respectivos privilegios diplomáticos o de cualquier otra clase. Con esto, según Bohle, también quedan desmentidos los rumores de que la AO intente enviar agregados de cultura al extranjero. Bohle terminó su discurso indicando que, desde que existe una civilización, emigran al extranjero miembros de un pueblo para establecerse entre otros extraños. En vez de mirar con recelo a estos hombres habría que considerarlos como los mejores intermediarios entre los pueblos, ya que son ellos los más apropiados para establecer la inteligencia y la estimación recíprocas entre ellos. Quien conozca a Inglaterra debe admirar a este gran pueblo no sólo por su amplia visión sino por las obras imponentes que ha realizado. ¿No ha de llegar un día acaso en que estos dos grandes y orgullosos pueblos, tan afines en muchos aspectos, se den la mano? Adolfo Hitler ha expresado a menudo este deseo y en el sector que corresponde a la AO se hará cuanto esté al alcance de sus fuerzas para llevar adelante este propósito.



VII. Las Fuerzas Armadas

Para reorganizar el Ejército se requería habilidad política, tacto y energía; helo allí, como uno de los más brillantes éxitos de Adolfo Hitler.

El problema de la defensa nacional hubo que considerarlo desde dos puntos de vista: uno de la política interna y otro de política externa. Ambos presentaban serias dificultades que se explican sin dificultad por el estado militar de Alemania antes de 1933.

Alemania no contaba sino con el pequeño Ejército que le había impuesto el Dictado de Versalles; se componía de 100.000 hombres y de algunos pocos buques de guerra; no podía disponer de aeroplanos. Fuerzas armadas que, no obstante su admirable espíritu y el elevado grado de instrucción militar que poseían, no estaban a la altura de su misión, que era la de proteger al pueblo y a la nación. Manteniéndose fiel a las tradiciones del antiguo Ejército tomó en el Estado, organizado por la República de Weimar, una posición especial, independiente del mecanismo parlamentario, como ejército profesional que tenía como Jefe supremo al Presidente del Reich, Mariscal von Hindenburg, por todos venerado. Además, era instrumento del famoso art. 48 de la Constitución de Weimar, artículo que prácticamente podía derogarla, como realmente ocurrió en el verano de 1932 cuando el Gobierno prusiano-marxista fue destituido.

Debido a esta posición especial, el Ejército pudo conservar, durante aquellos años turbios, una independencia que lo situaba por encima de los partidos; muchos parlamentarios, por susodichas razones pacifistas, eran enemigos suyos. La actitud de ejército significaba, sin embargo, una garantía para su propia existencia y protegía los intereses de la patria. La historia nos enseña que tristes consecuencias puede traer la participación del soldado en las luchas políticas internas para la existencia de un ejército y para la nación misma. De aquí que Mussolini, el día de la marcha a roma, despidiera desde el Hotel Savoya a los oficiales que se habían reunido en la calle para acatarlo. El Ejército alemán era, lo que en el quería ver su fundador General von Seeckt, “las abrazaderas de acero del Reich”. Gracias a que rechazó constantemente toda clase de intereses de partido, el ejército pudo mantener su espíritu militar, y ha permanecido como “símbolo, firme sostén y protector del Estado en un tiempo en que el pueblo, sin poner en peligro su existencia, debía ser guiado para pasar a través de opresiones y de humillaciones extranjeras y de miserias y de guerras fratricidas”. Así dicen las palabras de Hindenburg en su testamento político.

Esto hace ver que no fue nada fácil para Adolfo Hitler, como Canciller y al mismo tiempo Jefe del Partido nacionalsocialista, modificar esta situación en un organismo que se puede designar como un “Estado dentro del Estado” y eliminar todas las malas inteligencias que existían entre el Ejército y el Partido. Aún cuando sus fines eran idénticos: conservar el legado de la tradición militar, luchar contra las cadenas de Versalles y la eliminación del régimen de Weimar.

Además, el Ejército tenía que constituir un elemento básico en la reconstrucción del Estado y transformarse pasando de un ejército profesional a uno nacional. Este problema tan difícil y que tanto tacto requería fue resuelto por Adolfo Hitler.

Ya antes de llegar al poder, el futuro Canciller del Reich, en una conversación con un oficial de alto rango, declaró que en la Alemania de la post-guerra solo hay dos grandes cosas que hacer: la organización del movimiento nacionalsocialista y la reconstrucción del Ejército. Hitler se esforzó con todo empeño en ganarse las simpatías de los círculos militares, para lo cual tenía a su favor haber combatido valientemente en el frente de guerra. Trató de asegurarse el apoyo del Ejército para la realización de su idea: hacerse cargo del poder por caminos revolucionarios y sin embargo legales. Pocos días después del advenimiento al poder, Adolfo Hitler expuso claramente sus fines políticos a todos los altos jefes del Ejercito y de la Marina y les afirmó que para el eran motivo de especial atención las cuestiones de la defensa nacional. En septiembre de 1933 pudo declarar solemnemente: “Si en los días de la revolución no se hubiera puesto el Ejército a nuestro lado ahora no nos encontraríamos aquí”: en el primer aniversario del advenimiento al poder, enero de 1934, Hitler en su gran discurso ante el Reichtag hizo la declaración siguiente: “Es un fenómeno histórico único el que entre las fuerzas de la revolución y los jefes responsables de un ejército, disciplinado en el más alto grado, haya una compenetración tan íntima y cordial al servicio del pueblo como la que existe entre el Partido nacionalsocialista y yo como su jefe, por un lado, y los oficiales y soldados del Ejército y de la Marina, por el otro. El Ejército y sus jefes, con lealtad y adhesión incondicional, se han puesto a las órdenes del nuevo Estado, facilitándonos así ante la Historia el buen éxito de nuestra obra”.

Tan favorable resultado no debe sorprender; el Führer es soldado en lo más íntimo de su corazón como von Blomberg, general y exministro de la Guerra, decía en un artículo de fondo del “Völkischer Beobachter” -29 de junio de 1934-:

“En íntima comunión con el pueblo entero está el Ejército que lleva con orgullo la insignia del renacimiento alemán en el casco de acero y en el uniforme; con disciplina y lealtad sigue al Jefe del Estado, Mariscal de la gran guerra y presidente del Reich von Hindenburg y al Führer del Reich Adolfo Hitler que ha salido de nuestras filas y será siempre uno de los nuestros [9]”.

Condición previa para una cooperación armónica es que tanto el Partido como el Estado se limiten a los deberes que les incumben: la crisis del 30 de junio de 1934 mostró tendencias que pretendían transferir la defensa nacional del Ejército a otras organizaciones, pretensiones a las que el Führer dio un rápido fin.

Adolfo Hitler a hecho del Ejército alemán un firme sostén del nuevo Estado declarando solemnemente que aquel es el único elemento armado de la nación. El Partido en cambio es el exponente de la idea política. De este modo, el Ejército ha adquirido una base constitucional sólida y las distintas misiones de las dos grandes instituciones han quedado ya firmemente establecidas.

Esta nueva situación del Ejército fue expresada y confirmada en dos disposiciones fundamentales. Primero, en los nuevos “deberes del soldado alemán”, que constan en el legado de Hindenburg, de mayo de 1934. en breves frases se describen los deberes militares y nacionalsocialistas. “La ordenanza militar” del soldado alemán, publicada en el año 1930, contiene la siguiente frase: “El Ejército es el instrumento del poder legal del Reich, protege las fronteras de Alemania y su integridad tanto en el interior como en el exterior.” Actualmente se lee en su lugar lo siguiente: “El Ejército es el instrumento armado del pueblo alemán. Protege a la nación y a la patria, al pueblo unido por el nacionalsocialismo y al solar en que vive”.

Como se ve en lugar de poder legal, variable según las circunstancias, está el pueblo alemán encarnado en el nacionalsocialismo.

Ambos textos muestran todavía otras diferencias interesantes. Así, por ejemplo, antes de leía: “El Ejército sirve al Estado y no a los partidos” mientras que ahora se lee: “El servicio en el Ejército es un servicio de honor al pueblo alemán”. En 1930 hablaba a través de todos los artículos de la ordenanza la tradición limitada al espíritu militar y que no tenía nada de común con lo que saliera más allá de los límites del Ejército; en 1934, junto al glorioso pasado de la Nación alemana, de nombran también la tierra y el trabajo de los cuales recoge su fuerza el Ejército.

El fallecimiento del Mariscal von Hindenburg dio motivo a una segunda demostración histórica; la misma tarde del día en que murió, el Ejército prestó juramento bajo la fórmula siguiente: “Yo pronuncio ante Dios el sagrado juramento de obedecer incondicionalmente al Führer de la Nación y del pueblo alemán, Adolfo Hitler, Jefe supremo del Ejército; como valiente soldado estoy dispuesto en todo momento a dar la vida por este voto”.

Con este juramento quedó cerrado el ciclo de la evolución política del Ejército que había comenzado antes de la toma del poder por el nacionalsocialismo y significaba la solución definitiva de su problema. Entre Partido y Ejército el antagonismo ha cedido su puesto a la cooperación y ayuda recíprocas.

“De igual manera que la misión del Partido y la del Ejército están claramente separadas, así debe ser de firme y fuerte la confianza mutua que una a ambos. Todos laboramos por un ideal común y trabajamos para el mismo fin. La base de esta confianza mutua solo puede ser la ideología nacionalsocialista, pues todos somos los soldados de Adolfo Hitler. Un buen soldado debe ser también un buen nacionalsocialista. Honramos a nuestros camaradas muertos saludando y sirviendo a Adolfo Hitler” (von Blomberg).

Una vez resuelta la cuestión de la política interna del Ejército, Adolfo Hitler pudo dedicarse al problema de la política externa, o sea al de la soberanía militar.

Algunos días después de abandonar la Sociedad de las Naciones, en octubre de 1933, el Gobierno, como ya hemos dicho, propuso en un memorándum la constitución de un Ejército de 300.000 hombres; durante los primeros meses del año de 1934 se verificaron repetidas negociaciones directas respecto a un convenio sobre los armamentos por un plazo de 10 años, sobre la base del memorándum inglés del 22 de enero, que fue comunicado a Berlín, París, roma, Bruselas y Varsovia. En esta memoria se manifiesta la satisfacción de que las proposiciones de Hitler no sólo se ocupen de cuestiones técnicas de armamento, sino también de las garantías políticas contra un ataque.

El Gobierno francés, en su respuesta del 17 de marzo, hizo constar su decisión de mantener sus reservas contra la moción presentada por Alemania. El 17 de abril, el Gobierno francés declaraba en una segunda nota, sin más, como inútiles las negociaciones.

Por esta razón, el Führer, de acuerdo con el Ministro de la Guerra, preparó la introducción del servicio militar a corto plazo y del Servicio obligatorio general, es decir, la creación del Ejército nacional. La implantación del Servicio militar por dos años en Francia aceleró esta decisión que inesperadamente se hizo pública el 16 de marzo de 1935.

En este día el Gobierno, con la rapidez del rayo, acordó la ley “Sobre la reorganización del Ejército” y a la vez dirigió una proclamación al pueblo alemán. Se recordaba que Alemania, en noviembre de 1918, confiada en la seguridad que se le había dado mediante los 14 puntos de Wilson, y creyendo en un nuevo orden en las relaciones entre los pueblos, había depuesto las armas tras una gloriosa resistencia de cuatro años y medio; exponía como había sido tratado el pueblo alemán por el Dictado de Versalles , imponiéndole el desarme total con la promesa de que se efectuaría un desarme internacional. Alemania cumplió las obligaciones de desarme que se le impusieron, como consta en las comprobaciones hechas por la Comisión de control interaliada:

Fue destruido el siguiente armamento del Ejército: 59.897 cañones, 130.558 ametralladoras, 31.470 lanzaminas, 6.000.700 fusiles y carabinas, 243.937 tubos de ametralladora, 28.001 cureñas, 4.390 cureñas de lanzaminas, 38.750.000 proyectiles, 16.550.000 granadas de mano y de fusil, 60.400.000 espoletas, 491.000.000 proyectiles de armas cortas, 335.000 toneladas de vainas de proyectiles, 23.515 toneladas de vainas de cartucho, 37.600 toneladas de pólvora, 79.500 polvorines, 212.000 teléfonos, 1.072 lanzallamas, 31 trenes blindados, 59 tanques, 1.762 coches exploradores, 8.982 estaciones de telegrafía sin hilos, 1.240 hornos de campaña, 2.199 pontones, 981,7 toneladas de piezas de equipo para soldados, 8.230.350 utensilios de mochila para soldados, 7.300 pistolas y revólveres, 180 trineos de ametralladora, 21 talleres portátiles, 132 carros de cañones antiaéreos, 11 armones, 64.000 cascos de acero, 174.000 máscaras contra gases asfixiantes, 2.500 máquinas de la industria de guerra, 8.000 cañones de fusil.

Las armas aéreas destruidas fueron: 15.714 aeroplanos de caza y bombardeo, 27.757 motores de aeroplano.

Los buques de guerra destruidos fueron: 26 buques de línea, 4 acorazados de costa, 4 cruceros acorazados, 19 cruceros ligeros, 21 barcos escuela, 83 torpederos, 315 submarinos.

Además tenían que ser destruidos: vehículos de toda clase, material y medios defensivos contra el gas, explosivos, reflectores, ajustadores de tiro, telémetros, fonoscopios, instrumentos ópticos de toda clase, arreos para caballerías, material de vía estrecha, imprentas de campaña, cocinas de campaña, talleres, armas blancas, cascos de acero, carros para transporte de munición, máquinas corrientes y especiales de la industria de guerra, cobertizos y hangares para aeroplanos y globos, etc.

Después del cumplimiento de un dictado sin precedentes en la Historia, Alemania tenía derecho a esperar que la parte contraria cumpliera también las obligaciones impuestas por aquel, pero fue defraudada. Ocurrió precisamente todo lo contrario: muchos estados se e armaron. Las máquinas de destrucción inventadas durante la guerra fueron perfeccionándose mediante un trabajo científico y metódico; los poderosos tanques blindados, los aeroplanos de combate y bombardeo experimentaron continuas mejoras, se construyeron cañones enormes y se prepararon bombas explosivas, incendiarias y de gases de mayor eficacia.

En medio de estos Estados guerreros superarmados, que organizaban cada vez en mayores proporciones sus fuerzas motorizadas, Alemania era un país al que se le había arrebatado el poder y estaba indefenso ante cualquier amenaza o conminación. En consecuencia, Alemania debía insistir en el cumplimiento de la promesa que otros países habían hecho.

De este modo surgieron los intentos de lograr un desarme general por medio de conferencias y las primeras propuestas de convenios internacionales sobre los armamentos; entre ellos es digno de mención el Plan MacDonald. Alemania estaba dispuesta -como se decía en la proclamación del Führer- a aceptar este plan y a tomarlo como base de nuevos convenios. el plan fracasó rehusado por los demás países.

La igualdad de derechos solemnemente prometida al pueblo alemán en la declaración de diciembre de 1932 no llegó a realizarse; por consiguiente, el gobierno, para salvaguardar el honor y los derechos vitales de la Nación, no se encontró en condiciones de tomar parte en tales conferencias o de seguir perteneciendo a la Sociedad de las Naciones.

Aún después de haberse retirado de la Sociedad de las Naciones, el Gobierno alemán estaba dispuesto a examinar las propuestas de los otros Estados y a presentar a su vez las suyas. La denegación de sus propuestas así como las de los proyectos, italiano e inglés, concebidos en el mismo sentido, mostraron que en las otras partes contratantes no existía la intención de cumplir las prescripciones del desarme según el Tratado de Versalles.

Por tal motivo, el Gobierno alemán se vio obligado a tomar, por propia iniciativa, las medidas que le parecieron más oportunas para poner fin al estado indefensa tan denigrante como peligroso en que se encontraba el país.

La proclamación del 16 de marzo de 1935 recalcaba que el Gobierno no alentaba sino un solo deseo: poder garantizar la paz para Alemania y para toda Europa. Como prueba de las gestiones hechas por Alemania en beneficio de la paz se pueden citar: las propuestas de pactos de no-agresión formuladas a los Estados vecinos, el convenio con Polonia y la solemne promesa a Francia de que arreglada la cuestión del Saar no existiría contra ella motivo alguno de reivindicaciones territoriales.

El Gobierno alemán tuvo que ver, a su pesar, que el resto del mundo seguía armándose sin cesar. En la formación del Ejército soviético con 101 divisiones, es decir, 960.000 hombres en tiempos de paz, Alemania vio un peligro en el que nadie pudo pensar al hacerse el Tratado de Versalles. Además, hizo constar que la implantación del servicio militar por dos años en Francia transformaba el ejército con servicio militar reducido en otro de servicio a largo plazo.

El Gobierno advirtió, finalmente, que era imposible continuar sin tomar las medidas necesarias para la seguridad de la Nación o de ocultarlas ante el mundo. Como guardián del honor y de los intereses de la Nación deseaba asegurarse aquellos medios de poder imprescindibles para la conservación del Estado y para dar a Alemania el respeto a que tiene derecho como colaboradora de la paz general.

El manifiesto terminaba con las siguientes palabras:

“En estos momentos el Gobierno alemán renueva ante el pueblo alemán y ante el mundo la promesa de no pretender con el rearme un medio de agresión guerrera, sino exclusivamente una garantía de la defensa de Alemania y por tanto de la conservación de la paz. Asimismo manifiesta su firme esperanza de que el pueblo alemán , habiendo recuperado ya su honor y gozando en toda independencia de la igualdad de derechos, pueda dar su contribución a la paz del mundo mediante una franca y libre colaboración con las otras naciones y sus gobiernos”.

La ley del 16 de marzo de 1935 sobre la reorganización del Ejército, proclamaba el servicio militar obligatorio; esto significaba el acta de nacimiento del Ejército nacionalsocialista en el Tercer Reich. Ya el 21 de mayo se dio la Ley del Ejército, cuya sección general determina: 1.º El servicio militar es un servicio de honor al pueblo alemán. 2.º Todo hombre alemán está sujeto al servicio militar. 3.º En tiempo de guerra todo hombre y toda mujer alemanes, además del servicio militar, están obligados a prestar servicios por la Patria. 4.º El Ejército es el exponente de las fuerzas armadas y la escuela de educación militar del pueblo alemán. Se compone del Ejército, de la Marina de guerra y de la Aviación de guerra. 5.º El jefe supremo de las Fuerzas armadas es el Führer y Canciller. 6.º El Ministro de la Guerra, subordinado al Führer, ejerce como generalísimo el mando sobre las tres armas.

El 18 de junio del mismo año, el Gobierno firmaba el Tratado naval con Inglaterra que, con arreglo al derecho internacional, anulaba la parte V del Tratado de Versalles. En el verano se procedió al primer reclutamiento y en noviembre, la clase de 1914 prestó su juramento al Führer bajo la nueva bandera nacional que es el símbolo de la unidad del Estado, del Pueblo, del Partido y del Ejército.

En 1936 se solucionó otro problema importante. Como réplica a la firma del pacto militar entre Francia y la Unión soviética, el 7 de marzo entraron en la zona renana desmilitarizada los regimientos alemanes eliminándose así la última limitación de la soberanía militar alemana. En agosto cuando los déspotas rojos en Moscú se apresuraron a renovar el rearme del Ejército bolchevique, mediante la reducción de la edad que hasta entonces había servido de norma, se introdujo el servicio activo de dos años.

El decreto del Führer y canciller, del 26 de febrero de 1935, establecía que a partir del 1.º de marzo de 1935 había de organizarse la Aviación militar como la tercera arma junto a las del Ejército y de la Marina.

De esta manera, oficialmente aparecen por primera vez las fuerzas aéreas de Alemania, que son obra del Ministro de Aviación, Mariscal Hermann Göring. Göring, el aviador as de la guerra, condecorado con la Orden Pour le Mérite, desde hace ya años y con la colaboración de sus antiguos camaradas, había puesto empeño especial en organizar secciones de aviación de la SA y de la SS. Estas organizaciones de carácter deportivo debían mantener viva en Alemania la idea de la aviación y preparar pilotos para el día aquel en que la navegación aérea alemana se libertara de las cadenas de Versalles.

El 11 de marzo de 1935, algunos días antes de la proclamación del servicio militar obligatorio, el Ministro de la Aviación, Hermann Göring, declaró al corresponsal del “Daily Mail”, Ward Price, que Alemania creó una aviación militar porque al reorganizarse la seguridad nacional también debía tenerse en cuenta la seguridad en el aire.

“Me he limitado a lo más estrictamente necesario -decía el ministro- y las normas que me guiaron no fueron las de crear una arma para amenazar a los demás pueblos, sino la de instituir una aviación militar suficientemente fuerte para rechazar en cualquier momento los ataques a Alemania”.

Göring explicaba que esto se había hecho hasta entonces en términos generales, sin delimitación precisa desde puntos de vista militares. Inglaterra invitó a Alemania a suscribir un pacto por el que se convenía la acción común por el aire contra el enemigo perturbador de la paz; Berlín se mostró dispuesto a poner a la disposición del país amenazado sus propias fuerzas aéreas. Esto hizo necesaria una separación clara entre navegación civil y deportiva por un lado, y militar por otro. Los empleados al servicio de la aviación civil y deportiva por un lado, y militar por otro. Los empleados al servicio de la aviación civil han sido en parte militarizados como soldados u oficiales. Las fuerzas aéreas están bajo el mando del Ministro del Aire, como general de los aviadores [10]. El Ministro tiene también bajo su control la aviación civil. El uniforme de la aviación militar se asemeja al de la asociación deportiva aérea, pero tiene distintivos militares. Se proyecta el nombramiento de agregados de aviación en el Extranjero.

Aún no se puede dar una cifra definitiva de las fuerzas militares aéreas alemanas; sin embargo, todo individuo que piense son claro y justo criterio debe comprender que Alemania, particularmente amenazada, tiene derecho a un número de unidades que le garantice la más absoluta seguridad. Hoy es imposible establecer un juicio claro del papel que incumbe a la armada aérea dentro del complejo total de la defensa nacional; garantiza la seguridad, sin la cual serían inútiles tanto el Ejército como la Marina.

¿Se encontraría la armada aérea alemana en situación de rechazar todo ataque sobre Alemania? Contestando a la pregunta el General Göring dijo textualmente: “La armada aérea alemana está tan apasionadamente compenetrada del sentimiento de defensa de la Patria, hasta el último esfuerzo, como convencida de que jamás será empleada para amenazar la paz de los otros pueblos. Será siempre tan fuerte como la actitud mundial en favor o en contra de la paz.

Pocos días después, la armada aérea pudo hacerse cargo, gracias a la reimplantación del servicio militar obligatorio, de la artillería de defensa antiaérea; el 21 de mayo de 1935 fue incorporada a la ley de la defensa nacional. El 17 de julio del mismo año, el ministerio de Aviación se hizo cargo de la organización de la defensa aérea; de este modo toda la aviación alemana quedaba reunida bajo su dirección.

La reorganización de la aviación militar alemana es una de las más grandiosas obras que ha realizado la Alemania nacionalsocialista. Literalmente dicho, tuvo que crearlo todo, absolutamente todo, de la nada. La industria aerotécnica apenas tenía vida de apariencia; escasamente se contaba con obreros especializados y constructores. La cuestión de los jóvenes aprendices tuvo que quedar sin resolver ya que en ninguna parte habían talleres apropiados para la experimentación, perfeccionamiento o enseñanza. Por decirlo así, de la noche a la mañana tuvieron que ser recuperados por Alemania quince años activamente utilizados por otras naciones en el desarrollo de la aviación militar.

Gracias al extraordinario dinamismo y energía del jefe de la Aviación, ha quedado resuelto el problema formulado por el Führer. Actualmente cruzan el cielo de Alemania escuadrillas aptas para la defensa del país, la artillería antiaérea lo protege desde tierra, un servicio de información aérea y la amplia organización terrestre aseguran la actividad de la aviación militar. en los Congresos del Partido, en el Bückeberg, en muchos ejercicios aislados y en las grandes maniobras militares del otoño de 1937 la aviación con orgullo pudo mostrar la eficacia de su potencia; es un factor importantísimo para la seguridad nacional, como lo ha dicho Adolfo Hitler: “Las ciudades y aldeas alemanas están protegidas, sobre ellas vela la fuerza de la Nación el arma del aire”.

Una descripción detallada de las fuerzas militares de Alemania excedería los límites de este libro, dedicado a la obra total de Adolfo Hitler en los cinco primeros años de su gobierno. Algunas indicaciones bastarán para dar al lector una impresión general de la organización militar de la nueva Alemania.

A la cabeza de todas las fuerzas armadas -Ejército, Marina de Guerra y Aviación- se halla Adolfo Hitler como su jefe supremo. Ya hemos dicho que a comienzos de febrero de 1938, la Dirección general del Ejército dentro del ministerio de la guerra, en sus funciones como “Comandancia general de las Fuerzas Armadas de la Nación” y como Cuartel Militar general del Führer y Canciller del Reich, quedó bajo el mando inmediato de éste. Jefe de la Comandancia de las fuerzas armadas fue nombrado el General de Artillería Keitel, a quien se confirió el rango de ministro del Reich. Los asuntos del ministerio de la Guerra han pasado desde entonces a la Comandancia general y el jefe de ésta, por delegación del Führer, dispone de las mismas atribuciones que hasta ahora correspondían al ministro de la Guerra. A la Comandancia general incumbe durante la paz, conforme a las instrucciones de Adolfo Hitler, la preparación de la defensa del Reich en todos sus aspectos técnicos.



El Ejército

El general en jefe del Ejército, General von Brauchitsch, ejerce el mando supremo del Ejército. Su Plana mayor está constituido por la Comandancia general del Ejército que se compone de: Negociado del personal, Estado mayor general, Dirección general del Ejército, Administración general y Negociado de material de guerra.

El Ejército está dividido en cinco grandes agrupaciones regionales que a su vez están subordinadas a la Comandancia general. A la cabeza de cada grupo de Ejército hay un general en jefe (General de Infantería, Caballería o Artillería) con una comandancia de grupo. Las residencias de las comandancias de grupo están en Berlín (1), Francfort del Main (2), Dresden (3), Leipzig (4), Viena (5).

A la Comandancia de grupo corresponden varios cuerpos de Ejército (Comandancias regionales), a la cabeza de cada uno de los cuales se encuentra un general que al mismo tiempo ejerce el mando sobre su distrito militar. Las Planas mayores de las Comandancias regionales de los distintos cuerpos de Ejército se encuentran en las siguientes plazas: Königsberg (I), Stettin (II), Berlín (III), Dresden (IV), Stuttgart (V), Münster/Westfalia (VI), Munich (VII), Breslau (VIII), Kassel (IX), Hamburgo (X), Hannover (XI), Wiesbaden (XII), Nuremberg (XIII), Viena (XVII), Salzburgo (XVIII), y, por último, la Plana Mayor de las Comandancias regionales en Magdeburgo (XIV) y Berlín (XVI).

Cada cuerpo de Ejército se compone de algunas divisiones y formaciones especiales. La división de Infantería es la formación del Ejército más pequeña, cuya composición le permite operar con entera independencia. La División se compone de: 3 regimientos de infantería, una sección de reconocimiento, un regimiento de artillería ligera y otro de pesada, una sección de defensa antitanque, un batallón de ingenieros, una sección de comunicaciones y algunas unidades de reserva. En caso de guerra se agregan además los “servicios de retaguardia”.

Las diferentes ramas del Ejército alemán son:

1.º Infantería y Cazadores (color: blanco o verde claro, respectivamente).
El regimiento se compone de la plana mayor con la sección de comunicaciones, fusileros montados o motorizados, tres batallones, una compañía de cañones de infantería, una compañía ligera de infantería. Cada batallón se compone de la plana mayor con el grupo de comunicaciones, tres compañías de fusileros, una compañía de ametralladoras y los bagajes de guerra. Cada compañía se divide en tres secciones y un grupo de ametralladoras pesadas; la compañía dispone de nueve ametralladoras ligeras, dos pesadas y seis lanzagranadas ligeros.

Los cazadores, con excepción de los regimientos de cazadores de montaña, no constituyen formación especial, como en el ejército de antes de la guerra, sino están incorporados al regimiento de Infantería como uno de los tres batallones.

2.º Caballería y Ciclistas (color: amarillo dorado).

A consecuencia de la motorización y mecanización, la caballería ha disminuido mucho o se ha transformado en unidades motorizadas. Actualmente, cada cuerpo de Ejército dispone de un regimiento de caballería para fines de exploración. El regimiento de caballería se divide en plana mayor con grupo de informaciones, un grupo montado y otro de ciclistas que, a su vez, disponen de varios escuadrones como unidad inferior.

3.º Artillería (color: rojo vivo).

La Artillería se compone de baterías ligeras y pesadas, servicio de informaciones, ajuste de tiro, etc., y, además, de las baterías fijas de las fortificaciones. Un grupo de artillería se compone de tres baterías; cada una de estas, a su vez, de cuatro piezas; un regimiento se compone por último de varios grupos. Las baterías están motorizadas o son arrastradas por caballos.

4.º tropas motorizadas (color: rosa).

Estas tropas constituyen el arma más reciente del Ejército. A ellas pertenecen los batallones de fusileros motociclistas, los regimientos de fusileros motorizados, los grupos de exploración motorizados, los grupos de defensa antitanque y los regimientos de tanques. O forman divisiones de tanques agregándoles artillería motorizada o ingenieros también motorizados y destacamentos de transmisiones, o bien son agregadas a las divisiones de Infantería o cuerpos de Ejército. Estas tropas están organizadas de un modo semejante a las de Infantería. Las divisiones motorizadas de exploración se componen de la plana mayor con el servicio de informaciones y de algunas compañías, cada una con tres o cuatro escuadras. La agrupación superior de los tanques es en general el regimiento que se divide en batallones y compañías.

5.º Zapadores (color: negro).

De cada división de Infantería depende un batallón de zapadores, en parte motorizado, que se divide en plana mayor con sección de servicio de informaciones motorizado, dos compañías de a pie, en parte motorizadas, una compañía motorizada, un destacamento motorizado herramental, una columna motorizada de pontoneros y una columna de zapadores ligera y motorizada que sirve de reserva. Además de estos batallones de zapadores, adscritos a las divisiones, en parte motorizados, hay otros batallones y unidades motorizados totalmente.

6.º Tropas de Transmisiones (color: amarillo-limón).

Como los enlaces de transmisiones en la guerra son de importancia decisiva, el Ejército dispone de formaciones especiales de transmisiones para establecer estas desde el mando supremo hasta la división o desde esta hasta las más bajas unidades de tropa. Además, las distintas clases de armas y tropas tienen unidades de transmisiones inmediatamente subordinadas a ellas. Cada regimiento o batallón, etc., tiene su propio servicio de transmisiones. Las tropas de transmisiones propiamente dichas, es decir, las que corresponden desde la Comandancia de División hacia arriba están agrupadas en grupos de transmisiones y se componen de compañías de radiotelegrafistas y telefonistas.

7.º Intendencia (color: azul claro).

El aprovisionamiento del Ejército está a cargo de los “servicios de retaguardia”. La intendencia dispone de grupos motorizados o de carros tirados por caballos. Cada una de estos grupos dispone de varios escuadrones o compañías motorizadas.

8.º Tropas de Neblinas artificiales (color: morado).

Estas tropas están motorizadas y, desde hace poco tiempo, forman una unidad independiente. Constan de secciones con plana mayor y servicio de informaciones y algunas baterías.

9.º Servicio de Sanidad y de Veterinaria (color: azul oscuro y rojo carmesí, respectivamente).

El servicio de Sanidad militar comprende todos los servicios de higiene y de hospitales y, además, los servicios correspondientes a las reservas del Ejército. El grupo de Sanidad se divide en compañías que, a su vez, forman batallones. Cada división dispone de un batallón sanitario propio, cuyo comandante es al mismo tiempo el médico de la división. Los batallones sanitarios en tiempo de paz están subdivididas en secciones sanitarias en las distintas guarniciones y mandadas por el médico mayor del cuerpo de Ejército que, a su vez, está subordinado al inspector general de Sanidad militar. Cada regimiento, plana mayor de sección, etc., tiene oficiales veterinarios cuyo jefe es el Inspector general de Veterinaria.

Para la instrucción del cuerpo de oficiales sirven las escuelas de guerra y armamento y para su formación superior la Escuela superior de Guerra. Los oficiales de Veterinaria y de Sanidad reciben sus enseñanzas en las respectivas academias y demás institutos de Sanidad y Veterinaria.


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Notas:

[4] Además de numerosos grupos de aeroplanos que ya el 12 de marzo, al medio día, habían dejado en Viena tropas aéreas de desembarco, entraron en Austria por indicación del Canciller Seyss-Inquart, el 8º cuerpo de Ejército alemán, al mando del General von Bock, además, la 2ª división de carros blindados, una división de las tropas de reserva de las secciones de seguridad del Partido y 16.000 policías. Durante su marcha a través de Austria las tropas alemanas fueron recibidas por el pueblo con el mayor entusiasmo.

[5] Las cifras indicadas para las elecciones del Reichstag de la Gran Alemania se componen de las cifras del plebiscito en Austria sumadas a las del plebiscito en el Altreich, descontando la cifra correspondiente a los soldados austríacos que, aun cuando podían participar en el plebiscito, por el contrario no podían votar por el Reichstag. Las cifras correspondientes a los soldados austríacos se componen como sigue: Con derecho a votar: 54.413; votos emitidos: 54.376; válidos: 54.354; votos "Si": 54.288; votos "No": 66; nulos: 22.

[6] Alemania tiene 44 hospitales para anomalías físicas, 42 para enfermedades venéreas, 123 para incurables, 243 sanatorios para enfermos mentales, 74 para débiles mentales, 57 para enfermos nerviosos y 19 para alcohólicos, 300.000 anormales están recogidos en establecimientos de beneficencia. El número de personas que padecen defectos físicos es de 713.571.

[7] Es conveniente hacer notar que estas leyes no han sido aplicadas en la práctica con el rigor con que aparecen dictadas y que numerosos casos especiales, respecto a la admisión de judíos a los servicios públicos, fueron tomados en consideración. Así, por ejemplo, en Berlín, en donde, a pesar de encontrarse en vigencia esta ley, siguen ejerciendo su profesión 1.158 abogados no arios, de una suma total aproximada de 3.500, o sea un 30%; y 2.549 médicos judíos de un total de 6.203, o sea el 41,2%. En proporción a la población debieron haber ejercido solamente 52 abogados y 93 médicos judíos. En nombre de la justicia hágase saber que las cesantías de los funcionarios judíos fueron seguidas casi todas de jubilaciones honrosas, concediéndoles la pensión correspondiente.

[8] Ello a efectos de su directo conocimiento personal (N. del T.)

[9] Desde principios de 1934 los soldados llevan sobre el uniforme la insignia del Partido. Por primera vez se vio, en el Congreso del Partido de aquel año, un fuerte contingente de tropas al lado de los combatientes políticos de Adolfo Hitler.

[10] Una año más tarde el Ministro de Aviación, Göring, fue nombrado capitán general. El grado de General de Aviación pasó al Teniente General Milch, secretario del Ministerio del Aire.

La Marina de Guerra

El jefe de la Marina de Guerra es el capitán general de la Armada, Dr. h. c. Raeder, quien desde hace casi 10 años -primeramente presidía la Jefatura naval- tiene en sus manos la dirección de la Marina de Guerra alemana.

Para la ejecución de sus múltiples misiones el Alto Mando está organizado en la plana mayor del Jefe supremo, en siete grandes Negociados y distintas secciones subordinadas directamente.

La “Comandancia General de Marina” tiene a su cargo las cuestiones de carácter operativo y táctico y reúne las noticias de importancia para la estrategia naval. El Negociado de la “Armada” se ocupa de las cuestiones referentes al personal de la marina de guerra, régimen correccional, permisos, traslados, etc. La “Dirección general de Marina” se encarga de la preparación del material de guerra. Subordinadas a ella se encuentran el astillero de Wilhelmshaven y el arsenal de Kiel. Es responsable de la conservación técnica de los astilleros así como de las reservas necesarias de combustibles y demás material de guerra y también de la conservación de los astilleros. Corresponde a esta sección todo lo que se refiere a los trabajos cartográficos, como mapas marinos, libros náuticos, etc., así como las cuestiones de la preparación económica de la guerra, de los buques auxiliares de la marina de guerra y el enlace con la marina mercante. La “Administración de Marina” es la autoridad superior en las cuestiones de sueldos, alimentación, vestimenta y alojamiento. Para llevar a cabo su misión tiene bajo su mando directo distintas intendencias. La sección de “Armamento naval” se encarga de la construcción y perfeccionamiento de las armas, como cañones, torpedos, minas y municiones. El negociado de la “Oficialidad de la Marina de Guerra” dispone los traslados, ascensos, bajas y asuntos de honor de los oficiales. Por último, tenemos el negociado de “Construcciones navales”, en donde se hacen los proyectos de nuevas unidades navales. Además de estos negociados, el Jefe de la Marina tiene bajo su mando directo distintas secciones importantes. La “Mayordomía de la Marina de Guerra” cuida de las cuestiones económicas generales y del presupuesto. La sección de “Maquinaria naval” es responsable de todas las instalaciones técnicas a bordo. A la sección de “Medicina naval” corresponden las cuestiones sanitarias. Y, finalmente, la sección de “Historia naval” deduce las enseñanzas que se desprenden de las experiencias obtenidas en los combates navales del pasado.


El acorazadp "Deutschland"
Las fuerzas navales, exceptuando los barcos destinados a escuelas e investigaciones científicas, están bajo el mando del Jefe de la flota. en su plana mayor se estudian todas las cuestiones que incumben a este mando, como problemas tácticos, armamento, instrucción, transmisiones, organización del servicio a bordo, etc. De buque insignia sirve el acorazado “Admiral Graf Spee”, estacionado en Kiel, en donde están dispuestas las cámaras de trabajo y alojamiento de la Plana mayor de la flota. Los acorazados están bajo el mando directo del jefe de los acorazados. La escuadra de acorazados se compone actualmente del “Admiral Graf Spee”, “Admiral Scheer” y “Deutschland”. [11]

Los cruceros, destructores, torpederos, lanchas torpederas y buscaminas están bajo el mando del jefe de las fuerzas de exploración, además del buque insignia, crucero “Nuremberg”, corresponden a esta escuadra los cruceros “Leipzig”, “Köln”, y “Karlruhe”, las divisiones de destructores puestas en servicio y algunas flotillas de torpederos.

Directamente subordinados al jefe de las fuerzas de exploración están el jefe de los torpederos y el jefe de los buscaminas.

Los submarinos, directamente subordinados al jefe de la flota, están mandados por el Jefe de la escuadra de submarinos.

Los acorazados y cruceros están distribuidos entre los puertos principales de guerra, Kiel y Wilhelmshaven. Los destructores y torpederos están adscritos a Wilhelmshaven, Swinemünde y Pillau; los buques portaminas a Kiel y Cuxhaven. Los submarinos tienen también como puertos de matrícula Wilhelmshaven y Kiel y las lanchas torpederas solamente Kiel.

La defensa general de las costas y las secciones de Marina de Guerra en tierra están subordinadas a las jefaturas navales del Mar del Norte y Mar báltico en Wilhelmshaven y Kiel. Cada uno de estas corresponde en categoría a un cuerpo de Ejército y a su frente está un almirante.

Diremos dos palabras sobre los servicios de la jefatura naval del Mar Báltico. Para la defensa de la costa sirven las fortificaciones del Mar Báltico occidental, las de las costas de Pomerania y las de Pillau están respectivamente los grupos de artillería de marina 1, 3, 5. Del reclutamiento del personal de las fuerzas navales a bordo y en tierra, así como de la instrucción de infantería de los reclutas, se encargan diferentes Cajas de reclutamiento de la marina en Kiel, Strasund, Sassnitz y Eckernförde. La autoridad directamente superior de este servicio es el 2.º Almirante de la base naval del Mar Báltico en Kiel, y que tiene a su disposición la escuadra del Mar Báltico de Kiel.

La Inspección de la Enseñanza Naval en Kiel cuida de la educación de los futuros jefes, de la formación intelectual del soldado profesional y del entrenamiento deportivo. A su esfera de acción pertenecen las escuelas de marina en Flensburg-Mürwik, la Escuela superior de marina en Kiel, el grupo de enseñanza de suboficiales de marina en Friedrichsort, Plön y Wesermünde, las escuelas profesionales de marina en cada uno de los departamentos navales y la “Escuela del deporte marino” en Flensburg-Mürwik. Para la instrucción a bordo se dispone de los barcos escuela “Schleswig-Holstein”, “Schlesien”, crucero-escuela “Emden”, así como de los buques escuela de vela “Gorch Fock”, “Horst Wessel” y “Albert Leo Schlageter”.

La Inspección de torpederos se ocupa de las cuestiones relativas a la instrucción y progreso en la técnica de los torpedos; a ella está subordinada la escuela de submarinos en Neustadt con la asociación académica de la misma escuela; además, la escuela de torpedistas en Flensburg-Mürwik, la Escuela naval para la protección contra los gases en Kiel y la Sección de experimentación de torpedos, igualmente en Kiel. La Inspección de la artillería de marina, con sede en Kiel, tiene a su cuidado la organización general y la instrucción de la Artillería. bajo su autoridad está el crucero “Königsberg” y distintos buques escuela de artillería; además, las escuelas navales de defensa antiaérea y de artillería de costa y la sección de investigaciones de artillería para buques. La Inspección de la técnica de bloqueo, con sede igualmente en Kiel, se ocupa del desarrollo y progreso del bloqueo como arma de guerra. A ella está subordinada la escuela de bloqueo en Kiel y además la sección experimental de bloqueo y el negociado de barcos de bloqueo.

A la Inspección de Transmisiones están subordinados la Escuela de transmisiones en Mürwik y el Laboratorio experimental de Transmisiones en Kiel.

Los servicios de la Estación Naval del Mar del Norte están organizados de un modo parecido.

Las cuestiones de la defensa de las costas corresponden a las comandancias de las fortificaciones de la Frisia oriental y del norte. Los 2.º, 4.º, 6.º grupos de artillería de costa tienen sus sedes respectivas en Wilhelmshaven, Glückstadt, Brake, Leer y Wesermünde.

La Inspección de maquinaria naval en Wilhelmshaven, con los talleres de reparación y enseñanza en Kiel-Wik y en Wilhelmshaven, es competente en todas las cuestiones relacionadas con el servicio de máquinas navales. A ella están subordinadas las escuelas navales de Kiel y Wesermünde.

El aprovisionamiento de munición para la Artillería y la preparación de minas es asunto de la Inspección de material de artillería, con sede en Wilhelmshaven.

La actividad constructora, comenzada a raíz de la firma del Tratado naval germano-inglés, de 18 de junio de 1935, se ha continuado en los últimos años y funciona sobre una nueva base por el Tratado naval de 1937.

Además del Tratado naval de Londres, de 1936, entre Inglaterra, Estados Unidos de América del Norte y Francia, existen también tratados bilaterales que corresponden a aquel, como el germano-inglés y el cualitativo anglo-ruso que fueron firmados el 17 de julio de 1937. Con esto se ha conseguido un importante paso en la limitación de los armamentos navales. Alemania especialmente ha demostrado su voluntad de limitar los armamentos navales, tanto cuantitativa como cualitativamente, por la firma de los convenios de 1935 y 1936.

El 3 de octubre de 1936 fue botado en los astilleros nacionales de Wilhelmshaven el acorazado de 26.000 toneladas “Scharnhorst”. El 3 de diciembre de 1936, fue lanzado al agua en los astilleros alemanes de Kiel el “Gneisenau”, del mismo desplazamiento. La clase de los cruceros de 10.000 toneladas fue inaugurada, el 6 de febrero de 1937, por el “Admiral Hipper”, botado en Hamburgo en los astilleros de Blohm & Voss, y cuyo nombre recuerda al del gran marino, héroe de la guerra mundial. El 8 de junio de 1937 tuvo lugar en los astilleros de Kiel la botadura del segundo crucero con el nombre de “Blücher”. El tercer crucero de 10.000 toneladas será botado en el corriente año. Con esto se da por terminada la construcción de los buques de línea de 26.000 toneladas y de los cruceros de 10.000 toneladas.

Las siguientes unidades han sido aprobadas o están en construcción: 2 buques de línea de 35.000 T., 2 portaaviones de 19.250 T., 6 destructores de 1.811 T., 12 torpederos de 600 T., 12 buscaminas de 600 T.; además, algunos submarinos, botes rápidos y otros de pequeño tonelaje.

Los buques de línea de 35.000 T. F y G, que actualmente se encuentran en construcción, tienen un armamento principal de 8 piezas de 38 cm. y de 12 de 15 cm. y algunos cañones antiaéreos. Los cruceros pesados de 10.000 T. tienen 8 piezas de 20,3 cm. y 12 antiaéreas de 10,5 cm.

Con estas unidades la flota alemana experimentará una ampliación que la llevará poco a poco a los límites marcados por el tratado. Desde luego, con la construcción de estos barcos no se ha utilizado todo el margen que deja el tratado, debido a la actividad creciente del rearme inglés, pero se creará una flota que ha de ofrecer la garantía de una eficaz y completa protección de las costas y de los intereses marítimos de Alemania.

La Aviación Militar

El ministro de Aviación, Mariscal Göring, es el Jefe de la aviación militar; su delegado permanente es el secretario de estado de ese ministerio, general de Aviación Milch; jefe de la secretaría del ministerio: general Bodenschatz; jefe del Estado mayor general de la Aviación: general de división Stumpf; jefe de la Defensa antiaérea: general de Artillería antiaérea Rüdel; inspector general de la Aviación militar: general de división Kühl.

El Estado mayor general se divide en: Plana mayor, organización aérea, jefe de cuartel general, jefe de transmisiones, jefe de Sanidad. Anexos: academia de Aviación militar y escuelas superiores de armas aéreas.

Al ministerio de Aviación pertenecen las oficinas siguientes:

Dirección general de Aviación: con las secciones de tráfico aéreo, inspección aérea, servicio meteorológico nacional, seguridad aérea, defensa antiaérea civil. Esta dirección comprende 15 negociados:

Oficina técnica de la Aviación militar con las secciones: investigaciones, ensayos, adquisición de materiales y administración. Anexos: estaciones experimentales de la aviación militar.

Administración general de la Aviación militar con los negociados. mayordomía general, pagaduría, vestimenta, alojamiento.

Oficina de aprovisionamiento de material de aviación con las secciones: material de aviación, municiones y pertrechos.

Personal de la Aviación militar: interviene en los asuntos referentes a los oficiales, soldados, empleados, dependientes y obreros.

Oficina central con las secciones: jurídica, agregados militares; prensa, director del servicio ministerial y comandante del ministerio.

Inspecciones de Aviación militar: observadores, aerofotogrametría, escuadrillas de combate, idem de caza, artillería antiaérea, seguridad aérea y pertrechos, automóviles, servicio de transmisiones, aviación marítima, escuela de pilotos, educación e instrucción militar.

Organización de la Aviación militar

La Aviación militar se divide en: grupo de aviación militar 1 (Este) Berlín; grupo de aviación 2 (Oeste) Brunswick; grupo de aviación 3 (Sur) Munich; Comandancia general de Aviación marina (Kiel); Comandancia de Aviación en Austria (Viena). Además, hay que mencionar la división de instrucción en las armas del aire y el Departamento de Aviación militar cerca del Jefe de las Fuerzas armadas. Correspondiendo a las regiones militares del Ejército hay también en el Reich comandancias regionales del Aire como oficinas territoriales de la Aviación militar.

La aviación militar se divide en los tres tipos siguientes:

1.º Tropas de aviación ( Escuadras de combate, de caza y de exploración ).

2.º Artillería antiaérea (piezas antiaéreas pesadas, ligeras y reflectores)

3.º tropa de transmisiones aérea.

Además, existen como formaciones especiales: el Regimiento general göring y el Batallón de guardia de la Aviación militar en Berlín.

La Ciencia Aeronáutica

Esta ciencia, que ya desde los tiempos de la guerra mundial tenía un centro de investigaciones en el Instituto experimental de navegación aérea en Berlín-Adlershof, fue objeto de un gran impulso gracias a la reorganización de este y de otros centros, institutos y cátedras semejantes, cuya misión era la investigación de las grandes cuestiones que la práctica les planteaba. el 25 de marzo de 1936 y bajo la protección del ministro de Aviación, se fundó la “Sociedad Lilienthal para investigaciones aeronáuticas”, realizándose con ella la absoluta unificación de las investigaciones científicas de la aeronáutica. El 24 de junio del mismo año, el Führer dispuso la fundación de la “Academia alemana para investigaciones aeronáuticas” y le encomendó su dirección al ministro de Aviación.

La industria Aeronáutica

La industria aeronáutica y sus anexas que se reunieron en el “Grupo de la industria aeronáutica” experimentó con esta reorganización un grandioso progreso en su rendimiento y resuelve a la perfección la misión que se le ha confiado. Sus necesidades han podido quedar resueltas gracias a la realización del Plan Cuadrienal, segunda gran obra, que el Führer encomendó al Ministro de Aviación Hermann Göring, ya que merced a sus disposiciones, para independizar a Alemania del Extranjero en la cuestión de las materias primas, se han beneficiado también, largamente, a los constructores de material aéreo.

