sábado, 28 de junio de 2008
LOS VOLUNTARIOS EXTRANJEROS A LAS WAFFEN SS.
Durante la Segunda Guerra Mundial la Wehrmacht incorporó a sus filas cientos de miles de voluntarios los cuales hacia el fin del conflicto sumaron más de dos millones de hombres, sin contar por supuesto los ejércitos de los países de europeos pertenecientes al Eje que peleaban bajo su propia bandera. La mayoría de esos hombres se presentaron voluntariamente, incorporándose al Heeres, Luftwaffe, Kriegsmarine, a las Fuerzas Auxiliares o a la Organización Todt. Sin embargo, muchos de esos voluntarios aceptaron la conscripción en la Wehrmacht, por una diversidad de razones circunstanciales, especialmente los que solicitaron ingresar a unidades de las Waffen-SS o del Heeres.
En Alemania, el regionalismo, con sus particularidades étnicas, culturales e idiomáticas, era muy acentuado, mucho más de lo que es ahora. Por eso, en Alemania, tal como sucede en países cuya población tiene grandes diferencias de raza, idioma, religión y cultura, las unidades de la Wehrmacht se formaban agrupando a los conscriptos según sus regiones. Por tanto, la incorporación de extranjeros en la Wehrmacht con mayor razón, si se incorporaban al Heeres, obligaba a la formación de unidades que sirvieron generalmente bajo mandos alemanes. En el caso de la Kriegsmarine, la Luftwaffe y las Fuerzas Auxiliares eran distribuidos en las unidades alemanas de acuerdo con las funciones que desempeñaban, tales como intendencia (traductores, oficinistas, choferes, limpieza, ayudantes etc.), o como mecánicos, cocineros, panaderos, lavanderos, artilleros, y en la Organización Todt como ingenieros, carpinteros u obreros de construcción para todas las innumerables labores que demandan gran cantidad de mano de obra.
Obviamente el Heeres (Ejército de Tierra) era la fuerza que más personal demandaba y por eso numerosos batallones y compañías contaban con voluntarios de diversos países y en algunos casos incorporaban grupos minoritarios de personas con diferentes razas, cultura, religión e incluso idioma. Cuando se trataba de unidades de combate, aunque las Waffen-SS técnicamente no pertenecían al Heeres, siendo fuerzas terrestres se las consideraba dentro de esa categoría. Muchas personas se preguntan si en Alemania había personas de raza negra que prestaron servicio y claro que sí las había, la mayoría procedentes de las antiguas colonias africanas, que Alemania perdió al finalizar la Primera Guerra Mundial, pero que eran ciudadanos alemanes y por tanto afectos al servicio militar. Siendo una minoría, eran asignados a unidades convencionales y no formando unidades autónomas por sus características étnicas, como sucedía en el ejército francés, británico o estadounidense, por ejemplo.
Inicialmente, los voluntarios conformaron unidades llamadas Legiones o eran incorporados a las Waffen-SS, pero a partir de 1943 todos pasaron a formar parte de las Waffen-SS, aparte de los voluntarios rusos y españoles. Los voluntarios europeos occidentales (en special los considerados arios-nórdicos, holandeses, belgas, noruegos y daneses) aspirantes a rangos de oficiales pasaban por la Escuela de Oficiales-SS de Bad Toelz, en Bavaria, que en 1943 se estableció como único centro de entrenamiento de oficiales para esos voluntarios.
Bad Toelz fue una escuela que fue considerada como un centro militar de primera clase. La preparación física era fundamental, supervisada por profesores que cuando menos había ganado alguna medalla olímpica u ostentaban algún record deportivo. La actividad física era acompañada de una rigurosa enseñanza académica. Nunca faltaban las veladas culturales con obras de teatro, danza y películas. Pero lo más importante era que no había ninguna diferencia, ni en la instrucción ni en el trato de los estudiantes, con los estudiantes alemanes de las demás academias militares. Como regla general, el entrenamiento en el campo se hacía con munición real y era extremadamente riguroso y exigente.
Los graduados de Bad Toelz eran oficiales con un gran nivel de preparación, tanto así, que en 1945 conformaron la 38 División-SS Nibelunga. Cuando esa división se enfrentó a las fuerzas estadounidenses, en el sur de Bavaria, sufrieron las carencias de equipo, armas y municiones, pero pudieron contener al enemigo que los aventajaba por su superioridad numérica y en equipo, aparte de la supremacía aérea. Luego de finalizada la guerra, la División Nibelunga, por ser una unidad de las Waffen-SS sufrió la satanización de los Aliados con cargos a sus oficiales por crímenes de guerra. El asesinato masivo de unidades enteras de la División Nibelunga a nivel de compañía y hasta de batallón, fue silenciado. Sólo desde hace algunos años han comenzado a aparecer testimonios de ex miembros de las Waffen-SS que han denunciado, que fueron más los efectivos de la División que murieron asesinados en los campos de prisioneros estadounidenses, que en el campo de batalla. En descargo de los Aliados sólo hay que recordar que se les inculcó la idea de que "SS" significaba "criminal" y nunca nadie les explicó que una cosa era la policía política, pertenecientes a las SS-Generales y otra cosa eran las Waffen-SS, diferencias que hasta en la actualidad todavía hay muchas personas que desconocen o simplemente no quieren aceptar.
Hubo muchos voluntarios de muchas nacionalidades, en número minoritario, que no llegaron a formar unidades, ni a nivel de compañía. Sólo los que lograban agrupar un número suficiciente de hombres para llegar a formar unidades a nivel de regimiento se les puede considerar como voluntarios representativos de un país, que por otro lado, sólo por razones logísticas necesitaban del apoyo de sus respectivos gobiernos o de sus líderes y representantes.
Voluntarios belgas
Una unidad especial del Partido Rexista, bajo el mando del capitán Baumann pero bajo el liderazgo político de Fernand Rouleau, segundo de León Degrelle. Rouleau hizo gestiones para enviar una legión de voluntarios Waloon al Frente del Este. Los voluntarios fueron enviados en dos batallones al Campo de Entrenamiento de Meseritz cerca a la frontera polaca.
A comienzos de agosto de 1941, 850 voluntarios belgas con 19 oficiales, entre ellos Léon Degrelle y tres miembros de la nobleza belga, se embarcaron al Frente del Este el 20 de julio de 1941. Se formaron dos unidades de voluntarios, una fue conformada por soldados flamencos, la Legión Vlaams adscritos a las Waffen-SS y la otra la Legión Wallonie incorporados a la Wehrmacht.
La Legión Wallonie fue formada como un batallón de montaña. Aunque fueron entrenados por las Waffen-SS, luego fueron transferidos al Heeres para evitar conflictos entre los belgas flamencos y los francófilos. La misión inicial de los belgas fue detrás de las líneas cumpliendo funciones de vigilancia y apoyo. En vista que las fuerzas alemanas estaban victoriosas en todos los frentes, Degrelle prometió a sus hombres un pronto regreso, mientras por otro lado hacía gestiones para que fueran enviados al frente de batalla.
Lucharon en las montañas del Cáucaso junto con la División Viking. Los belgas eventualmente fueron dirigidos brillantemente por su comandante León Degrelle quien en 1943, solicitó que los belgas incorporados al Heeres fueran transferidos a las Waffen-SS para formar una brigada de asalto.
Voluntarios britanicos
Aparte de los voluntarios procedentes de Europa Oriental, que sumaron un millón de hombres, uno de los más numerosos fue el de los voluntarios pertenecientes a la Comunidad Británica. Aunque no hay muchas referencias escritas pues misteriosamente desaparecieron después de la guerra, hubo unidades británicas de las Waffen-SS con mandos independientes y hasta fue formada una Legión Británica, idea concebida por John Amery hijo de Leopold Stennet Amery ex Primer Ministro de la India y miembro del Gabinete de Guerra de Churchill. Al comenzar la guerra al Frente del Este se incorporaron 1500 voluntarios reclutados en los campos de prisioneros a donde fueron a parar las fuerzas expedicionarias británicas que fueron capturados durante la invasión de Francia. La idea de Amery fue la de luchar contra los bolcheviques según lo expuso en su libro "L'Angleterre et l'Europe" escrito en Francia en 1943. Amery creía en que todos en Europa estaban obligados a luchar contra los soviéticos aceptando el "nuevo orden" impuesto por Alemania en el Viejo Continente.
Los primeros intentos de Amery para reclutar voluntarios no fueron muy auspiciosos, pero luego fueron presentándose, inicialmente elementos de mal vivir a quienes "un poco de acción" no les venía mal y luego los que por convicción creían en que era imperativo detener al comunismo bolchevique. Medio millar de voluntarios, incluso algunos canadienses, sudafricanos, neozelandeses y australianos fueron incorporados a las filas. Muchos de los británicos sentían simpatía por el Partido Nacionalsocialista Británico de Mosley.
El nombre British Legion, Legión Británica, no era muy adecuado porque existía una organización de veteranos en Inglaterra llamada de la misma forma, muy similar en su estructura a la American Legion de Estados Unidos. Finalmente fue adoptado el nombre de Britische Freikorps (Cuerpo Libre Británico) que formó parte de las Waffen-SS. Una vez formada la unidad en 1943, se hicieron nuevos esfuerzos para reclutar más voluntarios en los campos de prisioneros. Otro grupo de voluntarios formó el Destacamento Especial 517 compuesto por 300 voluntarios al que se le sumaron prisioneros pertenecientes al ejército británico y la RAF.
Todos los miembros del Britische Freikorps tenían las mismas obligaciones y beneficios de las fuerzas regulares de las Waffen-SS. A fines de la guerra, la unidad fue disuelta para evitarles problemas con los aliados, pero muchos de ellos permanecieron luchando hasta el final en las calles de Berlín. El resto fue enviado a rendirse al oeste para evitar que cayeran en manos de los soviéticos.
Hubo otros británicos que sirvieron en la Totenkopfverbande, otros en la artillería antiaérea de la Luftwaffe y no pocos como corresponsales de guerra. Al menos dos voluntarios británicos pertenecientes a la Luftwaffe recibieron la Cruz de Hierro de 2da Clase. Hay que destacar también, que muchos de esos británicos tenían ascendencia alemana.
Terminada la guerra en Europa, John Amery fue arrestado en Milán, Italia. Fue llevado a Inglaterra y sometido a juicio en Londres el 28 de noviembre de 1945. Recibió cargos por traición a la patria y hallado culpable en ocho de ellos. La sentencia fue morir en la horca, ejecución que se realizó el 29 de diciembre de 1945. Otros voluntarios británicos recibieron penas de varios años de trabajos forzados y reparaciones civiles.
Voluntarios croatas
La Hrvatska Legija (Legión Croata) fue formada el 10 de abril de 1941 ante el llamado de Ante Pavelic que convocaba a voluntarios para unirse a la lucha contra el comunismo. Por otro lado le ofreció a Hitler la participación de las fuerzas croatas de tierra, mar y aire para luchar en el Frente del Este. Un contingente de 4000 voluntarios se incrementó rápidamente a 9000 a mediados de julio de 1941. Inmediatamente fue conformada el regimiento "Verstarken Kroatischen Infanterie-Regiment 369" que fue incorporada a la Wehrmacht usando uniformes alemanes y un escudo de armas con 24 cuadrículas rojas y blancas con la leyenda "Hrvatska" (Croacia) en el brazo izquierdo. El mismo escudo era llevado en el lado izquierdo del casco. Pese al uniforme alemán, los croatas lo consideraban el "Domobranstvo" ejército regular croata.
Como un regimiento conformado por tres batallones de infantería y uno de artillería. Como tenía un batallón de artillería que no le correspondía a un regimiento, fue llamado Regimiento Reforzado. Con mandos croatas, el regimiento estuvo comandado por el Coronel Ivan Markulj, quien después fue reemplazado por el Coronel Viktor Pavicic. El 9 de octubre de 1941 el regimiento fue incorporado a la 100 División Jäger viendo acción en Petrusani, Kremencuga, Poltava, Saroki, Balti, Pervomajsk, Kirovgrad, Petropavlovsk, Taranovka, Grisin, Stalino, Vasiljevka, Aleksandrovka, Ivanovka y Garbatovo. Luego fue enviada a Stalingrado como parte del 6to Ejército de Paulus entrando a la ciudad, con enormes bajas, el 13 de octubre de 1942.
Reducida a un batallón y dos compañías el regimiento estaba reducido a una fuerza de sólo 983 hombres, incluyendo los refuerzos recibidos. En noviembre de 1942 la fuerza estaba apenas compuesta por 5 oficiales, 9 suboficiales y 110 soldados aptos para el combate. Los alimentos estaban extremadamente racionados a sólo 120 gramos de carne de caballo y el pan que pudieran conseguir por comida. De las tres comidas diarias, sólo una de ellas alcanzaba a la cuarta parte de las calorías mínimas necesarias para sostener a soldados en combate.
