miércoles, 25 de junio de 2008
LA INVASION DE RUSIA A MANOS DE LOS DESCENDIENTES DE DAVID
(Magnífico texto sobre la situación de Rusia. Tiene quizá un año de antigüedad, pero es completamente actual)
Estos últimos días los medios de comunicación están hablando mucho sobre la actualidad en Rusia. El motivo ha sido el enfrentamiento entre el presidente ruso Vladimir Putin y uno de los oligarcas más influyentes en ese país, Mijail Jodorkovsky. Los medios de comunicación están presentando el asunto como una disputa más de las muchas que hay entre un Gobierno y un empresario demasiado poderoso que mete sus narices en política, pero en el caso ruso, hay algo más que eso.
Para entender lo que está pasando en Rusia hay que dar un salto atrás en el tiempo. Vayamos a finales del siglo diecinueve, cuando el movimiento comunista estaba en plena ebullición en la Rusia zarista. Prácticamente todos los miembros del movimiento eran judíos, llegando un comando terrorista judío a asesinar al zar Alejandro II en un atentado. Los judíos intentan justificar esta elevada proporción de sus miembros entre el movimiento comunista como una “reacción defensiva” contra la política antisemita de los zares. Por supuesto, si se les pregunta el motivo por el cual los zares hacían políticas antisemitas, los judíos se encogen de hombros. “No lo sabemos”, te dirán, “seguramente los zares eran unos locos fanáticos que odiaban a los judíos sin motivo. Era odio irracional”.
Desde luego los zares, como el resto de los gobernantes europeos, tenían motivos para ser antisemitas, y todavía más cuando descubrieron a los judíos como promotores y líderes del comunismo. Y no fue una reacción defensiva debido a que el Zar se portara mal con ellos. En Alemania el Kaiser estaba siendo muy amable con los judíos en esa misma época y la proporción de judíos en el comunismo alemán era parecida a la que había en Rusia. El comunismo fue un plan cuidadosamente ideado por el Judaísmo para, con la ayuda de la escoria gentil, hacerse con el poder en toda Europa, no sólo en Rusia.
No voy a empezar a citar todas las pruebas de esto, en Internet hay material de sobra para el que le interese. Simplemente citaré que los primeros teóricos comunistas, Karl Marx, Engels, Moses Hess y Lassalle, eran judíos; que los banqueros que financiaron la Revolución Rusa, Warburg, Schiff, Kunh, Loeb y Co. y el resto, eran judíos, que los principales jefes comunistas alemanes, Kautsky, Haase, Luxemburgo, Liebneckt, etc., eran judíos y que los principales líderes comunistas rusos, Lenin, Troski, Kamenev, Zinoviev, Rikov… también lo eran (en el caso de Lenin era sólo medio judío).
Aprovechando el caos producido por la Primera Guerra Mundial, los comunistas alemanes y rusos intentaron hacerse con el poder en sus respectivos países. Los primeros fracasaron, pero los segundos consiguieron su objetivo, tras una guerra civil, convirtiéndose Lenin en el líder indiscutible. Un judío, Victor Ashberg, se convirtió en presidente del primer banco soviético. Otro judío, Trotsky, creó el Ejército Rojo. Al morir Lenin, se formó un gobierno de tres personas: Zinoviev (judío), Kamenev (judío) y Stalin. La condición de judío de Stalin no está demostrada aunque hay numerosos indicios de ello, a pesar de su supuesto antisemitismo. Stalin se convirtió en el dictador absoluto de la URSS y, con la ayuda de su principal colaborador, el judío Lazar Kaganovich, masacró a millones y millones de rusos y ucranianos, matándolos de hambre, en campos de concentración o directamente ejecutándolos.