Defensa Antiaérea

La defensa antiaérea interviene en casi todas las ramas de la administración del Estado y es de mayor importancia, como reiteradas veces lo ha manifestado personalmente el ministro de Aviación, para las construcciones urbanas y disposición del territorio, para los servicios públicos de agua, gas y electricidad, medios de comunicaciones fluviales y terrestres. La ley de defensa antiaérea del 26 de junio de 1935 y las disposiciones ejecutivas del 4 de mayo de 1937, inspiradas en la idea fundamental del nacionalsocialismo, precisamente aquí, en que Pueblo y Estado deben formar una comunidad indisoluble, colocan en término principal dos normas: primeramente todas las instituciones públicas adecuadas, de acuerdo con sus actividades, deben colaborar en los fines de la defensa antiaérea bajo la dirección del ministro de Aviación, en segundo lugar, todos los alemanes están obligados a prestar servicio de defensa antiaérea, es decir, prestación de servicios personales y materiales, “igualmente quedan obligados a hacer, soportar y omitir todo lo que sea necesario para el mejor cumplimiento de la defensa antiaérea”.

No es posible, desde luego, dar cifras sobre las fuerzas militares de Alemania, salvo de la marina de guerra, la cual es conocida por razón de l os tratados internacionales. Sin embargo, podemos dar a conocer indicaciones generales: las fuerzas militares de Alemania no cabe duda que están a la altura de su misión, garantizar la seguridad nacional y hacer frente a cualquier ataque por tierra, mar o aire; pero parecen ser insuficientes para una guerra de conquista o cualquier otra empresa de aventura.

La Alemania de 1914 tenía el ejército más fuerte del mundo y una flota que podía enfrentarse con éxito a las más poderosas armadas. Pero este enorme organismo era el resultado de una paz interior y exterior que a lo largo de 43 años trajo al país la prosperidad y el bienestar. La Alemania de 1938 solo ha tenido cinco años de tiempo para organizar su defensa nacional; cinco años, a los que había que añadir la difícil labor de la reconstrucción nacional sobre las ruinas de un pasado de decadencia. Claro es que la técnica actual facilita en la construcción de material de guerra una producción mucho más rápida que en el pasado; la capacidad de rendimiento de la industria alemana, tanto cuantitativa como cualitativamente, desempeña aquí un papel importante. Pero la preparación técnica del personal, y en especial la de los cuadros de mando, requiere tiempo si, como sucede en Alemania, no hay reservas con la instrucción militar necesaria.

Los datos astronómicos publicados por cierta prensa extranjera son en todo caso exagerados.

Algo podemos asegurar: la magnitud, la extensión y el ritmo de la obra de reconstrucción militar en estos cinco años parecen en efecto milagrosos. El 30 de enero de 1933 existía solo un ejercito profesional de 100.000 hombres con armamento totalmente insuficiente (¡artillería pesada de madera y tanques de cartón ...!). Hoy se cuenta con un nuevo ejército nacional, multiplicado, y equipado con todos los tipos de las armas más modernas; ayer: 7b divisiones de infantería y 3 de caballería; hoy: 18 cuerpos de ejército con fortificaciones perfectas y un sistema de reservas bien organizado. Ayer una marina de guerra con pocos barcos y sin un solo submarino, hoy una armada que dispone ya de toda clase de buques de guerra o que pronto dispondrá de ellos; ayer una Alemania indefensa en el aire, hoy una potente aviación militar y una bien preparada defensa antiaérea.

El pueblo alemán sabe ahora que sus fronteras están aseguradas y su gobierno está en situación de ejercer una política exterior como gran potencia que goza de la igualdad de derechos.



VIII. Política Social y Trabajo

El concepto de política social, cuyo fin es la paz social dentro del pueblo entero, ha vuelto a ganar en la Alemania actual su primitivo significado. Según la concepción nacionalsocialista se comprende aquí también a la clase labradora que hasta ahora había estado fuera de toda consideración político-social. La economía está asimismo supeditada a la política social, ya que el asunto obrero no se puede separar de sus propios problemas y sin una sólida base económica no puede imaginarse un favorable desarrollo de las condiciones sociales.

Estas relaciones recíprocas entre la economía y la política social se evidencian en virtud de que en Alemania se ha eliminado la falta de trabajo gracias a la reanimación económica. En lugar del antagonismo entre las políticas social y económica aparece ahora lo que es común a ambas, es decir, la íntima colaboración de los dos grupos. Precisamente la intensificación de esta obra común lleva a la comprensión y a la paz social.

Bajo el régimen nacionalsocialista se han conservado todas aquellas partes de la política social anterior que se relacionaban con el trabajo y los obreros. Nada se ha suprimido, bien al contrario todos los sectores han experimentado una ampliación. Al ajuste de los salarios por parte del Estado se añadió la intervención en las condiciones del trabajo: la protección del trabajo se ha aumentado por medio de la asistencia sanitaria general; asimismo se ha establecido la reglamentación de licencias, vacaciones, organización de las horas libres y del recreo, etc. La protección del trabajador, en caso de paro, por mediación y subsidio fue ampliada en el sentido de procurar trabajo, dirigir la mano de obre y ofrecer las posibilidades de trabajo. El fomento de la higiene pública se practica mediante la protección general de la vida de los trabajadores, la cual comprende el régimen de viviendas y colonias obreras y contribuye por tanto al bienestar general de la clase obrera.

En su libro “Mein Kampf”, Adolfo Hitler dice que la labor social no es obra realizada con la pretensión de que se reconozca con gratitud, puesto que no debe repartir mercedes sino establecer derechos. Además dice que una de las primeras cuestiones de la “nacionalización” de un pueblo consiste en crear condiciones sociales sanas como fundamento de las posibilidades de educación del individuo.

Con esto dio a entender el Führer cuales son los grandes e importantes temas que la política social del Estado nacionalsocialista ha de desarrollar. Tiene que ser una política orientada hacia la justicia social. Debe empezar por establecer el fundamento de un orden social, creando la organización social del trabajo, y este solo puede ser justo si está encaminado al fin político supremo: la comunidad del pueblo.

Si en alguna parte la palabra comunidad alcanza su pleno sentido y completa significación es precisamente en el dominio de lo social, en la organización práctica de las relaciones de los trabajadores entre sí y con la comunidad del pueblo. el postulado ético encerrado en este concepto debe expresarse en toda obra de legislación social. Una vez que la idea de la comunidad se haya comprendido en toda su magnitud será justa toda ley basada en ella y asimismo lo será su aplicación. La gran intuición del Führer se debe a que el mismo ha sabido sentir lo que precisamente el obrero alemán ansiaba en lo íntimo de su ser: poner fin a la falta de vida espiritual en su trabajo y que este, manual o intelectual, debe estar impulsado por un gran ideal.

El nuevo estatuto del trabajo que -como más adelante veremos- el Tercer Reich ha dado al obrero alemán con la Ley sobre la organización del trabajo nacional fue aceptada por la clase trabajadora con plena aprobación, gracias a que devolvía al obrero su dignidad humana y lo encajaba con igualdad de derechos en el cuerpo nacional. Por la introducción del concepto de honor social, el trabajo manual perdió el carácter de mercancía que había tomado ya desde el comienzo de la industrialización. El honor social no conoce graduación no para los patronos no para los obreros. Todos los trabajadores que participan en la obra común son igualmente respetados y honrados. Las disposiciones ulteriores de la ley de la organización del trabajo nacional relativas a los deberes de previsión del patrono y los de fidelidad del personal han vuelto a revivir como un patrimonio alemán que yacía enterrado hace largo tiempo. No se hizo por simple romanticismo sino por satisfacer una realidad obligatoria. La disposición complementaria, del 3 de diciembre de 1937, dictada por el comisario del Plan Cuadrienal, presidente del Consejo, Mariscal Göring, sobre el pago de jornales en los días festivos, prueba que el gobierno del Reich tiene conciencia de la deuda de reconocimiento, contraída para con el trabajador alemán, encontrándose firmemente decidido a pagarla con hechos sociales.

Problemas de la más distinta naturaleza se reúnen en una finalidad común y su íntima unión y compenetración se revela a cada paso, para servir al bienestar del pueblo y del Estado. Alemania es actualmente un estado democrático, cuya base está formada por la confianza y la fidelidad espontáneas que el pueblo tributa al Führer. Los conceptos de Pueblo y Estado se funden entre sí; el pueblo es la condición previa para la existencia del Estado. De aquí que el Estado tenga el deber de unificar la política social de la misma manera que las demás ramas de la vida nacional, comenzando por la procuración y organización del trabajo y concluyendo por la protección, el descanso y el bienestar del obrero.

El Ministerio del Trabajo del Reich en unión con los ministerios de Hacienda y Economía y los negociados correspondientes de la organización obrera nacionalsocialista del Frente alemán del trabajo se encarga de cumplir estos fines de administración social. el ministerio del Trabajo y de Prusia del Reich, como órgano supremo para los asuntos de política social, se divide en las cuatro Direcciones generales siguientes: 1.º Asuntos generales, Administración del Ministerio del Trabajo de Prusia y del Reich y de los servicios subordinados, previsión social y asuntos de higiene social, en particular de previsión médica. 2.º Seguro social, bienestar pública, política social internacional y extranjera, bolsa del Trabajo, colocación de obreros, procuración de trabajo, subsidios a los obreros sin trabajo. 3.º Protección del trabajo e inspección de fábricas inclusive la higiene industrial e inspección médica industrial, legislación obrera, organización social, política de salarios y económica. 4.º Colonización, viviendas y construcciones urbanas.

Como veremos, al Ministerio del Trabajo corresponde, además, una serie de organismos y dependencias de la administración social, los inspectores del Trabajo, el museo alemán de protección del Trabajo, los jefes y oficinas de la previsión social, la oficina de colocación de obreros y de seguro contra el paro forzoso, el instituto nacional de seguros sociales para empleados, el cuerpo de mineros del Reich, los institutos regionales de seguros, las cooperativas de seguros contra accidentes, las sociedades de seguros contra enfermedades en las profesiones marinas, etc.

La lucha contra el paro forzoso

Cuando Adolfo Hitler se hizo cargo de los asuntos del Estado, en enero de 1933, el número de los obreros ocupados en Alemania había descendido a 11,5 millones y el de los sin trabajo había subido a 7 millones, de los cuales 6 estaban registrados en las oficinas del trabajo. El paro forzoso incluyendo a las familias de los obreros sin trabajo. El paro forzoso incluyendo a las familias de los obreros sin trabajo afectaba a casi un tercio del pueblo alemán. el socorro a los obreros parados creció hasta llegar a la cifra de 3.150 millones de marcos, mientras que los ingresos por contribuciones descendieron a 6.600 millones de marcos.

Los últimos gobiernos, antes de hacerse cargo del poder el nacionalsocialismo, trataron de disminuir el paro con la adopción de medidas de gran amplitud para la procuración de trabajo (Programa-Papen, agosto de 1932: 2.000 millones; programa de emergencia de 1933: 2.700 millones de marcos). A estos programas les faltó una dirección unitaria y el vasto frente que pudo crearse después gracias a la aportación de medios poderosos. No era posible llevar a cabo una acción de tan grande envergadura sin la confianza del pueblo en su gobierno y sin una centralización orgánica de todas las fuerzas, factible solamente en el nuevo Estado.

Las medidas tomadas por el gobierno nacionalsocialista para la procuración de trabajo se dividen en:

1.º Procuración inmediata de trabajo mediante la concesión de trabajos públicos adicionales y adjudicaciones;

2.º Procuración indirecta de trabajo por medio de la aportación de medios públicos y facilidades contributivas para el estímulo de la iniciativa privada;

3.º Fomento de las admisiones de obreros mediante anticipos públicos y facilidades en los impuestos;
4.º Disminución de la demanda de trabajo por medio de la retención de los obreros fuera de la esfera económica.

Al primero de estos postulados se aplicó el programa de Reinhardt (llamado así según el nombre del joven e inteligente Secretario de Estado del ministerio de Hacienda, Fritz Reinhardt) de fecha 1.º de junio de 1933, que puso en circulación bonos del tesoro para el trabajo, por valor de 1.000 millones de marcos para la ejecución de trabajos públicos de gran valor y de utilidad nacional. Se trataba de trabajos de construcción y renovación de edificios administrativos y de viviendas, puentes y otras construcciones semejantes, canalizaciones fluviales, construcción de canales, puertos, reparaciones de carreteras, etc., es decir trabajos que casi exclusivamente beneficiaban a la industria de la construcción, pero que también originaron una acción vivificadora en toda la economía nacional. Mediante la incorporación de muchos obreros desocupados en el organismo de la producción se aumentó, con el poder adquisitivo de las masas, el movimiento de ventas de los productos alimenticios y aquellos de necesidad cotidiana: como consecuencia surgieron nuevos y numerosos trabajos.

Además, el programa Papen proporcionó 302 millones de marcos y el de emergencia 600 millones, que aún quedaban sin consumir; la mayor parte del plan de trabajo de estos dos programas no se había realizado aún al tomar el poder el nacionalsocialismo. Finalmente, estaban a disposición de este plan 360 millones, en forma de cupones de crédito sobre impuestos.

A esto hay que agregar la grandiosa obra de las autopistas nacionales para la que se destinó la cifra de 3.500 millones de marcos, distribuidos en un período de construcción calculado en 6 o 7 años. Luego siguió una considerable ampliación de las obras de almacenes, muelles, etc., de los ferrocarriles (unos 1.000 millones de marcos) y de los servicios de Correos del Estado así como una notable intensificación de los trabajos públicos de emergencia promovidos por la oficina del trabajo y de seguro contra el paro. Mediante una suscripción pública, a fines de 1935, para el fomento del trabajo nacional se redondeó, junto con los medios de que ya se disponía, la cifra de 5.518 millones de marcos, destinada a trabajos de emergencia.

El proyecto de las autopistas nacionales abarca la construcción de 7.000 kilómetros. Más de 100.000 hombres tienen ocupación durante varios años y muchos otros miles reciben indirectamente pan y trabajo de las industrias relacionadas con esta obra. El plan surgió por iniciativa de Adolfo Hitler quien, en 1933, pocos días después de la toma del poder, proclamó la consigna de la “motorización”, que dio además un gran impulso a la industria del automóvil.

Dada la precaria situación de la economía alemana, estos medios de tan colosales proporciones para el fomento del trabajo no se podían procurar ni por el camino de los impuestos ni por el de los empréstitos. Los fondos necesarios para estos trabajos se obtuvieron y se obtienen por medio de giros, de manera que el empresario, a quien se le encarga la construcción de una obra pública, gira sobre uno de los institutos de crédito especialmente autorizados por el Reich [12].

El Reichbank está dispuesto a redescontar estos giros y el Estado se obliga a hacerse cargo del costo derivado de tal operación de crédito y de cancelar paulatinamente los giros de procuración de trabajo.

Este genial mecanismo tenía en cuenta las posibilidades del mercado monetario y de capitales y adoptó la necesaria ampliación de crédito a la capacidad de la economía nacional. Esto ha hecho posible que a pesar del enorme movimiento de dinero producido por el programa de trabajo se haya evitado toda clase de trastornos en la política monetaria y de créditos. En efecto, la circulación monetaria durante la ejecución del programa se elevó solo 250 millones de marcos, aproximadamente.

El segundo medio para aumentar las posibilidades de trabajo era el indirecto que consistía en fomentar de un modo general la iniciativa privada mediante anticipos para la construcción y renovación de viviendas y en reducir los impuestos sobre las inversiones nuevas de capital.

todos los créditos, anticipos y reducciones de impuestos, que desde el 30 de enero de 1933 se han concedido en la nueva Alemania, están dedicados a un fin determinado. Su fin inmediatamente, relacionado con el fomento del trabajo, estimula y apoya la colaboración. Este principio fue proclamado por Adolfo Hitler en la fiesta del trabajo nacional del 1.º de mayo de 1933:

“Pueblo alemán, créeme que no hay que buscar en las estrellas la solución del problema del trabajo. Tu mismo debes ayudar a resolverlo, con inteligencia y confianza hacer todo lo posible por procurar trabajo. El empresario, el propietario de casas, el hombre de negocios, cada uno de vosotros, según vuestras posibilidades, tiene el deber de ayudar a su consecución, y antes que todo, cada uno tiene el deber de pensar en el trabajo alemán”.

Las facilidades solo entraban en vigor cuando se lograba la colocación de obreros parados.

Para cumplir los fines de este método indirecto de la procuración de trabajo se ha dispuesto también de sumas importantes. El segundo programa Reinhardt, del 21 de septiembre de 1933, suministró, por si solo, la cantidad de 500 millones de marcos como anticipos correspondientes al valor de la quinta parte de los gastos de reparación y renovación de edificios destinados a viviendas. Todo el que dividía habitaciones grandes, almacenes o cualquiera otra clase de localidades con el propósito de transformarlas en viviendas pequeñas, percibía por parte del Estado la mitad de los gastos originados. La reducción de impuestos por ampliación de talleres, la adquisición de maquinaria y herramientas, etc., contribuían también a esta obra.

La construcción de automóviles ha experimentado un aumento considerable gracias a la exención de impuestos para el comprador de coches nuevos. Asimismo ha contribuido al aumento de trabajo la reducción de los impuestos sobre las ventas en el comercio interior al por mayor, que facilita a la industria el almacenado en mayor escala y una distribución más homogénea de los pedidos. Por último, la exención de impuestos para las casas propias y viviendas baratas de nueva construcción.

Tanto los ferrocarriles como las compañías de navegación fluvial se han declarado estar dispuestas a transportar a precios reducidos el material para los trabajos a emprender.

En algunos círculos se ha censurado al Gobierno por que de esta forma se favorezca la especulación privada de los comerciantes e industriales. El Führer, siempre enterado de los efectos de su política, hasta en los más íntimos detalles, tomó posición frente a esta censura: “Estábamos enteramente decididos a no hacer ningún regalo a la economía, sino solo a emplear todos los medios de que disponíamos para el fomento práctico y positivo del trabajo ... La iniciativa que ha tomado el Estado solo tiene como única finalidad la de estimular el espíritu emprendedor en el orden privado para que la vida económica de la Nación vuelva a su estado independiente.

La ayuda del Estado, en ningún caso, ha sido un regalo para la política de trabajo del nacionalsocialismo. 500 millones de marcos han puesto en movimiento 2.000 millones de inversiones privadas que habrían sido necesarios para realizar esta obra. Cerca de la mitad fue distribuida en forma de jornales a los obreros sin trabajo. El Estado ahorró así 300 millones en el socorro a los parados. Los obreros que volvían a ser colocados pagaban sus impuestos y cuotas sociales por intervención de los patronos que los descontaban directamente de sus jornales. De este modo reingresaron, considerablemente aumentados, los 500 millones que el Estado había desembolsado.

A la nueva Alemania, al país de las máquinas “por excelencia” se le hizo el reproche de “atacar el maquinismo”, por que una ley restringió el empleo de algunas máquinas, pero esto se refería solamente a la industria del tabaco y de establecía que las máquinas destinadas al enrollado de cigarrillos y de la hoja exterior del cigarro puro no se construyeran más y que las máquinas paradas ya no se pusieran en servicio. La ley solo comprendía la producción destinada al mercado interior. El rotulado con las inscripciones que decían “confeccionado a mano” y “la confección a mano da pan al obrero alemán” que se podía leer en las cajetillas de cigarrillos, mostraban que de esta manera miles de obreros sin trabajo habían vuelto a encontrar un medio de existencia. Se reflexiona que un caballo de fuerza corresponde a una energía 4,5 veces mayor que la del hombre, este retorno al pasado era de beneficio para la consecución de trabajo. Otros países han seguido el ejemplo de Alemania; desde hace algún tiempo los economistas ven en la intervención de la máquina una de las causas de la crisis mundial.

En Alemania, desde 1936, en vez de paro forzoso hay carencia de brazos, de tal modo que este principio tuvo que ser relegado y de nuevo las máquinas fueron puestas en servicio, como con toda claridad se deduce del discurso programático de Adolfo Hitler pronunciado el 20 de febrero de 1938. Hablando del futuro programa económico el Führer decía:

“El aumento de la natalidad nos obliga ya a asegurar por medio de un incremento de nuestra producción los medios de subsistencia de toda la Nación. Nos hemos visto obligados en los años 1933/34 a colocar a los obreros alemanes no raras veces en la forma más primitiva de trabajo para proporcionarles por lo menos un modo de ganarse el sustento. Palas y picos fueron en estos años las herramientas de muchos cientos de miles de hombres alemanes. Con el progreso de nuestra vida económica se produjo también una lenta transformación en nuestros métodos de trabajo. Hoy padece Alemania de escasez de obreros especializados. El paro forzoso propiamente dicho ha sido casi completamente eliminado. Entramos en una nueva fase de nuestra producción nacional. Ahora es el momento de reemplazar poco a poco los métodos de trabajo primitivos por otros mejores y sobre todo más perfeccionados técnicamente. Nuestra meta ha de ser apartar cada vez más al obrero alemán de primer orden del trabajo primitivo para llevarlo a una labor de alta calidad. Queremos dejar al cuidado de la máquina, creada por una labor inteligente, la realización del trabajo más primitivo”.

Para contribuir a la reducción del número de los obreros parados se ha recurrido al servicio llamado ayuda agrícola. Con el auxilio de los anticipos de la Oficina de trabajo y de seguro contra el paro han podido colocarse hasta 160.000 obreros jóvenes procedentes de las ciudades y centros industriales; pronto se familiarizaron con el trabajo del campo; de este modo, a su vez, labradores con propiedades pequeñas y medianas pudieron disponer del personal necesario para sus labores.

Las medidas tomadas por el Estado proporcionaron a las mujeres trabajo doméstico; la colocación de domésticas reduce los impuestos de quien hace uso de sus servicios. Por su parte, las personas en el servicio doméstico están exentas del pago de la cuota de seguro contra el paro forzoso. Las cuotas de seguro de invalidez también han experimentado una reducción importante.

Finalmente, en la reducción del paro, gracias a la colocación de la mano de obra fuera de la economía ordinaria, no prevalecieron puntos de vista relativos a la procuración de trabajo sino causas de índole político-nacional, demografía y educativa, pero si han contribuido considerablemente a vencer el paro.

La primera de estas disposiciones fomenta el matrimonio mediante los préstamos matrimoniales que se conceden si la mujer antes de su enlace trabajaba para ganarse la vida y abandonaba su puesto al casarse. Cientos de miles de mujeres han encontrado de este modo oficio como amas de casa y como madres y han cedido el trabajo que desempeñaban a mujeres u hombres desocupados; La industria del mueble y de los utensilios caseros así como otras similares han experimentado un considerable aumento en su producción.

El servicio militar y el servicio del trabajo obligatorios mantienen alejados por largo tiempo a cientos de miles de jóvenes alemanes de la competencia por el puesto de trabajo.

Incluso en crítico más severo no podrá negar que el gobierno nacionalsocialista ha obtenido una victoria en la lucha contra el paro forzoso. Los números hablan con elocuencia convincente. Frente a los 6.014.000 de obreros sin trabajo que el Führer encontró al ser nombrado Canciller, actualmente hay 338.000, de los cuales más de la mitad corresponden al cambio normal de altas y bajas, y el resto solo en parte, o de ningún modo, son aptos para el trabajo. Se puede decir que el paro forzoso ha desaparecido prácticamente en la nueva Alemania.

Es interesante observar que en el tiempo transcurrido desde el 1.º de enero de 1933, hasta el momento presente, la cifra de los obreros ocupados ha ascendido de 11,5 millones a 20,4; es decir, que, además de los 5,5 millones de parados, han encontrado trabajo más de 3 millones de nuevos obreros. Además el término medio de horas de trabajo ha subido de 7,26 a 7,86 horas. El volumen de sueldos y jornales ha ascendido de 45.300 millones de marcos en el año de 1932, a 68.000 millones en el año de 1937, o sea, un aumento de unos 23.000 millones. Los jornales industriales, que en el año de 1933 importaban 5.900 millones de marcos, pasaron en 1937 de 12.000 millones.

La cifra destinada al socorro contra el paro obrero ha descendido de 3.200 millones, en 1932/33, a unos 308 millones en 1937/38. Los ingresos contributivos en el año económico de 1937/38, a pesar de la reducción de impuestos dentro del plan de procuración de trabajo, ascienden a 13.960 millones de marcos, es decir, con un aumento de unos 7.310 millones sobre los ingresos de 1932/33.

Obreros ocupados y parados en años anteriores (promedio anual)

La victoria en la batalla del trabajo en Alemania la han reconocido hasta los más incrédulos economistas del extranjero. Así, por ejemplo, el nuevo plan de procuración de trabajo de los socialistas franceses se apoya taxativamente sobre el modelo alemán y recomienda al gobierno francés su imitación. El director de la Oficina internacional de trabajo, que en su memoria anual de 1934/35 dudaba de la eficacia de las medidas alemanas, tuvo que confesar en su último informe el resultado favorable de la batalla del trabajo en Alemania.

Esta procuración de trabajo, desde la introducción del servicio del trabajo obligatorio en la primavera de 1935, ha tomado nuevos rumbos. La ejecución del plan de defensa nacional ha favorecido la ocupación obrera en una serie de industrias. El nuevo plan cuadrienal, que Adolfo Hitler anunció en el Congreso del Partido en 1936, trata de independizar al Reich del extranjero en la cuestión de las materias primas y abre un enorme campo para trabajos que más tarde, una vez terminado el rearme, pueden dar ocupación a los obreros que hayan quedado libres de sus actividades en las industrias militares.

La cantidad de trabajo en Alemania es actualmente tan grande que en una serie de oficios, sobre todo de la construcción y de la metalurgia, se nota una falta sensible de obreros especializados y se ha hecho incluso necesario fijar los proyectos para obras públicas con arreglo al lugar y al tiempo en que han de realizarse.

Se calcula que en el curso del año actual hará falta más de medio millón de obreros.

Una vez hecha la incorporación de los últimos obreros sin trabajo queda todavía una reserva de obreras. Actualmente, de los 20,4 millones de obreros y empleados con trabajo 6.380.000 son mujeres. Los esfuerzos se orientan a colocar a las obreras jóvenes en aquellas labores adecuadas para la mujer. Como consecuencia en febrero de 1938 se publicó una disposición sobre el “servicio intensificado de las obreras en las labores domésticas y agrícolas” en la que se decreta que las mujeres solteras de menos de 25 años no podrán colocarse en lo sucesivo en empleos públicos o privados si antes no han trabajado durante un plazo mínimo de un año en el servicio doméstico o agrícola.

Además, se continúan los esfuerzos que tienden a instruir a los obreros ocupados en industrias estacionadas por las circunstancias para colocarlos en aquellas otras donde existe gran demanda. Otro tanto se puede decir de las personas que ejercen una actividad independiente: comercio ambulante, trabajo casero ola más pequeña industria que económicamente considerados son contraproducentes. De aquí que las licencias para ejercer el comercio y los oficios ambulantes hayan sido controladas y limitadas.

De gran importancia es una nueva “disposición sobre las reservas de obreros con destino a servicios nacionales de carácter especial”, dictada a fines de junio de 1938. en virtud de esta medida se instituye un Servicio General del Trabajo para todos los alemanes sin distinción de sexo, edad o profesión. todo alemán apto para el trabajo puede ser obligado provisionalmente a prestar servicio en el puesto a que se le destine o a someterse a una instrucción determinada. Este decreto es válido sólo para aquellos trabajos nacionales cuya especial importancia no admite postergación; el comisario del plan cuadrienal decide en estos asuntos.

La política de los Salarios

Las cuestiones de la procuración de trabajo y del nivel de salario están íntimamente unidas entre sí.

Ya en el año de 1933 la consigna para esta política era: conservación del nivel del salario. Esto implica la imposibilidad de descenso en los jornales, pero al mismo tiempo imponía a los obreros a sueldo la necesidad de posponer sus deseos de mejora a los grandes proyectos que el nuevo gobierno se había planteado: eliminación del paro forzoso y restauración de la soberanía de la defensa nacional. Incluso hoy mismo, en que ya el primero de estos proyectos está resuelto y el segundo casi ya terminado, el nacionalsocialismo se defiende contra aun aumento de los salarios si no se justifica por otro correlativo en la producción.

Hitler se ha expresado varias veces con la mayor claridad sobre este punto. El 1.º de mayo de 1937, ante millares de obreros reunidos en la plaza del Lustgarten de Berlín, manifestó lo siguiente:

“Es muy fácil dirigirse hoy a un pueblo y decirle: vamos a aumentar sueldos, honorarios y salarios y mañana aumentaremos los precios. Y es muy sencillo decir: vamos a reducir la jornada de trabajo, esto es, el rendimiento, y, además, vamos a aumentar el jornal. Por el momento esto produciría una impresión de popularidad, pero la quiebra sería inevitable puesto que el individuo no vive de un jornal de papel sino de la suma total de la producción de todos sus conciudadanos. Lo que consumimos son bienes productivos necesarios para nuestra existencia. He aquí el principio fundamental más importante de la política económica nacionalsocialista: los bienes productivos deben ser creados ya que su aumento significa una elevación del nivel de vida, un mejoramiento general.

Esto es duro, bien lo se, pero yo no puedo hacer nada, ni ninguno de nosotros para modificar lo que la naturaleza ha establecido; un pueblo solo tiene algo si trabaja, si es activo, si se esfuerza en aumentar su producción para encontrarse entonces en condición de poner la masa de la producción frente al poder adquisitivo. Esto es lo decisivo. Y créanme ustedes: también nosotros podríamos hacer lo mismo que vemos en otros países que siguen el principio inverso: aumento del jornal, a continuación aumento de los precios al doble, al triple, luego doble aumento del jornal y a continuación un nuevo aumento de los precios, después desvalorización y a consecuencia de esta un nuevo aumento de jornales, y entonces con fundada razón aumento de precios. Nosotros también podríamos obrar así: la realización de nuestro principio es más difícil pero es más seguro y también más probo.”

Esto quiere decir que, en la eterna competencia entre el jornal y el precio, Hitler quiere evitar que la victoria final pertenezca a este último, como ha ocurrido de ordinario. el Canciller prefiere mejorar las condiciones de vida del obrero no solo mediante el fomento del trabajo sino, además por las reformas implantadas en lo concerniente al permiso y a las vacaciones y cobre todo por la creación del hogar propio para el y para su familia; quiere, además, que se fomenten los servicios de asistencia complementaria al personal obrero, por ejemplo: alivio en caso de necesidad especial, sobre todo, por defunción; socorro de enfermedad; suplementos en metálico a los enfermos; socorro a las parturientas, subvención matrimonial; donativos jubilares, donativos de patatas y de carbón; gratificaciones de fin de año; participaciones en las ganancias (también en forma de aguinaldo); compensación del tiempo de trabajo perdido, indemnización extraordinaria del salario en los días festivos en casos no comprendidos entre los ya determinados actualmente por la ley; subsidios o abono de jornales durante los ejercicios militares; subsidio o indemnización con motivo de asistencia a cursos, y demás actos del Partido y de sus asociaciones afiliadas; fomento de los viajes y reuniones de la organización “Fuerza por la alegría”; subsidio de vacaciones; paga familiar complementaria al salario; paga complementaria infantil; fomento de la instrucción, especialmente para hijos de obreros, etc.

El mantenimiento del nivel del salario se ha conservado estrictamente en cuanto se refiere a los establecidos por tarifa. El aumento de este nivel solo tuvo lugar al principio, sobre todo como consecuencia del incremento del trabajo, del aumento en la duración de este y de una elevación de las pagas por trabajos a destajo. En este sentido también influye de un modo inevitable la falta de obreros especializados y el aumento de trabajo que por cierto tiempo ha resultado del plan cuadrienal. A la vez ha habido una acomodación de los salarios en ciertos ramos de la industria que hasta entonces habían permanecido desiguales.

A las tareas del plan cuadrienal en realidad pertenece también la eliminación de ciertas tensiones sociales que pudieron haber surgido de una coyuntura particularmente favorable para algunas ramas de la industria, dando origen con facilidad a un pago de jornales que implique preferencia. En los ramos de la construcción y de la industria metalúrgica, especialmente favorecidos, hubo que transigir necesariamente con algunas limitaciones pasajeras en la libertad de cambiar el puesto de trabajo. Para completar esta disposición, en junio de 1938, fueron concedidos plenos poderes a los agentes fiduciarios nacionales del trabajo para impedir, también en casos aislados, el desarrollo exagerado e indeseable de estos traslados. Las tensiones sociales debidas a las diferencias de jornal pueden ser contrarrestadas con mayor eficacia por la implantación general del principio del salario según el rendimiento; esta es la finalidad que se persigue.

El Frente alemán del Trabajo

Además del problema de la procuración de trabajo, el Gobierno nacionalsocialista tuvo que cuidar de la organización de los obreros.

De la misma manera que el pueblo alemán estaba dividido políticamente en innumerables partidos y grupos, así también, el 30 de enero de 1933, dominaba en la clase obrera un caos de asociaciones profesionales y económicas de toda clase, forma legal y proporciones. La situación era precisamente opuesta a la idea nacionalsocialista de unidad y comunidad del pueblo. Se logró la unificación, y gracias a ella la mejor organización de los obreros que se imponía por razones de poder político, ya que todavía al cabo de tres meses de gobierno nacionalsocialista las asociaciones obreras, como único instrumento, se encontraban en manos del enemigo.

A mediados de abril de 1933 el Dr. Robert Ley, jefe de la organización obrera del Partido, recibió el encargo del Führer de preparar todo lo necesario para hacerse cargo de las asociaciones obreras. Hitler quiso fijar la fecha definitiva de la entrega con muy poca anticipación antes de que se efectuara. El Dr. Ley tomó sus medidas con toda discreción; el 30 de abril el Führer comunicó que la entrega de las asociaciones obreras debía tener lugar el 2 de mayo , al día siguiente de la fiesta nacional del Trabajo. Fueron enviados emisarios que comunicaron esta fecha a las oficinas del Partido. El 1.º de mayo tuvo lugar en Berlín una de las mayores y más trascendentales manifestaciones populares de todos los tiempos. A las 9 de la mañana se reunieron el Lustgarten, ante el palacio imperial, 120.000 jóvenes vestidos con los diferentes uniformes y portando sus banderas con la cruz gamada para oír el discurso del Ministro de Propaganda, Dr. Goebbels. Con voz potente el ministro proclamó que el pueblo alemán, por primera vez honraba en ese día el trabajo de todas las clases y profesiones; en tiempos anteriores han explotado bombas y se han oído en las calles los cánticos de odio y de lucha de clases. Por el contrario, el 1.º de mayo del primer año del gobierno de Hitler, el pueblo entero se agrupa en un acto de fe hacia el Estado, el pueblo y la Nación alemana. La lucha de clases ha dejado de existir y de las ruinas del Estado liberal capitalista, que se ha desmoronado, se levanta la idea de una verdadera comunidad del pueblo.

Por la tarde las masas de obreros, procedentes de todos los barrios de Berlín, en diez columnas de 100.000 hombres, cada una, marcharon hacia el aeródromo de Tempelhof, en el cual se habían alzado tres enormes tribunas con seis series de altavoces y más de 100 aparatos.

Las diez columnas, formando una estrella, escucharon el discurso de Adolfo Hitler que duró una hora, despertando el entusiasmo de más de millón y medio de personas que acudieron al aeródromo para verle y escucharle.

Hitler proclamó como primer deber para el restablecimiento de la salud nacional que aprendieran a entenderse de nuevo y encontrarse mutuamente los millones de alemanes separados unos de otros por clases, artificialmente creadas, y obstinados por el prejuicio de castas y por la psicosis de sus diferencias. La consigna del día debe ser: “Honrad el trabajo y respetad al trabajador”. El respeto no depende de la naturaleza del trabajo sino de la manera de ejecutarlo. Obreros, campesinos y burgueses deben formar una sola comunidad, Del día más hermoso de la primavera no se puede hacer un símbolo de lucha y de descomposición y con ello de la ruina de un pueblo, sino un símbolo del trabajo creador, de la confraternidad y con esto del resurgimiento del pueblo.

Como fines inmediatos del gobierno el Canciller señaló:

1.º La lucha para que la nueva ideología y la nueva fe política se incorporen al espíritu del pueblo alemán entero.

2.º Despertar de nuevo en el pueblo el sentimiento del deber y de la propia conciencia y aumentarlo constantemente. En el pasado se han cultivado artificialmente los complejos de inferioridad. Actualmente, quizá, se podrá oprimir a la nación pero no humillarla. Alemania y los alemanes no deben ser considerados como de segunda clase.

3.º El Servicio del trabajo obligatorio impondrá a todos el trabajo manual, siquiera una vez, para que así tengan ocasión de conocerlo y se acostumbren a la obediencia. El Servicio del trabajo obligatorio no es ningún ataque contra el trabajo, sino contra el prejuicio de que el trabajo manual sea una afrenta. El marxismo será eliminado no solo exteriormente, sino que además habrá que privarle de sus bases, a las cuales pertenece la presunción. La idea ya se realizará este año, y al cabo de cuarenta años más las palabras trabajo y trabajo manual habrán cambiado de sentido elevándose su estimación de la misma manera que la palabra “mercenario” se ha convertido en la de soldado.

4.º Otra de las grandes tareas es liberar la iniciativa creadora de los efectos fatales causados por las decisiones mayoritarias, no solo en el Parlamento sino también en la economía. Esta no puede prosperar sin la síntesis del espíritu creador y de las obligaciones frente al pueblo entero. Por tanto a los contratos se les dará el sentido que les corresponde. El hombre no vive para los contratos sino que estos deben facilitar la vida del hombre.

5.º En este año el Gobierno dedicará todos sus esfuerzos a cubrir la primera etapa en el camino de un sistema económico orgánicamente dirigido. Es un axioma fundamental el de que no puede haber ningún progreso sin que comience el campesino, que es la raíz de la vida económica, racial y nacional. De aquí parte el camino hacia el obrero y luego hacia la vida intelectual. Durante 14 años se ha hecho todo lo contrario y en consecuencia no se ayudó a ciudades, obreros y clase media. Todos no conocieron más que la ruina y la miseria.

6.º La eliminación del paro forzoso mediante la procuración de trabajo se divide en dos grupos: el trabajo privado por medio de la renovación y reparación de las casas y, sobre todo, por un llamamiento al pueblo alemán entero. El problema de la procuración de trabajo no caerá resuelto del cielo, sino que cada uno debe colaborar con inteligencia y confianza según el radio de su acción. Todo el mundo tiene el deber, no de titubear y esperar, sino de hacer lo que esté en sus manos. Por parte del poder público la procuración de trabajo se realizará en primer lugar por medio del gigantesco programa de las nuevas construcciones de carreteras. Se comenzará en grande, suprimiendo los obstáculos que se encuentren en el camino y por medio de una serie de trabajos públicos se contribuirá a disminuir el número de obreros parados.

7.º Contra el insostenible estado actual del régimen de intereses se tomarán las medidas necesarias.
8.º Se realizará una política comercial que asegure la continuidad de la producción sin que ponga en peligro la agricultura alemana.

El Canciller terminó aludiendo a las dificultades que ofrecen los problemas expuestos y haciendo notar que nada se consigue si no se aplica el esfuerzo necesario. Tan difícil como hasta aquí ha sido el camino en los 14 años transcurridos, lo será también el porvenir. Si el mundo es hostil a Alemania tanto más obligará esto a la constitución de una unidad nacional. La demanda de igualdad de derechos jamás podrá ser abandonada por el pueblo. El discurso del Führer terminó invocando la bendición de Dios.

Con grandiosos fuegos artificiales se acabó el programa del día. En toda Alemania se celebraron manifestaciones y fiestas en honor del día nacional del trabajo.

Así estaba preparado psicológicamente el terreno para hacerse cargo de las asociaciones obreras; con la velocidad del rayo, el 2 de mayo a las 10 de la mañana, fueron ocupados por las secciones SA los locales de los sindicatos obreros en toda Alemania y las federaciones libres pasaron a poder de un “comité ejecutivo para la procuración del trabajo alemán”, organizado por el Partido obrero alemán nacionalsocialista. A las 11 se había terminado la acción sin el menor incidente. “Se diría -contaba el Dr. Ley- que los jefes marxistas de las federaciones libres hubiesen respirado al ver que por fin el Partido obrero alemán nacionalsocialista les aliviaría de una pesada carga tomando en lo sucesivo la responsabilidad de la dirección de los obreros”.

El mismo día las corporaciones cristianas de obreros se pusieron a la disposición espontáneamente. Al día siguiente fueron incorporadas las restantes asociaciones obreras de modo tal que ya el 4 de mayo el Dr. Ley pudo anunciar al Führer que todas las asociaciones obreras y de empleados, que ascendían a 169, habían pasado a engrosar las filas del Partido.

El estado de las federaciones obreras, escrito por testigos oculares, era desconsolador. Los asociados habían perdido ya toda su confianza en ellos; de unos 15 millones de trabajadores apenas había 5 organizados en sindicatos. El ingreso de las cuotas era deplorable; el aparato administrativo no correspondía a este estado de cosas sino que era ten extenso y excesivo como si estuviera en los mejores tiempos de las asociaciones, hacia el año de 1920, de donde resultaba un enorme déficit financiero. Solo la unión de servicios públicos, una de las mejores y más grandes asociaciones obreras, tenía 3 millones de deudas bancarias con un interés de 10 % anual. en consecuencia, las asociaciones no podían cumplir sus compromisos. La corrupción reinaba también aquí; si se hubieran llevado a los tribunales todos los casos que entraban en la esfera de la justicia, los tribunales hubieran tenido labor para años A pesar de la dificultad de una comprobación exacta de los libros se pudo demostrar malversación de fondos por valor de unos 600.000 marcos durante los últimos meses.

bancarrota financiera, ruina espiritual, desesperación y mala conciencia eran los signos característicos de las organizaciones obreras de Alemania, ¡en otro tiempo tan orgullosas! ...

El 10 de mayo de 1933, en el Consejo de Estado prusiano, tuvo lugar el primer Congreso de Trabajadores Alemanes. A continuación se verificó la solemne fundación del Frente alemán del Trabajo (DAF), haciéndose cargo el Dr. Ley de la dirección de la nueva organización. De la multitud de las antiguas asociaciones profesionales surgieron la Unión general de trabajadores alemanes y la Unión General de Empleados. La clase patronal, por su parte, se adhirió más tarde a esta organización y así pudo, por último, decirse con toda justicia que la DAF es la “agrupación de todos los alemanes trabajadores sin distinción de su posición social o económica”.

Esta grandiosa agrupación se agregó en 1935 al Partido obrero alemán nacionalsocialista en calidad de miembro asociado. Como mientras tanto, una “organización de la economía industrial” se ocupaba ya en los asuntos de política económica de las distintas empresas industriales, para evitar de antemano las contradicciones que pudieran surgir como consecuencia de su actuación, el Ministro del Trabajo Seldte, el Ministro de Economía Dr. Schacht y el Dr. Ley se reunieron en Leipzig acordando la incorporación de la “Organización de la Economía industrial” al Frente alemán del Trabajo, sin que por ello perdiera su autonomía. Como órgano consultivo fue designado el Consejo del Trabajo y de la Economía, con consejos en los distintos distritos del Reich, alrededor de 3.000 comisiones locales de Trabajo, como órganos inferiores de la colaboración común.

En el decreto del 24 de octubre de 1934, el Führer señaló la importancia y los fines del Frente alemán del Trabajo. “El Frente alemán del Trabajo -así dice el decreto- es la organización de los alemanes trabajadores manuales e intelectuales. En el están agrupados sobre todo los afiliados a las antiguas asociaciones obreras y de empleados así como los de las asociaciones patronales, en calidad de miembros con igualdad de derechos ...” La misión del DAF es la formación de una verdadera comunidad nacional y de trabajo de todos los alemanes, tiene que cuidar por que cada uno ocupe su puesto en la vida económica de la nación, en el estado intelectual y físico que le capacita para dar su mayor rendimiento y así garantizar el mayor provecho para la comunidad del pueblo ... El DAF tiene que asegurar la paz del trabajo de modo tal que en los patronos se encuentre la necesaria comprensión para atender las demandas justificadas de sus obreros y en estos, a su vez, la necesaria comprensión para darse cuenta de la situación y de las posibilidades de la empresa en que trabaja ... El DAF tiene por misión encontrar el necesario equilibrio entre los intereses justos de todos los participantes, que corresponda a los principios fundamentales del nacionalsocialismo y limite los casos que según la ley del 20 de enero de 1934 “sobre la reglamentación del trabajo nacional” hayan de ser sometidos a la decisión de los órganos competentes del Estado ... El DAF es el exponente de la comunidad nacionalsocialista “Fuerza por la alegría” y tiene que cuidar de la instrucción profesional ...

Gracias a la institución de la autoayuda del Frente alemán del Trabajo, cada uno de sus miembros tiene garantizada su existencia en caso de necesidad, igualmente debe servir para facilitar a los compatriotas capacitados su ascenso social o para apoyarles en la creación de una vida independiente, a ser posible en suelo de su propiedad”.

La misión conferida por el Führer al Frente alemán del Trabajo, como se ve, es de carácter social, pedagógico y político. El DAF debe educar a todos los alemanes en la ideología nacionalsocialista, proteger los derechos sociales de sus asociados y garantizar la paz económica. Además, debe crear instituciones auxiliares para sus miembros, fomentar su enseñanza profesional y vigilar los servicios destinados a organizar el descanso durante el tiempo libre y las vacaciones de los obreros.

Para un observador extranjero es sorprendente como este organismo pudo fusionar a tipos tan distintos de alemanes en un espíritu único de camaradería y de comunidad de pueblo. en el los trabajadores dan forma a sus demandas sociales y organizan su posición social. Mas sorprendente es todavía que bajo la misma bandera -en el sentido real y figurado de la palabra- marchen juntos los trabajadores manuales e intelectuales, los patronos y los obreros. La lucha de clases, que antes era la base de la doctrina que entonces dominaba en Alemania y que todavía hoy es soberana en muchos países, fue eliminada de un golpe. Los campesinos y los funcionarios poseen sus propias organizaciones.

Hablando una vez con el Dr. Ley, el enérgico y genial jefe del Frente alemán del Trabajo, le pregunté como había sido posible este éxito tan rápido. Impulsivo, me respondió sonriente: “¿Quiere Vd. conocer la receta? Es muy sencilla; hela aquí: ¡Adolf Hitler! ...”

El Frente alemán del Trabajo se divide según puntos de vista de orden regional y profesional. A los de orden regional corresponde la organización del NSDAP en departamentos con un inspector departamental, en distritos bajo la dirección de un jefe de distrito, y en localidades con un inspector local. Los principales auxiliares de estos jefes e inspectores son los jefes de fábrica y los representantes del Partido y del Frente alemán del Trabajo en las empresas respectivas. finalmente los jefes de célula y de manzanas de casas son las bases del enorme edificio.

En la división por profesiones, la administración central representa la autoridad superior. A ella están subordinados todos los negociados del DAF, por ejemplo, las oficinas de derecho, persona, organización, prensa, instrucción, asuntos sociales, propaganda, higiene, educación profesional y técnica, asesoramiento jurídico, juventud, mujeres, hogares familiares, economía, subsidios y tecnología. Junto a estos negociados nacionales se hallan 18 oficinas profesionales o gremiales en estrecha colaboración con el negociado de Organización; estas llevan las siguientes denominaciones: 1.º Productos alimenticios, 2.º Textil, 3.º Confección, 4.º Construcción, 5.º Madera, 6.º Hierros y metales, 7.º Química, 8.º Imprenta, 9,º Papel, 10.º Comunicaciones y Servicios públicos, 11.º Minas, 12.º Banca y Seguros, 13.º Profesiones liberales, 14.º Agricultura, 15.º Cueros, 16.º Canteras, 17.º Comercio, 18.º El artesanado alemán. Ellas a su vez se subdividen en departamentos gremiales.

Una descripción más detallada del Frente alemán del Trabajo rebasaría los límites de este libro; lo que acabamos de citar bastará para dar al lector una idea de esta organización que, por la multiplicidad de sus funciones y lo enorme de su campo de acción, no tiene igual en el mundo.

Para terminar, algunas cifras y datos:

A pesar de que las cuotas mensuales, recaudadas por las antiguas obreras marxistas han sido reducidas de 3,60 a 1,52 marcos por término medio, el DAF, con más de 20 millones de miembros (incluyendo los corporativos tiene un ingreso total de cuotas de 384 millones de marcos al año, en lugar de los 120 millones de la antigua Unión general de sindicatos alemanes. Las obligaciones de los sindicatos con respecto a sus antiguos miembros las ha tomado en toda su extensión el Frente alemán del Trabajo. Continúa pagando no solo las rentas de invalidez, vejez, paro forzoso y los gastos de defunción, sino que además ha abonado todas las pagas que los sindicatos habían retenido en sus últimos años. Los subsidios concedidos por el Frente alemán del Trabajo desde la toma del poder importan 328 millones de marcos.

La Unión general de sindicatos alemanes comprendía bajo el concepto de “subsidios” no solo los pagos en metálico a los miembros, sino también todos sus desembolsos e incluso los gastos de administración relativos a dichos subsidios y demás servicios. Así resulta que la Unión pagó en el año de 1930: 123,5 millones de marcos, mientras que el DAF solo por subsidios desembolsó la suma arriba mencionada.