Cuando el Volga se congeló y los rusos podían cruzarlo el ataque soviético arremetió contra las fuerzas croatas que defendían las posiciones como podían, escasos de armas municiones y casi sin alimentos. El 23 de enero de 1943, 18 croatas heridos fueron evacuados del cerco de Stalingrado. Entre los heridos se encontraba el Sargento Juric quien llevó consigo el diario del regimiento que describe todo lo pasado por el "Verstarken Kroatischen Infanterie-Regiment 369." La última anotación del diario escrita el 2 de febrero de 1943 dice "Stalingrado ha caído." En lo que fue la Academia de Aviación Soviética de Stalingrado se rindieron el Teniente Coronel Marko Mesic y un puñado de soldados croatas cuando las municiones se les agotaron. No se sabe lo que sucedió después con el Coronel Mesic pues hay muchas contradicciones sobre lo ocurrido con él, percibiéndose muchos intereses políticos que distorsionan la verdad. El coronel Mesic fue tío del Presidente Stipe Mesic de Yugoslavia, actual reelecto Presidente de Croacia.
Voluntarios daneses
Los voluntarios daneses conformaron un batallón de 1164 hombres que sirvieron también en el Frente del Este. Tuvieron destacada actuación en el Cerco de Denyansk donde lucharon junto a la 3ra División-SS Totenkop. De particular recuerdo, es el 24 Regimiento-SS comandado por Per Sorensen. Sorensen teniente del Ejército Danés se presentó voluntario por su aversión contra los comunistas. Estudió en la escuela de Oficiales de las Waffen-SS en Bad Toelz y se reincorporó ala Legión Danesa.
Peleó brillantemente en Demyansk donde perdió 160 de sus 200 hombres pero mantuvo las posiciones que le mandaron defender. Luego de repeler muchos ataques, el día 16 de julio de 1942, telefoneó a su comando avisándoles que no podría resistir otro ataque pero que se mantendría firme en la posición hasta el final. Al día siguiente atacó un batallón soviético apoyado por tanques y luego de una lucha desesperada, cuando parecía que no podían aguantar más el ataque, los rusos escaparon. Luego de su brillante desempeño en el Frente del Este, Sorensen terminó la guerra defendiendo una estación de tranvías en Berlín.
En lo más duro del combate, el Sturmbannführer Sorensen trataba de subirse a un poste de los cables del tranvía para divisar las posiciones enemigas cuando fue muerto por un francotirador ruso. Al día siguiente fue enterrado con honores en el cementerio Ploetzensee donde yacen las tumbas de muchos alemanes y daneses de la División Nordland. En medio del bombardeo ruso, sus subalternos, incluyendo alemanes, se tomaron el tiempo para hacer una ceremonia de despedida a su bravo comandante. El discurso de despedida lo hizo el sargento Hermann y luego la guardia de honor disparó tres salvas. Finalmente, todos alemanes y daneses pasaron, uno a uno, lanzando un puñado de tierra sobre al tumba. Una mujer auxiliar de artillería de la Luftwaffe depositó un ramo de flores.
Los voluntarios del Freikorps Danmark estaban al mando de Christian Frederick von Schalburg y fueron apoyados completamente por el gobierno danés que contribuía con su sostenimiento. A pesar de ello, al terminar la guerra muchos legionarios daneses fueron juzgados por traición a la patria. El gobierno danés declaró oficialmente, "que los voluntarios tenían que saber que el gobierno actuó presionado por las circunstancias cuando llamó voluntarios para formar el "Freikorps Danmark" y también cuando firmó el Pacto Antikomminterm."
Voluntarios finlandeses
Aunque Finlandia tenía su propio ejército, antes de entrar en la guerra en 1941 un cuerpo de voluntarios fineses con 1000 efectivos fueron incorporados a las Waffen-SS. Posteriormente formaron parte del Regimiento Nordland de la División-SS Viking.
La Legión Finesa, alcanzó su gran momento histórico al capturar la Colina 711 cerca a Malgobek en el Cáucaso. Otras unidades alemanas habían intentado en vano tomar la colina y cuando le tocó el turno a los fineses lograron quebrar las defensas. Luego de formar parte de las Waffen-SS, los altos mandos alemanes decidieron que era mejor que fueran transferidos al Ejercito finlandés para evitarles futuras represalias.
Voluntarios franceses
Al momento de firmarse la capitulación de Francia, fue formada la Legión de Voluntarios Franceses de Vichy, autorizada por el gobierno del Mariscal Petain. Un hecho que sirvió de incentivo a los belgas y franceses para unirse a la legión, ocurrió en mayo de 1940. Antes de la llegada de los alemanes a Abbeville, en Francia, la policía arrestó a 22 dirigentes derechistas belgas y los ejecutó en una plaza pública. Ese hecho -el primero de los casos relacionados con crímenes de guerra, pero que nadie mencionó después de terminado el conflicto- causó el repudio de muchos franceses y belgas y debido a eso, muchos simpatizantes derechistas y familiares de los asesinados, se presentaron como voluntarios para servir en las Waffen-SS.
La Legión de Flandes fue creada con más de 1000 voluntarios que sirvieron en la 2da Brigada SS en el Lago Ilmen y también como policía militar en la División Azul española. Los flamencos fueron felicitados por los mandos de la Wehrmacht, en 1943, cuando recapturaron un sector del frente, en el que se había abierto una brecha. Al regresar del Frente del Este, en la Legión de Flandes quedaban apenas 45 flamencos. Algunos miembros de esa legión pasaron a formar parte de los cuadros de la División-SS Viking noruega.
Voluntarios Hindúes
Después de su último encarcelamiento en la India, en 1941, Bose se fugó de su casa donde estaba sufriendo prisión domiciliaria. De incógnito viajó a Afganistán y de ahí a Berlín donde fue recibido a fines de 1941, por Ribbentrop Ministro de Asuntos Exteriores.
Nace la idea de un Ejército de India Libre
Luego de establecerse recibiendo todas las facilidades comenzó a dirigir una emisora de radio desde la cual transmitía programas a la India. Estando muy relacionado con el Ministerio de Propaganda, observó que media docena de prisioneros de guerra hindúes pertenecientes a la 3ra Brigada Motorizada Hindú, unidad completa que fue capturada por el Afrikakorps en Mekili luchando al lado de los ingleses en Cirenaica (Libia), eran llevados por el Ministerio de propaganda a Radio Berlín para escuchar la BBC y traducir los programas que la emisora británica dirigía a los hindúes. Luego de hacer su trabajo, los prisioneros eran devueltos a la prisión. Bose no consideraba a esos hombres como hindúes libres, sino como simples prisioneros de guerra, pero con quienes tuvo oportunidad de hablar muchas veces. Entonces se le ocurrió que con los prisioneros hindúes podría formar una pequeña unidad militar, que podía ser entrenada por los alemanes, para liberar a India de los británicos. En esos momentos, había miles de prisioneros hindúes que fueron capturados en África. La primera idea de Bose fue formarlos como paracaidistas y lanzarlos en noroeste de India para que transmitieran informes de inteligencia.
En diciembre de 1941, los planes estaban hechos para comenzar el reclutamiento. Lo primero fue convencer a residentes hindúes que podían ser libres, estudiar y trabajar por sus familias en la India. Diez de ellos aceptaron y con cinco de los prisioneros que desde el principio estuvieron de acuerdo con la idea, se formaron los primeros cuadros de la Legión India. El 25 de diciembre de 1941, residentes hindúes de Berlín fueron llamados al Centro de India Libre para oficializar la partida desde la estación de trenes de Anhalter en Berlín, de los 15 hombres que serían trasladados a Frankenburg, cerca a Chemnitz, para su entrenamiento.
Bose declara la guerra a Inglaterra
Con la caída de Singapur, el 15 de febrero de 1942, Bose hizo una declaración por radio instando a la Libertad de India y declarando su voluntad de combatir a Gran Bretaña hasta el final. Eso fue seguido por una declaración de guerra contra Inglaterra, que sólo tuvo un efecto simbólico.
A partir de entonces, se fueron incorporando más prisioneros a la causa independentista, esperando Bose poder contar con los 45 mil hindúes capturados por los japoneses en Singapur. Con esa posibilidad en la mano, Bose le solicitó al gobierno alemán que trasladara a Berlín a todos los prisioneros de guerra hindúes que se encontraban el Campo Lamsdorf en Alemania y en la Cirenaica en África. Poco a poco, los recién llegados eran llevados al Campo Annaburg cerca a Dresden. Un gran número de esos prisioneros aceptaron formar el nuevo ejército y ser entrenados bajo dirección alemana. Sin embargo, no serían comandadas por oficiales alemanes ni prestarían servicio en otro país que no fuera en India contra los ingleses, pero que podrían luchar en cualquier parte en defensa propia. El tratamiento a las tropas hindúes sería el mismo en todo aspecto al que recibían las fuerzas alemanas, incluyendo uniformes, armamento, equipo motorizado, alimentación, paga etc. El Azad Hind Fauj (Ejército Nacional Hindú) había nacido y se instaló en Frankenburg, Sajonia.
Bose, quien nunca había recibido entrenamiento militar, se unió a los ex-prisioneros que se iban incorporando al campo. Cada tres meses se añadían 300 hindúes luego de pasar por un curso para hacerlos olvidar que una vez fueron prisioneros. En diciembre de 1942, se habían formado cuatro batallones y a mediados de 1943 la "Freies Indien Legion" la componían 3500 hombres.
Chandra Bose no había logrado que el Eje le declarara oficialmente apoyo para él y la libertad de India, porque Hitler no creía que una declaración así tuviera gran valor, si no era seguida de una acción militar inmediata. Por su parte, Japón propuso una declaración tripartita de apoyo al líder. Chandra Bose emocionado se entrevistó con Mussolini en Roma el 5 de mayo de 1942 y luego de la reunión, el Duce le escribió a Hitler proponiéndole actuar de inmediato.
Bose insistió con Hitler, quien le mostró un mapa señalando la distancia entre el Frente del Este e India. No era el momento, ni las condiciones las mejores, para dar ese paso, lo que desalentó al líder hindú. Sin embargo, Hitler accedió enviar 90 hindúes a África para hacer propaganda a las fuerzas hindúes que luchaban con los británicos, pero Rommel, con el profesionalismo que le caracterizaba, no vio con agrado que se usara su ejército como campo de experimentación política, algo inaceptable bajo su mando.
Ragruppamento Centri Militari I
Cuando eso ocurría, en Italia, el hindú Iqbal Shedai solicitó a Mussolini formar una unidad hindú bajo mandos italianos con los prisioneros capturados en África y comenzó a transmitir programas por radio. Shedai no tenía intención de rivalizar con Bose, pero tampoco pretendía apoyarlo, pues luego formó unidades militares en clara violación a los acuerdos entre Alemania e Italia. La unidad que llegó a contar con 350 hombres, se llamó "Ragruppamento Centri Militari I" y aunque el Battaglione Azad Hindoustan, sólo existió de abril a noviembre de 1942 enlistando a 400 hindúes, durante ese tiempo, los prisioneros que pasaban por Italia y debían dirigirse a Alemania eran reclutados por Shedai. Utilizaban uniforme italiano con un turbante hindú. Cuando los Aliados desembarcaron en África, los hindúes se enteraron que los alemanes los iban a mandar a Libia y se amotinaron. Shedai no intervino para calmar las cosas y la unidad fue desbandada regresando al campo de prisioneros.
En agosto de 1942, la Legión fue mudada a Koenisberg y creció tanto, que Bose ya no tenía fondos suficientes para pagarles a todos los efectivos. La única solución era que la Legión India pasara a formar parte de la Wehrmacht y se integrara como un regimiento de ella en todos los órdenes. Por tanto, los soldados hindúes tuvieron que tomar el juramento en alemán de lealtad al Führer, tal cual lo hacían los soldados regulares alemanes.
Juramento de fidelidad al Führer
Quinientos legionarios fueron formados bajo el mando del Teniente Coronel Kurt Krappe y el juramento fue tomado de seis en seis. Con la misma solemnidad de la ceremonia netamente alemana, los hombres tocaban la espada del oficial y juraban solemnemente fidelidad y obediencia al Führer, a la India en su lucha por la libertad y por su líder Chandra Bose y como valientes soldados por todo ello juraban dar su vida si fuera necesario. La bandera de la legión era el tricolor en verde, blanco y azafrán del Congreso Nacional Hindú con un tigre saltando en la franja blanca.