Tras la Segunda Guerra Mundial el comunismo se extendió por media Europa. La represión continuó siendo dura, aunque menos que en la época de Stalin. En los años setenta los judíos empezaron a darse cuenta de que el fin del comunismo estaba cerca. La deuda de la URSS con Occidente subió de 9.300 millones de dólares en 1971 a 68.700 en 1979. En ese periodo, su “enemigo” los Estados Unidos acudió tres veces en ayuda de la URSS para salvarla de la bancarrota, prestándole dinero sin interés para comprar trigo y que los rusos no se murieran de hambre. Finalmente decidieron acabar con la farsa. El comunismo ya había hecho su trabajo: Ya había exterminado a toda la élite de Europa del Este. Ya había arruinado a sus países. Ya había mantenido dividida a Europa durante bastante tiempo. Ya había provocado caos y revueltas en Europa Occidental. Ya había esparcido su igualitarismo, su antirracismo, su odio antiblanco, su pacifismo, sus drogas, su sexo libre y el resto de su veneno ideológico por todas partes. Los judíos ya le habían sacado todo su jugo al comunismo y decidieron prescindir de él, convirtiéndose en lo que habían sido siempre, es decir, en grandes capitalistas.
Cuando vieron que la caída del Muro de Berlín era inminente, los judíos en Rusia empezaron a tomar posiciones. De la noche a la mañana, pasaron de partidarios del comunismo a partidarios de la democracia capitalista, empezando a preparar el proceso de “privatizaciones”. Este proceso fue dirigido por dos economistas judíos, Jeffrey Sachs y Yegor Gaidar. Sus medidas económicas provocaron una inflación salvaje en Rusia, provocando la ruina de millones de rusos blancos. Mediante la inflación, el rublo (la moneda rusa) perdió todo su valor, pero su valor respecto al dólar seguía siendo el mismo, así que los rusos empezaron a convertir sus rublos en dólares, provocando la entrada de capital extranjero. Con este proceso, emergieron una serie de oscuros personajes, conocidos como “oligarcas” que se pusieron en primera línea para recoger las riquezas rusas. Tras las privatizaciones, doce hombres se hicieron con el setenta por ciento de las enormes riquezas naturales de Rusia (gas, petróleo, minerales…).
De esos doce hombres ocho son judíos. Ellos son Boris Berezovsky, Vladimir Gusinsky, Mikhail Jhodorkovsky, Vitali Malkin, Mikhail Friedman, Alexander Smolensky, Roman Abramovich (nota de qbit: el presidente del Chelsea), y Anatoly Chubais. Ocho de doce, ¡¡el sesenta y seis por ciento, en un país donde los judíos son sólo el dos por ciento de la población!! Y no sólo lograron eso. También consiguieron poner a un títere suyo, Boris Yeltsin, como presidente del país, de la misma manera que habían puesto a otro títere suyo, Bill Clinton, en la Casa Blanca. Boris Yeltsin les permitió también dedicarse a la Banca y a los medios de comunicación, llegando los judíos a tener un monopolio absoluto en esas dos materias en los años noventa. También controlan el crimen organizado de ese país, siendo Boris Berezovsky el auténtico Padrino de la mafia “rusa”.
Mientras estos doce jerarcas nadan en la abundancia, el pueblo blanco de Rusia se hunde en la pobreza. Los demógrafos de la ONU han declarado que si la actual situación no se corrige, la población de Rusia y Ucrania habrá descendido un 40% en el año 2.050. Muchos quieren emigrar. Aquí podríamos haberles ayudado pero ya hemos traído a nuestros “hermanos” árabes, mestizos y negros así que ya no hay sitio para los rusos. Bellas muchachas rusas se ven empujadas a la prostitución en Europa Occidental y en Israel, país donde la esclavitud sexual es legal, siempre que la mujer no sea judía. El sueldo medio diario de un ruso en su país es de menos de mil pesetas, bastante menos de lo que cobran en Europa los “pobrecitos” inmigrantes.
El Judaísmo internacional está preocupado de que la pobreza de los rusos, unida al control judío del país, provoque una situación parecida a la que tuvo lugar en Alemania en los años 20, es decir, una reacción brutal contra los judíos. Es difícil prever si algo así puede ocurrir en Rusia, sobre todo teniendo los judíos el monopolio absoluto de los medios de comunicación en ese país, pero es posible que con la llegada del nuevo presidente ruso las cosas puedan cambiar.