Además de esto, el DAF contribuyó con 5,5 millones de marcos a la Obra de Auxilio de invierno y sus empleados con más de 850.000 marcos, En los años 1936 y 1937 respectivamente, las colectas callejeras con la ayuda de 2 millones de colaboradores y mediante la venta de unos 70 millones de insignias, produjeron una suma total de 22 millones de marcos. Los gastos del DAF en los consultorios jurídicos alcanzaron hasta ahora alrededor de 43,5 millones de marcos. El número de consultorios jurídicos es actualmente de 371; el de asesores jurídicos es de 1.300 y el de consultantes en los últimos tres años 10 millones. Los gastos generales de higiene social ascendieron a unos 13 millones de marcos. Estas cifras corresponden al bienio 1935/37.

En las competencias entre las empresas alemanas, en lo que concierne al rendimiento, han sido concedidas hasta ahora 221 distintivos de capacidad profesional y 103 empresas fueron declaradas como modelo nacionalsocialistas. En la competencia del año de 1937/38 participaron 84.000 fábricas. Los distintivos de capacidad se conceden para premiar la diligencia ejemplar en la educación profesional, en la higiene social, en los hogares y viviendas y en el fomento de la organización “Fuerza por la Alegría”. En el servicio dedicado al cuidado de la juventud en las fábricas cooperan 35.000 jefes de la juventud y personal auxiliar femenino. Los permisos de vacaciones eran hasta ahora de 4 a 5 días y un 45 % de la juventud no gozaba de vacaciones; actualmente, casi todos los reglamentos tarifarios establecen de 10 a 15 días de vacaciones y los reglamentos de fábricas de 12 a 18 días.

En los años de 1934/37 tomaron parte en los certámenes profesionales 2,8 millones de muchachos y 1,3 millones de muchachas, es decir, en total 4,1 millones de jóvenes. De estos, 550 salieron vencedores nacionales y recibieron del DAF un estipendio por valor de 1.000 marcos cada uno, destinado a su instrucción ulterior. La industria alemana de enseñanza práctica (como medio de educación profesional complementaria) posee 2.100 empresas con este fin. En ellas han recibido instrucción 110.000 participantes. También en la educación general profesional fueron obtenidos desde 1933 buenos resultados: más de 6 millones de jóvenes recibieron educación complementaria en 225 escuelas de trabajo y establecimientos de enseñanza profesional. Los gastos de educación profesional importan desde 1933 más de 30 millones de marcos.

El servicio al cuidado de la mujer en las fábricas comprende unos 4.000 consultorios femeninos, que anualmente atienden a cerca de 300.000 consultantes. Existen más de 600 grupos de obreras industriales, en colaboración con 200 de servicios sociales y más de 250 de enfermeras al cuidado de las mujeres en las fábricas.

En colaboración con las oficinas de hogares familiares se han organizado más de 600.000 de estos. El DAF ha destinado alrededor de 15 millones de marcos para la colonización de 3.000 lotes de terreno. Las compañías de construcción del DAF han edificado en terreno propio 20.000 viviendas por un valor total de 182 millones de marcos.

A pesar de los gastos elevados del DAF y de su amplio campo de acción los gastos de administración son mínimos, ya que estos importan en el último año escasamente un 20 % de las cuotas. En el año de 1934 los gastos de administración importaron un 36 % y en el año de 1935 solo un 23,7 %; muestran, como se ve, una notable tendencia degresiva. Si se tiene un cuenta que los gastos de administración de los sindicatos se elevaban aproximadamente a un 50 % de sus ingresos por el concepto de cuotas, se puede comprender y juzgar con que irresponsabilidad actuaron los antiguos jefes obreros.

La reducción de los gastos de administración y demás medidas de economía del DAF han hecho posible que, a pesar de un aumento considerable de las funciones sociales, los superávit mensuales aumentaran de 2 millones en el año de 1935 a 7,5 millones en septiembre de 1936. El capital total del DAF se ha elevado por este medio extraordinariamente; gracias a tan intenso desarrollo económico pudieron ser puestas a disposición del DAF sumas considerables para gastos fuera del presupuesto, como,. por ejemplo, para baños de mar, hogares de reposo, hogares de marinos, dos grandes buques, escuelas políticas, etc.

La Comunidad Nacionalsocialista “Fuerza por la Alegría” (Kraft Durch Freude)

La idea de proporcionar al obrero descanso físico e intelectual durante su tiempo libre no es nueva; apareció ya en tiempos pasados en otros países pero hasta los actuales no pudo -exceptuando a Italia con su “Dopolavoro”- encontrar su realización definitiva. Aún en la misma Italia esta idea no se ha desarrollado con un impulso tan grandioso como en la nueva Alemania.

“El trabajo consume energía físicas y nervios. Una sensación de frío y de vacío se produce sin que sea posible conjurarla simplemente con echar a las personas sobre lechos de reposo con la mirada clavada en el techo; espíritu y cuerpo necesitan nuevos alimentos. Ya que el tiempo de trabajo exige de los trabajadores el máximo esfuerzo, hay que ofrecer al obrero durante el tiempo libre lo mejor de lo mejor como alimento del alma, del cuerpo y del espíritu, con objeto de proporcionarle un descanso absoluto y devolverle el gusto por la vida y el trabajo”. Esta persuasión impulsó al Dr. Ley a crear la comunidad nacionalsocialista “Fuerza por la Alegría” (KdF).

El secreto del éxito, innegable y único en el mundo, está en que su dirección hace participar a la masa entera en su organización, es decir, despierta y estimula las fuerzas creadores del pueblo y pone a contribución todos los medios con que cuenta Alemania en la esfera cultural, de las comunicaciones y de la economía, para dirigirlos hacia un fin único. Con el fin de disfrutar de las bellezas naturales, de los tesoros culturales alemanes y de los ejercicios deportivos se agrupan todos los oficios y profesiones en una comunidad nacional de 20 millones de trabajadores.

La organización “Fuerza por la Alegría”, a la que pertenecen todos los miembros del DAF, es análoga a la del Frente alemán del Trabajo y a la del Partido. A la cabeza está el jefe (Dr. Ley) al cual están subordinados 32 inspectores de distrito, 800 inspectores departamentales, 17.300 inspectores locales y 78.097 inspectores de fábrica. Casi todos estos colaboradores ponen gratuitamente sus actividades al servicio de la organización. La oficina central comprende los servicios siguientes:

1.º Oficina para la organización de las horas libres postrabajo.

Antes de la toma del poder por el nacionalsocialismo, millones de hombres y mujeres en Alemania jamás tuvieron ocasión de ver un teatro por dentro. De una encuesta llevada a cabo en una de las fábricas Siemens, de Berlín, resultó que 87,6 % de los hombres y 81,3 % de las mujeres nunca habían asistido a una representación de ópera y 63,8 % de los hombres y 72,2 % de las mujeres nunca a una función teatral. A 22 millones se eleva en total el número de personas que hasta ahora ha acudido a los teatros alemanes por mediación de la KdF. Además de esto, 18 millones han asistido a representaciones cinematográficas, 5 millones a conciertos musicales, 3 millones han visitado exposiciones en las fábricas. Los artistas alemanes más famosos, cantantes y músicos, artistas de teatro y bailarines se ponen a la disposición para colaborar en los actos culturales, organizados por la KdF. La orquesta sinfónica nacionalsocialista, compuesta de 90 ejecutantes, en una gira por toda Alemania dio cientos de conciertos. Finalmente, mediante bibliotecas, teatros ambulantes y exhibiciones cinematográficas se organizan convenientemente las horas postrabajo de más de 100.000 obreros que trabajan en las autopistas del Reich.

2.º Servicio de “Educación popular”

Su finalidad es la de cooperar en los trabajos de educar a la nación conforme a la ideología nacionalsocialista. Este servicio utiliza con tal objeto 230 centros de instrucción popular, junto a cursos y conferencias sobre los temas culturales más variados, hay cursos de idiomas, taquigrafía, matemáticas, etc. Asociaciones de trabajo especiales se ocupan de la enseñanza de la música, del juego de ajedrez, de la pintura, de la fotografía, etc. Mediante la visita de museos y durante las excursiones instructivas los trabajadores tienen ocasión de conocer los tesoros culturales de la nación. Una extensa organización de bibliotecas lleva el libro hasta los rincones más apartados de las fábricas. Hasta el momento actual se han realizado 62.000 veladas culturales en las cuales han tomado parte 10 millones de personas. A su disposición se hallan: 2 trenes teatros, 2 teatros para los soldados, 1 teatro para las autopistas y 15 coches de cine sonoro.

3.º Servicio de viajes, excursiones y vacaciones.


El buque "Wilhelm Gustloff"
El trabajador alemán debe viajar durante sus vacaciones, pues no existen vacaciones propiamente dichas sin un cambio de ambiente. Desde 1934 se han efectuado en total 384 viajes por mar con 490.000 turistas, más de 60.000 viajes por tierra con más de 19 millones de personas y 113.000 excursiones con unos 3 millones de excursionistas. El 1.º de mayo de 1936 fueron puestas en Hamburgo las quillas de los dos primeros transatlánticos de 25.000 T. cada uno, de la flota de la KdF, construidos para su servicio. El primero, “Wilhelm Gustloff” se encuentra ya desde hace algunos meses en servicio, mientras que el segundo, el “Dr. Robert Ley”, ha sido botado recientemente. Un balneario de enormes proporciones, con cabida para 20.000 personas, se encuentra ya en construcción. KdF con sus trenes especiales da ocasión a sus miembros a presenciar todos los grandes acontecimientos. De los millones de viajeros de la KdF en el año de 1937, unos 2 millones participaron el las excursiones, organizadas por KdF, en tanto que unos 18.000 han viajado en los vapores de la flota KdF a Noruega, Madeira e Italia.

La cantidad de viajeros de la KdF durante los últimos tres años sobrepasa la cifra de población de los países escandinavos. Los trenes de la KdF han recorrido 2.160.000 Km., un trayecto 54 veces mayor que la circunferencia de la tierra.

4.º El servicio de deportes.


El comedor del "Wilhelm Gustloff"
La sección deportiva de la KdF ha popularizado los ejercicios físicos de modo muy especial. Desde 1934 han tomado parte unos 21 millones de personas en los diversos cursos de la KdF. Todos los grandes establecimientos industriales deben tener en el futuro sus campos propios de juego y prácticas deportivas, su piscina y su campo de recreo. para las regatas de veleros, que se practican en el mar con gran entusiasmo, se dispone de una flota de yates. El deporte de invierno se ha facilitado mucho gracias al equipo barato de esquí de la KdF.

5.º El servicio de la “Estética en el Trabajo”.

Este servicio cuida en primer lugar de que las fábricas y talleres se ajusten a los requisitos de la higiene y de la limpieza, en segundo lugar de que aquellos se construyan de acuerdo con los principios de la Estética y de modo tal que estimulen en lo posible el amor al trabajo. Las reformas y mejoras llevadas a cabo en las fábricas han sobrepasado la suma de 600 millones de marcos. He aquí el detalle de las obras de reformas: 23.000 locales de trabajo, 6.000 patios en los talleres, 17.000 comedores y salas de estar, 13.000 cuartos de aseo y de vestir, 800 casas para reuniones y 1.200 campos de deporte. Además hay que contar reformas en 3.600 buques. en la campaña de embellecimiento de las aldeas participan más de 5.000 de éstas. Por medio de la publicación de una revista ilustrada, de proyecciones cinematográficas y de exposiciones, este servicio ofrece al patrono valioso datos sobre las posibilidades de embellecimiento de sus fábricas y talleres. Como resultado de


La nueva estética del lugar de trabajo
las visitas de este servicio la procuración de trabajo alcanzó un aumento notable. La suma que se ha invertido hasta la actualidad para reformas pasa de 500.000 millones.

6.º Servicio de “Cuadrillas de empresa” (Werkschar).

“Bajo la denominación de ‘Cuadrillas de empresa’ se comprenden grupos especialmente educados en la ideología nacionalsocialista, dentro de las empresas. Se componen de miembros del Partido obrero alemán nacionalsocialista y de sus asociaciones afiliadas, así como de los mejores obreros cuya edad esté comprendida entre 18 y 25 años. Toda empresa tiene su cuadrilla propia: el número de elementos que las integran se calcula en total en unos 300.000. En representación de la clase trabajadora toman parte en las manifestaciones nacionales, protegen los usos tradicionales en las fábricas y talleres, asisten a las reuniones de fábrica y cuidan del buen éxito de las fiestas. El día 1.º de abril de 1938 les fueron encomendados todos los servicios de instrucción del Frente alemán del Trabajo. El servicio de cuadrillas de empresa debe garantizar la ideología nacionalsocialista dentro de la comunidad de la empresa.

7.º “Hogares del Ejército”.

Como resultado de un convenio entre el Dr. Ley y el ministro de la Guerra, los miembros de las fuerzas armadas gozan durante su tiempo libre de las ventajas del KdF. Este servicio tiene a su cuidado los hogares del Ejército, procura dar el recreo necesario a los soldados y establece las mejores relaciones entre el Ejército y el Pueblo.

El Congreso mundial de las horas libres y del recreo, celebrado en Hamburgo en julio de 1936 con participación de 50 naciones, decretó la fundación de una “Oficina Central Internacional Alegría y Trabajo”, bajo la dirección del Dr. Ley, de acuerdo con el lema pronunciado por este ante los congresistas: “La alegría es el mejor camino hacia una inteligencia internacional”.

Este reconocimiento del Extranjero fue motivo de gran satisfacción para la organización KdF. En Hamburgo se dijo que este era el modelo más justo del “socialismo de acción”. Además, constituye un desquite personal del Dr. Ley contra las imputaciones que se le hicieron en el año 1933 en Ginebra con motivo de la Conferencia Internacional del Trabajo, en donde se le acusaba de haber esclavizado al obrero alemán por la toma de posesión de los sindicatos obreros y por la creación del Frente alemán del Trabajo.

Nuevo Derecho Alemán del Trabajo

Hasta la toma de posesión de los sindicatos por el gobierno nacionalsocialista el derecho del trabajo se fundaba en el contrato por tarifa, es decir, en el sistema colectivo creado después de la guerra y llevaba el sello característico de aquella época de lucha de clases, de antagonismo entre patrono y obrero. Este pudo ser atenuado en virtud de los convenios directos pero continuó siendo siempre la base de los entendimientos entre los dos grandes grupos. Así como con la creación del Frente alemán del Trabajo surgieron nuevas ideas sobre la organización sindical del obrero, así se realizó también una transformación fundamental en el campo del derecho del trabajo.

Mientras se esperaba la elaboración de una “Carta Magna” de la nueva ordenación social alemana, por la ley sobre los Inspectores del Trabajo, de mayo de 1933, se crearon 14 oficinas del Estado en los grandes centros industriales, a las cuales incumbía la función de mantener la paz del trabajo y la preparación del terreno para la constitución social alemana. Pasados 9 meses este proceso de reorganización se dio por concluido mediante la ley fundamental “sobre la ordenación del trabajo nacional” (AOG) del 20 de enero de 1934, con la ley complementaria sobre la ordenación del trabajo en los llamados servicios públicos, de fecha 23 de marzo de 1934 y, por último, con la ley del mismo día sobre la industria casera.

Estas leyes, sobre todo la relativa a la ordenación del trabajo nacional pueden ser calificadas con justicia como la nueva constitución del trabajo. Suprimen por completo todas las formas de la lucha de clases y crean una clara situación por medio del reconocimiento del principio autoritario nacionalsocialista así como por la implantación de los principios de honor y fidelidad.

Según esta constitución del trabajo, el centro de gravedad reside de nuevo en la empresa, en la cual “el patrono como jefe superior y los empleados y obreros como personal, trabajan en comunidad para cumplir con los fines de la empresa y en provecho común del pueblo y del Estado”. Este apartado 1 de la AOG es uno de los sostenes fundamentales del nuevo derecho alemán del trabajo. En el se refleja ya la grandiosa transformación que ha experimentado el sistema social alemán: en la empresa no reinan ya más las discrepancias entre patronos y obreros, sino una colaboración por el bienestar del pueblo y de la patria. Los jefes de empresa y los miembros del personal son, de acuerdo con la definición de Hitler, los encargados del trabajo de la Nación, la empresa constituye un miembro de la gran comunidad del pueblo alemán.

En la empresa decide solo uno: el jefe de empresa, que, por lo general, es al mismo tiempo el propietario de la misma. El es quien tiene que decidir en la reglamentación de las condiciones de trabajo. Esto no significa el retorno a una arbitrariedad del empresario, ni de ningún modo la imposición del antiguo punto de vista “de ser el amo en casa”; por el contrario, la ley sobre la ordenación del trabajo nacional exige de el que solo después de un contacto de mutua confianza con sus trabajadores tome decisión sobre las cuestiones referentes a aquellos que han puesto su confianza en el. Para tales debates o intercambio de opiniones está a su disposición en los grandes establecimientos industriales un órgano especial: el consejo de confianza. Entiéndase bien: un consejo de confianza y ¡no un consejo de empresa! El primero se distingue fundamental mente de los antiguos consejos de empresa, porque no solo toman parte en el los representantes del personal sino también el jefe de empresa, el empresario mismo. El consejo es por tanto el órgano en el que están reunidos el jefe de empresa y los hombres de confianza en un trabajo de colaboración, consultándose entre sí sobre los fines que persigue la empresa y sobre el carácter de las medidas sociales. De esta forma la representación obrera y patronal dentro de la empresa se ha convertido de un órgano de la lucha de clases en un órgano de solidaridad social.

Los hombres de confianza son nombrados por el jefe de empresa. Sin embargo el personal tiene la posibilidad de intervenir por medio de escrutinio secreto en la confección de la lista de aquellos que deben formar parte del consejo. En todas las empresas con un personal de 20 obreros por lo menos, el jefe deberá establecer un reglamento conteniendo las condiciones generales de trabajo. Solo en casos de absoluta necesidad para la protección de obreros en un grupo de empresas, deberán establecerse por medio de tarifas las condiciones mínimas para la regulación de las condiciones de trabajo. Las disposiciones sobre tarifas que, según su naturaleza, son puras disposiciones legales, son dictadas por los inspectores del trabajo previa consulta con una comisión de peritos. Los inspectores del trabajo, con atribuciones para decretar, han hacho un uso amplio y casi general de las disposiciones sobre tarifas para garantizar las condiciones de trabajo.

Junto a las disposiciones sobre tarifas y los reglamentos de trabajo, las normas directrices decretadas por el inspector del trabajo persiguen la finalidad de coordinar en un reglamento único las condiciones particulares de trabajo siempre que esto se crea conveniente. Las condiciones del trabajo no han logrado hasta ahora una reglamentación legal unificada. Después de minuciosas consultas con todos los organismos responsables, la comisión de derecho del trabajo de la Academia del Derecho Alemán ha confeccionado un extenso proyecto de ley. La ley, que por de pronto ha pasado a los ministerios, constituirá un complemento de la ley sobre “la ordenación de trabajo nacional” en lo relativo a las condiciones particulares entre el patrono y el obrero apoyándose en el contrato de trabajo y proveerá, con la base legal obligatoria, los progresos de política social ya alcanzados en una parte esencial en la vida del trabajo alemán.

En honor al trabajo constituye la única base fundamental para la valoración exacta del trabajo y la ordenación de la vida social. Según este principio la AOG pone el honor al trabajo bajo la protección de una autoridad jurídica especial: “Tribunal de honor social”. Por primera vez en la historia del trabajo, la colaboración entre patrono y obrero se ha enlazado al “honor social”. Ningún Estado en el mundo conoce una ordenación semejante.

El tribunal de honor nacionalsocialista castigará a todo el que atente contra el espíritu de comunidad y descuide los deberes que le imponga la comunidad del trabajo de su empresa. Al mismo tiempo quiere educar al trabajador en un espíritu de probidad y en la conservación del honor social. La frase “no solo de pan vive el hombre” también tiene su aplicación para el obrero.

El Tribunal de honor se compone de un funcionario judicial como presidente, del jefe de una empresa y de un hombre de confianza como vocales. Transgresiones contra el honor social se presentan en los casos siguientes:

1.º Cuando el empresario, jefe de empresa o demás personas encargadas de la inspección, abusando de su autoridad en la empresa, explotan con mala intención la fuerza física del obrero u ofenden su honor;

2.º Cuando los miembros del personal, con incitaciones malévolas, ponen en peligro la paz del trabajo en la empresa, o bien aprovechándose de su calidad de hombres de confianza, cometen deliberadamente usurpaciones ilícitas en los derechos de la dirección de la empresa, o perturben persistentemente y con mala intención el espíritu de comunidad dentro de esta;

3.º Cuando los miembros del personal de la empresa dirigen irreflexiva y reiteradamente quejas o solicitudes infundadas al inspector del trabajo o contravienen reincidiendo sus órdenes escritas;

4.º Cuando miembros del consejo de confianza dan a conocer, sin autorización superior, instrucciones, secretos concernientes a la fábrica o a los negocios de la empresa que en el cumplimiento de su misión, calificados como confidenciales, han llegado a su conocimiento.

Las penas judiciales del Tribunal de honor son: 1.º prevención; 2.º reprensión; 3.º multa en metálico hasta 10.000 marcos; 4.º descalificación de la capacidad para ocupar el puesto de jefe de empresa o del ejercicio del cargo de hombre de confianza; 5.º retiro de su puesto.

La ejecución de las penas impuestas por el Tribunal de honor se efectúa por medio del inspector del trabajo quien también puede examinar las solicitudes de indulto y hacerlas cursar al ministro de Trabajo.

Sobre las apelaciones contra las sentencias del Tribunal de honor decide el Tribunal supremo de honor en Berlín.

La gravedad de las penas impuestas por los Tribunales de honor sobrepasa todo lo que se ha hecho hasta ahora para la protección del orden social. el hecho de que un jefe de empresa, incompetente, se le puede negar la capacidad de ejercer su cargo o de que se expulse a un miembro asocial del personal de su puesto de trabajo constituyen medidas sociales en el verdadero sentido de la palabra.

Un capítulo de especial importancia del AOG trata de la protección contra los despidos. Quien pertenezca a una empresa por lo menos un año debe ser protegido tanto como sea posible contra el despido, a menos que este se realice por motivo de fuerza mayor. Si el obrero o empleado considera su despido injusto podrá dirigirse al Tribunal del Trabajo solicitando la revocación del despido. Si el Tribunal acepta las razones del demandante, el patrono deberá pagar al despedido una indemnización que depende del tiempo de servicio que ha estado colocado, pero que no podrá ser superior a los 4 doceavos del salario del último año. Si el despido se ha realizado de manera evidentemente arbitraria o por motivos fútiles y en abuso de su cargo, por parte del patrono, el Tribunal del Trabajo puede señalar una indemnización hasta la cuantía de la última paga anual.

El inspector del trabajo está autorizado para aplazar la ejecución del despido por dos meses, en el caso en que este haya sido pronunciado simultáneamente contra varios miembros del personal. Esta disposición elimina las perturbaciones imprevistas del mercado del trabajo y da al despedido tiempo para procurarse una nueva colocación.

Seguro social, Socorro obrero y Protección del Trabajo

El seguro social es una de las instituciones más antiguas de Alemania. Fue creado por Bismarck, basándose en la idea de las cooperativas de socorro mutuo que ya mucho antes había encontrado su expresión en las cajas de las cofradías y gremios de la edad media y más tarde en las cajas de socorro de los mineros. El Estado organiza la ayuda mutua y contribuye también con los medios públicos cuando no se puede asegurar por otro medio y de una manera suficiente la situación de aquellos compatriotas amenazados por las vicisitudes de la vida. Como es notorio, el sistema alemán del seguro social ha servido de modelo a todas las demás naciones.

El desarrollo postguerra del seguro social no fue muy halagüeño. Varias sociedades de seguros se encontraron en una situación sumamente difícil a consecuencia de los resultados de la guerra, de la inflación y del paro forzoso. Solo el seguro de invalidez calculaba, comparando todos los futuros ingresos a los egresos y sus intereses hasta el presente, un déficit de 17.000 millones de marcos. El capital de las compañías alemanas de seguros sociales, que antes había importado 3.600 millones, se había reducido en el año de 1924, es decir, después de la inflación, a 1.000 millones de marcos. Si se tiene en cuenta que el número de obreros parados pasó de 900.000 en 1924 a más de 6 millones en 1933, es fácil imaginarse la enorme crisis en todos los sectores del seguro social.

Por eso, a raíz de la revolución nacional el Gobierno del Reich estimó como misión importante la eliminación de los peligros que amenazaban la existencia del seguro social por medio de la utilización de las bases financieras y por una nueva ordenación legislativa.

De acuerdo con la ley de saneamiento de las rentas sociales, de fecha 7 de diciembre de 1933, el llamado procedimiento de derrama en todos los seguros de rentas se transformó en el de supervivencia garantizada (prima). Las primas fueron fijadas, de modo que el valor de todas las primas futuras junto con el capital y la ayuda del Estado, inclusive intereses, pague la suma que probablemente será necesaria para cubrir los gastos próximos. Este saneamiento mostró resultados favorables durante los últimos años: obreros y empleados alemanes hoy se hallan libres de preocupaciones por su existencia en el caso de que les ocurra un accidente y también para la época de la vejez.

Varias disposiciones tratan al mismo tiempo de la reforma del seguro contra enfermedades. Los comisarios del ministerio de Trabajo eliminaron los abusos que aún existían así como la parcialidad existente y dotaron de base sólida a las cajas de seguros contra enfermedades.

Por último, el 5 de julio de 1934 se publicó la ley “sobre la reorganización del seguro social”. Su fin esencial es suprimir la disgregación y complicación del régimen de seguros elevando su capacidad de rendimiento gracias a una centralización uniforme. La ley clasifica el régimen de seguros en las cinco secciones siguientes: seguro contra enfermedades, seguro de rentas para obreros, seguro de rentas para empleados, seguro contra accidentes y seguro profesional de los mineros (Cajas de socorros mineros). El Gobierno rehusó todas las proposiciones que tendían a una transformación radical del régimen alemán de seguros sociales en un seguro general, seguro obligatorio o seguro del partido para todos los ciudadanos del Reich; por el contrario, se pronunció en favor de un retorno a los principios de la obra de Bismarck fundiéndolos con las ideas directrices del nacionalsocialismo.

Ya que gracias a la eliminación del paro forzoso en Alemania se hizo posible consolidar el régimen de los seguros de rentas e iniciar el cumplimiento de los pagos, el Gobierno del Reich decretó, el 21 de diciembre de 1937, una ley “sobre la reorganización del régimen de seguros de rentas sociales”.

1.º Para el saneamiento definitivo del seguro contra la invalidez y del seguro para empleados, el seguro contra el paro tiene que pagar anualmente 18 % de las cuotas del seguro contra la invalidez a las cajas de esta institución y cada vez un cuatro de las cuotas del seguro para empleados a la Caja de seguros del Reich para empleados. Además, el Reich autoriza aquellos fondos que fuera de las cuotas y demás ingresos de los seguros son necesarios para el cumplimiento de sus pagos. De este modo el Reich se hace cargo de una garantía legal fija que asegura la existencia de los seguros contra la invalidez y para empleados.

2.º Para su saneamiento el seguro de rentas de los mineros recibe anualmente del Reich 105 millones de marcos y del seguro contra la invalidez 50 millones de marcos. Además, el seguro del Reich para empleados paga por año 18 millones de marcos al seguro de rentas para empleados mineros. La ley prevé una nueva distribución de las cuotas del seguro de rentas y contra enfermedades para los mineros entre asegurados y empresarios; así como una reducción de las cuotas que deben pagar los mineros para el seguro contra el paro, dando lugar a un descargo en el salario bruto del minero del 6 % aproximadamente, A pesar de las elevadas obligaciones del seguro para mineros, el minero no tiene que pagar cuota aumentada para el seguro social como los otros obreros. En cambio los empresarios recargan sus gastos anuales con unos 25 a 30 millones de marcos.

3.º Organización de las obligaciones del seguro contra la invalidez y del seguro para empleados: a) Con el propósito de fomentar la política demográfica, en caso de matrimonio, será devuelto a las obreras aseguradas la mitad de las cuotas abonadas por ellas mismas; las rentas para huérfanos y los subsidios para jóvenes son concedidas hasta la edad de 18 años, mientras dure la enseñanza escolar y el aprendizaje profesional; los subsidios para familias numerosas se aumentan a partir del tercer hijo; también se conceden rentas a las viudas de los obreros, no solo en el caso de invalidez, sino cuando tienen que educar más de tres hijos; b) se cuenta el tiempo de servicio militar y el de servicio de trabajo obligatorio en el derecho a rentas; se conceden aumentos a los veteranos por tiempo de servicio prestado en la guerra; c) las prescripciones para el retiro se han hecho menos estrictas en favor de los inválidos de guerra; d) general, se atenúan las prescripciones cuando concurren varias rentas provenientes de los seguros contra la invalidez, para empleados y mineros; f) el derecho al pago de rentas se simplifica y se unifica mediante la eliminación de condiciones severas.

Otro decreto de la ley dispone que el seguro del paro debe pagar anualmente, para los años de 1938 a 1941, una suma de 270 a 280 millones de marcos al fondo especial del Reich del cual se hará uso par ampliar los subsidios destinados a familias numerosas. Finalmente, la ley dispone que en el futuro todo ciudadano alemán, hasta la edad de 40 años, puede ingresar voluntariamente al seguro social. Por medio de esta ley, que crea la posibilidad de seguro para todos los alemanes, queda abierto definitivamente el camino hacia el seguro popular. Gracias a la nueva ley, la situación del obrero alemán se mejora con el aumento de una suma de más de 500 millones de marcos anuales originados por el pago de seguros, la ampliación de indemnizaciones a la infancia y las facilidades en el pago de las cuotas de seguro para los mineros. Al mismo tiempo se establece la base financiera para garantizar de modo permanente la capacidad de satisfacer los pagos de seguros de pensiones de invalidez, de empleados y de mineros, sin que ello presuponga un gravamen complementario para los asegurados y sus patronos, con excepción de los empresarios mineros.

Una idea de la importancia del seguro obrero de Alemania, en el año de 1937, la dan las cifras siguientes:

El crecimiento del capital de las compañías de seguros sociales, que ha ascendido de 4627,8 millones de marcos en el año de 1932 a 7.439,2 millones en el año de 1937, demuestra el progreso alcanzado desde la toma del poder por el nacionalsocialismo.

La desaparición casi absoluta del paro obrero en Alemania ha dado nueva importancia a una organización que en los años anteriores había desplegado una actividad perjudicial: la Oficina nacional de colocación y de seguro contra el paro forzoso. El nuevo Estado ha preferido dar trabajo al parado, en lugar de aumentarle el subsidio.

La Oficina nacional, que antes se hallaba casi ahogada bajo el peso del paro obrero en masa y que estaba condenada a un trabajo nada satisfactorio, de nuevo pudo dedicarse con toda energía a la labor de colocación de obreros. Su actividad ha experimentado una transformación fundamental. A esta oficina ha sido encomendada por el Estado la reglamentación sistemática de la colocación del obrero. Sobre esta base se establece la organización del seguro contra el paro forzoso. La Oficina nacional debe entrar en acción hasta que no se hayan agotado todas las demás posibilidades. Como se ve, el punto de vista en cuanto al seguro contra el paro no es la demanda legal de apoyo como compensación a las cuotas deducidas sino la ayuda consciente en virtud de las medidas tomadas por el Estado para la colocación del obrero.

No obstante el notable aumento de la cuota del obrero colocado, la situación financiera de la Oficina nacional en los tiempos anteriores a 1933 padecía bajo la enorme deuda (alrededor de 1.500 millones de marcos en 1931) que exigía a menudo la intervención del Estado. Actualmente, la oficina no sólo se mantiene por si misma sino que ha liberado al Estado y a los municipios de las cargas del socorro para subsanar la crisis que se elevan a unos 3.000 millones de marcos.

La colocación de obreros en un país con más de 20 millones de trabajadores y en el que no siempre se ofrecen nuevas ocasiones de trabajo, pero en el cual hay suficientes obreros capacitados, es un factor sumamente importante; la necesidad de un equilibrio se impone. La reorganización del Ejército hizo ver la necesidad de establecer una reglamentación entre las distintas edades de los obreros y de ciertos grupos de especialistas. A este fin se destinan la ley sobre la reglamentación del trabajo del 15 de mayo de 1935, que autoriza a la Oficina nacional prohibir la entrada de obreros en los distritos municipales con elevada cifra de parados, y la ley del 5 de noviembre de 1935 que centraliza en la Oficina los servicios de colocación obrera, de asesoramiento profesional y de aprendizaje.

Como organismo independiente del Estado la Oficina nacional, con atribuciones legislativas, desempeña ciertas funciones oficiales que ejecuta bajo su propia responsabilidad. La Oficina nacional es una autoridad directa del Reich con especial forma administrativa que deliberadamente se ha separado de la administración general. Esta forma jurídica especial de la Oficina nacional corresponde así a la necesidad de poseer un instrumento que se adapte, sin trabas ni dificultades, a las variadas exigencias surgidas cada momento en la colocación obrera. Además, la Oficina nacional simboliza la ordenación sistemática del trabajo obrero dentro del programa de la política general del Estado que requiere un aparato autónomo y eficaz, bajo la inspección del Estado, y que se dedique sólo a esta obra social. Con pleno conocimiento del justo principio de unidad en la administración tampoco se ha podido impedir el proceso evolutivo hacia la administración especial del Estado como ocurre con la Oficina de colocación obrera y de seguro contra el paro. De igual modo que la progresiva división del trabajo dentro de la economía privada, el Estado moderno exige también una administración clasificada de acuerdo con las necesidades correspondientes. En virtud de las experiencias realizadas hay que hacer constar que la fundación de un organismo autónomo, como administración especial del Estado, con una esfera propia de acción es prácticamente acertada desde todos los aspectos.

La Oficina nacional se divide en dirección central con sede en Berlín, en 13 oficinas federales, como autoridad intermedia, incluida una delegación especial de la oficina de la provincia del Rin, en Saarbrücken, para el territorio del Saar, y 345 oficinas de trabajo como autoridad inferior. Una red completa de Oficinas de trabajo que con sus delegaciones, dependencias, anexos auxiliares y centros de información comprende todo el territorio del Reich, está a la disposición con objeto de poder abarcar y asesorar todo sitio de trabajo y todo elemento trabajador. La autoridad sobre la Oficina nacional está en manos del ministro de Trabajo, con lo cual se asegura la unidad de dirección.

El 1º de octubre de 1937 la Oficina nacional cumplió el décimo aniversario de haber sido fundada. Las experiencias acumuladas durante ese decenio han comprobado su necesidad práctica. Una economía con tareas a realizar de las proporciones del Plan Cuadrienal, exige una distribución adecuada de sus labores y no puede prescindir de un instrumento del Estado para la reglamentación del empleo de la mano de obra. Una ayuda que sirva de apoyo a los parados también debe de existir como corolario al derecho a trabajo y deber moral de la comunidad del pueblo comprendida dentro del Estado. El derecho en vigor del seguro contra el paro aún no tiene en la actualidad, en toda su amplitud, el rango que le corresponde dentro de la esfera de las actividades de la Oficina nacional. Una modificación en ese campo debe venir y vendrá para poseer una institución que satisfaga más que hasta hoy las exigencias de acuerdo con el empleo de brazos y al mismo tiempo con las necesidades político-nacionales.

La introducción de la cartilla de trabajo para todos los obreros y empleados es de la mayor importancia para la orientación en la estructura profesional del pueblo alemán así como para una distribución razonable de los trabajadores manuales e intelectuales.

Por último, son esenciales las medidas relativas al cambio de profesión e instrucción profesional; su finalidad consiste en suprimir la falta de obreros especializados que se ha observado ya en algunos sitios y en la instrucción de aquellos que por causa de un largo para forzoso han sufrido una fuerte pérdida en su capacidad profesional.

Anteriormente he hablado de la protección contra el despido; esta cuestión forma sólo una parte de la protección total del trabajo, que comprende otras muchas medidas político-sociales para la defensa de los obreros en su trabajo: protección del salario; protección de la jornada para las mujeres, especialmente parturientas; para los jóvenes y niños; prevención de accidentes; lucha contra enfermedades profesionales, etc. Todas estas medidas han sido unificadas. La organización estatal para la ejecución e inspección de la protección del trabajo culmina en la inspección industrial, cuyos funcionarios trabajan en colaboración con los inspectores del trabajo y con los del seguro contra accidentes. Se ha organizado un museo de protección al trabajo.

Con fecha 30 de abril de 1938, el Gobierno publicó una ley sobre el trabajo infantil y sobre la duración del trabajo de los jóvenes (Ley para la protección juvenil), que resume todas las disposiciones de protección para los niños y jóvenes, con notables mejoras. El campo de aplicación de esta ley se extiende a todos los jóvenes empleados con contrato de trabajo o de aprendizaje o en servicios semejantes. Se permiten algunas excepciones, por ejemplo, para los servicios domésticos, agricultura, navegación marítima y fluvial. El trabajo infantil está prohibido en principio. está permitido el empleo de niños (menores de 14 años) en una proporción limitada solamente si se garantiza una protección suficiente. La ley dispone, además, aumentar la edad de protección para el trabajo de 16 y 18 años. La jornada de 8 horas para jóvenes (entre 14 y 18 años) se ha conservado, pero hay que incluir en ella el tiempo de instrucción en la escuela profesional. toda clase de trabajo suplementario está prohibido para jóvenes menores de 16 años, igualmente el trabajo nocturno. Las excepciones hasta ahora permitidas en algunas ramas de la industria (hotelera, cervecera, panadera, etc.) han sido notablemente limitadas. En beneficio de todos los obreros jóvenes fue introducido un fin de semana aumentado, desde el sábado a las 2 de la tarde hasta el lunes a las 6 de la mañana. Este tiempo debe servir al reposo físico e intelectual y a la educación política. Por último, la ley reglamenta los permisos: los jóvenes menores de 16 años gozan de 15 días laborables y los mayores de 16 años de 12. Sin tener en cuenta la edad el permiso se eleva a 18 días si se reside durante largo tiempo en un campamento o se toma parte en un viaje de la juventud hitleriana.

Al campo de la política social pertenece también la asistencia social. A continuación trataré este tema en capítulo especial. Delimita otro sector de al vida nacional en el cual el nuevo Gobierno ha desarrollado su actividad con el mayor éxito. Otro tanto se puede decir en lo referente al régimen de viviendas y asentamientos cuya finalidad es la de proporcionar al trabajador alemán un hogar digno de este nombre.



IX La asistencia social

La comunidad del pueblo y el principio autoritario constituyen los principios fundamentales de la nueva Alemania. En el Estado nacionalsocialista la asistencia social ya no es un síntoma inevitable de deficiencias transitorias, sino que es un servicio permanente al pueblo.

Desde la revolución nacional el número de personas atendidas por los patronatos de asistencia social ha disminuido en más de la mitad mediante la reducción del paro forzoso. El trabajo de asistencia social pudo dirigirse por nuevos caminos e igualmente se pudo proteger a los necesitados, así como fomentar el bien de la comunidad nacional, el mantenimiento y fortalecimiento de la vitalidad del pueblo y la formación de una juventud sana.

Para conseguir este objeto, fue necesario despertar y reunir todas las energías del pueblo. Así como el movimiento nacionalsocialista es el punto de apoyo del Estado y ha llegado a formar con este una unidad, así también la asistencia social en manos de la administración del Estado (ministerios de Gobernación y Trabajo) halla ahora más que nunca su complemento en el trabajo de las organizaciones particulares de auxilio social. Conjuntamente trabajan las cuatro grandes agrupaciones centrales de la asistencia social privada: la asistencia nacionalsocialista (NSV), la misión interna (evangélica), la agrupación alemana Caritas (católica) y la cruz roja alemana, cuya colaboración, desde 1933, con la asistencia social del Estado se ha ido haciendo cada vez más estrecha en todos los Estados federales, provincias y municipios. En la agrupación dentro del Estado de la asistencia pública y privada y de la asistencia a la juventud se ha concertado la forma exterior de esta obra social. El “auxilio a la madre y al niño” demuestran de la mejor manera, por sus resultados, que la asistencia social se ha convertido en un asunto de todo el pueblo alemán.

La Asistencia Social Pública

Desde principios del año de 1936 ha sido delimitada con más exactitud la competencia de la administración del Estado en este terreno. El ministerio de Trabajo organiza la asistencia social para los inválidos de la guerra, para las familias de los muertos en la guerra, para los pequeños rentistas y rentistas sociales, así como los asuntos generales de la asistencia social del trabajo y todas las medidas especiales en favor de la población menesterosa. El ministerio de Gobernación se encarga de todas las cuestiones generales de la asistencia social, de la asistencia social para todos los demás menesterosos y de los asuntos de la asistencia social privada.

Debido a que los hombres directivos del movimiento nacionalsocialista son todos combatientes de la guerra, también en el Estado nacionalsocialista reina el espíritu del frente de la guerra mundial: honor, valor, cumplimiento del deber, camaradería. el cuidado en favor de los inválidos y de os familiares de los caídos en la gran guerra se ha convertido en un deber de honor del Tercer Reich; este trata de asegurar una existencia independiente a las víctimas de la guerra. Desde 1933 se ha realizado ampliamente el principio según el cual los afectados por la guerra tienen derecho especial a un puesto de trabajo. Todas las fábricas y talleres están en la obligación legal de hacer ocupar un número determinado de puestos de trabajo por lisiados graves de la guerra. De esta manera se ha conseguido en dos años dar empleo a 27.000 de los casi 47.000 mutilados sin trabajo que aún existían a fines de marzo de 1933; más tarde se han obtenido ulteriores progresos. Convenios especiales entre los principales órganos de la asistencia social y de la organización médica en favor de los ciegos de la guerra y de los heridos en la cabeza. A esto hay que añadir un suplemento de pago de 60 marcos al año que beneficia a más de 420.000 excombatientes con derecho a asistencia.

Un paso decisivo fue realizado en la asistencia a los familiares de los muertos en la guerra mediante una ley especial: en virtud de esta se concede a la viuda una pensión por valor del 60 % de la renta total a la cual tenía derecho el fallecido y, al mismo tiempo, otra complementaria de 34 marcos al mes.

El agradecimiento del nuevo Estado a los combatientes inválidos de la revolución nacional ha sido expresado equiparándolos a los heridos de la guerra. El Führer ha ordenado destinar para ambos grupos medio millón de marcos al año, provenientes de los fondos del Partido por haberse sacrificado en aras del porvenir de Alemania.

Gozan de tratamiento similar al de los inválidos de guerra los obreros y empleados perjudicados gravemente en su capacidad de trabajo a consecuencia de un accidente. Del espíritu de la comunidad del pueblo ha surgido la “Fundación para las víctimas del trabajo”. Gracias a la creación del patronato de artesanos ciegos, la ocupación de éstos ha experimentado un incremento importante.

Una medida esencial en la legislación de asistencia social nacionalsocialista la constituye la “ley de ayuda a los rentistas pequeños”. Esta ley dispone el alivio de la situación de miles de rentistas modestos: compatriotas a los cuales la inflación destruyó el producto del trabajo de toda la vida y con ello la segura existencia en la vejez. Las extensas medidas del ministerio de trabajo, en la esfera de la asistencia médica a los niños, redundan en beneficio de la juventud alemana; han sido destinadas considerables sumas para favorecer por medio de curas médicas la salud comprometida de niños y fomentar la salud y el vigor de las nuevas generaciones.

La Asistencia Social Nacionalsocialista (NS.- Volkswohlfahrt)

La organización más importante de la asistencia social privada es la “Asistencia social nacionalsocialista” (NSV) creada el 3 de mayo de 1933, por disposición del Führer, e inspirada en el principio nacionalsocialista “El interés de la colectividad está por encima del interés individual”.

A diferencia de las organizaciones de asistencia pública de la época pre y postguerra, la actual dimana del mismo pueblo alemán entero. La NSV dice a cada ciudadano alemán: “El derecho a la comunidad no puede ser nunca mayor que el deber respecto a ella” y exige de él la contribución consciente de todas sus fuerzas en la lucha por la vida, pero al mismo tiempo pide de la comunidad del pueblo el sacrificio en favor del connacional que haya caído en situación precaria.

El lema del socialismo de Hitler: “¡Uno para todos, todos para uno!” halla en esta organización su máxima expresión ética. El donativo al necesitado ya no debe concebirse como una limosna, más bien en él se manifiesta la voluntad de la comunidad del pueblo de ayudar, por las fuerzas propias de la totalidad, a los menesterosos hasta que puedan seguir su camino como hombres libres e independientes, para servir después a la comunidad desde sus respectivos puestos.

El bienestar de la comunidad del pueblo es la ley suprema de la asistencia social nacionalsocialista; su misión, por tanto, no puede residir en la aportación arbitraria a los menesterosos de los medios necesarios para el mantenimiento de su vida, sino que deberá desplegar todas sus energías allí donde se encuentren hombres de valor a quienes, derribados por el destino adverso, no les es posible ascender de nuevo por esfuerzo propio. La asistencia social nacionalsocialista no espera con su ayuda hasta que el menesteroso esté ya enfermo o en la miseria sino que su meta es conjurar preventivamente el comienzo del mal. El decir, “¡más vale prevenir que curar!”.

La asistencia social de los tiempos pasados se distingue claramente en esta esfera de la actividad desarrollada por la nueva Alemania. Antes prevalecía la característica de la compasión; se cuidaba del caso particular. Hoy, la asistencia social se basa en el espíritu de sacrificio de la colectividad. Sin este no existe ni camaradería, ni amistad, ni amor, ni pueblo verdadero; solamente la disposición al sacrificio distingue al hombre superior y garantiza la capacidad vital de una comunidad.

Este carácter especial de la NSV determina la naturaleza complementaria de sus aportaciones: estas no eximen ni al Estado ni al municipio del auxilio legal a los necesitados. En toda su acción de ayuda la NSV se deja guiar por dos postulados fundamentales: 1.º el de la obligación de la comunidad del pueblo de colaborar para la conservación, bienestar y salid del pueblo; 2.º el de contribuir mediante este trabajo a la labor de educación del alemán para la comunidad del pueblo.

Antes de hablar de las grandes organizaciones de la NSV, que son, la obra de Auxilio “Madre y Niño” y el “Auxilio de invierno del pueblo alemán”, quiero referirme a otras actividades que, si bien no se destacan tanto, también son dignas de ser citadas.

Entre estas últimas es digna de mención la “Dotación Hitler de plazas gratuitas” para los antiguos compañeros de lucha del Führer. Nada menos que 442.536 miembros de la SA, SS, NSKK, correligionarios y compatriotas en general han podido disfrutar de vacaciones gracias a esta dotación. Una “campaña para la adquisición de camas” se organizó con el fin de que cada alemán tenga lecho propio; la NSV ha distribuido más de 674.000 camas que, junto con la ropa correspondiente, exigieron un gasto de 21.980.000 marcos. Por medio de otra colecta especial de la NSV se han podido enviar al campo cientos de miles de jóvenes hitlerianos que, alojados en tiendas de campaña, han aprovechado de educación intelectual y deportiva.

Las grandes medidas de auxilio: labor de las enfermeras nacionalsocialistas, patronato antituberculoso, organización de los salarios en los días sin trabajo en las minas, socorro especial a los territorios cuyas cosechas han sido perjudicadas por inundaciones, etc., lucha contra las epidemias, socorro por causa de catástrofes, etc., nos dan una idea de las formidables realizaciones de la NSV.

La obra de Auxilio “Madre y Niño”

La familia, célula la más importante de la comunidad del pueblo en la ideología nacionalsocialista, es el centro y punto de partida de todas las obras de la NSV. En el verano de 1934 se creó la organización “Madre y Niño” como la expresión más evidente de la política demográfica, de educación y de fomento de la higiene. Sus funciones son las siguientes:

1.º Contribuir a la eliminación de las necesidades económicas que influyen desfavorablemente en la vitalidad y en la salud de las familias sanas. Aquí se comprenden también el socorro económico, el de colocación de obreros y el de subsidios para la vivienda.

2.º el fomento de la higiene de la madre y del niño para asegurar la existencia del pueblo. En esto se comprenden las disposiciones relativas al cuidado de las embarazadas y parturientas, las curas de reposo para las madres y niños.

3.º La protección de los niños de edad pre-escolar para cuidar de su higiene y desarrollo físico. Esta cuestión está resuelta tanto en la ciudad como en el campo por los jardines infantiles, sobre todo durante la cosecha y en las comarcas fronterizas.

Para la realización práctica de la obra, cada grupo local de la NSV ha organizado un consultorio “Madre y Niño” dirigido por una mujer. Este consultorio recibe las solicitudes de las madres, las estudia y asesora a estas incluso en cuestiones de carácter psíquico. El número de estos consultorios es de unos 26.000; en ellos trabajan juntas las enfermeras municipales, directoras de hogar, niñeras, asistentas sociales. A más de 227.000 asciende el número de las personas de ambos sexos empleadas en esta obra, de las cuales más de 100.000 son voluntarias.

Los medios económicos de la obra “Madre y niño” provienen en primer lugar de las cuotas de los asociados de la NSV. Además, el Führer ha cuidado de que la obre “Madre y Niño” disponga, para poder cumplir su enorme labor, de más medios provenientes del “Auxilio de Invierno”.