Ataque a India desde Stalingrado
El plan de Bose era que la Legión India junto con fuerzas alemanas fueran lanzadas en paracaídas, desde Stalingrado, en la frontera de Afganistán junto con los legionarios de Tajikisgran y Uzbekistan que conocían muy bien la zona. Cuando las fuerzas llegaron a Uzbekistan y Afganistán, la Legión Hindú se adelantaría a los alemanes para romper las defensas británicas en el noroeste de India. Cuando eso ocurriera Bose haría un llamado a las fuerzas indo-británicas para apoyar a la Legión o atenerse a las consecuencias de ser tratados como traidores. Bose quiso también lanzar paracaidistas tras la frontera para convencer a los campesinos a apoyar a la Legión antes de comenzar las acciones.
Caída de Stalingrado
Ese plan dependía en mucho del éxito de los alemanes en Rusia, pero el desastre de Stalingrado echó sus planes por tierra. El plan de llegar a India por el Oeste quedó descartado. Bose dependía ahora de los japoneses para llegar desde el este. Los éxitos de los japoneses en Asia eran alentadores para el líder hindú.
El mismo plan desarrollado en Berlín podía ser implementado en Tokio, contando que en Asia había cientos de miles de hindúes que vivían ahora bajo la bandera japonesa o eran prisioneros como el caso de los 45 mil capturados en Singapur. A fines de Mayo Hitler estuvo de acuerdo con Bose de que era mejor que cambiara a Asia su centro de operaciones.
La Legión contaba ya con 3500 hombres bien entrenados y equipados. Los planes habían sido ampliados al entrenamiento policial, naval y aéreo. Los oficiales alemanes fueron reemplazados por hindúes y el equipamiento alcanzaba los más altos estándares de la Wehrmacht incluyendo artillería y Panzers. La disciplina y camaradería tenía los mismos niveles que las que tenían las fuerzas alemanas y las relaciones con los oficiales alemanes fueron excelentes. Hitler visitó a la Legión para arengarlos a seguir apoyando a su líder.
Bose partió de Alemania el 8 de febrero de 1943, después de celebrar la fecha de "Independencia de India" sin que se informara nada sobre su viaje. Al salir del Centro India Libre, parecía como que si se tratara de un viaje de rutina y no la partida para no regresar más a Alemania. Dos meses después hubo problemas entre el OKW y el Centro India Libre cuando los alemanes decidieron trasladar a la Legión a la costa de Holanda, para entrenamiento en defensa costera, ejercicios que Bose había autorizado anteriormente.
Dos compañías del Segundo batallón de la Legión, rehusaron moverse de su base. El problema fue porque algunos legionarios estaba descontentos por no haber sido promovidos, otros simplemente no querían se movidos de Koenisbruck y otros fueron influenciados por el rumor de que Bose los había abandonado en manos de los alemanes para luchar en el Frente del Oeste en vez de liberar a India. Las cosas se calmaron cuando altos oficiales alemanes se presentaron para asegurarles que se trataba sólo de un entrenamiento. Finalmente las fuerzas hindúes se trasladaron a Holanda donde permanecieron por 5 meses y luego fueron movidos a Bordeaux en Francia, cerca a la Bahía de Arcachon, debido a una recomendación al Wehrmachtsbefehlshaber in den Niederlanden en el sentido de que el clima frío de esas latitudes afectaría la salud de las tropas, acostumbradas a los climas tropicales.
El entrenamiento incluyó el uso del armamento empleado en la Muralla del Atlántico. En el primer trimestre de 1944, fueron promovidos los primeros 12 legionarios a oficiales con la presencia del Mariscal Rommel, quien les felicitó por el buen trabajo que estaban haciendo. Luego los oficiales hindúes solicitaron que fueran trasladados a Italia porque deseaban una oportunidad para enfrentarse a los británicos, pero no tuvieron oportunidad de hacerlo a tiempo. Después de la Invasión de Normandía, las cosas se pusieron tan mal, que el OKW ordenó que los hindúes fueran trasladados a Alemania. Diez meses habían estado en Francia y nuevamente marchaban de regreso.
Bautismo de fuego
Cruzando Francia, en Mansle cerca a Poitiers mientras estaban descansando para proseguir su repliegue, fueron atacados por guerrillas francesas quienes fueron rechazadas sin que lograran causar mayores daños a la Legión, excepto por algunos heridos. Los británicos lanzaron propaganda e infiltraron hombres para convencer a los legionarios a desertar y unirse a los Maquís para luego ser incorporados con sus rangos en el Ejército Hindú-Británico con paga retroactiva de todos sus salarios pendientes y de una pensión vitalicia. Pero en el transcurso de la larga jornada de regreso, unos legionarios que cayeron en la trampa aceptando los ofrecimientos británicos, fueron fusilados públicamente en Poiters junto a otros prisioneros de guerra alemanes. En el pueblo de Dun se enfrentaron a tropas regulares francesas donde tuvieron la primera baja, el teniente Ali Khan que fue enterrado en el cementerio de Sancoin. Continuaron su viaje de noche y tuvieron nuevos enfrentamientos en emboscadas donde murieron el Unteroffizier Kalu Ram y el Gefreiter Mela Ram. Cruzaron el Loire y se dirigieron a Dijon. Un nuevo enfrentamiento contra blindados aliados ocurrió en Nuits St. Georges. Después de varios días de marcha continuaron a Remisemont luego a Colmar en Alsacia y finalmente llegaron a Oberhofen en Alemania.
Durante lo que restó de la guerra, los Legionarios se enfrentaron a los británicos y franceses demostrando que eran una fuerza de combate de gran valor y capaces de operar con la misma eficiencia que los alemanes. El "950 Indisches Infanterie Regiment", como fue llamada oficialmente la "Legion Freies Indien", tuvo un comportamiento igual al de las unidades alemanas sin que se notara ninguna diferencia y con quienes las demás fuerzas de la división se integraban sin ninguna dificultad. La componían tres batallones con cuatro compañías de infantería, una compañía de artillería de campaña, una compañía anti-tanque, una compañía de zapadores y las demás unidades correspondientes a un regimiento. Sin embargo, lo estricto de la idiosincrasia militar alemana impedía que fueran tomados en cuenta como una fuerza valiosa y no recibieron la oportunidad de entrar en combate conformando una unidad operacional dentro de la Wehrmacht. Pero hay que considerar, que el acuerdo firmado emtre Bose y Hitler impedía que los hindúes lucharan para otro propósito que no fuera liberar a India.
El problema religioso
A diferencia de las unidades hindúes británicas que agrupaban a los efectivos de acuerdo con su religión, la Legión no hacía diferencias. Juntos sirvieron musulmanes, hindúes, Sikhs, Jats, Rajputs, Marathas y Garhwalis. Dos tercios eran musulmanes y un tercio hindúes. Tal vez, el método británico fue el más adecuado para mantener la cohesión entre las unidades.
13. SS-Freiwilligen
A fines de 1943, hindúes que profesaban la religión musulmana fueron reclutados para formar el 13. SS-Freiwilligen-b.h. Gebirgs-Division que fue hasta entonces la 13 SS-División de Montaña de Voluntarios Bosnio-Herzegovinos integrada en su mayoría por bosnios musulmanes. Esa unidad fue desbandada. El problema fue que esas unidades no se integraron porque los bosnios se consideraban europeos y los musulmanes hindúes, eran fundamentalmente hindúes.
El idioma fue también una barrera difícil de salvar. Los hindúes hablaban idiomas diferentes dependiendo de la región de donde procedían los soldados. Para los alemanes era difícil conseguir oficiales que hablaran las diferentes lenguas, optando entonces por utilizar el inglés con palabras alemanas que fueron asimiladas por los hindúes poco a poco. Uno de los interpretes empleados por los alemanes en julio de 1942, fue el Sonderführer Frank Chetwynd Becker, un inglés hijo de madre inglesa y padre alemán nacionalizado británico.
Condecoraciones
En 1942, Bose instituyó la condecoración Azad Hind (India Libre) en cuatro grados cada una de las cuales se podía otorgar con espadas, al estilo alemán. Además de "Azad Hind" se otorgaron la Gran Estrella "Sher-e-Hind" (Tigre de la India); Estrella de Primera Clase "Sardar-e-Jang" (Lider en Combate); Estrella de Segunda Clase "Vir-e-Hind" (Héroe de India); y la Medalla "Shahid-e-Bharat" (Mártir de la Madre Patria).
Operación Bajadere
Hindúes en la Div. Brandemburgo
La Abwehr previó la utilización de fuerzas hindúes para una eventual campaña que partiendo del Cáucaso avanzara en dirección a Asia a través de Irán y planificó que podrían lanzarse en paracaídas efectivos hindúes que prepararan el terreno para la invasión. Algunos efectivos fueron reclutados para formar parte del 800.Bau Lehrdivision zur besonderen Verwendung Brandenburg, una fuerza especial de la División Brandenburgo. En enero de 1942, se realizó la Operación Bajadere con el lanzamiento en paracaídas de 100 efectivos hindúes sobre Persia para infiltrarse a India a través de Beluchistán y realizar sabotajes en preparación de la revuelta popular. El Oberleutnant Witzel reportó en la sede de la Abwehr en Kabul, Afganistán, que las operaciones habían sido exitosas.
A comienzos de 1945, la Legión se encontraba en Heuberg, Alemania. A mediados de ese año, los Aliados cruzaron el Rin y los rusos cruzaban la frontera alemana en el este. Las fuerzas del Ejército Rojo asaltaban las ciudades arrasando todo a su paso. El fin se acercaba con los suministros totalmente paralizados pues los caminos eran intransitables y las vías de ferrocarril estaban destruidas. La Legión se dirigió a los Alpes al perder contacto con el Centro India Libre en Berlín. Los comandantes de la Legión tomaron sus propias decisiones pues no tenía sentido quedarse esperando a ser capturados. Se encontraban en Bodensee cuando llegó la noticia de la rendición de Alemania y con ello, terminaban las esperanzas de la Legión. Tratando de cruzar la frontera suiza los Legionarios fueron rodeados por fuerzas estadounidenses y francesas y finalmente fueron tomados prisioneros. Los que cayeron en manos de los franceses fueron maltratados y varios de ellos asesinados. Muchos murieron en campos de prisioneros, por falta de atención médica y una pobre alimentación. El resto que fue capturado por los estadounidenses fueron entregados a los británicos, siguiendo la misma o peor suerte.
Los supervivientes, luego de meses de penurias, fueron finalmente enviados a India, donde los oficiales fueron arrestados en el Fuerte Rojo de Dehli. Al acercarse la independencia de India, los prisioneros fueron beneficiados con la indulgencia y liberados.
Los legionarios hindúes no lograron cumplir su sueño de llegar a India para liberarla cruzando la frontera noroccidental, pero aquellos hindúes que conformaron las fuerzas de India Libre en el este, sí tuvieron mejor suerte.
Voluntarios holandeses
La Legión Niederlande formada poco después del ataque a la URSS, contaba con 2600 hombres formando parte de la 2da Brigada-SS. Tuvo el apoyo del "Nationaal Socialistische Beweging" (Partido Nacional Socialista Holandés) liderado por Arnold Meijer, "para ayudar a los alemanes a acabar con la amenaza bolchevique". Por su parte el dirigente Anton Mussert decía que ese sería el nacimiento de un nuevo Ejército Holandés. Meijer aspiraba a formar un cuerpo de ejercito con mandos holandeses, cosa que estaba lejos de ser lo que querían los alemanes y por tanto, cuando quedó claro que no sería así, Meijer se retiró del proyecto dejándolo en manos de Mussert, quien llamó a los voluntarios a presentarse el 11 de julio de 1941.
Los alemanes nombraron al General holandés H.A. Seyffardt como comandante de la Legión Holandesa, autorizándole a llevar la bandera holandesa en la parte superior de la manga de los uniformes. Toda una serie de símbolos les fueron autorizados a los legionarios holandeses como hacer el juramento de fidelidad al Führer y al 'prinsevlag', tener su propia insignia y su "himno de la legión".
La mayoría de los holandeses prestaron servicio en la Kriegsmarine, Luftwaffe o Wehrmacht, pero muchos fueron adscritos a las Waffen-SS, porque el Führer era de la idea que todos los arios-nórdicos formaran filas en las Waffen-SS, aún antes que oficialmente todos los voluntarios extranjeros fueran incorporados a esa fuerza en 1943.