Vladimir Putin demostró desde el principio que no iba a seguir la misma línea de su predecesor. En poco tiempo, ha conseguido echar del país a dos de los jerarcas judíos más poderosos, Boris Berezovsky y Vladimir Gussinsky y ahora ha puesto contra las cuerdas a otro de ellos, Mijail Jodorkovsky. Este oligarca era el dueño de Yukos, la cuarta petrolera del mundo y financia a la oposición política a Putin. El gobierno ruso le acusa de evasión fiscal y estafa por valor de mil millones de dólares. La petrolera ha reaccionado poniendo al frente a otro judío, Simon Kukes, que tiene asegurada la inmunidad por tener nacionalidad norteamericana.
La pregunta clave en todo este asunto es la siguiente: ¿es realmente Putin un auténtico nacionalista ruso que defiende los intereses de su país y quiere librarlo de la influencia judía?. En primer lugar, hay que decir que ningún medio de comunicación español, europeo o americano se plantea esta pregunta. Ninguno de ellos se refiere a Berezovsky, Gussinsky, Jodorkovsky y el resto como “judíos”. Siempre que les nombran se refieren a ellos como “rusos”. Es difícil contestar a la pregunta, ya que Putin colaboró con judíos al comienzo de su mandato, incluso con el propio Berezovsky. También es poco probable que los Estados Unidos y la Unión Europea se lo permitan. Es posible que simplemente esté buscando aumentar su popularidad ante las próximas elecciones que han de celebrarse en Rusia. Los rusos, por supuesto, odian a estos oligarcas, aunque ignoro si conocen su condición de judíos. Es posible que Putin simplemente esté buscando votos, ya que su partido está muy igualado con el Partido Comunista Ruso en intención de voto. Así de mal están las cosas en Rusia que los rusos están volviendo a hacerse comunistas. Desde luego, el capitalismo no ha sido ninguna solución para ellos, sino para una minoría hostil que lleva chupándoles la sangre durante más de ochenta años.
¿Puede sacarse algo positivo de esta desgracia sin fin que está sufriendo el pueblo blanco de Rusia? Yo creo que sí. Si las cosas continuan igual en Rusia, es inevitable que se produzca una reacción. Es inevitable que los rusos acaben dándose cuenta de qué es lo que les ha estado pasando durante el último siglo, de quiénes son los culpables. Por lo menos en otros países sí que se están empezando a dar cuenta de qué es lo que les pasa a los rusos. Se ha armado un buen escándalo en Alemania a raíz de la destitución de un general alemán llamado Reinhard Guenzel, que fue despedido tras elogiar un discurso del diputado conservador Martin Hohmann. El diputado declaró:
“El pueblo alemán ha pagado miles de millones por los crímenes del nazismo, me pregunto si los judíos no tienen también una página negra en su historia por la que responder. Hemos visto en qué medida y con qué continuidad los judíos imprimieron su sello en la revolución rusa. Estaría justificado preguntarse también por la responsabilidad de los judíos en los millones de muertes ocurridas en la primera fase de la revolución. Los judíos podrían ser considerados pueblo culpable por su amplia presencia tanto en la cúpula del movimiento revolucionario como en los pelotones de fusilamiento de las checas”.
Por supuesto, a los judíos les ha faltado tiempo para ordenar al Ministro de Defensa alemán que destituya al general Guenzel por apoyar este discurso y me sorprende que el diputado que lo pronunció todavía no haya sido encerrado en la cárcel por “incitar al odio”. Los judíos han construido un inmenso edifico de mentiras y se ponen histéricos cada vez que alguien provoca una grieta por la que pueda escaparse la verdad. Pensad en lo que ha dicho el diputado alemán, los alemanes llevan pagando durante sesenta años miles de millones al Estado de Israel por el supuesto exterminio de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, una guerra que el Sionismo Internacional declaró a Alemania en 1.933. Ahora pensad en los millones de rusos y ucranianos que los judíos exterminaron en la antigua Unión Soviética, pensad en todos los sufrimientos que padecieron. No hay dinero en el mundo para compensarlos. Los judíos no sólo no les han pagado un solo céntimo a los rusos tras el derrumbe del comunismo, sino que ahora los Jodorkovsky, Berezovsky y compañía siguen saqueándoles sin piedad.