De los datos obtenidos en la sección de estadística de resta obra se deduce que hay más de 160 colonias infantiles y 308 hogares de reposo para las madres. El número de niños enviados a las colonias y al campo en al año de 1937 ascendió a 480.000; desde el advenimiento del régimen nacionalsocialista, este número llega a un total de 1.800.000. En los hogares para el reposo de las madres fueron alojadas, en el año de 1937, 71.000 madres y unos 8.000 lactantes y de corta edad; en total de madres y niños se eleva a 246.000 desde la fundación de la obra. En el verano de 1937, la NSV tenía 4.139 colonias y jardines infantiles durante la cosecha; en ellos fueron atendidos mensualmente, por término medio, unos 103.000 niños. A los consultorios y dispensarios recurrieron hasta el momento actual unas 2.700.000 mujeres.

Auxilio de Invierno (Winter Hilfswerk - WHW)

El Canciller Adolf Hitler y el ministro de Propaganda Dr. Goebbels publicaron, el 13 de septiembre de 1933, un llamamiento al pueblo para una gran obra de “Auxilio de Invierno” bajo la consigna “Lucha contra el hambre y el frío” que había de servir, además, como prueba de la solidaridad efectiva del pueblo alemán. En consciente oposición a las medidas tomadas en tiempos pasados, la campaña había de ser dirigida por el Gobierno mismo y realizada por el pueblo entero. La ejecución del plan estaba en manos del Dr. Goebbels. La NSV llamó a la colaboración a todas las organizaciones del partido, asociaciones privadas y autoridades así como a las asociaciones industriales, comerciales, etc. Se constituyó una comunidad de trabajo nacional con divisiones provinciales, comarcales y locales y un consejo consultivo formado por los ministros y gobernadores.

Se trataba del auxilio a millones de personas necesitadas. Los 36 hombres que 3 días más tarde bajo la dirección del jefe de la oficina central de la NSV, Erich Hilgenfeldt, se instalaron en el edificio del Reichstag, tenían solamente 14 días de tiempo para organizar esta obra, ya que la WHW debía iniciar su labor el 1.º de octubre. En un discurso que Hilgenfeldt pronunció hace algún tiempo con motivo de una recepción, en las oficinas de relaciones exteriores del partido, dedicada al Cuerpo diplomático y a la prensa extranjera, describió las dificultades que tuvo que allanar para llevar a cabo el encargo de que “nadie debe sufrir hambre ni frío”. Para poder realizar este propósito tuvieron que ser entregadas cantidades extraordinarias de alimentos y de carbón.

El cumplimiento de esta misión fue tanto más difícil cuanto que en el primer año había unos 17 millones de alemanes necesitados de ayuda. Conforme al espíritu del WHW, necesitado es todo aquel que no puede mantenerse por si mismo o mantener a su familia, total o parcialmente, Al reducirse el paro forzoso en los años posteriores se observó una disminución sensible en el número de los necesitados, de modo tal que en la segunda campaña del WHW 1934/35 bajó a 13,8 millones; en la tercera 1935/36 a 12,9; en la cuarta de 1936/37 a 10,7 y en la quinta de 1937/38 a 8,9. Es importante hacer notar que el número de las personas socorridas por el WHW es mucho mayor que el de los sin trabajo, debido a que se ayuda a la familia entera del menesteroso, a los pensionados y pequeños rentistas así como a los obreros que han estado largo tiempo sin trabajo.

Otra dificultad, que encontró la primera campaña del WHW, fue que la asistencia social nacionalsocialista no disponía aún de una organización experimentada para este fin, como más tarde. A pesar de todo, el primer año se obtuvo una suma de más de 350 millones de marcos, mientras que la suma total del Socorro de invierno en los dos años anteriores a la toma del poder por el nacionalsocialismo fue de unos 94 millones de marcos por término medio. He aquí las cantidades que se obtuvieron en los sucesivos inviernos: 1933/34, 350 millones; 1934/35, 360 millones; 1935/36, 372 millones; 1936/37, 408 millones y 1937/38, 410 millones. En total desde 1933 más de 1.900 millones de marcos. estos números comprenden las colectas en efectivo y en especies. En el invierno 1936/37 se distribuyeron unos 11 millones de quintales de patatas y 42 millones de quintales de carbón, 80.000 quintales de carne y 186.000 quintales de pescado.

¡Una colecta así no se había visto jamás!

¿En virtud de qué organización fue posible alcanzar estos éxitos? La obra de “Auxilio de Invierno”, que de aquí en adelante posee su propio régimen como organización permanente de la comunidad del pueblo, está dividida en grupos regionales, comarcales y locales correspondientes a las mismas divisiones del Partido. El comisario del Reich, Hilgenfeldt, depende directamente del ministro de Propaganda. Colaboran también el la WHW las más variadas secciones del Partido, del Ejército, de la Policía, del Frente del Trabajo, así como todas las asociaciones privadas de asistencia social: la misión interior de la Iglesia evangélica, la católica Caritas, la Cruz roja alemana, el Ejército de salvación, los servicios públicos e incluso los Adventistas. [13]

Toda esta labor de carácter organizador y financiero hubiera quedado en estado fragmentario si los encargados de ella no hubieran recibido la ayuda de la multitud de colaboradores voluntarios de ambos sexos. En los meses de invierno de 1937/38 pasó de un millón el número de colaboradores a titulo honorario. Esto explica el enigma de los escasos gastos administrativos del WHW. Del estado de cuentas del año 1937/38 se deduce que los gastos han importado el 1’8% de las cantidades recaudadas.

Los fondos se obtienen de las más distintas maneras: una de ellas es el “Domingo del Plato Único”: el primer domingo de cada mes de invierno sólo se debe consumir al mediodía un plato de comida cuyo valor no ha de pasar de 50 céntimos, aplicándose lo mismo para las casas particulares que para los restaurantes. Estos últimos deben entregar la cuota así obtenida al Auxilio de Invierno, mientras que los particulares contribuyen a la colecta. Otros domingos se hacen colectas en las calles y en las casas en las que se venden insignias y emblemas. En el campo se colectan comestibles y lo mismo en los almacenes y casas de comercio, oficinas, etc. Las asociaciones de dependientes y empleados han establecido descuentos proporcionales a los sueldos y los obreros ceden por mes el importe de una hora de trabajo. Los titulares de cuentas corrientes en el Banco o en el Correo son invitados a donar mensualmente una cantidad determinada y en las sociedades industriales y de comercio se pasan listas de recaudación. En la calle se ha organizado con éxito una lotería cuyos billetes cuestan medio marco. Las personalidades más destacadas del Estado y del Partido se ponen a disposición del WHW para las colectas en la calle. En las organizaciones festivales más variadas actúan gratuitamente los más conocidos artistas. El producto total recaudado pasa a manos del WHW.

No menos importante es el resultado producido por la obra del WHW en lo que concierne a la economía nacional. En primer lugar hay que citar las compras de productos alimenticios. El WHW no sólo es el mayor comprador de patatas y harina del mundo sino también de pescado y de otros comestibles. Las patatas distribuidas por el WHW podrían llenar un saco cuyo fondo sería capaz de contener una pequeña ciudad alemana. El WHW adquiere el 20% del total del pescado que entra el Alemania. El “Hamburger Fremdenblatt” hizo constar que en el mercado de Altona se prepararon unos 4 millones y medio de kilos de pescado en filetes para el WHW con lo que cientos de obreros y obreras tuvieron un intenso trabajo durante dos meses. La grandiosa demanda de la WHW ha puesto en movimiento, por primera vez en la historia de la pesca de alta mar, a toda la flota pesquera de Altona durante los meses que antes se estimaban como tiempo de amarre inevitable.

Las compras del WHW obran también al mismo tiempo como reguladoras del mercado. Las ofertas repentinas del mercado quedan absorbidas por tales compras y con ello se impide una baja perjudicial del precio y el aniquilamiento de importantes valores. Cuando, en el verano de 1935, de gran sequía, la escasez de pastos obligó a sacrificar un mayor número de reses que en los tiempos normales, la dirección del WHW se declaró dispuesta a adquirir mayor cantidad de carne; asimismo mandó conservar cientos de miles de quintales de verdura fresca. En el invierno de 1935/36, el WHW compró unos 19 millones de kg. de legumbres que, debido a la espléndida cosecha, no podían ser vendidas en el mercado libre y que de otro modo se hubieran perdido inútilmente. El la lucha contra el frío el factor más importante es el aprovisionamiento de carbón por el WHW. En el invierno de 1937 a 1938 se distribuyeron unos 42 millones de quintales de carbón; en esta cifra no se cuenta ni la turba ni la leña consumidas. Se puede imaginar la magnitud del trabajo de esta obra y su importancia para la economía nacional si se piensa que para obtener esta ingente cantidad de carbón las minas del Saar tendrían que trabajar, con todo su personal, durante cuatro meses. Para transportar el carbón del WHW se necesitarían 200.000 vagones de no haberse organizado un sistema especial de distribución. El tren formado con estos 200.000 vagones cubriría el trayecto que, pasando por el sur de Alemania y Francia, se extiende desde Berlín hasta el interior de España.

Con los metros de tela empleada para la confección de las prendas de vestir, que reparte el WHW, se podría cubrir la circunferencia de la tierra aun con exceso (42.000 km.). La fabricación de más de 2 millones de pares de zapatos y botas, distribuidos por el WHW en el invierno de 1937/38, se ha hecho sobre todo en las regiones fronterizas del Reich.

Por último, no debe olvidarse el trabajo que se invierte en la fabricación de las insignias del WHW. Por ejemplo, en los talleres de metalurgia y de talla de piedras preciosas de Idar-Obertein se ocuparon 2.000 obreros durante 12 semanas en la confección de un tipo de estas insignias. Son bien conocidos los efectos benéficos de la fabricación de insignias en la comarca del Erzgebirge y en la Selva de Turingia.

Debido a la reincorporación de Austria al antiguo Reich, en marzo de 1938, el WHW se vio recargado de enorme trabajo que gracias a su admirable organización pudo cumplir sin ningún esfuerzo extraordinario. Hasta el comienzo de junio de 1938 se repartieron en la región reincorporada, por medio de 200 cocinas de campaña, más de 5 ½ millones de raciones de comida caliente. Además, se distribuyeron bonos para comestibles y prendas de vestir por valor de 5 ½ millones de marcos. Hasta dicha fecha fueron enviados 92.000 niños de la región austríaca a otras regiones del Reich para reposar en ellas durante algunas semanas. El contingente para 1938 será de 140.000 niños que vendrán en vías de descanso y distracción a otras comarcas del Reich. Asimismo 60.000 hombres y mujeres del Estado federado austríaco disfrutarán en el año de 1938 de una larga permanencia gratuita en el territorio del antiguo Reich. La importantísima ayuda al Estado austríaco continúa todavía: hasta comienzos de junio de 1938 se han enviado 743 vagones con víveres y prendas de vestir y, hasta el principio de la campaña del “Auxilio de Invierno” 1938/39, se ha previsto el envío de 1.264 vagones con víveres, sobre todo patatas, harina, manteca. azúcar, carne y legumbres. Además se enviarán 73 vagones cargados de prendas de vestir, especialmente zapatos, trajes y ropa interior. Hasta septiembre de 1938 se distribuyó un total de 85 millones de marcos para alivio de los menesterosos austríacos.

Aun en campos muy alejados de su actividad se notan los efectos benéficos del WHW y no se puede negar su importancia para la economía nacional. Los árboles de Navidad repartidos por el WHW ascienden a más del 10% del consumo total alemán; el número de libros entregados por el WHW es tres veces mayor que el de las nuevas publicaciones aparecidas anualmente en el mercado alemán de libros.

Por lo tanto, ya no es imaginable la separación del WHW de la esfera económica alemana.

Antes de terminar este capítulo, es necesario hacer constar de una manera clara que el WHW cumple su misión sin tener en cuenta la posición política, raza o nacionalidad del auxiliado. Al comienzo de la campaña del Auxilio de Invierno en el año 1935/36, Adolfo Hitler dijo: “¡Nosotros no excluimos a nadie! Combatimos al comunista hasta vencerlo. Pero, si dice: tengo hambre, se le dará de comer”. El número de extranjeros socorridos en el invierno de 1937/38 ha llegado a unas 90.000 personas. El auxilio a los judíos necesitados se ejecuta por el Auxilio judío de Invierno.

Confiamos en que el cuadro, que acabamos de trazar a grandes rasgos, habrá dado al lector una idea general del grandioso espectáculo, que ofrece la obra de la asistencia social y de la solidaridad nacional al observador extranjero, aún a quien se muestre contrario al régimen de la nueva Alemania. Es imposible negar que el WHW es una nueva prueba viva e impresionante del socialismo de acción, que ya tuve ocasión de observar en otros campos de la Alemania actual.

Hitler sabe por propia experiencia cuan difícil es para el proletario la lucha por la existencia. El mismo fue obrero tomando parte en las penas y necesidades de sus compañeros de igual modo que en sus esperanzas en la justicia social. Hitler es el hombre sencillo del pueblo que, por sus cualidades intelectuales y su firmeza de carácter, se ha elevado para ser el Führer de la nación y para dedicar su vida ascética -como en realidad es el caso de decirlo- al bienestar de su pueblo. Cuando Hitler tomó en sus manos la solución de las cuestiones político-sociales y de asistencia pública, conocía por propia experiencia las premisas necesarias para resolver problemas de tan vital importancia.





X. El Régimen de viviendas y de Colonias Obreras


Planes de Viviendas
La solución del problema relativo a las viviendas y colonias obreras fue para la nueva Alemania, más que para otro país cualquiera, de una necesidad imperiosa para poder realizar su política demográfica, económica y social. En efecto, Alemania se ha dedicado con toda su energía a este problema. Todos los órganos competentes del Estado, así como las organizaciones del Partido, fueron coordinados para competir en la ejecución de un enorme programa que comprendía todos los ramos de la construcción. Actualmente se cuida de los trabajos de urbanización, que se han hecho imprescindibles, de su ensanche y del saneamiento del casco viejo de las ciudades; además, la construcción de viviendas deberá proporcionar a la familia alemana la posibilidad de su desenvolvimiento. La colonia, por otra parte, habrá de contribuir a que sólo las mejores capas del pueblo se unan íntimamente a la tierra patria.

Todas estas medidas crean al mismo tiempo nuevo trabajo y con ello animan la economía.

Las Viviendas de Alquiler y las Viviendas Populares


Viviendas familiares
El aumento constante de la demanda de viviendas, producido sobre todo por el intenso crecimiento del número de matrimonios, planteó la necesidad de continuar con la mayor energía la construcción de viviendas de alquiler mediante la colaboración del Estado. Esta ayuda oficial reside particularmente en la garantía otorgada por el Estado y en el estímulo que presta a la iniciativa privada para la adquisición de los medios necesarios. La concesión directa de subsidios para la construcción de viviendas de alquiler se limita- con excepción de los medios escasos que había disponibles de los impuestos sobre los alquileres- a determinados trabajos, que a la economía privada no le era posible ejecutar con sus propios medios.

Esta ayuda se aplicó en primer lugar a la ampliación de las llamadas viviendas de urgencia y provisionales. Con el avance de la crisis económica, los municipios fueron colocados, en lo que se refiere a la vivienda y al fomento de su construcción, ante un problema cuya solución ofrecía máximas dificultades. El número de familias sin hogar se elevaba cada vez más; pero, por haber caducado en abril de 1933 la “ley sobre la escasez de viviendas”, los municipios perdieron la ocasión de incautarse de antiguas viviendas baratas para el alojamiento de las familias sin hogar. Sin embargo, los municipios, en virtud del derecho general administrativo y de policía, están obligados a proporcionar albergue, de cualquier manera que sea, a tales familias aun cuando sólo sea con carácter provisional. En vista de estas circunstancias, el Gobierno, a raíz de cesar la ley respectiva, dispuso destinar 15 millones de marcos para la construcción de casas, promoviendo con esta ayuda la edificación de unas 14.000 viviendas.


Viviendas con huerto en una colonia obrera
En su mayoría las viviendas fueron levantadas con un piso solamente y se rodearon de huertos o jardines para poner a las familias, generalmente numerosas, en el más íntimo contacto posible con la tierra.

Las circunstancias en el mercado de la vivienda continuaron mostrando que los esfuerzos de liberar a las clases modestas de las malas condiciones de alojamiento que padecían, en las casas de vecindad y habitaciones inadecuadas de la más variada especie, no podían realizarse sólo con los medios existentes hasta entonces. La reimplantación de la administración municipal del alojamiento fue de nuevo objeto de discusión en los centros competentes; se inició la tentativa de ayudar también por otros medios a las clases sociales que más intensamente sufrían bajo la escasez de la vivienda y que se hallaban impotentes de librarse de ella por esfuerzo propio.

El Gobierno del Reich acordó impulsar la construcción de viviendas baratas en forma de casas para una o para más familias (viviendas populares) cuyos precios de alquiler pueden ser soportados por la clase obrera que sólo dispone de un salario modesto. Para este fín, en virtud de la ley del 30 de marzo de 1935, se han concedido hasta fines de 1937 unos 70 millones de marcos en préstamos para la construcción de viviendas populares (1.000 marcos por vivienda como término medio). Con esto se ha ayudado a la construcción de 69.000 viviendas populares. A principios de mayo de 1938, el ministro de Trabajo puso nuevamente 48 millones de marcos a la disposición con objeto de distribuirlos en calidad de préstamos del Reich para continuar la construcción de viviendas populares. En consecuencia, se han destinado hasta ahora 118 millones de marcos con ese fín. Como el término medio de los préstamos para viviendas populares es de unos 1.300 marcos, con la cifra indicada de los 48 millones se puede ayudar a la construcción de unas 30.000 viviendas populares.

Las viviendas populares, a diferencia de las casas de vecindad de antes, se construyen bajas y para una familia (en filas sencilla o dobles); sólo ahí donde falta terreno adecuado para construir o donde éste es relativamente caro, pueden ser construidas casas de tres o cuatro pisos.

Cada casa debe tener una parcela de jardín o de tierra tan grande como sea posible. Se ha concedido especial interés a que el precio del alquiler permanezca módico, en general no debe pasar de un quinto de los ingresos de las personas para las cuales están destinadas las viviendas. Si las condiciones económicas del inquilino se mejoran o la familia se aumenta debe existir la posibilidad de ampliar la vivienda o convertir tres viviendas en dos o hacer de dos una.


Viviendas campesinas
Además de esto, el saneamiento de las ciudades llegó a constituir uno de los temas más importantes cuya resolución había sido siempre aplazada en los años anteriores a 1933. El estado sanitario y de urbanización había llegado a ser insostenible en gran número de ciudades grandes y pequeñas. Para emprender su saneamiento, el Reich en los años 1933/35 puso a disposición de esta obra la cantidad de 20 millones de marcos. Comparada esta cantidad con la magnitud de los problemas, cuya solución debe desarrollarse a lo largo de decenios de años, se ve que es relativamente pequeña. Pero lo que interesaba por el momento era estimular a los municipios, con el fin de que se ocuparan de los problemas de nuevo estilo, en general difíciles, pero con los cuales acumularían experiencias para acometer obras en grande.

Hasta ahora se ha comenzado el saneamiento en unas diez ciudades grandes; otras quince a veinte ciudades grandes y medianas tienen ya tan adelantados sus proyectos de saneamiento que pronto les serán entregados las subvenciones del Reich para tal fin. Además, hay que citar los poderosos medios que ha empleado el Gobierno para la refacción y ampliación de edificios, partición de viviendas y transformación de otros locales en habitaciones. (Véase el capítulo: la “Batalla de Trabajo”.) Hasta ahora se han construido unas 250.000 viviendas; un resultado en verdad satisfactorio.

Además del estímulo prestado con todas esas medidas, se ha logrado en proporción cada vez mayor aportar el capital privado a las construcciones de viviendas y colonias por medio de créditos hasta en segundo o tercera hipoteca con la garantía del Estado. La aportación financiera a estos proyectos de construcción descansa por lo regular sobre una base sana. En general, los propietarios invierten en gran parte de su propio capital. La tendencia del Gobierno a reducir los intereses ha influido también en la colocación de capitales para la construcción de obras. Hasta ahora el Reich ha garantizado obras por valor de 500 millones de marcos.

De este modo ha sido posible en la nueva Alemania impulsar intensamente la construcción de viviendas. En el año de 1932 el número de viviendas de nueva construcción fue de 159.121; en 1933 de 202.113; en 1934 de 319.939; en 1935 de 263.810; en 1936 de 332.370 y en 1937 de 340.392. En total, desde el 30 de enero de 1933 se han construido 677.870 edificios que contienen 1.458.124 viviendas. Según cálculos del servicio nacional de estadística, las perspectivas para el año 1938 en la construcción se presentan favorables. Un resultado provisional del primer trimestre de este año muestra que el número de concesiones para la construcción de viviendas supera en más de 15.000 al del primer trimestre del año anterior.

Se han dictado varias disposiciones que tratan de elevar el gusto artístico de las viviendas y de las construcciones con arreglo a ciertas normas estéticas, dentro del cuadro de las posibilidades establecidas por las circunstancias económicas, para seleccionar lo mejor tanto en el aspecto cultural como en el artístico y sobre todo para combatir toda ramplonería, egoísmo e individualismo desenfrenado. Se hallan en preparación nuevas medidas legales para continuar actuando en este sentido.

El Régimen Alemán de Colonización interna

“Queremos dar nuevamente una patria al trabajador alemán. Queremos construir viviendas saludables, con luz, aire y sol para una juventud vigorosa”- declara el programa del Partido obrero nacionalsocialista. La nueva Alemania quiere dar de nuevo a la familia, al obrero, un lugar patrio y una garantía de seguridad. Las viviendas y la obra de colonización representan el cumplimiento de esta promesa; su médula, el asentamiento en casa propia, de al obrero alemán la forma de vivienda que le asegura un hogar verdaderamente alemán, la participación en el solar patrio y, dentro del cuadro de las nuevas colonias colectivas, su puesto en la vida social del pueblo entero.

Por esta razón, la instalación de colonias rurales es una tarea de la política social del Tercer Reich. La propiedad de una pequeña granja mejora el nivel de vida del obrero y le protege contra la miseria en las épocas de aguda crisis. El asentamiento de colonias rurales debe ser también estimulado por razones de política demográfica y, además de esto, por ser una necesidad de política nacional.

Alemania debe estar organizada de tal modo que asegure al trabajador la posibilidad de vivir dándole un fragmento del suelo patrio con el fin de que aprenda a amarlo y esté dispuesto a defenderlo. Ahí reside precisamente el sentido fundamental de la obra de reconstrucción; el problema de la colonización interna puede considerarse como uno de los puntos más importantes de su programa.

El aumento de salarios origina el aumento correlativo de los precios; en el antiguo régimen el salario se reducía a la nada frente a los gastos que el obrero tenía que hacer para cubrir las necesidades de su existencia. Como ya hemos observado la Alemania de hoy, por consideraciones de orden económico, se mantiene firme en su postulado de la estabilización de precios. Conforme con los principios nacionalsocialistas, la elevación del nivel de vida es también factible sin alterar los precios y salarios; la instalación de colonias rurales asegura una mejora en la alimentación y en el nivel de vida mediante la propiedad del solar, de la casa y del cultivo de la parcela de terreno correspondiente; lo que la familia obrera recoge de la tierra con su propio trabajo constituye un ahorro en sus gastos para la alimentación. Todo pfennig que no se invierte en la compra de víveres representa poder adquisitivo para otras necesidades como vestidos o mobiliario; de esta forma, el colono proporciona trabajo a otros y con ello les asegura indirectamente su puesto de trabajo.

La vivienda en la colonia significa para el colono una habitación que reúne buenas condiciones, una alimentación más sana, un puesto de trabajo del cual nadie podrá arrojarle y el ascenso del nivel de vida de su familia. Por último, el asentamiento de colonias constituye una aportación considerable a la batalla de la producción y de la independencia en la adquisición de productos alimenticios y, en general, un aumento de la actividad económica.

Adolfo Hitler dio la orden de asentar colonias por medio del decreto de fecha 29 de marzo de 1934. En él calificaba la obra de colonización alemana como uno de los cometidos más difíciles e importantes del Reich y ordenaba poner inmediatamente en función las disposiciones pertinentes. Debían ponerse en práctica las experiencias hasta ahora obtenidas con el propósito de evitar los errores cometidos anteriormente y coordinando en una oficina central todos los servicios que hasta entonces se habían ocupado de las cuestiones de las colonias para garantizar una dirección única y segura de la obra de colonización interior en el Reich.

La realización de la obra colonizadora partió de la convicción de que, teniendo en cuenta la estructura demográfica, colonizadora y económica de Alemania, se imponía una reorganización del territorio nacional. Estas ideas generales de política económica y colonizadora encuentran el mejor camino para se realización en la colonia pequeña.

La colonia pequeña es por tanto el punto central de todas las disposiciones referentes a viviendas y colonias. Es la mejor forma fe colonia para la población trabajadora de medios modestos, ya que es apropiada para unir nuevamente al trabajador alemán al suelo patrio y darle al mismo tiempo la posibilidad de cultivar por si mismo una parte esencial de los productos alimenticios que sirven de complemento a sus restantes ingresos. La colonia pequeña es un factor de la mayor importancia en la política social, económica y demográfica del Estado. Es fomentada intensamente por todos los medios posibles gracias a la concesión de préstamos y garantías del Estado así como por la aplicación de concesiones y facilidades en los impuestos generales, en la urbanización, etc.

Esta radical transformación en la construcción de colonias obreras se llevó a cabo gracias a la estrecha colaboración del ministerio de Trabajo, como representante de la política colonizadora del Gobierno, y de la Oficina del hogar obrero del Frente alemán del Trabajo en Berlín. Esta oficina y sus diferentes sucursales en las provincias son las encargadas de la protección social de la vivienda obrera y especialmente de la colonia pequeña.

En virtud de esta reforma, todo alemán digno y carente de medios económicos es admitido en principio como aspirante a colono; el lo mismo como su mujer ha de ser ciudadano alemán, ario, de toda confianza, sano y sin ninguna tara hereditaria. En contraste con lo que ocurría antes, la colonia se nutre en primer lugar de la planta de obreros de las empresas industriales, sobre todo cuando éstas intervienen económicamente, de manera decisiva, en la construcción de la colonia o la ayudan de alguna otra manera.

En la ejecución de estos planes lo que decide son puntos de vista económicos. Para evitar toda inversión falsa, las nuevas colonias serán construidas en adelante allí donde se crea poder garantizar de manera permanente la existencia económica del colono. La selección minuciosa del colono está asegurada por la colaboración de los servicios del hogar obrero del Frente alemán del Trabajo; en casos extraordinarios, mediante un reconocimiento oficial médico. La calidad de los terrenos para colonias y la modicidad del precio de compra o de la amortización también son objeto de detenido examen. A la vez se cuida de que el colono tenga segura la base de su existencia. De aquí que en principio sólo se concede la calidad de colonos a los aspirantes que tienen un ingreso principal de carácter permanente y seguro.

Los gastos de cada una de las viviendas y las cargas totales que de aquí resultan, hay que mantenerlas lo más bajo posible para que esto redunde en beneficio de los colonos; así se ha prescrito que los gastos de construcción y de instalación, sin contar el precio de la granja, no deben pasar de 4.000 marcos; en caso de existir circunstancias que aumenten el precio, este no debe pasar de 6.000 y, sólo en casos muy especiales, puede elevarse a 7.000 marcos. Por su parte, los recargos mensuales deben oscilar de 25 a 35 marcos y sólo en casos muy excepcionales pueden llegar a 40 marcos; en ningún caso deben pasar del 25% del ingreso neto de la familia del colono.

Las parcelas para la edificación de colonias deben tener una superficie útil de mil metros cuadrados para dar al colono un terreno que le permita suficiente beneficio. Las casas de la colonia son sólidas, sencillas y prácticas. Se debe prestar más atención a la instalación económica práctica que a la disposición más o menos aventajada de la parte habitada. El éxito de la colonización debe estar asegurado mediante la protección y el asesoramiento económico del colono.

De esta manera la colonia pequeña se ha establecido sobre una base del todo nueva y económicamente sana y razonable; un nuevo estilo de aportación de medios económicos facilita su desarrollo posterior. Al principio los gastos de edificación e instalación tenían que ser cubiertos casi exclusivamente por medio de los préstamos del Reich, mientras que ahora tanto los gastos de construcción como los desembolsos para la compra del solar, se obtienen, hasta donde es posible, por medio de capital privado conseguido en primera hipoteca y, siempre que sea factible, en segunda. Los colonos tienen que aportar del 10 al 15% del valor de la construcción y del solar. De aquí se deduce que los fondos del Estado sólo se necesitan para completar los gastos que no lleguen a cubrirse de otra forma.

El impulso, de que fue objeto la construcción de colonias, se colige del hecho de que desde el año de 19131 hasta abril de 1933 se han edificado 30.000 viviendas rurales (Kleinsiedlungen) para el personal de las fábricas en Alemania; en los dos últimos meses del año de 1933 alcanzaron la cifra de 17.611; en 1934 ascendieron a 30.628; en 1935/36 a 91.000, no contando las 12.000 que se encontraban en construcción a fines del año de 1936. En 1937 se asentaron 31.260 viviendas rurales que representan el 10’2% de las nuevas construcciones de viviendas.

Hogares Propios y Viviendas Rurales Para Labradores

El fomento de la vivienda rural como del hogar propio sirven a la creación de vínculos más íntimos entre los moradores y el suelo. Los préstamos del Reich destinados a los hogares propios pequeños fueron reforzados eficazmente por la aportación de 20 millones de marcos, concedidos en septiembre de 1933, en virtud de la ley para la disminución del paro forzoso del 1º de junio del mismo año. Más tarde se aumentó por medio del crédito de 7 millones de marcos, proveniente de los fondos del socorro para los obreros parados y puesto a disposición por el presidente de la Oficina nacional de colocación obrera y seguro contra el paro. A unos 30.000 asciende el número de hogares propios construidos por todos estos medios.

Numéricamente el éxito práctico de la campaña en favor de los hogares propios es mayor ya que no se cuentan las muchas obras particulares emprendidas sin la ayuda económica del Estado. Un tercio de las viviendas pequeñas, construidas con ayuda de la garantía del Reich, corresponde a hogares propios.

En las viviendas rurales para labradores levantadas en años anteriores se puso en evidencia la necesidad de adoptar algunas reformas; entre otras fue necesario consolidar la posesión de los propietarios de la casa rural y hacerles más independientes de la situación del mercado de trabajo. Se acordó la distribución de 8 millones de marcos aproximadamente; con estos fondos, por medio de lotes complementarios, las parcelas correspondientes a los hogares propios pudieron ser ensanchadas, se ampliaron los edificios anexos y se facilitó la compra de ganado. También fue posible aliviar la situación económica del colono mediante la suspensión del pago de las cuotas de amortización, una vez demostrada la situación difícil del prestatario.

De los fondos disponibles, en virtud de la ley dada el 30 de marzo de 1935, con el fin de favorecer la construcción de viviendas, están previstos 12 ½ millones de marcos para fomentar la edificación de hogares propios destinados a los artesanos y labradores, así como para viviendas de cosecheros. Además, se han preparado los planos para la construcción de 7.000 viviendas o casas de asentamiento destinadas al personal de centros importantes de las industrias de la aviación.

La Construcción de Viviendas y Colonias Alemanas en el Futuro

Ya están establecidos en la nueva Alemania los tipos de construcción de viviendas y colonias para el futuro, en su mayoría procedentes de la política de viviendas y colonias emprendida en el año de 1933. Aparte de las colonias puramente rurales hay que distinguir tres grupos de viviendas y colonias: la colonia pequeña (Kleinsikedlung), el hogar propio y la casa de alquiler (Vivienda popular).

Se da el nombre de colonia pequeña o vivienda rural para el personal de las fábricas a la forma de vivienda y colonia de la población trabajadora que más en consonancia está con las aspiraciones de política de vivienda y colonias del nuevo gobierno. La casa de la colonia pequeña es sencilla y modesta en su instalación interior, pero suficientemente amplia para reunir las condiciones que requiere el vivir sano. A cada casa de colonia pequeña pertenece una superficie mínima de tierra útil para ser cultivada por el colono y su familia; de este modo tiene oportunidad de cubrir por sí mismo una parte de sus necesidades en productos alimenticios, lo cual quiere decir que la colonia pequeña ha sido ideada para ofrecer al obrero ocupaciones accesorias a las de su profesión.

El hogar propio es una vivienda (en forma de casa simple, doble o reunida con otras en fila) con jardín que ordinariamente no es cultivable como huerto y que, por lo tanto, sirve casi siempre sólo de adorno. Por lo general está habitado por el propietario que lo ha hecho construir con ese fin. El hogar propio es particularmente adecuado para las capas sociales de más amplio poder adquisitivo.

Contratistas particulares o compañías se encargan de la construcción de las viviendas para alquilar; son edificadas en forma de casas de varios pisos o de casas bajas dispuestas en fila. Este tipo de vivienda es indispensable para aquellos sectores de la población que no se prestan a la labranza del terreno de la pequeña colonia o que no poseen el necesario poder adquisitivo para instalarse en casa propia. La construcción de viviendas para alquilar es también necesaria ahí donde el suelo no reúne las condiciones apropiadas para la colonia o donde no existe la posibilidad de asentar colonias de amplias proporciones. Por esta causa la construcción de viviendas para alquilar se destina sobre todo a las grandes ciudades y distritos industriales. La construcción de casas de varios pisos tendrá en este caso la misión de completar la urbanización.

Cuando no se trate de edificaciones privadas, llevadas a cabo por propietarios acomodados, se exige que en la construcción y colonias prevalezca la modestia, limitando el espacio cuanto sea posible, a fin de que los alquileres y cargas de las nuevas construcciones estén en proporción a los débiles ingresos de aquellos que busquen viviendas de este género. Las futuras modificaciones del poder adquisitivo y de la demanda de alojamiento pueden ser satisfechas tomando las precauciones necesarias en la edificación para que las guardillas, separables si el caso lo exige, sean susceptibles de la transformación conveniente llegado el momento; igualmente, las viviendas de alquiler serán dispuestas de tal modo que de varias pequeñas pueda hacerse una grande sin que para ello se requiera inversión de gran capital.

La influencia del débil poder adquisitivo, en particular el de aquellas personas que no viven en casas propias, en la naturaleza de la demanda de viviendas se deja ver en las comprobaciones de la asamblea de municipios alemanes con respecto a la necesidad urgentísima de alojamiento. En el otoño de 1934 se llegó a la conclusión de que la necesidad de alojamiento en casi todas las regiones del Reich se descomponía como sigue: más de un tercio de casas de dos habitaciones, una cuarta parte de casas de una habitación y a penas una quinta parte de casas de colonia. Como se ve, actualmente la demanda de viviendas de alquiler es muy grande. Esta demanda deberá quedar satisfecha en los años próximos por medio de la colonización sistemática fuera de las grandes ciudades, en los distritos municipales pequeños y en el campo.

Como mínimo, más de la mitad de las obras que se han de construir en los diez próximos años se destinará a la población de escasos medios económicos. Del promedio actual de los ingresos del obrero alemán resulta un alquiler mensual de unos 26 marcos como máximo y de unos 45 marcos para el empleado.

En el plan cuadrienal han sido asignadas a la economía de la construcción y en particular a la política de la vivienda y de las colonias dos funciones especiales: la construcción de viviendas para trabajadores rurales y la edificación de casas para el personal de las empresas del plan cuadrienal.

Para el incremento del a producción agrícola hay que emplear obreros permanentes que hayan aprendido el oficio de labradores. Sobre todo hay que retener la juventud en el campo y combatir con energía el éxodo rural. Una de las causas principales de la migración de la población campesina reside a menudo en la completa insuficiencia y estado ruinoso de las viviendas. Según ha sido comprobado por la Organización corporativa rural del Reich (Reichsnährstand) faltan, solamente para este ramo, 350.000 viviendas propias de las empresas rurales. No basta construir casas para varias familias o simplemente filas de casas con insuficiencia absoluta de establos y demás dependencias, como era de uso corriente en tiempos pasados. Hay que poner a disposición del labrador un hogar para él solo con anexos y corrales adecuados así como una parcela de tierra cultivable. Sólo así y por medio del pequeño cultivo propio puede aumentar sus ingresos y organizar su vida en el campo de un modo verdaderamente digno. La importancia de la construcción de viviendas rurales se infiere de la orden para la intensificación de los trabajos de construcción de viviendas de alquiler y para el personal de empresas industriales, así, como de hogares propios para labradores y artesanos rurales, dictada por el presidente del consejo de ministros, Göring, con fecha 10 de marzo de 1937, a propuesta de los ministros competentes.

El problema que se refiere a la creación de viviendas para el personal de las fábricas nuevas debe ser atacado con máxima urgencia. Como las nuevas fábricas que están por construirse se pondrán en movimiento a todo vapor, inmediatamente si es posible, y como a menudo requieren un personal considerable, es de absoluta necesidad tratar de terminar al mismo tiempo fábricas y viviendas. El encargado para la ejecución del plan cuadrienal ha requerido a todas las oficinas y dependencias del Estado y del Partido, directa o indirectamente interesadas, para que atiendan con especial solicitud la realización libre de obstáculos de estos cometidos. En verdad, se hallan ya terminados o en período de construcción algunos miles de viviendas. Al mismo tiempo se dará también con ello cumplimiento a los propósitos del Gobierno de construir la mayoría de estas casas en forma de viviendas rurales y populares. Encomiástica es la intervención financiera de las empresas, gracias a la cual se concedieron empréstitos que facilitaron notablemente las construcciones.

Los servicios oficiales más diversos trabajan conjuntamente para procurar a los solicitantes alojamiento en una colonia. El Frente Alemán del Trabajo pone a disposición de los servicios interesados sus instalaciones (departamento nacional de viviendas, secciones regionales de viviendas e inspectores de hogares) que les ofrecen protección, ayuda y consejo. Los ayuntamientos les facilitan esta labor por medio de la cesión de tierras baratas y por las concesiones hechas en lo que se refiere al importe de las cuotas usuales. Las autoridades competentes para conceder ayudas estatales (préstamos, fianzas nacionales, reducción de impuestos, etc.) ejercen vigilancia sobre el beneficiario y le prestan todo apoyo provechoso.

Estas autoridades tienen la misión de cuidar de que los proyectos de colonización puedan ser ejecutados de manera que correspondan al bienestar de la familia. En la comunidad de trabajo para el fomento de la construcción de viviendas obreras, los municipios, las empresas colonizadoras y las oficinas de la Economía que intervienen en esta cuestión, se han fusionado con la Oficina central de viviendas del Frente Alemán del Trabajo, con objeto de dar mayor impulso, por todos los medios imaginables, a la obra de colonización. Las colonias se construyen mezcladas con los demás tipos de vivienda, por ejemplo, viviendas populares y hogares propios, con el fin de que puedan ser satisfechos todos los deseos razonables del solicitante, pero bajo la condición de que se cree una verdadera comunidad dentro de la colonia, es decir, que desaparezca toda distinción de clase y profesión. Según la convicción nacionalsocialista de la vecindad y de su misión común debe surgir la comunidad del pueblo.

La obra de colonización fue facilitada y simplificada eficazmente gracias a las prescripciones para su ejecución decretadas por el Ministerio del Trabajo del Reich, con fecha 14 de septiembre de 1937. Además de la reducción notable de las proporciones exteriores, de las prescripciones hasta aquí vigentes, contienen ante todo el traspaso total a las autoridades competentes de todos los derechos en el sistema de colonización, una fuerte disminución del número de las oficinas que hasta el presente intervinieron en el sistema, la eliminación, laxación o atenuación de algunas prescripciones estrechas o severas hasta esa fecha, una importante mejora en las condiciones para conceder préstamos por parte del Estado, en particular la reorganización del límite del presupuesto de gastos de las construcciones, el límite de recargos, el límite de préstamo nacional y de sus intereses, el límite de la capacidad de solvencia individual, además considerables condiciones favorables para familias numerosas y otras facilidades prácticas en relación con el procedimiento.

Otro decreto, del 4 de abril de 1938, ordenó, además, facilidades concernientes a la tarifa de intereses, al límite de los empréstitos del Estado, al límite de gastos para construcciones y al límite de los alquileres en las viviendas populares.

La cuestión de las viviendas tiene en Alemania un carácter de especial interés; en contraste con la mayor parte de los países civilizados no sólo se presta atención primordial a la construcción de la casa sino también al mobiliario y utensilios de uso diario que corresponden a la instalación. Se ha tenido en cuenta el estilo característico de la vivienda alemana oponiendo enérgica y sistemática resistencia contra aquellos corrientes que daban señales de falseamiento del gusto alemán y ponían en evidencia un proceso de descomposición de la arquitectura nacional. Lo mismo que en el problema de la vivienda, en lo que se refiere al mobiliario y demás objetos de uso doméstico, se siguen no sólo las normas artísticas y arquitectónicas en armonía con la esencia del nacionalsocialismo, sino de manera muy especial, a tal grado que se puede decir que en primera línea, se toma en cuenta como núcleo central la idea social del nacionalsocialismo. Esto se ve claramente en la cuestión de los precios.

Todo el trabajo en este terreno es particularmente comprensible para aquél que haya tenido ocasión de ver el interés y pasión que el alemán, por naturaleza pone en que su casa ofrezca el máximo de comodidades.









SEGUNDA PARTE



“Los hechos y la labor creadora son las mejores medidas para apreciar nuestro poder.”
Joseph Goebbels





XI. La Economía en la Nueva Alemania

Según las ideas predominantes se entiende por política económica a la reglamentación de todas las medidas relativas a la producción, distribución y consumo de aquellos productos capaces de satisfacer las necesidades vitales del hombre.

Estas cuestiones han permanecido esencialmente iguales a través de los tiempos y no se modifican, cualquiera que sea el carácter cultural, social y político del país en que se desarrollan. Sin embargo, el camino de su realización ha sufrido grandes variaciones en los diversos períodos históricos y en los distintos países; e igualmente, las clases sociales que han sacado beneficio del desarrollo económico no han sido siempre las mismas. En la economía capitalista predominaba el principio del beneficio egoísta de la explotación de la fuerza productiva humana para asegurar al patrono el máximo de ganancia. Como reacción lógica contra este sistema, que en la Alemania de hoy está eliminado para siempre, surgió la teoría económica marxista-socialista, que tiene como fundamento la lucha de clases, la quimera de la separación completa entre el obrero y el patrono, la victoria absoluta del proletariado sobre el capitalista- aún a riesgo de que al desaparecer este se puede llevar a la Economía a su completa ruina.

Las Ideas Económicas Nacionalsocialistas

El principio fundamental de la Economía en la nueva Alemania, que como todas las otras exteriorizaciones de la ideología nacionalsocialista está inspirada en la noción de la comunidad, es completamente distinto al de la doctrina marxista.

Según la concepción nacionalsocialista, las fuerzas que un pueblo puede desarrollar por si mismo psicológica y físicamente, así como aquellas que encierra el país por él habitado y que hace aprovechables, representan la totalidad de las posibilidades nacionales y constituyen el patrimonio efectivo de la nación. La Economía de un pueblo, el desarrollo y el progreso de estas fuerzas son a la vez el custodio y el símbolo del patrimonio nacional. Por esta razón toso el que intervenga en la Economía, sin distinción del lugar que le esté designado, ni el grado de su actividad, deberá sentirse responsable frente a la comunidad de ese pueblo.

En el Estado nacionalsocialista, la calidad de colaborador en la obra económica crea una obligación, tanto mayor cuanto más importante sea la parte que toma el individuo en la administración del patrimonio colectivo. En realidad, todo alemán tiene una parte, mayor o menor, en la administración de este patrimonio, aún cuando no tenga más que administrar las horas de trabajo que realizan sus manos o las fuerzas naturales de su cuerpo, de las cuales dispone.

Así, el obrero cumple con su deber hacia la colectividad cuando, imbuido del sentimiento de camaradería y con una conducta digna como miembro del personal de una empresa cualquiera, ejecuta con el máximo esmero el trabajo que se haya impuesto, haciendo uso cuidadoso de los materiales o herramientas que se le hayan confiado. Así también, el campesino cumple con su deber como miembro de la comunidad entera cuidando con el mayor afán el suelo que le ha sido entregado por el pueblo para trabajarlo y obtener de él el mayor rendimiento posible. El campesino, en su calidad de encargado de suministrar la alimentación del país, debe hacer llegar al pueblo los frutos de su campo en condiciones tales que estén al alcance de todos sus compatriotas trabajadores. Del mismo modo, el jefe de una empresa cumple con su deber cuando en su calidad de fabricante, industrial, artesano o comerciante se siente como investido de una cargo oficial; esta convicción interior influye en el éxito de su obra, es decir, en la rentabilidad del trabajo a que se dedica su empresa.

Decía hace dos años el Dr. Hjalmar Schacht, presidente del Reichsbank y ministro de Economía, en su conocido discurso de Königsberg: “Todos estamos metidos en un barco; no nos queda más que un camino: confiar en su navegabilidad y en capitán que lo gobierna: El Reich y su Führer”.

En la nueva Alemania esta subordinación de la economía a la comunidad nacional está claramente expresada en el programa del Gobierno, expuesto por el Führer en su primer discurso ante el Reichtag. En aquella ocasión decía Adolfo Hitler: “El Pueblo no vive para la Economía, y la Economía no existe para el Capital, sino que el Capital sirve a la Economía y la Economía al Pueblo”.

La Economía nacionalsocialista se caracteriza, además, por los postulados del “derecho al trabajo” y el “deber de trabajar bien”. La economía política de Adolfo Hitler es la suma de todas las medidas de carácter económico que tienden a facilitar la conservación del pueblo en su totalidad y la existencia de cada uno de los compatriotas dedicados al trabajo y es considerada por él como el cumplimiento general del deber para la conservación de la comunidad y del poder del Estado.

La misma ideología se aplica también a las relaciones comerciales. “Oferta y demanda” permanecen los factores que regulan los precios en este terreno. Sin embargo, de acuerdo con la doctrina nacionalsocialista, deberá ser desarrollado un orden económico que incorpore el deber moral de la Economía -basado en la comunidad de todos los elementos productores que pertenecen a un pueblo- a todas sus manifestaciones, lo mismo en la producción que en el mercado. Por esta razón, el Estado nacionalsocialista se ha hecho cargo de la organización de la producción y del mercado. El egoísmo, desde luego comprensible, del empresario particular no puede dañar más a la colectividad, cual era el caso en la Alemania anterior a Hitler; la utilidad obtenida por el particular resulta en provecho de la comunidad entera.

Otro postulado de la Economía política nacionalsocialista dice que la Economía es también una “cuestión de capacidad”. Hitler lo ha expresado ya claramente en una ocasión, en que uno de sus más fanáticos partidarios insistía en la “unificación” en el sentido de que empresarios inteligentes, que no fueran del Partido debían ser lanzados fuera de sus puestos y sustituidos por camaradas, que, si bien eran buenos combatientes políticos, carecían del necesario talento comercial y técnico. La experiencia adquirida en los primeros meses de la toma del poder obró en esta cuestión de una manera convincente; y puso de manifiesto los peligros de tal acción para la estabilidad de la Economía. La Economía es un organismo de una sensibilidad excepcional “y todo trastorno, cualquiera que sea el sitio de donde provenga, es de acción tan perturbadora como la de la arena echada en una máquina”.

La Economía Industrial

Un extranjero imparcial, que vuelva por primera vez a Alemania después de cuatro años, por ejemplo, a la región renano-westfálica, a la zona industrial de Sajonia, a las fábricas de las afueras de Berlín, es decir, a aquellas zonas en que la industria impone su sello particular, seguramente que recibiría la impresión de una nueva vida. Observaría que gran número de fábricas han vuelto a abrir sus puertas, que las chimeneas vuelven a lanzar el humo a los cielos, que cientos de miles de puestos antes vacantes están de nuevo ocupados y numerosos muelles y cargaderos están otra vez animados de movimiento, que las fachadas de fábricas y casas antes desconchadas relucen en su pintura fresca. Se apercibiría de que al entorpecimiento que hace cuatro años aún se podía observar, se ha sucedido un intenso desarrollo, un cuadro que alegra y en el que se refleja el espíritu emprendedor nuevamente despertado. Si tuviera interés en conocer el resultado económico de este desarrollo podría deducir de las estadísticas oficiales los importantes datos siguientes:

El paro forzoso ha desaparecido y más de tres millones de obreros se han incorporado al mecanismo de la producción; la jornada de trabajo se ha aumentado de 7,26 a 7,86 horas; el socorro a los sin trabajo ha decrecido de 3.200 millones a 300 millones; las contribuciones del Estado han subido a 7.300 millones (véase el capítulo “La batalla del trabajo”). Sin contar con todo esto, la producción industrial se ha incrementado a tal grado que de 39.900 millones en 1933 pasó a más de 75.000 millones de marcos en 1937. En los cinco años, en que el nacionalsocialismo dirige la economía nacional, se ha aumentado la proporción en la fabricación y producción de diversos artículos como sigue: papel, 50 %; aceites pesados para motores Diesel, 66%; carbón piedra, 68%; combustibles líquidos para calefacción, 80%; petróleo, 90%; seda artificial, 100%; aceites combustibles para alumbrado, 110%; acero, 167%; lubrificantes, 190%; gasolina y similares, 470%; aluminio, 570%; lana celulósica, 2.500%, etc.

