Una Gran Guerra no termina cuando el enemigo ha invadido tu territorio, ni cuando ha eliminado a tus líderes ni cuando ha quemado, torturado, esclavizado y ha criado en la mentira a tu gente. Una Gran Guerra no termina porque el enemigo ha sumido a tus ideales en el escarnio, ensuciado tus símbolos y amordazado a los amantes de la verdad.
Una Gran Guerra termina para tí, sólo cuando tú has dejado de respirar.
Han pasado 61 años de la gran catástrofe y el mundo está sumido en la peor esclavitud jamás conocida, los vencedores genocidas tienen el poder de destruir la tierra, han arrasado pueblos, han contaminado nuestro mundo, nos han endeudado hasta el punto que nuestras vidas ya no son nuestras y por sobre todo han estupidizado a la humanidad. Todo esto estaba en los planes del enemigo desde el principio. Pero lo que el enemigo no sabía era que no necesitábamos escuelas ni adoctrinamiento, porque la Gran Guerra es total e incluye a los espíritus que han nacido y seguirán naciendo después de la catástrofe. Somos el fallo en el cálculo del enemigo de la humanidad, somos la única esperanza.
Pero el enemigo sí nos teme, pues machaca día a día en nuestros oídos la cantinela de su propaganda, sólo contra nosotros, siempre contra nosotros.
Los verdaderos luchadores rechazamos cualquier tipo de genocidio, crimen, odio racial o prepotencia de cualquier tipo que se ejecuten a la sombra de nuestros símbolos y declaramos que aquellos que lo hacen sirven al enemigo.
Si hubo errores en el pasado, los condenamos y sólo podemos alegar que era una guerra atroz, pero al mismo tiempo preguntamos ¿quién juzga los crímenes de los autodenominados buenos?
Rendirse jamás, porque no podemos, porque no queremos,ni lo haremos.
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