La Legión Holandesa nunca llegó a ser muy numerosa y por eso formó parte de una Brigada-SS netamente alemana, cosa que molestó al General Seyfardt y causó la protesta de Mussert, pero ninguno de los dos esgrimieron argumentos técnicos suficientes para hacerles cambiar de opinión a los alemanes. Por otro lado, el compromiso por parte de Mussert de aumentar el número de voluntarios para poder conformar una unidad autónoma, nunca se hizo realidad. La Legión Holandesa no logro alcanzar el nivel de preparación y la jerarquía de la División Viking, pero luchó con bravura en el Frente del Este.
Entre los éxitos que logró la legión ocurrió cuando formaron parte de la ofensiva de verano de 1942. El 3er batallón colaboró con la destrucción de las fuerzas del Ejército Rojo en el lago Fuhogva. Capturaron armas, suministros y 3500 hombres del 11 Ejército Soviético incluyendo a su comandante el famoso General Andrei Andreievich Vlasov que después sería comandante de los voluntarios rusos. Después, fueron incorporados a la 2da Brigada-SS bajo el mando del SS-Brigadeführer Klingemann y transferidos del frente de Wolchov a Leningrado donde mantuvieron posiciones durante el cerco de la ciudad. El número de bajas fue grande quedando al final unos 1000 soldados con 400 oficiales y suboficiales. Al mando de su nuevo comandante el SS-Obersturmbannführer Josef Fitzthum recibieron nuevo entrenamiento y se adjudicaron un buen número de condecoraciones.
Durante la primera batalla del Lago Ladoga sufrieron muchas bajas y tuvieron que ser reorganizados quedando como parte de la 2da Brigada-SS de Infantería pero al mando del SS-Brigadeführer Friedrich Scholz. Durante la segunda batalla del lago Ladoga, lograron contener los tanques rusos destruyendo gran número de ellos y de cañones autopropulsados de 75mm. Después de esa acción, el soldado holandés Gerardus Mooyman fue el primer voluntario en recibir la Cruz de Caballero por destruir 14 tanques soviéticos T-34 y KV-1 en un solo día.
En abril de 1943, la Legión Holandesa fue retirada del frente y reorganizada en una unidad independiente, la Brigada-SS Panzergrenadier Niederlande.
Voluntarios soviéticos
La Russkaya Osvoboditelnaya Narodnaya Armiya (RONA)
La Russkaya Osvoboditelnaya Narodnaya Armiya (RONA) al mando del Brigadeführer Bronislav Kaminski contaba con 15.000 hombres inicialmente dedicados a cazar partisanos. La mayoría eran ex-prisioneros, voluntarios o desertores rusos, la mayoría eran cosacos, calmucos y azerbaiyanes y sólo unos pocos eran ucranianos o bielorrusos. Kaminski nació en Witebsk, hijo de polaco y madre alemana, estudió química y trabajó en una fábrica de pinturas. Fue arrestado por la NKVD en 1935 acusado de ser espía polaco y alemán. Fue sentenciado a 10 años, pero liberado a los 5 años pero en castigo fue enviado a la ciudad de Lokot en Orel-Kursk. Cuando Kursk cayó en manos alemanas en octubre de 1941, Konstantin Voskoboinik fue nombrado autoridad civil, cargo que desempeñó hasta que fue asesinado por los partisanos en 1942. Kaminski formó una milicia de 15.000 voluntarios y fue denominada "Russkaya Osvoboditelnaya Narodnaya Armiya (RONA)" o "Ejército de Nacional Ruso de Liberación". La Rona realizó varias operaciones de limpieza contra los partisanos en Orel y Bielorrusia y luego contra el Ejército Rojo en Siewsk-Dmitrowsk.
En agosto de 1943, al irse retirando el frente alemán, hacia el oeste, Kaminski dejó su región estableciéndose en Lepel, Bielorrusia, llevando consigo a 50.000 refugiados civiles. En 1944, aumentaron las deserciones en el Rona, debido a los éxitos del Ejército Rojo. El RONA fue reorganizado y 1700 de sus soldados fueron puestos al mando del Mayor Yurii Frolov que fue enviado a unirse al grupo SS del General Heinrich Reinefarth, un oficial incompetente más policía que soldado, encargado en ese momento de develar la sublevación en Varsovia. Los rusos del Rona llegaron el 4 de agosto a Varsovia tomando posiciones en los distritos de Ochota y Wola donde deberían atacar a los insurgentes a las 08:00. Pero, a las 9:30 recién aparecieron, pues habían estado saqueando casas y edificios antes de entrar en combate. Al finalizar el día apenas habían podido avanzar 3 cuadras. Durante ese ataque las fuerzas de Kaminski pasaron por el Instituto Radium para mujeres enfermas con cáncer. Violaron a pacientes y enfermeras, matando a 30 de ellas, antes de incendiar el edificio.
Estando la mayor parte del tiempo ebrios, se preocupaban en saquear y violar, más que cumplir con la misión que les encomendaban y según algunos testigos el propio Kaminski participó del saqueo diciendo, por justificarse, que estaba recaudando fondos para la liberación de Rusia.
Durante el tiempo que estuvieron en Varsovia, los soldados de Kaminski fueron conocidos como violadores, ladrones y asesinos. Ante la policía militar los habitantes de Varsovia los acusaron de cometer miles de atrocidades contra egnte indefensa de manera indiscriminada. Kaminski estuvo en Varsovia sólo 10 días, de todo el mes que duró la permanencia de sus fuerzas en Varsovia y en ese tiempo no tomó ninguna medida para controlar a sus hombres, sobre todo después que el Mayor Frolov y otros 400 rusos, de la fuerza de 1700, habían muerto, quedaron los hombres al mando de oficiales subalternos, iguales o peores, que el resto de los soldados.
Después de la revuelta, el General Erich von dem Bach-Zelewski comandante de las fuerzas de Varsovia le ordenó a Kaminski que se presentara ante su comando. Kaminski fue acusado de violaciones, pillaje y por la violación y muerte de dos jóvenes alemanas pertenecientes a Fuerza por la Alegría, en Varsovia. No hay claras evidencias sobre las acusaciones que pesaron sobre Kaminski, pues algunos autores dicen que siempre Kaminski les dio mano libre a sus hombres, permitiéndoles tomar por la fuerza lo que quisieran, "porque tenían derecho a resarcirse por todo lo que ellos habían perdido al tener que dejar sus tierras." Las tropas de Kaminski antes de Varsovia sirvieron siempre en Rusia, donde tenían todo tipo de libertades, conociendo el medioambiente y sabiendo además quienes eran enemigos y quienes no. Cuando fueron enviados a Varsovia, un medio totalmente diferente, es evidente que Kaminski no les explicó la diferencia, ni los preparó para tener un comportamiento adecuado con la población. Otros autores dicen, que Himmler quería transferir esa tropa al General Andrei Andreievich Vlasov para conformar una fuerza más numerosa de voluntarios rusos, y ante lo ocurrido en Varsovia, aprovechó para deshacerse de Kaminski y disolver al Rona.
Tampoco hay documentación clara sobre lo que sucedió con Kaminski. Aparentemente fue encarado severamente por el General Erich von dem Bach-Zelewski, por el comportamiento del Rona los asesinatos y violaciones. Se dice que fue sacado de la habitación y fusilado por deshonrar el uniforme alemán. Después de la guerra, muchos miembros del RONA y el propio General Reinefarth, además de otros generales de las Waffen-SS y sus propios hombres, atestiguaron en relación a los crímenes cometidos por miembros del Rona. El comunicado oficial de la Wehrmacht, para no crearse problemas con los voluntarios rusos, dijo, que antes de llegar Kaminski a Varsovia fue muerto en una emboscada de los partisanos.
Russkaia Osvoboditelnaia Armiia (ROA)
La Russkaia Osvoboditelnaia Armiia (ROA), al mando del Teniente General Andrei Andreievich Vlasov llegó a contar con una gran fuerza de 750 mil hombres sumándoseles las fuerzas del Rona. Reorganizado el RONA, pasaron a formar parte de la 29 División Waffen-SS y enviados a Würtemberg, donde se incorporaron a las fuerzas del ROA del General Vlasov. Mientras que los 50.000 refugiados civiles de Kaminski, fueron enviados a Pomerania para trabajar como obreros y agricultores.
Himmler y Vlasov acordaron formar el Komitet Osvobozhdyeniya Narodov Rossii (KONR) o Comité para la Liberación del Pueblo de Rusia. Himmler le prometió a Vlasov transferirle todas las fuerzas de voluntarios rusos que luchaban en todo el Frente del Este bajo la bandera alemana incluyendo las fuerzas del Rona. En noviembre de 1944 fue organizada la 1ra División en el Centro de Entrenamiento de Münsingen.
En enero de 1945 fue formada la 650 División de Infantería Rusa al mando del General Zveryev, pero nunca entró en servicio por falta de equipo.
En febrero de 1945 fue creada la 600 División de Infantería Rusa al mando del General Sergei Kuzmich Bunyachenko conformada por las fuerzas de Kaminski y de la 30 División de Infantería Rusa que nunca llegó a ser comisionada. Fueron enviadas al Frente del Oder en marzo de 1945, pese a no estar completamente equipadas debido a las graves carencias de armas y suministros.
En abril de 1945 fue formada la 599 Brigada Rusa estacionada en Viborg, Dinamarca. Fue enviada al frente en el Oder, pero estando mal equipada, sin artillería no soporte aéreo tuvo que retirarse con muchas bajas. Luego de recomponer las filas formó parte de la 1ra División Rusa y enviada a la frontera checoslovaca.
Al final, a esos voluntarios les esperaba lo peor en caso de caer en manos de los rusos. Hicieron esfuerzos desesperados por rendirse a los aliados occidentales, pero prácticamente todas las unidades fueron después regresadas a la URSS ante las exigencias airadas de Stalin. Mientras tanto, los que cayeron en manos del Ejército Rojo o de los partisanos, fueron asesinados después de sufrir indescriptibles vejaciones.
Sólo hubo dos unidades que se salvaron de caer en manos de los soviéticos, el Cuerpo Ruso de Defensa que sirvió en Serbia formado por bielorrusos y ucranianos exiliados que en 1921 buscaron refugio en Serbia en 1921 y que habían tomado la ciudadanía yugoslava y la otra unidad fue la de los ucranianos de la 1ra División, capturados por los británicos, que fueron enviados a Rimini en Italia, donde argumentaron que eran ciudadanos polacos.
Voluntarios noruegos
Luego de la rendición de Noruega y cuando las cosas se calmaron, se presentaron como voluntarios a la Wehrmacht y a las Waffen-SS más de 15.000 noruegos, pero en Alemania se presentaron como voluntarios al menos un millar de noruegos residentes. Muchos se sentían traicionados por los ingleses y franceses, pues no recibieron ayuda durante la invasión además de la vergonzosa escapatoria del rey y de los miembros de su gobierno, pero la principal causa era el comunismo. Muchos eran partidarios o simpatizantes del "Nasjonal Samling" (Partido Nacionalista Noruego). De todos ellos unos 7.000 estuvo en el frente. Las bajas noruegas en combate o que murieron en campos de concentración soviéticos, fueron de alrededor de 1000 hombres. Aparte de los combatientes hubo muchos miles que formaron parte de la Organización Todt, la Marina Mercante, fuerzas auxiliares de la Luftwaffe, Kriegsmarine y Heeres.
Se dice que los noruegos fueron encuadrados dentro de las "Frontkjemper" (combatiente del frente) y formaron unidades como "Den Norske Legion", PzGrenRgt Norge, SS-Schibatallion Norwegen, pero ellos mismos se reconocían como parte de unidades de las SS "Frontkjempermerke."
SS- PanzerDivisión "Wiking"
Entre las Frontkjempermerke con mandos propios se encontraba la SS-Panzer División "Wiking" que comenzó a formarse en 1941. Sumaba 19.400 hombres en tres "Standarten" (regimientos) según su procedencia: Westland (ascendencia flamenca y holandesa), Germania (ascendencia alemana) y Nordland (nórdicos). Los mandos eran generalmente oficiales SS alemanes, tuvieron como primer comandante al Teniente General Felix Steiner, que luego comandaría al famoso "Grupo SS Steiner".
Al comenzar la Operación Barbarossa, la División "Wiking" fue asignada al Grupo de Ejércitos Sur, pero fue dividida en pequeños grupos por orden expresa de Steiner. Esto no causó buena impresión entre los noruegos que deseaban conformar una unidad totalmente noruega. Frederik Jensen que más tarde se ganó la Cruz Alemana en Oro, pasó a comandar un pelotón, antes de ser jefe de la 7ma Compañía y más tarde Comandante del Regimiento Germania. Jensen tenía experiencia, pues empezó su servicio en el Regimiento-SS Der Führer, hasta que fue herido cerca a Moscú.