La confianza depositada por el pueblo alemán en su política económica se muestra claramente en el aumento de las imposiciones en las Cajas de Ahorro. Los depósitos en las Cajas de Ahorro públicas han aumentado de 11.400 millones de marcos en el año de 1932 a 12.100 millones en año de 1933, a 14.600 millones en año de 1936 y a 16.100 millones en el año de 1937. La extracción de carbón de piedra da las cifras siguientes: año 1932 104,7 millones de toneladas; 1933, 109,7; 1934, 124,9 ; 1935, 143; 1936, 158; 1937, 184,5. La extracción de lignito ofrece un progreso idéntico; 1932, 122,65; 1933, 126,79; 1934, 137,2; 1935, 147; 1936, 161,37; 1937, 184,7.

Un cuadro no menos imponente nos lo da el estudio de la producción de acero y hierro fundido y de las industrias siderúrgicas en general. La producción de acero ofrece, en toneladas las cifras siguientes: 1933, 9.660; 1934, 13.555; 1935, 16.010; 1936, 18.614; 1937, 19.202. En el año de 1938 la producción se calcula que ascenderá a unos 21 millones de toneladas. La producción de acero fundido ha ascendido de 1,4 a 3,7 millones de toneladas. La extracción de mineral de hierro alemán arroja las cifras siguientes: 1932, 1,3 millones de toneladas; 1933, 2,6; 1934, 4,32; 1935, 6; 1936, 7,5 y 1937, 9,6.

Sin embargo, el éxito material inmediato no es lo decisivo. Hasta ahora, el jefe de empresa estaba acostumbrado y obligado por las circunstancias a seguir el desarrollo económico casi exclusivamente por los cálculos hechos con su lápiz y a deducir el resultado financiero del año de las lecturas tomadas de su balance propio o de las estadísticas oficiales. Ahora recibe una enseñanza objetiva clara, que le instruye sobre la importancia relativa de la pura observación de los números, la cual aún hecha con toda la precisión sufre la considerable influencia de otros factores, que están fuera de los cálculos numéricos referentes a la marcha y rendimiento de su empresa.


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Notas:

[11] Los buques del tipo "Deutschland" oficialmente se llaman buques blindados porque como cruceros no tienen la velocidad necesaria ni poseen la solidez de los acorazados de combate.

[12] A la cabeza de los institutos de finanzas estaba la Sociedad alemana para el fomento de obras públicas (Öffa), actualmente disuelta, que tenía a su disposición 1.257 millones de Marcos tomados del programa de trabajo. La concesión de créditos para trabajos agrícolas le fue encomendada al Rentenbank; los créditos para el fomento de viviendas y grupos de casas baratas, y especialmente para las ciudades-jardines y saneamiento del casco viejo de las ciudades, le fue encomendado al Bau und Bodenbank. El Deutsche Siedlungsbank, por orden del gobierno, concedía préstamos para las colonizaciones agrícolas.

[13] Recordaremos también la obra de la señora Friedel Schumann, de Berlín, que en el invierno de 1937/38 hizo un viaje a caballo por toda la Prusia oriental colectando para el Auxilio de Invierno 160.000 marcos.

Los años transcurridos desde la revolución nacional han reforzado en todos los industriales alemanes la convicción de que precisamente tales factores relativos al desarrollo de la política y del Estado ejercen una enorme influencia sobre la esfera económica, aunque a primera vista parece que estuviesen fuera de ella.

La confianza en el Gobierno y en el porvenir influyen actualmente en su grado máximo en lo que hace o deja de hacer el industrial, y le protege contra los obstáculos y dificultades que acaso tenga que vencer en su obra. La eliminación de la dualidad del Estado y de la Economía, la eliminación de la lucha de clases, los nuevos caminos emprendidos para el restablecimiento de una verdadera comunidad del pueblo, la colaboración sincera y fraternal entre el patrono y el personal, son conquistas sociales que han aumentado la alegría del trabajo y desplegado la capacidad del espíritu creador. El concepto de “”trabajo productivo” ha podido elevarse sobre lo puramente material hasta llegar a adquirir la conciencia del cumplimiento del deber nacional y de la responsabilidad propia en el destino colectivo de la Nación.

¿Mediante qué líneas directrices y de organización se han podido obtener estos resultados tan favorables?

En la declaración programática, ya citada al principio de nuestra obra, Adolfo Hitler anunció que el nuevo gobierno se proponía “velar por los intereses económicos del pueblo alemán no por el camino tortuoso de una economía burocrática organizada por el Estado sino por el impulso más fuerte dado a la iniciativa particular sobre la base del reconocimiento de la propiedad privada”.

El reconocimiento del principio de que, en contraste con lo que ocurre en la Rusia soviética, el estado tiene por misión dirigir la Economía pero no administrarla por sí mismo (función que corresponde exclusivamente a la Economía misma) no puede ser más explícitamente expresado. También así ha sido establecido solemnemente el principio de la propiedad privada con lo que se estimula al patrono a ensanchar más su empresa para alcanzar los mayores resultados posibles.

Estos dos principios determinan las normas directivas para la reorganización nacionalsocialista de la economía industrial; aquellas exigen una administración autónoma cuya misión consiste en asesorar y tutelar a las asociaciones industriales o a los socios que forman parte de ella. Esta administración tiene el deber de transmitir al gobierno los deseos de los patronos que toman parte en la obra de reconstrucción económica.

A raíz de la toma del poder, en 1933, los nacionalsocialistas emprendieron el primer ensayo de agrupar a las grandes asociaciones industriales, según su género, en clases diferentes. Esta obra ya estaba tan avanzada en la primavera de 1934 que el ministro de Economía, Dr. Schmidt, pudo decretar el 27 de febrero del mismo año la ley sobre “la preparación de la reconstrucción orgánica de la Economía alemana”. Esta ley organizaba la economía industrial alemana en trece grupos principales, al cuyo frente se puso al jefe de la economía industrial y a su representante. El 27 de noviembre, el Dr. Schacht, como Ministro de Economía del Reich, transformó la organización económica dictada por la ley antes citada en un sistema corporativo según profesiones y regiones. El cargo del jefe de la Economía industrial fue suprimido y se creó la Cámara Económica Nacional que es una especie de cámara de compensación de los grupos recién creados. La organización de la economía industrial quedaba constituida como sigue:

La Cámara económica nacional, como órgano superior, se compone de los grupos siguientes: Industria (con sus siete grupos principales), Artes y Oficios, Comercio, Banca, Seguros, y Energía (gas, agua, electricidad). La organización total está bajo la dirección del ministro nacional de Economía, el cual puede nombrar y destituir al director de la Cámara económica, a su representante, y también a los directores de los distintos grupos.

Por el primer reglamento se han creado las corporaciones regionales. La Cámara económica nacional se divide en otras 18 regionales; los grupos centrales en grupos regionales; en el comercio al por menor se subdividen en grupos distritales y locales. Las Cámaras de Industria y Comercio se hallan al frente de toda la organización de la Cámara económica nacional.

El grupo del artesanado ocupa una posición especial. Conforme a una antigua costumbre está dividido por gremios. Lo dirige el jefe nacional de los maestros del artesanado que al mismo tiempo ejerce las funciones de jefe de este y es presidente de la Cámara del Artesanado del Reich. el grupo nacional está compuesto de 50 asociaciones gremiales; al Congreso del artesanado alemán están adheridas 61 cámaras de artesanos: un enlace entre las corporaciones puramente profesionales y semiprofesionales.

La diferencia más marcada entre la organización gremial y la de los restantes grupos reside en la rigurosa disciplina de la primera. En los demás grupos de la economía industrial también se observa un propósito de centralización, sobre todo en los primeros momentos, pero pronto surgen otras tendencias en particular de carácter regional. En el segundo decreto del 25 de septiembre de 1935 se nota que el dominio central intensamente riguroso en lo que concierne a la profesión, tiende a disminuir y se le da mayor campo de acción a la organización regional. La orden del ministro nacional de Economía, del 7 de julio de 1936, destaca la idea de la descentralización y la especial atención que se pone en los intereses regionales.

La nueva ordenación de la economía industrial parte del hecho -como ya hemos indicado- de que en el Estado nacionalsocialista no se puede prescindir de la administración autónoma de la Economía. Se trata de crear una organización que de toda clase de posibilidades de intervención al Estado autoritario y que ofrezca a los patronos colaboradores del frente económico la garantía de que sus deseos y experiencias lleguen con eficacia a conocimiento de los organismos superiores, a través de los grupos profesionales más inmediatos a la empresa y de las cámaras económicas regionales. Como se ve, en la Economía no se excluyen la dirección autoritaria y la administración autónoma, sino que se completan entre sí indispensablemente.

En convenio de Leipzig de marzo de 1935 (véase el capítulo “Política social”) ha establecido las bases sobre las cuales ha de efectuarse la colaboración entre la organización económica de la industria y el Frente Alemán del Trabajo, inspirándose en el principio nacionalsocialista de la comunidad del pueblo.

tomando como modelo el Frente Alemán del trabajo, se ha organizado un Tribunal de honor de la Economía alemana; asimismo, otros en las Cámaras económicas regionales. La organización económica se ha convertido por esta nueva ordenación en una organización unificada y clara al servicio de la jefatura económica del Estado y de sus finalidades con asociación obligatoria, en contraste con los tiempos anteriores en que solo existían asociaciones de intereses no sujetas a la asociación obligatoria. El principio de la Economía nacional ha superado así en este aspecto de la organización a los intereses particulares de la economía privada. El bienestar de la totalidad está por encima de la utilidad del particular.

En esta organización está el secreto de la coordinación de todas las fuerzas y de la acción uniforme en la Economía industrial alemana. Tanto ella como el Gobierno del Estado, capaz y de amplias miras, constituyen el fundamento esencial en que se apoyen todos los éxitos económicos.

El artesanado

Para darse una idea de la importancia del artesanado en la Economía alemana es suficiente recordar que en la época de la reorganización había en el país 1.542.000 talleres independientes con unos 1.050.000 oficiales y ayudantes, 300.000 obreros no cualificados, 500.000 aprendices, 100.000 empleados técnicos y comerciales y 250.000 miembros de familia auxiliares: en total unos 4 millones de personas empleadas en el artesanado. Unos 8 millones de personas, es decir, 1/8 de la población alemana vivían y viven todavía hoy del artesanado.

El artesanado formaba una parte muy importante de los seis millones de obreros alemanes parados. El volumen total e ventas en el artesanado descendió de 22.000 millones de marcos a unos 10.000 millones.

¿Cuales son los progresos que se alcanzaron en los últimos cinco años?

En primer lugar, como ya se dijo, por la ley del 29 de noviembre de 1933, se logró poner la organización del artesanado (Unión nacional de los artesanos alemanes) bajo la dirección única del Jefe del artesanado alemán y disminuir el número de gremios de 19.000, con carácter libre, a 16.000 con carácter obligatorio que comprenden unos 130 oficios de artesanos puros. Las asociaciones de oficios de artesanos, uniones de artesanos, gremiales y libres, de toda clase, cuyo total ascendía a 3.200, se han convertido en 750 asociaciones de distrito; de 390 agrupaciones profesionales regionales y 90 nacionales, se crearon 51 uniones gremiales nacionales y 5 grupos profesionales que están directamente unidos al grupo nacional Artesanado (Asociación nacional del artesanado). La organización total se ha simplificado mucho bajo la inspección y tutela de 59 Cámaras del artesanado; los gastos de organización han disminuido de 60 millones a 40 millones al año.

Otro importante progreso significa la institución del examen de los maestros, como condición necesaria para el ejercicio de un artesanado. La necesidad de esta medida se comprende bien, ya que antes solo un 40% de los maestros habían pasado este examen. El artesanado de esta forma eleva su valor cualitativo. A esto hay que agregar las escuelas de Artes y Oficios del Estado, las escuelas organizadas por las asociaciones gremiales y por las Cámaras así como la instrucción complementaria del Frente Alemán del Trabajo y mediante las escuelas privadas.

Un signo de la nueva moral y de la ética del trabajo es que también las cámaras del artesanado tienen ahora sus tribunales de honor. La cultura del artesanado ha experimentado al mismo tiempo un refuerzo vigoroso por el fomento de la propaganda, de las exposiciones y de la educación artística en el sentido de producir trabajo de buena calidad. Con este motivo hay que citar la magnífica Casa del Artesanado Alemán, recién construida en Berlín, con sus rejas de hierro forjado y las imponentes y simbólicas figuras de piedra. Como edificio central de la administración contiene una exhibición de labores hechas en los distintos oficios manuales. La instalación entera y el mobiliario son una prueba del valor y de la belleza de las creaciones del artesanado. En las exposiciones permanentes se muestran las nuevas obras que sirven de propaganda para los distintos ramos del artesanado. Una exposición permanente de muestras ofrece al exportador los datos necesarios sobre muchos productos codiciados por el público extranjero. Entre las particularidades más importantes de la actividad de la Asociación nacional del artesanado deben citarse:

1.º La fundación del Instituto del Artesanado Alemán. Este centro se destina a impulsar la producción científicamente estudiada y a mejorar la organización de los talleres; por su parte, 29 oficinas para el fomento del artesanado compiten prácticamente entre si en este sentido.

2.º La colaboración de la oficina central con la Cámara nacional de Bellas Artes y de otros organismos similares contribuye al aumento de la producción cultural principalmente en la moda, el arte mobiliario, la colonización, etc.

3.º Un gran número de peritos constructores se ocupan de mejorar el sistema de la adjudicación de las construcciones. La Sociedad Constructora Fiduciaria, fundada por el grupo de este artesanado, facilita los medios económicos para las edificaciones, de casas propias sobre todo, y vigila la marcha financiera de la construcción. Se han fundado 16 sociedades de contratistas de obras que dan el capital necesario al artesanado incluso para poder emprender grandes construcciones. En el abastecimiento de los productos de la industria manual se ha logrado una estimable alza de las ventas por medio de la Central del Reich encargada de la entrega y de las corporaciones de las diversas industrias, que están incorporadas a ella en número de unas 230.

Prescindiendo de estas medidas extraordinarias, la reanimación del artesanado alemán se ha podido realizar gracias al resurgimiento de la Economía nacional y por el consiguiente aumento del poder adquisitivo. El descenso del número de oficiales y ayudantes parados, por ejemplo, en la metalistería ha alcanzado la cifra del 70% y en la industria de la confección del 76%. El trabajo incontrolado ha disminuido de la misma manera. La cifra de negocios alcanzó ya en el año de 1935 a 15.000 millones de marcos, lo que supone un aumento de más del 50% en relación con el año de 1933 y de unos 18.000 millones en el año de 1937.

La industria

Los principales propósitos del grupo Industria, que después de su reorganización es el más importante y mayor de todos, son los siguientes: enseñanza técnica e instrucción de sus miembros; enseñanza de los nuevos procedimientos técnicos, sobre los nuevos materiales y sobre el ahorro de materias primas; enseñanza comercial de los miembros sobre las cuestiones económicas esenciales de su ramo (movimiento del mercado de los productos no elaborados y análisis del mercado de ventas); asesoramiento de los miembros en cuanto a la mejora de los procedimientos de trabajo y de administración para aumentar la rentabilidad (fomento de los conocimientos económicos de los miembros, contabilidad); asesoramiento en las cuestiones de organización de carteles y cooperación en el control de los mismos.

Otros temas no menos importantes son los siguientes: cuestiones especiales sobre política comercial; fomento de los institutos de educación e investigación; cuestiones de protección anti-aérea y de economía de la defensa nacional; presentación de dictámenes sobre asuntos de su especialidad; asesoramiento en todas las demás cuestiones de derecho comercial y social y de economía social; colaboración en la educación profesional de los jóvenes; colaboración en las cuestiones referentes a exposiciones y ferias.

Todos los fabricantes deben de ser miembros del grupo Industria ya que sería injusto que el industrial aislado pudiera cosechar para sí lo que sembraron sus colegas. Según la ideología nacionalsocialista el trabajo mancomunado es un deber para conseguir la máxima rentabilidad y el mayor rendimiento posible en beneficio del pueblo y del Estado.

El grupo Industria está organizado, según los ramos, en 29 grupos económicos; bajo la dirección de 7 jefes principales abarcan 225 grupos profesionales y 14 grupos de distrito; imponente resumen que podría ser objeto de simplificación uniendo unos grupos a otros. Si se compara la clasificación clara de la nueva organización con el sistema anterior de asociaciones económicas libre se verá que antes existían 1.185 asociaciones en la Federación nacional de la industria alemana y que la Unión general de industrias no tenía menos. Por otra parte, la industria alemana después de los Estados Unidos de Norteamérica es la más especializada del mundo y su organización debe por tanto responder a su enorme complejidad.

Una tal concentración organizadora de las fuerzas industriales es de gran importancia para la economía nacional y de una necesidad absoluta si el Estado quiere alcanzar una meta tan elevada como es la del segundo Plan cuadrienal. No se trata aquí de una red de servicios oficiales o de una burocracia económica, sino de una organización técnica y regional, que facilita la actividad y la iniciativa de cada una de las ramas industriales en todo el ámbito del Reich para resolver los grandes problemas planteados por el Estado en interés de la comunidad nacional.

El segundo Plan cuadrienal obliga a aumentar el rendimiento de la economía alemana porque se propone realizar una producción en grande de materias primas del país, a fin de asegurar a Alemania su independencia en ese terreno. La nueva organización ofrece la garantía de que la industria sabe aprovechar las investigaciones de la química explotándolas con el rendimiento necesario.

La coyuntura del primer Plan cuadrienal le planteó a la industria problemas que exigían la máxima capacidad de rendimiento tanto técnica como comercialmente. La naturaleza de la coyuntura, determinada por las necesidades del Estado, produjo una expansión de extraordinaria rapidez en algunas industrias y sobre todo el establecimiento de otra casi nueva en el Tercer Reich: la industria de los armamentos. Esto tuvo como consecuencia un súbito y considerable aumento de la producción en algunas industrias, una serie de requisitos de carácter especial sobre la calidad de los materiales y una gran demanda de obreros especialistas. Todo esto merece ser destacado.

Debido a la situación especial de Alemania en la economía mundial surgieron exigencias de distinta índole. Como las limitadas reservas de moneda extranjera no permitían un aumento del comercio de exportación que compensara los desembolsos hechos por la creciente adquisición de materias primas, la industria se vio ante la necesidad de establecer por sí misma una base de éstas en el propio país. Los resultados son más que satisfactorios. Alemania se encuentra actualmente en situación de producir ella misma casi la mitad de la cantidad de bencina que necesita; su industria de la lana celulósica le ofrece la posibilidad de fabricar por procedimientos químicos una considerable parte de sus fibras textiles. Lo mismo sucede con otros materiales alemanes como la resina artificial y el caucho sintético “Buna”. Los experimentos hechos, por ejemplo, en el Ejército alemán y en las últimas carreras de automóviles han demostrado que los productos fabricados con “Buna” son más resistentes que los mismos hechos con caucho natural. El precio algo más elevado de la “Buna” queda en parte compensado por su calidad.

Los datos estadísticos muestran que el número de obreros empleados en la industria durante el primer Plan cuadrienal se ha aumentado de 3,7 millones a 6,6 millones; a este último número hay que añadir 861.000 empleados. El promedio diario de la jornada de trabajo ha subido de 6,97 a 7,62 horas. La producción ha experimentado un aumento mensual considerable, de algo más de 600 millones de marcos ha subido a 1.200 millones y las sumas de salarios en la industria ha aumentado en más del doble: de 400 millones de marcos ha pasado a 865 millones [14].

El Comercio

La gran importancia de esta antiquísima actividad humana ha permanecido siempre la misma en la vida de los pueblos, en el transcurso de los siglos y a través de todas las mutaciones, tanto en las formas políticas como en las sociales. El mismo bolchevismo ha tenido que reconocer su error de la distribución mecánica de los bienes. Stalin lo manifestó tácitamente en el Congreso del Partido de 1934 cuando dijo:

“Por fin tenemos que darnos cuenta que el destino último de las mercancías no es la producción sino el consumo. En nuestro país se han dado casos en que, a pesar de la existencia de grandes cantidades de mercancías y productos agrícolas, estos no llegaban al consumidor sino que al contrario vagaban durante años por entre los rincones burocráticos de la susodicha red de distribución de mercancías fuera del alcance del consumidor. Así se explica que la industria y la agricultura bajo tales condiciones perdieran todo estímulo para aumentar la producción y que la red de distribución de mercancías fuera amontonándolas mientras que el labrador y el obrero carecían de ellas. el resultado fue la ruina de la vida económica del país a pesar de la existencia de productos.”

Y refiriéndose al fracasado intento de un “comercio de Estado”, Stalin continuó diciendo:

“Hay que terminar con la costumbre malsana de los funcionarios comerciales de distribuir mecánicamente las mercancías; además, hay que hacer desaparecer el desprecio a las necesidades del consumidor, el automatismo en la distribución de las mercancías y la ausencia de responsabilidad personal en el comercio.”

En la nueva Alemania el principio de que “el interés general está por encima del interés particular” ha sido también aplicado al campo del comercio. El comercio ha sido reconocido como una parte imprescindible de la Economía nacional y al mismo tiempo que el Estado, por medio de medidas prácticas y legislativas, pone todo empeño en estimular la iniciativa privada y reforzar la aportación personal, interviene también, asegurando la estabilidad del mercado y dirigiendo la Economía nacional en beneficio general de la Nación. La iniciativa privada debe continuar desarrollándose, pero su camino lo señala el Estado. Antes, cuando el comercio no tenía obligación ninguna con respecto a la economía general, el juego de la oferta y de la demanda dominaban por si solos el mercado; el comercio regulaba el mercado y los precios; la economía privada, desligada de todo estímulo en favor de resultados beneficiosos a la Economía nacional, servía solo para satisfacer el interés particular, aspirando el mayor provecho en relación con el capital invertido a base de precios máximos en perjuicio del consumidor. Actualmente, el Estado dirige las aspiraciones comerciales hacia la utilidad particular en beneficio de la colectividad y como consecuencia favorece a la Economía nacional.

A este fin se han destinado una serie de leyes especiales y disposiciones complementarias para la inspección de los precios del ministro nacional de Economía y del Comisario del Reich. Las órdenes del Comisario son extraordinariamente amplias.

Gracias a estas medidas y a la nueva organización de la Economía industrial alemana se ha logrado, desde mediados de 1933, un considerable aumento del comercio.

La estadística oficial del Reich alemán en realidad no puede presentar un cuadro exacto del número de empresas comerciales y de las personas ocupados en el comercio. Esto se deriva de que el último censo de las empresas, en el cual están apoyados los resultados de la estadística del Reich, fue ejecutado en 1933. Desde entonces 6 millones de connacionales han sido reincorporados al proceso del trabajo y cinco generaciones de jóvenes entraron a formar parte de la vida profesional, correspondiendo una buena parte al ramo del comercio. Además, como el censo de las empresas industriales fue efectuado con anterioridad a la reconstrucción de la Economía alemana, era natural que en tal momento todavía no se hubiesen podido establecer las correspondientes deducciones. Si tomamos como base el censo de 1933 de la economía industrial, el número de asalariados para el grupo del Comercio de aquel año se elevó a 3,8 millones, frente a 5,5 millones en el grupo de la Industria y 4 millones en el grupo del Artesanado. Con respecto al número de las empresas se muestran considerables diferencias entre los resultados obtenidos en el censo de las empresas y el número del grupo Comercio, originadas por las mismas causas. Hoy existen en la organización obligatoria del comercio alemán, representada por el grupo del Comercio con sus 5 ramas económicas y sus 8 grupos profesionales independientes, más de 1,2 millones de empresarios y su respectivo persona, unidos por la base vinculadora de una conciencia profesional común y al mismo tiempo por iguales aspiraciones en el rendimiento de la Economía nacional.

Todos los grupos del comercio han quedado comprendidos desde 1935 en el alza general de las ventas. Esta prosperidad se mostró particularmente ostensible en el comercio al por menor que pasó de 21.800 millones de marcos en el año de 1933 a unos 31.000 millones en el año de 1937; los beneficios de la industria hotelera, que en el año de 1932 había alcanzado su máximo depresión con la cifra de 3.800 millones de marcos han subido en el año de 1937 a 5.200 millones. En el comercio al por menor alemán esto significa un incremento del 45% y en la industria hotelera de 36% en relación con el nivel más bajo de los años de crisis.

El cálculo del movimiento de capitales en el comercio al por mayor no se puede establecer con la misma exactitud para los años anteriores. Los cálculos aproximados del año 1933, descontando la importación y la exportación dan la cifra de 23.000 a 25.000 millones de marcos. Se puede suponer que desde aquel año el comercio al por mayor en Alemania ha experimentado un aumento semejante en el volumen de sus cifras de negocios a juzgar por los suministros hechos al comercio al por menor. El volumen de las ventas ha sido más elevado en aquellas ramas del comercio al por mayor proveedoras de la industria y del artesanado, que en aquellas otras proveedoras del comercio al detalle. Teniendo en cuenta todos los factores de la cuestión se puede suponer que el incremento en el comercio interior al por mayor se ha elevado en un 60% de 1933 a 1937, es decir, en cerca de 1/3 más que el aumento en el comercio al detalle. Basándose en cálculos prudentes y escrupulosos se puede suponer que la cifra de negocios del comercio al por mayor en Alemania asciende en el año de 1937 a la suma de unos 40.000 millones de marcos.

Sumando las distintas cantidades que se obtienen en cada uno de los ramos comerciales resulta para el comercio al por mayor, al detalle ambulante e industria hotelera un total de unos 76.000 millones de marcos para el comercio alemán. Esta cifra no debe estimarse exagerada pues en ella no se incluyen las sumas resultantes del comercio de importación y exportación y los servicios de los intermediarios así como los de las empresas de los grupos profesionales autónomos del grupo Central Comercio. Por tanto se puede estimar la cifra global del Comercio alemán en el año de 1937 en unos 80.000 millones de marcos; un resultado de la Economía nacional que se puede poner dignamente al lado de los obtenidos en otros ramos de la vida económica de Alemania.

También en estos últimos años, se han exigido al comercio, dentro de sus posibilidades, importantes sacrificios; pero este espontáneamente los ha tomado a su cargo y aceptado con gusto aunque para muchos parecían muy duros después de la crisis económica que lo había arruinado. No es así como quizá quisieran opinar quienes se encuentran alejados de los problemas; en realidad, las ganancias líquidas del comercio no corresponden proporcionalmente al alza de las cifras de venta. Pensando en los intereses superiores de la comunidad, el Comercio alemán en los últimos años ha renunciado a una parte importante del margen de sus beneficios e incluso ha prestado una contribución esencial -pudiera decirse duplicada- a la rebaja de precios en numerosos artículos de marca. y no solo ha prescindido de este margen de ganancia para promover una reducción en los precios sino que, además, por la rebaja del costo de producción, ha desistido también de su legítimo beneficio líquido.

En muchos casos el aumento de la cifra de negocios no hubiera sido suficiente para compensar los descuentos impuestos por las reducciones de los precios. Sin embargo, se pudo imponer al comercio tal sacrificio porque se sabía que bajo la dirección experta del grupo comercio y sus organizaciones había aumentado notablemente el rendimiento y con ello podía cumplir plenamente con su obligación respecto a la Economía nacional para la racionalización más intensa de la empresa.

En relación con lo anteriormente expresado hágase mención solo de los trabajos encaminados a la introducción de una contabilidad comercial regular para todas las empresas comerciales, a la instalación de oficinas fiduciarias en conexión con la organización profesional de los agentes fiduciarios de la economía y, por último, a las transacciones de empresas realizadas por medio del Comercio. todos estos trabajos contribuyen al aumento de la capacidad productiva del Comercio alemán, del cual la Economía nacional tiene más necesidad de la que jamás hubiera tenido en el pasado, ya que en la actualidad se encuentra en el momento de su más potente concentración; en efecto, los vastos proyectos económicos, característicos en la Economía nacional del presente, no se terminan con solo organizar y orientar la producción de mercaderías, sino en verdad se complementan cuando se consumen razonablemente de acuerdo con la finalidad para la cual han sido destinadas.

Política financiera

Otro punto importante del programa de Adolfo Hitler, ya mencionado anteriormente, es el reconocimiento de la propiedad privada. El Estado nacionalsocialista ha sometido también al capital bajo su dirección.

Este principio sirve para fomentar la formación de capital en Alemania ya que es natural que el capitalista no se decida a colocar capital en Alemania ya que es natural que el capitalista no se decida a colocar capital por iniciativa propia en una empresa de interés nacional, a menos que el Estado o la comunidad le garanticen un beneficio seguro. Así se ha cumplido una condición necesaria para el nuevo Estado: la de hacer efectiva la formación de capital sin lo cual le hubiera sido posible realizar su grandioso programa socialeconómico y organizar la defensa nacional. Seguramente ha sido un éxito de esta política financiera, el haber logrado unificar el mercado de capitales y dirigir la corriente del dinero para dar cumplimiento a los problemas planteados.

En 1933 el capital ahorrado era muy limitado. Muy malas eran también las circunstancias concernientes a los impuestos. entre el mercado monetario y el del capital existía una tirantez extraordinaria que exigió mayor efectividad del mercado del capital mediante una reglamentación adecuada del mercado monetario, para animar paulatinamente el poder de sus funciones y consolidar así la confianza de los poseedores de valores en la capacidad de absorción del mercado de capitales.

Una intervención del mercado de capitales privados hubiera eliminado por completo la iniciativa privada, que precisamente se trataba de reanimar. el Estado tuvo que adoptar nuevos métodos para no entorpecer el desarrollo normal y poner en peligro el sistema monetario o el presupuesto nacional. como ya hemos dicho, el Estado se decidió por una vasta creación de créditos que le hizo posible combatir con éxito el paro forzoso, estimular una amplia coyuntura en el interior del país y llenar los vacíos de capital que existían en la Economía. Por esto la política del capital, es decir el sistema monetario, de crédito, bursátil y del ahorro en conjunto, a partir del año de 1933, toma una posición especial en la legislación de Alemania.

La importante ley del 5 de diciembre de 1934 “sobre el crédito” realizó una verdadera reforma bancaria y crediticia y creó al mismo tiempo la base para una política de crédito, sistemática y uniforme, con disposiciones especiales para la reglamentación de las operaciones de las cajas de ahorro dentro de los Bancos y para la protección del ahorro público.

La idea central de esta ley es la reunión de todas las fuerzas de la política bancaria y crediticia, la administración económica de los fondos existentes y por ingresar, (es decir, evitar los negocios dudosos y restringir los gastos generales, ambos esenciales para rebajar el tipo de interés); la división adecuada del trabajo en el aparato bancario, la supresión de la competencia ilegal e irregular, la garantía de las demandas de crédito de cuantía media y pequeña, la distribución adecuada del crédito por regiones, la limitación severa de los negocios especulativos, la constitución de una reserva líquida en interés de los ahorradores y depositadores de capital y por último una mayor publicidad de los balances de los Bancos.

Los institutos bancarios están bajo la vigilancia de una oficina inspectora y de un comisario de bancos subordinado a esta. La libertad en el comercio bancario queda suprimida. La concesión de créditos, la relación entre el capital propio y las obligaciones generales, la liquidez, la contabilidad, la creación de créditos bancarios y todas las demás operaciones bancarias están bajo la constante inspección y control del organismo competente. Una separación más rigurosa entre los depósitos de cuentas corrientes y los de Cajas de ahorros así como las disposiciones sobre la liquidez que incluyen en la reserva líquida los valores a renta fija pignorables por el Reichsbank, salvan la distancia que existía entre el mercado monetario y el del capital y aseguran un mercado de valores a renta fija, fértil y duradero.

Como complemento de esta ley que acabamos de enunciar, apareció la “ley del stock de empréstitos” en virtud de la cual se determina que las sociedades capitalistas, que, a consecuencia de la reanimación del mercado interior creado por el Estado, procedieran al aumento de los dividendos, no podrán en lo sucesivo repartir sus ganancias en la forma que mejor les parezca, sino que tendrán que depositar en el stock de capital de producción del Banco de Descuento alemán una parte importante de la ganancia, si ésta pasa del 6 u 8%. Este stock de empréstitos será administrado “fiduciariamente” para los socios, sin tocar la propiedad y será repartido entre ellos pasados cuatro años. Con estas medidas el Gobierno quiere poner a contribución una parte de las fuerzas sobrantes de las sociedades anónimas, producidas sobre todo por la reanimación del mercado interior, para consolidar así el mercado de capitales y de este modo llegar a la reducción sistemática del tipo de interés.

Además, en 1934 por una reorganización de la Bolsa, se redujo el número de las Bolsas de valores de 21 a 9 dando por resultado mayor concentración de capitales en menor número de Bolsas.

Una prueba del restablecimiento de la confianza del ahorrador alemán nos la ofrece la cifre de más de 16.000 millones de marcos de depósitos en las Cajas de ahorros; el empréstito emitido en 1935 por valor de 1.000 millones de marcos fue suscrito en partes iguales por los Bancos en el mercado público y por las Cajas de ahorros.

Hay que recalcar que todas las cajas de ahorros alemanas han colocado solo la cantidad de 1.500 millones de marcos en empréstitos del Estado; por el contrario, las Cajas de ahorros de otros países -por ejemplo en Francia e Italia- han tomado una participación mucho mayor en los créditos al Estado. Incluso, los cinco bancos mayores de Londres tienen colocados más de 5.000 millones de marcos en valores del Estado inglés. El capital móvil de los ocho bancos alemanes más fuertes alcanza aproximadamente la cifra de unos 7.000 millones de marcos.

Para no cansar al lector haremos caso omiso de las medidas tomadas por el nacionalsocialismo sobre reducción del tipo de interés bancario, sobre los bancos del Estado, sobre las Cajas de ahorros y de giros, sobre la liquidación de las mutualidades, etc. Con estas disposiciones se ha dado un paso importante hacia la depuración del mercado de capitales y el restablecimiento de una situación económica sana. A continuación hablaremos de la legislación sobre el régimen de divisas que se puede considerar como un conjunto de medidas que, con relación al mercado exterior, se ha hecho necesario debido a la escasez de existencias de oro y de divisas extranjeras.

Los resultados alcanzados hasta ahora no se deben considerar más que como una etapa en el camino emprendido, pero no se puede negar que el sistema del crédito ha hecho considerables progresos durante el tiempo del primer Plan cuadrienal. Los activos de los institutos de crédito han sido purificados de las escorias de las épocas anteriores. Se ha logrado sustituir las deudas exteriores por depósitos alemanes; se ha visto que la industria bancaria es, lo mismo antes que ahora, imprescindible para el buen funcionamiento del mercado de capitales. Ante todo se ha creado una situación muy clara en las relaciones entre el Estado y el crédito. Por último, los rudos antagonismos que antes existían entre las diversas partes de la industria del crédito, han sido eliminados gracias a la actividad conciliadora del comisario y del grupo superior de Banca.

El comercio exterior

Alemania ha sido en todos los tiempos uno de los primeros países exportadores del mundo, sobre todo de productos manufacturados. El comercio alemán de exportación de artículos de toda clase, desde máquinas y buques hasta productos químicos, desde motores eléctricos y aparatos de radio hasta mecánica de precisión, desde cintas cinematográficas hasta juguetes para niños, etc., ha dado al Reich gran renombre como proveedor del mundo.

La crisis mundial, los monstruosos pagos por concepto de reparaciones de guerra y los más diversos obstáculos que el extranjero ha opuesto a la exportación alemana, hicieron que el comercio exterior disminuyera casi un tercio.

Mientras en la época anterior a la crisis mundial el valor de la exportación alemana alcanzó en el año de 1928 la enorme cifra de 12.276 millones de marcos y en el año de 1929 la de 9.833 millones, bajó en el tiempo de la toma del poder por el nacionalsocialismo a 4.871 millones y alcanzó en los años siguientes su máxima depresión con la cifra de 4. 167 millones de marcos. el excedente de exportación de 1.643 millones en el año de 1930, o el de 2.872 millones en el año de 1931, descendió a 667 millones en el año de 1933 y se transformó en el año de 1934 en un saldo negativo de 284 millones de marcos.

Es un consuelo lamentable que el comercio exterior de otros países industriales acuse aproximadamente el mismo proceso. Alemania, debido a sus deudas exteriores, a su carácter tan marcado de país industrial, a su penuria en oro y divisas disponibles y a la falta de muchas materias primas que necesita para su industria tan desarrollada, se halla en situación especial.

El origen de estas deudas es harto conocido: el Dictado de Versalles. Basándose en el susodicho Convenio de Paz, no sólo se ha despojado casi completamente a Alemania de sus capitales invertidos en el extranjero por valor de unos 25.000 millones de marcos, con los réditos de los cuales pagaba sus excedentes de importación, sino que se ha obligado al Reich a pagar en moneda extranjera las “reparaciones” que se le impusieron.

Una vez que se hizo patente la imposibilidad de transferir estas reparaciones al extranjero en forma de mercancías, Alemania fue declarada capaz de pagar dichas reparaciones por el Plan Dawes y más tarde por el Plan Young. Se emprendió el fatal camino de contratar, con bancos y particulares extranjeros, empréstitos y créditos por un valor de 27.000 millones de marcos cuyo producto en divisas fue destinado en gran parte al pago de las reparaciones.

Como el Presidente de entonces del Reichsbank, Dr. Schacht, declaró el 30 de agosto de 1934 en al Conferencia Internacional de Economía agraria en Bad Eilsen, el contra valor del marco redundó en beneficio de las empresas económicas alemanas que habían recibido los créditos extranjeros e incluso las divisas afluyeron pasajeramente al Reichsbank; pero del otro lado, el Gobierno sacó de nuevo de la comunidad el importe de las reparaciones, por medio de impuestos y otras medidas similares con lo cual compró al Reichsbank las cantidades de divisas necesarias para transferirlas a las potencias beneficiadas por las reparaciones.

La llamada memoria Layton de la Conferencia Internacional de Basilea de 1931 comprobó, con las cifras a la mano, de manera inequívoca, que Alemania, en los años que han seguido al Plan Dawes, no ha obtenido superávit alguno en su balanza comercial, con el cual le hubiera sido posible atender a sus pagos de reparaciones. Los gobiernos aliados han recibido hasta fines de 1931, por el concepto de reparaciones acumuladas, la cantidad de 10.300 millones de marcos que en el fondo han pagado sus propios ciudadanos y los de los Estado neutrales. Visto desde el punto de vista de la deuda exterior alemana hay que añadir que se componen de las cargas por reparaciones desde principios de 1931 y de los intereses de los pagos por reparaciones hechos con dinero prestado. Alemania por tanto, solamente por el concepto de reparaciones, ha contraído una deuda de más de 15.000 millones de marcos con los capitalistas extranjeros.

Este sistema tan absurdo como irresponsable tenía que fracasar tan pronto como el extranjero suspendiera la concesión de nuevos créditos. El mismo Plan Dawes había expresado claramente que las deudas internacionales sólo podrían ser amortizadas por medio de mercancías o de servicios y que las operaciones de crédito internacional servirían en efecto para ocultar por algún tiempo el cumplimiento de las deudas pero no para su eliminación definitiva.

La situación se hizo aún más peligrosa debido a que la participación de los créditos a corto plazo en la deuda total crecía continuamente, sobre todo cuando a raíz de la quiebra bursátil americana de octubre de 1929 se hizo más difícil la colocación de empréstitos a largo plazo.

En el verano de 1931 los créditos a corto plazo fueron retirados en masa, con el resultado de que el sistema internacional de crédito impuesto por las reparaciones se deshizo como un castillo de naipes sepultando consigo el disparatado tinglado de las reparaciones. El terrible golpe que le fue asestado al edificio del crédito alemán durante el año de 1931 y sobre todo en el mes de julio está aún fresco en la memoria de todos: cierre temporal de los bancos y bolsas, garantía del Reich al Danatbank y ayuda al Dresdnerbank, redescuento del 15% del Reichsbank, control riguroso de divisas, moratoria, suspensión de pagos de numerosos bancos, emigración de capitales por valor de ¡4.900 millones de marcos!

Si bien algunos políticos de diferentes naciones intentaron salvar la situación, no consiguieron encontrar el necesario apoyo para resolver la crisis por el camino de una colaboración internacional. La suerte estaba echada.

La memoria de la Comisión especial consultiva del Banco Internacional de Pagos de Basilea, de fecha 23 de diciembre de 1931, contiene la siguiente afirmación: “Todos los países han sufrido grandes trastornos a consecuencia de la crisis de crédito de este verano, pero en Alemania sus efectos han sido desoladores.” Y más adelante: “Las cargas tributarias en Alemania son tan enormes que no es posible aumentarlas más.” Así se vio obligado todo el mundo a deducir las consecuencias de la nueva situación, a concertar en enero de 1932 el “Convenio de crédito alemán” y algunos meses más tarde, en Lausana, a derogar el pago de las reparaciones.

Las deudas extranjeras, como queda mencionado, fueron la consecuencia de la política de las reparaciones y de la equivocada colocación de créditos y siguieron invariables a fines de 1930 con un importe superior a 25.000 millones de marcos, de los cuales alrededor de 15.000 millones eran a corto plazo. Actualmente estas deudas ascienden a 11.000 millones, es decir, a algo menos que las reparaciones pagadas desde el Plan Dawes, incluidos los intereses correspondientes. A pesar de las enormes dificultades que el extranjero han impuesto al comercio exterior alemán, el Reich, en el curso de 6 años, no sólo pudo mantener el pago de los intereses por valor de varios millones de marcos al año, sino además reembolsó más de 8.000 millones de las deudas originales que a raíz de la toma del poder por el nacionalsocialismo importaban unos 20.000 millones de marcos. Desde luego hay que anotar que la reducción de 4.000 millones ha sido debida a la desvalorización de algunas monedas extranjeras.

Alemania no ha retirado su firma con la cual contrajo estos compromisos. El Dr. Schacht, ha repetido a menudo que Alemania se esforzará siempre (mientras esto sea posible, es decir, en tanto lo permitan las reservas de divisas del Banco) en satisfacer los créditos existentes. “No queremos olvidar” -dijo en su discurso pronunciado en Königsberg el 18 de agosto de 1935- “que nuestros acreedores extranjeros no son los gobiernos, sino millares de ciudadanos de esos países los que nos han prestado sus ahorros.”

Por lo que antecede, no debe extrañar que las reservas de oro y divisas del Reichsbank hayan disminuido a una suma tan insignificante.

Tales reservas importaban, a fines de 1931, 1.156 millones de marcos y esto después que la crisis bancaria había ocasionado una reducción de más de 3.000 millones de marcos; en el curso del siguiente año disminuyeron estas reservas a 920 millones. A fines de 1933 llegaron a un nivel de 395 millones de marcos, a pesar de un ingreso de divisas por importe de 100 millones de marcos, realizado en virtud de la ley “contra la traición a la Economía alemana” de julio de 1933.

La política de procuración de trabajo del Gobierno nacionalsocialista ha tenido como consecuencia un aumento en las importaciones de materias primas; desde el punto de vista de las divisas esto tiene una importancia especial ya que los precios de aquellas mostraron en el invierno de 1933/34 una tendencia al alza. Este aumento de las importaciones junto con las dificultades cada vez más agudas que encontraba a su paso la exportación alemana, hizo que la balanza comercial alemana que en 1933 señalaba un saldo favorable de 667 millones de marcos se convirtiera en un saldo pasivo de 284 millones en el año de 1934. Este saldo negativo, los crips (abreviatura que significa: obligaciones de la Caja de conversión de las deudas exteriores alemanas) así como las demás obligaciones de capitales hicieron disminuir rápidamente las reservas de oro y divisas del Reichsbank, de forma que a fines de marzo de 1934 éstas importaban 245 millones de marcos y a fines de junio llegaban solamente a 77 millones.

Tan pronto como pudo darse cuenta de este alarmante estado de cosas, el Reichsbank a principios de marzo de 1934 tomó las medidas adecuadas para contrarrestarlo. El contingente de importación de divisas que desde mayo de 1932 hasta febrero de 1934 había permanecido inalterable en el nivel de 50% de los años de 1930 y 1931, se redujo al 45% en marzo de 1934, al 35% en abril, al 25% en mayo, al 10% en junio y al 5% en julio del mismo año. Además, en virtud de la ley “sobre el comercio de materias primas y mercancías semi-manufacturadas extranjeras”, de fecha 21 de marzo de 1934, se dictó la prohibición temporal de importar materias primas importantes. Las oficinas de control tenían a su cargo de moderar la adquisición de las materias primas.

Estas medidas no produjeron sin embargo el resultado esperado, en parte por que había que cumplir con los contratos ya concertados en meses anteriores que obligaban a la aceptación ulterior de mercancías, en parte también porque, mediante el convenio de pagos llamado de la “cláusula de Suecia”, las cuentas especiales de los Bancos emisores extranjeros abiertas en el Reichsbank hacían ineficaces estas mismas medidas. A fines de junio el Reichsbank se vio obligado a recurrir a un expediente de carácter transitorio: el reparto de divisas, limitando su entrega diaria al monto de su ingreso. Las solicitudes para la adquisición de divisas eran atendidas según su grado de urgencia repartiéndolas en proporción a las que ingresaban diariamente.

El Reichsbank pudo de este modo detener el retroceso ulterior de las existencias de oro y divisas que había descendido a 75 millones. Sin embargo, como por este medio sólo regulaba el pago pero no limitaba la importación efectiva, surgieron numerosas deudas comerciales cuya fecha de vencimiento había pasado ya, aumentándose cada vez en mayores proporciones y amenazando arruinar el crédito de los exportadores alemanes con el resultado de que la importación a tres meses vista su substituyera con más frecuencia por la efectuada al contado. Durante el mes de julio de 1934 fueron creciendo las dificultades en relación con el reparto de divisas por lo que se hacía inevitable una reglamentación definitiva de la importación global conforme a normas uniformes.

El presidente del Reichsbank, Dr. Schacht, que a fines de julio fue encargado del ministerio de Economía, en su discurso pronunciado en la velada de la Prensa en la Feria de Otoño de Leipzig, el 26 de agosto de 1934, anunció la implantación del sistema de leyes y disposiciones que se conoce bajo el nombre de “Plan nuevo”. Este sistema, con su ordenación clara y concluyente, regula aún en la actualidad y con gran éxito el comercio exterior de Alemania.

“El principio supremo de toda concepción comercial”- decía el Dr. Schacht- “debe ser y será el no contraer obligación alguna de cuyo cumplimiento no se esté el no contraer obligación alguna de cuyo cumplimiento no se esté seguro; durante largo tiempo la política ha amenazado estas reglas comerciales. Estoy firmemente decidido a terminar con este estado de cosas y confío en la comprensión de todos los sectores económicos del mundo. No nos queda más que un solo camino recto y este es el de hacer concordar nuestra importación con nuestras posibilidades de pago.”

El nuevo plan creado en septiembre de 1934 persigue, como se ve, restablecer en la economía el principio del comerciante honrado de no comprar más que lo que pueda pagar, y al mismo tiempo ejercer una influencia en el sentido de que los alemanes compren en primer lugar lo que sea absolutamente necesario para Alemania. No es necesario que el pago se haga en efectivo; también se puede hacer, como en las operaciones de compensación, una especie de trueque de mercancía contra mercancía. En todo caso, el plan Schacht impide que se efectúen compras y se importen mercancías para las cuales no haya posibilidad alguna de pago o en las que no se tenga asegurada su contrapartida.

Con objeto de tener un control permanente sobre la efectividad del plan y una clara idea de conjunto sobre el desarrollo de la situación del comercio alemán y de su tráfico de mercancías con el extranjero y, además, para poder distribuir metódicamente las mercancías en el mercado interior, se organizaron 27 oficinas de inspección para todos aquellos productos que estaban en relación con la exportación. Con esto no se ha conseguido una vigilancia perfecta de la importación que pone a Alemania en condiciones de pagar sus compras en el extranjero, ante todo a sus clientes (es decir, a los compradores de productos manufacturados alemanes).

Un jefe del ministerio de Economía, Director del Reichsbank Karl Blessing, ha caracterizado el Plan Nuevo del modo siguiente:

“El Plan Nuevo persigue como finalidad inmediata armonizar nuestra importación con las posibilidades de pago y como finalidad lejana organizar y desarrollar nuestra balanza comercial de tal manera que se puedan satisfacer nuestras necesidades vitales de importación y atender a nuestras obligaciones restantes. Cuanto más nos ayuden nuestros países acreedores tanto mayor será la posibilidad de pagar nuestras deudas.”

Este sistema representa en efecto una medida que limita la libertad de las casas comerciales; el mismo Dr. Schacht considera este plan como algo “monstruoso” porque por él se vuelve a los más primitivos caminos comerciales: a cambiar perlas de vidrio por marfil, como era costumbre hace 80 o 100 años en el África central. Más, sin este procedimiento no le hubiera sido posible a Alemania salir adelante.