Ahora vayamos al caso de Alemania. Al final de la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos terroristas de los aliados contra la población civil causaron 600.000 muertos, 620.000 heridos, arrasaron más de dos millones de casas y destrozaron gravemente dos millones y medio más. Al acabar la guerra dieciséis millones de alemanes fueron expulsados de los territorios de Europa del Este en los que vivían, perdiendo todo lo que tenían. Más de dos millones de ellos murieron en el exilio. El saqueo de Alemania, entre valores confiscados, botín de las tropas de ocupación, expropiación de la flota, desmantelamiento de fábricas, etc., ascendió a 670.000 millones de dólares, según cifras de la propia prensa aliada. Miles de patentes de invención fueron robadas a los alemanes por los aliados. Al terminar la guerra, los rusos utilizaron como trabajadores forzosos a millones de soldados alemanes, prisioneros de guerra. Otro millón y medio de alemanes fueron encerrados en campos de concentración aliados. Los territorios alemanes de Prusia Oriental, Pomerania y Alta Silesia fueron entregados a Polonia y a la URSS tras la guerra. El valor del territorio y de las riquezas naturales de esas tierras era incalculable.
Por supuesto, fueron judíos los que dirigieron todo este proceso de saqueo masivo de Alemania y son los alemanes los que llevan pagando y humillándose ante los judíos durante sesenta años. Por suerte, parece que las cosas parecen empezar a cambiar. Ya no son sólo malvados y locos neonazis los que denuncian al sionismo. Ahora ya empieza a ser gente importante, como el embajador francés en Inglaterra, el primer ministro de Malasia en la conferencia islámica mundial o un diputado alemán. Los judíos claman al cielo: “¿cómo se atreve un alemán, con todo los que nos han hecho sufrir, a decir eso de nosotros?. Tenemos que acabar con el racismo y con el antisemitismo”.
Evidentemente, cuando los judíos dicen eso a lo que se están refiriendo es que “tenemos que acabar con aquellos que pueden explicar la verdad a la gente”. Ellos son conscientes de que han construido un edificio de mentiras: la mentira del multiculturalismo, la mentira del igualitarismo, todas las mentiras de la Segunda Guerra Mundial, etc. y tienen miedo de que si alguien hace caer una de sus mentiras, luego caerá otra y luego otra y otra más, hasta que se derrumbe el edificio entero. Por eso han hecho sus leyes “contra el odio”, por eso no quieren que nadie sepa cómo controlan Hollywood, a la prensa y al Gobierno yanqui, por eso no quieren que nadie sepa su papel en la Revolución Rusa y así los libros de texto seguirán diciendo que la Revolución fue la revuelta de los pobres contra los ricos y seguirán refiriéndose a Lenin, Trotski y al resto como rusos, no como judíos y por eso no quieren que nadie sepa que los actuales oligarcas que controlan Rusia son judíos.
Yo creo que es inevitable que el edificio se derrumbe. Estamos empezando a ver los síntomas. El conflicto Israel-Palestina y la guerra de Iraq han abierto los ojos a mucha gente. Internet también es un arma importante. Políticos importantes empiezan a hacer declaraciones políticamente incorrectas. Partidos nacionalistas aumentan su poder por toda Europa e incluso los alemanes están empezando a despertar de la pesadilla. Esperemos que los rusos hagan lo mismo lo antes posible.
Felicito a ofensiva akum por el artìculo y quiero decir que: desde la època en que Salvador Borrego y joaquìn Bochaca escriben, el tema de los judìos capitalistas disfrazados de comunistas para instalar un "supracapitalismo de Estado" està en el tapete.
ResponderEliminarNo es novedad que dìa a dìa los sionistas acusen a quienes protestan de Antisemitas o racistas, el arma de la ignorancia y el miedo son las suyas y las emplean a la perfecciòn contando ademàs con el elemento sorpresa de la infiltraciòn.
Creo que tambièn estas armas quedan de lado cuando emplean otras màs diectas como su poderìo ecònomico, la prensa u otras màs.
Lamentablemente los riesgos que enfrenta todo investigador serio ademàs de los atentados contra su vida, son los de verse desacreditado, perder su empleo o volverse un paria dentro de la sociedad.
Lamentable es, que el control del mundo por parte de una pequeña minorìa sea tan letal para los intereses de la humanidad y de los N.s en general.
Teniente REYNHARDT..."Porque todos los N.s buscamos la luz"..