SS-Panzer-Grenadier-Regiment 23 "Norge"
En 1943, el regimiento Nordland fue separado de la Div. Viking para forma su propia SS-Freiwilligen-Panzergrenadier División "Nordland", aunque solo estaba compuesta por un batallón, el 11-SS-Panzerabteilung "Hermann von Salza." Más tarde fue constituido un nuevo regimiento para la división, el SS-Panzer-Grenadier-Regiment 23 "Norge". Al formarse esta nueva unidad muchos de sus miembros fueron voluntarios procedentes de la "Den Norske Legion" al mando del Hauptsturmführer Olaf T Lindvig. En ese regimiento los noruegos no fueron muy numerosos e incluyeron húngaros y daneses. El regimiento sirvió en los Balcanes, en Croacia, en especial combatiendo a los partisanos de Tito. Luego, fue enviada a Oranienbaum, cerca a Leningrado, excepto su batallón Panzer.
La División Wiking participó en el ataque a Rostov y Tarnopol y luego fue enviada al Cáucaso, llegando hasta Baku. Sufrió muchas bajas pero se constituyó en una fuerza de élite muy experimentada y confiable, aunque para 1943, sobrevivían unos 400 noruegos en sus cuadros. Al ser destruida la división en Viena en 1945, apenas unos cuantos noruegos quedaban en sus filas.
Durante la ofensiva rusa de enero de 1944, la División Nordland tuvo que replegarse hasta el Báltico sufriendo numerosas bajas hasta quedar cercada en la batalla del bolsón de Couland. En febrero de 1945 la División SS Nordland fue enviada a Sttetin y terminó destruida entre las ruinas de Berlín donde fue reagrupada junto a la División francesa Carlomagno, unidades dispersas del la División Azul española, holandeses y rumanos.
Norges SS
Era una unidad de las Allgemeine SS formada en 1941 y fue renombrada "Germanske SS Norge" la misión era de carácter de seguridad, más que combatiente. Reunió más de 1000 hombres pero muchos otros fueron rechazados por tener más de 50 años. Al final del entrenamiento quedaron unos 700 hombres que formaron un batallón. El proyecto inicial especificaba que sería una unidad netamente noruega, desde todo punto de vista, incluyendo los oficiales y el uniforme, pero al final eso no se hizo realidad para desconsuelo de los noruegos. El uniforme terminó siendo el de las Waffen-SS, con un león como distintivo que los diferenciaba y una bandera noruega en la parte superior del brazo. Pudo ser enviada a Finlandia, pero eso no llegó a concretarse. Prestó servicio hasta 1943 en Leningrado donde tuvo muchas bajas.
SS Vaktbataljon Norge
Esta unidad, compuesta integramente por noruegos, prestó servicios de vigilancia en campos de concentración y por ello se ganó muy mala fama. Los miembros procedían de unidades Frontkjempermerke o eran hombres no aptos para el servicio en el frente, sobre todo por razones de edad. El batallón contó con360 efectivos que sirvieron en el norte de Noruega.
Luftwaffe
La mayoría de los que se presentaron voluntarios a la Luftwaffe terminaron en las Waffen-SS. De los aproximadamente cien noruegos de la Luftwaffe, sólo dos llegaron a ser pilotos de combate.
Kriegsmarine
Unos 500 noruegos se presentaron para servir en la Kriegsmarine. Algunos sirvieron en el Schlesien y en el Lützow en servicio en el Báltico. Otros fueron tripulantes en buques menores y en servicio de tierra.
Enfermeras
Unas 400 enfermeras noruegas sirvieron en el frente. Al menos 13 de ellas perdieron la vida en el frente del Este, prestando servicio en Leningrado. Era enviada en parejas y las mayores de 21 años prestaron servicio en Finlandia, el Báltico, la URSS, Polonia, Croacia, Italia, Francia y Noruega. Las menores de 21 años prestaron servicio en Alemania. La enfermera Anen Moxness es la única mujer no-alemana condecorada con al Cruz de Hierro.
Todos los noruegos que regresaron a su país después de haber servido bajo la bandera alemana, recibieron una pena de 42 meses de prisión, pero algunos destacados combatientes recibieron penas mayores de hasta 12 años y otros 30 pena de muerte, junto a 15 alemanes, todos por haber prestado servicio en la Gestapo o la Abwehr. Muchos se suicidaron. Otros lograron escapar a España y Sudamérica. A todos los noruegos que sirvieron en la Frontkjempermerke se les negó derechos ciudadanos durante muchos años y sólo muy pocos de ellos admitieron con orgullo haber luchado al lado de los alemanes. La mayoría que llegaron a ser oficiales alcanzaron el rango máximo de SS-Hauptsturmführer.
Voluntarios Españoles
Una vez que Alemania lanza su Operación Barbarossa contra la Unión Soviética, en España se organiza un cuerpo de voluntarios que operaría con uniforme alemán y con oficiales españoles, todos bajo el mando del Grupo de Ejércitos Norte del General von Leeb. Sólo la camisa azul original, fue utilizada por los españoles, sobresaliendo el cuello de la guerrera alemana y por esa razón fue bautizada como División Azul.
La División Azul llega a Alemania por tren y se le designa como la 250 División de la Wehrmacht, bajo el mando del General Agustín Muñoz Grandes iniciando un rápido entrenamiento en Baviera.
La fuerza es equipada con armamento alemán regular, que incluye las armas de mano y armamento pesado de anticarro, morteros y obuses, tal cual son equipadas todas las fuerzas de infantería alemanas. El transporte principal es realizado con tracción animal. Los efectivos totales contaron 17.900 hombres, 5610 caballos y 765 vehículos, cuadros que incluyeron exploradores, médicos, enfermeras, zapadores, policía militar, correo etc.
Al alcanzar los niveles de operatividad necesarios, se les ordena dirigirse desde Treuburg Suwalki-Grodno en Polonia hasta Vitebsk en Rusia, recorrido de unos 1000 Km que, como parte del entrenamiento, lo realizan a pie durante 40 días. Durante esa caminata se registraron las primeras bajas debido a las minas.
Inmediatamente son enviados a orillas del río Volchov, al sur de Leningrado, donde reemplazan a la 126 División alemana. Se despliegan en el frente el día 12 de Octubre de 1941, iniciando las operaciones una semana después. Su primera misión es establecer una cabeza de puente en el río Volchov, misión que cumplen pese a las importantes bajas sufridas. En esas posiciones se mantienen hasta fines de año con la ocupación de Smeiko y posteriormente, de Sitno, Tigoda, Dubrowka, Nititkino y Otenski.
Los primeros días del año los alemanes son embolsados en el lago Ilmen y para el efecto, se crea una compañía de esquiadores de 200 hombres, que tienen como misión romper el cerco y liberar a las tropas alemanas. La misión se cumple tras una caminata de 30 km con temperaturas de 50 grados bajo cero. La fuerza española queda diezmada, con sólo 12 supervivientes, pero son condecorados por su valerosa acción.
Uno de los episodios más macabros de la campaña ocurrió en la Navidad de 1941, cuando las posiciones mantenidas por una compañía de granaderos españoles en Lubkovo fueron sorpresivamente rebasados por las fuerzas soviéticas. Las tropas de relevo encontraron los cuerpos mutilados del pelotón del Alférez Moscoso, quienes fueron crucificados con picos y sus propias bayonetas en el suelo helado del lago. Poco después la División Azul cobró revancha con dos compañías del 262 Regimiento de Infantería que dejó el congelado lago Volkhov sembrado de cadáveres de todo un batallón soviético.
Los primeros relevos llegan en Mayo de 1942 y son trasladados al frente de Leningrado con el fin de participar en el asalto a la ciudad, pero la operación es suspendida. Las tropas españolas toman posiciones defensivas en los alrededores de Pushkin, donde sufren considerables bajas por parte de la artillería rusa y los franco tiradores. Para fines de año se releva el mando de la División, con el nombramiento del General Emilio Infantes.
Para el mes de Enero de 1943 la división es transferida al sector de Posselok donde las fuerzas alemanas son diezmadas. En Krni Bor después de un ataque artillero de ablandamiento que causa miles de bajas entre los españoles, logran detener el avance ruso. Varios cientos caen prisioneros de los soviéticos y parten rumbo a los campos de concentración en Siberia.
En Octubre de 1943 se ordena el regreso de la División Azul, pero quedando una fuerza de 1800 hombres que forman la Legión Azul. Estos últimos contingentes son repatriados en Marzo de 1944.
Aparte de la División Azul, 17 oficiales españoles integraron las Escuadrillas Azules, que volaron aviones alemanes Me109 y FW-190, al mando de Wolfram von Richtofen, quien fue comandante de la Legión Cóndor durante la Guerra Civil. Operaron en el Grupo de Ejércitos Centro con actuaciones destacadas en el frente de Moscú y en las batallas de Kharkov, Smolensko y Kursk.
VOLUNTARIOS NO ALEMANES EN LAS WAFFEN SS.
Alemanes (1) ...................410.000
Húngaros ..........................40.000
Albaneses ............................4.000
Hindúes ...............................5.000
Armenios .............................2.000
Italianos ............................10.000
Belgas (Valones) .................8.000
Kirguizes .............................2.000
Bosnios .............................15.000
Letones .............................25.000
Británicos ...............................100
Lituanos (3) .........................5.000
Búlgaros ..............................3.000
Noruegos ............................8.000
Caucasianos ......................15.000
Rumanos ............................5.000
Cosacos ............................30.000
Rusos ................................18.000
Croatas .............................10.000
Servios ................................4.000
Daneses ..............................6.000
Eslovenos ...........................6.000
Españoles (2) .........................500
Suecos ...................................300
Estonios ............................15.000
Suizos ....................................600
Finlandeses .........................4.000
Tártaros ............................10.000
Flamencos .........................10.000
Checos ...............................5.000
Franceses ..........................10.000
Turkmenos ........................15.000
Georgianos ..........................2.000
Ucranianos (4) ..................30.000
Griegos ...............................1.000
Uzbekos .............................2.000
Holandeses .......................40.000
Volksdeutschen (5) ......... 300.000
(1) Y Austríacos: Reichsdeutschen
(2) Alistados individualmente en las SS tras la partida de la División Azul
(3) No formaron unidades nacionales
(4) Originarios de Ucrania, Galitzia y Rutenia
(5) Sudetes, alsacianos, luxemburgueses, originarios del Schlesvig del Norte y del Tirol del Sur, alemanes del Banato, de Bohemia y Moravia, de Eslovaquia, de Polonia.
Inicio el siguiente tema, para demostrar cual fue el país que más voluntarios europeos aportó a las fuerzas armadas alemanas, durante el principio de la Campaña del Este.. Los datos crresponden a principios de 1942.
1. España.
Sirviendo en el Heer, 13.896 (datos de marzo de 1942, el contingente inicial fue de unos 18.000 hombres).
Sirviendo en la Luftwaffe, 130.
Total,13.986.
2. Croacia.
Sirviendo en el Heer, 3.195
En la Luftwaffe, 400.
En la Kriegsmarine, 200.
Total, 3.795.
3. Francia.
En el Heer, 1.971.
4. Valonia Belga.
En el Heer, 850.
5. Voluntarios reclutados en la URSS.
En el Heer, 4.250 (cifra estimada, no incluye los alistados por las fuerzas de policia.)
En total, voluntarios en el Heer, Luftwaffe y Kriegsmarine, 24.762.
Es decir, los españoles suponían el 56% de los efectivos de los voluntarios europeos que servían en las tres ramas regulares de la Wehrmacht.
Ahora veremos el reclutamiento de voluntarios europeos por las waffen SS.
6. Unidades legionarias nacionales integradas en las Waffen SS.
6.1. Legión Noruega, 1.128.
6.2. Legion Danesa, 1.164.
6.3. Legion Holandesa, 2.559.
6.4. Legion Flamenca, 875.
6.5. Batallón Finlandés, 1.180.
7 Voluntarios germánicos enrolados en las Waffen SS.
7.1. Suecia, 39.
7.2. Noruega, 665.
7.3. Dinamarca, 1.235.
7.4. Holanda, 2.255.
7.5. Flandes, 696.
7.6. Suiza, 135.
8. Voluntarios reclutados entre los volkdeutsche.
8.1. Francia ( Alsacia y Lorena) y Luxemburgo, 550.
8.2. Hungria, 450.
8.3. Sebia y Croacia, 2.200.
8.4. Eslovaquia, 500.
8.5. Rumanía, 2.500.
El total de voluntarios europeos en las Waffen SS ascendía, por tanto a 18. 221, habiendo sido reclutados en un espacio geográfico amplísimo.