El objetivo de la política comercial alemana, de sólo comprar en el extranjero aquellos productos de imprescindible necesidad vital, no se ha alcanzado en su totalidad, debido a la naturaleza misma del comercio exterior. Los proveedores extranjeros se ven obligados a veces a vender, además de los productos importantes para Alemania, aquellos otros a los cuales ésta podría renunciar sin pena. Así, por ejemplo, el Brasil sólo suministra algodón a los compradores de su café; Chile sólo entrega cobre a los que adquieren salitre. A pesar de estas dificultades se ha logrado adaptar ampliamente la estructura de la importación alemana a las necesidades vitales de la Economía nacional. Del mismo modo ha quedado eliminado definitivamente el saldo desfavorable del comercio exterior de Alemania, del año del 1934. En el año de 1935 la exportación alemana superaba ya a la importación en 111 millones de marcos; en el año de 1936 se alcanzó un superávit de 550 millones y en 1937 de 443 millones de marcos.

El nuevo plan se puede considerar como un éxito de la política económica de Alemania. Este éxito se puede resumir en los cuatro puntos principales, siguientes:

1.º La aportación de capital para llevar a cabo el enorme programa de procuración de trabajo y de rearme por sus propias fuerzas sin que se produjera alteración alguna en el mercado monetario o en el valor de la moneda.

2.º Cancelación de 8.000 millones de marcos de deudas extranjeras. En efecto, se ha logrado llegar a una inteligencia con los países extranjeros en la cuestión de las deudas. La conservación de la paridad del oro de la moneda alemana ha contribuido al mismo tiempo a que Alemania pudiera beneficiarse en la reducción de sus deudas de todas las ventajas de la desvalorización de las monedas de los otros países.

3.º El nuevo plan ha hecho posible el aumento de pedidos de materias primas y productos semi-manufacturados y asimismo la disminución al mínimo del importe de productos manufacturados. Además, con esto se creó la posibilidad de entrar en competencia con el extranjero aún en aquellos mercados en que el fabricante extranjero parecía haber conseguido una gran ventaja en los precios gracias al dumping monetario.

4.º Estabilidad en la paridad monetaria.

Este último punto merece ser objeto de un detenido estudio porque no ha sido obra muy fácil para Alemania mantener el curso del marco a la altura debida, a pesar de la desvalorización monetaria en otras naciones grandes y pequeñas y de ciertas corrientes de opinión en los centros económicos alemanes en favor de una desvalorización del marco, según las cuales se favorecería al comercio exterior, tan necesario al Tercer Reich.

El presidente del Reichsbank y ministro delegado de Economía no dio jamás la más mínima posibilidad para que esta esperanza pudiera realizarse. Ya el 22 de febrero de 1934, con motivo de un discurso ante la Federación nacional de banqueros dijo:

“Señores: Ustedes saben que a mi me gusta hablar claro. Por tanto quiero expresar aquí, abiertamente, que me es harto conocido el criterio de ciertos grupos de exportadores, según el cual no se puede mantener la exportación sin desvalorizar el marco. Estoy tan convencido de que el interés de la procuración de trabajo no sólo es necesario sostener la exportación alemana, sino que es necesario aumentarla, que yo no dejo pasar la menor ocasión para hacer notar que además de atender el mercado interior no se debe descuidar tampoco la exportación... No obstante, no puedo subscribirme a la idea de proceder a una desvalorización del marco. Las razones para ello son las siguientes:

1.º La exportación alemana se basa en su mayor parte en la elaboración de las materias primas extranjeras que sufrirían un inmediato encarecimiento si se desvaloriza el marco. En esto reside la diferencia fundamental respecto a Inglaterra que produce sus materias primas, casi sin excepción, en su propio imperio. (Lo mismo puede decirse respecto a los Estados Unidos que también son casi autárquicos en materias primas. Observación del autor).

2.º El gran sacrificio de la desvalorización del marco sería de muy poco provecho, porque la contracción del comercio mundial, que se basa en otros principios completamente distintos, no sería aliviada de esta forma por nosotros y nuestra participación en el mismo no podría aumentar sobre el nivel actual, debido a que tanto América como Inglaterra no han estabilizado en definitivo sus monedas respectivas y responderían inmediatamente con una nueva desvalorización.

3.º Aún existen otros medios para hacer frente al dumping monetario de otros países sin tener necesidad de reducir el valor del marco. El sistema de la exportación adicional contra el pago de marcos bloqueados, bonos extranjeros y scrips, organizado por nosotros, nos permite resarcirnos de cierta parte de lo que nos quita la desvalorización inglesa y americana. Este sistema es todavía muy susceptible de un desarrollo progresivo y en este sentido haremos todo lo que podamos, sobre todo una vez que los acreedores extranjeros hayan comprendido por fin la justificada necesidad de este sistema.

Para terminar quiero hacer constar expresamente que la voluntad del Gobierno de conservar el poder adquisitivo al obrero y al pequeño ahorrador no ha sido quebrantada en lo más mínimo y que por lo tanto no se puede hablar de una desvalorización del marco.”

A estas razones tan claramente expuestas se puede añadir todavía que una desvalorización habría sido equivalente a un aumento en las cargas de las deudas al extranjero, ya que éstas en su mayoría están estipuladas en divisas. La ventaja obtenida por Alemania en la reducción de sus deudas a consecuencia de la desvalorización de las otras monedas habría desaparecido totalmente. Por otra parte existiría el peligro de que las exportaciones, actualmente posibles, tendrían que ser ofrecidas a un precio más barato que hasta el presente, de modo tal que, expresado en moneda extranjera, aparecería en primer lugar una reducción del producto de la exportación que, por de pronto, tendría que ser compensado por un aumento de ésta. En tanto que sólo se realizara un aumento en la cantidad y no en la calidad no se conseguirá ventaja alguna sino, al contrario, una desventaja en relación con el estado actual, puesto que el contingente de materias primas incluido en las cantidades aumentadas de exportación tendría que ser pagado en moneda extranjera.

Por último, una desvalorización de la moneda en un país como Alemania, ya acostumbrado a la inflación, tendría sin duda alguna repercusiones perjudiciales en el aparato crediticio y en el espíritu de ahorro del pueblo. Todos los progresos que se han logrado en el campo del mercado de capitales quedarían anulados de golpe.

El 27 de septiembre de 1936 el gobierno francés hizo llegar a manos del gobierno del Reich la nota publicada por París, Londres y Washington sobre la desvalorización del franco francés llamando la atención en particular sobre el párrafo en el que se solicitaba la colaboración del resto de las naciones para llevar a cabo la política formulada en dicha nota. El presidente del Reichsbank puso en conocimiento de la opinión pública que el propósito proclamado en la declaración de las tres potencias “de mantener la paz, de favorecer la creación de condiciones que puedan contribuir del modo más conveniente al restablecimiento del orden en las relaciones económicas internacionales y de hacer una política que tenga por nota el desarrollo del bienestar en el mundo y el mejoramiento del nivel de vida de los pueblos” corresponde en todo su contenido al deseo y voluntad que Adolfo Hitler ha expresado reiteradamente es sus solemnes declaraciones. El Gobierno y el Banco Nacional por su parte han llegado a la conclusión de que Alemania no desea aumentar más la inseguridad del comercio internacional, intensificada por las medidas desvalorizadoras del extranjero, ya que Alemania contribuiría como un elemento más de inseguridad en la situación monetaria. “Por lo que concierne a Alemania -declaró el Dr. Schacht- quisiera decir que el sistema del control de divisas, cuyas incomodidades y defectos hemos reconocido en todo momento, no podrá hacerse superfluo por una simple desvalorización. La pesada carga de las deudas resultante de la injusticia de Versalles y las dificultades en procurarnos nuestras materias primas nos obligan a adoptar tal sistema. Solamente la atenuación de las cargas que sobre nosotros pesan podrá hacer innecesario el régimen alemán de divisas. De la solución de esta cuestión depende no solamente el bienestar económico de Alemania sino el de todos los países interesados en la capacidad de absorción de un mercado de 80 millones de almas.”

Estas palabras no hacen más que confirmar el programa del Gobierno nacionalsocialista a su advenimiento al poder: ¡Nada de experimentos monetarios!

La nueva dirección de la Economía

El 27 de noviembre de 1937 el Führer relevó al Dr. Schacht accediendo al la petición de éste, de su cargo de ministro de Economía. El Dr. Schacht continuó siendo presidente del directorio del Reichsbank. Al mismo tiempo, en consideración a que debía continuar como consejero personal del Führer y Canciller al Dr. Schacht se expresa el agradecimiento por los servicios extraordinarios que éste ha prestado, y que se han tenido en cuenta las razones que le han impulsado para pedir el ser relevado de su cargo. Tales razones son la consecuencia de la organización del Plan cuadrienal que hizo necesaria la fusión de éste con el ministerio de Economía. El retiro del ministerio del Dr. Schacht se acepta en la firme esperanza de que seguirá sirviendo en su calidad de presidente del Reichsbank lo mismo al pueblo que al Führer y que durante muchos años prestará su saber y su capacidad junto con su incansable dinamismo al servicio del interés general.

Con fecha 15 de enero de 1938 fue nombrado ministro de Economía el Sr. Walter Funk, que hasta entonces había ejercido el cargo de subsecretario en el ministerio de Propaganda y de Jefe de Prensa del Gobierno. Mientras tomaba posesión, quedó encargado de los asuntos del ministerio el Delegado del Plan cuadrienal, Mariscal Göring.

Con este motivo, el Mariscal Göring declaró, entre otras cosas, que el hacerse cargo él del ministerio, durante las seis semanas próximas, lo consideraba como la fusión y estrecha colaboración de todos los servicios que son necesarios para la realización del Plan cuadrienal. El Führer le ha encargado ejecutar, en el curso de este tiempo, la unificación del personal y de la organización y tomar aquellas medidas que puedan garantizar la resolución efectiva de los problemas que corresponden al delegado del Plan cuadrienal y al ministro de Economía. En estas seis semanas debe organizarse todo lo que concierne al material y al personal para la perfecta realización de los trabajos del Plan cuadrienal. El ministerio de Economía será el órgano ejecutivo del Plan cuadrienal.

En efecto, a principios de febrero de 1938 el ministerio de Economía fue organizado como sigue: fuera del departamento central existen 5 departamentos principales: 1.º (Industria: Materias primas y medio manufacturadas alemanas) Director: General Loeb; a este departamento pertenecen 4 negociados: Cuestiones y proyectos generales, Informes técnicos industriales, Química, Combustibles líquidos). II.º (Minería, Siderurgia, Energía) Director: General von Hanneken; este departamento se divide en 3 negociados: Minería, Siderurgia, Energía.) III.º (Ordenación económica, Comercio, Artesanado). Director: Consejero de Estado Schmeer, hasta entonces director de la Oficina central para el Plan cuadrienal en el Frente alemán del Trabajo. Este departamento abarca dos negociados: Organización económica e Inspección industrial. IV.º (Moneda y Crédito.) Director: Presidente Lange. V.º (Comercio exterior, Divisas, Exportación.) Director: Mayor retirado von Jagwitz; a este departamento corresponden 3 negociados: Informaciones regionales; Régimen de divisas y Exportación.

Además quedaron subordinados al ministerio: 1.º La Oficina central para el Fomento de la Economía (Investigación, Urbanización, Realización del Plan cuadrienal), Director: Mayor Dr. Ing. Czimatis. La oficina está dividida en las secciones: Investigación y Desarrollo, Proyectos y Ejecuciones. 2.º La Oficina central para exploración del subsuelo (fusión de los institutos geológicos regionales hasta ahora existentes); Presidente con categoría de subsecretario, Ing. Keppler. 3.º El Comisariado nacional para el aprovechamiento de material viejo.

Fue nombrado subsecretario del ministerio de Economía el miembro del Directorio del Reichsbank, Brinkmann, y confirmado en su cargo (para misiones especiales) el subsecretario Posse.

Por medio de esta reforma del ministerio de Economía se reduce esencialmente la organización del Plan cuadrienal, ya que todas aquellas partes que concuerdan directamente con el trabajo de las secciones especiales existentes en el ministerio de Economía han sido pasadas a éste.

Con motivo de la toma de posesión del cargo del nuevo ministro de Economía Funk, el 7 de febrero de 1938, el Mariscal Göring pronunció una alocución en la cual hizo constar, entre otras cosas, que la reforma del ministerio de Economía capacitará en adelante a éste para la realización completa del Plan cuadrienal. Asimismo ha sido necesaria una renovación parcial del personal del ministerio. Es un error suponer que con la reorganización del ministerio de Economía él (Göring) haya abandonado la dirección del Plan cuadrienal. Por el contrario, como Encargado del Plan cuadrienal precisamente se encuentra ahora en mejor situación para dirigirlo de acuerdo con las grandes directrices formuladas por el Führer. Como el Plan cuadrienal plantea además otros problemas que sobrepasan el campo de acción del ministerio de Economía se ha mantenido también la organización del primero con sus acreditadas instituciones: Comisariado para la fijación de los precios y los grupos: Alimentación, Colocación obrera, Divisas, Transportes, Servicio forestal, etc. Esta organización constituye actualmente, junto con el ministerio de Economía y con todos los demás negociados competentes, un conjunto unitario bajo la dirección suprema del Encargado del Plan cuadrienal.

El Ministro de Economía Funk afirmó que ha asumido la parte ejecutiva más importante del Plan cuadrienal confiada al Mariscal Göring. Su misión será conquistar la libertad de la Economía nacional y asegurar las bases vitales del pueblo alemán. En el primer año del Plan cuadrienal, que ha sido sin duda el más decisivo, se han alcanzado resultados evidentes. En el curso del año de 1937 se han producido en Alemania más del doble de materias primas que en el año de coyuntura 1928/29; el volumen de las exportaciones se ha elevado en un 19% y el de las importaciones en un 18%, lo que prueba una vez más que el Plan cuadrienal no es hostil al comercio de exportación. A continuación el ministro expuso las funciones que incumben a los industriales. Para el desarrollo de la clase patronal es difícil que se presente una oportunidad mejor que la época del plan cuadrienal. Entre la economía pública y la privada no debe existir oposición alguna ya que en todos los tiempos la amplia iniciativa económica del Estado ha proporcionado a la iniciativa privada un impulso poderoso. La Economía debe ser protegida contra sus más acérrimos enemigos: ignorantes, denunciantes y burócratas.

La importancia que la economía nacionalsocialista atribuye a la producción, no solo como medio de lucha contra el paro obrero sino como capital efectivo de la nación, se colige también de la siguiente declaración del Führer ante el Reichtag, el 20 de febrero de 1938, que representa el programa económico del futuro.

“Para nosotros no existe ningún otro camino que el del mayor aumento de nuestro trabajo y en consecuencia el de sus productos. Las exigencias del pueblo alemán están en relación con el alto nivel de vida al cual se han acostumbrado. Si el resto del mundo estuviese influido solo por grandes estadistas, en lugar de estarlo por periodistas, debería sentirse agradecido por su influencia. Cuanto mayores sean las exigencias culturales y vitales de un pueblo, tanto mayor será su anhelo de paz. Solo la paz ofrece la posibilidad de realizar aquellos cometidos capaces de satisfacer las exigencias de un nivel de vida tan elevado. Nuestra situación económica es difícil. Pero ello no es debido a que en Alemania gobierno el nacionalsocialismo, sino a que viven 140 habitantes en un kilómetro cuadrado y a que nosotros no contamos con aquellas riquezas naturales y del subsuelo con que cuentan otros pueblos y, sobre todo, porque carecemos de tierra fértil. Si el imperio británico se disolviera súbitamente e Inglaterra se viera obligada a vivir de su propio suelo, entonces quizás enseguida se tendría allí mayor comprensión para las grandes dificultades a las cuales tenemos que hacer frente en el terreno de la economía.

Que Alemania haya conseguido resolver este problema y como lo consiguió, es en sí un milagro y un motivo para todos nosotros de sentirnos verdaderamente orgullosos. Cuando un pueblo no dispone de reservas de oro y de divisas, en ninguna forma, y ello no porque ahora rige aquí el nacionalsocialismo sino porque el Estado anterior antinacionalista, democrático-parlamentario, fue saqueado durante 15 años por un mundo sediento de botín y tiene que alimentar a 140 habitantes por kilómetro cuadrado sin poseer una sola parte mínima del complemento colonial que necesita, cuando un pueblo, al que faltan numerosas materias primas y no tiene ni la posibilidad de adquirirlas ni está dispuesto a llevar una existencia de trampa por medio de créditos, cuando un pueblo semejante reduce en cinco años el número de sus obreros parados a la nada, y no solo mantiene su nivel de vida sino lo mejora aún y todo esto gracias a su propia energía y trabajo; cuando un pueblo lleva a cabo tal milagro, deberían por lo menos callarse todos aquellos que, a pesar de mayores posibilidades económicas, apenas se hallan en situación de solucionar sus propios problemas del trabajo.

Nuestra misión en lo futuro será también de preservar de ilusiones al pueblo alemán. La peor ilusión es sin duda la de creer que se puede gozar de algo que anteriormente no ha sido creado y producido por el trabajo. Con otras palabras: nuestro deber en lo futuro será también el de hacer comprender a todo alemán, tanto de la ciudad como del campo, que el valor de su trabajo siempre debe ser igual al de su salario. Es decir el labrador solo puede recibir a cambio de los productos que obtiene de la tierra aquello que el obrero de la ciudad ha alcanzado anteriormente con su trabajo y este último a su vez solo puede recibir lo que el labrador ha conseguido arrancar del suelo y todos entre sí solo pueden cambiar aquello que producen: la moneda solo sirve para desempeñar su papel de mediadora; en sí misma no posee ningún valor propio. Todo marco que se pague de más en Alemania presupone que el trabajo ha sido aumentado por valor de un marco, pues de lo contrario este marco es un simple pedazo de papel desprovisto de todo poder adquisitivo. Sin embargo, nosotros queremos que nuestro marco continúe siendo un papel honrado, una orden de pago por el producto de un trabajo igualmente honrado, realizado por otro. Este trabajo es la verdadera garantía de una moneda, la única y efectiva. Por esta razón hemos sido capaces, sin oro y sin divisas, de mantener el valor del marco alemán y con ello hemos asegurado el valor de nuestros depósitos de Caja de ahorros en una época en que aquellos países, que rebosan oro y de divisas, han tenido que desvalorizar su misma moneda!”

El nuevo ministro de Economía, que posee un profundo conocimiento en la materia y que durante largos años ha sido consejero económico del Führer, ha mostrado ya en sus primeras manifestaciones que sus ideas se extienden mucho más allá del campo estrictamente burocrático y que considera con amplia visión los problemas económicos de Alemania dentro del marco de la economía mundial.

Con motivo de la apertura de la Feria de Leipzig, el 7 de marzo de 1938, Walter Funk pronunció un discurso en el cual indicó que en el extranjero se ha dicho repetidas veces que el progreso de la economía alemana coincide con una coyuntura mundial de carácter general. Desde luego, esto es ciento en gran parte, pero dicha coyuntura ha sido de poco provecho para Alemania porque como consecuencia de las medidas protectoras que ha sido necesario tomar, el comercio exterior se ha perjudicado notablemente. Hay que advertir además que en la segunda mitad del año de 1937 hubo un retroceso general de esta coyuntura y sin embargo la economía alemana no ha sufrido la menor detención en su desarrollo progresivo. Se debe hacer notar que la política económica del nacionalsocialismo concede máxima importancia al aumento del comercio exterior y a la mejora de las condiciones internacionales para los negocios y los pagos. Economistas extranjeros han llegado en sus repetidas investigaciones a la conclusión de que la economía alemana es absolutamente sana y que por su estabilidad está al amparo de toda crisis. Esto se ha conseguido gracias al principio nacionalsocialismo: la política debe preceder a la economía. Este principio ha impuesto aquellos métodos económicos que tenían por meta la supresión de la insoportable dependencia en la cual se encontraba el país con respecto al extranjero. Ya que Alemania carece de oro y de divisas, como nueva base del bienestar del pueblo se ha creado el trabajo que es más sólido que el oro. Alemania tampoco se ha dejado llevar de experimentos monetarios que no hubieran hecho más que acarrear pérdidas al patrimonio de la nación. El Marco del Reich ha guardado siempre su gran prestigio en su calidad de papel moneda. No se ha recurrido tampoco al aumento de las escalas de precios y jornales sino que éstos han permanecido estables.

El ministro trató luego la cuestión de buscar las posibilidades que permitieran formar un nuevo sistema internacional del comercio y del tráfico de capitales, basándose en las experiencias de la post-guerra. Es absolutamente posible conseguir por este medio el mejoramiento de las relaciones comerciales internacionales así como un equilibrio económico, sólo tendría que producirse una modificación en las ideas y en los métodos económicos de los Estados que incriminan a los países que hoy todavía mantienen relaciones comerciales con aquellos Estados que fueron obligados a dejar la dirección de su comercio exterior a sus respectivos gobiernos. Alemania debe prestar una atención especial a la exportación de los nuevos materiales en estos momentos en que el país surge una nueva industria mundial y se crean nuevos materiales que a consecuencia de su excelente calidad y variadas formas de aplicación ofrecen la posibilidad de conquistar el mercado mundial. Gracias al ingente progreso de la Economía, Alemania debiera ser un país preferido para colocar en él el capital extranjero.

El hecho de que el comercio de exportación y el tráfico de divisas no sean satisfactorios y sólo se puedan mantener gracias a una reglamentación bajo el control del Estado, encuentra su razón en el problema de la liquidación de deudas y en el colonial, aún no resuelto. Según cálculos de los expertos resulta que Alemania, si recuperara las colonias, lograría un ahorro de divisas de 200 millones de marcos que al cabo de los años podría llegar a 500 o 600 millones. La posesión de colonias representaría además una base supletoria de producción. La perspectiva de recuperar las colonias es una cuestión de honor nacional, ya que el despojo de ellas no está justificado por motivos económicos sino que se impuso como un castigo deshonroso.

Respecto a la cuestión de las deudas extranjeras se puede decir que los empréstitos alemanes garantizados por el Estado muestran una cotización y un tipo de interés que son indignos para Alemania y nocivos a su prestigio. Estas deudas proceden de una época ya pasada en la que se hizo una política exterior con créditos bancarios. Alemania no quiere ni necesita ningún empréstito nacional en el extranjero, pero con respecto a los ya existentes hay que llegar a un acuerdo que considere la situación política económica de Alemania y cree condiciones naturales y estables. Del arreglo de las deudas depende en último término el valor de la moneda alemana en el extranjero y este valor lo mismo que todos los demás valores alemanes deben ser objeto de su nuevo ajuste.

Durante una solemne sesión en el Centro de Comerciantes de Bremen, celebrada el 16 de junio de 1938, el ministro de Economía, Funk, habló sobre el problema de las deudas políticas. Insistió en que las controversias internacionales de los últimos tiempos muestran un cierto temor a una nueva crisis de la economía mundial. Los Estados Unidos y Alemania aparecen como los verdaderos polos opuestos; mientras que precisamente los Estados Unidos deberían ser considerados como un centro de perturbación, en cambio la economía alemana ofrece una resistencia inquebrantable a la irrupción de una nueva crisis. Como ejemplo de la rápida prosperidad de la economía alemana, el ministro citó la producción de acero que en los cinco primeros meses del año de 1938 sobrepasó a la de América del Norte (EE.UU.: 9.180.000 tons; Alemania: 9.200.000 tons.). El llamado mercado mundial que tanto conmueve los ánimos significa en general menos de los que se cree. En el año de 1929 el comercio mundial importó 284.000 millones de marcos; en el año de 1936, 105.000 millones y en el año de 1937, 130.000 millones de marcos. Frente a estos números la cifra correspondiente a Alemania habría importado en el año de 1937 la cantidad de 210.000 millones de marcos. El contingente de exportación de Alemania ha ascendido en el año de 1938 al 8,7% del capital nacional, en los Estados Unidos al 5.4%, en Inglaterra al 10% y en Francia al 11,4%. Estos datos muestran claramente que las distintas economías nacionales se esfuerzan en liberarse de las influencias del mercado mundial.

El trastorno más fuerte en el mercado mundial ha sido provocado por las deudas políticas. En esta clase de deudas hay que incluir también las reparaciones de guerra que llevaron a Alemania al borde de la ruina. Una deuda política no se convertirá en comercial por el mero hecho de que del lado de los acreedores aparezca el capital privado en vez del Estado. Este carácter que tienen los empréstitos Dawes y Young ha sido combatido constantemente por el nacionalsocialismo. El ministro declaró que el prestigio de la Alemania nacionalsocialista no tolera el estado actual de los empréstitos públicos alemanes en el extranjero. Hay que proceder primero a un reajuste para reducir el tipo de interés injustificado del 7% y 5,5% a un nivel normal. El sistema de las deudas políticas es rechazado en principio por Alemania como anti-económico. Las deudas políticas pueden llegar a ser muy penosas como lo demuestra la historia; no sirven para lograr fin económico alguno sino sólo para conquistar una posición de dominio político.

Un ejemplo, que puede servir de lección, nos lo da el empréstito político concedido en años anteriores a Austria. En una sesión celebrada en Roma por las potencias fiadoras (Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda, Suecia, Dinamarca, Checoslovaquia y Suiza; Italia se retiró) se llegó a la conclusión de que Alemania era la sucesora legal de los tres empréstitos hechos por la Confederación austríaca. Al mismo tiempo el gobierno del Reich fue invitado a reconocer esta sucesión. (Los empréstitos son: el de Conversión llamada antes Empréstito de la Sociedad de las Naciones [deuda a fines de 1936: 567,4 millones de chelines austríacos]; empréstito internacional de 1930: 323,6 millones de chelines; empréstito de Lausana de 1933: 245 millones de chelines.) Tales obligaciones, como manifestó el ministro, no existen más. Inglaterra después de la guerra de los boers tampoco ha reconocido las deudas de la República como deudas del Estado inglés y lo mismo han hecho los Estados Unidos después de la guerra civil en cuanto a los empréstitos de los Estados del Sur y Francia después de la ocupación de Madagascar. Por tanto, según esta práctica del derecho internacional, no se puede exigir la aceptación por parte de Alemania de las deudas de la Confederación austríaca.

De aquí que sea necesario aclarar la cuestión de si el actual país de Austria como parte integrante del Reich alemán debe ser considerado como sucesor legal del Estado austríaco de Saint-Germain. El Estado de Austria no ha pasado al Reich sino que ha sido eliminado como tal. El Estado impuesto por el tratado de Saint-Germain ha podido subsistir, menospreciando la voluntad nacional, gracias sólo a la ayuda extranjera, tanto económica como política. Alemania niega con toda la energía que los empréstitos concedidos a la Confederación hayan contribuido a la reorganización económica austríaca; por el contrario, no fueron concedidos más que para impedir el Anschluss de Austria al Reich. El resultado económico de esta ayuda financiera del extranjero es tan desolador que los países que han aportado sus capitales no se pueden vanagloriar de ello. La afirmación de que Alemania debe responder del pago de los empréstitos de la Confederación austríaca por haberse hecho cargo del activo de su economía no es admisible, ya que Austria no puede mostrar valor económico alguno que se haya obtenido con dinero extranjero. Por tanto, no existe para el Reich obligación alguna, ni desde el punto de vista del derecho internacional, ni desde el de política económica ni de deber moral, para reconocerse como sucesor legal en los empréstitos de Austria. Sobre el arreglo de las cuestiones económicas referentes a Austria, actualmente se llevan a cabo negociaciones a base de un espíritu conciliador con los Estados garantes, sobre todo con del Gobierno inglés, pero conservando el punto de vista fundamental del Gobierno del Reich.

Finalmente, el ministro hizo constar que en lugar del crédito internacional, que cada vez pierde más fuerza y prestigio, debe adoptarse el crédito nacional que todo país debe crearse por sí mismo mediante trabajo diligente.

En la manifestación celebrada el 1.º de julio de 1938, en Stettin, por elementos de los círculos de la Economía de Pomerania, habló el ministro de Economía Funk sobre las nuevas bases del comercio mundial. Entre otras cosas dijo que Alemania, después de los Estados Unidos e Inglaterra, es hoy la tercera nación en importancia en el comercio mundial, aún cuando no posee ni una sola colonia. En cuanto a la producción industrial le corresponde el segundo lugar y los Estados Unidos ocupan el primero. Alemania se ve obligada hoy a concertar negociaciones comerciales con varios Estados. Una guerra económica mediante la cual se intentará amenazar a un pueblo de 75 millones acarrearía consecuencias incalculables a la economía mundial. De ahí que se ha manifestado en estas negociaciones de todas las partes una voluntad comprensiva. El ministro se refirió con especialidad a los acuerdos anglo-alemanes que satisfacen plenamente los intereses de ambas partes (incluyendo los empréstitos a Austria, garantizados por Inglaterra, Nota del Autor). En estas negociaciones se ha concedido la mayor importancia en el cambio de mercancías.

Se impone la necesidad de buscar nuevas bases para el cambio internacional de mercaderías porque las actuales no pueden basarse por más tiempo en el crédito, el oro o la moneda, sino sólo en la producción, las mercaderías y los precios. En cuanto a la situación económica interna de Alemania, el ministro declaró que tiene que ser orientada políticamente, es decir, desde el punto de vista nacionalsocialista. Para la obtención de este fin se impone, como requisito indispensable, que la política económica sea orientada y gobernada según los mismos principios, tanto en el Partido como en el Estado. Desde luego, la dirección gubernativa no debe conducir a burocratizar la Economía. A continuación, el ministro anunció el proyecto de descentralización de las funciones del ministerio de Economía del Reich; estas disposiciones no darían origen a cuerpos complementarios de administración, si no que más bien tareas de la incumbencia de la central deberán pasar a oficinas descentralizadoras.





XII. La Hacienda Pública

Ni la política interior ni exterior a larga vista son posibles en un Estado cuya situación financiera no es sana o cuyo gobierno no dispone de los medios necesarios para atender sus obligaciones. El equilibrio en el presupuesto general, es una de las primeras condiciones para el gobierno seguro y estable de un Estado. De aquí se deduce la necesidad imperiosa de establecer una política financiera, aduanera y contributiva que, sin causar grandes dificultades a la importación y sin gravar demasiado al contribuyente, asegure una relación normal entre los ingresos y los gastos del Estado.

La política Financiera precedente

Bajo la república de Weimar, el Gobierno trató de mejorar la situación del presupuesto por medio de nuevos impuestos, encontrándose bajo la presión de los enormes gastos para el auxilio de los obreros sin trabajo, que importaban al año más de 3.000 millones de marcos; en cambio los ingresos anuales descendieron de 9.000 millones de marcos en el período de 1928-31, a 7.800 millones de marcos en el 1931-32 y a 6.650 millones en el de 1932-33. Bajo el gobierno Brüning en el período 1931-32, se dictaron más de 23 decretos de emergencia por los cuales se aumentaron los impuestos ya existentes y se establecieron otros nuevos, a pesar de que ya en 1931 existía un recargo del 45% en relación con los impuestos del año 1925. La memoria ya citada de la Comisión especial asesora del Banco Internacional de Pagos de Basilea, de fecha 23 de diciembre de 1931, no deja lugar a dudas sobre este punto. “Las cargas tributarias en Alemania son tan enormes que no es posible aumentarlas más”.

Para no gravar más el presupuesto del Estado fue necesario que el Reich cediera cada vez más funciones a los municipios y mancomunidades municipales, que a su vez encontraban nuevas dificultades por el creciente número de obreros parados. Muchos municipios tuvieron que declararse en quiebra y otros se vieron obligados a negociar todos los meses con sus bancos acreedores para obtener una prórroga de sus deudas a corto plazo, gravadas con intereses crecidos, ya que era imposible obtener créditos a largo plazo a un tipo de interés más módico. La deuda total de los municipios y mancomunidades municipales alemanes pasó de 6.542 millones de marcos en 1928 (de los cuales 2.570 millones de marcos a largo plazo, 551 millones a un plazo medio y 974 millones a corto plazo) a 11.295 millones en 1932 (de los cuales 5.326 millones de marcos a largo plazo, 1.121 millones a un plazo medio y 1.668 millones a corto plazo). El período de la coyuntura ficticia de 1927 a 1929, durante el cual Alemania recibió un gran número de préstamos extranjeros, resultó, en efecto, una coyuntura positiva para los ingresos del Estado; pero faltó sin embargo la perspicacia para darse cuenta de que en esto sólo se trataba de una situación engañosa y pasajera. Esta perspicacia no sólo faltó por parte del Estado sino que toda la vida pública y privada del país vivió engañada durante este tiempo, viviendo por encima de sus posibilidades efectivos. Los elevados ingresos de este período se emplearon en continuos gastos sin acumular reservas para los años futuros; después, desprovistos de éstas y con un nivel de gastos muy elevado, quedaron indefensos ante la crisis mundial. Los informes del ex-agente general de Reparaciones de Guerra, en Berlín, Parker Gilbert, son muy convincentes sobre este particular. Al retirarse los créditos en el año 1930, se suprimía la base de esta ilusoria situación y al derrumbarse la Economía, la Hacienda pública tuvo que sufrir necesariamente un espantoso hundimiento sin evitar de sufrir la falta de ingresos por un lado y por otro el aumento de las cargas destinadas al auxilio a los obreros parados.

Este ruinoso estado de cosas tuvo como consecuencia la necesidad de reducir los gastos por doquier, o sea de establecer la deflación para no hacer caer al Estado en el caos de una bancarrota o en el de una nueva inflación. La deflación produjo una nueva agravación de la crisis, debido a que aceleró la reducción de los ingresos y la elevación del paro forzoso con todas las consecuencias que ello llevara consigo.

Esta política de deflación tenía que acabar por producir una fuerte conmoción financiera, aquella que caracterizó a los años de 1932-33 y que obligó a la adopción de una política diferente.

La Nueva Política Financiera

Como dijo el ministro de Hacienda del Reich, Conde Schwerin von Krosigk, en una conferencia pronunciada en el Club Industrial de Düsseldorf, en aquel tiempo no se podía esperar un surgimiento de la economía mundial, ya que tanto las tendencias económicas como las políticas no permitían vislumbrar la posibilidad de que se suprimieran en poco tiempo las trabas existentes. Tampoco se podía esperar que en la economía alemana se despertaran las energías de regeneración propia, o sea lo que se llama automatismo, y pasara del estado de anquilosis al de una nueva vida. Esto era imposible en la práctica porque la crisis había ya corroído muy profundamente el sistema económico nacional y además porque bajo las condiciones específicas de Alemania faltaban en absoluto las fuerzas de saneamiento propio en forma de créditos o capital, de los que disponían otros países.

No quedaba en consecuencia más remedio que la intervención activa del Estado, ni más camino que el de hacer que el Estado pusiera en la brecha lo único que le restaba: se crédito.

Ya en la primavera de 1933 existían las condiciones previas indispensables para la realización de esta política de crédito: la economía, porque el obstáculo de toda posible reacción económica, es decir las reparaciones, prácticamente había quedado eliminado desde el verano de 1932 y, además, porque la crisis había llegado a su nivel más bajo y parecía detenerse en él; la política, porque, con la toma del poder de Adolfo Hitler, surgió la confianza en un gobierno central, fuerte, autoritario y con miras de larga trascendencia. Así, a partir de la primavera de 1933, se inició el ataque concéntrico contra el paro forzoso, por medio de un plan uniforme.

Las medidas inmediatas más importantes fueron las siguientes:

1.º Recargo anticipado del presupuesto del Estado por la emisión de bonos para el trabajo; concesión de créditos en efectivo, cupones de bonificación de intereses, préstamos y concesiones especiales de rebaja de impuestos;

2.º Exenciones generales de impuestos, reducción y facilidades para el pago de los mismos;
3.º Conversión de las deudas municipales, reducción de intereses y ordenación de la economía crediticia;

4.º Concesión de préstamos prematrimoniales y subsidios infantiles.

Los Programas Reinhardt

En el capítulo sobre la Política social (véase “Lucha del Trabajo”) he tenido ocasión de hablar sobre las grandes leyes, del 1.º de junio y del 21 de septiembre de 1933, referentes a la disminución del paro forzoso, que se conocen con el nombre de programas Reinhardt. Me limitaré sólo a recordar que por los primeros párrafos de ambas leyes se dispone, para el fomento de trabajos públicos y privados, de unos 2.000 millones de marcos, en forma de préstamos, subvenciones y cupones de bonificación de intereses. La procuración de esos fondos se logró, en parte, mediante los donativos voluntarios para el fomento del trabajo nacional, pero sobre todo por medio del recargo anticipado del presupuesto nacional a plazo corto y a medio plazo.

A estos 2.000 millones hay que añadir los 900 que ya habían sido autorizados anteriormente por el programa Papen y el de ejecución inmediata. Otros 1.400 millones de marcos han afluido a la Economía en los años de 1934-37, de modo que, en estos cuatro años, el Reich ha recibido como pago, en lugar de metálico, bonos sobre impuestos por un importe equivalente al total de la suma citada.

Si a esto añadimos los gastos adicionales, resulta un recargo anticipado del presupuesto de unos 4.500 millones de marcos que se ha evidenciado como absolutamente tolerable. Esta cantidad ha sido y será compensada mediante la correspondiente disminución en la partida del auxilio a los parados y en el aumento por el concepto de impuestos. (A esta enorme suma hay que añadir todavía unos 900 millones de marcos que la Oficina nacional del seguro contra el paro forzoso ha puesto a disposición para la adquisición de tierras, etc., desde el año de 1933, y otros 1.500 millones de marcos para los gastos desembolsados hasta entonces en la construcción de las auto-pistas y en los programas suplementarios de procuración de trabajo de los ferrocarriles y de los servicios de correos.)

El capítulo II.º de la ley para la disminución del paro forzoso de fecha 1.º de junio de 1933 trataba de la exención de impuestos para la compra de material de repuesto. Esta ley estimulaba a los empresarios a renovar el material industrial o agrícola hasta fines de 1934. En la declaración de ingresos, y con el fin de comparar los correspondientes impuestos a las utilidades corporativas e industriales, se autorizó a deducir los gastos originados por la compra o fabricación del material destinado a la renovación. El Reich podía arriesgarse sin ningún peligro al empleo de esta política contributiva aunque el aumento en las deducciones, que ocasionara la compra o fabricación, faltaría en los años siguientes. Se trata de una especie de préstamo contributivo que el Reich concedía a los contribuyentes en el ejercicio de los años de 1934 y 1935 como derecho a una mayor cuota de amortización y que el Estado recupera hoy por la inexistencia de aquella.

Esta medida, que ya de antemano tenía señalado un plazo, ha sido completada por la nueva ley sobre el impuesto sobre las rentas del 16 de octubre de 1934. El suplemento determina que los desembolsos en las instalaciones industriales que tengan por objeto la inversión de capital y cuya duración normal de uso no pase de cinco años pueden ser deducidas totalmente de las ganancias en el año de su adquisición.

La concesión de estos préstamos ha conducido a resultados satisfactorios. Las máquinas se consideran como bienes económicos de capital fijo en la industria y en la agricultura. Por eso el movimiento de ventas en la industria de maquinaria se quintuplicó en el año de 1933, sobrepasando en más del doble el nivel de 1928, que fue el año de la coyuntura más elevada antes de la crisis mundial.

Otro capítulo de la primera ley para la disminución del paro forzoso contiene una disposición que estimula la colocación de empleadas domésticas en casas particulares. Por leyes anteriores las empleadas domésticas estaban exentas del pago de la cuota del seguro contra el paro forzoso y se les había reducido considerablemente la cuota del seguro de invalidez. En lo sucesivo las empleadas domésticas quedan exentas de la cuota para el subsidio a los parados. Por otra parte, las familias que admitan una empleada de casa disfrutan de una rebaja en el impuesto de rentas por equipararse en este sentido la empleada a un niño de menor edad. Esta medida ha sido incorporada más tarde a la nueva ley sobre el impuesto de rentas, de modo tal que el contribuyente puede deducir del importe total de sus ingresos 50 marcos mensuales por cada doméstica.

El resultado de estas facilidades ha sido un aumento considerable en la demanda de empleadas de casa y, por consiguiente, una descongestión del mercado del trabajo y una disminución de los subsidios para los parados. Actualmente existe ya escasez de empleadas domésticas.

Como medida de carácter permanente de la ley del 1.º de junio de 1933, recordaremos también la concesión de préstamos prematrimoniales, que ya se ha tratado en los capítulos de la política demográfica y social y que ha experimentado diferentes ampliaciones por otras órdenes sobre la concesión de subsidios infantiles.

Según un cómputo de la Oficina de Estadística del Reich, hasta el comienzo del año de 1933, se habían contraído 300.000 matrimonios menos de los que podían esperarse teniendo en cuenta el número de personas que en condiciones normales pudieron haber contraído matrimonio. Esto había que atribuirlo sobre todo a la mala situación económica. En la mayoría de los casos existía el deseo de casarse, pero faltaban los medios para la fundación de un hogar modesto. Era necesario ayudar a resolver esta situación y, exceptuado las condiciones que hasta entonces se consideraban como normales para el matrimonio, estimular a las mujeres hacia el matrimonio poniéndolas en situación de dejar su puesto de trabajo o determinar su situación de paro forzoso.

Consecuencia de esta medida, creación personal del Secretario de Estado Reinhardt, fue un considerable aumento de la cifra de natalicios. Como ya se ha dicho, se han concedido unos 960.000 préstamos prematrimoniales y han nacido unos 825.000 niños de los matrimonios que han recibido esta ayuda.

Los fondos para la concesión de tales préstamos se obtienen por medio de un aumento del impuesto sobre la renta de los solteros y los reingresos resultantes de los préstamos prematrimoniales se emplean en subsidios infantiles a las familias numerosas.

Además de las ayudas concedidas por una sola vez, desde agosto de 1936 se han distribuido regularmente a los obreros y empleados con numerosa prole auxilios de 10 marcos por el tercero y cuarto hijo, 20 por el quinto y cada uno de los hijos sucesivos; para labradores y profesiones libres 10 marcos por el quinto y cada uno de los hijos sucesivos. En total se ha subvencionado 2 millones y medio de niños.

En un capítulo de la segunda ley para la disminución del paro forzoso de 21 de septiembre de 1933 se reduce a la mitad el impuesto sobre las rentas de la agricultura y otro disminuye el impuesto correspondiente a los bienes raíces.

Con esta reforma se ha logrado un aumento de la producción agrícola. Las cargas contributivas de la agricultura, que en el año de 1935 al 1936 eran de 460 millones de marcos, quedaron a unos 100 millones menos del nivel de la crisis de los años de 1932-1933 y han alcanzado así el nivel más bajo desde la guerra mundial. Esto es un desarrollo contributivo extraordinariamente favorable para la agricultura si se tiene en cuenta que el producto de las ventas ha subido de 1932 a 1935 en unos 2.400 millones de marcos. Las reducciones inmediatas, concedidas en los impuestos, han beneficiado considerablemente los precios de los productos agrícolas.

Una medida eficaz ha sido también la reducción de la tasa para el subsidio a los obreros parados que importa unos 400 millones de marcos y que condujo a un aumento del poder adquisitivo del obrero. Hay que mencionar, además, la exención de impuestos a las pequeñas viviendas y hogares propios, la abolición del impuesto sobre los vinos espumosos y aguas minerales, la rebaja del impuesto sobre las transacciones para el comercio interior y al por mayor, y del impuesto sobre los alquileres.

Otras medidas fiscales

El 15 de julio de 1933 se promulgó una ley sobre rebaja de impuestos. Su disposición más importante consiste en una autorización ilimitada al ministro de Hacienda del Reich para eximir, total o parcialmente, por un período determinado por él, de los impuestos corrientes del Reich y de los Estados federales a aquellos fabricantes que empleen nuevos procedimientos de fabricación o produzcan materiales de nuevo tipo si esto es reconocido como de absoluta necesidad para la economía general de la nación. Esta autorización ya ha sido aplicada con amplitud y es de gran importancia para la realización del nuevo Plan cuadrienal; además, es un medio excelente para evitar el encarecimiento durante los primeros años del Plan. Otras medidas encaminadas a estimular el aumento inmediato de las demandas de mercancías y de servicios, o para favorecer un aumento del poder adquisitivo de las familias numerosas, están contenidas en las leyes relativas a la gran reforma fiscal del 16 de octubre de 1934. Se trata con particularidad de una consideración mayor respecto a la situación de la familia en cuanto a la cédula personal y a los impuestos sobre la renta, fortuna y herencia.

Según estas leyes el asalariado casado está completamente libre de impuestos sobre la renta: con 4 hijos y un sueldo mensual de hasta 260 marcos, con 5 hijos hasta 351 marcos mensuales, con 6 hijos hasta 793 marcos mensuales, con 7 hijos hasta 910 mensuales y con 8 hijos, etc., hasta 1.097 marcos mensuales. Además, los impuestos para las familias numerosas son muy bajos. Un padre con 6 hijos y un sueldo mensual de 800 marcos paga solamente 1,04 marcos al mes por concepto de impuesto sobre la renta.

En la cédula personal antes no se consideraba la posición social de la familia; era simplemente un impuesto por cabeza. Desde el 1.º de enero de 1934 esta situación ha cambiado. cuando aún no se había reformado la cédula personal, un obrero casado, con 4 hijos, un salario semanal de 50 marcos y con residencia en Berlín, tenía que pagar un impuesto anual de 42 marcos; el mismo obrero está ahora completamente exento de este impuesto. Por otra parte, el límite de exención se ha elevado considerablemente, de modo que el número de personas sujetas a la cédula personal se ha reducido mucho.

En el impuesto sobre la fortuna, el marido, la mujer y cada hijo menor son liberados con un capital que no pasa de 10.000 marcos por persona; por ejemplo: un matrimonio que con 3 hijos y con 40.000 marcos de capital tenía que pagar, según la Ley antigua, 200 marcos al año, a partir de 1936 ha quedado libre del impuesto sobre la fortuna.

En el impuesto sobre la herencia hay también límites de exención: 30.000 marcos por cada hijo y 10.000 por cada nieto. Antes del año 1935 el hijo que heredaba de su padre 25.000 marcos tenía que entregar una parte de la herencia al fisco. Hoy está libre de impuesto.

La mayor atención que se presta a la situación social de la familia y la concesión permanente de subsidios infantiles, significa el comienzo del equilibrio de las cargas familiares hasta que llegue el momento en que sea posible proceder a un equilibrio completo de aquellas mediante la creación de la “Caja nacional de compensación para familias”

En el capítulo dedicado a las Comunicaciones trataré de las medidas fiscales encaminadas a impulsar la producción de vehículos de motor y sus industrias anejas en conexión con la construcción de las autopistas de Adolfo Hitler y con la “motorización”.

Pero antes de cerrar la sumaria enumeración de las disposiciones financieras del Gobierno nacionalsocialista, creo conveniente hacer referencia a la política de saneamiento de la situación económica de los municipios.

Por la ley de la “conversión de la deuda municipal” del 21 de septiembre de 1933 fue posible transformar las deudas a plazo corto y medio en deudas a largo plazo y liberar así a los municipios de intereses insostenibles. La ley autoriza al municipio que tenía dificultades en el pago de sus deudas a corto plazo a ingresar como miembro en un Sindicato de conversión. Los municipios podían ofrecer a sus acreedores para la conversión de las deudas obligaciones del Sindicato al 4%, amortizables con un 3% anual a partir del 1.º de octubre de 1936 con un período mínimo de 20 años. En el caso en que el acreedor no aceptara esta proposición no podía reclamar su crédito incluso sus intereses, durante un término de 5 años. Si por acaso el Sindicato suspendiera el pago de intereses, el Reich intervendría y deduciría sus anticipos de las participaciones de los Estados federales en los impuestos. El Sindicato de conversión fue instituido en el Banco prusiano. El importe total de las deudas a corto plazo sujetas a la conversión fue calculado en unos 2.000 millones de marcos.

Hablan de una manera elocuente del resultado favorable de esta operación las cifras siguientes: en 1939 la deuda total de los municipios importaba 11.295 millones de marcos, de los cuales 5.326 millones eran deudas interiores a largo plazo y 2.789 millones a plazo corto o medio; actualmente, de 10.987 millones 7.461 millones a largo plazo y sólo 435 millones a plazo corto o medio.

Al mismo tiempo los gastos hechos para mitigar la crisis no están soportados, como ocurría anteriormente, por el Reich y por los municipios en la proporción de 80% el primero y 20% los segundos, sino que quedan a cargo por entero de la Oficina de colocación obrera y seguro contra el paro forzoso. Esto significa un alivio importante para los municipios. Por último, se dispuso una limitación fija en las cargas de los municipios respecto a los desembolsos por concepto de Asistencia pública. De esta manera se facilita a los ayuntamientos el cálculo bien definido de su presupuesto: el importe es menor que los desembolsos hechos hasta ahora.

Otro paso importante hacia el saneamiento del presupuesto municipal ha sido la reforma de la contribución predial, que es, en esencia, una medida preparatoria para la reforma fiscal del Reich.

Las contribuciones prediales e industriales antes eran impuestos de los Estados federales y los municipios y mancomunidades municipales podían imponer recargos suplementarios. Este sistema contributivo no tenía base legislativa uniforme. La reglamentación estaba regida por medio de 16 diferentes leyes federales. En virtud de 4 ordenanzas, publicadas el 1.º de diciembre de 1936, se unificaron las contribuciones prediales para todo el territorio del Reich. La contribución predial e industrial ha dejado de ser de la competencia de los Estados federales, y se ha convertido única y exclusivamente en un impuesto municipal que debe constituir la principal fuente de ingresos para los ayuntamientos. Estas disposiciones tienden a la realización del gran fin, según el cual, en el futuro, no deben existir más impuestos que los del Reich y de los municipios.