La suma de voluntarios en todos los cuerpos ( las tres ramas regulares de las Fuerzas Armadas más las Waffen SS) nos da la cifra de 42.983 hombres. El contingente español suponía un 32%, siendo, por otra parte, la más grande de todas las unidades de voluntarios extranjeros que servían en el Este, pues se trataba de toda una división, mientras que los demás contingentes de voluntarios alcanzaban, en el mejor de los caso, el nivel de regimiento.
LA BATALLA DE KRASNY BOOR
Es difícil poder imaginar a soldados más valientes. A duras penas se ponen a cubierto, desafían a la muerte. Sé, en todo caso, que nuestros hombres están contentos cuando tienen a los españoles por vecinos.
Adolf Hitler
Krasny Boor relatada por el Capitán Teodoro Palacios Cueto:
Este relato comienza el 9 de febrero de 1943, en Rusia, a las ocho de la tarde y a tres metros bajo tierra. Unos golpes muy fuertes sonaron en la puerta de mi bunker.
- ¿Da usted su permiso, mi capitán?
- Adelante.
Entró un enlace. Al abrir la puerta penetró una ráfaga de aire helado.
- ¡Cierra, cierra o nos congelamos!.
Fuera, la temperatura no subía de veinte grados bajo cero, mientras que la del bunker, con su estufa encendida, estaba bien caldeada. El enlace venía calzado con la calentísima walensky rusa, bota alta de fieltro en lugar de cuero; llevaba pasamontañas ceñido a la cabeza, dejando apenas sitio a los ojos, boca y nariz, y el camuflaje blanco, medio sábana medio gabardina, con su caucha perlada de hielo, le cubría de la cabeza a los pies. Me extendió un sobre azul y rogó le firmara el “recibí”.
Dentro del sobre azul venía otro, con la palabra “secreto” escrita a grandes rasgos, y dentro de este último, un parte del comandante de mi batallón, que decía virtualmente así:
“ El Servicio de Información me dice que en la madrugada de mañana el enemigo efectuará un ataque en el sector defendido por este batallón, con unos efectivos de una división en primera línea y dos de reserva. Ruégole tome las medidas oportunas y me informe por todos los medios de comunicación de que dispone, teléfono, radio y soldadograma, de las incidencias del combate. En todo caso espero que su compañía sabrá cumplir con su deber. Firmado: José Payeras Alcina, comandante del segundo batallón. Regimiento 262”.
Despaché al enlace y mandé venir a todos los oficiales de mi compañía: teniente Molero y alféreces Castillo, Santandréu y Céspedes.
-Mañana vamos a tener toros- les dije.
El bunker era un pozo cavado en tierra, de unos tres metros de profundidad, dos y medio de ancho y otros tantos aproximadamente de largo. El techo estaba formado por cuatro pisos de troncos de pino. En realidad eran varios techos superpuestos. En el inferior los troncos se extendían apretados a lo ancho del bunker, en el siguiente los troncos se apoyaban a lo largo, y así sucesivamente. Sobre todos ellos, medio metro de hielo daba consistencia y protegía la simplísima construcción.
Las paredes del bunker estaban forradas de madera, con mucho postín, para cerrar paso a las raíces.... y adecentarlo a la vista. En el suelo no había más que las literas, donde dormíamos Castillo y yo; un armario de pino, dos mesas, dos sillas y unas palanganas. En las mesas, el, papeles, , la radio –por la que oíamos San Sebastián, Sevilla y Radio Coruña- mapas, papeles, alguna fotografía...., todo el mundillo en fin, de cosas menudas entrañables que nos unía al mundo que habíamos dejado atrás. Este hilo tan leve quedaría roto pocas horas después. Cada mañana, desde que ocupamos aquella posición, había que sacar el agua que se había infiltrado por el suelo pantanoso. A veces la altura del agua rozaba el borde de las literas. En las paredes quedaba la marca de al humedad como un zócalo más oscuro. Esto daba un cierto matiz gracioso a la decoración. Por último, la estufa, nuestra gran aliada. La salida de humos de todos los bunkers (pues la compañía entera, en grupos de a quince o veinte, dormía en ellos) la había organizado, dirigiéndolos por medio de chimeneas subterráneas que salían treinta metros atrás del verdadero emplazamiento para evitar su localización. Los rusos nos saludaban cada mañana regalándonos buenos morterazos de desayuno, a los que correspondíamos nosotros con igual cortesía. Los suyos iban dirigidos a las columnas de humo que veían salir bajo tierra. Lo más que conseguía era destrozar la boca de la chimenea, pero nunca llegó su regalo al interior de nuestras guaridas. Quiero decir que nunca había llegado.... hasta aquel día.
Los oficiales Céspedes, Santandréu y Molero no tardaron en presentarse en mi puesto de mando. Les impuse de las noticias recibidas, las órdenes por cursar y la medidas por disponer. No quise que s ijera nada a los soldados de lo que iba a ocurrir, para evitar que el pensamiento de la próxima batalla les impidiera dormir y no estuvieran en forma cuando llegara la hora de actuar. Todos los días, durante los largos meses que allí estuvimos inmovilizados, los oficiales se reunían con sus secciones y daban a la tropa clases teóricas sobre temas militares. Aquella tarde las clases versaron sobre medios de defensa en caso de ataque por fuerzas numéricamente supriores. Se redoblaron los servicios de vigilancia, ordené limpiar una trinchera medio inservible y mandé a los muchachos a dormir. A dormir..., lo que para muchos sería su último sueño.
Nuestra posición al sur de Kolpino, a un solo centenar de kilómetros de Leningrado, estaba situada en los arrabales, como quien dice, de una aldehuela en poder de nuestro Ejército: Krasny Boor. Era aquélla una llanura inmensa de hielo, sin ondulaciones ni montañas que quebraran el horizonte. Tan solo unas manchas de pinos o abetos rompían a trozos la monotonía del paisaje. Entre los pinos, las clásicas isbas rusas o casitas rurales, muy aisladas entre sí para evitar los riesgos de incendio. Constan de una sola habitación-comedor, donde duerme en el suelo toda la familia, y una cocina con estufa, donde se reúnen por las tardes. Carecen de servicios higiénicos y agua corriente. Las funciones fisiológicas se realizan en la cuadra entre los animales, engordando así el estiércol. Digo, que esto era antes, en la paz, pues ahora estaban vacías. Aunque teníamos cuatro o cinco isbas entremezcladas con los bunkers de la compañía, ni siquiera nosotros la utilizábamos, pues eran un blanco demasiado inocente para el enemigo.
Aquella noche –del 9 al 10 de febrero de 1943, última noche de mi libertad- recorrí toda la posición. Antes de hacerlo me guardé una bomba de mano en el bolsillo por si surgían sorpresas en el paseo nocturno. En mi sector, el frente era continuo. Quiero decir que estaba marcado por una trinchera real, abierta a lo largo de centenares de kilómetros sin solución de continuidad. A mi batallón –el número 2 del regimiento 262- le correspondía un frente de cinco kilómetros distribuido entre tres compañías. A mi derecha estaba situada al que mandaba el capitán. Huidobro (muerto en esta operación) y a mi izquierda la que mandaba el capitán Iglesias (muerto en esta operación). Detrás de mí, y a unos 500 metros, el comandante de mi batallón, don José Payeras Alcina (muerto en esta operación), tenía establecido su puesto de mando. A la extrema izquierda de mi compañía estaba la sección que mandaba, a mis órdenes, el alférez Santandréu (muerto en esta operación); en el centro, la que mandaba el alférez Céspedes (muerto en esta operación) y a la extrema derecha la que mandaba el alférez Castillo, que horas después hubiera preferido morir como todos sus compañeros. Esta última sección era, desde un punto de vista de organización de la defensa, la más delicada, pues flanqueaba la línea de ferrocarril Moscú-Leningrado, objetivo de extraordinario valor para los atacantes, no sólo por ser lo que era, sino por estar elevada sobre el nivel del suelo unos seis metros, dominando la totalidad de m compañía. La del Capitán Huidobro y la mía enlazaban precisamente en esta línea de ferrocarril. Para evitar que los enemigos alcanzaran este objetivo establecí mi puesto de mando en la sección del alférez Castillo. Informé de ello al comandante y solicité se me enviaran granadas de mano y minas contracarros. El comandante, a su vez, las solicitó del regimiento, y a lo largo de la noche me fue llegando cuanto había pedido. De un lado, las granadas, anunciándome que en otro envío llegarían los detonadores. De otro lado cien minas contracarros, aunque sin fulminantes, pues éstos vendrían aparte. Sin embargo, ni fulminantes ni detonadores, por impedirlo seguramente el principio de la batalla, llegaron a mi poder. Tuve, pues, que limitarme a mis propios medios en minas y granadas.
Llegó la madrugada y tuve hambre. Sorbí el jugo de un limón y me guardé varis más en el bolsillo. Ya han pasado años desde entonces y aun pasarán los de mi vida entera sin que pueda borrarse de mi memoria, mientras viva aquel amanecer. El silencio –una vez concluidos los primeros preparativos- era total. La vida toda del campamento estaba paralizada. Los soldados, ignorantes de cuanto iba a ocurrir, dormían. Solo el frío esta a presente, como un testigo corpóreo, vivo. Humedecer los labios con la lengua equivalía a sentir el hielo apretándose, quebrándose contra la piel. Y empezó a clarear. Los amaneceres son largos en Rusia, como si a la luz le costra trabajo empujar a la noche, pero aquél parecía más largo que ninguno. Primero se dibujaron, como manchas borrosas de tinta, los pinos a nuestra espalda y el terraplén del ferrocarril a la derecha. Más tarde el pozo de la trinchera, culebreando en la nieve, y delante de ella, a 25 metros, las alambradas con los escuchas cuerpo a tierra, confundidos con el suelo por su camuflaje blanco. Todo estaba quieto. La quietud era la acción agazapada: el tigre inmóvil listo para saltar. ¡Y saltó!
A las siete comenzó la preparación artillera. Doscientas baterías –800 piezas de artillería- sobre un sector de 10 kilómetros machacaron la posición como lo harían 800 martillos sobre una mesa cuajada de avellanas. A las siete y diez la trinchera había desaparecido, el puesto de mando volado; el teléfono que me unía al comandante, cortado. El ruido era tan ensordecedor que en medio de aquel estruendo el estallido de una bomba de mano no sonaba más fuerte que el chasquido que produce quebrar una nuez. Era un sonido continuo, sin lugar a separar un estampido de otro. La luz de las explosiones era cegadora. Pero, aunque no lo fuera, la vista no alcanzaba a cinco palmos: era tal el espesor de la niebla formada por el hielo triturado, la tierra pulverizada, los pinos ardiendo y las armas rotas. El olor a pólvora se agarraba como difteria a la garganta y hacía insoportable la respiración. Los soldados habían aprendido bien la lección de la víspera, y, deshechos los bunkers y hundida la trinchera, se pegaban a la tierra en los propios cráteres abiertos por los obuses, esperando el momento de saltar.
Hora y media después el enemigo alargó el tiro, para permitir a sus tropas lanzarse sobre nosotros. Sin pérdida de tiempo ordené emplazar las armas automáticas, y no ya en los dispositivos de densa, totalmente destruidos, sino a la boca de los embudos abiertos en la tierra. De los huecos, como topos, empezaron a salir los muchachos. A uno de ellos le vi de espaldas dando tumbos de un lado a otro. Pensé que estaba borracho y, como no me gusta el valor “Domecq”, le agarré por los hombros dispuesto a castigarle. Al volverle comprendí mi error. Tenía la cara brutalmente desfigurada por la onda explosiva de n proyectil y los ojos –ciegos- llenos de sangre.
-A evacuarte...- le ordené. ¡De prisa!
-No, mi capitán, Que si no veo, palpo todavía....
Y enarbolaba un machete en la mano.
- ¡Bravo muchacho!- le dije. ¡Bravo!
Y lo mandé evacuar, no sin que protestara y hasta intentara desobedecerme. Pensé arrestarle por su desobediencia y pedir un premio para su arrojo. Se llama Lorenzo Araujo.
Una compañía enemiga se lanzó entonces al asalto en sentido diagonal frente a nosotros dirigiéndose hacia la línea de ferrocarril, que quedaba a mi derecha. Yo tenía instrucciones de lanzar un cohete rojo cuando precisara el apoyo de nuestra artillería. Debía lanzarlo precisamente en la dirección en que necesitara el refuerzo artillero. Pude hacerlo en esta ocasión y, sin embargo, no lo hice. En primer lugar, por no distraer nuestras escasísimas piezas, y en segundo término por tener la esperanza de poder machacar, por mí mismo, esta primera oleada de atacantes. Y, en efecto, el alférez castillo, que defendía esta sección, dio buena cuenta de la compañía enemiga, dejando aniquilada entre el punto de salida y la línea de ferrocarril. Por medio de Alonso Orozco-Miranda, en misión de enlace- que en nuestro vocabulario particular llamábamos “soldadograma”- yo había enviado al comandante el siguiente parte: “la compañía bien, aunque muy castigada. En este momento (8,30) el enemigo se dirige hacia la vía, pretendiendo envolver, probablemente, mi tercera sección, en la que yo, accidentalmente, he establecido mi puesto de mando. ¡Viva siempre España! Salúdale el capitán Palacios”.
Castillo Montoto, con valor singular y excepcionales dotes de mando, rechazó un segundo ataque de flanco contra la tercera sección y la línea de ferrocarril, obligando de nuevo al enemigo a replegarse. No ocurría lo mismo en todos los puntos de mi compañía. Los alféreces Santandréu y Céspedes se vieron rebasados por su izquierda, ya que la compañía que mandaba el bravo capitán Iglesias, al morir éste en los primeros minutos, fue desbordada, y el enemigo penetró en tromba por aquella brecha. A verse envueltos estos dos oficiales intentaron replegarse para hacer frente a la nueva situación y sucumbieron con sus secciones, quedando reducida mi compañía a la tercera sección y a mi Plana Mayor.
El sargento Ángel Salamanca, de la sección segunda, cayó de pronto sobre mí.
- ¿ Por qué has abandonado tu posición? – le pregunté.
Titubeó.
- ¡Estoy solo!- me dijo patéticamente.
- ¡Recupérala!
Y lo hizo.
Le vi salir lanzando bombas de mano a diestro y siniestro. Más tarde me envió un mensaje angustioso........
- Envíeme gente y podré resistir.
Entonces, sólo entonces, le ordené replegarse.
Y tomó parte conmigo en la última batalla. Fue herido en los ojos, como Araujo, y al no servir, por esta causa, como sargento para mandar tropa, siguió luchando como cargador de fusiles ametralladores. Era todo un hombre.
Envié un nuevo parte al comandante: “ Un fuerte contingente enemigo ha penetrado por el flanco izquierdo y me efectúa un cerco a larga distancia, fuera del alcance de mis armas. La primera y la segunda sección se han replegado. Continúo defendiendo la posición con mi Plana Mauro y la tercera sección. Mis bajas son numerosas. La única ametralladora de que disponía, destruida por la artillería. ¡Viva siempre España!- Palacios”.
En aquel momento, de la quinta compañía a mi mando quedaban en combate no más de treinta hombres; una parte, la más numerosa, se mantenía con un fusil ametrallador defendiendo el frente y el flanco de la línea de ferrocarril. Mi Plana Mayor, con un fusil ametrallador y varias pistolas ametralladoras, se trasladó a taponar la brecha del flanco izquierdo, situándonos en una trinchera perpendicular con la ya destruida, que no había sido utilizada desde hacía meses y que por verdadera inspiración mandé limpiar durante la noche, pues estaba cegada por la nieve. Esta segunda trinchera nunca creímos que sirviera para nada, pues, como queda dicho, no era paralela, sino transversal con la línea del frente. Ahora, en cambio que l frente había sido roto y que la infiltración se producía de flanco, daba la cara a la nueva invasión. O creo que en ella hubiéramos podido resistir si la línea de ferrocarril, defendida por el capitán Hidobreo, no hubiera sido tomada por su flanco derecho. Al igual que la de Iglesias, esta compañía fue arrollada al morir su heroico capitán.
- Lo suponía- dije cuando me informaron-, porque si viviera, los rojos no hubieran tomado por su flanco la línea del ferrocarril.
Ante esta gravísima situación, dominados completamente por el enemigo establecido en la vía, di orden a todos los pelotones de resistir hasta morir.
A las once menos cuarto el enemigo lanzó sobre nosotros, por segunda vez, la artillería. Apenas se hizo el silencio, la aviación roja hizo acto de presencia y nos dio una pasada. Utilizando la frase de otro capitán algo más viejo que yo, pues luchó en Flandes en mil quinientos y pico, diré que “la tierra temblaba....como enjuagadientes en la boca”.
Entonces el enemigo reanudó el ataque. Los muertos y los heridos, entre nosotros, eran veinte veces más numerosos que los aptos para luchar. Se veía tan cerca de los atacantes que una buena pedrada podría alcanzarles. Estaban pegados a tierra, esperando el momento para saltar. Desde al altura del terraplén del ferrocarril barrían con automáticas nuestra posición. El comandante no llegó a recibir mi último parte: “La situación, desesperada. Completamente sitiados desde las 10:30, combato en todas direcciones. El enemigo me domina desde la vía y me inmoviliza. Imposible replegarse combatiendo, por carecer de armas automáticas y tener que transportar numerosos heridos. En caso que usted ordene mi repliegue, ruégole proteja mi retirada. En todo caso espero sus órdenes y continúo defendiendo la posición. Como siempre, ¡Viva España!- Palacios”.
Once años después supe que el comandante Payeras había muerto heroicamente, por heridas recibidas aquel día. Rodeados por todas partes, el cerco se fue ciñendo, apretándose en anillo sobre nosotros. Las instrucciones recibidas, como ya he dicho, habían sido las de alcanzar cohetes rojos a lo largo del combate, señalando las direcciones de ataque el enemigo, con el fin de que nuestra artillería le castigara de acuerdo con el código de señales acordado. A aquella hora, por primera vez, los utilicé y los lancé al norte, al sur, al este y al oeste. Pero nuestra infatigable artillería no existía ya. El cerco se ciñó tanto que la infantería enemiga no podía ya disparar sobre nosotros ni siquiera con armas cortas, pues corría el riesgo de causar bajas por encima nuestro a los suyos propios. Por esta cusa. Las últimas horas de combate se desarrollaron en un impresionante silencio.
-No nos quedan municiones- me dijeron.
-Preparad bolas de nieve. Sirven de piedras.
Durante todo el combate apenas tuve tiempo de atender a los heridos. Ya en esta fase di orden que los alojaran en un bunker, el único que no había sido deshecho. Era tan grande el silencio que, en esta espera angustiosa, sólo oíamos a nuestra espalda los ayes y los lamentos de los heridos del bunker. Decidí hacerles una visita y pede al alférez Castillo que me acompañara. El cuadro era tal queme duele hasta recordarlo. Algunos agonizaban. A los que habían muerto se les cubría con un saco en espera de trasladarles a mejor lugar. No llevábamos tres minutos con ellos cuando me reclamaron a gritos. Subí a la superficie y me encontré a los rojos ya encima. Castillo disparó sobre ellos el último cargador de su pistola automática y les hizo varias bajas. En oleadas, y sin disparar, pues se hubieran herido a sí mismos, cayeron físicamente sobre nosotros. Entre la capa de polvo, nieve, sudor y sangre se adivinaban los rasgos de los vencedores. Unos eran nórdicos y se diferenciaban poco de los alemanes. Otros –pómulos salientes, ojos oblicuos.- eran mongoles. Uno de los atacantes, herido en el vientre, se desplomó allí mismo ante nosotros. Un suboficial ruso le preguntó si podría levantarse, y, al contestar éste que no, le remató de un disparo en la nuca. El muerto y el matador eran compañeros de armas.
-¡Dawai!....¡pallejali!- que quiere decir: ¡Adelante!, ¡de prisa!.
La estepa se abría ante nosotros, desnuda y helada.
-¡Dawai! ¡Dawai!
La noche, a nuestra espalda, cayó como un cerrojo sobre Asia, la “cárcel infinita”.
El dia que perdi a 1.000 compañeros
El 10 de febrero se cumplira el 60 aniversario de Krasny Bor, la mas dura batalla de la Division Azul en el frente ruso. un superviviente, el entonces sargento Angel Salamanca, rememora como la nieve se lleno de cadaveres de españoles
«Parece que el cielo se va a desplomar encima de ti, que se acaba el mundo, que nadie va a quedar vivo. Faltaban pocos minutos para las siete de la mañana del 10 de febrero de 1943 y había comenzado el miércoles negro en Krasny Bor. La artillería rusa inició el castigo sin piedad. Los españoles que estábamos en primera línea corrimos a los búnkeres a cobijarnos de los fogonazos de más de 800 cañones que hacían agujeros tan grandes como plazas de toros. La tierra temblaba y el humo hacía difícil la visibilidad.Estábamos escondidos como ratas en el búnker, a 2,5 metros de profundidad. Todo era ruido, fuego, gritos, lodo, nieve y sangre.El termómetro no subía de los 25º bajo cero. Pese al frío, se sudaba, pero no se comía, ni se bebía, ni se fumaba, ni se daban los buenos días.
Muchos oficiales, en labores de vigilancia, fueron alcanzados con los primeros bombazos, dejando sin mando a la tropa. Fue ésta una de las claves de la batalla. Se decía que nunca caía un obús o un mortero donde ya había caído otro. Mentira. Caían por cientos, unos encima de otros, y al explotar esparcían metal caliente en todas direcciones. Cada una de las 800 bocas vomitaba fuego cada 10 segundos, el tiempo necesario para cargar y disparar.Enseguida se sumaron los famosos organillos de Stalin, camiones con plataformas de artillería que disparaban consecutivamente, provocando un ruido atroz, como si fuesen órganos. Tanto poderío militar para el sector tan reducido por el que se peleaba era una barbaridad.
La División Azul estaba desplegada en el norte del pueblo de Krasny Bor, en un frente de 20 kilómetros de largo al sur del sitiado Leningrado. Desde 1941 los alemanes habían cercado la ciudad y, en su intento definitivo por acabar con el sitio, los soviéticos habían elegido Krasny Bor. Estábamos, pues, en el eje de su ataque. Mi unidad, unos 5.000 hombres -aproximadamente un tercio de los efectivos españoles- se encontraba allí.
Yo estaba incorporado como sargento a la Quinta Compañía del II Batallón del Regimiento 262, a las órdenes del capitán Teodoro Palacios, quien me destinó a la segunda sección, al mando del alférez Céspedes. A mi cargo tenía un pelotón reducido de 35 hombres. Venía de un larga experiencia en combate en primera línea adquirida en los frentes de Aragón, Madrid y Cataluña durante la Guerra Civil desde agosto de 1936, cuando tenía 17 años. Me enrolé en la División Azul en verano de 1942, en Logroño.
Cuando empezaron las hostilidades aquella mañana del 10 de febrero, en realidad hacía ya días que sabíamos que algo gordo se cocía en las filas rusas. En las trincheras, Radio Macuto informa con mucha antelación. Un ucraniano que se pasó al bando español en la noche del 9 de febrero fue la señal inequívoca de que el ataque era inminente: llevaba ropa interior nueva, una costumbre local antes de la batalla para morir limpios y puros si caían abatidos en combate. Entendimos rápidamente que en pocas horas empezaría el baile. Había tensión, pero no miedo.
El fuego de artillería duró más de dos horas, en las que se produjo la mitad de las bajas del día. Al cesar la artillería, comenzaron las pasadas de la aviación enemiga, que hostigaron especialmente a nuestra Quinta Compañía; sólo en el pelotón bajo mi mando hubo una decena de bajas, entre muertos y heridos, en las tres primeras horas. Otras compañías fueron literalmente trituradas.
Pese a que el avance terrestre del Ejército Rojo se produjo por cuatro líneas de penetración con una división en cada una -44.000 hombres en total-, se toparon con serias dificultades. El calor de la artillería había dejado el acceso a nuestras nevadas posiciones como un completo barrizal por donde los carros de combate KV-1 y T-34 quedaban atascados y los esquiadores, empantanados.
Pero más importante fue que no esperaban nuestra respuesta. Creían que tras el bombardeo estaríamos todos muertos. Y lo que hicimos fue salir a nuestros puestos, emplazar las máquinas y recibirlos a fuego limpio. Las órdenes del capitán Palacios eran claras: "¡Resistir y resistir!".
Aunque la infantería rusa llegaba por oleadas, lo hacía muy desordenada y pudimos repeler los primeros ataques. Había que resistir hasta morir. Pero iban acumulándose las bajas; entre ellas la del alférez Céspedes. Si había heridos, se les evacuaba. Si había cadáveres, se apartaban para no pisarlos y se seguía disparando. El espectáculo era dantesco. Para coger una pistola y pegarse un tiro.
A media mañana, los rusos habían perforado el frente por tres sitios, pero los capitanes Campos, Oroquieta, Aramburu y Palacios resistían a duras penas con seis compañías muy debilitadas. La Luftwaffe no hacía acto de presencia; y la División SS Volkspolizei, situada en la media distancia, no podía auxiliar, pues debía aguantar para hacer frente a una previsible embestida rusa.