Esta transmisión de las contribuciones de los Estados federados a los municipios, ha hecho necesaria una nueva distribución de las cargas y funciones entre los Estados federales, mancomunidades municipales y ayuntamientos. Se han establecido normas según las cuales se atribuyen a los municipios, con carácter uniforme para todo el Reich, aquellas funciones que pueden soportar gracias a la elevación de sus ingresos contributivos y que corresponden a la esfera de acción propia de ellos.

Resultados y Situación actual

La disminución del paro forzoso era la condición previa más inmediata no sólo para el saneamiento de la situación económica y social de Alemania, sino también para su Hacienda. Gracias pues a la disminución de los sin trabajo se redujo progresivamente la necesidad de asistirlos. Como ya hemos visto, la reducción del paro se logró estimulando el aumento de producción, que a su vez ha tenido como consecuencia un aumento de los puestos de trabajo y, por ende, de las transacciones comerciales y de las rentas. El aumento por concepto de ventas y de los ingresos en general, debía traer consigo el alza automática de la entrada de impuestos y contribuciones.

La disminución del paro produjo una baja en los egresos públicos y un alza en los ingresos y, naturalmente, una mejora importante de la Hacienda pública.

Las disposiciones para la procuración de trabajo han producido valores económicos de carácter permanente y han aumentado la capacidad de rendimiento de la Economía alemana; los valores ya existentes se han renovado, mejorado y consolidado. Al mismo tiempo se ha creado una base segura para las condiciones materiales en la reorganización de la defensa nacional.

“No faltan personas -decía, el año pasado en Munich, el Secretario de Estado Fritz Reinhardt- que preguntan de dónde sacamos tanto dinero para invertirlo en las grandes construcciones, en la reorganización de la defensa nacional y en tantas otras cosas. En esencia se puede responder lo siguiente: los fondos provienen en gran parte del equilibrado presupuesto ordinario, en parte de impuestos especiales, como, por ejemplo, los relativos a las vías de comunicación, particularmente a la construcción de las auto-pistas (ingresos por impuestos sobre vehículos de motor y sobre transportes, derechos de aduana sobre combustibles líquidos y lubricantes), y, en parte, del recargo anticipado del presupuesto nacional en forma de deudas a corto o medio plazo, o bien, por empréstitos nacionales a largo plazo.

Los ingresos contributivos del Reich alcanzarán en el ejercicio de año corriente unos 14.000 millones de marcos. Estos ingresos, no obstante las circunstancias extraordinariamente favorables, no bastan para cubrir por completo las necesidades financieras del Reich, que en estos últimos años son considerables. Del superávit que el Reich obtiene de los ingresos contributivos, una parte pasa a los presupuestos de los Estados federales y de los municipios como participación que les corresponde en los ingresos por impuestos del Reich; una parte es necesaria para cubrir los déficits de los años anteriores, otra para cubrir los cargos resultantes de las distintas disposiciones para la creación de trabajo y otra, por último, para el pago de intereses y amortización de los empréstitos emitidos en los años anteriores. Mientras el superávit, por impuestos contributivos, restante del equilibrado presupuesto ordinario, no baste para cubrir las extraordinarias necesidades financieras, las deudas del Reich, a corto o medio plazo, serán convertidas en empréstitos a largo plazo. Con esta operación se conseguirá disponer de los medios que habían de destinarse a cubrir las deudas a corto o medio plazo y dedicarlos a las grandes obras de la política nacional. La suma de los empréstitos hasta ahora emitidos aún se puede calificar de pequeña, si se compara con el volumen y la capacidad contributiva de la economía alemana.

El servicio de intereses y la amortización de los empréstitos ya emitidos y de los que hayan de emitirse están totalmente asegurados gracias al ingreso aumentado de los impuestos del Reich.

El presupuesto nacional se encuentra en equilibrio y ha de mantenerse en este estado bajo cualquier clase de circunstancias.

Incluso una revista londinense, hostil al régimen actual, reconocía en un artículo sobre la nueva Alemania, publicado en febrero de este año, que la situación financiera del Tercer Reich no se halla amenazada como muchos lo creen en el Extranjero. “Es cierto -dice la revista inglesa- que en circunstancias normales la existencia de una deuda flotante de cerca de 16.000 millones representaría un “potencial de inflación” muy peligroso. Al primer indicio de una alteración financiera o política, los billetes del Banco en posesión de particulares o de los Bancos serían descontados por el Reichsbank y la circulación se aumentaría al doble o al triple. Pero este peligro se puede considerar hoy como eliminado en Alemania. Los medios de control del Estado “totalitario” son tan completos y potentes que el Gobierno tiene en su mano la posibilidad de sofocar en su origen un peligro semejante. Podría rehusar fácilmente el descuento y con ello transformar el papel moneda en una especie de empréstito permanente.

Precisamente, por las mismas razones -añade la revista- es equivocado creer que Alemania pronto se verá obligada por motivos financieros a reducir sus gastos de rearme. Lo mismo que el Reichsbank, gracias a su dominio directorial en el mercado monetario y de capitales, puede impedir una inflación repentina, puede también asegurar la continua emisión de billetes con el fin de cancelar el déficit del presupuesto del Estado”.

Esto es tanto más cierto cuanto que los gastos extraordinarios para el rearme se van acercando a su fin y la política financiera alemana se ha esforzado, y aún se esfuerza por medio del ahorro, en llevar al presupuesto ordinario los gastos hechos al crédito durante el período de creación de trabajo y de rearme. Esto asegura para el porvenir la posibilidad de ordenar nuevos trabajos que, de otra manera, no podrían garantizarse.

En su discurso, ya citado, el ministerio de Hacienda del Reich Schwerin von Krosigk decía: “Hay que lograr que en lo sucesivo se puedan cubrir de un presupuesto ordinario bien equilibrado no sólo los gastos de necesidad vital sino también los ordinarios que requiere el armamento. Para ello debemos estar dispuestos a todos los sacrificios.”

El pasado presidente del Reichsbank, Dr. Schacht, en la asamblea general del Banco alemán de emisión, del 12 de marzo de 1938, pronunció unas palabras tranquilizadoras sobre la situación financiera de Alemania. Entre otras cosas dijo que no es ningún secreto el que junto a las deudas del Reich, a largo plazo, hayan aumentado en los últimos años las deudas a corto plazo y que hasta ahora ni se han cubierto totalmente ni se han consolidado. Sin embargo, no hay que olvidar que frente al aumento de las deudas del Reich existe una disminución de las privadas de modo que se trata menos de un aumento de las deudas generales de Alemania que de una transferencia de éstas del sector privado al público. Si no intervinieran los motivos políticos, sino sólo los financieros, no habría motivo alguno para temer la publicación del estado financiero alemán. Los críticos extranjeros se asombrarían de ver cuan poco peligrosa aparece la situación financiera teniendo en cuenta el conjunto de los resultados obtenidos. Los límites de la deuda pública no se han descuidado hasta ahora ni se descuidarán en el porvenir. El Reichsbank en todo momento se da perfecta cuenta de que el camino financiero hasta ahora seguido no es ilimitado.

La consolidación de la situación económica permite hoy, en el terreno de las órdenes impartidas por el Estado, prescindir del método de la intervención financiera por medio de letras de cambio especiales y en su lugar aportar los medios necesarios, siempre que estos no procedan del presupuesto ordinario, gracias a la emisión de bonos del Tesoro y empréstitos en el mercado de capitales. Mientras se haya de realizar el pago en bonos del Tesoro, habrá de hacerse éste en tal escala que a su vencimiento pueda ser consolidado sin inconveniente alguno. Por la realización de estas medidas se garantiza la estabilidad del sistema monetario y de la Hacienda pública alemana y se asegura y amplía hasta el presente.

La mayor moderación en los gastos y la buena administración en el empleo de los fondos públicos así como su centralización son ahora, lo mismo que antes, un deber ineludible. La capacidad de rendimiento del mercado monetario y financiero debe emplearse sobre todo para las necesidades normales del Reich y para la consolidación o amortización de las deudas a corto plazo.

Moderación en los gastos, tal es la consigna que el Dr. Schacht no se cansara de repetir. Su revista Der Deutsche Volkswirt (El Economista alemán) no ha titubeado en esbozar hace poco tiempo un cuadro real de esta necesidad.

“Sin cesar se acumulan los difíciles trabajos que Alemania tiene aun que ejecutar: recuperar el tiempo que ha perdido mientras que las demás naciones se han entregado al rearme; conquistar, mediante grandes esfuerzos, su independencia en el terreno de la alimentación; aprovisionamiento debido, a la falta de colonias, de materias primas de vital necesidad por medio del segundo Plan cuadrienal. Se sobrentiende que todo esto requiere trabajo, materias primas, divisas, capital. Si la mano de obra parecía en cierta época inagotable, en la actualidad está totalmente ocupada. El aparato crediticio ha sido puesto a contribución por el sistema de las deudas a corto plazo. A fines de julio el Reich tenía 7.000 millones de marcos en circulación, lo cual no había ocurrido hasta ahora desde la inflación. En cuanto a la existencia de materias primas y de divisas había hasta hace poco si no de sobra por lo menos lo suficiente para satisfacer las necesidades; en el presente no es posible contar con reservas de importancia. En los últimos cuatro años el tiempo no nos han favorecido en el empeño de conquistar nuestra independencia alimenticia. Considerables cantidades de divisas han tenido que ser invertidas en productos alimenticios para el consumo de la nación.

El ordenamiento de los problemas según su importancia es indiscutible. Ante todo un pueblo quiere vivir. Por lo tanto hay que alimentarlo. Quiere vivir libre. Para ello debe encontrarse en condiciones de poder defenderse. Para defenderse, tiene que estar armado y, además, debe asegurarse determinadas fuentes de reserva. A su vez estas reservas le son necesarias para completar su alimentación y su defensa. Sin embargo, el concepto “completar” no debe considerarse desde un punto de vista estrictamente militar. En la época del tecnicismo en que vivimos hay que asegurar también el curso imprescindible de la economía general. El segundo Plan cuadrienal está destinado a realizar este último fin. Todo lo demás está sujeto a este orden de problemas: los gastos de administración y de representación del Estado, el satisfacer las necesidades de menor importancia.

Si el curso hasta ahora seguido en la reconstrucción nacional, económicamente hablando, ha obligado a invertir las reservas en materias primas y trabajo, esto significa para el consumo normal supera en efecto a la producción. Si las circunstancias permanecen invariables, el aprovisionamiento sólo se puede asegurar en el orden deseado, mediante una organización conveniente. Las medidas hasta ahora tomadas y las que se tomen en lo sucesivo, impuestas por el progresivo aumento de las dificultades entre los problemas presentes y futuros, tienden a eliminar aquellas exigencias que no sean de necesidad inmediata. Tanto el trabajo como las materias primas se han de dedicar únicamente a la realización de los problemas más urgentes. Si surgiera una situación indeseable entre la circulación monetaria y las mercancías para el consumo, los gastos del Estado y con ello la circulación monetaria deben ser suprimidos para todos aquellos fines que no sean de necesidad vital.”

No se pueden expresar de una manera más clara las normas en la moderación de los gastos públicos. Esta política es particularmente necesaria para realizar los grandes fines que se han impuesto a la Alemania de hoy.

“Un verdadero estadista -decia Federico el Grande- debe ser económico y generoso, es decir, económico para poder ser generoso”.



XIII. Las Comunicaciones

Los dos medios principales de comunicación, el ferrocarril y el automóvil, han experimentado un impulso considerable durante los cuatro primeros años del gobierno nacionalsocialista. Se trataba de poner el ferrocarril a la altura del progreso técnico y satisfacer las exigencias del viajero en cuanto a puntualidad, velocidad y comodidad. Bajo la consigna de “Motorización” el automóvil ha progresado extraordinariamente, de tal modo que en esta cuestión el Reich ha conquistado el primer puesto entre las grandes naciones.

Los Ferrocarriles del Estado


Tren rápido
En su discurso en el Reichstag del 30 de enero de 1937, Adolfo Hitler anunció, como ya se ha dicho, la recuperación de la soberanía ilimitada del Reich sobre los ferrocarriles alemanes. Todo el pueblo alemán acogió esta noticia con grandes muestras de júbilo. Los ferroviarios expresaron al Führer su más cálido agradecimiento por haber satisfecho su íntimo deseo de liberar los ferrocarriles alemanes de una forma jurídica, extraña a su naturaleza, y que le había sido impuesta contra su voluntad. Este sentimiento de gratitud se expresó en la manifestación de fidelidad y de homenaje tributada al Führer por 20.000 ferroviarios que, en nombre de 670.000 compañeros, se reunieron el 4 de febrero de 1937 ante la Cancillería, en la Wilhemsplatz de Berlín. El entusiasmo de esta imponente manifestación no conoció límites; continuamente se sucedían los vivas al Führer; éste habló a sus ferroviarios desde el balcón, agradeciendoles su fiel colaboración y encareciéndoles que permanecieran, también en el futuro, por su abnegación y su sentimiento del deber, como modelo del pueblo obrero alemán.

La reincorporación de la mayor empresa económica del mundo a la soberanía del Reich tiene una importancia no sólo nacional sino también internacional; internacional por cuanto que quedan eliminadas las disposiciones del Dictado de Versalles, ya que por éste estaba hipotecada la propiedad entera del Reich y de los Estados federales y con ello los ferrocarriles como garantía por concepto de reparaciones a los antiguos adversarios; nacional, porque de ahora en adelante queda abolido el estatuto impuesto por la Entente a los ferrocarriles alemanes habiéndoseles dotado de una nueva administración bajo la dirección del Estado. De una conferencia del Secretario de Estado del ministerio de Comunicaciones y subdirector general de los ferrocarriles del Estado, Wilhelm Kleinmannn, sobre el tema “Los ferrocarriles del Estado en el Tercer Reich”, puso de manifiesto algunas consideraciones sobre las transformaciones jurídicas de aquellos y su posición respecto al Estado desde sus comienzos hasta su reincorporación al Reich. Los últimos tiempos de los ferrocarriles del Estado se caracterizan por las vicisitudes por las que han pasado como consecuencia del Dictado de Versalles y por la supresión del particularismo en el régimen ferroviario.

Aún cuando los grandes servicios que durante la guerra mundial prestaban los ferrocarriles alemanes eran decisivos para los éxitos militares, no pudieron evitarse los daños que, por el carácter particularista del régimen general ferroviario y de la soberanía ferroviaria de ocho Estados federales, resultaban, sobre todo, para la autonomía del mando supremo del Ejército y de los servicios ferroviarios de campaña. De las experiencias adquiridas surgió el anhelo hacia la unificación de los ferrocarriles.

Por el llamado programa de Heildelberg de 1918 y por la constitución de Weimar se acordó la incorporación al Reich de los ocho ferrocarriles federales; en efecto. fue realizada el 1.º de abril de 1920. Los ferrocarriles quedaron subordinados al ministerio nacional de comunicaciones, de reciente fundación. Sin embargo, los Estados supieron asegurarse algunas reservas e intereses particulares que, en muchos aspectos, habían de ofrecer obstáculos muy desagradables en el porvenir.

Más tarde, las repercusiones de la política interior y exterior influyeron notablemente en la organización de los ferrocarriles y exigieron su traspaso a entidades particulares. Con la estabilización de la moneda, en noviembre de 1923, el ministro de Hacienda suprimió a los ferrocarriles alemanes las subvenciones que el Reich les habían concedido hasta entonces, obligándoles con ello a contratar empréstitos particulares. De esta forma se creó la “ Empresa de los Ferrocarriles del Estado alemán” como entidad jurídica autónoma para la explotación y administración de los ferrocarriles que quedaban como propiedad del Reich. el ministro de Comunicaciones era, al mismo tiempo, director general de los ferrocarriles del Estado. La administración de los ferrocarriles se independizó del resto de los demás del Reich, significando esta medida el primer paso hacia su independencia económica y financiera.

Recordaremos que, según el tratado de Versalles, la propiedad entera del Reich servía de garantía a las reparaciones; en consecuencia, los Estados acreedores exigieron como fianza los ferrocarriles del Estado alemán. En efecto, estos fueron gravados con una obligación asegurada por hipoteca de 11.000 millones de marcos oro que, al 5 % de interés anual y con una amortización del 1 %, imponía un pago anual de 660 millones de marcos oro. A esto había que añadir el impuesto sobre los transportes por valor de 290 millones de marcos como garantía del pago de las reparaciones. Los ferrocarriles del estado se transformaron en una sociedad de derecho privado; su explotación debía efectuarse de acuerdo con los métodos de la economía privada y ser autónoma en las cuestiones financieras y del personal. En la administración tomaba parte un Consejo administrativo comprendiendo miembros extranjeros. Fue nombrado un comisario extranjero con objeto de vigilar las operaciones relativas al pago de las reparaciones.

Considerada desde el punto de vista de la política nacional, esta solución no era otra cosa que la renuncia del derecho de soberanía del Reich sobre su más valioso medio de comunicación y el más importante para la defensa del país y para la Economía nacional. Se comprende fácilmente con cuanta gravedad tenía que pesar esta solución sobre la administración y el personal.


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Aún cuando en virtud del Plan Young, del año de 1930, quedó abolida la hipoteca sobre los ferrocarriles alemanes y se estableció en su lugar un impuesto de reparaciones por valor de 660 millones de marcos que aquellos debían abonar por cuenta del Reich a los Estados acreedores, y si bien así desaparecieron los órganos de control internacional y el personal extranjero, quedó, sin embargo, la obligación de someter a un comité permanente, compuesto de cuatro miembros, dos nacionales y dos extranjeros, las modificaciones que hubieran de hacerse en la red de ferrocarriles.

La conferencia de Lausana, del año de 1932, estableció la liberación absoluta de los ferrocarriles del Estado alemán de toda clase de obligaciones internacionales y la supresión de todos los pagos por concepto de reparaciones, Sin embargo, como no se procedió a la ratificación por parte de los gobiernos interesados, los ferrocarriles del Reich permanecieron ligados a sus obligaciones.

Durante todo este tiempo la administración de los ferrocarriles del Estado ha tenido que sufrir una pequeña guerra interna con los ambiciosos gobiernos federales, solo interesados en conservar su posición privilegiada. Las disposiciones y propósitos de los ferrocarriles del Estado en favor de los intereses del Reich tropezaban a menudo con dificultades, como, por ejemplo, las que muestra el típico caso de Leipzig; la intervención de los Estados impedía una reglamentación lógica del tráfico ferroviario. Más difícil aún resultaba en aquellos tiempos mantener libres a los ferrocarriles del Estado de las más opuestas influencias, a menudo ejercidas por intereses particulares, de los grupos parlamentarios. Permaneciendo distanciados de esta política los ferrocarriles se encontraron en una especie de aislamiento que hacía de ellos casi un “Estado dentro del Estado”.

Con la toma de poder por el nacionalsocialismo, los ferrocarriles han sido devueltos al Reich y a la nación. Las múltiples exigencias de los estados federales quedaron abolidas, el absurdo anacronismo de Leipzig suprimido, incorporados los ferrocarriles al aparato administrativo del Reich y tachada la palabra “Compañía”. Mediante la declaración del Führer del 30 de enero de 1937 y la ley del 10 de febrero del mismo año, los ferrocarriles alemanes quedaron por fin libres de todos los lazos que los ligaban al Extranjero. El Reich obtuvo así nuevamente la plena soberanía sobre sus ferrocarriles. Los ferroviarios recuperaron su posición de funcionarios del Estado; su reglamentación legal tuvo lugar cuando el Führer nombró al director general de los ferrocarriles del Estado ministro de comunicaciones del Reich y al subdirector general, secretario de Estado del ministerio de Comunicaciones.

En su conferencia, el Secretario de Estado Kleinmann dio algunas interesantes informaciones sobre la que el llamaba “ley de la libertad” de los Ferrocarriles alemanes y sobre las medidas relacionadas con esta ley. Refiriéndose a ciertas opiniones erróneas expresadas en algunas publicaciones influidas por elementos extranjeros, declaró que en lo que se refiere a las acciones de preferencia no ha habido modificación alguna. Esto se puede comprobar fácilmente ya que, según la ley, los representantes de los accionistas preferentes forman parte del Consejo de Administración. Por último, el Sr. Kleinmann manifestó que la estrecha colaboración que reina entre los distintos departamentos del ministerio de Comunicaciones, como Navegación marítima y fluvial y Transportes por carretera, con los ferrocarriles hace confiar en una unión más íntima y provechosa entre estos y los demás medios de transporte, para que así pueda desarrollarse todo el régimen de comunicaciones de Alemania y de su máximo rendimiento.

La transformación de las relaciones entre los ferrocarriles y el Reich exige una nueva estructura legal. Los trabajos preparatorios han sido ya iniciados y conforme a los postulados de la política nacionalsocialista se hará una reorganización completa del servicio entero de los ferrocarriles apoyándose en dos ideas fundamentales: el principio autoritario y la responsabilidad personal.

Condiciones previas para la realización del principio autoritario son: la uniformidad en la organización y reglamentación del servicio, en la Economía y en la Técnica. Todos estos sectores han hecho grandes progresos después de la toma del poder y los trabajos se desarrollan con el mayor éxito. Para promover el espíritu de la responsabilidad se concede a los que desempeñan puestos subordinados una autonomía tan amplia como lo permita la dirección totalitaria. Se ha dado comienzo a la simplificación administrativa.

La transformación ha traído como consecuencia el que los ferrocarriles se encuadren en la Economía alemana que a su vez, como ya se ha dicho, ha quedado reorganizada en su totalidad, Los ferrocarriles del Estado están representados en el Consejo directivo de la Cámara de la Economía nacional por su subdirector general, cooperando así en los trabajos de esta.

En la lucha contra el paro forzoso y en el empleo de materias primas nacionales, la colaboración de los ferrocarriles del Estado es de gran importancia; hasta ahora han ejecutado las órdenes más importantes del Reich y se les ha concedido el 60 % de la actividad comercial de Estado, calculándose desde 1933 en unos 6.000 millones de marcos. Los ferrocarriles del Reich trabajan desde hace largo tiempo, científica y prácticamente, en la investigación de las posibilidades de disminuir el consumo de materias primas extranjeras. Además, se proponen contribuir a la realización del segundo Plan cuadrienal adaptándose al consumo de metales, tejidos y combustibles de producción alemana y, mediante una reforma adecuada de las tarifas de transporte, para compensar los gastos tan elevados en la obtención de las materias primas nacionales.

Los ferrocarriles del Estado, en su calidad de empresa de carácter nacional al servicio de la nación, no reconocen más que un fin: la renuncia plena de ganancias y el equilibrio de sus ingresos y gastos. A partir de 1933 fue posible cubrir en su totalidad las cargas anuales de los ferrocarriles: deudas, reservas, etc., e incluso reembolsar ciertos créditos pendientes que se vieron obligados a tomar en los años difíciles.

Por la competencia de los otros medios de transporte, sobre todo los vehículos de motor, ha surgido el problema de la proporción entre ferrocarril y automóvil.

La incorporación de la nueva obra de las autopistas del Reich en la organización de los ferrocarriles del Estado fue ya de significado simbólico. Los ferrocarriles, como agentes principales del tráfico público, tenían que esforzarse, en esta rivalidad entre el riel y la ruta automovilística, en ajustar sus servicios a la importancia que sigue teniendo, tanto desde el punto de vista del Estado como el de la Economía nacional, pero al mismo tiempo, como organismo oficial, los Ferrocarriles del Estado tenían que tender a utilizar el automóvil, en proporción cada vez mayor, para mejorar y ampliar el servicio público de transportes. En efecto se han puesto en circulación 2.000 camiones automóviles y 700 remolques, con lo cual se han incorporado más de 6.000 poblaciones a la red de transportes públicos.

En interés del bienestar general y mediante un equilibrio de gastos e ingresos y una solución equitativa del problema de la competencia, los Ferrocarriles del Estado mantendrán en su estado actual el régimen general de tarifas de transporte. La tarifa normal para personas es de 0,04 RM. por kilómetro en 3.ª clase; la dirección de la empresa estima que es demasiado elevada y trata de reducirla; sin embargo, la situación financiera y las necesidades del Gobierno no lo permiten, por el momento, debiendo limitarse a la concesión de ciertas facilidades en algunas tarifas especiales. Los motivos que han inducido a esta acción son de carácter social, cultural y demográfico dentro de la política general de reconstrucción nacional.

Los ferrocarriles del Reich se empeñan con toda energía en poner sus máquinas a la altura con las innovaciones que exigen los progresos de la técnica, Continuamente se perfeccionan las locomotoras de vapor; la locomotora de líneas aerodinámicas más reciente ha obtenido en los viajes de pruebas una velocidad de más de 200 Km. por hora, arrastrando un tren con un peso de 300 toneladas.

Al mismo tiempo se está realizando la electrificación de grandes trayectos; por otra parte, de acuerdo con su rápido desarrollo, motores de explosión han sido puestos al servicio del tráfico ferroviario; los automotores eléctricos con generadores Diesel se destinan al servicio rápido y contribuyen a la intensificación del servicio; los automotores más modernos de tres compartimentos, han alcanzado una velocidad de 205 Km. por hora.

Además de las comunicaciones con automotores rápidos Berlín-Hamburgo, Berlín-Colonia, Berlín-Francfort del Main y Colonia-Altona, que ya estaban en servicio, se han inaugurado en estos últimos años las líneas Munich-Nuremberg-Berlín, Stuttgart-Nuremberg-Berlín y Beuthen-Breslau-Berlín. A la línea últimamente citada se han puesto en servicio los automotores rápidos de 3 compartimentos, tipo “Leipzig”, con 3.ª clase a diferencia del auto-motor rápido de 2 compartimentos, tipo “Hamburgo”, que no la tiene.

La inauguración del dique Stralsund-Rügen, que tuvo lugar a principios de octubre de 1936, constituye una mejora notable para el tráfico entre Escandinavia y la Europa central y significa para el ferrocarril alemán un acontecimiento digno de mención. En los otros sectores técnicos, como vías, señales de seguridad, vagones, etc., se han introducido notables mejoras en interés de la seguridad del tráfico, de la puntualidad y de la máxima comodidad del viajero. Sin exageración se puede decir que desde el punto de vista técnico el ferrocarril alemán es uno de los mejores del mundo.

“Motorización”

Esta palabra de consigna fue pronunciada por Adolfo Hitler algunos días después de la toma de poder, el 11 de febrero de 1933, con motivo de la apertura de la primera Exposición del Automóvil en la nueva Alemania. La idea había sido anteriormente concebida por el Führer como parte integrante de su programa general cuyo esquema había elaborado mientras llegaba la hora de ponerlo en ejecución. El 1.º de mayo siguiente, en la imponente manifestación nocturna en el campo de Tempelhof, que ya mencionamos en su oportunidad, el Führer pudo anunciar el comienzo de la solución de este problema.

Con esto pasaron a ser tarea de interés primordial del primer Plan cuadrienal la reanimación de la industria de los motores y automóviles, el incremento en el número de vehículos y la creación de una red de auto-pistas acomodadas a las necesidades del tráfico. Programa para largos años, nacido de la clara comprensión de las posibilidades de desarrollo del tráfico motorizado, que ofrece ocasión de luchar contra el paro mediante el impulso dado a la industria del automóvil y por la colocación de miles de obreros sin trabajo en la construcción de carreteras. Por esta razón se lleva a cabo con tanto ahínco y energía la construcción de las autopistas.

Las autopistas de Reich


Las primeras supercarreteras
Por la ley del 27 de junio de 1933 se nombró al Dr. ing. Fritz Todt, inspector general de carreteras con poderes especiales, quedando subordinado directamente al Führer y Canciller quien asume por sí mismo la responsabilidad ministerial en esta cuestión. Al mismo tiempo se fundó la Sociedad “Autopistas del Reich” con un capital de 50 millones de marcos, como empresa sucursal de los Ferrocarriles del Estado. en los considerandos de esta ley el Gobierno se expresa así:

“La dirección de las autopistas se ha reservado a la Compañía de los ferrocarriles del Estado, porque la competencia entre la vía férrea y el automóvil no se puede resolver en último término sino sometiendo a una dirección única todo el tráfico industrial de mercancías. En este sentido, la presente ley significa un paso de gran importancia. Para asegurar el régimen financiero, esta empresa se funda como entidad jurídica de derecho público cuya administración y representación, sin embargo, por las razones arriba mencionadas, asume la Compañía de los Ferrocarriles del Estado.”

Alemania poseía unos 300.000 km. de carreteras, de los cuales 100.000 km. eran de gran importancia como carreteras de tránsito, 25.000 km. se contaban como “grandes vías de comunicaciones”. Esta red de carreteras que se construyó para otra clase de medios de comunicación en los que no intervenía el automóvil, tenía que irse adaptando poco a poco al tráfico de coches de motor. Esto no se ha logrado del todo; las carreteras precisan ser descongestionadas y trazadas de acuerdo con las necesidades actuales del movimiento y capaces de absorber el tráfico de automóviles sobre largos trayectos.

Según la ley mencionada, las carreteras para automóviles son caminos públicos destinados exclusivamente al tráfico general con vehículos de motor. La empresa “Autopistas del Reich” tiene el derecho exclusivo para la construcción y explotación de las carreteras para automóviles y está bajo la inspección inmediata del gobierno. Al inspector general le incumbe la dirección el trazado y la construcción de las carreteras para automóviles regionales. La empresa tiene derecho a percibir impuestos de peaje.

Salvo el capital e fundación de 50 millones de marcos, arriba mencionado, el pago de los trabajos de construcción se efectúa directamente por el gobierno del Reich. Obsérvese que un 35 % de los gastos generales están cubiertos por las economías logradas en el subsidio obrero y de un 25 a 30 % por el incremento de impuestos a consecuencia de la reanimación económica general. Además de esto, la empresa está autorizada para emitir empréstitos o contratar créditos de acuerdo con el gobierno del Reich y los ferrocarriles del Estado.

Las Carreteras de Adolfo Hitler

Según se había proyectado, en 1933, una red de autopistas de cerca de 7.000 km. de longitud había de abarcar, después de un período de construcción de 7 años, las carreteras principales del tráfico motorizado de Alemania. A esta red debían ser enlazadas las carreteras de primer orden y las grandes ciudades. El 17 de diciembre de 1937 el Führer anunció que la red de 10.000 km., proyectada al principio, alcanzará con las necesarias ampliaciones una extensión de 12.000 dm. A esto hay que agregar los 1.100 km. del primer programa proyectado para Austria.

La construcción de las autopistas no es uniforme sino que se adapta a las condiciones geográficas y a la intensidad del tráfico. Las líneas principales tienen un ancho de 24 m. y se componen de dos vías de 7,50 m. de anchura cada una, separadas entre sí por una banda de 5 m. de ancho. En las zonas llanas el declive apenas sobrepasa del 3 al 4 % y en los trayectos montañosos llega al 7 % y aún más. El radio de las curvas es de 2.000 m. en el llano y se reduce hasta 400 m. y menos aún en las secciones de montaña. En los proyectos en estudio se concede gran importancia a la adaptación de las autopistas al carácter del paisaje.

La enorme cantidad de fuerzas productoras empleadas en la construcción de carreteras se refleja en el capital invertido desde 1933. Para la construcción de las autopistas fueron gastados, desde el comienzo de las obras hasta el fin del año económico de 1937, más de 2.100 millones de marcos. Al mismo tiempo los gastos para las otras carreteras alemanas experimentaron un fuerte aumento.


Puente carretero cerca de Stuttgart
En septiembre de 1936 ya se pudieron entregar al servicio público 1.000 km. de autopista. Esto sucedió el mismo día en que, 3 años antes, el Führer había dado el primer golpe de pala para inaugurar esta obra. En diciembre de 1937 había ya 2.000 km. de autopista. A principios de 1938 existían 2.014 km. en servicio; 1.623 km. en construcción, 1.931 km. aprobados y 1.332 km. en anteproyecto. El mapa de la página 280 muestra el estado de las autopistas el 1.º de agosto de 1938.

Unos 115.000 obreros están ocupados directamente en los trabajos de construcción. Los efectos indirectos en la ocupación de obreros -en las industrias de materiales y maquinaria de construcción, de la alimentación y de la indumentaria vestido- es todavía mucho mayor: el número de obreros ocupados puede evaluarse en medio millón. El movimiento de tierra y piedra alcanza actualmente la enorme cantidad de unos 250 millones de metros cúbicos. En los momentos de mayor intensidad de trabajo, en el año de 1937, se pusieron en servicio 3.250 locomotoras, 60.000 vagonetas y 3.900 km. de rieles de trocha angosta; además, cientos de máquinas de construcción de todas clases.

Para asegurar la ejecución del programa que proyecta la construcción de 1.000 km. al año se han aumentado los derechos arancelarios de la bencina y del benzol a 4 marcos por hectolitro. A esto hay que añadir una tara especial por embalaje. En consecuencia, el precio de la bencina en el puesto de aprovisionamiento se ha aumentado en 3 céntimos o sea un 9 % por litro.

El ministro de Hacienda ha manifestado, en relación con esta cuestión, que se ha creído conveniente proceder a un aumento de los aranceles sobre los combustibles para lograr de esta forma que todos los automóviles alemanes contribuyan a costear la construcción de las autopistas, sobre todo si se observa que mediante estas se ha conseguido un notable ahorro de gasolina (un 15 % por término medio).

Hay que agregar que el desgaste de motor y llantas, con una conducción correcta en las autopistas, es muy inferior al que originan otras carreteras, ya que en aquellas se necesitan incomparablemente menos las operaciones de frenado, embrague y cambio de velocidades, además, el material se conserva mejor sobre pavimentos lisos.

Las carreteras fomentan el turismo extranjero que Alemania necesita para su balance exterior. Ciertos obstáculos que se oponían al tráfico extranjero motorizado han desaparecido ya. Los turistas pueden visitar Alemania de una manera fácil y agradable.

Los desembolsos efectuados en la construcción de carreteras y autopistas traen consigo, desde luego, cargas que deben soportar también los coches y camiones de motor. El aumento de los derechos arancelarios sobre los combustibles, implantado en 1936, así como los impuestos sobre el transporte a distancia de mercancías y viajeros, deben contribuir al aporte del capital necesario, para la construcción y conservación de las autopistas. El tráfico de vehículos de motor está tan íntimamente unido a la vida pública que puede tomar sobre sí estas sin perjudicar por eso la producción de automóviles. mas de 2.000 km. de autopista están ya en uso y requieren numerosos servicios auxiliares cuyos trabajos preparatorios se encaminaron desde hace tiempo. Sin entrar en detalles quiero solamente mencionar como ejemplo la instalación de nuevos hoteles y restaurantes: en las cercanías de Magdeburgo se ha edificado un paradero proyectado por el Ing. March, arquitecto del campo de deportes de Berlín; en las orillas del lago de Chiem, alta Baviera, se está construyendo otro paradero excelentemente instalado, junto a una playa que se destina al servicio de los automovilistas. Por último unos 50 puestos de gasolina y toda una serie de instalaciones complementarias se encuentran actualmente en construcción.

El extranjero comienza a interesarse notablemente por las autopistas alemanas. Los ingenieros alemanes hacen constar con satisfacción que un buen número de países europeos se han asociado a la misión pacífica que el Reich se ha propuesto con la construcción de estas obras. Entre Alemania e Italia se han hecho gestiones con el fin de enlazar entre sí la red de autopistas de ambos países; los trabajos deberán estar terminados en 1941. Las negociaciones con Holanda establecieron los pasos de frontera y los empalmes de las carreteras. En Dinamarca se encuentran en elaboración grandes proyectos para la construcción de carreteras cuyo fin es el de enlazarlas con las autopistas alemanas. En París, con motivo de la construcción de diversas carreteras, se ha mencionado ya la palabra “autopista” y en Bélgica se están preparando proyectos de construcción según el modelo alemán. Estos datos fueron publicados por el director general de Caminos Dr. Todt, en el diario “Berliner Bösenzeitung”, concluyendo su artículo de esta manera: “Debemos confiar en que esta obra técnica de la cultura humana contribuirá como ejemplo de nuestra voluntad y capacidad al servicio de la paz y al fomento de una sincera colaboración entre los pueblos de Europa”.

Desarrollo de la Industria del Automóvil

A la vez que el Gobierno dio principio a la construcción de las autopistas emprendió una campaña en favor de la industria del automóvil, principalmente mediante medidas fiscales.

Ya en abril de 1933 quedaron exentos del impuesto de vehículos de motor todos los automóviles y motocicletas que se pusieron en servicio en aquel entonces. Poco después, aquellas personas que habían adquirido automóviles antes de la fecha indicada, obtuvieron también la posibilidad de eximirse de tales impuestos mediante un pago único. Más tarde los impuestos sobre coches obtenidos para substituir otros, en la industria, experimentaron también notables reducciones. Según la nueva ley de 1934 sobre el impuesto de la renta, la compra de todos los vehículos de motor que estén al servicio de agricultores, propietarios de bosques, industriales o aquellos que se dediquen a profesiones liberales, con obligación de llevar contabilidad, quedarán exentos del pago de los impuestos. sobre la renta, los corporativos e industriales. De este modo, casi el 70 % del precio de venta del automóvil se recupera gracias a la reducción de impuestos.

Estas disposiciones fiscales van acompañadas de una propaganda de gran eficacia. Las exposiciones de automóviles han ido tomando un carácter cada vez más nacional. El Estado cuida con especial interés del deporte de vehículos de motor, gracias a lo cual se obtienen numerosas victorias internacionales. La mayor parte de este impulso corresponde al Cuerpo motorizado nacionalsocialista (NSKK), con su amplia y disciplinada organización. En estos últimos años la reanimación general de al economía alemana acelera el desarrollo de la industria del automóvil.

Desde 1033 ascendió en Alemania la curva de la venta de automóviles. Actualmente parece una cosa muy natural que en una año se fabriquen y se vendan 220.000 coches y 235.000 motocicletas.

Desde mediados de 1932 hasta comienzos de 1938 el número de automóviles en Alemania ha aumentado de 1.630.000 a 2.850.000; así, partiendo del advenimiento al poder del nacionalsocialismo el número de propietarios alemanes de automóviles ha aumentado en 1.220.000. En Alemania actualmente es mayor la cifre de personas que poseen autos que la de Inglaterra o la de Francia. En efecto, en Alemania (con exclusión de Austria) 2.850.000 personas poseen vehículos de motor automóvil o motocicleta; en Inglaterra 2.300.000, y en Francia 2.200.000 personas. Hay que advertir que en Alemania existen muchos menos automóviles que motocicletas y que, por otra parte, Alemania tiene (sin Austria) 68 millones de habitantes, mientras que Inglaterra tiene solo 47 millones y Francia 42 millones.

Desde el año de 1932 el grado de motorización de Alemania, esto es, la proporción entre el número de vehículos de motor y el de habitantes, se ha mejorado en comparación con los países vecinos. En 1932, por cada 1.000 habitantes había 19 automóviles en servicio, contra 41 en Francia y 37 en Inglaterra. Actualmente la proporción es la siguiente: En Inglaterra y en Francia, por cada 1.000 habitantes, 50 poseen coche, en Alemania 35. Conforme a este progreso Alemania dentro de muy pocos años tendrá, no solo en proporción absoluta sino en relación con el número de habitantes, tantos automóviles en servicio como esos dos países juntos. Ciertamente queda por resolver la cuestión de elevar el standard de los cientos de miles de propietarios de motocicletas para facilitarles la adquisición de un automóvil, lo que ya está en vías de solución, gracias a la construcción del nuevo automóvil popular.

Los 216.538 coches inscritos en el año de 1937 has sido construidos por las fábricas siguientes: Opel 75.308; Auto-Unión 54.765; Daimler-Benz 23.679; Adler 17.177; Ford 16.141; Hanomag 8.411; BMW 6.828; Hansa 5.486; Stoewer 913; Maybach 179. Los 43.221 camiones puestos en servicio en el mismo año han sido construidos por las fábricas siguientes: Opel 15.766; Ford 7.262; Hansa-Lloyd 4.347; Daimler-Benz 4.123; Büsing NAG 2.293; Magirus 1.519; Krupp 1.269; MAN 866; Phänomen 737; Henschel 488

La técnica y la construcción alcanzaron éxitos dignos de consideración: perfeccionamiento del automóvil pequeño (en espera del automóvil popular), de los motores Diesel, etc. Los automóviles no solo mejoraron sino disminuyeron de precio; de 1932 a 1936 bajaron un 10 %; en el otoño de 1936 experimentaron los precios de los tipos más asequibles una reducción del 6 al 14 %.

El Volkswagen o automóvil Popular


Los primeros Volkswagen
En Fallersleben, a orillar del canal -Mittelandkanal- el Führer colocó, el 26 de mayo de 1938, la primera piedra de la Fábrica de Automóviles del Frente Alemán del trabajo que está para terminarse y en la cual en un futuro inmediato comenzará la producción del automóvil popular a la cual ha sido exclusivamente dedicada. Además de la fábrica se está instalando un puerto en el citado canal y edificando una ciudad en la cual quedarán incorporados 28 ayuntamientos. El número de habitantes de esta ciudad será al principio de unos 30.000 y al terminar las obras se calcula que se elevará a 60.000 (Fallersleben tiene en la actualidad 2.500 habitantes).

En la primavera de 1937 el Dr. Ley recibió instrucciones para poner los medios de que dispone el Frente Alemán del Trabajo a la disposición de la empresa encargada de que sea una realidad el automóvil popular alemán. Según el Dr. Porsche, autor del automóvil en cuestión, por de pronto se construyó una serie de ensayo de 30 automóviles que fueron sometidos a las más duras pruebas. Los resultados obtenidos han mostrado que la producción, en serie, puede iniciarse en cualquier momento.

El automóvil popular se fabricará en tres modelos: abierto, limusina y cabriolé-limusina. Está provisto de ejes oscilantes; tiene 4,20 m. de largo por 1,55 de alto y ancho y un peso de 650 kg., son una cabida para 4 o 5 personas. El motor instalado en la parte posterior es refrigerado por aire y posee una fuerza de 24 caballos; consume de 6 a 7 litros de gasolina y 1/10 lt. de aceite por cada 100 km. El automóvil puede alcanzar una velocidad de 100 km. por hora, en marcha regular por autopista. Su precio de venta es de 990 marcos. Para facilitar su adquisición se ha establecido un sistema original de seguro y ahorro. La cantidad mínima de pago es de cinco marcos a la semana y el seguro de un marco a la semana.

El Führer dijo en su discurso que cuando se hizo cargo del gobierno pensó que, para luchar contra el paro forzoso, ningún medio le parecía más a propósito que el de la motorización. Alemania se había quedado muy atrás en este sector de la industria y la producción de 46.000 automóviles al año se puede calificar de ridícula por lo pequeña. El primer paso para la motorización ha de ser el de abandonar la idea de que el automóvil sea un artículo de lujo. Idea fundamentada en una nación como Alemania mientras sólo estén en servicio de 200.000 a 400.000 automóviles. El pueblo alemán necesita de 6 a 7 millones que pueden alcanzarse fácilmente logrando que los gastos de adquisición y conservación del coche estén en proporción con la capacidad económica del comprador, éste siendo efectivamente el factor práctico y decisivo. El automóvil debe constituir un medio de comunicación popular con lo cual dejará de ser un elemento para los privilegiados y por lo tanto de distanciamiento entre las clases.

Otro motivo para fomentar la motorización es el siguiente: si el pueblo alemán invirtiera todo lo que recibe como salario en productos alimenticios, que Alemania no podría producir ilimitadamente, acabaría por crearse una catástrofe económica. De aquí que sea necesario desviar el poder adquisitivo del pueblo hacia otra dirección, a cuyo fin contribuirá también el automóvil popular en el cual podrán invertirse anualmente cientos de millones de marcos.

El automóvil popular no debe surgir como competidor entre las restantes empresas productoras; es claro que quien compre un automóvil dedicado al pueblo y no un Mercedes lo hace porque sus condiciones económicas no le permiten adquirir automóviles cuyos precios son proporcionalmente elevados. Precisamente, todas estas razones se han tomado en consideración para ofrecer alegría y satisfacción a las masas, de acuerdo con las comodidades modernas y mediante un elemento que a ellas pertenece: el “automóvil popular”. Así entonces, es justo que lleve el nombre de la organización que más se empeña en ofrecer alegría y fuerza a las clases sociales trabajadoras modestas: “Automóvil KdF” (KdF = Kraft durch Freude o sea “Fuerza por la Alegría”). Al mismo tiempo se levantará una ciudad modelo del trabajador alemán con el doble fin de servir de escuela de arquitectura urbana y de colonización social. Con esto se quiere mostrar como plantea el nacionalsocialismo problemas, como los ataca y como los resuelve.

El Turismo

El gobierno nacionalsocialista reconoció inmediatamente la importancia especial del turismo, por eso, después de la toma del poder, se dio a su economía una reglamentación sólida, en la que hoy colaboran íntimamente unidos todos los elementos que con él se relacionan.

La ley del 23 de junio de 1933, sobre el “Patronato del Turismo” reunió, bajo la presidencia del ministro de Propaganda, Dr. Goebbels, a todas las autoridades, asociaciones y empresas de comunicaciones que directa o indirectamente se hallen al servicio del turismo. Todas ellas trabajan dentro de su jurisdicción, en un frente común. La “Asociación nacional para el fomento del turismo” tiene una importancia especial entre las asociaciones reunidas. es la principal de las 24 asociaciones provinciales de turismo, las cuales a su vez se componen de las juntas locales de turismo. Estas últimas tienen a su cargo la propaganda local sirviéndose para ello de las oficinas y servicios de turismo, administraciones de balnearios y otros organismos semejantes. El presidente de la Asociación es el ex-ministro bávaro, Hermann Esser, quien ya por su anterior actuación se ha hecho acreedor a grandes méritos en el fomento del turismo. Por la ley de 26 de marzo de 1936, la Asociación fue proclamada corporación de derecho público siendo competente en todas las cuestiones generales relativas al turismo.

Los ferrocarriles alemanes, en su calidad de empresa nacional más grande, ocupa una situación especial dentro del Patronato, porque fuera de su esfera de acción natural se encarga de la propaganda de las comunicaciones alemanas en el Extranjero y de la propaganda general en el interior de la nación. La realización de este cometido corresponde a la Oficina central de los ferrocarriles nacionales para los viajes por Alemania (RDV). La Oficina está sostenida por los ferrocarriles mismos y se esfuerza utilizando todos los medios modernos de propaganda en estimular en todo el mundo a los aficionados a los viajes para que visiten a Alemania. La RDV mantiene en todos los países de importancia oficinas de propaganda propias, que no sólo atienden a sus tareas desde un punto de vista puramente material y económico sino que, además, suministran información de toda clase al extranjero, en particular sobre los sectores de la vida cultural de pueblo alemán. A esta central le fue confiada la propaganda de los Juegos Olímpicos, misión que realizó en todo el mundo con éxito brillante. Una idea de lo amplio de su labor se puede obtener si se considera el hecho de que en los últimos millones de impresos de propaganda han sido distribuidos en el Extranjero.

Los efectos de esta propaganda consciente no se han hecho esperar. El tráfico del turismo se halla en un estado de progreso creciente desde el año de 1932. El número total de pernoctaciones en los hoteles ascendió a 72 millones en 1936 contra 49 millones en el año de 1932, o sea un aumento del 47 %. El número de turistas (nacionales y extranjeros) experimentó también un incremento considerable (19 millones frente a 14 millones en 1932). Desarrollo aún más satisfactorio alcanzó la visita de extranjeros en Alemania. El número de pernoctaciones de extranjeros, en los hoteles, creció en ese mismo tiempo de 2,7 a 6,6 millones; esto representa un aumento de 144 %. La cifra de turistas extranjeros se elevó de 1,1 a 2,1 millones, es decir casi al doble. De estos datos se deduce también que los extranjeros prolongan su estancia mucho más que en los años anteriores. El promedio de permanencia alcanzó en 1936 casi más del 38 % que en 1932.

Si se considera que, por ejemplo, los Juegos Olímpicos de Berlín fueron presenciados por 1,2 millones de personas y estas transportadas en pocos días, ida y vuelta, en 2.159 trenes especiales, y que, por otra parte, el ferrocarril urbano de Berlín realizó durante las dos semanas de los Juegos el transporte de 28,4 millones de viajeros, se verá aparecer en su verdadera magnitud la eficiencia de los medios de comunicación.

Los días durante los cuales se desarrolla el Congreso del Partido en Nuremberg exigen de los Ferrocarriles alemanes esfuerzos notables. 1.200 trenes especiales fueron empleados en pocos días para transportar a más de 1 millón de concurrentes al Congreso del Partido de 1936. Este tráfico intenso requirió la ampliación de las estaciones de los alrededores de Nuremberg. En igual forma hubo que procederse con motivo de otras reuniones como la del “Día de la Cosecha”, en el Bückeberg. 450 trenes especiales en pocas horas condujeron, en ida y vuelta, a los asistentes a las fiestas del año 1936.