A mediodía estábamos prácticamente cercados por el flanco izquierdo.Mi sección, sin oficial al mando, era ya un islote con unos pocos supervivientes. Sólo pude atrincherarme y abrir fuego de costado.Primero con un único tubo de mortero que defendía Joaquín, un cabo de Ponferrada. Cubría su ojo izquierdo con una mano porque le habían pegado un tiro en la cara.
Nos retiramos por la trinchera de evacuación y regresé con dos soldados más para recuperar parte de la munición y alimentos del búnker y destruir el resto. Tiramos bombas de mano como locos.Al retirarnos al enclave donde resistía Palacios, éste me dijo: "¡Salamanca, desde este momento eres Medalla Militar!". Acto seguido acudí al sector del puesto de mando. Sólo quedaba operativo un fusil ametrallador, pero causó estragos.
Llegaban columnas con medio centenar de hombres que eran abatidos sistemáticamente. Disparábamos ferozmente, sin parar, esperando a que el enemigo se encontrase a menos de 100 metros, disparábamos al bulto. Pero hasta un ciego habría hecho blanco.
Toda la potencia de fuego de la máquina, 1.300 disparos por minuto, provocó una carnicería en las filas enemigas y nos mantuvo con vida. No es que nuestro cañón estuviese caliente, es que estaba al rojo vivo. En la refriega, tres veces cayó el soldado que la servía. Cuando un cuarto soldado me dijo con la mirada: «Sargento, ¿quiere usted que me maten?», decidí empuñar personalmente la ametralladora. Al cabo, los rusos acertaron con una granada de 120 que cayó ante el cañón. Salí despedido cuatro metros, perdiendo el conocimiento momentáneamente, la cara llena de sangre y metralla y una ceguera casi total por el alumbramiento del fogonazo. Fui evacuado al búnker. Luego supe que tenía también una herida de bala en la rodilla.
Sin munición, con la mayoría de los supervivientes heridos y los indemnes, agotados, el final estaba próximo. A las tres de la tarde, un soldado entró al búnker: "De parte del capitán, que salgáis todos; estamos hechos prisioneros". Los 25 heridos salimos y encontramos a otros 18 hombres con las manos en alto con el capitán Palacios al frente. Nos mandaron formar e hicieron un simulacro de fusilamiento pero sólo se tiraron como fieras sobre nuestros relojes y todo lo que llevábamos.
El trayecto hasta Kolpino, en fila de a tres, fue entre una alfombra de cadáveres. No nos trataron mal gracias a un jefe de escolta mongol que no debió de haber otro mejor en toda la Unión Soviética.Los 30 detenidos de Oroquieta, con los que enlazamos, recibieron toda suerte de golpes. Al llegar a Kolpino, un enloquecido grupo de mujeres rusas trató de atacarnos, pero el mongol las rechazó a culatazos.
Enseguida empezaron los interrogatorios, con las traducciones de un español enrolado en el Ejército soviético. Todo el afán del coronel ruso era saber qué armamento usábamos, hablándonos incluso de un arma secreta de Hitler. «Dice el coronel que habéis causado más de 14.000 bajas, y eso es imposible con ametralladoras y fusiles mauser corrientes», nos informó el republicano español.
Luego vino un cautiverio en campos de concentración que se alargó hasta 1954. Las estadísticas hablan de 2.252 bajas españolas (1.125 muertos, 91 desaparecidos y 1.036 heridos) en un solo día. Otras 1.000 se sumaron en los días posteriores. Aunque los españoles retrocedimos ese día tres kilómetros, los rusos no avanzaron más. Tras intensos combates, el mando soviético ordenó a sus fuerzas pasar a la defensiva. El frente quedó estabilizado durante un año.
La batalla de Krasny Bor, con una encomiable resistencia de nuestra División -el 10 de febrero se consiguieron tres de las ocho laureadas de la División Azul en la URSS- enterró una gran ofensiva posterior para romper el cerco de Leningrado. Los divisionarios que luchamos allí y estuvimos cautivos hasta 1954 no supimos qué ocurrió hasta el regreso a España, pero teníamos la creencia de que la ofensiva no había llegado más al sur que Krasny Bor.
Los Españoles que defendieron a Hitler. La División Azúl transformada en Legión Azúl.
LA HISTORIA de Ezquerra, Martínez o Sanchís apenas es conocida. Ellos, junto con otros españoles, fueron los últimos defensores del anillo formado para proteger el búnker de Hitler, quien el 30 de abril de hace ahora 60 años acabó suicidándose
Los últimos defensores de la caverna berlinesa de Hitler no fueron todos alemanes, sino que también hubo algunos soldados apellidados García, Navarro, Sanchís o Ezquerra. Más de 300 miembros de las SS españoles y un otros tantos franceses de la división Charlemagne y noruegos, participaron en el acto final del III Reich. Ahora, cuando se cumplen 60 años de la muerte del mayor tirano de la Historia de la Humanidad, la participación de este grupo de españoles en aquella batalla sigue siendo un misterio.
Miguel Ezquerra, un español que había participado en la Guerra Civil como alférez y que fue oficial de la División Azul, era el comandante de aquella tropa heterogénea que mezclaba mecánicos con fanáticos anticomunistas. Sus memorias, Berlín a vida o muerte, relatan cómo cruzó la frontera hacia Francia, cómo entró a formar parte del servicio de espionaje alemán y cómo le encomendaron la misión de reclutar a todos los hispanos que pudiera para formar un regimiento español de las SS.
Las fuerzas alemanas que defendían el barrio de la Cancillería y su búnker ascendían en esas últimas horas de guerra a 4.000 hombres, la mayoría ancianos, niños de 11 a 14 años -de las Juventudes Hitlerianas- y unos 250 pretorianos de la escolta del Führer.
Berlín había perdido dos tercios de sus edificios en los bombardeos aliados. La mitad de su población -cuatro millones de habitantes- había escapado, mientras que los que aún permanecían allí se escondían en refugios y sótanos. Sus calles, llenas de cráteres, hedían a cadaverina. Y cientos de españoles, sin trabajo y hambrientos, paseaban errantes entre sus bloques amputados.
Berlín fue el destino final de algunos ex combatientes de la División Azul (disuelta en 1943) que siguieron combatiendo en la Legión Azul. También reunía a trabajadores que habían sido enviados por Franco al principio de la guerra y que se habían quedado en paro después de que los bombardeos aliados acabaran con las fábricas de armamento. Miembros de la Organización Todt, falangistas reclutados desde Madrid, y algunos presos españoles en cárceles germanas completaban el grupo.
Algunos llevaban meses a las órdenes de Hitler. Como Ezquerra, que peinó varias ciudades alemanas buscando voluntarios para sus compañías Wafenn SS. O Antonio Pardo, combatiente de las unidades de la calavera en Viena. O Federico Martínez, SS capturado en Gorizia.
Para otros, el apocalipsis comenzó cuando los soviéticos irrumpieron en Berlín el día 16 de abril. Fue el caso de los trabajadores españoles que dormían en los barracones de la empresa Motorenbau y otras fábricas cercanas a la estación de metro de Niederschöneweide. Ezquerra y su unidad reclutaron a todo aquel que hablara castellano y pudiera disparar un arma. Recibieron una breve instrucción en Postdam y se acuartelaron en el Ministerio del Aire. Tenían la misión de defender la Moritz Platz, en el centro berlinés.
Más de 50 reclutados españoles desertaron cuando el cerco soviético aún no se había completado. Uno de ellos, llamado Pedro Portela, salió de Berlín el día 18. Según afirma el historiador José Luis Rodríguez Jiménez, escaparon «por la frontera suiza y se escondieron en los campos de refugiados».
Los soviéticos, con una ventaja de uno a 10 en número de soldados, avanzaban con grandes pérdidas por las avenidas berlinesas. El día 25 tomaron el aeropuerto de Tempelhof y el distrito de Mitte. El 26 conquistaron Zehlendorf. El 27 llegaron hasta Spandau y Pankov. Casa por casa. Día y noche.
Durante los bombardeos de la artillería, los españoles tuvieron que resguardarse en la estación de metro de Friedrichstrasse.
Los defensores, entre ellos veteranos de la División Azul, destruyeron decenas de carros T-34 soviéticos y protagonizaron una encarnizada resistencia, pero no pudieron impedir que los ivanes atravesaran los puentes sobre el Landwehr y avanzaran hacia la Cancillería. El día 30, el anillo se cerró sobre el edificio del Reichtag, la Postdammer Platz y la Puerta de Brandemburgo. Obligados a retroceder, los españoles de Ezquerra huyeron, con los carros soviéticos a la espalda, por la Friedrichstrasse, más cicatriz que calle, para atrincherarse cerca del búnker.
Ajenos al suicidio de Hitler que sucedía unos metros más abajo, los supervivientes recibieron la orden de romper el cerco y crear un corredor para poder escapar de la capital del Reich. Junto a los jovenes de las Hitlerjugend, los españoles se lanzaron al asalto del puente de Havel, en Spandau-West. La mayoría cayó bajo el fuego de ametralladora, que abría claros espantosos entre los asaltantes.
Cuando se hizo evidente que la lucha había terminado, entre las ruinas humeantes de la Postdammer Platz, a pocos metros del búnker, comenzaron a aparecer figuras con el rostro negro, quemado por el fuego. Llevaban puesto un uniforme hecho jirones en el que sólo se distinguían dos rayos plateados en el cuello de la guerrera.
Con los brazos arriba, alguno de ellos balbuceó unas palabras en ruso a sus captores y mostró una bandera española cosida en la manga izquierda bajo un águila que los identificaba como miembros de las SS.
El día 31 Berlín capituló. Los pocos españoles que sobrevivieron pasaron nueve años en el gulag, en las cárceles de Stalin.
LA DIVISIÓN AZUL el nombre oficial de la unidad era DIVISIÓN ESPAÑOLA DE VOLUNTARIOS y recibió el Numero 250 entre las divisiones de la Wehrmacht, pero fue conocida como DIVISIÓN AZUL por el color de las camisas de los falangistas que formaban la mayor parte de los voluntarios.
La unidad fue compuesta a partir de voluntarios procedentes de todos los estamentos sociales, estudiantes, obreros y milicias de Falange.
Debido al exceso de voluntarios, se presentaron sólo en Madrid diez veces más personas que las necesarias para cubrir las plazas previstas, se estableció un sistema de relevos que permitiera a la mayor cantidad posible de voluntarios servir en el frente.
El Orden de Batalla cuando la División salió hacia Rusia desde el campamento de Grafenwohr era el siguiente.
Estado Mayor Divisional. 189 miembros.
262 Regimiento de Infantería. 3.012
263 Regimiento de Infantería. 3.012
268 Regimiento de Infantería. 3.012
Grupos antitanque. 574
250 Regimiento de Artillería. 2.793
250 Batallón de Reserva. 601.
Grupo de cañones. 531
Grupo de señales. 511
Zapadores. 712
Servicio de Transportes. 1.034
Servicios administrativos. 257
Servicio médico. 518
Servicio veterinario. 237.
Policía militar. 33
Correos militares. 18
Un total de 17.046 soldados.
A LO LARGO DE SU EXISTENCIA LA DIVISIÓN AZUL TUVO 3.934 MUERTOS, 8.466 HERIDOS, 326 DESAPARECIDOS Y 321 PRISIONEROS DE GUERRA, DE LOS QUE 94 MURIERON EN CAUTIVIDAD.
Condecoraciones
Concedidas a los soldados y los oficiales de la División Azul:
2 Cruces de Caballero (una con Hojas de Roble)
2 Cruces de oro
138 Cruces de Hierro de Primera Clase
2.359 Cruces de Hierro de Segunda Clase
Batallas
Batallas en las cuales la División Azul (o sus veteranos) participó:
Sitio de Leningrado
Primera Batalla de Leningrado
Batalla de Volkhov
Batalla de Udarnik
Primera batalla de Smiesko
Batalla de Sitno
Batalla de Muravji
Batalla de Nikitkino
Batalla de Possad
Segunda Batalla de Sitno
Batalla de Schevelevo
Tercera batalla de Volkhov
Batalla de Volkhov
Batalla de Maloye Samoshie
Batalla de Poselok
Batalla de Krasny Bor
Batalla de Putrolovo
Batalla de Pushkin
Batalla de Berlín (elementos que pertenecieron a la División Azul)
CAIDOS DE LA DIVISION AZUL POR ESPAÑA Y UNA EUROPA MEJOR:
¡PRESENTES EN NUESTROS CORAZONES!
LA FALANGE HOY Y SIEMPRE
¡EN MARCHA CONTRA EL COMUNISMO!
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