En total, en 1933, los Ferrocarriles alemanes transportaron 1.200 millones de personas y 1.500 millones en 1935. Por medio de amplias reducciones en las tarifas ferroviarias -los extranjeros pagan, por ejemplo, sólo el 40 % de la tarifa normal- se ha animado el tráfico de tal manera que los ingresos procedentes del movimiento de viajeros logró ser aumentado de 846 millones de marcos en 1933 a 989 millones en 1935, es decir, en un 17 % aproximadamente. Hay que tener en cuenta que debido a las reducciones concedidas los ingresos por persona y kilómetro han menguado de 2,81 a 2,5 céntimos. el creciente número de servicios ha tenido también como consecuencia un aumento notable en el personal. 656.000 ferroviarios (1933: 593.000) cuidan hoy de la marcha normal del complejo sistema de los ferrocarriles.

Actualmente se está trabajando con intensidad en mejorar las comunicaciones de suerte que la velocidad de los trenes ha ido aumentando continuamente en los últimos años. En primer lugar aparecen los automotores rápidos que, como ya hemos dicho, han sido puestos en servicio en los trayectos más importantes. todas estas innovaciones contribuyen a que el viajar haya dejado de ser, desde hace muchos años, algo fatigoso o incómodo. De esto cuida la conocida compañía “Mitropa”, sociedad subsidiaria de los Ferrocarriles alemanes, a cuyo cargo están los cochescamas y restaurantes, así como los aeroplanos de la Lufthansa. La Mitropa alberga todas las noches en sus hoteles rodantes 2.000 viajeros y alimenta diariamente a 50.000 personas en sus coches restaurantes.

Para mayor comodidad de los viajeros se han organizado los llamados “trenes de cristal”, cuyos vagones automotores tienen amplias ventanas ingeniosamente ideadas para poder mirar en todas direcciones; estos trenes han sido puestos al servicio en trayectos particularmente bellos, proporcionando así a los viajeros una vista perfecta del paisaje. Un nuevo modelo muy apreciado lo constituyen los trenes con vagones de dos pisos del ferrocarril Lübeck-Büchen. Hacen el servicio entre Lübeck y Hamburgo y permiten disfrutar de un amplio panorama. Este tipo de vagón obtuvo tal éxito, que su número ha tenido que ser aumentado al poco tiempo.

Así mismo en el tráfico aéreo se están introduciendo nuevos perfec___cionamientos. La Compañía aérea alemana Lufthansa ha puesto en servicio aeroplanos muy potentes que alcanzan una velocidad de 350 kilómetros por hora.

Con especial orgullo contempla la Aeronáutica alemana sus dirigibles que hacen el servicio intercontinental a través del Atlántico. El desastre de la aeronave “Hindenburg”, producido por un accidente, no ha menoscabado la confianza del público en la navegación aérea en dirigibles. Pronto se terminará la construcción de un nuevo Zeppelin. el servicio regular, que ya se viene realizando desde hace algunos años, tiene como base el nuevo aeródromo internacional de Francfort del Meno, inaugurado en julio de 1936.

Alemania todos los años ofrece a sus visitantes una profusión de organizaciones dignas de verse. Citemos, sólo como ejemplo, los célebres festivales de las obras de Wagner, en Bayreuth (Baviera), a los cuales en el año de 1936 acudieron de todo el mundo 27.000 aficionados a la música. Desde el año de 1933, el número de concurrentes en Bayreuth se ha visto duplicado.

Exposiciones del más distinto género tienen lugar sin interrupción en los gigantescos pabellones de Berlín destinados a este objeto, a menudo también en otras grandes ciudades, como Hamburgo, Colonia, Dresden, Munich, Düsseldorf, etc.; además hay que citar la célebre feria de Leipzig, que dos veces al año constituye un acontecimiento de máxima importancia para el comercio mundial. Los museos alemanes muestran las más variadas curiosidades. en la isla de los museos, en Berlín, se pueden admirar valiosas colecciones antiguas de obras escultóricas, pictóricas, etc., del arte alemán, del arte cristianobizantino, pinturas de las escuelas italiana y holandés, etc. La técnica está expuesta en el Museo alemán de Munich, las armas y armaduras antiguas en las Armería de Berlín y las curiosidades de la Edad Media en el Museo Germánico de Nuremberg.

Acontecimientos de resonancia internacional son las carreras de caballos de Hamburgo, Berlín, Munich y Baden-Baden. Los campeonatos de tenis en Hamburgo, Pyrmont, Baden-Baden, Berlín y distintas playas veraniegas del mar Báltico y balnearios del interior reúnen un público entendido, compuesto de visitantes de todo el mundo. Las semanas de regatas en Kiel, Travemünde y Warnemünde han despertado en los países vecinos enorme interés. Todos los años se dan cita los más destacados deportistas del motor en el circuito del Nürburg (Eifel, no lejos del Rin), en la pista del Avus de Berlín y en otros puntos, donde se miden en carreras emocionantes. Para los aficionados al deporte de invierno, las montañas bávaras ofrecen una región privilegiada. Quien viaje en busca de esparcimiento puede dirigirse a Berlín o a Hamburgo, ciudades donde se divertirá tan bien como en París o en Viena, y quien desee vivir unas horas de alegría, debe viajar en carnavala: Colonia, Düsseldorf, Maguncia o Munich.

El turismo en Alemania ha obtenido un poderoso impulso bajo el gobierno nacionalsocialista. Alemania, por sus paisajes, por la abundancia de sus tesoros artísticos e históricos, por sus progresos técnicos y por la excelencia de sus instituciones de turismo puede competir con cualquier país del mundo.

La Marina Mercante

El movimiento marítimo alemán ha permanecido durante los últimos años casi estacionario y en situación desfavorable. el descenso en la actividad del tráfico internacional de mercancías y de pasajeros así como la presión proveniente de la política monetaria de los países anglo-sajones, sobre las cotizaciones de fletes y tarifas de pasaje calculadas en oro, dieron por resultado que los ingresos de las compañías navieras alemanas fueron en descenso hasta el año de 1934. en 1935 se inició una nueva época de prosperidad; los ingresos brutos totales de las compañías navieras aumentaron de 426 millones de marcos en 1934 a 454 millones en 1935.

El 1º de enero de 1937 contaba la flota mercante alemana 3.579 buques con un calado de 3.887.000 toneladas de registro bruto. Como se desprende del siguiente cuadro, la flota ha aumentado de nuevo y por vez primera, después de la crisis. El número de buques con un tonelaje bruto de más de 50 metros cúbicos ha ido en aumento.

Después de la guerra, la crisis económica mundial puso fin a la reconstrucción de la flota mercante, que había continuado hasta fines de 1930. Durante los años 1931 y 1932 se produjo un fuerte retroceso de más de 400.000 toneladas. Aunque ya en 1934 se inició una actividad febril en la construcción de buques, no pudo notarse el nuevo aumento de la flota mercante hasta el año 1936. El número de buques a principios de 1937 aumentó, en comparación con el año anterior, de 62 embarcaciones con 182.000 toneladas. Con ello fue sobrepasado el nivel de la flota mercante a principios de 1934 habiendo alcanzado de nuevo casi las tres cuartas partes de la importancia que tenía antes de la guerra.

Entre las 107 nuevas construcciones puestas en servicio en 1936, hay dos buques mercantes de 10.858 toneladas, que fueron construídos en el extranjero; el resto comprende 59 buques mercantes con unas 168.000 toneladas. y 43 barcos pesqueros con unas 13.000 toneladas. Las construcciones de mayor importancia fueron las dos motonaves-tanques “Friedrich Brehme” y “Paul Harneit” de la Compañía Petrolífera Germano-Americana, S.A., cada una de 10.400 toneladas y las dos motonaves “Ehrefels” y “Reichenfes” de la Compañía Hanseática de Navegación, de 7.750 toneladas cada una. El número de buques mercantes propiamente dichos (buques de carga y de viajeros) ha aumentado en el año de 1936 de 23 unidades con 143.000 toneladas (entre la cual figura el “Jan Wellem”, “buque-ballenero” de 12.000 toneladas), elevándose en total a 150.000 toneladas.

Quien hubiera visitado en 1932 los grandes puestos alemanes habría podido observar que la parte más esencial y valiosa de la flota mercante alemana se hallaba amarrada o inactiva por falta de flete. El número de barcos amarrados en enero de 1933 alcanzó la cifra de 303 con 917.818 toneladas, un año más tarde quedó reducido a 149 buques con 522. 833 toneladas. El 1º de enero de 1935 señaló un nuevo progreso, ya que esta cifra se redujo a 62 buques con 311.895 toneladas; el 1º de enero de 1937 era sólo de 25 buques con 57.637 toneladas en total. El número de marineros sin trabajo ha seguido una línea siempre decreciente: a principios de 1934, de 11.216 bajó a 8.697, en 1935 a 6.318, a principios de enero de 1936 a 5.593 y en la misma fecha de 1937 a 4.886. Hay que hacer notar que durante la semana de Navidad y de Año nuevo algunos buques se amarran generalmente por corto tiempo. En julio de 1936, sólo 13 buques con 42.235 toneladas permanecieron inactivos y el número de marineros en paro no pasó en dicha época de 2.115. La suma anual de salarios aumentó de 88 millones en 1933 a 98 millones en 1934 y a 104 millones en 1935.

La construcción de buques ofrece aún incremento más notable. En 1933 se hallaban en construcción 42 buques (137.391 toneladas), de los cuales 34 destinados a compañías nacionales y 15 al extranjero. En 1934 esta cifra aumentó a 98 buques (257.696 toneladas) de los cuales 84 para compañías de navegación alemanas y 14 para extranjeras. En 1935 de 197 buques (616.384 toneladas), 123 para Alemania y 74 para el extranjero. En 1936 se alcanzó una suma de 349 buques (1.095.821 toneladas), 228 para compañías alemanas y 121 para extranjeras.

Asimismo, el saldo activo que la marina mercante aporta a la balanza de pagos de Alemania experimentó un notable aumento: en los años 1933 y 1934 este saldo fue de 213 y 219 millones de marcos respectivamente; en 1935 se elevó a 232 millones de marcos.

La situación económica de las compañías alemanas de navegación mostró en el año de 1936 una nueva mejora. El activo se elevó de 213 millones en 1933 a 303 millones. Los ingresos por fletes pasaron de 321 millones a 410 millones de marcos.

En los últimos tiempos, varias personalidades autorizadas de la industria naviera alemana manifestaron su opinión sobre la política de construcción de las compañías marítimas y sobre la organización de la flota mercante alemana. el consejero de Estado, Essberger, jefe del grupo nacional de Marina Mercante, ha señalado la reorganización de la flota alemana como el objetivo más inmediato de la marina mercante alemana y ha hecho constar la necesidad de alcanzar de nuevo el nivel de antes de la guerra (5,4 millones de toneladas, que representaba entonces el 11,3 % de la flota mercante mundial).

Como se ve, la finalidad que queda por alcanzar es muy alta, sobre todo si se tiene en cuenta que las circunstancias del comercio exterior han variado mucho desde los tiempos de antes de la guerra. La importancia de una gran flota mercante propia, desde el punto de vista de la política de divisas, es sin duda, en los momentos actuales, mucho mayor que en todas las épocas anteriores. Una misión importante de la marina mercante, dentro del Plan cuadrienal, será no sólo la de economizar divisas mediante un aumento de las posibilidades propias de transporte, sino también el procurarse la adquisición de aquellas.

Esto no es fácil de realizar. El jefe de la navegación enumeró en su discurso las dificultades que a ello se oponen. En primer lugar se trata de problemas financieros -las posibilidades de rentabilidad en la navegación son, en efecto, tan limitadas que sólo se puede disponer de excedentes escasos para nuevas construcciones- y en segundo lugar, el incremento en la industria alemana de construcciones navales ha traído como consecuencia el que muchos astilleros no puedan aceptar ya órdenes a corto plazo. La construcción naval es, hoy, sin duda alguna, una de las ramas de la industria que pasan por un período de notable coyuntura, condicionada por las necesidades de la defensa nacional, por las de ampliación de la flota mercante del país pero también, considerablemente, por los encargos hechos por empresas extranjeras. Dadas las circunstancias actuales del comercio exterior de Alemania es sin duda muy satisfactorio que la construcción alemana de buques de calidad forme una parte tan importante del comercio de exportación, aún cuando la entrada de divisas no sea muy elevada. Por otra parte, se observa una notable diferencia en las construcciones navales comparándolas por ejemplo con las de la Gran Bretaña; también en este país ha experimentado un notable aumento la actividad de los astilleros -tanto en las construcciones de buques de guerra como en las de la marina mercante-, pero se ve que los pedidos son casi exclusivamente efectuados por los navieros nacionales; en efecto, de las 930.000 toneladas que ha construido últimamente la industria naval inglesa corresponden sólo unas 30.000 toneladas a los pedidos del extranjero.

El Dr. Hoffmann de la Compañía HAPAG, refiriéndose al problema de la marina mercante alemana, explicó mediante algunas consideraciones complementarias el carácter político de las muevas construcciones, que corresponden exactamente a los principios de la comunidad de trabajo, tal como Alemania los concibe en el terreno de la economía nacional. El Dr. Hoffmann manifestó entre otras cosas:

“La marina mercante alemana es, lo mismo ahora que antes, hostil a la política de subvenciones por parte del Estado. A pesar de la difícil situación se esfuerza por resolver con sus medios propios todos los graves problemas toda vez que, debido a las reformas tanto de organización como económicas efectuadas en los dos últimos años, ha recobrado aquella libertad de acción necesaria para su trabajo. el primer problema que la marina mercante alemán tuvo que acometer fue el de las nuevas construcciones, a cuya solución se ha dado ya principio por medio de una serie de nuevos pedidos. Por lo que se refiere a estas nuevas construcciones, la marina mercante alemana se guía simplemente por sanos principios económicos y de índole nacional. No construye naves gigantes por imaginarios motivos de prestigio, sino que encarga barcos de tamaño y velocidad económicamente razonables, destinados a aquellos sectores que con mayor urgencia reclaman nuevas construcciones. El fin propuesto es disponer de una flota mercante de gran rendimiento que se desenvuelva en una red de líneas que, tanto en su plan general como en sus detalles, responda a las necesidades del comercio exterior alemán y del tráfico transoceánico de viajeros.

Estos principios de una política sistemática en las nuevas construcciones navales son sanos y han de redundar, sin duda, no sólo en provecho de la marina mercante alemana sino también en provecho de la economía nacional. No se estiman en su justo valor los propósitos de Alemania cuando se supone que alimenta esperanzas de que las compañías de navegación dedicadas al servicio del norte del Atlántico, respondan a las grandes y prestigiosas naves de franceses e ingleses tales como “Normandie” y Queen Mary” y a sus futuros émulos con otras semejantes. Desde luego, es cierto que Alemania, después de al guerra, dio un nuevo paso decisivo para reconquistar, por lo menos en cuanto le fuera posible, con la construcción del “Bremen” y del “Europa”, su antigua posición al norte del Atlántico. Sin embargo, estos dos buques fueron construidos por la Norddeutsche Lloyd sin subvención ni crédito por parte del Estado y sin ayuda de ningún género, ajustándose sus dimensiones y velocidades a las condiciones que permitieran obtener beneficios. la práctica ha confirmado la exactitud de los cálculos establecidos. Pero por encima de todo, estas nuevas construcciones eran imprescindibles ya que Alemania había sido totalmente privada en aquel tiempo de su flota transoceánica, Esto indujo a las compañías alemanas de navegación a la creación de unidades de máximo rendimiento. Hoy ambos buques aún se hallan de servicio y la preferencia de que gozan es una muestra de que su fuerza atractiva no ha disminuido. Por este motivo no es necesario proceder a la sustitución de tales buques, actualmente en servicio, por otros nuevos cuya construcción sólo sería provocada por motivos de prestigio idénticos a los que llevaron a Francia a la superación del “Normandía”. Alemania tiene otros problemas nacionales de más importancia que resolver, por cuya razón su política de construcciones navieras se sujeta estrictamente a sus necesidades generales y económicas.

La Aviación Civil

En uno de sus viajes en avión durante la campaña electoral de 1932, Adolfo Hitler preguntó al jefe del servicio aéreo de la Lufthansa alemana, en el aeropuerto de Tempelhof, por qué existían tan pocos de los nuevos aviones Ju 52 Junkers de 3 motores, siéndole contestado que la razón residía en la falta de medios económicos. El Führer replicó sencillamente: “Espere Ud. que nosotros estemos en el poder, entonces habrá dinero suficiente para nuevos aviones de tráfico”.

No tardó en convertirse en realidad esta profecía del Führer. Con la fundación de la Comisaría del Reich para la Aeronáutica, que se elevó más tarde a la categoría de ministerio, quedó abierto el camino, una vez que el Führer, con fecha 30 de enero de 1933, puso en manos de su fiel colaborador, Hermann Göring, la dirección de la Aeronáutica alemana. Por aquel entonces, Göring denominó la Lufthansa alemana el núcleo de la aviación nacional, pues de ella partió, en los tiempos de la decadencia económica y de las divergencias políticas, y a despecho de todas las resistencias y obstáculos, un período de reorganización que ha podido servir de fundamento para el desarrollo ulterior de la aviación, al dar a esta el puesto que le corresponde.

Ya desde los primeros meses, las medidas sistemáticas del Führer comenzaron a surtir efecto. La animación económica general dio por resultado un rápido incremento de la cifra de transportes. De mayor importancia fue el que la aeronáutica y su política abrieron perspectivas más amplias en el tráfico aéreo para iniciar así un firme desarrollo de la aviación civil. El número de pasajeros transportados en los años de 1932-36 nos proporciona una idea clara de esta evolución ascendente. en 1932 en aparatos de la Lufthansa alemana volaron 71.000 pasajeros. en 1933 aumentó este número a 100.000; en 1934 a 135.000, en 1935 a 175.000, en el año de la Olimpiada (1936) a 232.000 y en 1937 a 277.347.

Este progreso extraordinario fue precedido de una organización sistemática del tráfico aéreo internacional. Se intensificó el servicio en los trayectos ya existentes y se aumentaron considerablemente las velocidades gracias al empleo de aparatos modernos. El parque de aeroplanos de la Lufthansa alemana fue objeto, a partir de 1933, de una transformación completa. Los aparatos viejos desaparecieron siendo substituidos por los veloces y amplios trimotores Junkers Ju 52, enteramente metálicos; alcanzan una velocidad media de 240-250 km. por hora y transportan 17 pasajeros además de una tripulación de 3 personas. Con esta innovación la Lufthansa ha puesto a su servicio el aeroplano más seguro del mundo. en breve tiempo este modelo dominó no sólo en toda la navegación aérea alemana sino que además el Ju 52 fue adoptado por un gran número de compañías extranjeras de navegación aérea para el servicio de sus respectivas líneas.

El Heinkel He 70, aparato que en año de 1933 pudo conquistar nada menos que ocho récords internacionales de velocidad, contribuyó un año más tarde a acelerar más aún el tráfico aéreo alemán. El “avión relámpago” Heinkel, con capacidad para cuatro pasajeros y dos pilotos, gracias a su ventajosa aerodinámica (tiene, entre otras cosas, un tren de aterrizaje replegable durante el vuelo), obtiene velocidades máximas de más de 350 km. por hora; es empleado en algunos trayectos extraordinariamente rápidos que por eso son denominados “líneas relámpagos”. Otro aparato de vuelo rápido introducido en el servicio aéreo alemán es el Junkers Ju 160, capaz para 6 pasajeros, tiene un solo motor y tren de aterrizaje oculto.


Los Ju-86 de la Lufthansa
Pronto quedó demostrada, sin embargo, la insuficiencia de estos aparatos rápidos. Era necesario construir un nuevo modelo que reuniese en sí junto a las grandes velocidades de los “aviones relámpago”, el mismo número de plazas de los aparatos denominados de tamaño medio. El resultado de estos trabajos de experimentación fueron los Junkers Ju 86 y Heinkel He 111, de dos motores, que fueron puestos al servicio de viajeros en el año de 1936. Cada uno de estos modelos de avión ofrece asiento a 10 pasajeros y 2 pilotos; las alas están montadas en la parte inferior y están dotadas de un dispositivo que permite recoger el tren de aterrizaje. Los Junkers Ju 86 al servicio de la Lufthansa alemana están provistos de dos motores de aceite bruto, según el modelo del Junkers Jumo 205; los Heinkel He 111 de dos motores BMW VI. Con el servicio de estos aparatos rápidos que alcanzan una velocidad media de unos 300 km. por hora, se ha conseguido una nueva aceleración en los trayectos intereuropeos.

Junto con la renovación de los aparatos, el aumento en la seguridad del vuelo ha sido objeto de especial atención en la nueva Alemania. Los servicios meteorológicos y de radio han posibilitado un grado máximo de regularidad y puntualidad en los horarios. De este modo pudieron ser organizados los servicios del correo aéreo y de transporte rápido de la Lufthansa alemana que se hacen principalmente durante la noche. En 1932 el servicio aéreo nocturno comprendía un total de 1930 km.; actualmente este número llega a más de 3.000 km. gracias a la reorganización de la aeronáutica civil alemana. El transporte en los trayectos nocturnos ha aumentado en las mismas proporciones y con ello el volumen total del movimiento. En 1932 fueron transportados por los aeroplanos de la Lufthansa 389 toneladas de correo aéreo, en 1933: 468 toneladas, en 1934: 748 toneladas, en 1935: 1.408 toneladas, en 1936: 2.409 toneladas y en 1937: 3.349 toneladas.

La sólida base y el contínuo incremento de las comunicaciones en Alemania y en Europa también permitieron a la Lufthansa dedicarse con plena confianza a la gran empresa de los viajes aéreos transoceánicos. Sólo muchos años de trabajo pudieron preparar la realización de grandes empresas. Después de varios ensayos hechos durante el año de 1933 en el Atlántico del sur, de Europa a Sudamérica, la Lufthansa logró establecer una línea de comunicaciones que abrió nuevos horizontes a la navegación aérea mundial; el servicio aéreo postal Alemania-Sudamérica, inaugurado en febrero de 1934, primer trayecto aéreo transoceánico regular del mundo.

Al principio cada 15 días, más tarde semanalmente, los aeroplanos e hidroaviones alemanes, salvando la distancia de miles de kilómetros entre Alemania y los Estados sudamericanos, cruzan el Atlántico del Sur y con ayuda de las bases aéreas flotantes vencen un océano que parecía ofrecer a la navegación aérea un obstáculo insuperable.

Hasta el 1.º de diciembre de 1937 los aviones alemanes transportaron en 300 vuelos 15 millones de cartas a través del Atlántico meridional. Hoy, todo avión alemán lanzado por la catapulta de una de las bases aéreas flotantes. lleva a bordo alrededor de 60 a 70.000 cartas. Esta suma muestra claramente la misión económica y política realizada por este servicio que aproxima entre sí a las naciones separadas por la inmensidad del Océano Atlántico.

40 horas después que el avión-correo alemán ha abandonado el aeropuerto Rín-Main de Francfort del Main, llega la correspondencia a la América del Sur. Inmediatamente después, los aeroplanos del Sindicato brasileño “Cóndor” transportan los envíos a lo largo de la costa americana con dirección a buenos Aires y de ahí, a través del Continente sudamericano, por encima de los Andes de altura de 6000-7000 metros, a Santiago de chile, en el litoral del Océano Pacífico. Con el recorrido de 15.300 km. en cuatro días, la Lufthansa alemana tiene a su cargo el trayecto aéreo más rápido del mundo Incluidas todas las paradas se obtiene un promedio de velocidad en el vuelo superior a 150 km. por hora, velocidad que en los trayectos a distancia, de esta naturaleza, sólo han podido alcanzar los franceses en su servicio del Atlántico del Sur.

El firme apoyo que la Lufthansa y la aviación civil alemana han hallado en el Gobierno, movió a pensar también en resolver un nuevo problema aún de mayores proporciones. el dominio del norte del Atlántico y su conquista para el servicio aéreo regular por medio de aviones. Gracias a los notables éxitos alcanzados por pilotos alemanes con los vuelos emprendidos desde los buques “Bremen” y “Europa” en el Atlántico del Norte, y a las experiencias adquiridas en los servicios aéreos regulares del Atlántico del Norte, y a las experiencias adquiridas en los servicios aéreos regulares del Atlántico del Sur, pero también gracias a la participación de construcciones concienzudamente concebidas como la base aérea “Schwabenland” y los nuevos hidroaviones Dornier Do 18, con motores Junkers de aceite bruto. se pudieron realizar en el año de 1936 por los aviones “Aeolus” y “Zephyr” cuatro vuelos regulares de ida y vuelta, en el difícil trayecto del Atlántico del Norte, En consecuencia la Lufthansa ha realizado también en esta región del globo labor precursora que marca nuevos rumbos [15].

En el año de 1938 la Lufthansa alemana realizó la construcción de dos nuevos aviones, modelos de grandes dimensiones: el Ju 90 para 40 pasajeros (llamado el “Grosse Dessauer”) y el Focke-Wulf-Condor, para 26 pasajeros, ambos han alcanzado una velocidad media de vuelo superior a 300 km. hora, es decir, casi 100 km. hora más que el Ju 52, con el cual se hace actualmente el servicio de la mayoría de los trayectos.

El Ju 90 es un biplano con tren de aterrizaje oculto, construido según la técnica aerodinámica más moderna. Puede ser empleado lo mismo para pasajeros que para carga y acondicionado también para transporte combinado de pasajeros y carga. El espacio para los pasajeros está dividido en varios compartimentos, instalados con el máximo de confort y destinados a 40 pasajeros, provisto además de una materia aisladora de la acústica, usada por primera vez. La disposición de los numerosos espacios anexos previstos para carga, guardarropa, cocina, lavabos, etc. corresponde también a las exigencias modernas. Del contenido total de 55 metros cúbicos corresponden al principal espacio utilizable una longitud de 10,3 m. y un ancho de claridad de 3 m. Amplios camarines provistos de camas permiten reposo a los viajeros o cambio de postura, necesidades que se hacen sentir sobre todo en los vuelos largos. Delante de los cómodos asientos de los viajeros se pueden colocar mesas movibles. Todo el espacio está iluminado con luz indirecta. Lámparas, instaladas para cada uno de los viajeros, aumentan la comodidad; un amplio espacio, debajo de cada asiento, permite colocar maletas, carpetas de negocios y también otros muchos artículos de viaje de los pasajeros. La sala está dotada de calefacción por aire caliente e inodoro así como de ventilación general e individual. Otros depósitos para el equipaje se hallan debajo del espacio principal y son accesibles por el exterior. El tronco del aparato, unido fuertemente con la parte central de las alas, muestra su estilo de construcción especial en forma de concha que permite la utilización máxima del espacio. La materia principal utilizada en la construcción del avión es el duraluminio. El refuerzo exterior se compone de material chapeado, el mejor protector contra la corrosión. Las alas tienen la forma de una V y están construidas como en los demás biplanos Junkers con un dispositivo de aterrizaje, movibles, cuyos efectos están reforzados por medio de unas aletas especiales montadas a lo largo del cuerpo central del aeroplano. Las alas se componen de la pieza central, de las dos intermedias y de las exteriores, de las cuales las últimas soportan la construcción destinada a la acomodación de los motores.

La maquinaria de impulsión está representada por cuatro motores, con refrigeración de agua o de aire, de una fuerza total de 3.360 a 5.600 HP. Poseen tres hélices cambiables, montadas en el borde anterior de la parte central de las alas. La velocidad de vuelo normal se eleva de 325 a 400 km. por hora. El tren de aterrizaje está dividido en dos partes y se halla debajo de los dos motores de las góndolas internas, donde, por medio de la presión de aceite, se puede recoger completamente hacia atrás. También la rueda caudal puede ser retirada. La construcción sencilla del fuselaje, de las alas y del timón así como el cómodo acceso a todos los compartimentos del aparato, por medio de numerosas puertas, garantizan una fácil vigilancia y conservación del aparato y asimismo la seguridad y largo servicio del mismo.

En un vuelo de ensayo con 10.000 kg. de carga útil el “Grosse Dessaurer” alcanzó una altura de 7.242 m., y con 5.000 kg. llegó a 9.312 m. Comparándolo con el acreditado Ju 52, el Ju 90 que lleva una carga útil abonable de 4.000 hasta 6.000 kg., posee respecto a esta carga un aumento 2,35 veces mayor, en cuanto a su capacidad, con sus 37 metros cuadrados, se logra un aumento del espacio para pasajeros 3,5 veces mayor; respecto al número de pasajeros, uno de 38 hasta 40, obteniéndose un aumento de 2,5 veces y en cuanto al material que puede transportar, con 25 metros cúbicos, se alcanza un aumento del espacio de equipajes 4 veces mayor. Por último el radio de acción normal se aumenta de un 50 % y el de la velocidad de 65 km. por hora.

El “Cóndor”, un avión de servicio de 4 motores, para 26 pasajeros, tres hombres de tripulación y un camarero, es un monoplano completamente metálico; en su construcción se emplearon principalmente láminas de duraluminio en forma chapeada. Gracias a la disposición de sus 4 motores, independientes entre sí, ha sido posible aumentar notablemente la seguridad del funcionamiento comparada con los aviones de servicio hasta ahora en uso. Aún en el caso de que fallen dos motores el vuelo puede continuar sin interrupción. Su forma aerodinámica como la eliminación de toda resistencia desfavorable para el vuelo, gracias al repliegue del tren de aterrizaje, proporcionan al “Cóndor” una gran velocidad que se mantiene aún en los vuelos a gran altura, sobre montañas, debido a la gran envergadura de las alas. Por el empleo del mecanismo de aterrizaje se ha conseguido un mínimo de tiempo y de velocidad en el arranque y en el aterrizaje. Las comodidades de los compartimentos para viajeros satisfacen las mayores exigencias que caben dentro de este moderno medio de locomoción. Las posibilidades de empleo del “Cóndor” son tan múltiples que, además de usarse como avión normal de pasajeros, puede utilizarse también como simple avión de carga o combinado para carga y pasajeros. Fuera de esto es posible aumentar notablemente su radio de acción y utilizarlo como avión postal y de pasajeros en trayectos largos. Con cuatro motores de 550 a 870 caballos, cada uno, y con un peso de 14.000 a 14.800 kg. el Cóndor puede alcanzar una velocidad máxima de 365 a 430 km. por hora.

Para demostrar su capacidad de rendimiento, el 1.º de agosto de 1938, el “Cóndor” cubrió en 11 horas y con una velocidad media de 360 km. por hora los 3.155 km. que hay entre Berlín y el Cairo. Después de una permanencia de 2 horas en el Cairo, emprendió su vuelo de regreso a Berlín. El vuelo sin escala a la América del Norte, de ida y vuelta, que el “Cóndor” emprendió 11 días más tarde y en el que cubrió el trayecto Berlín-New York (unos 6.500 km.) en 25 horas y de New York a Berlín en sólo 20 horas, ha llenado de admiración al mundo entero.

La compañía de navegación aérea “Deutsche Lufthansa” ha hecho construir en los talleres Dornier de Friedrichshafen, en el lago de Constanza, un modelo de hidroavión de gran velocidad, destinado a la travesía del Atlántico del Norte, donde comúnmente reina mal tiempo, para cubrir sin escala la distancia de 5.600 kilómetros que hay entre Lisboa y Nueva York. El cometido ha sido cumplido por el Kornier Ko 26 que reúne una serie de ideas constructivas totalmente nuevas.

El hidroavión Do 26 es un monoplano de 30 m. de envergadura que desarrolla una velocidad máxima de 335 km. por hora y una velocidad normal de vuelo de 310 km. por hora y tiene un radio de acción máximo de 9.000 km. El cuerpo del aparato, que tiene dos pisos está dividido en ocho compartimentos de modo que en caso de amarre forzoso por avería pueda seguir flotando por tiempo indefinido. A ambos lados del cuerpo central se encuentran lo motores, que consisten en cuatro grupos de Junkers-Jumo-Diesel.

Teniendo en cuenta la finalidad a que se destina este hidroavión se ha prestado la mayor atención a las medidas necesarias para la seguridad del vuelo; por ejemplo, en el caso de que dejaran de funcionar dos de los motores, los otros dos pueden seguir funcionando por la disposición especial de tándem que tienen. Durante el vuelo, se puede llegar a los motores por tubos de acceso lo suficientemente anchos para moverse dentro de ellos. El mecanismo del aparato está dispuesto de manera tal que se puede revisar también en plena marcha. Para mayor seguridad del vuelo y control de los motores se ha establecido un servicio especial de vigilancia que está a cargo del capitán del avión.

Como la seguridad del funcionamiento de tal aparato depende también esencialmente de la tranquilidad de espíritu de la tripulación, sometida a un esfuerzo mental muy intenso durante el tiempo en que está en marcha el avión, se ha puesto un interés especial en la simplificación del trabajo y en el confort durante el servicio. Las cabinas de la tripulación son espaciosas. Los asientos de los pilotos son cómodos y pueden transformarse con un par de manipulaciones en cómodo diván. La calefacción se hace por conducción de aire caliente; incluso se dispone también de una cámara frigorífica. Hay un espacio de seis metros cúbicos en donde cabe abundantemente correo y mercancías. En este espacio se pueden colocar unas 200.000 cartas.

El hidroavión, gracias a sus líneas aerodinámicas, perfectamente estudiadas, es capaz de salvar distancias de 9.000 km. y podría batir sin sobrecarga, esto es, en circunstancias normales de servicio, el récord de distancia de 8.400 km. que posee hoy el Dornier Do 18. La distancia Berlín-Nueva York puede ser cubierta en vuelo directo para lo cual el avión tiene reservas suficientes. Por el momento el Do 26 está destinado solamente el servicio Lisboa-Nueva York; con ello no queda ni mucho menos agotada su capacidad de rendimiento.

El Dornier Do 26 es, como se ve, un hidroavión comercial, si bien puede admitir viajeros. No es todavía el hidroavión destinado al servicio transoceánico de viajeros, pero significa un paso importante hacia el desarrollo del hidroavión grande que en el porvenir podrá cubrir las enormes distancias intercontinentales con la misma seguridad y puntualidad que han llegado a ser proverbiales en el servicio aéreo continental.

Simultáneamente con los grandes proyectos de organización el tráfico aéreo en las líneas lejanas se ha ido realizando el desarrollo del tráfico aéreo alemán dentro de la red de comunicaciones europeas. En muchas de las líneas que anteriormente eran voladas una sola vez al día se establecieron dos, tres y más viajes; de Berlín a Hamburgo, por ejemplo, se hacen en total 6 viajes entre ida y vuelta. Asimismo, fueron inaugurados nuevos trayectos. Hoy día, los aviones de la Lufthansa conducen por el Norte, a Copenhague, Gotemburgo, Oslo, Malmö, Estocolmo y Helsinki; por el Este, a Riga, Kowno, Moscú y Varsovia; por el Sur, a Praga, Viena, Budapest, Belgrado, Sofía, Salónica, Atenas, Venecia, Roma, Ginebra, Marsella, Burgos y Lisboa, y por el Oeste, a París, Bruselas, Amsterdam y Londres. Se parte por la mañana de Atenas o de Moscú y se llega a Londres en la misma tarde. Los trayectos de 600 y 700 km., sin escala, ya no constituyen rareza alguna. Incluso en trayectos más largos, como de Berlín a Estocolmo, por ejemplo, el vuelo directo de casi 1.000 km. se realiza regularmente en cuatro horas; pero acontece que la mayor parte de las veces se efectúa aún en un tiempo más reducido.

El número de kilómetros cubiertos por el servicio aéreo aumentó de 7,7 millones en 1932 a 14,8 millones en 1936, o sea, aproximadamente el doble. El hecho de que en este período el número de personas transportadas resultase triplicado, hay que atribuirlo, en primer lugar, al uso de aparatos de mayor capacidad y en segundo a un mejor aprovechamiento del espacio dedicado a los pasajeros. El uso creciente del avión como medio rápido de transporte y de viaje no sólo es un indicio del florecimiento constante de la economía alemana sino que también pone en evidencia cuan profundamente arraigada está en un amplio sector del pueblo alemán la idea de la navegación aérea, llevada a cabo mediante una educación y un perfeccionamiento sistemáticos y, por fin, y no en último lugar, por el ejemplo que dan núcleos de los hombres de Estado alemanes, sirviéndose de la aviación en sus viajes, frecuentemente tan trascendentales.

El avión de pasajeros ha llegado a ser un verdadero servidor de la economía alemana y con ello de todo alemán. Además, cumple una misión de gran importancia política allende las fronteras y los mares siendo, por decirlo así, el mejor embajador de su país y divulgador de la energía creadora del pueblo alemán.



XIV. La política Agrícola y de Abastecimiento

La agricultura ha experimentado si duda alguna la transformación más grande de todas las efectuadas en la nueva Alemania. Si se quiere apreciar en toda su magnitud la acción de saneamiento emprendida por el nacionalsocialismo en este terreno, es necesario rememorar rápidamente el estado de cosas existente antes de su advenimiento al poder.

Sin exageración se puede decir que la clase labriega se hallaba, en los años de 1929 a 1932, en una fase de disolución completa. La miseria reinaba en el campo, déficit de cerca de 12.000 millones de marcos pesaba sobre los agricultores, los productos no se vendían debido a la importación del extranjero que lo superabundanciaba todo, los precios bajaron a tal nivel que casi no valía la pena cultivar la tierra. Los intereses de este déficit enorme y abrumador ascendieron en 1932 al 20 % del valor de venta total de la producción agrícola. Las subastas forzosas estaban a la orden del día; en el año de 1931 y 1932 fueron víctimas de ellas 17.157 fincas rústicas con 462.485 hectáreas de terreno laborable. La extensión del área subastada, forzosamente, desde 1924 hasta 1933 corresponde casi a la superficie cultivable de Turingia. Los prestamistas arrebataban del establo del campesino hasta la última vaca en prenda del dinero que éste recibía. Agobiado por su miseria, el agricultor comenzó a rebelarse en casi todas las comarcas del Reich promoviendo grandes desórdenes. Las gentes del campo marcharon a la ciudad e invadiendo las industrias pero sólo para aumentar pronto las filas de los sin trabajo.

Nadie quería pertenecer por más tiempo a la clase labriega, despreciada y económicamente condenada a muerte. La agricultura no se encontraba en condiciones de alimentar al pueblo, aunque sólo fuera mezquinamente, con los productos de la tierra. Se hallaba dividida en innumerables grupos que sólo defendían los intereses particulares de sus asociados. Los unos no se interesaban más que por el aumento del precio de la carne de cerdo, siéndoles indiferente la baja del precio de las patatas; los otros se preocupaban sólo del alza de los cereales no interesándoles que los precios de la carne de cerdo o el de las patatas fueran ruinosos. Centenares de organizaciones, creadas después de la guerra con fines cooperativos, representaban la clase labriega alemana, A menudo se combatían entre sí en lugar de unirse y juntas, por un esfuerzo común, tratar de salvar la agricultura de la penuria en que se hallaba.

La Bolsa prescribía los precios percibiendo grandes ganancias sin parar mientes en que el labrador perdiera su granja y sus tierras o el obrero del campo se muriera de hambre. La Bolsa especulaba con el bien más precioso del pueblo: su alimentación.

He aquí por que la salvación del agricultor alemán y la supresión del paro forzoso fueron proclamadas por el Führer como base de su programa de trabajo. “El agricultor es el fundamento del Estado” (Hitler).

Para el nacionalsocialismo el agricultor es la base de todas las manifestaciones de la vida del Estado, la eterna fuente de vida en que se renueva el pueblo; en cambio las ciudades, sobre todo las muy populosas, con su natalidad decreciente, son incapaces de sostenerse por sí mismas. Sólo del campo proviene el perpetuo exceso de población que a fluye a las ciudades. La conservación sana de la agricultura es la primera condición para el florecimiento y desarrollo de la industria alemana, del comercio interior y de la exportación. La agricultura deberá ser puesta de nuevo en situación de producir entierra propia cuanto sea posible a fin de liberar a Alemania de sus deudas extranjeras, provocadas por la excesiva importación de productos alimenticios. El jefe de los agricultores y ministro de Agricultura, R. Walther Darré, dijo una vez que “la seguridad en la alimentación constituye la condición previa de todo propósito político”; esto significa simplemente que no existe política exterior sin una política nacional agraria. El agricultor alemán tiene derecho a percibir por sus productos un precio que le permita seguir cultivando la tierra. Era necesario por tanto impedir que siguieran las deudas, poner fin a las subastas forzadas y hacer que los intereses disminuyeran de manera que no quedara consumida en su amortización la mayor parte de los ingresos.

La agricultura constituye una parte de importancia vital en la economía nacional y por tanto la clase labradora, conforme a la concepción nacionalsocialista, está al servicio del pueblo alemán. Su deber reside en asegurar el abastecimiento del pueblo. Según el ministro Darré, “agricultor es el que, enraizado a su tierra natal gracias a la herencia de su familia, cultiva su predio y estima su trabajo como un deber hacia los suyos y hacia su pueblo”. La agricultura exige también la protección del Estado para los terrenos y sus productos. Esta protección ha de consistir en primer lugar en la conservación perpetua de la heredad como propiedad rural hereditaria a través de las generaciones de la misma familia. Además el Estado, mediante la fijación del precio de ciertos productos, debe proteger también a la agricultura contra toda especulación de los artículos de primera necesidad para la alimentación del pueblo.

La Corporación Nacional de la Alimentación

Para comprender la política agraria de Alemania, el extranjero no debe olvidar que este país está encerrado en el corazón de Europa con un clima relativamente riguroso, un suelo que no en todas partes es bueno para ser cultivado, una densidad de población de 138 habitantes por km. cuadrado, y que por su situación geopolítica tiene que contar con otras condiciones de vida completamente distintas a las de otros países.

Los tres pilares básicos de la política agraria del Tercer Reich son: la ley para la alimentación nacional, la ley sobre la sucesión del patrimonio rural y la reglamentación del mercado.


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Notas

[14] Seguramente habrán de interesar al lector algunos datos sobre la obtención de la bencina y de la goma artificial (buna).

Para obtener la primera se emplea el procedimiento de la hidrogenación a elevada presión, que ha sido ensayado por la I.G. Farbenindustrie S. A. en su fábrica de Oppau y desarrollado en gran escala en Leuna, el que se basa en el hecho de que el carbón se encuentran los mismos elementos que en los aceites minerales y en la bencina. Si se descompone la bencina químicamente en sus elementos, se ve que está formada por 85 partes de carbono y 15 de hidrógeno. Si, de la misma manera, se someten a la descomposición química las materias primas de las cuales se obtiene actualmente la bencina, tales como el petróleo, el alquitrán, la hulla y el lignito, se ve que también estas materias se componen de carbono e hidrógeno, pero con menor proporción de éste que la bencina y que, además, contiene otros elementos como oxígeno, nitrógeno y azufre que no deben encontrarse en aquella. Para aumentar la cantidad de hidrógeno de las materias primas se someten éstas a la hidrogenación y se eliminan todos los demás elementos dejando solos el carbono y el hidrógeno. Como las moléculas de la bencina son más pequeñas que las de las materias primas, es necesario dividir las moléculas de éstas para obtener la hidrogenación.

Esta división molecular y el paso de la mayor parte de las combinaciones químicas contenidas en el carbón a hidrocarburos líquidos se consigue por medio de una presión elevada en presencia del hidrógeno. Empleando catalizadores adecuados se obtiene una aceleración y regulación del proceso de hidrogenación (Los catalizadores son sustancias metálicas y no metálicas que permaneciendo inalterables durante todo el proceso químico facilitan las reacciones entre los otros cuerpos.)

El método de la hidrogenación comenzó a desarrollarse a mediados del año 1924 en Ludwigshafen-Oppau en el mismo sitio en donde había comenzado también la síntesis de las sales nitrogenadas. En julio de 1926 se decidió construir una instalación experimental que en un principio había sido proyectada para producir 100.000 toneladas de bencina anuales. Ya en noviembre del mismo año se comenzó a construir en Leuna una fábrica para la obtención de los hidrocarburos líquidos en gran escala; el 1º de abril de 1927 comenzó a funcionar ya el primer grupo.

En cuanto a la rentabilidad de este sistema de obtención de bencina artificial y aceites minerales por el tratamiento del carbón se oye a menudo formular la pregunta sobre si Alemania tendrá reservas de carbón suficientes para satisfacer las necesidades que exige tal procedimiento y si los nuevos combustibles se podrán poner a un precio de venta que no signifique una limitación en el desarrollo de las comunicaciones, que en Alemania ha tomado un gran impulso en los últimos años. Esta cuestión es respondida por los peritos con datos numéricos cuyo valor está demostrado por el trabajo de los años que lleva ya en marcha la fábrica de Leuna. Para producir una tonelada de bencina se necesitan veintidós de lignito o cuatro y media de hulla; en Alemania, las reservas comprobadas de lignito son de unos 50.000 millones de toneladas y las de carbón de piedra de más de 100.000 millones de toneladas. La producción anual es de 137 millones de toneladas de lignito y 140 millones de hulla. Las cantidades de carbón que han sido necesarias hasta ahora para cubrir las necesidades de consumo de aceite mineral en Alemania no pasan de 4 millones de toneladas al año, cantidad, como se ve, relativamente pequeña.

La cuestión del precio se resuelve también de una manera satisfactoria de modo que en el nivel actual de precios para aceites minerales no ha habido necesidad de introducir modificaciones importantes, aún teniendo en cuenta el coste de obtención de la bencina.

La producción de combustibles artificiales en Alemania ha despertado el mayor interés en el extranjero. No hay duda ninguna de que la técnica no sólo ha prestado un gran servicio al pueblo alemán sino también al mundo entero.

Lo mismo se puede decir de la goma sintética Buna.

Alemania no tiene plantación alguna de árboles de caucho y sin embargo lo produce; con cal y carbón prepara su industria una materia artificial que supera en sus propiedades de aplicación a la goma natural.

La I. G. Farbenindustrie se ha presentado con la buna por primera vez ante el público en la exposición internacional de automóviles y motocicletas de Berlín en 1936. La atención de los visitantes de todos los países estaba retenida por las piezas expuestas, por la serie de modelos móviles, por las descripciones esquemáticas y por las vistas de una fábrica de buna. A fines del mismo año estaba ya terminada la primera fase de una instalación capaz para la producción industrial de este nuevo producto. Desde entonces se han conseguido notables avances en la síntesis y producción industrial de la buna.

En la Exposición Internacional de París este producto recibió el Gran Premio. y fue reconocido por el mundo entero como un éxito de la ciencia y técnica alemanas.

El nuevo material se emplea no sólo en las cubiertas sino también como goma blanda y elástica que es también un elemento importante de construcción en el automóvil moderno. Hasta ahora no había sido posible emplear la goma blanda preparada del caucho natural para piezas que hubieran de estar en contacto frecuente con la bencina o el aceite porque quedaba rápidamente destruida por la acción corrosiva de estos. El Perbunán, que es una clase especial de buna, evita este inconveniente del caucho natural y permite preparar artículos de goma sumamente elásticos y resistentes a la acción de los aceites y carburantes. Además, como en la industria del automóvil es de gran interés disponer de un material elástico que resista al frío y al calor, se consiguen preparar piezas de buna que ofrecen estas cualidades en grado mucho más elevado que el caucho natural.

Los químicos y técnicos han preparado así con el carbón y la cal nacionales, una materia, no solamente de cualidades superiores a la goma natural, sino que reúne en sí misma las ventajas de varios de los tipos de goma preparada con caucho natural. Paro, además, por esta síntesis del caucho se pueden preparar clases especiales que ofrezcan determinadas propiedades. Hasta hoy se encuentran cuatro variedades de buna como resultado final de esta síntesis. Sus nombres son: Buna 85, Buna 115, Buna S (el caucho para cubiertas) y Perbunán (Buna N).

Alemania no dispone de la energía solar de los trópicos, pero con materiales de su propio suelo produce este artículo tan valioso, que tiene aplicación en la construcción de máquinas, en la industria del automóvil, en instalaciones eléctricas, etc. Es el material de trabajo apropiado a nuestra época, empleado para amortiguar el ruido y los choques y para favorecer la elasticidad en las máquinas y motores; para cintas y bandas de transmisión, tubos de calefacción, rodillos y planchas de prensa; para trajes especiales, delantales, botas y guantes, para juntas; como medio aislador, para cubiertas macizas y neumáticas, etc.

Las ventajas de la goma sintética preparada por la técnica industrial alemana son tales que no solo ha encontrado aceptación en la industria nacional sino que, además, queda demostrado por el hecho de que se ha aumentado en poco tiempo la demanda extranjera de las clases especiales de buna. Esto es una prueba evidente de lo que pueden enriquecer las síntesis y métodos químicos a la economía mundial cuando se trata de material que puede encontrar tan variados campos de aplicación.

[15] En al año de 1937 la Lufthansa puso en servicio la motonave "Friesenland" como cuarta base aérea flotante. Mientras que las dos primeras bases, el "Westfalen" y la motonave "Schwabenland", son buques de carga transformados, la motonave "Ostmark", construida en 1936, es la primera embarcación de seguridad, especialmente preparada para el servicio aéreo civil. El "Friesenland", última de las bases aéreas construidas por la Lufthansa presenta con el "Ostmark", mucho más pequeño, una serie de perfeccionamientos y novedades que fueron necesarios debido a la misión especial del buque. el "Friesenland" es utilizado en el Atlántico del Norte, el "Ostmark" asegura el servicio aéreo del Atlántico del Sur y está estacionado en el río Gambia, en el África occidental.



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